¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?
Richard Elliot Friedman

EL MUNDO QUE PRODUJO LA BIBLIA:
CAPÍTULO 8 
587 - 400 A.C.



LA ÉPOCA MENOS CONOCIDA

El período que siguió a los desastres del 587 A.C. es la más difícil de conocer para nosotros. Aunque es más reciente que los otros períodos que he descrito, es el más difícil acerca del cual escribir. Hay dos razones para esto. La primera es simplemente la carencia de fuentes. Ni la Biblia ni la arqueología nos dicen mucho.

Hay muy poco en los libros narrativos de la Biblia que nos diga lo que sucedió a la generación de exiliados y refugiados de Judá. La historia termina en los libros de Reyes y Crónicas con la caída del reino, y los siguientes libros de la narrativa histórica en la Biblia (Esdras y Nehemías) reanudan la historia cincuenta años más tarde. Una pequeña porción del libro de Daniel trata de esos años. pero sólo se refiere a algunos incidentes en las vidas de Daniel y sus amigos. No trata de la suerte de la nación. Probablemente nuestra mejor herramienta es deducir información de partes de los libros de los profetas Jeremías y Ezequiel.

La arqueología también ha revelado poco sobre la suerte de la comunidad exiliada en Babilonia o acerca de los que estaban en Egipto. Ni siquiera estamos seguros de lo que sucedía en el territorio mismo de Judá. Tenemos alguna evidencia de que Edom, el antiguo vecino de Judá, no había sido muy buen vecino, sino que había participado en la conquista de Judá por Babilonia y estaba invadiendo territorio de Judá. Y sabemos que los samaritanos continuaron ocupando territorio del norte que una vez había sido parte del reino de Israel. Pero apenas sabemos algo acerca de cuántos judíos pudieron permanecer en Judá o acerca de cómo eran sus vidas allí.

La segunda razón de por qué es tan difícil hablar de este período es que, para la mayoría de nosotros, es apenas posible saber cómo se sentían. Fuera de aquéllos de nosotros que realmente han tenido la experiencia de ser exiliados o refugiados, sería necesaria una enorme dosis de simpatía (en el sentido griego de la palabra sym-pathos, "sentir junto con") saber qué sentían los exiliados. Tendríamos que imaginarnos ver derribadas las defensas de la ciudad donde habíamos vivido todas nuestras vidas. Todos los edificios públicos y las casas más hermosas, reducidos a cenizas. Los líderes religiosos de la comunidad, ejecutados. Los niños del líder nacional, masacrados frente a él, luego le sacan a él los ojos, y después es llevado cautivo y esposado. Somos llevados en un grupo de millares, probablemente para no ver nuestra patria nunca más. Y finalmente, vivir como extranjeros en el país de nuestros conquistadores. Es un horror.

¿Qué iba a hacer el pueblo exiliado de Judá? ¿Cómo iban a mantener su identidad como grupo nacional sin ser simplemente asimilados en la muchedumbre de habitantes del imperio babilónico? O, para ponerlo en términos más prácticos, ¿cómo iban a hacer para sostenerse?

LA RELIGIÓN

Probablemente, la única cosa más importante era la religión. Los otros países que Babilonia había conquistado también tenían sus propias religiones particulares, pero una de las más notables características de las religiones paganas del mundo antiguo es que eran extremadamente compatibles. El dios que era identificado con el viento puede haberse llamado Marduk en Babilonia y Baal-haddad en Canaán y Zeus en Grecia, pero todavía era esencialmente el mismo dios. Él era el viento. La diosa mesopotámica Ishtar era esencialmente la misma que la diosa Astoret en Canaán y Afrodita en Grecia. Era la fertilidad. La intercambiabilidad de las deidades paganas hacía posible que un pueblo conquistado se asimilara a la religión de sus conquistadores.

Pero la religión del pueblo de Judá era diferente. No había ningún dios en el panteón pagano que correspondiera a Yahvé. Los eruditos todavía debaten el carácter específico de la religión de Judá en este período. ¿Era completamente monoteística en el sentido moderno? ¿Se creía que Yahvé era todopoderoso? ¿Se toleraban otras deidades de menor importancia? Pero, cualquiera que fuera la religión de Judá, no era compatible con la religión pagana. Yahvé no era una fuerza de la naturaleza. Estaba fuera del ámbito natural, controlando sus fuerzas. Y así, aferrándose a su religión nacional en el exilio, el pueblo de Judá, intencionalmente o no, fortaleció su identidad étnica.

LA VIDA EN EL EXILIO

¿Estaban contentos en el exilio? Cualquiera que fuera la tranquilidad o la aceptación que encontraran en Babilonia, la comunidad todavía expresaba añoranza por la patria. Establecieron cinco días anuales de ayuno para conmemorar su desgracia.1 Y expresaban sus sentimientos en la literatura, que ha quedado preservada en varios lugares de la Biblia. La literatura del exilio incluye Salmo 137 y el libro de Lamentaciones, así como varias secciones de los profetas: la última parte del libro de Jeremías, que refleja la vida de los refugiados en Egipto; y todo el libro de Ezequiel y la última parte del libro de Isaías, que refleja la vida de los exiliados en Babilonia. No es literatura feliz. Algo de ella expresa amargura. Mucho de ella expresa culpa. (¿Por qué no ocurrió esto? Debe ser que nosotros hicimos algo malo). Casi todo en ella expresa tristeza.

Salmo 137, escrito por un poeta judío y preservado por la comunidad entre sus salmos, es una indicación de la experiencia del exilio:

Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion.
Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas.
Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos,
y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
Cantadnos algunos de los cánticos de Sion.

¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?
Si me olvidara de tí, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza.
Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare;
Si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría.

Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén,c
cuando decían: Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos.
Hija de Babilonia la desolada, bienaventurado el que te diere el pago
de lo que tú nos hiciste. Dichoso el que tomare y
estrellare tus niños contra la peña.

El poema no exuda afecto por los babilonios. Y toma nota amarga de los edomitas, parientes de Judá y vecinos que se convirtieron en cómplices del enemigo que los había conquistado.

Y en cuanto a los de Judá que huyeron a Egipto, las cosas no salieron bien para ellos tampoco, porque diecinueve años más tarde, los babilonios invadieron Egipto. Sólo sabemos de una colonia de mercenarios judíos en Elefantina, que estaba situada junto a la primera catarata del Nilo. Esto encaja con el informe de Reyes y Jeremías de que fue el ejército judío el que condujo la comunidad a Egipto.

DIOS, TEMPLO, REY Y SACERDOTE

¿Cómo iban los exiliados y los refugiados a contarle su destino a Dios? En este momento, las preguntas de teología no eran cuestiones de especulación puramente teórica. En ese momento, la teología y la historia estaban en rumbo de colisión. La manera en que uno entendía a Dios representaba una diferencia con la manera en que uno entendía la situación en que los exiliados se hallaban. ¿Es Yahvé un Dios nacional? En ese caso, está siendo dejado atrás en Judá, y el pueblo, en el exilio, ha quedado separado de él. Esta misma pregunta la hace el autor del Salmo 137, traducido en las páginas anteriores: "¿Cómo cantaremos canción a Yahvé en tierra extraña?".

¿O es Yahvé un Dios universal? Y en ese caso, ¿por qué permitió que sucediera este desastre? Es decir, si Yahvé es el único Dios verdadero del mundo entero, ¿por qué permitió que los babilonios destruyeran su templo, se llevaran a sus reyes y sacerdotes ungidos, y exiliaran al pueblo? Puesto que era difícilmente probable que la comunidad exiliada creyera que los babilonios eran más fuertes que Yahvé, la respuesta que se les sugería regularmente era que había sido culpa de ellos mismos. Ellos habían fracasado en guardar su pacto con Yahvé. Ellos habían adorado a otros dioses. Los babilonios eran meramente una herramienta de Yahvé, que él estaba usando para cumplir las maldiciones del pacto porque Judá había violado su contrato. Una de las consecuencias lógicas del monoteísmo es la culpa.

También había problemas prácticos. Ahora que el templo estaba destruido, ¿cómo iba el pueblo a adorar a Dios? El grupo egipcio en Elefantina realmente construyó un templo allí, que claramente se oponía a la ley de la centralización en Deuteronomio. Lo extraordinario acerca del templo de Elefantina es que adoraban a Yahvé y a otros dos dioses allí, uno masculino y otro femenino. Aparentemente, los judíos de otras partes del mundo no estaban felices con esto porque, cuando el templo de Elefantina fue destruido en el siglo quinto, no ayudaron a reconstruirlo. En cuanto a la comunidad babilonia, el profeta Ezequiel, que era uno de los exiliados babilonios, concibió un plan para un templo reconstruido en Jerusalén. Describió el nuevo templo en detalle, incluyendo sus medidas en codos, pero el templo que él describió nunca se construyó.2

El otro problema práctico y apremiante era: Ahora que la monarquía había desaparecido, ¿quién iba a dirigir el pueblo? El rey Joacaz estaba prisionero en Egipto. Murió allí. El rey Joaquín y el rey Sedequías estaban presos en Babilonia. No sabemos qué le sucedió a Sedequías pero, de acuerdo con las últimas frases de 2 Reyes, Joaquín fue liberado de prisión treinta y siete años después de su captura. Aun así, esto no significaba que fuera reinstalado como rey.

También los sacerdotes habían perdido su centro, el templo, y eso significaba que ya no habría más sacrificios que llevar a cabo. Significaba que su autoridad, sus ingresos, y la mayor parte de sus funciones estaban amenazadas. También significaba que a los sacerdocios rivales, los musitas (cuyo linaje se remontaba a Moisés) y a los aarónidas, no les quedaba mucho por lo cual pelearse.

Resumiendo, la destrucción de Judá por Babilonia había traído a esta nación tremendos horrores, desafíos y crisis. Se vieron forzados a reformular la imagen de sí mismos y de la relación con su Dios. Tenían que hallar la manera de adorar a Yahvé sin un templo. Tenían que hallar liderazgo sin un rey. Tenían que aprender a vivir como un grupo étnico minoritario en grandes imperios. Tenían que determinar cuál iba a ser su relación con su patria. Y tenían que vivir con su derrota.

Y entonces, después de cincuenta años, lo imposible sucedió. El exilio terminó, y se les permitió ir a casa.

EL IMPERIO PERSA: LA ÉPOCA DE LOS MISTERIOS

En 538 A.C., los persas conquistaron Babilonia. Babilonia, Egipto, y todo lo que había entre ellos, incluyendo Judá, ahora eran parte del tremendo y poderoso imperio persa. El gobernante de este imperio era Ciro el Grande. En el mismo año en que tomó Babilonia, Ciro permitió que los judíos regresaran a Judá. Por medio de un decreto real, Ciro permitió a los exiliados reconstruir su patria y su templo. Los preciosos implementos del templo, que los babilonios se habían llevado, les fueron devueltos - con una excepción: el arca.

Por alguna razón, las fuentes bíblicas no dicen qué ocurrió al arca que contenía las tablas de los Diez Mandamientos. Tampoco la arqueología ha arrojado ninguna luz en absoluto sobre esto. La desaparición del arca es el primer gran misterio de este período, y sigue siendo uno de los grandes misterios de la Biblia. No hay ningún informe de que el arca hubiese sido llevada, destruida, u ocultada. No hay ni siquiera un comentario, como "y luego el arca desapareció, y no sabemos qué le ocurrió" o "y hasta la fecha, nadie sabe dónde está". El objeto más importante del mundo, según la Biblia, simplemente deja de estar en la historia.

¿Existió realmente alguna vez? Para los fines de nuestra búsqueda, es necesario reconocer, por lo menos, que los más antiguos libros históricos la describen como existente, instalada en el templo. Los libros de Reyes y Crónicas dicen explícitamente que el arca fue puesta en el compartimiento interior (el Lugar Santísimo) del templo el día en que Salomón lo dedicó. Luego, deja de figurar de  cualquier manera directa en la historia, y no hay ningún informe de lo que le ocurrió cuando el templo fue destruido. Y ahora, en el informe sobre el regreso de los exiliados a Judá, no se la menciona, mientras que sí son mencionados los menos importantes utensilios del templo. La comunidad que regresó a Jerusalén reconstruyó el templo, pero este segundo templo no contenía el arca. Tampoco tenía querubines, las gigantescas estatuas de oro en forma de esfinges aladas cuyo propósito, después de todo, era, por lo menos, extender sus alas sobre el arca. Aparentemente, el Lugar Santísimo del segundo templo era una habitación vacía. Todo esto será relevante a la búsqueda de quién escribió la Biblia.

El segundo gran misterio de este período es la desaparición de la dinastía davídica. De acuerdo con los libros bíblicos de Esdras y Nehemías, los que regresaron de Babilonia estaban encabezados por dos hombres llamados Sesbasar y Zorobabel.3 Estos dos hombres eran de la casa real de David. Eran descendientes del rey Joacim. Zorobabel también se menciona en los libros bíblicos de los profetas Hageo y Zacarías, que profetizaron durante este período.4 Pero Sesbasar y Zorobabel dejan de ser mencionados después del quinto capítulo de Esdras. No hay ningún informe sobre la desaparición de estos hombres, ninguna explicación de lo que ocurrió a la familia real. Más bien, como sucedió con el arca, la monarquía simplemente deja de ser mencionada. Ni las fuentes bíblicas ni las arqueológicas indican lo que ocurrió con la familia del Mesías, los descendientes de David.

Además, la profecía disminuye, y quizás desaparece, en este período. La era de los grandes profetas ha pasado. Los profetas Hageo y Zacarías predicaron en la época de Zorobabel, pero, a medida que los reyes desaparecían, también desaparecían los profetas.

Los cincuenta años del exilio en Babilonia y Egipto no se describen. Desaparecen el objeto más sagrado de la nación y la familia real. Disminuye la profecía. Y hay más cosas desconocidas. El período entero parece ser una época de misterios. ¿Cuántas de las personas que estuvieron en Babilonia aprovecharon realmente la oportunidad de regresar a Judá? ¿La mayoría se quedó o se fue? Las cifras de la Biblia son confusas. Según el libro de Jeremías, 4,600 personas fueron deportadas de Judá a Babilonia en 587; según el libro de 2 Reyes, fueron 11,600.5 Pero, de acuerdo con el libro de Esdras, 42,360 regresaron, sólo cincuenta años más tarde.6 Esa sería una comunidad muy prolífica. Es posible que este número de los que regresaron incluya sólo algunos de los que regresaron de Egipto. O puede incluir gente de las tribus septentrionales de Israel, que fueron deportadas a Mesopotamia por los asirios en 722 A.C., y que ahora se habían vuelto a reunir con los exiliados de Judá. Simplemente, no lo sabemos. Tampoco sabemos quiénes estaban ya en el territorio de Judá cuando llegaron los que ahora regresaron. ¿Habían salido todos del territorio para Babilonia o Egipto?  Probablemente no. Pero, ¿cuántos - y quiénes - se quedaron?

DE VUELTA EN LA TIERRA PROMETIDA

Sí sabemos algo de cómo se desarrolló la vida en el territorio a medida que los exiliados regresaban y comenzaban la reconstrucción. Terminaron de construir el segundo templo, que fue dedicado en la Pascua del año 516 A.C. Esto fue considerado, al menos por algunos, como cumplimiento de la profecía de Jeremías.7 No sabemos el tamaño del segundo templo, ni si las medidas eran las mismas del primero, o no. Sí sabemos que no contenía el arca, ni los querubines, ni el Urim ni el Tumim. (El Urim y el Tumim eran objetos sagrados que eran usados por el sumo sacerdote, aparentemente para obtener oráculos). Sabemos que el segundo templo tenía un sumo sacerdote. Sabemos que el sumo sacerdote era aarónida, no musita.

Lo más importante. Nuestras fuentes indican que, en ese tiempo, todo el sacerdocio del templo era aarónida. Ninguno de los otros levitas era reconocido como sacerdote legítimo. Los levitas eran considerados miembros de un clero secundario, ayudantes de los aarónidas. Estos últimos ejercían, ellos y sólo ellos, las prerrogativas sacerdotales. La lucha entre los sacerdotes musitas y aarónidas había terminado. De alguna manera, los aarónidas habían ganado por completo. Su antigua afirmación de que sólo ellos eran los legítimos sacerdotes era ahora el punto de vista aceptado. El triunfo del sacerdocio aarónida en este período habría de tener tremendas implicaciones para la formación de la Biblia.

¿Cómo llegaron a estar los sacerdotes aarónidas tan completamente en control? Quizás fue porque ellos eran el sacerdocio en el poder en la época de la caída del reino. Puesto que los babilonios llevaron al exilio las clases superiores, serían los sacerdotes aarónidas los que fueron llevados cautivos a Babilonia. Por ejemplo, el profeta Ezequiel era un sacerdote aarónida, y estaba entre los exiliados a Babilonia. Mientras tanto, los más probable era que los sacerdotes musitas habrían estado entre los refugiados en Egipto. Por ejemplo, el profeta Jeremías, que aparentemente era un sacerdote musita, estaba entre los refugiados en Egipto. Puesto que ahora era el grupo babilonio el que encabezaba el regreso y gobernaba la nueva comunidad (inicialmente bajo Sesbasar y Zorobabel), los sacerdotes aarónidas estarían, por lo menos, en una posición de dominio, y quizás en posición de definir quién era sacerdote y quién no lo era.

Otra razón de por qué los sacerdotes musitas perdieron ante los aarónidas en este período puede ser que los musitas, notablemente Jeremías, habían sido considerados pro-Babilonia. Ahora que los persas habían conquistado a los babilonios, las autoridades persas podrían muy haber preferido poner a los sacedotes aarónidas en posición de poder. Los aarónidas habían sido antibabilonios, como indica el hecho de que los babilonios habían ejecutado a los sumos sacerdotes ern 587.

Hay otra razón más que debe tomarse en cuenta para explicar el éxito de los sacerdotes aarónidas en la reconstrucción de Judá. Es la influencia y el poder de un hombre: Esdras.

ESDRAS

En toda la Biblia, hay dos hombres que se conocen como legisladores: Moisés y Esdras. Esdras vino de Babilonia y llegó a Judá ochenta años después de que regresó el primer grupo de exiliados, en 458 A.C. Era sacerdote y escriba. El registro bíblico dice explícitamente que era sacerdote aarónida. También indica que no era un escriba ordinario. Su capacidad como escritor estaba asociada con un documento en particular: "la to de Moisés".

Esdras llegó a Jerusalén con dos importantes documentos en la mano. Uno era esta "torá de Moisés" y el otro una carta del emperador persa Artajerjes, dándole autoridad en Judá. La carta del emperador autorizaba a Esdras a enseñar y hacer cumplir "la ley de tu Dios que está en tu mano". La autoridad para el cumplimiento incluía multas, encarcelamiento, y la pena de muerte.

¿Qué era esta "torá de Moisés", esta "ley de tu Dios que está en tu mano"? Las referencias a ella en los libros bíblicos de Esdras y Nehemías incluyen materiales procedentes de JE, D, y P.8 Por consiguiente, es probable que el libro que Esdras trajo de Babilonia a Judá era la Torá completa - los cinco libros de Moisés - tal como los conocemos.

La autoridad política de Esdras era de alguna manera compartida con un gobernador, Nehemías, que también había sido designado por el emperador. Con el respaldo del emperador, que era quizás el hombre más poderoso del mundo, Esdras y Nehemías tenían a su disposición considerable autoridad. Reconstruyeron los muros de la ciudad de Jerusalén, que los babilonios habían derribado. Hicieron cumplir la observancia del sábado. Hicieron disolver los matrimonios entre judíos y miembros de otras nacionalidades. En ausencia de reyes judíos, esos dos hombres eran los líderes del pueblo. Judá no era un país independiente. Ahora era una provincia del imperio persa. Y Esdras y Nehemías eran las autoridades designadas por el emperador.

EL TEMPLO Y LA TORÁ

En el período del segundo templo, se logró la centralización. Aparentemente, no había competencia de ningún otro centro religioso en Judá. Lo que Ezequías y Josías habían tratado de hacer, ahora se había hecho realidad. Un Dios, un templo. El templo de Elefantina estaba lejos, y en cualquier caso, fue destruido para la época en que Esdras estaba en Jerusalén.

Esdras convocó una asamblea pública en la puerta del agua en Jerusalén. La celebró en la fiesta de otoño, cuando el pueblo vendría a Jerusalén de todo Judá. En esa ocasión, sacó el rollo de la Torá y lo leyó a la muchedumbre reunida. Esto fue seguido por una ceremonia de pacto en que el pueblo renovó su compromiso con su Dios y con el pacto hecho con él, como estaba escrito en esta Torá.

Por las fuentes bíblicas y postbíblicas, el período de restauración, la era del segundo templo, parece haber sido un tiempo de dedicación al libro como nunca antes. ¿Por qué? Presumiblemente porque la autoridad política estaba ahora en manos de los sacerdotes, que tenían más interés en él que el que habían tenido los reyes. Quizás también, el libro llegó a ser apreciado especialmente por el pueblo en esta época porque era un eslabón con el pasado. Era la conexión que recordaba a los ex-exiliados que esto era una reconstrucción, no sólo un nuevo comienzo. Como obra de historia, daba una sensación de herencia de un pasado extraordinario. Como obra de ley, mostraba una manera de participar en el pacto - es decir, en la herencia - estando en el presente.

¿Cómo llegó Esdras a tener una copia de este libro? ¿Cómo llegó este libro a tener todas las fuentes combinadas? ¿Cómo llegó Esdras a promulgarlo con éxito como "la torá de Moisés", que fue entonces aceptado durante dos y medio milenios? Cuando sepamos quién produjo P y quién combinó todas las fuentes en una sola obra, sabremos todas las repuestas a estas preguntas y mucho más.



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