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Argumento 13. Dios es santo y justo. Todos nosotros
somos pecadores y merecemos ir al infierno.
Este
argumento presupone que todos los no cristianos son
perversos y malvados, sólo porque la Biblia lo dice
así (lo cual no es una razón lógica ni buena). Ahora
bien, no tengo que decir a ustedes que esta creencia
es potencialmente peligrosa. Es también muy negra y
blanca. Para refutar esto, yo podría nombrar a
muchos no cristianos que son maravillosos, amables,
honestos, generosos, moralistas. Pero, como se
demostró en el razonamiento circular del argumento
relacionado con el Argumento #10, ellos simplemente
racionalizarán y dirán que, según los perfectos
estándares de Dios, hasta las personas más
excelentes y más amables en la tierra son pecadores,
y ya.
Esta doctrina también es inherentemente injusta.
¿Por qué tienen que sufrir todos sólo porque
Adán y Eva decidieron
comer un fruto tentador de un árbol equivocado? Eso
es tonto. Pero la gente toma eso en serio.
Imagínese. Nacer en este mundo, para que luego le
digan a uno que es pecador y malvado a los ojos de
Dios, y que merece ir al infierno, sólo por haber
nacido, aunque no haya hecho nada malo. Esa sería la
cosa más maldita en el mundo, pero eso es
literalmente lo que los cristianos creen. Es una
locura.
Además, la evidencia no indica que Dios es justo y
correcto. Permite que incontables animales, insectos
y plantas mueran cada segundo. Y permite que las
guerras, las hambrunas, la pobreza, las
enfermedades, el hambre, la codicia y la maldad
maten gente todos los días, y no hace nada para
detenerlo. Deja que la gente mala prospere y la
gente buena muera joven. Permite que los fuertes se
aprovechen de los débiles, y que el principio de "el
fuerte tiene la razón" gobierne el mundo. ¿Por qué
un Dios bueno permitiría las injusticias, las
tragedias, y que los pacificadores sean asesinados a
tiros y expulsados? También, en la Biblia hay muchos
relatos en que Dios y sus seguidores matan a
inocentes niños, recién nacidos, embarazadas, y que
se lleven a cabo ejecuciones en masa de cautivos,
etc. (Véase la sección Atrocidades Bíblicas). Si
Dios mismo no tiene moral, ¿qué hace a los seres
humanos tan malos? No tiene sentido.
A los cristianos evangelistas, especialmente los
predicadores de fuego y azufre, les encanta decirnos
que todos somos pecadores. Aunque añadirían que
todos merecemos ir al infierno también, han
aprendido a no decir eso en frente de los no
creyentes porque eso tiende a apartarlos y disminuye
las probabilides de convertirlos. Sin embargo, eso
es lo que ellos creen. Les gusta mucho citar estos
famosos versículos para apoyar esta doctrina del
pecador original:
Romanos 3:23. "Porque
todos han pecado y están destituídos de la gloria
de Dios".
Romanos 3:10. "No hay
justos, ni aun uno".
Además, les gusta presentar a su Dios como santo y
justo. Por lo tanto, puesto que Dios es santo y
correcto, el castigo eterno para los pecadores y no
creyentes debe ser correcto y justo también. Puede
que, en lo profundo de su mente, tampoco les guste
esta idea pero, puesto que eso es lo que dicen Dios
y la Biblia, debe ser así y nadie puede argumentar
contra eso.
Sin embargo, cualquiera que tenga sentido común, que
no esté cegado por el fanatismo, sabe que esto
sencillamente no es así. Más bien, tratar de
reconciliar a un Dios justo y equitativo con la
tortura y el castigo interminable y eterno es la más grande
incongruencia y contradicción del mundo.
1) Primero que
todo, nadie merece un castigo literal eterno, sin
fin. Ningún homicida ni asesino podría jamás
merecer tal cosa. Ni siquiera Adolfo Hitler. Por
consiguiente, hay enormes problemas morales y
filosóficos con este concepto. Pero la Biblia dice
que lo merecemos, no por nada que hayamos hecho,
sino simplemente porque los primeros seres
humanos, Adán Eva, le dieron un mordisco al
fruto equivocado del árbol prohibido, infectando
así a todos los seres humanos durante toda la
historia con el "pecado original", que los condenó
automáticamente. (Caramba, eso sí tiene mucho
sentido, ¿verdad?) Como resultado, todos los seres
humanos nacen espiritualmente muertos en
depravación y destinados a la conenación eterna,
ya ea que haan llevado vidas buenas o malas,
puesto que no hay diferencia. Esto no es más
diferente que condenar a las zebras por haber
nacido con franjas o condenar a las tortugas por
haber nacido con caparazones. No sólo es injusto y
psicótico hacer una cosa así, sino completamente
tonto. En realidad, ese solo acto del pecado
original acarreó muerte, enfermedad y sufrimiento
al mundo. ¡Qué justo y equitativo, no es así?!
(Véase la sección de los Imponderables para una
evaluación filosófica de todo este concepto). En
un gran libro sobre el fundamentalismo Fundamentalism:
Hazards and Heartbreaks, página 70-71,
los autores subrayan un buen punto sobre este
tema:
"Es difícil ver el
punto importante y la moralidad de torturar
personas interminablemente. El dolor es
presumiblemente malo, y es deseable sólo cuando
infligirlo es necesario para un mayor bien, como
reformar criminales o disuadir potenciales
criminales de cometer crímenes. Sin embargo, la
tortura interminable no está calculada para
reformar personas ni es la amenaza de aplicarla
necesariamente efectiva para disuadir a la gente
de dañar a otros. Por ejemplo, la tortura, la
guerra, la corrupción y el asesinato eran
rampantes durante la Edad Media, cuando la gente
estaba llena de la creencia en y el temor del
infierno. Ciertamente, la creencia en el
infierno, por sí misma, ha producido
persecución, tortura y asesinato. Hablando
moralmente, casi cualquier otro tratamiento de
los malvados es preferible a la tortura
interminable, en la cual los crímenes finitos
reciben castigo inifnito. Hasta la aniquilación
de los perdidos sería menos objetable moralmente
que un infierno interminable".
2) Segundo, un Dios amoroso y justo
simplemente no haría tal cosa como enviar a la gente
a la condenación eterna e interminable. Todos
sabemos eso en lo profundo de nuestros corazones
(aunque los cristianos lo niegan debido a su
fanatismo religioso). Además, la Biblia enumera
muchos casos en que Dios y sus seguidores matan a
inocentes niños, bebés. mujeres embarazadas, llevan
a cabo ejecuciones de prisioneros en masa, etc.
Estas cosas son indefendibles. ¿Haría un Dios bueno
esta clase de cosas? Yo no lo creo.
A los cristianos les gusta responder a estas
acusaciones reiterando que nosotros no tenemos
derecho a juzgar la moralidad de Dios ni sus
razones, puesto que, después de todo, Dios dice:
"Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
mis caminos son vuestros caminos" (Isaías 55:8).
Arguyen que, por consiguiente, ¿cómo puede la
criatura juzgar al creador? Además, dicen, puesto
que ésas son las reglas de Dios, y él es el creador
y amo del universo, no tenemos otra opción que
acatarlas. Y puesto que es mejor estar seguros que
tener que lamentarlo (especialmente cuando se trata
de nuestro destino eterno) es mejor aceptar a Jesús
como Señor y Salvador y ser salvos.
Sin embargo, ellos simplemente no tienen ninguna
base, ni evidencia, ni razones para suponer eso,
aparte de "simplemente es así", lo cual no es
suficiente para aquéllos cuyos cerebros no han sido
lavados. Los argumentos que yo he presentado en este
libro son más suficientes para probar que esto es
así.