LA PARUSÍA
o
La Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo
James Stuart Russell

(1816-1895)

Tomado de The Preterist Archive


2-20. LA PARUSÍA EN LA EPÍSTOLA DE SANTIAGO

Un interés especial acompaña a esta epístola, por cuanto manifiestamente pertenece a "los últimos días", el período final de la dispensación. Es una voz dirigida al Israel disperso de Dios desde dentro de la ciudad condenada a muerte, cuya catástrofe estaba cerca en ese momento. Es el último testigo a la nación tanto dentro como fuera de los linderos de Palestina. Aunque dirigida a los creyentes hebreos, contiene evidencias de la degeneración en la iglesia cristiana y la extrema corrupción de la nación. Abunda la iniquidad, y el amor de muchos se ha enfriado. Pero Santiago de Jerusalén, como uno de los antiguos profetas de Israel, testifica en favor de la verdad y la justicia con resuelta fidelidad, hasta que obtiene la victoria del martirio. Las alusiones directas a la parusía en esta epístola son pocas en número, pero claras y decisivas en carácter, y es claro que la epístola entera está escrita bajo la profunda impresión de la próxima consumación.

VIENEN LOS ÚLTIMOS DÍAS

Sant. 5:1,3. - "¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. ... Habéis acumulado tesoros para los días postreros".
Esta osada acusación contra los poderosos opresores y ladrones de los pobres en los últimos días el estado judío nos recuerda las advetencias del profeta Malaquías: "Vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y los adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos" (Mal. 3:5). Aquel juicio se acercaba ahora, y el juez "estaba delante de la puerta".

Nada puede ser más franco que ewl reconocimiento que hace Alford de la importancia histórica de esta conminación, y su expresa referencia a los tiempos del apóstol. Dando razón de la ausencia de cualquier exhortación directa a la penitencia en esta denuncia, dice:

"Que una exhortación como esta no aparezca aquí se debe principalmente a la cercana proximidad del juicio que el escritor tiene delante". Nuevamente observa: "Howl [ololuxein] es una palabra del Antiguo Testamento limitada a los profetas, y usada, como aquí, con referencia a la cercana proximidad de los juicios de Dios". Nuevamente: "No se debe pensar en estas miserias como el fin natural y determinado de todas las riquezas mundanas, sino como los juicios enlazados con la venida del Señor: comp. ver. 8, 'la venida del Señor está cerca'. Puede ser que esta expectación todavía estuviese íntimamente ligada a la próxima destrucción de la ciudad y el sistema político judíos, porque hay que recordar que son judíos aquellos a los que se les dirigen estas palabras".
El único inconveniente de esta explicación es el uso desafortunado de la frase "puede ser" en la última oración. ¿Cómo podría pensarse en la incertidumbre en un caso tan sencillo? Nuestra preocupación es con lo que estaba en la mente del apóstol, y seguramente ningunas palabras pueden transmitir un testimonio más fuerte a su convicción de que "los últimos días" y "el fin" estaban a punto de llegar.

En su nota sobre el ver. 3, Alford da el significado del apóstol con perfecta exactitud:

"Los últimos días (es decir, los últimos días antes de la venida del Señor), etc."
Es interesante descubrir que el Dr. Manton, un teólogo que vivió en los días en que una exégesis rigurosa no se practicaba mucho, y una exposición de la Escritura era cualquier significado que se le atribuyera, ha discernido con gran perspicacia el significado histórico de ésta y otras alusiones de Santiago a la parusía. Por ejemplo, acerca de la cláusula: "El moho de ellos devorará vuestras carnes como fuego", Monton dice:
"Posiblemente haya aquí alguna alusión latente a la manera en que ocurrió la ruina de Jerusalén, en la cual muchos miles de personas perecieron a causa del fuego". Nuevamente, acerca de la cláusula: "Habéis acumulado tesoros para los días postreros", observa: "No hay ninguna razón convincente para que tomemos esto en sentido metafórico, especialmente puesto que, con amplio permiso del contexto, el propósito del apóstol, y el estado de cosas en aquellos tiempos, podemos conservar lo literal. Por lo tanto, debo entender las palabras simplemente como una intimación de sus próximos juicios; así que me parece que el apóstol grava la vanidad de ellos al atesorar y acumular riquezas cuando aquellos días de dispersión, fatales para la comunidad judía, estaban a punto de sobrecogerles".
 CERCANÍA DE LA PARUSÍA
Sant. 5:7. "Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor".
Sant. 5:8. "La venida del Señor se acerca".
Sant. 5:9. "He aquí, el juez está delante de la puerta".
Tres declaraciones claras, cortas, nítidas, alarmantes, todas significando la  inminente llegada del "día del Señor".

El comentario de Manton sobre estos pasajes, aunque lo persigue el fantasma del doble sentido, es en general excelente:

"¿Qué se quiere decir aquí? (Sant. 5:7). ¿Cualquier venida particular de Cristo, o su solemne venida a un juicio general? Respondo: Posiblemente ambas; los cristianos primitivos creían que ambas ocurrirían juntas. 1. Puede referirse a la venida particular de Cristo a juzgar a estos hombres impíos. Esta epístola se escribió aproximadamente treinta años después de la muerte de Cristo, y sólo transcurrió un corto tiempo entre ese suceso y los últimos momentos de Jerusalén, de modo que hasta la venida del Señor significa hasta la destrucción de Jerusalén, que también se expresa en alguna otra parte como la venida, si hemos de creer a Crisóstomo y Ecumenio acerca de Juan 21:22: 'Si quiero que quede hasta yo venga', esto es, dicen ellos, venga a la destrucción de Jerusalén".
Luego, continúa dando un significado alterno, se acuerdo con la costumbre de los expositores del doble sentido.

Acerca del versículo octavo: "Porque la venida del Señor se acerca", Manton observa:

"O a ellos primero para un juicio particular; porque no quedaban sino unos pocos años, y entonces todo se perdió; y probablemente eso es lo que los apóstoles quieren decir cuando hablan tan a menudo de la cercanía de la venida de Cristo. Pero, se dirá: ¿Cómo podría esto ser propuesto como argumento de paciencia a los piadosos hebreos que Cristo vendría y destruiría el templo y la ciudad? Respondo: (1) El tiempo del solemne proceso judicial de Cristo contra los judíos fue el tiempo en que Él se defendió con honor de sus adversarios, y el escándalo y el reproche de su muerte habían pasado. (2) La proximidad de su juicio general terminó la persecución; y cuando los piadosos eran atendidos en Pella, los incrédulos perecían por la espada romana", etc.
Acerca del vers. 9: "He aquí, el juez está delante de la puerta", Manton descarta por completo el doble sentido, y da la siguiente explicación irreprochable:
"Había dicho antes: 'La venida del Señor se acerca'; ahora añade que 'está delante de la puerta', una frase que no sólo implica la certeza, sino lo súbito, del juicio. Véase Mat. 24:33: 'Sabed que está cerca, aún a las puertas', de modo que esta frase da a entender también la rapidez de la ruina de los judíos".
Es fácil ver que la perdonable ansiedad por encontrar un uso actual didáctico y edificante en toda la Escritura reside en la base de gran parte de la exposición de teólogos como Manton, y les inclina a adoptar significados alternos y ajustes, que una exégesis estricta no puede admitir. Pero el lenguaje del apóstol en este caso no necesita ninguna explicación, pues habla por sí solo. Muestra la actitud de expectativa y la esperanza con la que las iglesias apostólicas esperaban la manifestación del regreso de su Señor. Una iglesia perseguida necsitaba pacienciabajo las injusticias infligidas por sus opresores. Su clamor era: ¡Oh, Señor! ¿Hasta cuándo? Se consolaban con la certeza de que el día de liberación estaba cerca; "el juez", el vengador de sus injusticias ya estaba "delante de la puerta". "Aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará". ¿Cómo es posible reconciliar esta confiada esperanza de una liberación casi inmediata con una consumación todavía futura después de que hubiesen pasado dieciocho siglos? No hay sino dos alternativas posibles: o Santiago y los otros apóstoles estaban burdamente engañados en su esperanza de la parusía, o aquel acontecimiento sí ocurrió, de acuerdo con su esperanza y la predicción del Señor, al final de la era judía. Si adoptamos esta última alternativa, la única compatible con la fe cristiana, tenemos que aceptar la inferencia de que la parusía era la gloriosa aparición del Señor Jesucristo para abolir la dispensación mosaica, ejecutar juicio sobre la nación culpable,y recibir a su fiel pueblo en su reino y su gloria celestiales.

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Apéndice 2|3-24|
3-25|3-26|3-27|3-28|3-29|3-30|3-31|Conclusión|Apéndice 3|

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