RESUMEN - El Capítulo
Tres desenmascara el hecho de que Ellen White y los líderes
ASD no revelaron los hechos claves sobre la historia del
debate sábado-domingo, hechos que son en extremo perjudiciales
para la credibilidad del libro de Ellen White, The Great Controversy
[El Gran Conflicto]. Ella no reveló el hecho de que surgieron
grandes debates sobre el sabadismo tanto
al principio de la Reforma como durante la
era del rey James, y que en ambos casos la observancia del
sábado fue rechazada basándose en la Biblia,
y algunas veces basándose tanto en
la Biblia como en la historia. La crisis sabática de 1888,
relacionada con D. M. Canright, fue significativa para el
adventismo, y aunque en ese tiempo
Canright refutó con éxitoel sabadismo,
su investigación parece no haber
tenido ningún impacto de importancia en el
mundo cristiano y muy poco impacto en el
adventismo mismo. La tercera crisis
importante sobre el sábado-domingo
no ocurrió sino hasta la época
del Dr.
Samuele Bacchiocchi,
el cual, de manera interesante, concedió tanto a Canright
mientras trataba de refutarlo
que disparó la tercera crisis
sobre el sábado-domingo de la fe cristiana, la cual condujo al
equipo de investigación de D. A. Carson
al descubrimiento de que, desde la creación, el sabadismo está
contraindicado de plano por los textos hebreos originales de
Génesis 2, Éxodo 16, y Éxodo 20.
LA PRIMERA CRISIS: EL PRINCIPIO
DE LA REFORMA
El libro clásico de Ellen White, The
Great Controversy, pretende presentar a sus
lectores la
"historia" de por qué los cristianos abandonaron la observancia
del sábado en favor de la observancia del domingo. Un estudio de
lo que J. N. Andrews,
el historiador del sábado del Movimiento Adventista, sabía y
escribió sobre la historia de la iglesia primitiva demuestra que
él tendría que haber sabido que lo que Ellen White afirmaba que
Dios le había mostrado acerca de que la Iglesia Católica Romana
había "cambiado el sábado" era históricamente imposible - sin
importar si Andrews pensaba o no que la doctrina del sábado era
correcta o no. Un estudio de varios importantes estudios de
investigación publicados entre la era del rey James y los
tiempos contemporáneos de Andrews y White indica que ambos
tenían que saber que el relato de ella acerca de la posición del
sábado durante la reforma en The
Great Controversy era patentemente deshonesto
y plagado de imperdonables errores. Por ejemplo, el libro dedica
varios capítulos a Martín Lutero, pero ella no revela el hecho
de que un importante debate sábado-domingo surgió al principio
de la Reforma y que Lutero se oponía firmemente al sabadismo basándose en bien
razonados principios bíblicos. Si White hubiese dado a su tema
un trato justo, les habría dicho a sus lectores que ella era
antisabadista y que habría tenido que discutir los méritos de
las razones bíblicas que Lutero daba para oponerse a la idea de
que los cristianos debían guardar el sábado judío.
Sanders observa: "Lutero escuchó las enseñanzas de Carlstadt
sobre la observancia del sábado y las rechazó. La Sra. White
dice que "los ángeles de luz desde el trono de Dios" le
revelaron a Lutero los tesoros de la verdad. Si Dios
verdaderamente hubiese mostrado a Lutero "tesoros de verdad",
como dice EGW, entonces Lutero habría aceptado el sábado. EGW
simplemente no lograba que le saliera bien". Sanders aporta
estas dos citas de EGW de The Great Controversy:
Ellen White dice de
él [Lutero]: "Celoso, ardiente, y dedicado, no conociendo
ningún temor excepto el temor de Dios, y no reconociendo
ningún fundamento para la verdad religiosa sino sólo las
Sagradas Escrituras" (p. 120).
Ángeles del
cielo estaban a su lado, y rayos de luz del trono de Dios le
revelaban tesoros de verdad para que comprendiera. ( p.122).
Luego, Sanders contrasta esto con lo que el mismo Lutero dijo
acerca de lo que Ellen White afirmaba que Dios le había mostrado
acerca de él:
Ahora oigamos
a Lutero. Carlstadt, un celoso y erudito sabadista, presentó
ante Lutero sus argumentos a favor del séptimo día, y éste
los examinó. Esta es la decisión de Lutero en sus propias
palabras: 'Ciertamente, si Carlstadt fuera a escribir más
acerca del sábado, el domingo tendría que ceder terreno, y
el shabbath -- es decir, el sábado --
debería ser guardado; ciertamente, Carlstadt nos convertiría
en judíos en todas las cosas, y seríamos circuncidados;
porque es verdad y no puede negarse, que el que considera
necesario guardar una ley de Moisés, y la guarda como ley de
Moisés, debe considerar todo como necesario y guardarlo
todo'. -- Heylyn, History of the
Sabbath, 457.
Dirk Anderson observa en su artículo "Shall We Emulate Martin
Luther?" [¿Imitaremos a Lutero?], estas interesantes cosas y
proporciona extensa documentación a favor de sus puntos en
http://www.nonegw.com. Ellen White reclamaba la inspiración
divina para su relato de los inicios de la Reforma y la vida de
Martín Lutero. Ella lo tiene en alto como un hombre justo, cuyo
ejemplo deben seguir los cristianos. Aparentemente, todo lo que
importa es que al "ángel" acompañante que le proporcionó su guía
"divina" mientras escribía The
Great Controversy se le hubiera "olvidado" que Lutero creía y enseñaba
la correcta creencia -- que la gracia da a los cristianos
libertad de hacer cualquier cosa que deseen sin temor a perder
la salvación -- y que Lutero vivió su propia vida de acuerdo con
esto. Los hechos del estilo de vida altamente inmoral de Lutero
deberían haber estado fácilmente accesibles para el "ángel"
acompañante de Ellen White en forma de libros de historia escritos por autores humanos.
Lutero asaltaba sexualmente a las monjas que había liberado de
la esclavitud de la Iglesia Católica Romana, en una ocasión tuvo
relaciones sexuales con tres monjas, y sólo se casó con una de
ellas. Era un bebedor abominablemente fuerte. La verdad es que
su propio ejemplo moral hacía que el cristianismo "apestara" a
las narices de sus contemporáneos. (A decir verdad, algunos
afirman que estos informes sobre el estilo de vida poco
favorecedor de Lutero son falsos y que fueron desarrollados por
individuos que no estaban en armonía con la posición básica de
la Reforma). Sin embargo, un historiador alemán una vez observó
lo siguiente acerca de los efectos del ejemplo moral de Lutero:
Como dijo
Heinrich Heine, gracias al ejemplo de Lutero, la historia
alemana de aquel tiempo se componía casi enteramente de
disturbios sexuales. Mirando el devastado estado de
Alemania, uno de los contemporáneos de Lutero decía la
verdad cuando le gritó al reformador: "Esto se debe a sus
enseñanzas carnales y apestoso ejemplo". Para enumerar o
presentar un cuadro claro del estado aborrecible de las
cosas morales en Alemania se necesitarían muchas páginas y
muchos libros. El factor importante es que "no solamente se
robó al matrimonio su carácter sacramental, sino que se lo
declaró ser una unión carnal puramente externa, que no tenía
nada que ver en absoluto con religión y la iglesia"
(Janssen, History of the German People, Vol. 16, p. 137).
Además, Ellen White alababa a Lutero por su dedicación a la
defensa de la libertad religiosa. La verdad es que, por mucho que estiremos la
imaginación, Lutero
no estuvo dedicado a defender la libertad religiosa. Damos
crédito a Dirk Anderson, en http://www.nonegw.com por estas
observaciones sobre la verdadera vida y los puntos de vista de Martín Lutero sobre la libertad religiosa. He
aquí un extracto de la investigación de Anderson:
"Cuando me
enojo, no estoy expresando mi propia ira, sino la ira de
Dios". Lutero sabía que era superior a cualquier hombre o
santo. "Ni Agustín ni Ambrosio pueden compararse conmigo".
"Respetarán nuestra enseñanza, que es la palabra de Dios,
hablada por el Espíritu Santo, a través de nuestros labios".
"Ni en mil años ha concedido Dios a ningún obispo dones tan
grandes como los que me ha concedido a mí". (E61, 422).
"Dios me ha designado a mí para todo el territorio alemán, y
yo osadamente aseguro y declaro que, cuando ustedes me
obedecen a mí, sin duda no me están obedeciendo a mí, sino a
Cristo" (W15, 27). "Cualquiera que no me obedezca a mí, no
me desprecia a mí, sino a Cristo". "Creo que somos la última
trompeta que sonará antes de la venida de Cristo". "Lo que
yo enseño y escribo sigue siendo verdadero aunque el mundo
entero caiga en pedazos sobre ello" (W18, 401). "Cualquiera
que rechace mi doctrina no puede salvarse". "Nadie debe levantarse
contra mí".
Dirk Anderson proporciona la siguiente referencia para lo que
antecede: Peter F. Wiener, Martin
Luther - Hitler´s Spiritual
Ancestor, p. 28 [Martín Lutero - Antepasado Espiritual
de Hitler].. Todas las citas de este libro han sido tomadas del
documento formateado electrónicamente por Patsy Jackson para
Tentmaker Publications. El autor, el Dr. Wiener, era profesor
universitario y cristiano de origen alemán. No era católico.
Véase el artículo: "Shall We Emulate Martin Luther?" por Dirk
Anderson, Junio 2009, subido en www.nonegw.com
Debido a que la Reforma no resultó en un así llamado "regreso" a
la observancia del sábado, los sabadistas se han tomado el
trabajo de preparar documentos con títulos como "Why
the Reformation Failed" [Por qué fracasó la
Reforma], basado en la idea de que Lutero rechazó la luz del
sábado cuando le fue presentada. Esta clase de documentos sólo
tiene sentido si uno ignora el problema de que tal modo de
pensar es el resultado del razonamiento circular y simplemente
supone que el sabadismo es verdadero. Estos escritores también
señalan el hecho de que el Concilio
de Trento (1545-1563), que fue convocado para tratar de
la "herejía" luterana, decidió invocar la autoridad tanto de las
Escrituras y la tradición de la iglesia en la formación de la
doctrina y la práctica de la Iglesia Católica basándose en que
los protestantes habían capitulado antes la Madre Iglesia con
respecto al cambio del sábado al domingo.
Esta afirmación era una mentira católica, porque en la Confesión
de Augsburgo (presentada por primera vez en la
Dieta de Augsburgo en 1530), los protestantes reprendieron a la
Madre Iglesia por su blasfema afirmación de que ésta tenía autoridad para
cambiar el sábado. Luego, este documento luterano describió la base bíblica para
el abandono del sábado con muchos de los mismos argumentos
usados por los antisabadistas en la actualidad, demostrando que era la
autoridad bíblica, no la autoridad de la iglesia, lo que causó
el abandono de la observancia del sábado por parte de los
cristianos. Los escritores pro-sabadistas citan el
siguiente pasaje de la Confesión
para "probar" que la Iglesia Católica Romana afirmó haber
cambiado el sábado, mientras ignoran la importancia del hecho de
que los luteranos entendían y utilizaban razones bíblicas para
rechazar el sabadismo y llamaban "fanfarronada" a la afirmación
de la Iglesia Católica de que ella había "cambiado el día" -
algo que Ellen White nunca supo o decidió no revelar en The Great Controversy. Las
primeras dos citas de la Confesión
de Augsburgo han sido tomadas de la traducción
publicada en el sitio www.reformer.org y publicadas por el
Centro para la Teología y Apologética Reformadas. La tercera
cita procede de una traducción diferente, como se acredita por
separado:
Además, se discute
si los obispos o pastores tienen derecho a introducir
ceremonias en la iglesia y hacer leyes concernientes a
carnes, días santos y grados, es decir, órdenes de
ministros, etc. Los que dieron este derecho a los obispos se
refieren a este testimonio en Juan 16: 12, 13: Todavía tengo
muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis recibir.
Pero, cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a
toda verdad. También se refieren al ejemplo de los
apóstoles, que mandaron abstenerse de sangre y de cosas
estranguladas, Hechos 15:29. Se refieren al día de sábado
como habiendo sido cambiado por el día del Señor,
contrariamente al Decálogo, como parece. Tampoco hay ningún
ejemplo sobre si ella [la Madre Iglesia] hace más que lo
concerniente a cambiar el día de reposo. ¡Grande - dicen
ellos - es el poder de la Iglesia, puesto que ha hecho a un
lado uno de los Diez Mandamientos!
Pero,
concerniente a esta cuestión, se enseña de nuestra parte
(como se ha mostrado arriba) que los obispos no tienen
ninguna autoridad para decretar nada contra el evangelio.
Luego, después de castigar a la Madre Iglesia por sus
presunciones, la Confesión bosqueja las razones bíblicas para
que el sábado judío hubiese sido abrogado en los tiempos
apostólicos:
Pero hay
claros testimonios que prohiben hacer tradiciones de esa
clase, como si ameritaran la gracia o fueran necesarias para
la salvación. En Col. 2:16-23, dice Pablo: "Nadie os juzgue
en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna
nueva o días de reposo. Pues si habéis muerto con Cristo en
cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si
viviéseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como:
No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad con
mandamientos y doctrinas de hombres) cosas todas que se
destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta
reputación de sabiduría en culto voluntario". También, en
Tito 1:14, prohibe abiertamente las tradiciones: "No
atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la
verdad".
Los luteranos muestran una excelente compresnión de la falta
total de santidad intrínseca en cualquier día del año,
especialmente del sabbath
judío, y de la naturaleza utilitaria de la decisión de la
Iglesia de designar el domingo como día de culto y de comunidad
cristiana. Un moderno antisabadista no podría haberlo dicho
mejor. Sírvase leer este pasaje cuidadosamente, pues está
repleto de importancia para la cuestión sábado-domingo:
[57] La observancia del
día del Señor, la Pascua, el Pentecostés, y otros días de
fiesta, rituales y costumbres de esta clase. [58] Porque la gente
comete un gran error al afirmar que la iglesia, por su
autoridad, ha decretado que los cristianos tienen que tener
culto el domingo, no el sábado. [59] Porque fue la Escritura la que puso
fin a la observancia del sábado. La Biblia enseña que,
puesto que el evangelio ha sido revelado ahora, ninguna de
las ceremonias de la ley de Moisés necesita ser obedecida. [60] Sin embargo,
puesto que un día sí tenía que ser escogido para que los
cristianos supiesen cuándo debían reunirse para tener culto,
parece que los cristianos escogieron el domingo para este
propósito. Parece que este día fue escogido por otra razón
también. Le da a la gente un ejemplo de cómo usar su
libertad cristiana, y le muestra que no es necesario
observar el sábado ni ningún otro día en particular. (The
Unaltered Augsburg Confession A. d. 1530,
traducido por Glen L. Thompson, Northwestern Publishing
House, Milwaukee, Wisconsin, subido a wordpress.com.
Por consiguiente, el libro de Ellen White The
Great Controversy no es historia. Es
propaganda descarada. La afirmación de ella de que su
información llegaba a ella en visiones de Dios no presenta un
escenario verdadero del poder omnisapiente de Dios e indica que
el recuerdo de Dios de los acontecimientos de la Reforma se
estaban volviendo borrosos para cuando le entregó esta
información a Ellen White.
DE LUTERO AL REY JAMES
La herejía sabática ha sido redescubierta periódicamente a
través de la historia, y resurge de tiempo en tiempo como
resultado de la arrogancia y los pobres métodos de estudio
(hermenéutica), incluyendo repetidos intentos de aplicar la ley
mosaica a una dispensación para la cual nunca estuvo destinada.
Andrews, White, y los apologistas sabadistas Adventistas que los
han seguido no les dijeron a sus confiados lectores que, en casi
todas las ocasiones, la Iglesia Cristiana, incluyendo a los primeros padres,
los grandes reformadores, y los subsiguientes eruditos católicos
y protestantes, se
opuso a la observancia del sábado con razones bíblicas.
Mientras más mira uno lo que
Andrews y White sabían, lo que probablemente sabían, y lo que
deberían haber sabido, más razones tiene uno para poner en
duda sus motivos y su integridad. Nuestra investigación
indica que Andrews y White tuvieron acceso a las dos historias
más exhaustivas que jamás se escribieron acerca de la
controversia sobre el sábado - el libro de Peter Heylin History
of the Sabbath, publicado en 1613 durante el reinado del
rey James en Inglaterra, y el enorme estudio en dos tomos sobre
el tema, escrito por el contemporáneo de Ellen White, Robert
Cox, y publicado en 1865. Andrews cita tanto a Heylin como a
Cox. (Si no tenían acceso a la edición de 1613 del libro de
Heylin, habrían tenido acceso a la impresión posterior, como
hicimos nosotros).
Heylin compiló un abarcante estudio bíblico e histórico de
evidencia durante la era del rey James, que demostraba hasta la
saciedad que el sabadismo era imposible. Robert Cox, después de
descubrir la obra de Heylin siglos más tarde, compiló una lista
abarcante de todos los argumentos en pro y en contra del
sabadismo desde los tiempos apostólicos hasta 1865. Citamos de
la obra de Lutero Larger Catechism
[Catecismo Mayor], tal como está citado en el libro de Cox de
1865, The Literature of the Sabbath
Question [La Literatura de la Cuestión del
Sábado], Tomo Uno, p. 127:
Dios puso
aparte el séptimo día, lo designó para que fuese observado,
y ordenó que fuese considerado santo por encima de todos los
demás; y este mandamiento, por lo que concierne a la
observancia externa, se les dio a los judíos solamente, para
que se abstuviesen del trabajo duro, y reposaran, para que
tanto el hombre como las bestias pudieran tener refrigerio y
no se desgastaran por el trabajo constante. Por
consiguiente, este mandamiento, entendido literalmente, no
se aplica a nosotros los cristianos, porque es enteramente
externo, como otras ordenanzas del Antiguo Testamento, que
están atadas a costumbres, personas, tiempos y costumbres,
de todo lo cual nos ha libertado Cristo. Pero, para que los
simples puedan obtener una visión cristiana de todo lo que
Dios requiere de nosotros en este mandamiento, obsérvese que
guardamos un día de fiesta, no por amor a los cristianos
inteligentes y adelantados, pues éstos no tienen ninguna
necesidad de ello, sino que él no está enlazado con ningún
tiempo en particular, como con los judíos, de modo que debía
ser este o aquel día, porque ningún día es en sí mismo mejor
que ningún otro. ... Y porque el domingo ha sido designado
desde los primeros tiempos, deberíamos guardar esta
disposición, para que todas las cosas puedan hacerse en
armonía y en orden, y no se cause ninguna confusión por
innecesarias novedades.
Por favor, obsérvese que Lutero comentó el punto de vista de la
Iglesia sobre el sábado como una fiesta. Más tarde en nuestro estudio, el
entendimiento de que el concepto de que la iglesia cristiana
observaba el sábado como una FIESTA mientras observaba el
domingo como día de CULTO será clave para interpretar
correctamente muchos de los pasajes relacionados con el sábado
en los escritos de los padres de la iglesia durante los primeros
500-600 años de la fe. En muchos casos, los escritos de los
primeros padres no pueden ser interpretados correctamente sin un
estudio del contexto entero de sus afirmaciones - un hecho que,
en algunos casos, requiere la lectura de casi toda la obra de la
cual se tomó el extracto, así como de su contexto dentro de la
serie entera de escritos del autor. Un análisis de la obra
temprana, media, y posterior del historiador ASD sobre el
sábado, J. N. Andrews, prueba que él era consciente de que la
iglesia primitiva abandonó el concepto judío del sábado y creó
su propia manera, que no era sagrada en sí misma, de conmemorar
la creación del mundo al establecer la fiesta del sábado, que
era observada en sábados selectos durante el año litúrgico. Dice
Andrews: "Por lo general, los padres que honran el sábado lo
asocian con la fiesta llamada por ellos el "día del Señor". (Testimony of the Fathers,
p. 11, citado en la obra de D. M. Canright The Lord´s Day From Neither
Catholics Nor Pagans [El día del Señor, ni de católicos
ni de paganos]).
De acuerdo con Cox, los otros reformadores eran de la misma
opinión que Lutero y Melanchton. Dice Cox con respecto a este
hecho:
En Rom. 14:
5, 6; Gál. 4: 10, 11 y Col. 2:16, 17, los reformadores
hallaron más significado que los puritanos y sus
seguidores, mientras que no vieron en el Nuevo
Testamento ninguna de las indicaciones que los puritanos
fueron los primeros en descubrir, de una transferencia del
sábado al primer día de la semana por Jesús o sus apóstoles.
(The Literature of the Sabbath Question, Vol. I, pp. 127, 128).
Melanchton, un cercano colaborador de Lutero, y quien, según Cox
(p. 131), era uno de los más eruditos de entre los grandes
reformadores, dijo esto sobre la observancia del sábado por los
cristianos:
De esta naturaleza
es la observancia del día del Señor, la Pascua, Pentecostés
y similares días de fiesta y ceremonias. Los que creen que
la observancia del día del Señor en vez del sábado ha sido establecida por autoridad de la Iglesia, como
cosa necesaria, mucho yerran. La Escritura acepta que no
estamos obligados a guardar el sábado, pues ella enseña que
las ceremonias de la ley de Moisés no son necesarias después
de la revelación del evangelio. Sin embargo, porque era
requisito designar un cierto día para que la gente pudiera
saber cuando reunirse, parece que la Iglesia designó para
este propósito el día del Señor, lo cual, por esta razón,
también parece haber complacido más, para que los hombres
pudieran tener un ejemplo de libertad cristiana y pudieran
saber que no es necesaria la observancia, ni del sábado ni
de ningún otro día.
La investigación de Cox sobre John Calvin, que murió en 1564, lo
estableció como un firme antisabadista, aunque sus comentarios
sobre Génesis 2 y Éxodo 20 indican que es posible que todavía
haya creído que el sábado fue instituido en la creación. Cox
cita de la obra de Calvin Institutes
of the Christian Religion, tal como fue traducido por Henry Beveridge
e impreso en 1845:
Así como la verdad
fue entregada típicamente a los judíos, así también nos es
impartida a nosotros sin figuras; primero, para que durante
toda nuestra vida podamos anticipar un reposo constante de
nuestras propias obras, para que el Señor pueda obrar en
nosotros por su Espíritu; segundo, para que cada individuo,
según tenga oportunidad, pueda meditar en privado, en
piadosa meditación, sobre las obras de Dios, y al mismo
tiempo, todos puedan observar el orden legítimo designado
por la Iglesia, para escuchar la palabra, participar en la
administración de los sacramentos y la oración pública; y
tercero, para que podamos evitar oprimir a los que están
sujetos a nosotros. De esta manera, podemos evitar escuchar
a los falsos profetas, los que en tiempos posteriores
infundieron en el pueblo ideas judías, argumentando que nada
había sido abrogado excepto lo que era ceremonial en el
mandamiento (en su lenguaje, ellos llaman a esto la
imposición del séptimo día) mientras que la parte moral
permanece, es decir, la observancia de un día en siete. Pero
esto no es nada más que insulto para los judíos por cambiar
el día, pero mentalmente atribuyéndole la misma santidad;
reteniendo así la misma distinción típica de los días que
tenía lugar entre los judíos. Y de verdad, vemos qué
provecho le han sacado a esa doctrina. Los que se adhieren a
sus constituciones van tres veces más lejos que los judíos
en la superstición ordinaria y carnal del sabadismo; de modo
que los reproches que leemos en Isaías (Isa. 1:13; 8:13) se
aplican tanto a los de la actualidad como a aquéllos a los
cuales se los dirigió el profeta. Debemos tener cuidado, sin
embargo, de observar la doctrina general, es decir, para que
la religión no pueda ni perderse ni languidecer entre
nosotros, debemos asistir diligentemente a nuestras
reuniones religiosas, y asirnos debidamente de las ayudas
externas que tienden a promover el culto a Dios. -
(Traducción de Beverly, tomo 1, pág. 466).
De acuerdo con el artículo de Wikipedia:
"Puritanos", el movimiento tuvo su comienzo entre los exiliados
marianos. (Véase el artículo de Wikipedia
"Exiliados marianos"), que antes habían huido de Inglaterra
hacia el continente para escapar a la persecución, y luego
regresaron a Inglaterra durante el reinado de Elizabeth I, que
llegó al trono inglés en 1559. Este artículo explica que los
puritanos adoptaron los puntos de vista sabadistas durante este
tiempo. Fueron las fuerzas combinadas de los sabadistas
puritanos del "domingo" y los sabadistas tradicionales del
"sábado" las que crearon la segunda gran crisis sabática del
mundo cristiano. En esencia, pues, la crisis sabática de la era
del rey James en Inglaterra fue realmente una controversia
transplantada que había estado fomentándose en Holanda por largo
tiempo antes de su erupción en suelo inglés.
LA SEGUNDA GRAN CRISIS: LA
ERA DEL REY JAMES
En su libro The Great
Controversy, Ellen White no comenta la importancia de
la era del rey James con respecto a la cuestión sábado-domingo.
Por consiguiente, pocos Adventistas saben que la Iglesia de
Inglaterra estuvo precariamente cerca de establecer el sábado al
mismo tiempo que la Biblia King James
se estaba desarrollando y publicando. Quedamos asombrados por el
descubrimiento de este suceso porque parece una parte tan
importante de la iglesia cristiana, ahora que lo conocemos.
También vemos que probablemente nunca se nos habló de ello
porque estos sucesos son embarazosos para los sabadistas. He
aquí lo que ocurrió.
Antes y después del reinado del rey James (1603-1625), se habían
desarrollado dos tremendamente poderosos movimientos sabadistas,
que estaban aplicando presión a la Iglesia de Inglaterra para
que se guardara el sábado. Una facción presionaba a favor de la
adopción del sábado judío y la otra, a favor de la adopción de
la observancia del domingo, con restricciones sabáticas al
estilo judío.
La Biblia King James se publicó en 1611
bajo sus auspicios. Poco después de esto, la creciente
controversia sabática movió al rey James a volverse,
desesperado, en busca de ayuda al capellán de la corte, Peter Heylin. El rey le
ordenó iniciar un maratón investigativo parecido a un "Proyecto
Manhattan", que debía proporcionar al rey un relato de todos los
argumentos a favor y en contra de la idea de que los cristianos
debían guardar el sábado. Gracias a la abarcante y definitiva
investigación de Heylin y a su enfoque simplista del problema,
la Iglesia de Inglaterra no adoptó el sabadismo en ninguna de las dos formas.
La monumental obra de Heylin, The History of the Sabbath,
se publicó por primera vez en 1613,
sólo dos años después de que la Biblia King James fue publicada
en 1611. La edición
final, la de 1636, del
libro de Heylin, que utilizamos en nuestra investigación, parece
abarcar casi todos los argumentos usados por los modernos
antisabadistas, con la excepción de estudios avanzados en
lingüística hebrea sobre Génesis y Éxodo. Sus principales puntos
eran éstos: (1) El mandamiento del sábado no fue instituido sino
hasta que el maná fue dado en Éxodo 16, (2) que el sábado fue
dado a Israel y sólo a Israel, (3) que el mandamiento del sábado
es predicado por el requisito de la circuncisión, era de
naturaleza ceremonial, y fue abrogado en la cruz - siendo
"retirado" oficial y públicamente en el Concilio de Jerusalén,
(4) que Colosenses 2:14-17 claramente abroga el sábado, y (5)
que el "abandono" de la observancia del sábado por los gentiles
fue virtualmente inmediato; siendo virtualmente inmediata la
adopción de la observancia del domingo por parte de ellos; y que
la iglesia primitiva observaba el séptimo día de la semana sólo
como una fiesta.
¡No hay que maravillarse de que Ellen White no comentara estos
sucesos en The Great Controversy!
A los Adventistas del Séptimo Día puede interesarles
especialmente saber que la evidencia bíblica e histórica que
Heylin descubrió demostró que el concepto de Ellen White de que
la Iglesia Católica Romana "cambió" el día de reposo del sábado
al domingo era imposible. Como observamos más atrás, la obra de
Heylin le era familiar al pionero erudito sabático del
Movimiento Adventista, J. N.
Andrews. Este libro ha estado disponible para los
eruditos e historiadores Adventistas del Séptimo Día durante
toda la historia del Adventismo. Es difícil imaginar cómo la
misma Ellen White pudo haber escrito, como lo hizo, acerca de la
era del rey James y la publicación de la Biblia Rey Jaime en 1611 sin enterarse de la
mayor crisis sabática en la historia del cristianismo y su
refutación sumaria del sábado sobre bases bíblicas e históricas.
Es difícil también imaginarse que el más prominente erudito
sabático del siglo pasado, el teólogo Adventista del Séptimo Día
Dr. Samuele Bacchiocchi
escribiera como si no estuviese familiarizado con la evidencia
que Heylin descubrió contra la credibilidad del sabadismo. Si
alguna suposición puede hacerse sobre esta ausencia de
reconocimiento de la crisis sabática del rey James, uno tendría
que suponer que no se hizo ninguna mención de ella porque los
pro-sabadistas fueron derrotados sumariamente por los claramente
definidos argumentos bíblicos e históricos de Heylin.
Heylin también demostró tener una comprensión de por qué el
sabadismo destruye el principio evangélico de que la salvación
viene por la fe solamente. Heylin definió el sabadismo como una
herejía porque enseña que la observancia del sábado es, en fin
de cuentas, un requisito para la salvación.
LA TERCERA CRISIS: EL FIASCO
DE BACCHIOCCHI DE 1977
"Una cuarta
sorpresa fue descubrir que me había equivocado al suponer
que las fiestas anuales llegaron a su fin con el sacrificio
de Cristo, simplemente porque ellas estaban conectadas con
el sistema de sacrificios en el templo. Llegué a darme
cuenta de que la continuidad o discontinuidad de las fiestas
están determinadas, no por su conexión con el sistema de
sacrificios, sino por el alcance de su tipología. Si las
fiestas habían tipificado sólo los logros redentores
del primer advenimiento de Cristo, entonces, obviamente, su
función habría terminado en la cruz. Pero, si las fiestas
eran también sombras de la consumación de la redención por
Cristo a su segunda venida, entonces su función continúa en
la iglesia cristiana, aunque con un nuevo significado y una
nueva manera de observarla". (Tomado del libro God´s Festivals in Scripture and
History, Volume I: The Spring Festivals [Las Fiestas
de Dios en la Escritura y en la Historia, Tomo I, Las Fiestas
de Primavera], del capítulo "Preview of the Book", por el Dr.
Samuele Bacchiocchi).
http://www.biblicalperspectives.com/books/festivals_l/
No podemos clasificar la crisis sabática de Canright de
1887/1888 como un suceso de grandes proporciones en el mundo
cristiano. Según los patrones modernos, las comunicaciones eran
primitivas, y Canright causó poco impacto en el Adventismo, a
pesar de la profundidad y el alcance de su investigación. Sin
embargo, Canright echó los fundamentos para el fiasco sabático
del Dr. Bacchiocchi al tentar a éste para que lo refutase
décadas más tarde. Los mal dirigidos esfuerzos del Dr.
Bacchiocchi judaizaron el cristianismo hasta el absurdo. Esta
abrumadora evidencia de que su teoría era errónea fue la
principal razón para la fuerte reacción evangélica. Los eruditos
evangélicos también se ofendieron por su erróneas conclusiones
históricas sobre cómo la observancia del domingo reemplazó la
observancia del sábado.
Los Adventistas perceptivos tenían razones adicionales para
sentirse desilusionados con el sabadismo, pues el Dr.
Bacchiocchi demostró que Ellen White aparentemente había
recibido información errónea sobre este tema en sus visiones
sobre el sábado. El conocimiento de que era imposible que la
Iglesia Católica hubiera cambiado el sábado condujo, a su debido tiempo, a un examen escrutador de los
períodos proféticos que los Adventistas usaban para demostrar el
Adventismo, y el resultado de este escrutinio fue una completa
refutación de cómo esas profecías se aplicaban al cambio del
sábado. (Es interesante observar que, a menudo, los cristianos
observadores del domingo han examinado estos mismos períodos
proféticos y han tratado de aplicarlos al papado, pero podían
haberlo hecho sin ninguna necesidad de involucrar la cuestión
del sábado-domingo en esas profecías).
Este libro, en el formato de su 7ma. edición, explora en detalle
las causas que condujeron a la Tercera Crisis y los puntos
teológicos en disputa que creó.