Por supuesto, ha habido excepciones. Para los colegas que
se han sentido libres para desestimar esta presentación, mi
ego puede soportar que decidan no citar este libro a causa de
su estilo. Pero sería una vergüenza que no se enfrentaran a la
evidencia y a los argumentos contenidos en él. Para los que no
se sienten obligados a acercarse a obras "populares", hay mis
publicaciones más "académicas", y ahora he reunido la
información en la manera tradicional, sin embellecimientos, de
los eruditos en mis aportes al Anchor Bible Dictionary. En particular, el
aporte sobre la "Torá" se propone ser la mayor colección de
evidencia hasta la fecha en apoyo de esta hipótesis.
Se había anticipado otra situación, pero no ocurrió: Ha
habido un número sorprendentemente bajo de polémicas. Un
artículo muy positivo en la página principal del Wall Street Journal
hablaba de cómo este libro estaba llevando el debate erudito
al escenario público, y preveía considerable controversia. Un
relato en U. S. and World
Report dijo que este libro promete reavivar el
encendido debate acerca de los orígenes del Buen Libro". Y un
artículo más bien más incendiario en el Sunday Times de Londres predecía:
"El mundo religioso está a punto de ser sacudido". Pero, en
general, la reacción ha sido más amable de lo esperado --
nuevamente, con algunas excepciones. Aunque este libro
presenta los resultados de la erudición bíblica crítica, que
desafían las creencias fundamentalistas sobre la autoría de la
Biblia, muchos piadosos cristianos fundamentalistas y judíos
ortodoxos han mostrado gran cortesía y se han comportado
benévolamente. Espero que esto sea porque yo no presento estas
cosas como un ataque o un fracaso. Este libro tampoco refleja
una falta de aprecio y reverencia por la Biblia. Cualquiera
que cite este libro en apoyo de un ataque de esa clase estará
abusando del libro y dejando de reconocer lo que queremos
subrayar. Las primeras y las últimas páginas de este libro
reconocen la grandeza de la Biblia, su belleza y su poder. Lo
que está entre las tapas es un cuadro de hasta qué punto la
erudición bíblica crítica es responsable de esta grandeza.
Hace años, estudié en una clase impartida por un rabino
ortodoxo extremadamente piadoso, un alma amable que había
venido a enseñar a personas que no eran ortodoxas como él.
Cuando un estudiante de la clase dijo: "No estoy de acuerdo",
el rabino dijo: "Eso es lo que aprendí en este lugar: Que
puedo sentarme con personas con las cuales discrepo, y podemos
estudiar juntos". De él, todos podemos aprender que la gente
puede discrepar fuertemente en cuestiones de religión y
todavía no ser enemigos.
Un punto de este libro que sí dio lugar a alguna
controversia fue la sugerencia de que uno de los escritores
bíblicos en particular (el autor del texto conocido entre los
eruditos como "J") puede que haya sido una mujer. Esto se
convirtió en tema de mucho debate a medida que otros eruditos,
tomando ocasión de mi investigación, echaron mano de esta
idea. Yo sólo les advertía que había propuesto esto tentativa
y cautelosamente. Creía, y todavía creo, que los eruditos
bíblicos habían cometido un error al suponer, con demasiada
facilidad, que los autores de estos libros bíblicos eran
varones. Establecer, si fuese posible, si el escritor era
varón o hembra me parece por lo menos tan importante como
establecer si el autor era sacerdote o laico, de clase alta o
baja, del siglo octavo A.C. o del quinto. Sin embargo, yo sólo
dije que debemos ser equitativos y reconocer esta posibilidad.
Los que tomaron prestada esta idea y la inflaron hasta
convertir esta posibilidad en una conclusión de grandes
proporciones han disfrutado de los frutos de una publicidad
temporal, pero no nos han ayudado a adelantar nuestros
conocimientos sobre el tema.
Debo reconocer que, desde que inicié esta investigación,
se ha roto algo de la unanimidad de este campo. El modelo de
autoría bíblica que ha dominado este campo durante los pasados
cien años ha sido impugnado por los eruditos -- especialmente
en Alemania; a un menor grado en Estados Unidos -- que datan a
los autores bíblicos en fechas más y más posteriores. Aseguran
que han causado un completo desorden en el campo. Ahora bien,
yo estoy dispuesto a impugnar los modelos dominantes. Yo mismo
me opongo a la mayoría de las posiciones relativas a gran
parte de los cinco libros de Moisés en los últimos capítulos
de este libro. Pero he debatido a los principales proponentes
de estos nuevos desafíos procedentes de Estados Unidos y
Alemania en letra de imprenta y en una sesión pública.
Además de mis críticas de sus argumentos, mi punto principal
en nuestro debate público y hasta la fecha es que, para
comenzar, ellos jamás se han enfrentado a toda la evidencia
que convirtió a éste en el modelo dominante. Las categorías
más importantes de esta evidencia, categorías que se describen
en este libro, son: (1) la convergencia de muchas y diferentes
líneas de evidencia; (2) la evidencia lingüística de las
fechas de los textos; (3) la continuidad narrativa de los
textos que se atribuyen a autores particulares, y (4) cuán
bien concuerdan los textos con la historia de los períodos de
los cuales proceden. Hasta el tiempo en que escribo esto,
estos eruditos rara vez han mencionado estas categorías, y
mucho menos las han confrontado. Trataré de los casos de ello
más adelante en otro libro aún no escrito, pero, por ahora,
sólo deseo hacer notar que no puede decirse que ellos han
presentado una impugnación obligante contra la erudición
bíblica clásica mientras no respondan a la parte central del
caso en favor de ella.
En este período, también ha habido una porción de
publicaciones menos útiles, incluyendo algunos absurdos
estudios por computadora, a los cuales la la mayoría de los
eruditos bíblicos han considerado que no vale la pena
responder. Sin embargo, he comentado algunos de ellos porque
creo que es saludable ventilar estas cosas y porque creo que
es irónico que tales análisis mal concebidos persistan al
mismo tiempo que progresan avanzadas investigaciones
lingüísticas, literarias e históricas. Los que están
interesados en esos casos después de leer este libro pueden
ahora volverse a mi tratamiento de ellos en un reciente
artículo. 1
Debo añadir que he recibido muchas cartas de lectores cuya
curiosidad fue despertada por cientos de puntos después de
leer esto, y no pude responder a tantas consultas. Un
importante incidente desde la primera publicación de este
libro es la aparición del Anchor Bible Dictionary, de
seis tomos, y editado por mi distinguido colega, David Noel
Freedman. Es una espléndida fuente nueva, que contiene
artículos por eruditos de muchos antecedentes religiosos y
puntos de vista. Por supuesto, algunos artículos son más
provechosos que otros, y hay que leerlos críticamente, pero la
calidad general de ellos es alta, y cada uno de ellos incluye
una bibliografía, de modo que los lectores que todavía no
están satisfechos tengan alguna idea de dónde buscar después.
Así que me alegro de tener una nueva fuente de información que
recomendarles a aquéllos en quienes la lectura de este libro
inspire nuevas ideas y preguntas.
En este libro, las traducciones de la Biblia son mías.
Lo más prominente (más dramático) aquí desde la primera
edición de este libro es un importante cambio en mi modo de
pensar sobre uno de los escritores de la Biblia.
Probablemente, los que leyeron la primera edición se
sorprendan del cambio que hice en mi identificación de esta
persona en el capítulo 7. 2 Estoy
evitando decir el nombre aquí para no echar a perder el
misterio para los que leen esto por primera vez. Para algunos,
el cambio puede llegar como un desengaño, pues la persona que
yo había identificado originalmente es una persona prominente
en la Biblia, pero, del lado positivo, esto significa que
ahora estoy más seguro que antes acerca de la persona que yo
creo es el autor, y la persona que yo identifiqué en la
primera edición está todavía muy presente en el escenario,
como ustedes verán.
También he hecho algunos cambios en la identificación de
los cinco libros de Moisés que aparece en el Apéndice al final
del libro. En parte, estos cambios son el resultado de que yo
haya continuado trabajando en el texto con mis estudiantes y
excelentes colegas en la Universidad de California, y
reconozco mi deuda con ellos.
Estos cambios constituyen refinamientos de una teoría,
cambios que yo creo fortalecen la teoría. Si hay dos cosas que
los eruditos odian decir son: "Me equivoqué" y "No sé". Bueno,
yo estaba equivocado acerca de estas identificaciones en
particular, y todavía hay partes de este misterio cuya
respuesta no conozco. Pero hallo que la teoría es sólida, y
continúo deleitándome en el proceso de refinamiento y nuevos
descubrimientos.
Sobre todo, este libro tiene el propósito de aumentar el
aprecio de la gente por la Biblia. Para entender mejor el
mundo en que ella nació y cuán inextricablemente conectada a
ese mundo estaba la Biblia; apreciar la maravilla de
cómo se formó; apreciar que el estudio literario y el estudio
histórico de la Biblia no son enemigos, ni siquiera
alternativas el uno del otro. Más bien, se enriquecen el uno
al otro. Bien que se sea cristiano o judío o miembro de alguna
otra religión o no se pertenezca a ninguna religión, se sea
religioso o no, mientras más sabe uno de la Biblia, más
maravillado se siente.
Richard Elliott Friedman, 1996.
1. "Some Recent Non-Arguments Concerning the
Documentary Hypothesis", en la obra de Michael Fox et al.,
eds. Texts, Temples, and
Traditions, Menahem Haran Festschrift (Winona Lake, IN: Eisenbrauns,
1996, pp. 87-101.
2. El tratamiento detallado de esto aparece en un
reciente artículo, "The Deuteronomistic School", en Astrid
Beck et al., eds,. Fortunate
the Eyes That See, David Noel Freedman Festschrift (Grand
Rapids, MI: Eerdmans, 1995), pp. 70-80.