CON SUS VISIONES Y SU
ANTIBÍBLICO CONCEPTO DEL DIEZMO
El capítulo 17 demuestra cómo Ellen y James White
conspiraron para engañar a la grey Adventista acerca de lo que
la Biblia enseñaba acerca del diezmo y para hacer que sus
seguidores dieran generosamente para "la obra", lo cual en
muchos casos era casi sinónimo de darles dinero a ellos mismos.
Resultó que el primer plan de dar, que Ellen y James decían que le había sido
mostrado a Ellen
en visión, no funcionó muy bien, así que a Ellen le fue
"mostrado" que otro plan, presentado por el entonces líder
Adventista comprometido, D. M. Canright, como el escogido
por Dios para la Iglesia Adventista. Si se le ha de creer a
Ellen White, Dios estaba confundido acerca de cuál plan
funcionaría mejor para "su" iglesia. Exploramos lo que la
Biblia enseña acerca del diezmo ¡y hallamos que el plan por
el que Ellen White se decidió finalmente no podía ser
aplicado ni siquiera a Israel bajo la teocracia! Demostramos
que, aunque los líderes Adventistas sabían ya antes de 1919
que Ellen White era una falsa profetisa, la Iglesia continuó
usando esta falsa enseñanza para extraer dinero de sus
seguidores. Este capítulo ayuda al lector a unir causa y
efecto a medida que detallamos la corrupción financiera y
moral que se desarrolló de la hipocresía de los líderes
Adventistas, que enseñaron a otros a creer lo que ellos
mismos a menudo sabían que era improbable o imposible.
Observamos que Ellen White enseñaba que los fondos de los
diezmos nunca debían dárseles a los pobres, cuando esta
práctica era en realidad requerida de Israel, en algunos
casos, por la ley de Moisés. Demostramos que una probable
motivación para su cuidado sobreprotector por los fondos de
los diezmos era el hecho de que ella, su esposo, y sus dos
hijos recibían salarios ministeriales que se pagaban
directamente de los fondos de los diezmos.
Cada año, sin
falta, apartarás la décima parte de todo lo que produzcan
tus campos. En la presencia del Señor tu Dios, comerás la
décima parte de tu trigo, tu vino y tu aceite, y de los
primogénitos de tus manadas y rebaños; lo harás en el lugar
donde él decida habitar. Así aprenderás a temer siempre al
Señor tu Dios. Pero si el Señor tu Dios te ha bendecido y el
lugar donde ha decidido habitar está demasiado distante, de
modo que no puedes transportar tu diezmo hasta allá,
entonces lo venderás y te presentarás con el dinero en el
lugar que el Señor tu Dios haya elegido. Con ese dinero
podrás comprar lo que prefieras o más te guste: ganado,
ovejas, vino u otra bebida fermentada y allí, en presencia
del Señor tu Dios,tú y tu familia comerán y se
regocijarán. Pero toma en cuenta a los levitas que vivan en
tus ciudades. Recuerda que, a diferencia de ti, ellos no
tienen patrimonio alguno -- Deut. 14:22-27 (NVI).
La Iglesia Adventista del Séptimo Día es la mayor "iglesita"
del mundo. Los Adventistas son conocidos por dar más dinero
per cápita que los miembros de cualquier otra denominación.
Sus operaciones comerciales abarcan el mundo con iglesias,
casas publicadoras, fábricas de alimentos, hospitales,
escuelas secundarias, y universidades. Operan una agencia
mundial de servicios sociales, la Agencia Adventista para el
Desarrollo y la Ayuda (ADRA) la cual, por sí misma, maneja
más dinero cada año de lo que la Iglesia recibe de todas las
otras fuentes combinadas. Las operaciones comerciales
combinadas de la Iglesia requieren una burocracia de
millares de empleados de iglesia y oficiales.
Hay otras denominaciones sabadistas, pero ninguna de ellas
ha cionvertido su sistema de creencias en una duradera
máquina de generar ingresos como los Adventistas del Séptimo
Día. La Iglesia Mundial de Dios lo hizo a una escala menor,
durante un período mucho más corto, y mayormente por las
mismas razones, pero mejores comunicaciones mundiales
hicieron más difícil que su falso profeta se saliera con la
suya en relación con sus engaños. Razonamos, pues, que es la
creencia adventista de que Ellen White es una verdadera
profetisa de Dios lo que es responsable del éxito financiero
del Adventismo, y consideramos esto como un crimen porque
los líderes ASD saben, y lo han sabido durante mucho tiempo,
que las afirmaciones proféticas de ella son falsas. En sí
mismo, el relato de cómo se creó la máquina adventista de
hacer dinero es un interesante estudio del engaño.
En los primeros años del adventismo, el modelo de negocios
escogido para financiar la Iglesia fue concebido por James
White y llamado "Benevolencia Sistemática". El sistema de
James fue adoptado por los creyentes Adventistas después de
que se le "mostró" a Ellen White en visión que era el
sistema que Dios quería para su iglesia. De manera
interesante, los White rechazaron el antibíblico sistema de
diezmos "levíticos" que la Iglesia adoptaría más tarde
porque se pensó que sería insuficiente para producir fondos
en la gran escala de "la obra":
"Nosotros no hacemos
énfasis en el sistema israelita de diezmos como si abarcara todo
el deber de los creyentes en el mensaje del tercer
[ángel]. ... Ese sistema era necesario en el plan de
Dios del sacerdocio levítico; pero el mensaje final
presenta un llamado mucho mayor para algo de su clase".
R&H, Abril 9,1867, p.
164. [Citado en el artículo TITHING NOT A LAW
FOR CHRISTIANS [El diezmo no es una ley para los
cristianos] de Sanders, en http://
www.truthorfables.com]
Nota del editor: "el
mensaje final presenta un llamado mucho mayor ...".
James White se refiere a un artículo sobre el dar que
apareció en una publicación del Movimiento Adventista
para la cual no tenemos referencia y la cual se puede haber perdido para
los eruditos por el momento.
Sin embargo, el sistema de Benevolencia Sistemática demostró
ser un fracaso pues no produjo suficientes ingresos para
sufragar los planes visionarios de los White para la
Iglesia. Aparentemente, el ángel que le había mostrado a
Ellen White que el plan de Benevolencia Sistemática era el
que Dios quería había mentido acerca del éxito potencial del
plan. Irónicamente,fue D. M. Canright quien introdujo el así
llamado sistema "levítico" de diezmos que ha hecho de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día la mayor iglesita
hacedora de dinero de todos los tiempos:
Dudley M. Canright:
En una serie de
artículos en 1876, hizo énfasis
en Malaquías 3:8-11 como "el plan bíblico para sostener
el ministerio". Instó a los Adventistas a adoptar este
plan para glorificar a Dios. ... R&H, febrero 17, 1876, p.
50, 51. Véase también Spectrum de
1986, Adventist Tithepaying -- The Untold Story, p. 139.
[Citado en el artículo titulado "Tithing Not a Law for
Christians"].
Un poco de sentido común desprejuiciado debería decirnos que
el verdadero Dios no podría decir que ambos sistemas eran el
mejor, pero, efectivamente, el "guía" angélico de Ellen
White le dio una segunda visión "mostrándole" que el sistema
"levítico" de diezmos desarrollado por D. M. Canright
era el plan correcto para los Adventistas. Ninguno de los
dos sistemas era levítico, mucho menos "bíblico". Quizás el
"dios" que "bendijo" el sistema "levítico" de diezmos de D.
M. Canright vio su potencial para crear la corrupción
financiera y la miseria para los pobres creyentes
Adventistas que serían conmovidos por el engaño de esta
mentira para dejar de alimentar a sus hijos con tal de poder
entregar sus diezmos. ¡El sistema de Canright, "bendecido" por el
"dios" de Ellen White, estaba tan pervertido por el
sistema bíblico del diezmo que éste no podría haber sido
usado en Israel durante la teocracia, mucho menos en la
dispensación cristiana! Parece que estos primeros
líderes Adventistas estaban tan ocupados buscando evidencias para probar que la Iglesia
Adventista del Séptimo Día era la única y verdadera iglesia
que no tenían tiempo para estudiar lo que la Biblia enseñaba
realmente sobre los diezmos y un multitud de otras cosas
importantes. Su descuido creó un monstruo, como pronto
veremos. Por ahora, consideremos lo que el Antiguo
Testamento enseña sobre los diezmos y cómo los Adventistas
usaron ilegalmente, y continúan usando, la amenaza de una
inexistente enseñanza bíblica en un esfuerzo hipócrita por
separar a los creyentes Adventistas de su dinero tan
duramente ganado. ¡Más tarde, usted se asombrará cuando vea
cómo estos líderes Adventistas usaron el dinero de los
diezmos de manera equívoca por la década de 1970 para crear
ganancias personales para sí mismos!
EL SISTEMA LEVÍTICO DEL
DIEZMO EN LA ESCRITURA
El crédito por la investigación sobre el diezmo va para
William H. Hohmann.
Un diezmo bíblico se define como la décima parte del aumento
en las cosechas y el ganado. Estas cosas dependen de la
tierra y, bajo la economía de Israel, la tierra era lo que
producía riqueza. Si Israel recibía lluvia en su debido
tiempo, y el estado del tiempo era favorable, la tierra
producía en abundancia, y todo prosperaba. Esto reflejaba
las bendiciones de Dios concedidas al pueblo por medio de la
tierra.
Si había sequía en Israel, con la resultante escasez de
alimentos, tanto la gente como el ganado sufrían, y el
pueblo no prosperaba. Había otros factores que podían
afectar la producción de alimentos, como invasiones
extranjeras, en que estas fuerzas devoraban la producción y
el ganado de la tierra a medida que seguían su camino, y los
estragos de insectos y otras plagas, como las de ratones,
langostas y ratas que podían devastar la tierra. Estas cosas
se percibían en el sentido de que Dios retenía sus
bendiciones a causa de los pecados colectivos del pueblo.
A los israelitas se les ordenaba diezmar la ganancia de sus
productos y de su ganado. Este diezmo se usaba, o se
distribuía, básicamente de tres maneras:
El diezmo se
entregaba a los levitas.
El diezmo
se entregaba a las viudas, los huérfanos, los pobres y a
los extranjeros (desconocidos) desposeídos.
El diezmo era
usado por el dueño del diezmo en las festividades que se
celebraban en Jerusalén.
Los rabinos del postexilio estaban confundidos por esta
división del diezmo, y llegaron a la conclusión de que, en
su lugar, había tres diezmos separados. Para estos maestros
rabínicos de la ley, todo tenía que ser expresado con
exactitud, y la ambigüedad de la ley del diezmo, tal como
estaba codificada, se ajustaba a su sensibilidad.
Estos son los mismos rabinos identificados en la Escritura
como los que añadían sus propias tergiversaciones a la ley,
convirtiendo muchos puntos de la ley en exageradamente
cargosos. Por lo tanto, no hay que maravillarse de que
concluyeran que había tres diezmos, que requerían hasta el
30% del aumento de los que cultivaban la tierra y criaban
ganado.
¡Cuando se examinan las Escrituras relativas al diezmo,
estas tres maneras en que el diezmo era distribuido y usado
incluyen el sostenimiento de los levitas! ¿Estaban los
levitas recibiendo el triple de sus paisanos israelitas? [Nota del editor:
Recuérdese que el diezmo que los israelitas pagaban era
sólo de los productos agrícolas -- no de sus ingresos
procedente de empleos ni de actividades comerciales.
Además, téngase presente que de lo que estamos hablando es
de que los rabinos torcían las leyes del diezmo, no de las
leyes del diezmo establecidas en la Torá.- K. Wynne].
Sólo había un diezmo. Si hubiera habido dos diezmos, o tres
diezmos, ¡ entonces, en lugar del 10% de las ganancias de
uno, serían en realidad 20% o 30%! ¡Como paralelo, imagínese
que el gobierno le informara a usted que iba a grabar su
ingreso a, digamos, 15%, pero que luego le informara que
debía pagar tres impuestos sobrela renta! Usted podría muy
bien quejarse, y ellos responderían con un "¡Su impuesto es
sólo del 15%. Deje de quejarse!".
En vista de esto, mire cómo serían manejados los diezmos de
una persona en el tercer año:
Cada tres
años reunirás los diezmos de todos tus productos de ese
año, y los almacenarás en tus ciudades. Así los levitas
que no tienen patrimonio alguno, y los extranjeros, los
huérfanos y las viudas que viven en tus ciudades podrán
comer y quedar satisfechos. Entonces el Señor tu Dios
bendecirá todo el trabajo de tus manos. - Deut.
14:28-29.
Cuando hayas
apartado la décima parte de todos tus productos del
tercer año, que es el año del diezmo, se la darás al
levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para
que coman y se sacien en tus ciudades. - Deut. 26:12.
En el tercer año, el diezmo debía ser llevado a las puertas
de cualquier ciudad cerca de la cual se estuviera, y
proveyera para los pobres, también para los levitas
que participaban del diezmo de los otros dos años.
En muchos respectos, la ley era ambigua cuando se trataba de
cómo debía dividir el diezmo una persona. Quizás esto fuese
intencional. Un propietario de tierras que controlaba la
base de casi toda la riqueza tenía que decidir cuán generoso
o cuán tacaño iba a ser con respecto a los levitas y los
pobres de la tierra. Un propietario que tuviera muchas
cosechas y/o mucho ganado, junto con su familia, sólo podía
consumir cierta cantidad del diezmo de su tierra en las
festividades que tenían lugar en Jerusalén. Éstos, pues, que
tenían mucho, podían dar mucho de ese diezmo de la tierra.
Puede que los que tenían poco sólo hayan podido dar un poco.
En relación con esto, considérese la orden de no segar los
rincones del campo propio:
Cuando
llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el
último rincón del campo ni recojan todas las espigas que
queden de la mies. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor su
Dios. - Levítico 23:22.
¿Hasta qué distancia de los rincones quería decir esto? Si
el dueño de la tierra quería ser generoso, podía dejar un
rincón grande, por ejemplo. Pero también nótese el propósito
de dejar los rincones y la rebusca era tal que los pobres de
la tierra podían ir allí y recoger alimento para sí mismos.
Así que el diezmo no era el único medio por el cual los
pobres conseguían su sustento. Entonces, ¿podía haber sido
esto una prueba diseñada por Dios para escudriñar el corazón
del dueño de la tierra? La ley decía que se debía dar a los
pobres una porción del diezmo. Cuánto quedaba para el dueño
del diezmo. Cuánto de los rincones de sus campos reservaba
para sí le tocaba decidirlo a él también. El mero
cumplimiento de la ley no revelaba el corazón de una
persona. Su conducta fuera de los confines de la ley podría
revelarlo.
Éstas, pues, eran algunas de las cosas llevadas a cabo por
los que poseían tierra en que criaban ganado y cultivaban
productos de la tierra, así como sus responsabilidades en
relación con el resto del pueblo.
Con respecto a todas estas instrucciones, Dios habló así,
más de una vez:
Ahora,
israelitas, escuchen los preceptos y las normas que les
enseñé, para que los pongan en práctica. Así vivirán y
podrán entrar a la tierra que el Señor y Dios de sus
antepasados les da en posesión. No añadan ni quiten
palabra alguna a esto que yo les ordeno. Más bien,
cumplan los mandamientos del Señor su Dios. - Deut. 4:1-2.
Cuídate de
poner en práctica todo lo que te ordeno, sin añadir ni
quitar nada. - Deut. 12:32.
Esta última cita procede de un capítulo de Deuteronomio en
que Dios se dirige a los israelitas con respecto a los
diezmos. Así que, ahora ésta es la pregunta suscitada por
todo esto -- ¿Por qué tantas iglesias, especialmente la de
los Adventistas del Séptimo Día, violan la misma ley que
esas iglesias aseguran no debía ser alterada ni siquiera en
jotas ni tildes, la ley de los diezmos, en relación con la
cual Dios ordenó específicamente que debía ser observada
como se ordenó y que nadie debía "ni añadir ni quitar nada
de ella?".
Nunca se ordenó que los diezmos se basaran en los ingresos
de la gente. Sólo los que tuvieran cosechas y/o ganado
diezmaban.
Jesús hizo una interesante observación en relación con este
tipo de conducta:
Este
pueblo me honra con los labios, pero su corazón está
lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son
más que reglas
humanas. - Mateo 15:8-9.
¿Es bíblico exigir diezmos de la gente basándose en sus
salarios? ¡No! Pero los que hacen esto tienen sus excusas;
tienen sus racionamientos para alterar la misma ley que
afirman que es inalterable hasta las jotas y las tildes, así
como la ley de los diezmos sobre la cual ordenó Dios que no
se añadiera ni se quitara nada. Hasta un ladrón de bancos
tiene sus razonamientos y sus excusas.
El racionamiento más común que se usa para alterar lo
inalterable es asegurar que las circunstancias actuales son
diferentes:
"No
hay sacerdocio levítico al cual entregarle los diezmos.
Vivimos en un tiempo en que ya no hay una sociedad agraria".
¿Qué clase de sociedad teníamos en 1888, cuando los ASD
produjeron su propia versión de la ley de los diezmos que
ellos ordenaban para sus miembros, so pena de condenación
eterna si no diezmaban? ¡Una sociedad agraria! Ellos no
estaban interesadoss ni en ganado ni en productos de la
tierra. Los líderes Adventistas estaban, y todavía están,
interesados en dinero. Además, no están interesados en que
usted comparta sus diezmos con las viudas, los huérfanos y
los pobres. Lo quieren todo. Bueno, puede que les arrojen un
hueso a alguna viuda o a algún huérfano, pero nunca fue
responsabilidad de los levitas dar media vuelta y dar a los
pobres parte del diezmo que recibían; esto le tocaba a cada
individuo que, para comenzar, era dueño del diezmo.
¿Qué quiere el lobo? ¿Qué haría el lobo para conseguirlo?
¿Recurriría un lobo, disfrazado como ministro de Dios, a
espantosas advertencias de lo que le ocurriría a usted si
dejara de diezmar de su salario para entregárselo a él?
¿Recurriría a afirmaciones de fidelidad de parte suya?
Los Adventistas han racionalizado, quizás en nombre de
adaptar los llamados "principios" de las leyes del diezmo
del Antiguo Testamento para ajustar la cultura de los
tiempos más modernos, menos enfocados en la agricultura, que
tienen derecho a alterar las enseñanzas de la Escritura para
crear una herramienta financiera que produce suficiente
dinero para sufragar sus aspiraciones en favor de "la obra".
Esta manipulación de la Escritura es hipócrita porque los
Adventistas, citando Daniel 7:25, acusan al papado de haber
"cambiado las leyes" en relación con el así llamado cambio
del sábado.
En 1 Corintios, el apóstol Pablo les dijo a las iglesias que
los que predicaran el evangelio tenían derecho a vivir del
evangelio. Tenían derecho al sostenimiento. Pero, ¿era este
sostenimiento a través de la ley de los diezmos del Antiguo
Testamento? No, porque Pablo no usa el diezmo como
justificación, sino más bien la analogía del mandato de no
poner bozal al buey que trilla el grano. Los ministrios
debían ser sostenidos por medio de ofrendas voluntarias, no
por obligación. Para muchos, puede ser un concepto duro de
entender, pero una vez que algo se convierte en requisito,
ya no se hace por fe y por amor. Se hace por temor a la
retribución.
Un día
subían Pedro y Juan al templo a las tres de la tarde,
que es la hora de la oració. Junto a la puerta llamada
la Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que
todos los días dejaban allí para que pidiera limosna a
los que entraban al templo. Cuando éste vio que Pedro
estaban por entrar, les pidió limosna. Pedro, con Juan,
mirándolo fijamente, le dijo: ¡Míranos!. El hombre fijó
en ellos la mirada, esperando recibir algo. "No tengo
plata ni oro", declaró Pedro, "pero lo que tengo te doy. En el nombre
de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!" - Hechos 3:1-6.
¿Cuáles habrían sido las circunstancias aquí si la iglesia
primitiva hubiera estado entregando al ministerio los
diezmos de su salario? ¿Habría tenido Pedro plata u oro?
Afirmar que la ley del diezmo había cambiado para ajustarse
a los tiempos cambiantes es hipocresía. Endilgar la falsa
acusación contra otros cristianos y su fe exigiéndoles que
expliquen cómo es que pudieron "cambiar" el día de "culto"
del sábado para el domingo, mientras ellos cambiaban esa
misma ley cuando se trataba de los diezmos, es la mayor
expresión de hipocresía. ¡Hasta es posible que sean más
culpables que los que tienen culto los domingos, pues en
ninguna parte de las Escrituras se dice que la gente debía
reunirse los sábados semanales para tener culto comunal! La
ley cristiana de libertad permite que los creyentes tengan
culto cada vez que lo desean y dondequiera lo deseen.
Los Adventistas han demostrado ser ellos mismos culpables de
los mismos crímenes de los cuales acusan a otros. Hasta
Jesucristo ordenó a sus seguidores que no emitieran juicios
condenatorios como hacen los Adventistas lo hacen
actualmente. El resultado final es que la misma persona es
condenada por Dios por las cosas que esta persona condena en
otros.