Las historias de E revelan más acerca de la identidad de su autor que los relatos de J lo hacen acerca de su autor.
EL BECERRO DE ORO
Lo más
revelador de todo es el relato de E sobre el becerro de oro,
que yo resumí brevemente en la Introducción. Mientras Moisés
recibía los Diez Mandamientos en el monte de Dios, Aarón
fabricaba un becerro de oro para el pueblo. Éste dice:
"Éstos son tus dioses, Israel, que te sacaron de la tierra
de Egipto". Aarón dice: "Mañana será fiesta para Jehová" 1.
El pueblo hace sacrificios y celebra con regocijo. Mientras
tanto, Dios le dice a Moisés lo que está ocurriendo al pie
de la montaña, y Dios dice que destruirá al pueblo y dará
inicio a un nuevo pueblo descendiente de Moisés. Moisés
ruega a Dios que tenga misericordia, y Dios accede. Moisés
baja de la montaña con su asistente Josué. Cuando ve el
becerro y la condición en que está el pueblo, rompe airado
las tablas de piedra. Luego, la tribu de Leví se reúne
alrededor de Moisés y ejecuta una sangrienta purga entre el
pueblo. Moisés ruega a Dios que perdone la ofensa del pueblo
y que no lo destruya 2.
La historia
está llena de preguntas. ¿Por qué la persona que escribió
este relato presenta al pueblo como rebelde en el momento
mismo de su liberación y cuando está recibiendo el pacto?
¿Por qué presenta a Aarón
como líder de la herejía? ¿Por qué no sufrió Aarón ningún
castigo finalmente por esto? ¿Por qué presenta el autor un becerro de oro? ¿Por
qué dice el pueblo: "Éstos
son tus dioses,
Israel ...", cuando no hay sino un solo becerro? ¿Y por qué
dicen: "... que te
sacaron de la tierra de Egipto", cuando,
obviamente, el becerro no fue fabricado sino hasta después
de que hubieron salido de Egipto? ¿Por qué dice Aarón:
"Mañana será fiesta para Jehová",
cuando está presentando el becerro como rival de Yahvé? ¿Por
qué es el becerro tratado como un dios en este relato,
cuando el becerro no
era un dios en el antiguo Cercano Oriente? ¿Por qué presenta
el escritor a Moisés estrellando contra el suelo las tablas
de los Diez Mandamientos? ¿Por qué presenta a los levitas
como actuando en celo sangriento? ¿Por qué incluye a Josué
en la historia? ¿Por qué presenta a Josué como disociado del
incidente del becerro de oro?
Por nuestras
relaciones con el mundo que produjo la Biblia, ya tenemos
suficiente información para responder a todas estas
preguntas. Ya hemos visto considerable evidencia de que el
autor de J era de Judá y el autor de E era de Israel.
También hemos vsto evidencias que indican que el autor
israelita de E tenía un interés particular en cuestiones que
se relacionaban con el rey Jeroboam y sus políticas. E trata
de de ciudades que Jeroboam reconstruyó: Siquem, Penuel,
Beth-el. E justifica la ascendencia de su tribu natal,
Efraín. E desdeña la política del missim de Judea. E presta especial
atención a la cuestión del entierro de José, cuya tumba
tradicional estaba en Siquem, la capital de Jeroboam.
Además, E es una fuente que hace énfasis particular en
Moisés como su héroe, mucho más de lo que lo hace J. En esta
historia, es la intercesión de Moisés ante Dios lo que salva
al pueblo de la destrucción. E desarrolla especialmente el
papel personal de Moisés en la liberación de la esclavitud,
de una manera en que no lo hace J. En E, hay menos material
sobre los patriarcas que sobre Moisés; en J, hay más sobre
los patriarcas.
Consideremos
la posibilidad de que la persona que escribió E fuera un
sacerdote levita, probablemente de Silo y, por consiguiente,
descendiente de Moisés. Tal persona tendría un interés en
desarrollar estas cosas: las opresivas políticas económicas
de Judá, el establecimiento de un reino independiente bajo
Jeroboam, y la posición superior de Moisés. Si esto es
verdad, que el autor de E era un levita de Silo y
posiblemente descendiente de Moisés, entonces esto responde
a cada una de las preguntas sobre la historia del becerro de
oro.
Recuérdese
que, bajo el rey Salomón, los sacerdotes de Silo
sufrieron la pérdida de su lugar en la jerarquía sacerdotal.
Su jefe, Abiatar, fue expulsado de Jerusalén. Mientras
tanto, el otro sumo sacerdote, Sadoc, que era considerado
descendiente de Aarón, permanecía en su puesto. Los
territorios de los levitas del norte fueron entregados a los
fenicios. El profeta de Silo, Ahías, instigó la secesión de
las tribus del norte, y designó a Jeroboam como rey del
norte. Sin embargo, las esperanzas de los sacerdotes de Silo
de tener un nuevo reino se frustraron cuando Jeroboam
estableció los centros religiosos del becerro de oro en Dan y
en Beth-el, y no los nombró sacerdotes allí. Para esta
antigua familia de sacerdotes, lo que debió haber sido un
momento de liberación se había convertido en un momento de
traición religiosa. En Israel, el símbolo de su exclusión
fueron los becerros de
oro. En Judá, el símbolo de su exclusión fue Aarón. Alguien de esa
familia, el autor de E, escribió un relato que decía que,
poco después de la liberación de la esclavitud de Israel,
cometieron herejía. ¿Cuál fue la herejía? ¡Adorar un becerro de oro! ¿Quién
fabricó el becerro de oro? ¡Aarón!
Los detalles
de la historia encajan en su lugar. ¿Por qué no sufre Aarón
ningún castigo en el relato? Porque, sin importar cuánta
antipatía pueda haber sentido el autor hacia los
descendientes de Aarón, ese autor no podía cambiar el
recuerdo histórico entero de su pueblo. Tenían una tradición
según la cual Aarón era un antiguo sumo sacerdote. Un sumo
sacerdote no podía ser representado sufriendo ningún daño de
parte de Dios porque, en
tal caso, no habría
podido continuar sirviendo como sumo sacerdote.
Cualquier tipo de defecto del sumo sacerdote lo habría
descalificado para el servicio. El autor no podía
simplemente fabricar un relato diciendo que el sumo
sacerdote había quedado descalificado en una etapa tan
temprana.
¿Por qué dice
Aarón: "Mañana será fiesta para Yahvé" cuando está presentando el becerro
como rival de Yahvé? Porque el becerro no es, en realidad,
un dios rival. El becerro, o toro joven, es sólo la
plataforma del trono o el símbolo de la deidad, no la deidad
misma. ¿Por qué es tratado
el becerro como un dios en este relato? Presumiblemente,
porque la historia es polémica; el escritor se propone
presentar los becerros de oro del reino de Israel en la peor
luz posible. En realidad, veremos otros casos en que
escritores bíblicos usan la palabra "dioses" para incluir
los becerros de oro y los querubines de oro; y en esos
casos, también, el texto es polémico.
¿Por qué dice
el pueblo: "Éstos
son tus dioses, Israel ... " cuando sólo hay un becerro?
¿Por qué dicen "... que te sacaron de la tierra de Egipto"
cuando el becerro no fue fabricado sino cuando ya estaban
fuera de Egipto? La respuesta parece estar en el relato del
rey Jeroboam en el libro de 1 Reyes. Dice allí que, cuando
Jeroboam fabricó sus dos becerros de oro, declaró al pueblo:
"He aquí tus dioses, oh Israel, que te sacaron de la tierra
de Egipto" 3. Las
palabras del pueblo en Éxodo son idénticas a las palabras de
Jeroboam en 1 Reyes. Sería difícil para nosotros seguir el
rastro de la historia textual de estos dos pasajes, pero lo
menos que podemos decir es que el escritor del relato sobre
el becerro de oro en Éxodo parece haber tomado las palabras
que tradicionalmente se le atribuían a Jeroboam y las puso
en boca del pueblo. Esto hizo que la conexión entre su
relato del becerro del oro y los becerros de oro del reino
de Israel fuera clara como el agua limpia para sus lectores.
¿Por qué
representa el escritor de E a los levitas actuando como con
sangriento celo? Él era levita. Escribió que Aarón había
actuado en rebeldía cuando sólo los otros levitas habían
actuado con lealtad. Moisés les dice a los levitas allí que
se han ganado la bendición por sus acciones. De este modo,
el relato denigra la ascendencia de los sacerdotes de
Jerusalén mientras felicita al resto de los levitas.
¿Qué está
haciendo Josué en esta historia, y por qué ha sido apartado
como si estuviera desconectado de la herejía? Porque, como
sabemos, Josué era un héroe del norte. Su tribu natal era la
misma que la del rey Jeroboam: Efraín. Su tumba, como la de
José, estaba en Efraín. Se le atribuye el haber dirigido una
ceremonia nacional de pacto en Siquem, el lugar que más
tarde habría de convertirse en la capital de Jeroboam. Por
consiguiente, el escritor de E añadía al relato del becerro
de oro un elemento de alabanza para un héro del norte
asociado en la tradición con la ciudad capital y la tribu
preeminente. La disociación de Josué de la herejía del
becerro del oro también explicaba por qué Josué se convierte
más tarde en el sucesor de Moisés.
¿Por qué
presenta el escritor a Moisés quebrando las tablas de los
Diez Mandamientos? Posiblemente porque esto suscitaba
dudas acerca del altar religioso central de Judá. El templo de Judá
albergaba el arca que se suponía contenía las tablas de los
Diez Mandamientos. De acuerdo con la historia de E sobre el
becerro de oro, Moisés
quiebra las tablas. Eso significa que,
según la fuente de E, el arca al sur, en el templo de
Jerusalén, o contiene tablas que no son auténticas o no
contiene ningunas tablas en absoluto 4.
Al redactar el relato del becerro de oro,
el autor de E atacó los establecimientos religiosos tanto de
Israel como de Judá. Ambos habían excluido el grupo de E.
Uno se podría preguntar: ¿Por qué, pues, era este escritor
tan favorable al reino de Jeroboam en otros relatos? ¿Por
qué favorecía las ciudades de Siquem, Penuel, y
especialmente Beth-el? ¿Por qué favorecía la tribu de
Efraín? Primero, porque Silo estaba en Efraín, y su sumo
sacerdote, Samuel, era de Efraín 5.
Segundo, presumiblemente porque el reino de Israel
continuaba siendo su única esperanza, políticamente
hablando. Podía esperar el día en que los ilegítimos
sacerdotes de Beth-el, que no eran levitas, serían
rechazados, y su grupo levita fueran reestablecido en su
posición. Ni Judá ni Jerusalén ofrecían esa esperanza en esa
época. Los sacerdotes de la familia de Aarón habían sido
establecidos firmemente allí desde la época de Salomón. Eran
levitas y, por lo tanto, no menos legítimos que los
sacerdotes de Silo. Estaban estrechamente ligados a la
familia real por lazos políticos y de matrimonio 6
. La única
esperanza realista para los sacerdotes de Silo estaba en el
reino del norte. Por consiguiente, la fuente de E favorecía
aquella estructura política
mientras atacaba su establecimiento religioso.
SÍMBOLOS DE FE
La historia
del becerro de oro no es el único caso en que el autor de E
puede haber criticado los establecimientos tanto del norte
como del sur.
En la versión
J de los mandamientos que Dios da a Moisés en el Sinaí, hay
una prohibición contra fabricar estatuas (ídolos). En J, la
redacción del mandamiento es:
No te harás dioses de fundición 7.
Aquí, en J, la orden
prohibe sólo estatuas de
fundición. Los becerros de oro
de Jeroboam en el norte eran de fundición. Los querubines de
oro de Salomón en el sur no eran de fundición. Estaban
hechos de madera de olivo y luego recubiertos de oro. El
texto de J, pues, encaja con la iconografía de Judá. Puede
dar a entender que los becerros de oro de Israel en el norte
eran inapropiados, aunque en realidad no son estatuas de un
dios; pero no deja lugar a la contra-acusación de que los
querubines de oro de Judá son inapropiados también.
Mientras
tanto, la formulación de la fuente E de esta prohibición
dice:
No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de
oro os haréis 8.
Quizás este
mandamiento se refiere solamente a verdaderas estatuas de
dioses, pero, si arroja dudas sobre los íconos de plataforma
de trono también, entonces arroja dudas tanto sobre los
becerros de oro fundido como sobre los querubines revestidos
de oro.
La relación
entre las fuentes de J y E y los símbolos religiosos de Judá
e Israel respectivamente es evidente en otros lugares
también. En un texto de J al comienzo del libro de Números,
el pueblo sale de Sinaí/Horeb en viaje hacia la tierra
prometida 9. Según
la descripción de su partida, el arca es transportada al
frente del pueblo a medida que éste viaja. Otro texto J
también menciona el arca como importante para el éxito del
pueblo en el desierto. En realidad, indica que, sin ella, la
victoria militar es imposible 10.
Como sabemos, el arca era considerada el objeto central del
templo de Salomón en Jerusalén. Por lo tanto, no debería
sorprender que sea tratada como de tanta importancia en J, pero nunca se mencione en E.
Más bien, E
atribuye gran importancia a la tienda de reunión como
símbolo de la presencia de Dios entre el pueblo 11.
Según los libros de Samuel, Reyes y Crónicas, la tienda de
reunión (o tabernáculo) era un lugar de principal
importancia para el culto de la nación hasta que Salomón
reemplazó el altar en una tienda con el templo. Además, el
tabernáculo estaba asociado originalmente con la ciudad de Silo. Por consiguiente,
dada la otra evidencia para conectar al autor de E con el
sacerdocio de Silo, no debería sorprender que la tienda de
reunión tuviera tanta importancia en E, pero nunca se mencione en J.
El arca no
aparece en E. El tabernáculo no aparece en J. Esto no es
ninguna coincidencia. Los relatos de las fuentes tratan de
los símbolos religiosos de las respectivas comunidades de
las cuales procedían.
Ahora también
podemos regresar al principio del libro de Génesis y
apreciar el hecho de que, en la conclusión de la historia de
Adán y Eva en el jardín de Edén, que es una narración de J,
Yahvé pone querubines como guardianes en el sendero que
conduce al árbol de la vida 12.
Puesto que había querubines en el Lugar Santísimo en el
templo de Jerusalén, es sólo natural que un partidario de
las tradiciones religiosas de Judá pusiera querubines como
guardianes de algo valioso y sagrado.
El relato del
becerro de oro revela más acerca de su autor que
probablemente cualquier otro relato en J o en E. Además de
todo lo que nos cuenta sobre los antecedentes del autor y
sobre la habilidad del autor para componer un relato, nos
dice cuán profunda era su ira hacia los que habían
desplazado a su grupo en Judá y en Israel. Pudo representar
a Aarón, antepasado del sacerdocio de Jerusalén, cometiendo
herejía y siendo deshonesto. Pudo representar los símbolos
nacionales de la religión israelita como objetos de
idolatría. Pudo representar a la nación que aceptó estos
símbolos como merecedora de una sangrienta purga. Lo que
representó a Moisés haciéndole al becerro de oro era lo que
a él mismo le habría gustado hacerles a los becerros de Dan
y Beth-el: quemarlos con fuego, molerlos hasta convertirlos
en polvo.
MARÍA, BLANCA
COMO LA NIEVE
Hay otro
relato de E que refleja la profundidad del antagonismo entre
los sacerdotes que se identificaban con Moisés (como su
fundador o como su antepasado) y los que se identificaban
con Aarón. En esta historia, Aarón y su hermana María hablan
contra Moisés con respecto a la esposa de Moisés, y Dios los
reprende personalmente. Vale la pena leer esta corta y
extraña historia tal como aparece en el libro de Números.
Generalmente, se la deja fuera de un currículum de escuela
dominical.
MARÍA, BLANCA COMO LA NIEVE, NÚMEROS 12
TEXTO DE E EN CURSIVA
1 María y Aarón hablaron
contra Moisés a causa de la mujer cuista que había tomado;
porque él había tomado mujer cusita.
2 Y dijeron:
¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por
nosotros? Y lo oyó Jehová.
3 Y aquel
varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que
había sobre la tierra.
4 Luego dijo
Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y
salieron ellos tres.
5 Entonces
Jehová descendió en la columna de nube, y se puso a la
puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón; y salieron ambos.
6 Y é les les
dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le
apareceré en visión, en sueños hablaré con él.
7 No así a mi siervo Moisés, que
es fiel en toda mi casa.
8 Cara a cara
hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la
apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvísteis temor de hablar contra mi
siervo Moisés?
9 Entonces la
ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue.
10 Y la nube
se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba
leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba
leprosa.
11 Y dijo
Aarón a Moisés: ¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre
nosotros este
pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado.
12 No quede
ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya
medio consumida su carne.
13 Entonces
Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes
ahora.
14 Respondió
Jehová a Moisés: Pues si su padre hubiera escupido en su
rostro, ¿no se avergonzaría por siete días? Sea echada
fuera del campamento por siete días, y después volverá a
la congregación.
15 Así María
fue echada del campamento por siete días; y el pueblo no
pasó adelante hasta que se reunió María con ellos.
16 Después,
el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de
Parán.
Aarón y María
hablan a causa de la esposa de Moisés. ¿Qué hay con la
esposa de Moisés que les molesta a ellos? El texto no lo
dice. Sólo dice que es cusita. Puesto que
se entiende que, en la Biblia, Cus significa Etiopía, el
problema es que puede ser que la esposa de Moisés es negra.
El problema es que, en la Biblia, también hay un lugar que
se llama Cusán, que es una región de Madián; y la esposa de
Moisés, Séfora, ya ha sido identificada como madianita. Por
consiguiente, no es seguro si el texto aquí se refiere a
Séfora o a una segunda esposa. En todo caso, la lectura más
probable del texto es que la oposición de María y Aarón se
basa en el hecho de que la esposa de Moisés es diferente,
bien que esa diferencia sea racial o étnica. Es también
psicológicamente interesante que la queja misma de ellos
nunca se refiera a la esposa. Es decir, no se quejan en voz
alta de lo que en realidad les molesta. Más bien, dirigen su
crítica al mismo Moisés. Cuestionan si Moisés tiene alguna
posición más allá de la de ellos con respecto a la
revelación. ("¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No
ha hablado también por nosotros?").
Esto
constituye un error. Yahvé les informa que Moisés, en
efecto, se destaca por encima de todos los otros profetas en
el grado de su intimidad con lo divino. Todos los otros
profetas sólo tienen visiones, pero Moisés ve a Dios
realmente. La deidad es descrita como enojada contra Aarón y
María, y María es atacada por una clase de lepra en la cual
desaparece toda la pigmentación de la piel, dejándola
"blanca como la nieve". Si el problema aquí es que la esposa
de Moisés es negra, entonces el castigo que corresponde al
delito en este caso es singularmente apropiado.
Como en el
episodio del becerro de oro, Aarón no sufre ningún castigo.
En la tradición, Aarón había llegado a ser conocido como
sacerdote, y una persona que ha tenido lepra queda
descalificada de allí en adelante para la función
sacerdotal. Por lo tanto, el escritor no podía presentar a
Aarón como habiendo compartido el castigo de su hermana. Aun
así, queda claro en el relato que Aarón ha ofendido, que
Dios está enojado contra Aarón (verso 9), y que Dios dice
explícitamente que la experiencia de Moisés con Dios es
superior a la de Aarón. Esto también se ajusta al interés de
E en empequeñecer el sacerdocio aarónida en Judá. También,
tanto aquí como en la historia del becerro de oro, Aarón se
dirige a Moisés respetuosamente llamándole "mi señor",
reconociendo a Moisés como su superior.
Una historia
de rebeldía es un medio particularmente útil para subrayar
algo. El escritor presenta a una persona o a un grupo
atacando la autoridad correcta o siendo flagrantemente
desobediente, y luego presenta el fallecimiento de esa
persona o ese grupo. Los relatos de E sobre el becerro de
oro y de María blanca como la nieve consiguen esto.
REVERENCIA POR MOISÉS
Hemos cubierto
mucho territorio en la búsqueda de dos de los autores de la
Biblia. En historia tras historia, hemos logrado hallar
indicios que conectan entre sí la historia, el autor y el
mundo del autor. He extraído material de muchas historias y
señalado todas estas pistas, primero, simplemente para
familiarizar a los lectores con la secuencia de las
historias de J y E. Segundo, era importante demostrar la
fortaleza del argumento cumulativo. Cualquiera de estos
ejemplos podría haber sido interesante y haber valido la
pena ser discutido, pero, por sí mismo, no era
necesariamente una prueba obligante de nada. Sin embargo, el
grado al cual tantos aspectos de tantas narrativas convergen
y apuntan en una dirección común es apoyo obligante de la
hipótesis multiautor en general, y de esta identificación de
los autores J y E en particular. Mientras más lee uno estas
historias, más tiene un sentido de su mundo, y más explica
esto.
Cuando
identificamos al autor de E como un sacerdote de Silo que
posiblemente pensaba que Moisés era su propio antepasado, no
sólo estamos diciendo algo acerca de su linaje. Buscamos
comprender por qué escribió lo que escribió. Nos ayuda a
entender por qué las historias de E ofrecen más desarrollo
de la personalidad de Moisés que las de J, y no sólo más desarrollo, sino un
desarrollo más comprensivo.
No hay nada en J que se compare con el discurso de Moisés
dirigido a Dios en un relato de E en Números 11. Allí el
pueblo se queja de que no hay carne para comer en el
desierto, y hablan nostálgicamente de la buena comida que
tenían en Egipto, desestimando temporalmente el hecho de que
habían tenido que trabajar como esclavos por ese alimento.
En este punto, Moisés aparentemente ya no puede soportar la
carga que Dios ha puesto sobre él, administrar él solo toda
esta comunidad. Su petición a Yahvé es extraordinaria por su
angustia y su intimidad con la deidad. Dice:
¿Por qué has
hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en
tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre
mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para
que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al
que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres? ¿De
dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo?
Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. No
puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado
en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me
des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no
vea mi mal 14.
Aquí E es más
que una fuente. Es una poderosa composición que refleja
especial interés, simpatía y afecto por Moisés. El escritor
de E hace énfasis en el pacto mosaico en Horeb y nunca se refiere al
pacto abrahámico. La historia de E sobre el éxodo desde
Egipto pone más énfasis sobre el grado al cual Moisés mismo
está actuando para liberar al pueblo, mientras que la
versión de J se enfoca más en Dios trayendo la liberación. En J, Yahvé
dice:
He descendido para librarlos de mano de los
egipcios y sacarlos ... 15
En E, dice:
Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi
pueblo, los hijos de Israel
16.
Hay una
diferencia de énfasis entre estas dos frases. El escritor de
E se enfoca en el crucial papel personal de Moisés. Esto es
consistente con la manera en que este escritor maneja el
tema de Moisés durante su obra. Para él, la llegada de
Moisés es un gran momento de la historia, la ocasión del
pacto, la ocasión del nacimiento de la nación, la ocasión
del primer acto de leal servicio a Dios por los levitas.
Y es la
ocasión en que el mundo conoce a Dios por su nombre por
primera vez.
EL NOMBRE DE DIOS
He señalado
dos lugares en que el nombre de Yahvé ocurre en los relatos
de E. Hasta ahora, he dicho que el nombre de Dios era una
distinción clave entre J y E. Ahora permítaseme ser más
específico. En J, la deidad es llamada Yahvé de principio a
fin. El escritor de J nunca se refiere a él como Elohim en
la narración 17.
En E, la deidad es llamada Elohim hasta la llegada de Moisés. Desde la
primera vez que Moisés se encuentra con Dios, esto cambia.
En la famosa historia de E sobre el día en que Moisés se
encuentra con Dios - la historia de la zarza ardiente -
Moisés no conoce el nombre de Dios, así que pregunta.
Dijo Moisés a Dios [Elohim]: He aquí que llego
yo a los hijos de Israel y les digo: El Dios de vuestros
padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren:
¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 18.
La deidad da
primero la famosa respuesta: "Yo soy el que soy". (La raíz
hebrea de estas palabras es la misma que la del nombre
Yahvé). Y luego responde:
Así dirás a los hijos de Israel: Yahvé, el Dios de
vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de
Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se
me recordará por todos los siglos 19.
En E, Yahvé
revela su nombre a Moisés por primera vez. Antes de esta
escena de Éxodo, se le llama El o Elohim.
¿Por qué hizo
esto el escritor de E? Esto es controvertible. Algunos creen
que esta historia refleja el sistema religioso del reino de
Israel en el norte. Al escoger los becerros de oro (toros
jóvenes) como plataforma del trono, el rey Jeroboam quizás
identificaba a Yahvé con El, el principal dios cananeo. El
era asociado con toros y era conocido como El Toro. Así,
pues, Jeroboam estaba diciendo que Yahvé y El eran nombres
diferentes para el mismo Dios. La historia de E serviría,
pues, a esta fusión de deidades. Esto explicaría por qué la
deidad tenía dos nombres diferentes: se le llamó El al
principio, y luego reveló a Moisés su nombre personal,
Yahvé. Esta explicación del cambio de nombre es atractiva en
que muestra otro lazo lógico entre E y el reino de Israel.
Esto encaja con todos los otros indicios que hemos visto de
que E procedía de Israel.
Sin embargo,
hay un problema con esto. En Judá, el rey Salomón usaba
querubines de oro como plataforma del trono. Y el dios El no
sólo estaba asociado con toros, sino también con querubines.
Por consiguiente, las estatuas que cada reino usaba no son
buena evidencia para explicar por qué E tiene el nombre de
revelación a Moisés. Además, toda la evidencia que hemos
visto indica que el autor de E se oponía al sistema religioso que
Jeroboam había iniciado en Israel. El autor de E presentaba
a Moisés destruyendo
el becerro de oro. Por tanto, es difícil argumentar que este
autor seguía la teología de este sistema religioso acerca de
la identidad de Dios.
Algunos
investigadores que examinan la historia israelita primitiva
han llegado a la conclusión de que, históricamente, sólo una
pequeña porción de los antiguos israelitas fueron en
realidad esclavos en Egipto. Quizás fueron sólo los levitas.
Después de todo, es entre los levitas donde hallamos
personas con nombres egipcios. Los nombres levitas de
Moisés, Ofni, y Fineas son todos egipcios, no hebreos. Y los
levitas no ocuparon ningún territorio en el país como las
otras tribus. Estos investigadores sugieren que el grupo que
estaba en Egipto y luego estuvo en Sinaí adoraba al Dios
Yahvé. Luego, llegaron a Israel, donde se encontraron con
tribus israelitas que adoraban al Dios El. En lugar de
disputar sobre cuál Dios era el verdadero Dios, los dos
grupos aceptaron la creencia de que Yahvé y El eran el mismo
Dios. Los levitas se convirtieron en los sacerdotes
oficiales de la religión unificada, quizás por la fuerza o
quizás por influencia. O quizás ésa era su compensación por
no tener ningún territorio. En lugar de terreno, recibieron,
como sacerdotes, el 10 por ciento de los animales
sacrificados y de los productos agrícolas.
Esta hipótesis
también encaja con la idea de que el autor de E era levita
israelita. Su historia de la revelación del nombre Yahvé a
Moisés reflejaría esta historia: el Dios que las tribus
adoraban en el territorio era El. Tenían tradiciones sobre
el Dios El y sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Luego
llegaron los levitas con sus tradiciones sobre Moisés, el
éxodo desde Egipto, y el Dios Yahvé. El tratamiento de los
nombres divinos en E explica por qué el nombre Yahvé no era
parte de la tradición más antigua de la nación.
Este es el
reino de la hipótesis, y tenemos que ser muy cautelosos
acerca de él. Lo importante para nuestro propósito actual es
que, para E, Moisés tiene una importancia mucho mayor que la
que tiene en J. En E, Moisés es un punto crucial en la
historia. E tiene mucho menos que J acerca del mundo antes
de Moisés. E no tiene ningún relato de la creación, ningún
relato del diluvio, y relativamente menos sobre los
patriarcas. Pero E tiene más que J sobre Moisés.
Esto es
perfectamente comprensible viniendo de un sacerdote levita.
También consistente con el origen sacerdotal de E es el
hecho de que E contiene tres capítulos de la ley 20.
J no los tiene. El material legal en otras partes de la
Biblia es de sacerdotes - como
veremos.
El cuadro
general de las historias de E es que son un grupo
consistente, con una perspectiva definida y un juego de
intereses, y que están profundamente ligados al mundo de su
autor.
Lo mismo
sucede con el autor de J. Mientras más leemos sus historias,
más podemos ver su unidad y su relación con su mundo. Por
ejemplo, podemos entender por qué no desarrolló la
distinción entre los nombres de Dios antes y después de
Moisés. Para él, algo extremadamente importante había
sucedido antes de Moisés. Este escritor tenía que ver con la
familia gobernante de Judá, la familia de David. Por lo
tanto, subrayó la importancia del pacto de Dios con los
patriarcas. Ese algo estaba ligado a la ciudad de Hebrón, la
primera capital de David. Prometía herencia del territorio
de un río a otro río. En otras palabras, prometía lo que se
llevó a cabo bajo el rey David. Para este propósito, la
revelación a Abraham era en sí misma un punto crucial en la
historia. No debía ser considerada como inferior a la
revelación a Moisés ni a la del pueblo en Sinaí. Describir
la revelación del Sinaí como el primer pacto sellado con el
nombre de Dios sería disminuir la importancia del pacto
entre Dios y los patriarcas. Por tanto, J usa el nombre de
Yahvé todo el tiempo.
SIMILITUD ENTRE J y E
Permanece la
pregunta de por qué existen tantas similitudes entre J y E.
A menudo, cuentan historias similares. Tratan mayormente de
los mismos personajes. Sus estilos son lo suficientemente
similares como para que sea posible separarlos basándose
sólo en sus estilos.
Una posible
explicación de esto es que uno de ellos está basado en el
otro. Por ejemplo, quizás J era el relato de la corte judía
acerca de las sagradas tradiciones nacionales, y por eso los
levitas del norte pensaban que era necesario producir su
propio relato nacional porque un reino legítimo no debía
carecer de este documento. Alternativamente, el documento E
puede haber existido primero, y la corte judía pensó que era
necesario producir su propia versión porque, por ejemplo, el
tratamiento de Aarón por parte de E no era satisfactorio. Lo
importante es que las historias de E difícilmente podrían
haber sido bienvenidas en Judá por cualquiera de un buen
número de razones; y las historias de J, que favorecen a
Judá como lo hicieron, difícilmente habrían sido agradables
para Israel tampoco. Es probable que la existencia de
cualquiera de las dos versiones en cualquiera de los dos
reinos estimulara la producción de una versión alterna en el
otro reino.
Sin embargo,
ls dos versiones serían sólo eso: versiones, no obras
completamente inconexas. Todavía estarían extrayendo
material de un depósito común de historia y tradición porque
Israel y Judá habían sido una vez un pueblo unido, y de
muchas maneras todavía lo eran. Compartían tradiciones de
una promesa divina hecha a sus antepasados Abraham, Isaac y
Jacob. Compartían tradiciones de haber sido esclavos en
Egipto, de un éxodo desde Egipto guiados por un hombre
llamado Moisés, de una extraordinaria revelación en una
montaña en el desierto, y de años de vagar antes de
instalarse en la tierra prometida. Ninguno de los autores
era libre para componer - ni estaba interesado en componer -
un retrato completamente nuevo y ficticio de la historia.
En estilo
también. Una vez que una versión se establecía como
documento que transmitía sagradas tradiciones nacionales, el
autor de la segunda versión alterna podría haber decidido
conscientemente (o quizás hasta inconscientemente) imitar su
estilo. Si el estilo de la primera versión había llegado a
ser aceptado en la mente de la gente como el lenguaje
apropiado, formal y familiar para relatar la sagrada
tradición en ese período, estaría en el interés de la
segunda versión preservar esa manera de expresión. De la
misma manera, el lenguaje y el estilo de la Constitución de
Estados Unidos son imitados a menudo en las constituciones
de los estados individuales, porque su lenguaje se entiende
como la manera aceptada y apropiada de redactar un documento
como éste.
Otra posible
explicación para el estilo parecido entre J y E es que, en
vez de que la versión de J se basara en E o que la de E se
basara en la de J, ambas
se hayan podido basar en una fuente común anterior a ellos.
Es decir, puede haber habido un ciclo antiguo y tradicional
de historias sobre los patriarcas, el éxodo, etc., que tanto
los autores de J y E usaron como base para sus obras. Este
ciclo original habría sido o escrito o una colección
transmitida oralmente. En cualquier caso, una vez que los
reinos de Israel y Judá se establecieron, los autores de E y
J adaptaron la colección a sus respectivos intereses y
propósitos.
¿CUÁNTOS AUTORES?
Podemos ser
todavía más específicos acerca de quiénes fueron estas dos
personas y cuándo vivieron. Primero, hay la cuestión de si
realmente eran sólo dos personas. He hablado sólo de un
autor de E y un autor de J. Algunos eruditos creen que tanto
J como E fueron producidas por grupos, no por individuos.
Hablan de J1, J2,
J3, etc, o hablan de una escuela J
y una escuela E. Yo no veo cómo la evidencia nos puede
obligar a aceptar este análisis. Por el contrario, tanto J
como E me parecen estar unificados y consistentes en los
textos, como los acabamos de examinar. Ciertamente, un
editor puede haber añadido una palabra, una frase o un
versículo aquí o allá, y el autor de J o de E puede haber
insertado ocasionalmente un texto recibido. Por ejemplo,
puede que el autor de J no haya escrito en Génesis 49 el
poema de la bendición de Jacob en su lecho de muerte. Puede
que este autor simplemente lo haya aprendido, lo juzgó
apropiado para el propósito, y lo insertó en la obra de J.
Sin embargo, las narraciones de J y de E no me parece que
requieran que se las subdivida en unidades aun más pequeñas.
EL SEXO DE LOS AUTORES
Casi
seguramente, el autor de E era varón. Hemos visto cuán
fuerte es su conexión con los sacerdotes levitas de Silo. En
el antiguo Israel, el sacerdocio era exclusivamente
masculino. Quizás es posible que una esposa o hija levita
haya compartido estos intereses y escrito acerca de ellos,
pero la perspectiva dominantemente masculina y la
concentración en personajes masculinos todavía indica la
probabilidad de una autoría masculina. Además, dado que era
una sociedad patriarcal y un sacerdocio masculino, es dudoso
que un documento que tendría un status formal y sagrado hubiese sido
encargado a una mujer o aceptado de una mano femenina.
La cuestión es
mucho más difícil de juzgar con respecto a J. Originándose
en - o, por lo menos, reflejando los intereses de - la corte
judía, procedía de un círculo en el cual tanto varones como
mujeres tenían cierta posición. Es decir, aun en una
sociedad dirigida por varones, las mujeres de la clase noble
pueden haber tenido más poder, privilegios, y educación que
los varones de una clase inferior21.
Así, pues, la posibilidad de que el origen de J haya sido
una mujer es mucho más probable que con E. Más importante,
en general, las historias de J están mucho más interesadas
en las mujeres y son mucho más sensibles a ellas que las
historias de E. En realidad, no hay nada en E que se compare
con la historia de J sobre la Tamar de Génesis 38. No es
sólo que la mujer Tamar figura de manera importante en la
historia. Es que la historia simpatiza con esta mujer por el
abuso cometido contra ella; se enfoca en el plan de ella
para combatir la injusticia, y concluye con que el hombre en
la historia (Judá) reconoce los derechos de ella y su propia
falta.
Esto no hace
que el autor sea una mujer. Pero sí significa que no
podemos, en manera alguna, apresurarnos a pensar que este
autor es un hombre. Es verdad que el peso de la evidencia es
todavía que la profesión de escriba en el antiguo Israel era
varonil, pero eso no excluye la posibilidad de que una mujer
pueda haber compuesto una obra que llegó a ser amada y
apreciada en aquel territorio.
¿CUÁNDO VIVIERON?
¿Cuándo
vivieron y escribieron estas personas? Puesto que la
narrativa de J se refiere a la dispersión de Simeón y Leví,
pero no a la dispersión de las otras tribus, su autor con
seguridad la escribió antes de que los asirios destruyeran y
exiliaran a Israel en 722 A. C. Concebiblemente, podría
haberla escrito ya durante el reinado de David o el de
Salomón, pero el énfasis sobre la importancia del arca y el
mandato contra los dioses de fundición suena como una
polémica contra el reinado de Israel. Esto significa que fue
compuesta después de la división de los reinos. Además, las
historias de J sobre Jacob y Esaú reflejan la independencia
de Edom de Judá ("Romperás este yugo de sobre tus hombros").
Eso ocurrió durante el reinado del rey judío Joram (848-842
A.C.22. Esto
ubicaría al autor de J entre 848 y 722 A.C. El autor de E
redactó en Israel, que se sostuvo desde 922 hasta 722 A.C.
Es difícil precisar el tiempo mucho más dentro de este
período 23.
El punto más
importante es que tanto J como E fueron escritos antes de
que los asirios destruyeran a Israel. En esa época, los
asirios deportaron la población israelita. También, por
supuesto, muchos israelitas deben haber huido a Judá como
refugiados. Las excavaciones arqueológicas de la ciudad de
David en Jerusalén confirman que la población de Jerusalén
aumentó sustancialmente en este período. El probable
escenario histórico es que el texto de E llegó a Judá en
esta corriente de gente y sucesos. Los levitas que huían de
los asirios difícilmente habrían dejado atrás sus valiosos
documentos.
La
asimilación, por parte de la población judía, de israelitas
recién llegados después de 722 A.C. por sí misma no debía
haber presentado dificultades insuperables. Los israelitas y
los judíos eran parientes. Hablaban el mismo idioma, hebreo.
Adoraban al mismo Dios: Yahvé. Compartían tradiciones
ancestrales de los patriarcas y tradiciones históricas del
éxodo y el desierto. Pero, ¿qué iban a hacer con dos
documentos, cada uno de ellos pretendiendo relatar sagradas
tradiciones nacionales, pero haciendo énfasis en diferentes
personas y sucesos - y a veces contradiciéndose entre sí?
Aparentemente, la solución fue combinarlos.
LA COMBINACIÓN DE J Y E
Se podría
preguntar por qué la persona o las personas responsables de
esto no excluyeron simplemente uno de los dos documentos.
¿Por qué no hacer de E, o más probablemente, de J, el texto
aceptado y rechazar la otra versión? Una respuesta común a
esta pregunta es que la comunidad bíblica respetaba
demasiado la palabra escrita como para ignorar un documento
recibido que llevaba el sello de la antigüedad. El problema
con este punto de vista es que, de todas maneras, ni J ni E
están completos en el texto tal como los tenemos.
Claramente, al editor o a los editores no les repugnaba
aplicar las tijeras y pegar material a sus textos recibidos.
Por lo tanto, es difícil argüir que conservaron textos que
no querían simplemente por reverencia a los documentos que
habían recibido.
Una razón más
probable de por qué tanto J como E fueron conservados es que
ambos pueden haber sido conocidos lo suficientemente bien
para que uno simplemente no pudiera salirse con la suya al
excluir al uno o al otro. Por ejemplo, no se podría contar
la historia de los sucesos en Sinaí sin referirse al
incidente del becerro de oro porque alguien en el auditorio
(especialmente un ex-miembro de las tribus del norte) podría
recordar la historia y protestar. No se podría contar la
historia de Abraham sin contar la historia de los sucesos en
Hebrón, porque alguien en el auditorio (especialmente
alguien de Hebrón) podría objetar. Cualquiera que haya sido
el grado al que las narrativas de J y E hayan sido conocidas
para esta época, a ese mismo grado era necesario conservar
ambas versiones.
Entonces, se
podría preguntar: ¿Por qué combinarlos, en absoluto? ¿Por
qué no simplemente conservar tanto J como E por separado?
¿Por qué fueron cortados y combinados de la manera que
observamos, por ejemplo, en la historia del diluvio?
Presumiblemente, porque conservar J y E por separado pondría
en duda la autenticidad de ambos. Si ambos fueran a ser
guardados uno al lado del otro en el mismo anaquel, esto
sería un recordatorio de la historia doble que produjo dos
versiones alternas. Y eso disminuiría la calidad de cada uno
de ellos como documento autorizado.
Para resumir,
la combinación de las dos obras para formar una sola estaba
tan ligada a las realidades políticas y sociales de su
tiempo como la escritura de las dos lo estuvo en su propia
época. La fusión de las dos obras reflejaba la unión (mejor
dicho: la re-unión) de las dos comunidades después de
doscientos años de división.
Todavía queda
mucho por descubrir acerca de quiénes escribieron J y E. No
conocemos las fechas precisas de cuándo vivieron, y no
conocemos sus nombres. Yo creo que lo que sabemos es más
importante. Sabemos algo acerca de su mundo y acerca de cómo
ese mundo produjo estas historias que todavía nos deleitan y
nos enseñan. Aun así, podemos quedar insatisfechos hasta que
podamos ser más específicos acerca de los escritores. Así
que, permítaseme volverme a la fuente D. Podemos conocer aun
más acerca de la persona que armó el documento entero que
sobre los que escribieron J y E - quizás hasta su nombre.