¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?
Richard Elliot Friedman
CAPÍTULO 1
EL MUNDO QUE

PRODUJO LA BIBLIA:
1200 - 722 A. C.


EL ESCENARIO

El mundo que produjo la Biblia era del tamaño aproximado de un gran condado estadounidense. Estaba situado a lo largo de la costa oriental del Mar Mediterráneo, un punto de encuentro natural de África, Asia, y Europa. Tenía una fabulosa variedad de clima, flora y fauna y características topográficas. En el noreste había un hermoso lago de agua dulce, el Mar de Galilea. Éste desaguaba por el río Jordán hacia el sur. El río corría en línea recta hacia el sur y desaguaba en el Mar Muerto, que era tan diferente del Mar de Galilea como pueden serlo dos cuerpos de agua. Era espeso a causa de la sal que contenía. Estaba rodeado por un caluroso desierto. Según las tradiciones de esa región, el área del Mar Muerto había sido alguna vez un lugar agradable y fértil, pero la gente que vivía allí era tan corrupta que Dios hizo llover fuego y azufre sobre el lugar hasta que apenas quedó apto para ser ocupado.

La parte norte de la región era fértil, con llanuras, pequeñas colinas y valles. El centro de la región tenía playas y tierras bajas, a lo largo de la costa mediterránea al oeste, y cerros y montañas al este. La parte sur de la región era mayormente desierto. Era cálido y húmedo a lo largo de la costa, especialmente en verano. Era más seco en las colinas, todavía más seco en el desierto. Era lo bastante frío para que a veces nevara en invierno. Era hermoso. La gente podía ver la belleza del mar, del lago, las flores, de los campos, y del desierto, todo dentro de las pocas millas que los separaban.

Tan notable como la diversidad del territorio mismo era la diversidad de sus habitantes. La Biblia se refiere a gentes de numerosos antecedentes que se mezclaban allí: cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos, gergeseos, jebuseos. Estaban también los filisteos, que se diferenciaban de los demás, pues aparentemente habían venido de las islas griegas, al otro lado del Mediterráneo. Había también un círculo de habitantes alrededor de las fronteras del territorio. Al norte estaban los fenicios, a los que generalmente se les atribuye la introducción de la escritura en la región. A lo largo de las fronteras orientales estaban Siria al norte, luego Amón, después Moab, luego Edom al sur. Por supuesto, estaban los israelitas, el pueblo más numeroso dentro de los linderos del territorio desde el siglo doce A. C. en adelante, el pueblo acerca del cual se cuenta la mayoría de las historias bíblicas. La región estaba situada a lo largo de la ruta de los viajeros entre África y Asia, de modo que también estaban las influencias - y los intereses - de Egipto y Mesopotamia en la región.

La población era tanto urbana como rural; es difícil decir en qué proporción. Ciertamente, el porcentaje de residentes urbanos era grande. Había tiempos de considerable prosperidad económica y tiempos de escasez. Había tiempos de gran fortaleza e influencia política, y períodos de dominación por potencias extranjeras. Y, por supuesto, había tiempos de paz y tiempos de guerra.

La religión dominante en el antiguo Cercano Oriente era el paganismo. La religión pagana no era la adoración de ídolos, como antiguamente se pensaba. La revolución arqueológica de los pasados cien años nos ha abierto al mundo y nos ha dado, entre otras cosas, una nueva interpretación y una nueva apreciación de la visión mundial de la religión pagana. Sólo en Nínive - el mayor descubrimiento arqueológico de todos los tiempos - se hallaron cincuenta mil tablillas, la biblioteca del emperador de Asiria. En la ciudad cananea de Ugarit, se hallaron otras tres mil tablillas. Podemos leer los himnos, las oraciones y los mitos paganos; podemos ver los lugares donde tenían culto; y podemos ver cómo representaban a sus dioses por medio del arte.

La religión pagana estaba cerca de la naturaleza. La gente rendía culto a las fuerzas más poderosas del universo: el firmamento, el viento tormentoso, el sol, el mar, la fertilidad, la muerte. La estatuas que erigían eran como los íconos en una iglesia. Las estatuas representaban al dios o a la diosa, le recordaban al adorador la presencia de la deidad, mostraban el respeto de los seres humanos por sus dioses, y quizás hacían que los seres humanos se sintieran más cerca de sus dioses. Pero, como señala el texto babilónico, la estatua no era el dios.

El principal dios pagano de la región que habría de convertirse en Israel era El. El era masculino, patriarcal, gobernante. A diferencia del otro dios principal de la región, Haddu (el viento de tormenta1), El no se identificaba con ninguna fuerza de la naturaleza. Se sentaba a la cabecera del consejo de dioses y pronunciaba las decisiones del consejo.

El Dios de Israel era Yahveh1. Él también era masculino, patriarcal, gobernante, y tampoco se identificaba con ninguna fuerza de la naturaleza. Antes que describirlo en términos de la naturaleza o de mitos, el pueblo de Israel hablaba de Yahvé en términos de sus actos en la historia, como veremos.

El pueblo de Israel hablaba hebreo. Otros idiomas del área eran similares al hebreo: el fenicio, el cananeo (ugarítico), el arameo, y el moabita, todos pertenecientes a la familia de idiomas semitas. Cada uno de estos idiomas, tanto el hebreo como los otros, tenía un alfabeto. La gente escribía documentos en papiro y los sellaba con sellos de arcilla humedecida. También escribía textos en cuero y en tablillas de arcilla, y a veces, los grababa en piedra o los escribía en yeso. Escribía notas más cortas en trozos de cerámica rota.

La gente vivía en casas de uno o dos pisos, mayormente de piedra. En las ciudades, las casas se construían bien cerca las unas de las otras. Algunas ciudades tenían impresionantes sistemas hidráulicos, incluyendo largos túneles subterráneos y enormes cisternas. Algunas casas tenían plomería interna. Las ciudades estaban rodeadas de muros. La gente comía carne de res, cordero, aves de corral, pan, vegetales, frutas, y productos lácteos. Fabricaban vino y cerveza. Fabricaban ollas y vasijas de arcilla de todos los tamaños. Sus metales eran bronce, hierro, plata, y oro. Tenían instrumentos musicales de viento, de cuerdas, y de percusión. Contrariamente a todas las películas sobre la Biblia que jamás se hicieron, la gente no usaba kaffiyehs (turbantes árabes).

Hay tradiciones sobre la prehistoria de los israelitas: sus patriarcas, su experiencia como esclavos en Egipto, y su peregrinaje en el desierto de Sinaí. Desafortunadamente, tenemos poca información histórica de la arqueología y otras fuentes antiguas. El primer punto en el cual realmente tenemos suficiente evidencia para comenzar a configurar la vida de la comunidad bíblica es el siglo doce A. C., el período en que los israelitas se establecieron en esta región.

La vida política de los israelitas en sus primeros años estaba organizada alrededor de las tribus. De acuerdo con la tradición bíblica, había trece tribus, con considerables diferencias en tamaño y población, desde las más pequeñas hasta las más grandes. Cada una de las doce tribus tenía un territorio geográfico claramente definido. La décimotercera tribu, la de Leví, se identificaba como un grupo sacerdotal. Sus miembros vivían en ciudades en el territorio de las otras tribus. Cada tribu tenía sus propios líderes escogidos. (Véase el mapa, p. 301).

También había individuos que adquirían autoridad en tribus individuales o sobre grupos de tribus en virtud de su posición en la sociedad o por sus cualidades personales. Estas personas eran jueces o sacerdotes. La posición de juez no incluía sólo escuchar casos legales. Incluía el liderazgo militar. Por consiguiente, en tiempos de amenaza militar contra una tribu o un grupo de tribus, un juez podía adquirir considerable poder y autoridad. Un juez podía ser varón o mujer. Los sacerdotes tenían que ser varones. Por lo general, los sacerdotes tenían que ser de la tribu de Leví. Su oficio era hereditario. Servían en sitios religiosos, presidiendo ceremonias religiosas, lo cual significaba, sobre todo, llevar a cabo los sacrificios. A cambio de sus servicios, recibían una porción del animal sacrificado o de productos de la tierra.

Otro tipo de persona figuraba de manera especial en el liderazgo de la comunidad: el profeta. Ser profeta no era un oficio o una profesión, como los de juez o sacerdote. Una persona de cualquier ocupación podía llegar a ser profeta. El profeta Ezequiel era sacerdote; el profeta Amós era vaquero. En hebreo, la palabra para profeta era nabí, cuyo significado se entiende como "llamado". Los profetas israelitas eran hombres o mujeres que se consideraba que habían sido llamados por la deidad para llevar a cabo una tarea especial con respecto al pueblo. La tarea podría ser animar o criticar. Podría ser en el ámbito de la política, la ética o los ritos. Por lo general, el profeta o la profetisa presentaba su mensaje en poesía o en una combinación de poesía y prosa.

EL SURGIMIENTO DE LA MONARQUÍA
   
La época del liderazgo de los jueces culminó con Samuel, un hombre que era tres cosas al mismo tiempo: juez, sacerdote y profeta. Era el último de los jueces, y ostentaba mucha autoridad política y religiosa. Vivía en Silo, una ciudad en el norte del territorio, que en ese tiempo era un importante centro religioso. Un tabernáculo estaba situado allí, el cual, según el relato bíblico, alojaba el arca que contenía las tablas de los Diez Mandamientos; y una distinguida familia sacerdotal tenía funciones allí, una familia que algunos eruditos identifican como descendientes de Moisés.

Cuando la dominación de los filisteos en el área se volvió demasiado fuerte para que se le opusieran una o dos tribus, el pueblo buscó un líder que pudiera unir y guiar a todas las tribus. En otras palabras, querían un rey. Un poco de mala gana, Samuel ungió a Saúl, el primer rey de Israel. Ese fue el fin del período de los jueces y el principio del período de la monarquía. Aunque no habría más jueces, todavía quedaban los sacerdotes y profetas. De esa manera, Israel desarrolló una estructura política en que el rey ya no era gobernante absoluto en manera alguna. Por el contrario, el poder del rey era vigilado y equilibrado por los poderes de los jefes tribales, los sumos sacerdotes y, sobre todo, por los profetas.

Esto tuvo un profundo efecto en la vida tanto política como religiosa de Israel. Para ser rey y mantener un gobierno estable, un hombre tenía que tener la aceptación de los jefes, y tenía que ser designado por un profeta. También necesitaba un sacerdocio de apoyo. Esto se debía en parte a que los sacerdotes, los profetas y los jefes tribales ocupaban posiciones bien establecidas para cuando la monarquía fue creada, y se debía en parte a las actuales realidades políticas. El rey necesitaba las tribus porque el reclutamiento en las tribus proveía al rey de un ejército, sin el cual quedaba prácticamente indefenso. El rey necesitaba la designación profética y el apoyo sacerdotal porque la religión, no sólo no estaba separada del estado en aquel mundo, sino que apenas estaba separada de algo. Como a menudo señalan las introducciones a las Biblias, en el idioma hebreo de ese período no había ninguna palabra para "religión". La religión no era una categoría identificable, separada de creencias y actividades. Era una parte inseparable, penetrante, de la vida. Un rey no podía tener legitimidad política sin legitimidad religiosa. Un rey que perdiera el apoyo de sus profetas y sacerdotes se metería en problemas. Y eso fue lo que le sucedió a Saúl.

Saúl tuvo un disgusto con Samuel, el profeta sacerdote que lo había designado como rey. El libro de 1 Samuel presenta dos relatos diferentes de las circunstancias que precipitaron la ruptura (¿de dos autores diferentes?), pero el elemento común de los dos relatos es que ambos presentan a Saúl traspasando los linderos de su poder e invadiendo las prerrogativas del sacerdocio. Aparentemente, la respuesta de Samuel fue designar a otro rey, David.

EL SURGIMIENTO DE DAVID

David era un héroe bien conocido de la tribu de Judá. Por un tiempo, fue miembro de la comitiva de Saúl, y desposó a una de las hijas de Saúl. Saúl llegó a considerar a David como una amenaza para su trono - con bastante razón - y se convirtieron en rivales. Cuando David recibió el apoyo de los sacerdotes de Silo 3, Saúl los hizo asesinar a todos - excepto a uno, que escapó.

Saúl reinó hasta que murió en combate luchando contra los filisteos. Después de su muerte, el reino se dividió entre su hijo Ishbaal y David. Ishbaal reinó en la porción septentrional del país; David gobernó en su propia tribu, Judá, que era la mayor de las tribus, casi del tamaño de todas las otras tribus juntas, y que abarcaba la porción meridional del país. Ishbaal fue asesinado, y David se convirtió en rey de todo el país, norte y sur.

Ya en esta etapa temprana de la historia israelita, pues, podemos ver conflictos entre el rey y el sacerdote, y entre un rey y otro. Un día, estas dinámicas politicas jugarían un papel decisivo en la formación de la Biblia.

David se destaca como figura importante en la Biblia hebrea, realmente el que se acerca a Moisés en impacto. Hay varias razones para esto. Primera, nosotros simplemente tenemos una porción mayor de material fuente acerca de él en la Biblia que sobre otras figuras. Tenemos el largo texto conocido como la Historia de la Corte del Rey David (en el libro de 2 Samuel), una obra que está escrita hermosamente y al mismo tiempo es un notable ejemplo de escritura de la historia, notable porque critica abiertamente a sus héroes, una práctica que es poco menos que desconocida entre los reyes del Cercano Oriente.

Segundo, David se destaca porque, si sólo la mitad lo que dice la Biblia acerca de él es verdad, vivió una vida extraordinaria, con lo que me refiero tanto a su vida personal como a su vida política. (En todo caso, las dos apenas pueden separarse).

La tercera razón del lugar singular que David ocupa entre las figuras bíblicas es que David estableció una duradera dinastía de reyes que descendieron de él. De hecho, la dinastía davídica fue una de las familias reinantes de mayor duración en cualquier país en la historia del mundo. De aquí la poderosa resistencia de la tradición mesiánica en el judaísmo y el cristianismo - la confianza en que siempre habría a mano un descendiente de David en tiempos de angustia.

EL IMPERIO DE DAVID

Una de las cosas que pueden haber hecho que Saúl fuese un candidato atractivo para ser el primer rey de Israel era que procedía de la tribu de Benjamín, geográficamente una tribu pequeña. Por consiguiente, había poca amenaza de que él y su tribu pudiesen dominar a las otras tribus por medio de su posición. Por otra parte, David, que procedía de Judá, la tribu de mayor tamaño, personificaba ese peligro. Sin embargo, David era un político sensitivo y capaz, y ejecutó una serie de acciones que aumentaron la unidad del reino.

Primero, trasladó su capital de Hebrón, que era la principal ciudad de Judá, a Jerusalén. Esta ciudad había sido una ciudad jebusea, pero David la había capturado, quizás por medio de una estratagema en la cual algunos de sus hombres escalaron el conducto casi vertical de un túnel de agua bajo la ciudad. El túnel, ahora conocido como el conducto de Warren, fue limpiado en las excavaciones de la ciudad de David de la Jerusalén bíblica y abierto al público en 1985. Puesto que Jerusalén había sido ocupada por los jebuseos antes de que David la capturase, no estaba afiliada a ninguna de las tribus de Israel. Por lo tanto, la selección de Jerusalén como capital por parte de David no ofendía a ninguna tribu y minimizaba cualquier impresión de que se proponía favorecer a Judá - de manera muy parecida a aquélla en que Washington, D. C, resultaba atractiva como capital de Estados Unidos porque estaba separada y ya no se la consideraba parte de ninguno de los estados. Además, Jerusalén estaba situada en el centro del norte y el sur del país.

La segunda acción de David que facilitó la representación tanto del norte como del sur en su nuevo reino unido fue el nombramiento de dos sumos sacerdotes en Jerusalén, uno del  norte y otro del sur. De manera no diferente de la presencia de dos rabinos principales en el moderno Israel, uno de la comunidad sefardita y otro de la comunidad askenázica, los dos sumos sacerdotes de David eran un medio de satisfacer a dos distritos anteriormente separados, pero ahora unidos. El sumo sacerdote del norte, nombrado por David, era Abiatar, que era el mismo que había escapado de la matanza de los sacerdotes de Silo ordenada por Saúl. El sumo sacerdote del sur, nombrado por David, era Sadoc, que procedía de la ciudad de Hebrón, la antigua ciudad capital de David en Judá. Aparentemente, Sadoc y los sacerdotes de Hebrón eran considerados descendientes de Aarón, el primer sumo sacerdote de Israel. Por consiguiente, el doble sumo sacerdocio de David puede haber sido una concesión, no sólo con respecto al norte y al sur, sino también con respecto a dos antiguas familias sacerdotales, distinguidas y políticamente importantes: la familia de Moisés y la familia de Aarón.

Tan fuerte como cualquier otro cemento para mantener unido el reino es la historia de los matrimonios de David. Se casó con mujeres que procedían de varias regiones de importancia política, que sólo podían fortalecer los lazos sociales entre cada una de esas regiones y la familia real.

La más práctica de las políticas de David fue el establecimiento de un ejército profesional permanente. Esta fuerza militar incluía a extranjeros (cereteos, peleteos, heteos), y respondía ante David y ante el general que él había nombrado personalmente. Por consiguiente, David ya no dependía de que las tribus individuales reclutaran (es decir, llamaran a filas) a sus hombres para el servicio militar en tiempos de crisis. David había resuelto la parte principal del problema de dependencia de estas tribus.

Por medio de una victoria militar tras otra, David puso bajo su dominio a Edom, Moab, Amón, Siria, y quizás a Fenicia. Construyó un imperio que se extendía desde el río de Egipto (el wadi El Arish, no el Nilo) hasta el río Éufrates en Mesopotamia. Hizo de Jerusalén el centro tanto religioso como político de su imperio, llevando allí el objeto más sagrado, el arca, e instalando allí a sus dos sumos sacerdotes. Era un imperio políticamente importante en aquel mundo.

LA FAMILIA REAL

Para poder ver cómo la vida, los sucesos y las personas individuales de aquel mundo produjeron la Biblia, también hay que examinar la historia de la familia real. Sus relaciones, conflictos, e inclinaciones políticas afectaron el curso de la historia y, con ello, el carácter de la Biblia.

El hecho de que David tuviera tantas esposas significaba que también tendría muchos hijos, que eran medios hermanos y medias hermanas los unos de los otros. El hijo mayor de David y que probablemente sería su heredero, era Amnón. De acuerdo con la Historia de la Corte de David, en una de las clásicas representaciones machistas de todos los tiempos, Amnón primero violó y luego rechazó a su media hermana Tamar. Tamar era hija de David con una princesa gesurita. En venganza, Absalón, el hermano de padre y madre de Tamar, mató a Amnón. La eliminación de Amnón logró más para Absalón que la simple venganza por su hermana abusada - también le colocó en posición de competir por el trono. Así es la política monárquica: las relaciones familiares y las relaciones políticas son inseparables. Más tarde, Absalón se rebeló contra su padre. Las tropas reclutadas por las tribus apoyaron a Absalón, el ejército profesional estaba con David. Los profesionales ganaron. Absalón fue muerto.

Durante la ancianidad de David, dos más de sus hijos compitieron por la sucesión al trono: Adonías, que era uno de los mayores, y Salomón, que era hijo de la esposa favorita de David, Betsabé. Cada hijo tenía su partido de seguidores en palacio. Aparentemente, Adonías tenía el apoyo de los otros príncipes. También tenía de su parte al general que controlaba los reclutamientos tribales. Salomón tenía el apoyo del profeta Natán y de su propia madre, Betsabé, que eran extremadamente influyentes con David, y Salomón también tenía de su parte al general del ejército profesional.

Otros dos hombres tomaron partido en estos alineamientos palaciegos, y su participación finalmente tuvo consecuencias cruciales para la historia de Israel y para la Biblia. Eran los dos sumos sacerdotes. Abiatar, el sacerdote del norte, del antiguo sacerdocio de Silo, y posiblemente descendiente de Moisés, apoyaba a Adonías. Sadoc, el sacerdote del sur, de Hebrón en la tribu de Judá, y posiblemente descendiente de Aarón, apoyaba a Salomón.

David apoyaba a Salomón. Respaldado por el ejército profesional, Salomón ganó sin que hubiese verdaderamente una lucha.

Después de la muerte de David, Salomón ordenó la ejecución de su medio hermano Adonías, y del general de éste, Joab. Sin embargo, Salomón no pudo eliminar tan fácilmente al sumo sacerdote Abiatar. El rey no podía ejecutar a un sumo sacerdote. Aun así, no podía tolerar la continuada presencia en el poder de los que se oponían a su sucesión al trono. Por consiguiente, Salomón expulsó a Abiatar del sacerdocio de Jerusalén y de la ciudad de Jerusalén. Lo desterró a una propiedad en Anatot, un pequeño pueblo situado a unas pocas millas de la capital.

EL IMPERIO DE SALOMÓN

El rey Salomón es famoso por su sabiduría. La imagen bíblica de él es que mantuvo un reino fuerte y próspero, y que llevó a cabo esto por su capacidad diplomática y económica, no en el campo de batalla, como su padre había hecho. Superó a su padre en diplomacia por medio del matrimonio. Los archivos bíblicos afirman que tuvo por esposas a setecientas hijas de reyes (y a trescientas concubinas). Aunque consideremos esto como una exageración, indica que los matrimonios políticos eran parte importante de su política. Comerciaba con África y Asia, aprovechando la posición geográfica de Israel. Acumuló enormes cantidades de oro y plata. Construyó un templo en Jerusalén, en el cual puso el arca. Esto fortaleció especialmente la imagen de Jerusalén como el centro religioso y la capital de la nación.

El templo no era impresionante en tamaño. Sólo tenía sesenta codos de largo y veinte codos de ancho. Un codo es el largo del brazo de un hombre desde el el codo hasta el segundo nudillo de la mano, como dieciocho pulgadas. Sin embargo, el tamaño no era realmente importante, porque a nadie se le permitió jamás entrar al templo israelita, excepto a los sacerdotes. Las ceremonias y los sacrificios se llevaban a cabo en el atrio, a la entrada del templo. Las impresionantes cualidades del templo eran más bien sus características físicas y su contenido. Las paredes tenían paneles de cedro. El interior estaba dividido en dos compartimientos, uno exterior llamado el Lugar Santo y uno interior llamado el Lugar Santísimo.

El Lugar Santísimo era un cubo perfecto, de veinte codos de largo, veinte de ancho y veinte de altura. En él había dos tremendas estatutas, los querubines. En aquel mundo, los querubines no eran los angelicales niñitos del arte posterior que disparan flechas y hacen que la gente se enamore. Un querubín era una esfinge, por lo general tenía cuerpo de un animal de cuatro patas, cabeza de hombre, y alas de ave. Los querubines del templo estaban tallados de madera de olivo y recubiertos de oro. No eran ídolos. Eran más bien la plataforma del trono de Yahvé, que invisiblemente ocupaba el trono que aquéllos sostenían. Bajo las alas de los querubines, en medio del compartimiento, estaba el objeto más sagrado de Israel, el arca, la caja de oro que contenía las tablas de los Diez Mandamientos.

Además del templo, Salomón tenía otros y numerosos proyectos de edificios. Construyó para sí mismo un gran palacio, que era de mayor tamaño que el templo. También construyó fortificaciones militares por todo el país.

Así, pues, la Biblia representa a Salomón como un gran monarca del antiguo Cercano Oriente. Para contemplar ese mundo y especialmente para palpar los problemas políticos de la vida de aquel entonces, primero hay que tener un buen conocimiento de la geografía del territorio. Luego, hay que ser realmente sensible a las fuerzas políticas y económicas. Y entonces hay que leer cuidadosamente lo que la mayoría de la gente consideraría los pasajes más aburridos de la Biblia: listas de territorios, proyectos de construcción, y anotaciones sobre la situación política en países vecinos. A mi juicio, el mejor análisis de todo esto es el de un erudito bíblico estadounidense, Baruch Halpern. Yo arribé a algunas de mis conclusiones con respecto a varios puntos importantes de quién escribió la Biblia aplicando a la Biblia sus deducciones sobre historia política. Lo que también es impresionante acerca del análisis de Halpern sobre el mundo político de Salomón es que lo escribió cuando sólo tenía veinte años de edad y era estudiante de Harvard en 1972. Demostró que la política interna y la política exterior de Salomón amenazaba la unidad del país.

DE UN PAÍS A DOS PAÍSES

Tenemos que tener presente que el país había sido una vez dos reinos separados, uno en el norte y otro en el sur, y que el reino del norte a su vez había estado compuesto por tribus individuales. Las antiguas divisiones tribales no habían dejado de existir bajo los reinados de David y Salomón. Tampoco el recuerdo de un norte que una vez había sido independiente. Sin embargo, muchas de las políticas de Salomón alejaron a los del norte, en vez de estimular su apoyo.

En primer lugar, Salomón había despedido al sumo sacerdote del norte, Abiatar. Otro ejemplo: Por supuesto, había impuestos que todo el mundo tenía que pagar, tanto los del norte como los del sur pero, como Halpern señalaba, el archivo de los proyectos de construcción de Salomón muestra que gastaba el dinero de los impuestos desproporcionadamente en defensas militares en el sur. Estaba aportando a su propia tribu, Judá, protección contra la amenaza militar de Egipto. Pero Siria se había separado del imperio durante este período, y sin embargo, Salomón no daba a las tribus del norte igual protección contra la muy real amenaza de Siria allí. La gente del norte estaba pagando por la seguridad de la gente del sur.

Como otro ejemplo de la política de Salomón hacia Israel en el norte, Salomón recibió ayuda para la construcción del templo y el palacio por parte de Hiram de Tiro, rey de los fenicios, que era suegro de Salomón. (En realidad, casi todos los reyes del antiguo Cercano Oriente deben haber sido suegros de Salomón). Hiram proporcionó los cedros del Líbano y 120 talentos de oro. A cambio, Salomón cedió al rey fenicio un trozo de territorio israelita en el norte, que contenía veinte ciudades. Con esta acción también, Salomón estaba construyendo su propia capital únicamente a expensas del norte.

Una de las políticas de Salomón en particular interfirió con la estructura misma del sistema tribal. Salomón estableció doce distritos administrativos, cada uno de los cuales debía proporcionar alimento para la corte de Jerusalén durante un mes de cada año. Los linderos de estos doce nuevos distritos no correspondían a los linderos existentes de cada una de las doce tribus. Salomón designó personalmente a los jefes de cada distrito administrativo. Esto es como establecer una demarcación arbitraria e injusta de los distritos electorales [en inglés, gerrymandering - N. del T.], sólo que al cuadrado. Sería como si el presidente de Estados Unidos estableciera cincuenta nuevos distritos para propósitos de impuestos, distritos que no correspondieran a los cincuenta estados existentes, y dentro de los cuales hubiera un administrador nombrado políticamente, en lugar de su propio gobernador y sus propios legisladores elegidos. Para empeorar las cosas, la redistribución de Salomón era sólo para el norte. Los doce nuevos distritos no incluían el territorio de Judá.

Por si todo esto no convencía al populacho de que su rey se proponía ejercer un poderoso control centralizado desde Jerusalén, Salomón estableció otra política económica que no podría dejar ninguna duda. Instituyó el missim. En hebreo, el término missim se refiere a una especie de impuesto, no en dinero, sino en trabajo físico. Los ciudadanos debían rendir un mes de trabajo obligatorio para el gobierno cada año. Debido a que estamos hablando de Israel, una nación que tenía una tradición de que una vez había sido esclava en Egipto pero que ahora era libre, una ley de trabajo obligatorio debe haber sido un trago amargo, difícil de tragar.

Tenemos dos piezas de evidencia de cuán difícil era este trago. El primero es que uno de los escritores del libro de Éxodo describió más tarde a los supervisores egipcios de los esclavos israelitas, no con el término usual de "capataces", sino con el de "oficiales de missim". En el próximo capítulo identificaré al hombre que escribió esas palabras. No era ningún amigo de la familia real.

La segunda pieza de evidencia es un incidente que ocurrió poco después de la muerte de Salomón. A pesar de cualquier disatisfacción que las tribus del norte hubiesen sentido por sus políticas, Salomón había sido lo bastante fuerte como para mantener unida a la nación, y las tribus del norte no se separaron durante su reinado. Sin embargo, cuando Salomón murió, su hijo, el rey Roboam, carecía de lo que fuera necesario para mantener al reino unificado. Roboam fue a Siquem, una importante ciudad en el norte, para ser coronado. Los líderes del norte le preguntaron si planeaba continuar las políticas de su padre. Roboam dijo que sí. Las tribus del norte se separaron. Una indicación de lo que les molestaba es el incidente al que me he referido: el primer acto de rebelión fue la muerte por lapidación de uno de los oficiales de Roboam. El hombre lapidado era el jefe de los missim.

Fue así como Roboam reinó sólo sobre Judá (y Benjamín, al que Judá dominaba). El resto de Israel escogió por jefe a un hombre llamado Jeroboam. Ahora el imperio de David se convirtió en dos países: Israel en el  norte, y Judá en el sur. Es necesario que examinemos la vida, especialmente la vida religiosa, de los dos reinos, y luego estaremos preparados para identificar a dos de los escritores de la Biblia.

ISRAEL Y JUDÁ

La similitud de los nombres de los dos reyes, Roboam y Jeroboam, no es ninguna coincidencia. En hebreo, ambos nombres pueden significar que el pueblo debería ser numeroso o muy extenso. Aparentemente, cada rey escogió un nombre para su trono que sugiriera su interés por la expansión de su porción de la nación que una vez estuvo unida. Roboam gobernó sobre Jerusalén, la ciudad de David. Jeroboam hizo de Siquem la capital del nuevo reino del norte.

La división política del país en dos tuvo enormes implicaciones para la religión. La religión no estaba separada del estado. Jerusalén había sido tanto la capital política como el centro religioso del país. Por consiguiente, Jeroboam, rey de Israel, estaba en una posición extremadamente difícil. Israel y Judá podían haberse convertido en dos países separados, pero todavía compartían una religión común. Ambos adoraban al Dios Yahvé. Ambos tenían creencias y tradiciones acerca de los patriarcas, la esclavitud y el Éxodo desde Egipto, y experiencias al pie de una montaña en el desierto de Sinaí. El templo, el arca, y el sumo sacerdote estaban ubicados en Jerusalén. Esto significaba que, por lo menos en días festivos, y en varias otras ocasiones también, las masas de la población de Jeroboam cruzaban la frontera hacia Judá tomando una porción bastante considerable de ganado y productos agrícolas para sus sacrificios. Iban a la ciudad de David, oraban y hacían sacrificios en el templo de Salomón, y veían al rey Jeroboam en el centro de las actividades. Este escenario difícilmente podrían haber llenado el corazón de Jeroboam con una sensación de estabilidad.

Jeroboam no podía simplemente crear una nueva religión para impedir que el pueblo fuera a Jerusalén. Sin embargo, podía establecer para su nuevo reino su propia versión nacional de la religión común.

Fue así como el reino de Israel, como el reino de Judá, siguió rindiéndole culto a Yahvé, pero Jeroboam estableció nuevos centros religiosos, nuevos días festivos, nuevos sacerdotes, y nuevos símbolos religiosos. Los nuevos centros religiosos que habrían de sustituir al de Jerusalén eran las ciudades de Dan y Bet-el. Dan era la ciudad más septentrional de Israel, y Bet-el era una de las más meridionales. En realidad, Bet-el estaba sólo a corta distancia al norte de Jerusalén, sobre la frontera entre Israel y Judá. Así, pues, cualesquiera israelitas que pudieran haber pensado en tener culto en Jerusalén se sentirían inclinados a detenerse en Bet-el, en lugar de viajar la distancia adicional -- cuesta arriba -- hasta Jerusalén.

La nueva fiesta religiosa nacional de Jeroboam se celebraba en otoño, un mes después de la principal festividad religiosa otoñal de Judá. Sus nuevos símbolos religiosos eran dos becerros de oro fundido, en lugar de los dos querubines de oro de Jerusalén. A propósito, la palabra "becerros", que aparece en la mayoría de las traducciones, conduce a confusión. En el texto hebreo, la palabra significa toro joven, que es símbolo de fortaleza, no las imágenes más débiles que la palabra "becerro" connota generalmente. El becerro, o toro joven, se asociaba a menudo con el dios El, el dios principal de los cananeos, al que a menudo se aludia como "El Toro". Por consiguiente, tenemos algo de razón para creer que la versión de la religión de Jeroboam de alguna manera identificaba a Yahvé con El. La idea de que Yahvé y El eran uno solo tendría el valor añadido de unir más a la población israelita con la todavía grande población cananea en el reino de Jeroboam.

Jeroboam instaló uno de los becerros de oro en Beth-El y el otro en Dan. Esto era impresionante porque los becerros, como los querubines, no eran estatuas de dioses, sino sólo el pedestal del invisible Dios Yahvé. Así, pues, en Israel, Dios puede haber sido representado como entronizado sobre el reino entero, desde la frontera septentrional hasta la meridional, no sólo en el templo de Judá.

LOS SACERDOTES DEL REY JEROBOAM

La selección por Jeroboam de los sacerdotes para el nuevo reino era crucial. Los levitas del norte había sufrido mucho bajo el reinado de Salomón. Muchos habían sido residentes de las veinte ciudades que Salomón le había entregado a Hiram, el rey fenicio. Los que procedían de Silo habían sufrido más. En los días de los jueces, Silo había sido la ubicación del tabernáculo y el arca, el templo central del pueblo. Samuel, el sacerdote-profeta-juez de Silo, había designado y ungido a los dos primeros reyes, Saúl y David. Abiatar, de los sacerdotes de Silo, había sido uno de los dos sumos sacerdotes bajo el reinado de David. Luego, Salomón expulsó a Abiatar por apoyar al hermano perdedor en la lucha por la sucesión, y los sacerdotes de Silo quedaron sin poder en Jerusalén. Estos miembros del antiguo establecimiento sacerdotal de Israel tenían tanta razón como cualquiera, o más, de sentirse traicionados y excluidos de la casa real de Jerusalén. Por tanto, es interesante y apenas sorprendente que el profeta que instigó la sucesión y designó como rey a Jeroboam fuera un hombre llamado Ahías, de Silo.

Los sacerdotes de Silo pronto se sintieron nuevamente traicionados y excluidos. Jeroboam no los nombró tampoco en Dan ni en Beth-el. En Dan había un antiguo y bien establecido sacerdocio, fundado por el nieto de Moisés, según el libro de Jueces. Probablemente, continuaba funcionando allí. En Beth-el, Jeroboam estaba designando nuevos rostros, incluyendo a individuos que no eran levitas, para que se desempeñaran en el altar del becerro de oro. De acuerdo con un texto bíblico, el nuevo criterio para designar a alguien para el sacerdocio bajo el reinado de Jeroboam no era ser levita, sino que "llenara el puño" con un toro joven y siete carneros.

Los sacerdotes de Silo no tenían lugar en la nueva estructura religiosa de Jeroboam. Condenaron como herejía los becerros de oro, que eran el símbolo de la religión. Se dijo más tarde que Ahías de Silo, el mismo profeta al que se le atribuye haber designado a Jeroboam como rey, había profetizado la caída de la familia de Jeroboam a causa de la herejía. Puesto que la tribu de Leví no tenía territorio propio como las otras tribus, los levitas de Silo y de otros lugares de Israel sólo tenían dos opciones: podían mudarse a Judá y tratar de hallar un lugar en la jerarquía sacerdotal allí, o permanecer en Israel y ganarse la vida como pudieran, quizás desempeñando varios servicios religiosos en los principales centros religiosos, dependiendo de la generosidad de los demás. Si los sacerdotes de Silo eran ciertamente descendientes de Moisés, su actual posición, o falta de status, en ambos reinos debe haberles resultado amargo. Habían caído del liderazgo en la nación a una pobre dependencia sin territorio.

LA CAÍDA DE ISRAEL

La nación misma ahora era dos naciones, relacionadas pero divididas. Tenían un lenguaje en común, y compartían un tesoro de tradiciones y formas de expresión religiosa similares pero no idénticas. El área total que los dos reinos ocupaban era todavía bastante pequeña. Las otras áreas que controlaban disminuían considerablemente. Siria y Fenicia ya se habían separado del imperio en la época de Salomón. Después de la división del reino, Judá controló Edom, situada en su frontera oriental, durante más o menos un siglo, y luego Edom se rebeló y se separó. Israel controló a Moab durante más o menos el mismo período de tiempo, y luego también Moab se rebeló y se volvió independiente. Israel y Judá quedaron como dos pequeños reinos, vulnerables a poderosas naciones como Egipto y Asiria. (Véase el mapa en la página 302).

En Israel, la monarquía era inestable. Ninguna familia de reyes se mantuvo en el trono jamás durante más que unas pocas generaciones. El reino duró doscientos años. Luego, el imperio asirio lo conquistó en el año 722 A.C. y puso fin a su existencia como nación. La población fue dispersada. Los asirios deportaron y enviaron al exilio a muchos israelitas en varias secciones del imperio asirio. Ls israelitas exiliados han llegado a ser conocidos como las diez tribus perdidas de Israel. Presumiblemente, también había gran número de refugiados que habían huído de Israel hacia Judá al sur para escapar de las fuerzas asirias que se acercaban.

En Judá, la monarquía era extremadamente estable, una de las dinastías más duraderas de la historia. Judá sobrevivió por más de cien años después de la destrucción de Israel.

Durante los doscientos años que estos dos reinos existieron uno al lado del otro, vivieron dos de los escritores que estamos buscando. Cada uno compuso una versión de la historia del pueblo. Ambas versiones se convirtieron en parte de la Biblia. Con este cuadro de los primeros años del mundo bíblico, ahora estamos preparados para identificar a estos dos de los escritores de la Biblia.


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