El período
que siguió a los desastres del 587 A.C. es la más difícil
de conocer para nosotros. Aunque es más reciente que los
otros períodos que he descrito, es el más difícil acerca
del cual escribir. Hay dos razones para esto. La primera
es simplemente la carencia de fuentes. Ni la Biblia ni la
arqueología nos dicen mucho.
Hay muy poco
en los libros narrativos de la Biblia que nos diga lo que
sucedió a la generación de exiliados y refugiados de Judá.
La historia termina en los libros de Reyes y Crónicas con
la caída del reino, y los siguientes libros de la
narrativa histórica en la Biblia (Esdras y Nehemías)
reanudan la historia cincuenta años más tarde. Una pequeña
porción del libro de Daniel trata de esos años. pero sólo
se refiere a algunos incidentes en las vidas de Daniel y
sus amigos. No trata de la suerte de la nación.
Probablemente nuestra mejor herramienta es deducir
información de partes de los libros de los profetas
Jeremías y Ezequiel.
La
arqueología también ha revelado poco sobre la suerte de la
comunidad exiliada en Babilonia o acerca de los que
estaban en Egipto. Ni siquiera estamos seguros de lo que
sucedía en el territorio mismo de Judá. Tenemos alguna
evidencia de que Edom, el antiguo vecino de Judá, no había
sido muy buen vecino, sino que había participado en la
conquista de Judá por Babilonia y estaba invadiendo
territorio de Judá. Y sabemos que los samaritanos
continuaron ocupando territorio del norte que una vez
había sido parte del reino de Israel. Pero apenas sabemos
algo acerca de cuántos judíos pudieron permanecer en Judá
o acerca de cómo eran sus vidas allí.
La segunda
razón de por qué es tan difícil hablar de este período es
que, para la mayoría de nosotros, es apenas posible saber
cómo se sentían.
Fuera de aquéllos de nosotros que realmente han tenido la
experiencia de ser exiliados o refugiados, sería necesaria
una enorme dosis de simpatía (en el sentido griego de la
palabra sym-pathos,
"sentir junto con") saber qué sentían los exiliados.
Tendríamos que imaginarnos ver derribadas las defensas de
la ciudad donde habíamos vivido todas nuestras vidas.
Todos los edificios públicos y las casas más hermosas,
reducidos a cenizas. Los líderes religiosos de la
comunidad, ejecutados. Los niños del líder nacional,
masacrados frente a él, luego le sacan a él los ojos, y
después es llevado cautivo y esposado. Somos llevados en
un grupo de millares, probablemente para no ver nuestra
patria nunca más. Y finalmente, vivir como extranjeros en
el país de nuestros conquistadores. Es un horror.
¿Qué iba a
hacer el pueblo exiliado de Judá? ¿Cómo iban a mantener su
identidad como grupo nacional sin ser simplemente
asimilados en la muchedumbre de habitantes del imperio
babilónico? O, para ponerlo en términos más prácticos,
¿cómo iban a hacer para sostenerse?
LA RELIGIÓN
Probablemente,
la única cosa más importante era la religión. Los otros
países que Babilonia había conquistado también tenían sus
propias religiones particulares, pero una de las más
notables características de las religiones paganas del
mundo antiguo es que eran extremadamente compatibles. El
dios que era identificado con el viento puede haberse
llamado Marduk en Babilonia y Baal-haddad en Canaán y Zeus
en Grecia, pero todavía era esencialmente el mismo dios.
Él era el viento. La diosa mesopotámica Ishtar era
esencialmente la misma que la diosa Astoret en Canaán y
Afrodita en Grecia. Era la fertilidad. La
intercambiabilidad de las deidades paganas hacía posible
que un pueblo conquistado se asimilara a la religión de
sus conquistadores.
Pero la
religión del pueblo de Judá era diferente. No había ningún
dios en el panteón pagano que correspondiera a Yahvé. Los
eruditos todavía debaten el carácter específico de la
religión de Judá en este período. ¿Era completamente
monoteística en el sentido moderno? ¿Se creía que Yahvé
era todopoderoso? ¿Se toleraban otras deidades de menor
importancia? Pero, cualquiera que fuera la religión de
Judá, no era compatible con la religión pagana. Yahvé no
era una fuerza de la naturaleza. Estaba fuera del ámbito
natural, controlando sus fuerzas. Y así, aferrándose a su
religión nacional en el exilio, el pueblo de Judá,
intencionalmente o no, fortaleció su identidad étnica.
LA VIDA EN EL EXILIO
¿Estaban
contentos en el exilio? Cualquiera que fuera la
tranquilidad o la aceptación que encontraran en Babilonia,
la comunidad todavía expresaba añoranza por la patria.
Establecieron cinco días anuales de ayuno para conmemorar
su desgracia.1 Y
expresaban sus sentimientos en la literatura, que ha
quedado preservada en varios lugares de la Biblia. La
literatura del exilio incluye Salmo 137 y el libro de
Lamentaciones, así como varias secciones de los profetas:
la última parte del libro de Jeremías, que refleja la vida
de los refugiados en Egipto; y todo el libro de Ezequiel y
la última parte del libro de Isaías, que refleja la vida
de los exiliados en Babilonia. No es literatura feliz.
Algo de ella expresa amargura. Mucho de ella expresa
culpa. (¿Por qué no ocurrió esto? Debe ser que nosotros hicimos algo
malo). Casi todo en ella expresa tristeza.
Salmo 137,
escrito por un poeta judío y preservado por la comunidad
entre sus salmos, es una indicación de la experiencia del
exilio:
Junto a los ríos
de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos,
acordándonos de Sion.
Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras
arpas.
Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que
cantásemos,
y los que nos habían desolado nos pedían alegría,
diciendo:
Cantadnos algunos de los cánticos de Sion.
¿Cómo
cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?
Si me olvidara de
tí, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza.
Mi lengua se
pegue a mi paladar, si de ti no me acordare;
Si no enalteciere
a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría.
Oh
Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de
Jerusalén,c
cuando decían: Arrasadla,
arrasadla hasta los cimientos.
Hija de Babilonia
la desolada, bienaventurado el que te diere el pago
de lo que tú nos
hiciste. Dichoso el que tomare y
estrellare tus
niños contra la peña.
El poema no
exuda afecto por los babilonios. Y toma nota amarga de los
edomitas, parientes de Judá y vecinos que se convirtieron
en cómplices del enemigo que los había conquistado.
Y en cuanto
a los de Judá que huyeron a Egipto, las cosas no salieron
bien para ellos tampoco, porque diecinueve años más tarde,
los babilonios invadieron Egipto. Sólo sabemos de una
colonia de mercenarios judíos en Elefantina, que estaba
situada junto a la primera catarata del Nilo. Esto encaja
con el informe de Reyes y Jeremías de que fue el ejército
judío el que condujo la comunidad a Egipto.
DIOS, TEMPLO, REY Y
SACERDOTE
¿Cómo iban
los exiliados y los refugiados a contarle su destino a Dios? En este
momento, las preguntas de teología no eran cuestiones de
especulación puramente teórica. En ese momento, la
teología y la historia estaban en rumbo de colisión. La
manera en que uno entendía a Dios representaba una
diferencia con la manera en que uno entendía la situación
en que los exiliados se hallaban. ¿Es Yahvé un Dios nacional? En ese
caso, está siendo dejado atrás en Judá, y el pueblo, en el
exilio, ha quedado separado de él. Esta misma pregunta la
hace el autor del Salmo 137, traducido en las páginas
anteriores: "¿Cómo cantaremos canción a Yahvé en tierra
extraña?".
¿O es Yahvé
un Dios universal? Y en ese caso,
¿por qué permitió que sucediera este desastre? Es decir,
si Yahvé es el único Dios verdadero del mundo entero, ¿por
qué permitió que los babilonios destruyeran su templo, se
llevaran a sus reyes y sacerdotes ungidos, y exiliaran al
pueblo? Puesto que era difícilmente probable que la
comunidad exiliada creyera que los babilonios eran más
fuertes que Yahvé, la respuesta que se les sugería
regularmente era que había sido culpa de ellos mismos. Ellos habían
fracasado en guardar su pacto con Yahvé. Ellos habían adorado a
otros dioses. Los babilonios eran meramente una
herramienta de Yahvé, que él estaba usando para cumplir
las maldiciones del pacto porque Judá había violado su
contrato. Una de las consecuencias lógicas del monoteísmo
es la culpa.
También
había problemas prácticos. Ahora que el templo estaba
destruido, ¿cómo iba el pueblo a adorar a Dios? El grupo
egipcio en Elefantina realmente construyó un templo allí,
que claramente se oponía a la ley de la centralización en
Deuteronomio. Lo extraordinario acerca del templo de
Elefantina es que adoraban a Yahvé y a otros dos dioses
allí, uno masculino y otro femenino. Aparentemente, los
judíos de otras partes del mundo no estaban felices con
esto porque, cuando el templo de Elefantina fue destruido
en el siglo quinto, no ayudaron a reconstruirlo. En cuanto
a la comunidad babilonia, el profeta Ezequiel, que era uno
de los exiliados babilonios, concibió un plan para un
templo reconstruido en Jerusalén. Describió el nuevo
templo en detalle, incluyendo sus medidas en codos, pero
el templo que él describió nunca se construyó.2
El otro
problema práctico y apremiante era: Ahora que la monarquía
había desaparecido, ¿quién iba a dirigir el pueblo? El rey
Joacaz estaba prisionero en Egipto. Murió allí. El rey
Joaquín y el rey Sedequías estaban presos en Babilonia. No
sabemos qué le sucedió a Sedequías pero, de acuerdo con
las últimas frases de 2 Reyes, Joaquín fue liberado de
prisión treinta y siete años después de su captura. Aun
así, esto no significaba que fuera reinstalado como rey.
También los
sacerdotes habían perdido su centro, el templo, y eso
significaba que ya no habría más sacrificios que llevar a
cabo. Significaba que su autoridad, sus ingresos, y la
mayor parte de sus funciones estaban amenazadas. También
significaba que a los sacerdocios rivales, los musitas
(cuyo linaje se remontaba a Moisés) y a los aarónidas, no
les quedaba mucho por lo cual pelearse.
Resumiendo,
la destrucción de Judá por Babilonia había traído a esta
nación tremendos horrores, desafíos y crisis. Se vieron
forzados a reformular la imagen de sí mismos y de la
relación con su Dios. Tenían que hallar la manera de
adorar a Yahvé sin un templo. Tenían que hallar liderazgo
sin un rey. Tenían que aprender a vivir como un grupo
étnico minoritario en grandes imperios. Tenían que
determinar cuál iba a ser su relación con su patria. Y
tenían que vivir con su derrota.
Y entonces,
después de cincuenta años, lo imposible sucedió. El exilio
terminó, y se les permitió ir a casa.
EL IMPERIO PERSA: LA ÉPOCA DE LOS
MISTERIOS
En 538 A.C.,
los persas conquistaron Babilonia. Babilonia, Egipto, y
todo lo que había entre ellos, incluyendo Judá, ahora eran
parte del tremendo y poderoso imperio persa. El gobernante
de este imperio era Ciro el Grande. En el mismo año en que
tomó Babilonia, Ciro permitió que los judíos regresaran a
Judá. Por medio de un decreto real, Ciro permitió a los
exiliados reconstruir su patria y su templo. Los preciosos
implementos del templo, que los babilonios se habían
llevado, les fueron devueltos - con una excepción: el
arca.
Por alguna
razón, las fuentes bíblicas no dicen qué ocurrió al arca
que contenía las tablas de los Diez Mandamientos. Tampoco
la arqueología ha arrojado ninguna luz en absoluto sobre
esto. La desaparición del arca es el primer gran misterio
de este período, y sigue siendo uno de los grandes
misterios de la Biblia. No hay ningún informe de que el
arca hubiese sido llevada, destruida, u ocultada. No hay
ni siquiera un comentario, como "y luego el arca
desapareció, y no sabemos qué le ocurrió" o "y hasta la
fecha, nadie sabe dónde está". El objeto más importante
del mundo, según la Biblia, simplemente deja de estar en
la historia.
¿Existió
realmente alguna vez? Para los fines de nuestra búsqueda,
es necesario reconocer, por lo menos, que los más antiguos
libros históricos la describen
como existente, instalada en el templo. Los libros de
Reyes y Crónicas dicen explícitamente que el arca fue
puesta en el compartimiento interior (el Lugar Santísimo)
del templo el día en que Salomón lo dedicó. Luego, deja de
figurar de cualquier manera directa en la historia,
y no hay ningún informe de lo que le ocurrió cuando el
templo fue destruido. Y ahora, en el informe sobre el
regreso de los exiliados a Judá, no se la menciona,
mientras que sí son mencionados los menos importantes
utensilios del templo. La comunidad que regresó a
Jerusalén reconstruyó el templo, pero este segundo templo
no contenía el arca. Tampoco tenía querubines, las
gigantescas estatuas de oro en forma de esfinges aladas
cuyo propósito, después de todo, era, por lo menos,
extender sus alas sobre el arca. Aparentemente, el Lugar
Santísimo del segundo templo era una habitación vacía.
Todo esto será relevante a la búsqueda de quién escribió
la Biblia.
El segundo
gran misterio de este período es la desaparición de la
dinastía davídica. De acuerdo con los libros bíblicos de
Esdras y Nehemías, los que regresaron de Babilonia estaban
encabezados por dos hombres llamados Sesbasar y Zorobabel.3
Estos dos hombres eran de la casa real de David. Eran
descendientes del rey Joacim. Zorobabel también se
menciona en los libros bíblicos de los profetas Hageo y
Zacarías, que profetizaron durante este período.4
Pero Sesbasar y Zorobabel dejan de ser mencionados después
del quinto capítulo de Esdras. No hay ningún informe sobre
la desaparición de estos hombres, ninguna explicación de
lo que ocurrió a la familia real. Más bien, como sucedió
con el arca, la monarquía simplemente deja de ser
mencionada. Ni las fuentes bíblicas ni las arqueológicas
indican lo que ocurrió con la familia del Mesías, los
descendientes de David.
Además, la
profecía disminuye, y quizás desaparece, en este período.
La era de los grandes profetas ha pasado. Los profetas
Hageo y Zacarías predicaron en la época de Zorobabel,
pero, a medida que los reyes desaparecían, también
desaparecían los profetas.
Los
cincuenta años del exilio en Babilonia y Egipto no se
describen. Desaparecen el objeto más sagrado de la nación
y la familia real. Disminuye la profecía. Y hay más cosas
desconocidas. El período entero parece ser una época de
misterios. ¿Cuántas de las personas que estuvieron en
Babilonia aprovecharon realmente la oportunidad de
regresar a Judá? ¿La mayoría se quedó o se fue? Las cifras
de la Biblia son confusas. Según el libro de Jeremías,
4,600 personas fueron deportadas de Judá a Babilonia en
587; según el libro de 2 Reyes, fueron 11,600.5
Pero, de acuerdo con el libro de Esdras, 42,360
regresaron, sólo cincuenta años más tarde.6
Esa sería una comunidad muy prolífica. Es posible que este
número de los que regresaron incluya sólo algunos de los
que regresaron de Egipto. O puede incluir gente de las
tribus septentrionales de Israel, que fueron deportadas a
Mesopotamia por los asirios en 722 A.C., y que ahora se
habían vuelto a reunir con los exiliados de Judá.
Simplemente, no lo sabemos. Tampoco sabemos quiénes
estaban ya en el territorio de Judá cuando llegaron los
que ahora regresaron. ¿Habían salido todos del territorio
para Babilonia o Egipto? Probablemente no. Pero,
¿cuántos - y quiénes - se quedaron?
DE VUELTA EN LA TIERRA PROMETIDA
Sí sabemos
algo de cómo se desarrolló la vida en el territorio a
medida que los exiliados regresaban y comenzaban la
reconstrucción. Terminaron de construir el segundo templo,
que fue dedicado en la Pascua del año 516 A.C. Esto fue
considerado, al menos por algunos, como cumplimiento de la
profecía de Jeremías.7
No sabemos el tamaño del segundo templo, ni si las medidas
eran las mismas del primero, o no. Sí sabemos que no
contenía el arca, ni los querubines, ni el Urim ni el
Tumim. (El Urim y el Tumim eran objetos sagrados que eran
usados por el sumo sacerdote, aparentemente para obtener
oráculos). Sabemos que el segundo templo tenía un sumo
sacerdote. Sabemos que el sumo sacerdote era aarónida, no
musita.
Lo más
importante. Nuestras fuentes indican que, en ese tiempo,
todo el sacerdocio del templo era aarónida. Ninguno de los
otros levitas era reconocido como sacerdote legítimo. Los
levitas eran considerados miembros de un clero secundario,
ayudantes de los aarónidas. Estos últimos ejercían, ellos
y sólo ellos, las prerrogativas sacerdotales. La lucha
entre los sacerdotes musitas y aarónidas había terminado.
De alguna manera, los aarónidas habían ganado por
completo. Su antigua afirmación de que sólo ellos eran los
legítimos sacerdotes era ahora el punto de vista aceptado.
El triunfo del sacerdocio aarónida en este período habría
de tener tremendas implicaciones para la formación de la
Biblia.
¿Cómo
llegaron a estar los sacerdotes aarónidas tan
completamente en control? Quizás fue porque ellos eran el
sacerdocio en el poder en la época de la caída del reino.
Puesto que los babilonios llevaron al exilio las clases
superiores, serían los sacerdotes aarónidas los que fueron
llevados cautivos a Babilonia. Por ejemplo, el profeta
Ezequiel era un sacerdote aarónida, y estaba entre los
exiliados a Babilonia. Mientras tanto, los más probable
era que los sacerdotes musitas habrían estado entre los
refugiados en Egipto. Por ejemplo, el profeta Jeremías,
que aparentemente era un sacerdote musita, estaba entre
los refugiados en Egipto. Puesto que ahora era el grupo
babilonio el que encabezaba el regreso y gobernaba la
nueva comunidad (inicialmente bajo Sesbasar y Zorobabel),
los sacerdotes aarónidas estarían, por lo menos, en una
posición de dominio, y quizás en posición de definir quién
era sacerdote y quién no lo era.
Otra razón
de por qué los sacerdotes musitas perdieron ante los
aarónidas en este período puede ser que los musitas,
notablemente Jeremías, habían sido considerados
pro-Babilonia. Ahora que los persas habían conquistado a
los babilonios, las autoridades persas podrían muy haber
preferido poner a los sacedotes aarónidas en posición de
poder. Los aarónidas habían sido antibabilonios, como
indica el hecho de que los babilonios habían ejecutado a
los sumos sacerdotes ern 587.
Hay otra
razón más que debe tomarse en cuenta para explicar el
éxito de los sacerdotes aarónidas en la reconstrucción de
Judá. Es la influencia y el poder de un hombre: Esdras.
ESDRAS
En toda la
Biblia, hay dos hombres que se conocen como legisladores:
Moisés y Esdras. Esdras vino de Babilonia y llegó a Judá
ochenta años después de que regresó el primer grupo de
exiliados, en 458 A.C. Era sacerdote y escriba. El
registro bíblico dice explícitamente que era sacerdote aarónida. También
indica que no era un escriba ordinario. Su capacidad como
escritor estaba asociada con un documento en particular:
"la torá de Moisés".
Esdras llegó
a Jerusalén con dos importantes documentos en la mano. Uno
era esta "torá de
Moisés" y el otro una carta del emperador persa
Artajerjes, dándole autoridad en Judá. La carta del
emperador autorizaba a Esdras a enseñar y hacer cumplir
"la ley de tu Dios que está en tu mano". La autoridad para
el cumplimiento incluía multas, encarcelamiento, y la pena
de muerte.
¿Qué era
esta "torá de
Moisés", esta "ley de tu Dios que está en tu mano"? Las
referencias a ella en los libros bíblicos de Esdras y
Nehemías incluyen materiales procedentes de JE, D, y P.8
Por consiguiente, es probable que el libro que Esdras
trajo de Babilonia a Judá era la Torá completa - los cinco
libros de Moisés - tal como los conocemos.
La autoridad
política de Esdras era de alguna manera compartida con un
gobernador, Nehemías, que también había sido designado por
el emperador. Con el respaldo del emperador, que era
quizás el hombre más poderoso del mundo, Esdras y Nehemías
tenían a su disposición considerable autoridad.
Reconstruyeron los muros de la ciudad de Jerusalén, que
los babilonios habían derribado. Hicieron cumplir la
observancia del sábado. Hicieron disolver los matrimonios
entre judíos y miembros de otras nacionalidades. En
ausencia de reyes judíos, esos dos hombres eran los
líderes del pueblo. Judá no era un país independiente.
Ahora era una provincia del imperio persa. Y Esdras y
Nehemías eran las autoridades designadas por el emperador.
EL TEMPLO Y LA TORÁ
En el
período del segundo templo, se logró la centralización.
Aparentemente, no había competencia de ningún otro centro
religioso en Judá. Lo que Ezequías y Josías habían tratado
de hacer, ahora se había hecho realidad. Un Dios, un
templo. El templo de Elefantina estaba lejos, y en
cualquier caso, fue destruido para la época en que Esdras
estaba en Jerusalén.
Esdras
convocó una asamblea pública en la puerta del agua en
Jerusalén. La celebró en la fiesta de otoño, cuando el
pueblo vendría a Jerusalén de todo Judá. En esa ocasión,
sacó el rollo de la Torá y lo leyó a la muchedumbre
reunida. Esto fue seguido por una ceremonia de pacto en
que el pueblo renovó su compromiso con su Dios y con el
pacto hecho con él, como estaba escrito en esta Torá.
Por las
fuentes bíblicas y postbíblicas, el período de
restauración, la era del segundo templo, parece haber sido
un tiempo de dedicación al libro como nunca antes. ¿Por
qué? Presumiblemente porque la autoridad política estaba
ahora en manos de los sacerdotes, que tenían más interés
en él que el que habían tenido los reyes. Quizás también,
el libro llegó a ser apreciado especialmente por el pueblo
en esta época porque era un eslabón con el pasado. Era la
conexión que recordaba a los ex-exiliados que esto era una
reconstrucción, no sólo un nuevo comienzo. Como obra de
historia, daba una sensación de herencia de un pasado
extraordinario. Como obra de ley, mostraba una manera de
participar en el pacto - es decir, en la herencia -
estando en el presente.
¿Cómo llegó
Esdras a tener una copia de este libro? ¿Cómo llegó este
libro a tener todas las fuentes combinadas? ¿Cómo llegó
Esdras a promulgarlo con éxito como "la torá de Moisés", que
fue entonces aceptado durante dos y medio milenios? Cuando
sepamos quién produjo P y quién combinó todas las fuentes
en una sola obra, sabremos todas las repuestas a estas
preguntas y mucho más.