Recomiendo vigorosamente su lectura, pues
muchos, incluyendo a cristianos, han sido conmovidos por ella.
Mi historia describe un largo proceso que también involucró una
turbulenta pesadilla interior. Para abreviar, durante mi niñez
fui cristiano evangélico como por ocho años, y usé todos los
argumentos de ellos para defenderlos y apoyarlos. En un tiempo,
fui tan ferviente y celoso, como muchos ex-cristianos, que hasta
hice la siguiente clase de cosas. Una vez, casi escribí
versículos bíblicos en el pizarrón del centro de estudios
budistas de mi madre para tratar de predicarles "la verdad y la
luz". En la escuela secundaria, hasta corrí el riesgo de ser
atacado físicamente por estudiantes musulmanes al intentar
testificarles. En una ocasión, en una clase de Historia del
Arte, después de una conferencia sobre historia cristiana, le
entregué al instructor algunos tratados evangélicos para
informarle sobre la verdadera historia de Jesús. Al día
siguiente, me los devolvió cortésmente, diciéndome que él no era
la persona apropiada para que yo le testificara. Me sentí
avergonzado caminando por una rama de ese modo, pero creía que
había hecho lo correcto.
Desde mis primeros años, mostré propensión a
buscar la verdad por mi propia cuenta. A una edad temprana, me
aparté de la religión budista de mis padres y me convertí en
cristiano nacido de nuevo, a diferencia de la mayor parte de la
gente que permanece en la religión de su familia durante toda su
vida sin cuestionarla. Y cuando tenía 14 años, traté de
entrar en un debate con mi pastor de jóvenes sobre puntos
doctrinales (lo cual era difícil porque, aunque yo conocía el
tema, él tenía una presencia autoritaria y una experiencia
diaria como orador, mientras que yo era un muchacho tímido. Así
que me sentía intimidado y no lograba presentar mi punto
apropiadamente, y además, él cambiaba el tema una y otra vez y
rehusaba comentar mis puntos).
Algunos años más tarde, en una iglesia
chino-estadounidense, me acerqué al pastor y le pregunté por qué
permitía que las mujeres hablaran durante el culto de la iglesia
cuando las Escrituras dicen en 1 Corintios que las mujeres
debían permanecer en silencio en la iglesia. Parecía sorprendido
y molesto por el hecho de que un joven de 18 años insinuara que
él estaba errado en doctrina, y respondió, no contestando mi
pregunta ni justificándose a sí mismo, sino iniciando un largo
discurso sobre "consistencia". Me preguntó si yo creía que los
cristianos debían vender todas sus posesiones también, como los
creyentes hicieron en el libro de Hechos. Respondí que no, pero
antes de que yo pudiera explicar por qué, siguió hablando sobre
por qué tenemos que ser consistentes con nuestros puntos de
vista sobre la Escritura. Pero no ofreció ninguna explicación de
por qué no se debían obedecer los mandamientos de Pablo en 1
Corintios, ni por qué no se aplican actualmente. Solo lo dejó
así, y siguió ocupándose de sus cosas. La joven que había
participado conmigo en el transporte conjunto me dijo que el
pastor probablemente estaba escandalizado por mi pregunta.
Aunque a menudo me parecía que las creencias
extremas (que ellos llamaban "la verdad") del cristianismo no
tenían sentido, siempre me dieron un sentido de propósito
durante una niñez caótica, y sirvieron como una especie de
muleta en la cual podía apoyarme.
Sin embargo, después de mi infernal
permanencia en escuelas públicas, ya no necesité la muleta. De
aquí que entonces pudiera yo considerar mi sistema de creencias
desde un punto de vista neutral y más objetivo. Durante esta
lenta desconversión, descubrí muchas cosas sobre la religión
cristiana y la Biblia que nunca me habían dicho. Este libro
resume lo que aprendí de mi investigación. Esta investigación me
ayudó a confirmar mi impresión de que las extremas doctrinas del
cristianismo evangélico basado en las Escrituras no eran lo que
afirmaban sus proponentes. Poco a poco, descubrí una abundancia
de irrefutables argumentos que los defensores cristianos nunca
pudieron explicar. Sin embargo, me sorprendió esto porque,
cuando yo era cristiano creyente en la Biblia, pensaba que no
existía ningún argumento creíble contra la Biblia y las
doctrinas del cristianismo evangélico. En aquel entonces, estaba
convencido de que mi fe y su fundamento eran inconmovibles.
Estos descubrimientos me ayudaron a tener la confianza para
seguir adelante en mi crecimiento espiritual/intelectual,
alejándome de la religión fundamentalista y acercándome a la
evolución de una nueva interpretación. Deseo hacer uso de todo
lo que he aprendido, poniéndolo en este libro para compartirlo
con otros.
Por supuesto, cualquiera puede leer este libro. Pero los que tenía
en mente cuando lo escribí son:
1) Ex-cristianos en proceso de
desconvertirse y abandonar su fe, los cuales necesitan
información y sólidos argumentos para tener la confianza y la
certeza de que están haciendo lo correcto.
2) Cristianos que tienen dudas de su fe y buscan otras respuestas
o desean ver las cosas desde una perspectiva más amplia.
3) Personas envueltas en argumentos y
debates con cristianos fundamentalistas o defensores que buscan
argumentos irrefutables y munición para usarlos contra ellos, o
desean saber cómo responder a esos argumentos.
4) Cualquier investigador con cualquier propósito.
Ahora bien. Por supuesto, yo no espero que
este libro convenza a ningún devoto cristiano, feliz con su fe
de que sus creencias son erróneas o falsas. Eso simplemente no
es posible. Las personas racionalizan el rechazo de lo que no
encaja con lo que quieren creer, y hallan razones para creer lo
que quieren creer. Eso es propio de la naturaleza humana. Una
manera en que racionalizan el rechazo de cualquier buen
argumento contra su fe es verlo como las palabras de seres
humanos falibles y las comparan con las palabras de un Dios
infalible. Después de todo, piensan ellos, ¿quién puede
argumentar con el creador del universo? De lo que no se dan
cuenta, sin embargo, es que seres humanos también escribieron
sus Biblias. Por lo tanto, sin importar cuán convincentes sean
los argumentos de este libro, o cuántos puntos de debate yo me
anote contra ellos, siempre hallarán razones para sostener sus
actuales creencias y racionalizar su rechazo a mis argumentos.
Generalmente, las personas no cambian sus creencias, a menos que
estén buscando o no estén satisfechas con ellas. Solo los
insatisfechos o los buscadores están abiertos a información en
contrario.
Desde mi desconversión, siempre he sido un
oponente crítico de las tácticas de lavado de cerebro, después
de haber sido yo mismo víctima de esa táctica varias veces, pero
habiendo aprendido de ella en cada ocasión. Como resultado de
ello, he escrito contra fraudes y oscuras prácticas comerciales,
como garantías ampliadas y mercadeo multinivel. Ustedes pueden
verlas en mi índice de artículos
http://www.debunkingskeptics.com/Articles.htm
Permítaseme subrayar que yo no soy otro ateo
lleno de odio con endurecidos puntos de vista materialistas. De
hecho, yo creo en Dios pero no que cualquier religión organizada
tiene todas las respuestas, aunque puede que haya sabiduría en
ellas y contengan ciertas verdades. También pertenezco a formas
de espiritualidad no organizadas y exploro fenómenos esotéricos.
Deseo tratar de hacer esto lo más objetivo posible y compartir
con usted lo que he aprendido. Si usted ve mi otro libro
desarmador, ampliamente aclamado,
Debunking
the Arguments of PseudoSkeptics and Paranormal Debunkers
verá que yo no soy ningún ateo de mente cerrada.
Sin embargo, permítaseme aclarar que yo no
estoy atacando a Dios, sino más bien a la religión
fundamentalista cristiana que reclama para sí la infalibilidad y
la exclusividad, y condena las otras fes. Tampoco estoy atacando
al pueblo cristiano en general. Más bien, estoy atacando la
doctrina y la teología cristianas. De hecho, yo creo en Dios,
pero en un sentido más no tradicional y no dualista. Soy
panteísta. La razón de que necesito aclarar esto es que, aunque
puedo separar a Dios de la religión y a Dios del cristianismo,
la mayoría de los cristianos devotos no pueden hacerlo. En su
lugar, ven al cristianismo y a Dios como una y la misma cosa y,
por lo tanto, si uno ataca la fe/religión, entonces esto es
considerado un ataque contra Dios. Allí es donde discrepamos,
pero esto no puede remediarse de parte de ellos por la manera en
que lo ven.
En este libro, deseo probar los siguientes asertos:
-
La Biblia no es infalible ni inequívoca.
Contiene enormes discrepancias internas y contradicciones,
errores científicos e históricos, profecías incumplidas y
fallidas, atrocidades cometidas por Dios y sus seguidores,
demasiado bárbaras y monstruosas para ser de una deidad que
es todo amor y sabiduría, y otros errores que obviamente la
convierten en la creación de seres humanos falibles e
imperfectos. Aunque la gente de la Biblia, sí encontrara a
Dios o a una deidad divina, en el mejor de los casos, solo
representaría su interpretación de Dios.
-
Con el correr del tiempo, la teología,
las doctrinas y los dogmas del cristianismo evolucionaron,
la sociedad que le dio forma e influyó en ellas. No fueron
una directa y divina revelación de Dios, que ha sido la
misma para todos los tiempos.
-
La enseñanza de que todos somos pecadores
y que iremos al infierno a menos que creamos que Jesús murió
por nosotros es una enseñanza técnicamente falsa concebida
por seres humanos, no por Dios.
-
La Biblia no es la autoridad final sobre
la verdad, una autoridad a la cual todos debamos someternos.
No es el único camino a Dios ni a la verdadera y sana
espiritualidad, ni tampoco lo es Jesús.
Yo creo que si usted considera toda la
evidencia y los argumentos que yo presento aquí con una mente
abierta, estará de acuerdo en que, a lo mínimo, he presentado un
caso poderoso, si no concluyente.
Aunque este libro ha sido escrito más para
el público en general que para el erudito, incluiré enlaces y
referencias a más obras eruditas para estudio adicional de los
temas y problemas comentados.