El
territorio y la gente fueron diferentes después de 722. El
tamaño del territorio se redujo. Los reyes de Judá
gobernaban un territorio cuyo tamaño era aproximadamente
la mitad del reino israelita unificado que David y Salomón
habían gobernado. Había una clase diferente de política
internacional. Ahora Judá funcionaba desde una posición de
debilidad. Era una época de grandes imperios en
Mesopotamia: primero Asiria y luego Babilonia. Y estos
imperios eran capaces de llevar a cabo conquistas en el
oeste, y estaban interesados en ello. Subyugar a Judá
significaba ingresos (botín al comienzo, impuestos desde
la victoria en adelante), control de una ruta comercial
entre África y Asia, y una estratégica ubicación a las
puertas de Egipto. (Véase el mapa, p. 303).
La nueva
política internacional tuvo un impacto en la religión
también. Cuando un reino pequeño se convertía en vasallo
de un gran imperio, el estado vasallo ponía en sus templos
estatuas de los dioses del imperio. Era un símbolo de la
aceptación de la hegemonía del imperio por parte del
vasallo. En tiempos modernos, el equivalente sería que una
pequeña nación súbdita tuviera que hacer ondear la bandera
de la nación que la había sometido. Pero un ídolo no es lo
mismo que una bandera. Los períodos en que Asiria dominaba
a Judá a menudo significaban conflicto religioso en
Jerusalén. El reino de Judá rendía honores a un dios
pagano en el templo, y entonces los profetas judíos lo
atacaban por promocionar la idolatría. Un historiador
moderno diría que el rey judío estaba aceptando la
soberanía de Asiria. Pero el historiador bíblico, que
contaba la historia desde un punto de vista religioso,
diría que el rey "hizo lo malo ante los ojos de Yahvé".
Otra
diferencia en la vida de Judá es que la caída de Israel
era un hecho, un espectro que había que tener en cuenta.
Diferentes judíos (y refugiados israelitas) pueden haberlo
interpretado de diferentes maneras, pero nadie podría
ignorar sus implicaciones, ni políticas ni religiosas.
Para algunos, el hecho de que Israel había caído pero Judá
se mantenía en pie demostraba que Judá era mejor,
éticamente o en términos de fidelidad a Yahvé. Para otros,
demostraba que era posible
caer, y que esto era una advertencia para Judá.
Presumiblemente, después de la catástrofe de 722, sería
más difícil reírse de un profeta que predijo la caída de
Judá.
El poder y
la estatura del rey disminuyeron. La mayor parte del
tiempo, los descendientes de David en Jerusalén eran
vasallos de los emperadores de Asiria o Babilonia. En todo
momento, dependían del vaivén de sucesos entre las grandes
potencias, Asiria, Babilonia, Egipto; no eran importantes
fuerzas políticas en su propia región, mucho menos en el
antiguo Cercano Oriente en general. Aun durante los días
de los reinos divididos, Judá e Israel tuvieron períodos
de fortaleza en la región, pero muy poco de eso quedaba
ahora que la sombra de Asiria se extendía al Mar
Mediterráneo.
Otros
papeles cambiaron. Ya no hubo ningún papel en absoluto
después de 722 para los líderes tribales, pues, para casi
todos los fines y propósitos, ya no había tribus. En
cuanto a los sacerdotes, es difícil decir si había alguna
rivalidad entre grupos sacerdotales en Judá (como la
rivalidad en Israel) antes de 722. Después de 722, sin
embargo, cualquier llegada de levitas del norte habría
traído consigo problemas, desequilibrios y competencias
entre las familias sacerdotales.
Hubo otro
nuevo factor después de 722: la presencia de JE, la
narrativa combinada de los recuerdos sagrados de la
nación. Por sí misma, esta obra habría de desempeñar una
parte en la creación de otras obras. Ahora también había
otro libro en Judá que desempeñaría una parte en esta
historia.
EL REY EZEQUÍAS
Los sucesos
políticos y religiosos continuaron teniendo impacto los
unos en los otros. El rey Ezequías gobernó a Judá desde
alrededor del 175 hasta el 687. Según lo libros bíblicos
de Isaías, 2 Reyes y 2 Crónicas, llevó a cabo una reforma
religiosa y política. Tenemos evidencia arqueológica que
confirma y añade a esta imagen. Aparentemente, la reforma
religiosa de Ezequías incluía la eliminación de varias
formas de práctica religiosa diferentes del culto aprobado
para el templo de Jerusalén. La reforma política incluía
rebelión contra Asiria y un intento de extender el control
de Judá sobre áreas que habían sido parte del ahora
difunto reino de Israel y sobre ciudades filisteas. Las
acciones tanto religiosas como políticas tuvieron enormes
consecuencias para el destino histórico del país y para la
Biblia.
La reforma
religiosa significaba más que romper ídolos y purificar el
templo. También significaba destruir los lugares de culto
a Yahvé fuera
del templo de Jerusalén. Además del templo, había habido
varios lugares locales a donde la gente podía ir a ofrecer
sacrificios a Dios. Estos lugares de culto en comunidades
locales llamados "lugares altos". Ezequías los eliminó.
Fomentó la centralización de la religión en el templo de
Jerusalén.
Para
comprender por qué esto hacía una diferencia tan grande,
tenemos que saber algo de los sacrificios en el mundo
bíblico. La función del sacrificio es una de las cosas más
malentendidas en la Biblia. A menudo, los lectores
modernos lo interpretan como quitar la vida a un animal
innecesariamente, o piensan que la persona que ofrecía el
sacrificio estaba renunciando a algo propio para compensar
por algún pecado o quizás para obtener el favor de Dios.
Sin embargo, en el mundo bíblico, el tipo de sacrificio
más común consistía de alimentos.
El aparente razonamiento era que, si los seres humanos
querían comer carne, debían reconocer que estaban quitando
una vida. No podían considerar esto como una acción
ordinaria de la vida diaria secular. Era un acto sagrado,
que debía ser ejecutado de la manera prescrita, por la
persona designada (un sacerdote) en un altar. Una porción
del sacrificio (una décima parte) se le entregaba al
sacerdote. Esto se aplicaba a todos los alimentos que
consistieran de carne (pero no de pescado ni de aves de
corral).
La
centralización de la religión significaba que, si una
persona quería comer cordero, no podía sacrificar el
animal en su casa ni en un santuario local. Tenía que
llevar el animal al sacerdote en el altar del templo en
Jerusalén. Esto también significaría un número
considerable de sacerdotes levitas en Jerusalén, que ahora
era el único lugar aprobado donde ellos podían llevar a
cabo los sacrificios y recibir sus diezmos. También
significaba considerable distinción y poder para el sumo
sacerdote en Jerusalén y para la familia sacerdotal de la
cual procedía. Esta idea de centralizar la religión
alrededor de un templo y un altar fue un paso importante
en el desarrollo de la religión de Judá, y más de dos mil
años después se convirtió en un importante indicio en la
tarea de desenredar la madeja de quién escribió la Biblia.
Había otro
detalle que vale la pena mencionar en la reforma religiosa
de Ezequías. Según el libro de 2 Reyes, había en Judá una
serpiente de bronce que era fama que había sido fabricada
por el mismo Moisés. Esto corresponde a una historia que
aparece en la fuente E 1.
En esa historia, el pueblo habla contra Dios y Moisés en
el desierto. Dios envía serpientes venenosas que muerden y
matan a muchos de entre el pueblo. El pueblo se
arrepiente. Dios le dice a Moisés que fabrique una
serpiente de bronce y la ponga en un poste. Entonces, cada
vez que un israelita es mordido por una serpiente, él o
ella debe mirar hacia la serpiente de bronce y será
sanado. La asociación de Moisés con la serpiente en E es
doblemente interesante porque recientemente se descubrió
arqueológicamente una serpiente de bronce en Madián.
Madián es la patria chica de la esposa de Moisés, y Moisés
está asociado con el sacerdocio madianita por medio de su
suegro, Jetro, el sacerdote madianita. Ahora bien, según 2
Reyes, el rey Ezequías hizo pedazos la serpiente de bronce
que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban
incienso los hijos de Israel 2.
¿Cómo pudo
Ezequías atreverse a destruir una reliquia de 500 años de
antigüedad que se consideraba haber sido hecha
personalmente por Moisés? Si el pueblo estaba actuando
inapropiadamente al quemarle incienso, ¿por qué no podía
prohibirles que lo hicieran, o por qué no la puso en el
palacio o el templo? La respuesta a esto estará ligada a
la búsqueda de dos de los autores de Biblia.
La acción
política de Ezequías de rechazar la soberanía de Asiria
trajo consigo una reacción militar en masa. El emperador
de Asiria, Senaquerib, envió una enorme fuerza mlitar para
poner a Judá de rodillas. Tuvo éxito en gran medida, pero
no del todo. Los asirios capturaron la fortaleza judía de
Laquis en un poderoso asalto militar no diferente de la
famosa captura de Masada por los romanos ochocientos años
más tarde. Laquis estaba situada en un alto montículo que
dominaba el área (véase el mapa, página 302), y los
asirios construyeron con enormes piedras una rampa que
conducía, por un lado del montículo, a las mismas
puertas de Laquis. Las excavaciones de Laquis, que ahora
están en progreso, cuentan parte de la historia.
El otro lado
de la historia lo cuentan las excavaciones de Nínive, la
ciudad capital del imperio asirio. El emperador asirio
decoró los muros del palacio allí con representaciones de
la batalla de Laquis. Las pinturas de los muros,
impresionantes tanto por su tamaño como por la habilidad
artística del autor, se cuentan entre las pocas
representaciones conocidas del aspecto de los judíos de
los tiempos bíblicos. Estas pinturas están ahora en el
Museo Británico, y hay moldes de ellas en el Museo de
Israel. Juntas, estas dos fuentes arqueológicas, Nínive y
Laquis, hablan del extraordinario poderío y la
determinación de los asirios.
Sin embargo,
los asirios no lograron derribar el reino de Judá como
habían derribado a Israel. La confrontación decisiva entre
los asirios y los judeos (o judíos) en Jerusalén es de
especial interés porque es uno de los muy raros casos en
que tenemos testimonios tanto bíblicos como arqueológicos
del mismo suceso.
El relato
bíblico de lo que sucedió aparece en tres lugares de la
Biblia.3 El
relato asirio aparece en un documento hallado en las
excavaciones de Nínive, la la Inscripción Prisma de
Senaquerib. Se lo llama así porque es una estela de
arcilla de ocho lados. En sus ocho lados, Senaquerib
inscribió el relato de sus campañas militares. La
inscripción está en acadio, el idioma dominante de
Mesopotamia en esa época. Está escrita en caracteres
cuneiformes. Está situada en el Museo Británico. Estamos,
pues, en la rara posición de tener la versión de cada lado
sobre lo que sucedió: la versión judea desde dentro de los
situados muros de Jerusalén, y la visión asiria del otro
lado de los muros. El informe bíblico concluye:
Y aconteció que aquella misma noche salió
el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios
a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por
la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.
Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a
Nínive, donde se quedó.4
Así, pues,
la Biblia informa que Jerusalén, bajo el rey Ezequías, se
salvó de ser capturada y posiblemente destruida por los
asirios. Ahora bien, aquí hay un traducción de la porción
relevante de la Inscripción Prisma de Senaquerib: 5
Y a Ezequías el judeo, que no se sometió a
mi yugo: Yo sitié y capturé cuarenta y seis de sus
ciudades fortificadas, y las ciudades pequeñas de sus
alrededores que eran innumerables, por medio de una rampa,
acercamiento de máquinas de sitio, combate con infantería,
brechas y rupturas de los muros, y escaleras de asalto. Le
tomé 200,150 personas, incluyendo a chicos y grandes,
varones y hembras, caballos, asnos, mulas, camellos,
bueyes y ovejas y cabras sin cuenta y los conté como
botín.
A él
mismo lo encerré como un pájaro enjaulado en medio de
Jerusalén, su ciudad real. Conecté sistemas de
sitio contra él de manera que los que trataban de salir
por la puerta de la ciudad no podían. Aislé las ciudades
que despojé de en medio de su territorio, y se las
antregué al rey Mitinti de Asdod; Padi, rey de Ecrón, y a
Silli-Bel, rey de Gaza, de manera que reduje su
territorio. Al tributo anterior, añadí y fijé contra él la
entrega de un tributo anual, regalos de saludos a mi señorío.
El temor del esplendor de mi majestad
sobrecogió a Ezequías, y los árabes y las tropas de élite
que él había traído para reforzar a Jerusalén, su ciudad
real, dejaron de trabajar. Envió un pesado tributo, sus
hijas, su harén y sus cantores, junto con treinta talentos
de oro, ochocientos talentos de plata, antimonio escogido,
bloques de piedra, cojines de marfil, sillones de marfil,
cueros de elefantes, marfil, ébano, boj, y toda suerte de
cosas, al centro de Nínive, mi ciudad señorial, y él envió
sus embajadores para que entregaran el tributo y llevaran
a cabo el servicio de vasallos.
En vista de
esto, estos dos informes del antiguo Cercano Oriente
suenan tan contradictorios como informes del moderno
Cercano Oriente. La Biblia dice que los asirios se fueron
a casa después de que un ángel mató a gran parte de su
ejército. La Inscripción Prisma dice que los asirios
resultaron victoriosos y se llevaron un considerable
tributo.
¿Qué podemos
hacer para establecer el suceso detrás de estas dos
versiones? No estamos en condiciones de establecer la
historicidad de un informe sobre la actividad de un ángel.
Tampoco está disponible el botín asirio para que lo
podamos cuantificar. Pero podemos examinar lo que los dos
informes comparten. En las dos primeras frases, Senaquerib
afirma que capturó muchas de las ciudades fortificadas de
la campiña judea. El relato bíblico reconoce esto en 2
Reyes 18:13, que dice:
A los catorce años del rey Ezequías, subió
Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades
fortificadas de Judá, y las tomó.
No hay
ninguna contradicción aquí entre nuestras fuentes con
respecto a los éxitos militares iniciales. La pregunta es
qué sucedió en el sitio de Jerusalén. La línea clave en la
inscripción de Senaquerib es su afirmación de que mantuvo
al rey Ezequías "encerrado como un pájaro enjaulado en
medio de Jerusalén, su ciudad real". Esta redacción es
sospechosa. En otros lugares, la función de un sitio (como
en Laquis) no es mantener al enemigo "encerrado". La idea
de un sitio es más bien entrar.
El hecho es que Senaquerib no afirma haber capturado a
Jerusalén. Parece más bien tratar de salvar las
apariencias mediante la imagen del "pájaro enjaulado" y
concentrarse en la cantidad del tributo pagado.
Quizás el
sitio fue un empate, en el cual los asirios no podían
tomar la ciudad y los judeos no podían salir. Los judeos
pagaron una suma que los asirios extrajeron como precio
por su retirada. En realidad, el libro de 2 Reyes informa
que, al principio, Senaquerib había exigido una suma de
treinta talentos de oro y trescientos talentos de plata, y
el texto bíblico no es completamente claro en cuanto a si
Ezequías pudo en realidad recoger toda esa cantidad.6
Esto se acerca lo suficiente a
la afirmación de Senaquerib de que recibió treinta
talentos de oro y ochocientos de plata como para que
podamos creer que alguna transacción como ésa tuvo lugar.
La capacidad
de Jerusalén para resistir el sitio se debió en parte a su
excelente situación estratégica sobre una colina que
miraba por encima de un valle desde el cual los asirios
tendrían que atacar cuesta
arriba. Otro factor crucial para una guerra de
sitio era el suministro de agua. Ezequías construyó un
túnel bajo la ciudad para proporcionar agua de un arroyo
que corría debajo.7
El túnel de Ezequías, un importante logro arquitectónico
de su tiempo, ahora está abierto al público como parte de
las excavaciones de la Ciudad de David en Jerusalén.
El punto
importante es que el reinado del rey Ezequías en Judá fue
un momento crucial en la historia. En presencia del poder
de Asiria, Israel había caído y Judá había sobrevivido, si
bien como tributaria de Asiria. Aunque la campiña judea
había sufrido, Jerusalén había soportado el sitio de
Asiria. La población de Jerusalén aumentó en este período.
Se convirtió en el único centro religioso del país. De
todo Judá, el pueblo tenía que llevar sus sacrificios
allí, así que había un gran movimiento de ganado y
productos agrícolas hacia la ciudad.
EL FIN DE LA REFORMA
El hijo y el
nieto de Ezequías, que gobernaron en Jerusalén después de
él, no siguieron sus pasos. Quizás no pudieron. Las
fuerzas asirias regresaron a Judá durante el reinado de
Manasés, el hijo de Ezequías. De acuerdo con los informes
bíblicos, los asirios hasta encarcelaron al rey Manasés
durante un tiempo en Babilonia. (El hermano del emperador
asirio gobernaba Babilona en ese tiempo). Ya fuera a causa
de la insistencia de los asirios, las presiones en su
propio país, o sus convicciones religiosas, Manasés y su
hijo Amón reintrodujeron el culto pagano en Judá,
incluyendo estatuas paganas en el templo. También
reconstruyeron los lugares altos, ubicaciones
sacrificiales fuera de Jerusalén, poniendo fin así a la
centralización religiosa de Ezequías.
El reinado
del rey Amón terminó abruptamente porque fue asesinado. Se
convirtió en rey a la edad de veintidós años y fue
asesinado a los veinticuatro años. Su hijo Josías reinó en
Judá. Josías tenía ocho años de edad.
EL REY JOSÍAS
No sabemos
quién gobernaba el país ni quién ejercía influencia sobre
el rey hasta que alcanzaba la mayoría de edad. Quizás un
miembro de la familia real o un sacerdote actuaba como
regente. De acuerdo con los informes de los libros de
Reyes y Crónicas, en el caso anterior de un rey menor de
edad (el rey Joás, que fue rey a la edad de tres años), el
sumo sacerdote fungía como regente. Puede haber habido
influencias sacerdotales en el caso de Josías también
porque, cuando fue lo bastante mayor para gobernar, se
volvió de las políticas religiosas de su padre y de su
abuelo. Se comportó más como su bisabuelo Ezequías.
Como
Ezequías, estableció una reforma religiosa. Como Ezequías,
hizo pedazos los ídolos, purificó el templo, y amplió su
esfera de influencia hasta el territorio que había sido el
reino de Israel antes de 722. Como Ezequías, centralizó la
religión en Jerusalén. Una vez más, los lugares altos
locales fueron destruidos. Se le ordenó al pueblo que
llevara todos los sacrificios al único altar central en el
templo. Los sacerdotes de todos los lugares altos fueron
llevados a Jerusalén para que trabajaran en empleos de
segundo nivel al lado de los sacerdotes del templo.
Además de
las influencias humanas sobre Josías - incluyendo la corte
y el círculo sacerdotal, las fuerzas políticas locales e
internacionales - había otra cosa que influyó en su
reforma: un libro. De acuerdo con los historiadores
bíblicos, en el año dieciocho del reinado de Josías, 622
A.C., Josías recibió aviso de su escriba Safán de que el
sacerdote Hilcías había encontrado "un rollo de la Torá" en el templo de
Yahvé. 8 Cuando
Safán le leyó al rey el texto de este libro que Hilcías
había descubierto, el rey Josías rasgó sus vestiduras, lo
que, en el antiguo Cercano Oriente, era una señal de
extrema angustia. Consultó a una profetisa con respecto al
significado de esto, y luego celebró una gigantesca
ceremonia nacional de renovación del pacto entre Dios y el
pueblo. Según una de las fuentes bíblicas, la destrucción
de los lugares altos por Josías siguió a la lectura de
este libro. Josías también destruyó el altar en Betel,
donde una vez estuvo uno de los becerros de oro de
Jeroboam. Este acto religioso era también un acto
político, que expresaba directamente el interés del
monarca judeo en el territorio que una vez había sido el
reino de Israel.
¿Qué libro
era este? ¿Por qué inspiró actos de reforma religiosa?
¿Quién era el sacerdote Hilcías? ¿Dónde había estado el
libro antes de que fuera encontrado? La identidad de ese
libro y de su autor es el tema del siguiente capítulo.
Pero, primero, es necesario saber más acerca del mundo del
rey Josías y sus sucesores al trono de David.
Un cambio
importante estaba ocurriendo en la política internacional.
El imperio asirio era más débil, y Babilonia amenazaba
reemplazarlo como la principal potencia del Cercano
Oriente. Quizás fue la debilidad de Asiria lo que hizo
posible que Josías actuara de manera tan independiente.
Mientras
tanto, Egipto se alió con su antiguo rival, Asiria, contra
la potencia ascendente de Babilonia y otras. Cuando el
ejército egipcio pasó por Judá en camino a apoyar a los
asirios, Josías salió a enfrentarse a los egipcios en
Megido. Una flecha egipcia lo mató. A la sazón, sólo tenía
cuarenta años de edad.
LOS ÚLTIMOS AÑOS DE JUDÁ
La muerte
prematura de Josías significó el fin prematuro de la
independencia política y la reforma religiosa de su país.
Los lugares altos fueron reconstruidos. Tres de sus hijos
y un nieto gobernaron durante los siguientes veintidós
años. Todos comenzaron jóvenes y no reinaron por mucho
tiempo.
El primero,
Joacaz, gobernó por tres meses. Luego, el rey egipcio fue
más fuerte que él, lo destronó, se lo llevó a Egipto, y
puso a su hermano, Joacim, en el trono en su lugar.
Joacim, un
vasallo de Egipto, gobernó por once años. Luego, los
babilonios, que en el entretanto habían puesto fin al
imperio asirio, lo superó en poder. Murió durante la
campaña babilónica contra Judá.
Su hijo,
Joaquín, le sucedió en el trono y gobernó por tres meses,
lo bastante para ser capturado y destronado por los
babilonios. El emperador de Babilonia, Nabucodonosor,
exilió a Joaquín a Babilonia, junto co miles de otros
judíos; la clase superior, oficiales militares, artistas;
es decir, los que podían ser una amenaza en Judá o útiles
en Babilonia. Nabucodonosor puso en el trono a otro de los
hijos de Josías, Sedequías.
Sedequías,
un vasallo de Babilonia, gobernó por once años. Alrededor
del noveno año, se rebeló contra Nabucodonosor. El
ejército de Babilonia regresó y destruyó a Jerusalén.
Exiliaron a Babilonia a otros millares más. Lo último que
Sedequías vio fue la muerte de sus hijos. Nabucodonosor
ejecutó a los hijos de Sedequías en presencia de él y
luego lo cegó.
De esta
manera horrible, terminó el gobierno de la familia de
David en Jerusalén. Nabucodonosor no puso en el trono a
ningún otro miembro de esta familia. En su lugar, designó
a un gobernador judío, Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de
Safán. Nótese que Gedalías es el nieto de Safán, el hombre
que informó al rey Josías del hallazgo del "rollo de la Torá" años antes.
Josías era el rey que se había opuesto a los asirios y a
los egipcios, lo que es lo mismo que decir que era visto
como pro-babilónico. También, la familia de Safán tuvo
fama, durante más de tres generaciones, de ser parte de un
partido pro-babilónico en Judá. Este partido incluía al
famoso profeta Jeremías también. El libro bíblico de
Jeremías habla bien del rey Josías, pero no de sus
sucesores en el trono. Safán, Jeremías, o Gedalías podrían
haberse descrito a sí mismos simplemente como pro-Judá,
pero seguía siendo cierto que favorecían a un rey
anti-Asiria y hablaban contra el oponerse a Babilonia. De
esta manera, Nabucodonosor los habría considerado como
pro-babilónicos. Por consiguiente, Nabucodonosor nombró a
Gedalías, un miembro de este partido, como su gobernador
local.
Esto era una
afrenta abrumadora contra la casa de David. Dos meses más
tarde, un pariente de esa familia asesinó a Gedalías.
Esto dejó a
la restante población de Judá en una posición
insostenible. Nabucodonosor, el gran emperador, había
dejado encargado a su gobernador escogido. Su gobernador
había sido asesinado. El pueblo de Judá sólo podía
sentirse aterrado ante la posible reacción del emperador.
Parecía haber sólo un lugar a donde podían ir que
estuviera fuera del alcance de él: Egipto. Los libros de 2
Reyes y Jeremías informan que casi toda la población que
había quedado en Judá huyó para refugiarse en Egipto. Fue
un destino extraordinario e irónico para un pueblo
que, de acuerdo con sus propias tradiciones, había
comenzado siendo esclavo allí.
El año en
que Nabucodonosor capturó e incendió a Jerusalén era 587
A.C. Por lo tanto, ese año representa otro hito decisivo
en el destino del pueblo de Israel-Judá. La ciudad fue
destruida, los habitantes fueron exiliados como cautivos a
Babilonia o como refugiados en Egipto, su templo fue
destruido, el arca desapareció, lo cual es un misterio
hasta la fecha, la familia real de cuatrocientos años fue
destronada, y su religión estaba a punto de enfrentar
quizás los mayores desafíos que jamás hubiese conocido.
Los hitos
históricos del mundo bíblico parecen ser sus desastres.
Las coyunturas históricas que comienzan y terminan en este
capítulo son la caída de Israel en 722 y la caída de Judá
en 587. Quizás esto nos diga más sobre las percepciones de
los modernos historiadores que acerca del mundo bíblico. O
quizás nos diga que las grandes crisis históricas jugaron
papeles importantes en la formación de la Biblia. En todo
caso, todavía deberíamos notar que los años entre 722 y
587 no fueron incesantemente sombríos. Estos fueron
tiempos de personajes poderosos y grandes acontecimientos,
del surgimiento y la caída de grandes imperios. Este
período incluyó tiempos de esperanzas y visión,
especialmente, según parece, durante los reinados de
Ezequías y Josías. Estos tiempos produjeron un Isaías, un
Jeremías, y un Ezequiel. Precisamente en esta era de
imperios en conflicto, de rebeliones, violencia y
crueldad, un hombre concibió una era en que
volverán sus espadas en rejas de arado, y
sus lanzas en hoces;
no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán
más para la guerra. 9
En esta
época, entre estas personas y estos sucesos, se esperaría
que un escritor bíblico concibiera sus reyes, su pueblo, y
su Dios de manera diferente de aquélla en que los
escritores veían estas cosas en los días de David,
Salomón, y Jeroboam. Un escritor que vivió en esta época
compuso una historia de su pueblo desde Moisés hasta los
días del propio escritor. Como sucedió con los autores de
J y E, el mundo en que este escritor vivió tuvo un impacto
en el relato que contó y en la manera en que lo contó.