¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?
Richard Elliot Friedman

CAPÍTULO 3

DOS REINOS, DOS ESCRITORES

Las historias de la Biblia han demostrado ser una cadena de indicios acerca de la identidad de sus autores, y al mismo tiempo, han demostrado ser ventanas abiertas al mundo antiguo. Los relatos de J reflejan las condiciones del tiempo y el lugar en que su autor vivió, y muestran hacia dónde apuntaban los intereses de este autor.

Las historias de E revelan más acerca de la identidad de su autor que los relatos de J lo hacen acerca de su autor.

EL BECERRO DE ORO

Lo más revelador de todo es el relato de E sobre el becerro de oro, que yo resumí brevemente en la Introducción. Mientras Moisés recibía los Diez Mandamientos en el monte de Dios, Aarón fabricaba un becerro de oro para el pueblo. Éste dice: "Éstos son tus dioses, Israel, que te sacaron de la tierra de Egipto". Aarón dice: "Mañana será fiesta para Jehová" 1. El pueblo hace sacrificios y celebra con regocijo. Mientras tanto, Dios le dice a Moisés lo que está ocurriendo al pie de la montaña, y Dios dice que destruirá al pueblo y dará inicio a un nuevo pueblo descendiente de Moisés. Moisés ruega a Dios que tenga misericordia, y Dios accede. Moisés baja de la montaña con su asistente Josué. Cuando ve el becerro y la condición en que está el pueblo, rompe airado las tablas de piedra. Luego, la tribu de Leví se reúne alrededor de Moisés y ejecuta una sangrienta purga entre el pueblo. Moisés ruega a Dios que perdone la ofensa del pueblo y que no lo destruya 2.

La historia está llena de preguntas. ¿Por qué la persona que escribió este relato presenta al pueblo como rebelde en el momento mismo de su liberación y cuando está recibiendo el pacto? ¿Por qué presenta a Aarón como líder de la herejía? ¿Por qué no sufrió Aarón ningún castigo finalmente por esto? ¿Por qué presenta el autor un becerro de oro? ¿Por qué dice el pueblo: "Éstos son tus dioses, Israel ...", cuando no hay sino un solo becerro? ¿Y por qué dicen: "... que te sacaron de la tierra de Egipto", cuando, obviamente, el becerro no fue fabricado sino hasta después de que hubieron salido de Egipto? ¿Por qué dice Aarón: "Mañana será fiesta para Jehová", cuando está presentando el becerro como rival de Yahvé? ¿Por qué es el becerro tratado como un dios en este relato, cuando el becerro no era un dios en el antiguo Cercano Oriente? ¿Por qué presenta el escritor a Moisés estrellando contra el suelo las tablas de los Diez Mandamientos? ¿Por qué presenta a los levitas como actuando en celo sangriento? ¿Por qué incluye a Josué en la historia? ¿Por qué presenta a Josué como disociado del incidente del becerro de oro?

Por nuestras relaciones con el mundo que produjo la Biblia, ya tenemos suficiente información para responder a todas estas preguntas. Ya hemos visto considerable evidencia de que el autor de J era de Judá y el autor de E era de Israel. También hemos vsto evidencias que indican que el autor israelita de E tenía un interés particular en cuestiones que se relacionaban con el rey Jeroboam y sus políticas. E trata de de ciudades que Jeroboam reconstruyó: Siquem, Penuel, Beth-el. E justifica la ascendencia de su tribu natal, Efraín. E desdeña la política del missim de Judea. E presta especial atención a la cuestión del entierro de José, cuya tumba tradicional estaba en Siquem, la capital de Jeroboam. Además, E es una fuente que hace énfasis particular en Moisés como su héroe, mucho más de lo que lo hace J. En esta historia, es la intercesión de Moisés ante Dios lo que salva al pueblo de la destrucción. E desarrolla especialmente el papel personal de Moisés en la liberación de la esclavitud, de una manera en que no lo hace J. En E, hay menos material sobre los patriarcas que sobre Moisés; en J, hay más sobre los patriarcas.

Consideremos la posibilidad de que la persona que escribió E fuera un sacerdote levita, probablemente de Silo y, por consiguiente, descendiente de Moisés. Tal persona tendría un interés en desarrollar estas cosas: las opresivas políticas económicas de Judá, el establecimiento de un reino independiente bajo Jeroboam, y la posición superior de Moisés. Si esto es verdad, que el autor de E era un levita de Silo y posiblemente descendiente de Moisés, entonces esto responde a cada una de las preguntas sobre la historia del becerro de oro.

Recuérdese que, bajo el rey Salomón, los sacerdotes de Silo sufrieron la pérdida de su lugar en la jerarquía sacerdotal. Su jefe, Abiatar, fue expulsado de Jerusalén. Mientras tanto, el otro sumo sacerdote, Sadoc, que era considerado descendiente de Aarón, permanecía en su puesto. Los territorios de los levitas del norte fueron entregados a los fenicios. El profeta de Silo, Ahías, instigó la secesión de las tribus del norte, y designó a Jeroboam como rey del norte. Sin embargo, las esperanzas de los sacerdotes de Silo de tener un nuevo reino se frustraron cuando Jeroboam estableció los centros religiosos del becerro de oro en Dan y en Beth-el, y no los nombró sacerdotes allí. Para esta antigua familia de sacerdotes, lo que debió haber sido un momento de liberación se había convertido en un momento de traición religiosa. En Israel, el símbolo de su exclusión fueron los becerros de oro. En Judá, el símbolo de su exclusión fue Aarón. Alguien de esa familia, el autor de E, escribió un relato que decía que, poco después de la liberación de la esclavitud de Israel, cometieron herejía. ¿Cuál fue la herejía? ¡Adorar un becerro de oro! ¿Quién fabricó el becerro de oro? ¡Aarón!

Los detalles de la historia encajan en su lugar. ¿Por qué no sufre Aarón ningún castigo en el relato? Porque, sin importar cuánta antipatía pueda haber sentido el autor hacia los descendientes de Aarón, ese autor no podía cambiar el recuerdo histórico entero de su pueblo. Tenían una tradición según la cual Aarón era un antiguo sumo sacerdote. Un sumo sacerdote no podía ser representado sufriendo ningún daño de parte de Dios porque, en tal caso, no habría podido continuar sirviendo como sumo sacerdote. Cualquier tipo de defecto del sumo sacerdote lo habría descalificado para el servicio. El autor no podía simplemente fabricar un relato diciendo que el sumo sacerdote había quedado descalificado en una etapa tan temprana.

¿Por qué dice Aarón: "Mañana será fiesta para Yahvé" cuando está presentando el becerro como rival de Yahvé? Porque el becerro no es, en realidad, un dios rival. El becerro, o toro joven, es sólo la plataforma del trono o el símbolo de la deidad, no la deidad misma. ¿Por qué es tratado el becerro como un dios en este relato? Presumiblemente, porque la historia es polémica; el escritor se propone presentar los becerros de oro del reino de Israel en la peor luz posible. En realidad, veremos otros casos en que escritores bíblicos usan la palabra "dioses" para incluir los becerros de oro y los querubines de oro; y en esos casos, también, el texto es polémico.

¿Por qué dice el pueblo: "Éstos son tus dioses, Israel ... " cuando sólo hay un becerro? ¿Por qué dicen "... que te sacaron de la tierra de Egipto" cuando el becerro no fue fabricado sino cuando ya estaban fuera de Egipto? La respuesta parece estar en el relato del rey Jeroboam en el libro de 1 Reyes. Dice allí que, cuando Jeroboam fabricó sus dos becerros de oro, declaró al pueblo: "He aquí tus dioses, oh Israel, que te sacaron de la tierra de Egipto" 3. Las palabras del pueblo en Éxodo son idénticas a las palabras de Jeroboam en 1 Reyes. Sería difícil para nosotros seguir el rastro de la historia textual de estos dos pasajes, pero lo menos que podemos decir es que el escritor del relato sobre el becerro de oro en Éxodo parece haber tomado las palabras que tradicionalmente se le atribuían a Jeroboam y las puso en boca del pueblo. Esto hizo que la conexión entre su relato del becerro del oro y los becerros de oro del reino de Israel fuera clara como el agua limpia para sus lectores.

¿Por qué representa el escritor de E a los levitas actuando como con sangriento celo? Él era levita. Escribió que Aarón había actuado en rebeldía cuando sólo los otros levitas habían actuado con lealtad. Moisés les dice a los levitas allí que se han ganado la bendición por sus acciones. De este modo, el relato denigra la ascendencia de los sacerdotes de Jerusalén mientras felicita al resto de los levitas.

¿Qué está haciendo Josué en esta historia, y por qué ha sido apartado como si estuviera desconectado de la herejía? Porque, como sabemos, Josué era un héroe del norte. Su tribu natal era la misma que la del rey Jeroboam: Efraín. Su tumba, como la de José, estaba en Efraín. Se le atribuye el haber dirigido una ceremonia nacional de pacto en Siquem, el lugar que más tarde habría de convertirse en la capital de Jeroboam. Por consiguiente, el escritor de E añadía al relato del becerro de oro un elemento de alabanza para un héro del norte asociado en la tradición con la ciudad capital y la tribu preeminente. La disociación de Josué de la herejía del becerro del oro también explicaba por qué Josué se convierte más tarde en el sucesor de Moisés.

¿Por qué presenta el escritor a Moisés quebrando las tablas de los Diez Mandamientos?  Posiblemente porque esto suscitaba dudas acerca del altar religioso central de Judá. El templo de Judá albergaba el arca que se suponía contenía las tablas de los Diez Mandamientos. De acuerdo con la historia de E sobre el becerro de oro, Moisés quiebra las tablas. Eso significa que, según la fuente de E, el arca al sur, en el templo de Jerusalén, o contiene tablas que no son auténticas o no contiene ningunas tablas en absoluto 4.

Al redactar el relato del becerro de oro, el autor de E atacó los establecimientos religiosos tanto de Israel como de Judá. Ambos habían excluido el grupo de E. Uno se podría preguntar: ¿Por qué, pues, era este escritor tan favorable al reino de Jeroboam en otros relatos? ¿Por qué favorecía las ciudades de Siquem, Penuel, y especialmente Beth-el? ¿Por qué favorecía la tribu de Efraín? Primero, porque Silo estaba en Efraín, y su sumo sacerdote, Samuel, era de Efraín 5. Segundo, presumiblemente porque el reino de Israel continuaba siendo su única esperanza, políticamente hablando. Podía esperar el día en que los ilegítimos sacerdotes de Beth-el, que no eran levitas, serían rechazados, y su grupo levita fueran reestablecido en su posición. Ni Judá ni Jerusalén ofrecían esa esperanza en esa época. Los sacerdotes de la familia de Aarón habían sido establecidos firmemente allí desde la época de Salomón. Eran levitas y, por lo tanto, no menos legítimos que los sacerdotes de Silo. Estaban estrechamente ligados a la familia real por lazos políticos y de matrimonio 6 . La única esperanza realista para los sacerdotes de Silo estaba en el reino del norte. Por consiguiente, la fuente de E favorecía aquella estructura política mientras atacaba su establecimiento religioso.

SÍMBOLOS DE FE

La historia del becerro de oro no es el único caso en que el autor de E puede haber criticado los establecimientos tanto del norte como del sur.

En la versión J de los mandamientos que Dios da a Moisés en el Sinaí, hay una prohibición contra fabricar estatuas (ídolos). En J, la redacción del mandamiento es:

No te harás dioses de fundición 7.

Aquí, en J, la orden prohibe sólo estatuas de fundición. Los becerros de oro de Jeroboam en el norte eran de fundición. Los querubines de oro de Salomón en el sur no eran de fundición. Estaban hechos de madera de olivo y luego recubiertos de oro. El texto de J, pues, encaja con la iconografía de Judá. Puede dar a entender que los becerros de oro de Israel en el norte eran inapropiados, aunque en realidad no son estatuas de un dios; pero no deja lugar a la contra-acusación de que los querubines de oro de Judá son inapropiados también.

Mientras tanto, la formulación de la fuente E de esta prohibición dice:

No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis 8.

Quizás este mandamiento se refiere solamente a verdaderas estatuas de dioses, pero, si arroja dudas sobre los íconos de plataforma de trono también, entonces arroja dudas tanto sobre los becerros de oro fundido como sobre los querubines revestidos de oro.

La relación entre las fuentes de J y E y los símbolos religiosos de Judá e Israel respectivamente es evidente en otros lugares también. En un texto de J al comienzo del libro de Números, el pueblo sale de Sinaí/Horeb en viaje hacia la tierra prometida 9. Según la descripción de su partida, el arca es transportada al frente del pueblo a medida que éste viaja. Otro texto J también menciona el arca como importante para el éxito del pueblo en el desierto. En realidad, indica que, sin ella, la victoria militar es imposible 10. Como sabemos, el arca era considerada el objeto central del templo de Salomón en Jerusalén. Por lo tanto, no debería sorprender que sea tratada como de tanta importancia en J, pero nunca se mencione en E.

Más bien, E atribuye gran importancia a la tienda de reunión como símbolo de la presencia de Dios entre el pueblo 11. Según los libros de Samuel, Reyes y Crónicas, la tienda de reunión (o tabernáculo) era un lugar de principal importancia para el culto de la nación hasta que Salomón reemplazó el altar en una tienda con el templo. Además, el tabernáculo estaba asociado originalmente con la ciudad de Silo. Por consiguiente, dada la otra evidencia para conectar al autor de E con el sacerdocio de Silo, no debería sorprender que la tienda de reunión tuviera tanta importancia en E, pero nunca se mencione en J.

El arca no aparece en E. El tabernáculo no aparece en J. Esto no es ninguna coincidencia. Los relatos de las fuentes tratan de los símbolos religiosos de las respectivas comunidades de las cuales procedían.

Ahora también podemos regresar al principio del libro de Génesis y apreciar el hecho de que, en la conclusión de la historia de Adán y Eva en el jardín de Edén, que es una narración de J, Yahvé pone querubines como guardianes en el sendero que conduce al árbol de la vida 12. Puesto que había querubines en el Lugar Santísimo en el templo de Jerusalén, es sólo natural que un partidario de las tradiciones religiosas de Judá pusiera querubines como guardianes de algo valioso y sagrado.

El relato del becerro de oro revela más acerca de su autor que probablemente cualquier otro relato en J o en E. Además de todo lo que nos cuenta sobre los antecedentes del autor y sobre la habilidad del autor para componer un relato, nos dice cuán profunda era su ira hacia los que habían desplazado a su grupo en Judá y en Israel. Pudo representar a Aarón, antepasado del sacerdocio de Jerusalén, cometiendo herejía y siendo deshonesto. Pudo representar los símbolos nacionales de la religión israelita como objetos de idolatría. Pudo representar a la nación que aceptó estos símbolos como merecedora de una sangrienta purga. Lo que representó a Moisés haciéndole al becerro de oro era lo que a él mismo le habría gustado hacerles a los becerros de Dan y Beth-el: quemarlos con fuego, molerlos hasta convertirlos en polvo.

MARÍA, BLANCA COMO LA NIEVE

Hay otro relato de E que refleja la profundidad del antagonismo entre los sacerdotes que se identificaban con Moisés (como su fundador o como su antepasado) y los que se identificaban con Aarón. En esta historia, Aarón y su hermana María hablan contra Moisés con respecto a la esposa de Moisés, y Dios los reprende personalmente. Vale la pena leer esta corta y extraña historia tal como aparece en el libro de Números. Generalmente, se la deja fuera de un currículum de escuela dominical.

MARÍA, BLANCA COMO LA NIEVE, NÚMEROS 12

TEXTO DE E EN CURSIVA

1  María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cuista que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.
2  Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová.
3  Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.
4  Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres.
5  Entonces Jehová descendió en la columna de nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón; y salieron ambos.
6  Y é les les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él.
7  No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa.
8  Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvísteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?
9  Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue.
10  Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.
11  Y dijo Aarón a Moisés: ¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado.
12  No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumida su carne.
13  Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora.
14  Respondió Jehová a Moisés: Pues si su padre hubiera escupido en su rostro, ¿no se avergonzaría por siete días? Sea echada fuera del campamento por siete días, y después volverá a la congregación.
15  Así María fue echada del campamento por siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos.
16  Después, el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de Parán.

Aarón y María hablan a causa de la esposa de Moisés. ¿Qué hay con la esposa de Moisés que les molesta a ellos? El texto no lo dice. Sólo dice que es cusita. Puesto que se entiende que, en la Biblia, Cus significa Etiopía, el problema es que puede ser que la esposa de Moisés es negra. El problema es que, en la Biblia, también hay un lugar que se llama Cusán, que es una región de Madián; y la esposa de Moisés, Séfora, ya ha sido identificada como madianita. Por consiguiente, no es seguro si el texto aquí se refiere a Séfora o a una segunda esposa. En todo caso, la lectura más probable del texto es que la oposición de María y Aarón se basa en el hecho de que la esposa de Moisés es diferente, bien que esa diferencia sea racial o étnica. Es también psicológicamente interesante que la queja misma de ellos nunca se refiera a la esposa. Es decir, no se quejan en voz alta de lo que en realidad les molesta. Más bien, dirigen su crítica al mismo Moisés. Cuestionan si Moisés tiene alguna posición más allá de la de ellos con respecto a la revelación. ("¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?").

Esto constituye un error. Yahvé les informa que Moisés, en efecto, se destaca por encima de todos los otros profetas en el grado de su intimidad con lo divino. Todos los otros profetas sólo tienen visiones, pero Moisés ve a Dios realmente. La deidad es descrita como enojada contra Aarón y María, y María es atacada por una clase de lepra en la cual desaparece toda la pigmentación de la piel, dejándola "blanca como la nieve". Si el problema aquí es que la esposa de Moisés es negra, entonces el castigo que corresponde al delito en este caso es singularmente apropiado.

Como en el episodio del becerro de oro, Aarón no sufre ningún castigo. En la tradición, Aarón había llegado a ser conocido como sacerdote, y una persona que ha tenido lepra queda descalificada de allí en adelante para la función sacerdotal. Por lo tanto, el escritor no podía presentar a Aarón como habiendo compartido el castigo de su hermana. Aun así, queda claro en el relato que Aarón ha ofendido, que Dios está enojado contra Aarón (verso 9), y que Dios dice explícitamente que la experiencia de Moisés con Dios es superior a la de Aarón. Esto también se ajusta al interés de E en empequeñecer el sacerdocio aarónida en Judá. También, tanto aquí como en la historia del becerro de oro, Aarón se dirige a Moisés respetuosamente llamándole "mi señor", reconociendo a Moisés como su superior.

Una historia de rebeldía es un medio particularmente útil para subrayar algo. El escritor presenta a una persona o a un grupo atacando la autoridad correcta o siendo flagrantemente desobediente, y luego presenta el fallecimiento de esa persona o ese grupo. Los relatos de E sobre el becerro de oro y de María blanca como la nieve consiguen esto.

REVERENCIA POR MOISÉS

Hemos cubierto mucho territorio en la búsqueda de dos de los autores de la Biblia. En historia tras historia, hemos logrado hallar indicios que conectan entre sí la historia, el autor y el mundo del autor. He extraído material de muchas historias y señalado todas estas pistas, primero, simplemente para familiarizar a los lectores con la secuencia de las historias de J y E. Segundo, era importante demostrar la fortaleza del argumento cumulativo. Cualquiera de estos ejemplos podría haber sido interesante y haber valido la pena ser discutido, pero, por sí mismo, no era necesariamente una prueba obligante de nada. Sin embargo, el grado al cual tantos aspectos de tantas narrativas convergen y apuntan en una dirección común es apoyo obligante de la hipótesis multiautor en general, y de esta identificación de los autores J y E en particular. Mientras más lee uno estas historias, más tiene un sentido de su mundo, y más explica esto.

Cuando identificamos al autor de E como un sacerdote de Silo que posiblemente pensaba que Moisés era su propio antepasado, no sólo estamos diciendo algo acerca de su linaje. Buscamos comprender por qué escribió lo que escribió. Nos ayuda a entender por qué las historias de E ofrecen más desarrollo de la personalidad de Moisés que las de J, y no sólo más desarrollo, sino un desarrollo más comprensivo. No hay nada en J que se compare con el discurso de Moisés dirigido a Dios en un relato de E en Números 11. Allí el pueblo se queja de que no hay carne para comer en el desierto, y hablan nostálgicamente de la buena comida que tenían en Egipto, desestimando temporalmente el hecho de que habían tenido que trabajar como esclavos por ese alimento. En este punto, Moisés aparentemente ya no puede soportar la carga que Dios ha puesto sobre él, administrar él solo toda esta comunidad. Su petición a Yahvé es extraordinaria por su angustia y su intimidad con la deidad. Dice:

¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres? ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal 14.

Aquí E es más que una fuente. Es una poderosa composición que refleja especial interés, simpatía y afecto por Moisés. El escritor de E hace énfasis en el pacto mosaico en Horeb y nunca se refiere al pacto abrahámico. La historia de E sobre el éxodo desde Egipto pone más énfasis sobre el grado al cual Moisés mismo está actuando para liberar al pueblo, mientras que la versión de J se enfoca más en Dios trayendo la liberación. En J, Yahvé dice:

He descendido para librarlos de mano de los egipcios y sacarlos ... 15

En E, dice:

Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel 16.

Hay una diferencia de énfasis entre estas dos frases. El escritor de E se enfoca en el crucial papel personal de Moisés. Esto es consistente con la manera en que este escritor maneja el tema de Moisés durante su obra. Para él, la llegada de Moisés es un gran momento de la historia, la ocasión del pacto, la ocasión del nacimiento de la nación, la ocasión del primer acto de leal servicio a Dios por los levitas.

Y es la ocasión en que el mundo conoce a Dios por su nombre por primera vez.

EL NOMBRE DE DIOS

He señalado dos lugares en que el nombre de Yahvé ocurre en los relatos de E. Hasta ahora, he dicho que el nombre de Dios era una distinción clave entre J y E. Ahora permítaseme ser más específico. En J, la deidad es llamada Yahvé de principio a fin. El escritor de J nunca se refiere a él como Elohim en la narración 17. En E, la deidad es llamada Elohim hasta la llegada de Moisés. Desde la primera vez que Moisés se encuentra con Dios, esto cambia. En la famosa historia de E sobre el día en que Moisés se encuentra con Dios - la historia de la zarza ardiente - Moisés no conoce el nombre de Dios, así que pregunta.

Dijo Moisés a Dios [Elohim]: He aquí que llego yo a los hijos de Israel y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 18.

La deidad da primero la famosa respuesta: "Yo soy el que soy". (La raíz hebrea de estas palabras es la misma que la del nombre Yahvé). Y luego responde:

Así dirás a los hijos de Israel: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos 19.

En E, Yahvé revela su nombre a Moisés por primera vez. Antes de esta escena de Éxodo, se le llama El o Elohim.

¿Por qué hizo esto el escritor de E? Esto es controvertible. Algunos creen que esta historia refleja el sistema religioso del reino de Israel en el norte. Al escoger los becerros de oro (toros jóvenes) como plataforma del trono, el rey Jeroboam quizás identificaba a Yahvé con El, el principal dios cananeo. El era asociado con toros y era conocido como El Toro. Así, pues, Jeroboam estaba diciendo que Yahvé y El eran nombres diferentes para el mismo Dios. La historia de E serviría, pues, a esta fusión de deidades. Esto explicaría por qué la deidad tenía dos nombres diferentes: se le llamó El al principio, y luego reveló a Moisés su nombre personal, Yahvé. Esta explicación del cambio de nombre es atractiva en que muestra otro lazo lógico entre E y el reino de Israel. Esto encaja con todos los otros indicios que hemos visto de que E procedía de Israel.

Sin embargo, hay un problema con esto. En Judá, el rey Salomón usaba querubines de oro como plataforma del trono. Y el dios El no sólo estaba asociado con toros, sino también con querubines. Por consiguiente, las estatuas que cada reino usaba no son buena evidencia para explicar por qué E tiene el nombre de revelación a Moisés. Además, toda la evidencia que hemos visto indica que el autor de E se oponía al sistema religioso que Jeroboam había iniciado en Israel. El autor de E presentaba a Moisés destruyendo el becerro de oro. Por tanto, es difícil argumentar que este autor seguía la teología de este sistema religioso acerca de la identidad de Dios.

Algunos investigadores que examinan la historia israelita primitiva han llegado a la conclusión de que, históricamente, sólo una pequeña porción de los antiguos israelitas fueron en realidad esclavos en Egipto. Quizás fueron sólo los levitas. Después de todo, es entre los levitas donde hallamos personas con nombres egipcios. Los nombres levitas de Moisés, Ofni, y Fineas son todos egipcios, no hebreos. Y los levitas no ocuparon ningún territorio en el país como las otras tribus. Estos investigadores sugieren que el grupo que estaba en Egipto y luego estuvo en Sinaí adoraba al Dios Yahvé. Luego, llegaron a Israel, donde se encontraron con tribus israelitas que adoraban al Dios El. En lugar de disputar sobre cuál Dios era el verdadero Dios, los dos grupos aceptaron la creencia de que Yahvé y El eran el mismo Dios. Los levitas se convirtieron en los sacerdotes oficiales de la religión unificada, quizás por la fuerza o quizás por influencia. O quizás ésa era su compensación por no tener ningún territorio. En lugar de terreno, recibieron, como sacerdotes, el 10 por ciento de los animales sacrificados y de los productos agrícolas.

Esta hipótesis también encaja con la idea de que el autor de E era levita israelita. Su historia de la revelación del nombre Yahvé a Moisés reflejaría esta historia: el Dios que las tribus adoraban en el territorio era El. Tenían tradiciones sobre el Dios El y sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Luego llegaron los levitas con sus tradiciones sobre Moisés, el éxodo desde Egipto, y el Dios Yahvé. El tratamiento de los nombres divinos en E explica por qué el nombre Yahvé no era parte de la tradición más antigua de la nación.

Este es el reino de la hipótesis, y tenemos que ser muy cautelosos acerca de él. Lo importante para nuestro propósito actual es que, para E, Moisés tiene una importancia mucho mayor que la que tiene en J. En E, Moisés es un punto crucial en la historia. E tiene mucho menos que J acerca del mundo antes de Moisés. E no tiene ningún relato de la creación, ningún relato del diluvio, y relativamente menos sobre los patriarcas. Pero E tiene más que J sobre Moisés.

Esto es perfectamente comprensible viniendo de un sacerdote levita. También consistente con el origen sacerdotal de E es el hecho de que E contiene tres capítulos de la ley 20. J no los tiene. El material legal en otras partes de la Biblia es de sacerdotes - como veremos.

El cuadro general de las historias de E es que son un grupo consistente, con una perspectiva definida y un juego de intereses, y que están profundamente ligados al mundo de su autor.

Lo mismo sucede con el autor de J. Mientras más leemos sus historias, más podemos ver su unidad y su relación con su mundo. Por ejemplo, podemos entender por qué no desarrolló la distinción entre los nombres de Dios antes y después de Moisés. Para él, algo extremadamente importante había sucedido antes de Moisés. Este escritor tenía que ver con la familia gobernante de Judá, la familia de David. Por lo tanto, subrayó la importancia del pacto de Dios con los patriarcas. Ese algo estaba ligado a la ciudad de Hebrón, la primera capital de David. Prometía herencia del territorio de un río a otro río. En otras palabras, prometía lo que se llevó a cabo bajo el rey David. Para este propósito, la revelación a Abraham era en sí misma un punto crucial en la historia. No debía ser considerada como inferior a la revelación a Moisés ni a la del pueblo en Sinaí. Describir la revelación del Sinaí como el primer pacto sellado con el nombre de Dios sería disminuir la importancia del pacto entre Dios y los patriarcas. Por tanto, J usa el nombre de Yahvé todo el tiempo.

SIMILITUD ENTRE J y E

Permanece la pregunta de por qué existen tantas similitudes entre J y E. A menudo, cuentan historias similares. Tratan mayormente de los mismos personajes. Sus estilos son lo suficientemente similares como para que sea posible separarlos basándose sólo en sus estilos.

Una posible explicación de esto es que uno de ellos está basado en el otro. Por ejemplo, quizás J era el relato de la corte judía acerca de las sagradas tradiciones nacionales, y por eso los levitas del norte pensaban que era necesario producir su propio relato nacional porque un reino legítimo no debía carecer de este documento. Alternativamente, el documento E puede haber existido primero, y la corte judía pensó que era necesario producir su propia versión porque, por ejemplo, el tratamiento de Aarón por parte de E no era satisfactorio. Lo importante es que las historias de E difícilmente podrían haber sido bienvenidas en Judá por cualquiera de un buen número de razones; y las historias de J, que favorecen a Judá como lo hicieron, difícilmente habrían sido agradables para Israel tampoco. Es probable que la existencia de cualquiera de las dos versiones en cualquiera de los dos reinos estimulara la producción de una versión alterna en el otro reino.

Sin embargo, ls dos versiones serían sólo eso: versiones, no obras completamente inconexas. Todavía estarían extrayendo material de un depósito común de historia y tradición porque Israel y Judá habían sido una vez un pueblo unido, y de muchas maneras todavía lo eran. Compartían tradiciones de una promesa divina hecha a sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Compartían tradiciones de haber sido esclavos en Egipto, de un éxodo desde Egipto guiados por un hombre llamado Moisés, de una extraordinaria revelación en una montaña en el desierto, y de años de vagar antes de instalarse en la tierra prometida. Ninguno de los autores era libre para componer - ni estaba interesado en componer - un retrato completamente nuevo y ficticio de la historia.

En estilo también. Una vez que una versión se establecía como documento que transmitía sagradas tradiciones nacionales, el autor de la segunda versión alterna podría haber decidido conscientemente (o quizás hasta inconscientemente) imitar su estilo. Si el estilo de la primera versión había llegado a ser aceptado en la mente de la gente como el lenguaje apropiado, formal y familiar para relatar la sagrada tradición en ese período, estaría en el interés de la segunda versión preservar esa manera de expresión. De la misma manera, el lenguaje y el estilo de la Constitución de Estados Unidos son imitados a menudo en las constituciones de los estados individuales, porque su lenguaje se entiende como la manera aceptada y apropiada de redactar un documento como éste.

Otra posible explicación para el estilo parecido entre J y E es que, en vez de que la versión de J se basara en E o que la de E se basara en la de J, ambas se hayan podido basar en una fuente común anterior a ellos. Es decir, puede haber habido un ciclo antiguo y tradicional de historias sobre los patriarcas, el éxodo, etc., que tanto los autores de J y E usaron como base para sus obras. Este ciclo original habría sido o escrito o una colección transmitida oralmente. En cualquier caso, una vez que los reinos de Israel y Judá se establecieron, los autores de E y J adaptaron la colección a sus respectivos intereses y propósitos.

¿CUÁNTOS AUTORES?

Podemos ser todavía más específicos acerca de quiénes fueron estas dos personas y cuándo vivieron. Primero, hay la cuestión de si realmente eran sólo dos personas. He hablado sólo de un autor de E y un autor de J. Algunos eruditos creen que tanto J como E fueron producidas por grupos, no por individuos. Hablan de J1, J2, J3, etc, o hablan de una escuela J y una escuela E. Yo no veo cómo la evidencia nos puede obligar a aceptar este análisis. Por el contrario, tanto J como E me parecen estar unificados y consistentes en los textos, como los acabamos de examinar. Ciertamente, un editor puede haber añadido una palabra, una frase o un versículo aquí o allá, y el autor de J o de E puede haber insertado ocasionalmente un texto recibido. Por ejemplo, puede que el autor de J no haya escrito en Génesis 49 el poema de la bendición de Jacob en su lecho de muerte. Puede que este autor simplemente lo haya aprendido, lo juzgó apropiado para el propósito, y lo insertó en la obra de J. Sin embargo, las narraciones de J y de E no me parece que requieran que se las subdivida en unidades aun más pequeñas.

EL SEXO DE LOS AUTORES

Casi seguramente, el autor de E era varón. Hemos visto cuán fuerte es su conexión con los sacerdotes levitas de Silo. En el antiguo Israel, el sacerdocio era exclusivamente masculino. Quizás es posible que una esposa o hija levita haya compartido estos intereses y escrito acerca de ellos, pero la perspectiva dominantemente masculina y la concentración en personajes masculinos todavía indica la probabilidad de una autoría masculina. Además, dado que era una sociedad patriarcal y un sacerdocio masculino, es dudoso que un documento que tendría un status formal y sagrado hubiese sido encargado a una mujer o aceptado de una mano femenina.

La cuestión es mucho más difícil de juzgar con respecto a J. Originándose en - o, por lo menos, reflejando los intereses de - la corte judía, procedía de un círculo en el cual tanto varones como mujeres tenían cierta posición. Es decir, aun en una sociedad dirigida por varones, las mujeres de la clase noble pueden haber tenido más poder, privilegios, y educación que los varones de una clase inferior21. Así, pues, la posibilidad de que el origen de J haya sido una mujer es mucho más probable que con E. Más importante, en general, las historias de J están mucho más interesadas en las mujeres y son mucho más sensibles a ellas que las historias de E. En realidad, no hay nada en E que se compare con la historia de J sobre la Tamar de Génesis 38. No es sólo que la mujer Tamar figura de manera importante en la historia. Es que la historia simpatiza con esta mujer por el abuso cometido contra ella; se enfoca en el plan de ella para combatir la injusticia, y concluye con que el hombre en la historia (Judá) reconoce los derechos de ella y su propia falta.

Esto no hace que el autor sea una mujer. Pero sí significa que no podemos, en manera alguna, apresurarnos a pensar que este autor es un hombre. Es verdad que el peso de la evidencia es todavía que la profesión de escriba en el antiguo Israel era varonil, pero eso no excluye la posibilidad de que una mujer pueda haber compuesto una obra que llegó a ser amada y apreciada en aquel territorio.

¿CUÁNDO VIVIERON?

¿Cuándo vivieron y escribieron estas personas? Puesto que la narrativa de J se refiere a la dispersión de Simeón y Leví, pero no a la dispersión de las otras tribus, su autor con seguridad la escribió antes de que los asirios destruyeran y exiliaran a Israel en 722 A. C. Concebiblemente, podría haberla escrito ya durante el reinado de David o el de Salomón, pero el énfasis sobre la importancia del arca y el mandato contra los dioses de fundición suena como una polémica contra el reinado de Israel. Esto significa que fue compuesta después de la división de los reinos. Además, las historias de J sobre Jacob y Esaú reflejan la independencia de Edom de Judá ("Romperás este yugo de sobre tus hombros"). Eso ocurrió durante el reinado del rey judío Joram (848-842 A.C.22. Esto ubicaría al autor de J entre 848 y 722 A.C. El autor de E redactó en Israel, que se sostuvo desde 922 hasta 722 A.C. Es difícil precisar el tiempo mucho más dentro de este período 23.

El punto más importante es que tanto J como E fueron escritos antes de que los asirios destruyeran a Israel. En esa época, los asirios deportaron la población israelita. También, por supuesto, muchos israelitas deben haber huido a Judá como refugiados. Las excavaciones arqueológicas de la ciudad de David en Jerusalén confirman que la población de Jerusalén aumentó sustancialmente en este período. El probable escenario histórico es que el texto de E llegó a Judá en esta corriente de gente y sucesos. Los levitas que huían de los asirios difícilmente habrían dejado atrás sus valiosos documentos.

La asimilación, por parte de la población judía, de israelitas recién llegados después de 722 A.C. por sí misma no debía haber presentado dificultades insuperables. Los israelitas y los judíos eran parientes. Hablaban el mismo idioma, hebreo. Adoraban al mismo Dios: Yahvé. Compartían tradiciones ancestrales de los patriarcas y tradiciones históricas del éxodo y el desierto. Pero, ¿qué iban a hacer con dos documentos, cada uno de ellos pretendiendo relatar sagradas tradiciones nacionales, pero haciendo énfasis en diferentes personas y sucesos - y a veces contradiciéndose entre sí? Aparentemente, la solución fue combinarlos.

LA COMBINACIÓN DE J Y E

Se podría preguntar por qué la persona o las personas responsables de esto no excluyeron simplemente uno de los dos documentos. ¿Por qué no hacer de E, o más probablemente, de J, el texto aceptado y rechazar la otra versión? Una respuesta común a esta pregunta es que la comunidad bíblica respetaba demasiado la palabra escrita como para ignorar un documento recibido que llevaba el sello de la antigüedad. El problema con este punto de vista es que, de todas maneras, ni J ni E están completos en el texto tal como los tenemos. Claramente, al editor o a los editores no les repugnaba aplicar las tijeras y pegar material a sus textos recibidos. Por lo tanto, es difícil argüir que conservaron textos que no querían simplemente por reverencia a los documentos que habían recibido.

Una razón más probable de por qué tanto J como E fueron conservados es que ambos pueden haber sido conocidos lo suficientemente bien para que uno simplemente no pudiera salirse con la suya al excluir al uno o al otro. Por ejemplo, no se podría contar la historia de los sucesos en Sinaí sin referirse al incidente del becerro de oro porque alguien en el auditorio (especialmente un ex-miembro de las tribus del norte) podría recordar la historia y protestar. No se podría contar la historia de Abraham sin contar la historia de los sucesos en Hebrón, porque alguien en el auditorio (especialmente alguien de Hebrón) podría objetar. Cualquiera que haya sido el grado al que las narrativas de J y E hayan sido conocidas para esta época, a ese mismo grado era necesario conservar ambas versiones.

Entonces, se podría preguntar: ¿Por qué combinarlos, en absoluto? ¿Por qué no simplemente conservar tanto J como E por separado? ¿Por qué fueron cortados y combinados de la manera que observamos, por ejemplo, en la historia del diluvio? Presumiblemente, porque conservar J y E por separado pondría en duda la autenticidad de ambos. Si ambos fueran a ser guardados uno al lado del otro en el mismo anaquel, esto sería un recordatorio de la historia doble que produjo dos versiones alternas. Y eso disminuiría la calidad de cada uno de ellos como documento autorizado.

Para resumir, la combinación de las dos obras para formar una sola estaba tan ligada a las realidades políticas y sociales de su tiempo como la escritura de las dos lo estuvo en su propia época. La fusión de las dos obras reflejaba la unión (mejor dicho: la re-unión) de las dos comunidades después de doscientos años de división.

Todavía queda mucho por descubrir acerca de quiénes escribieron J y E. No conocemos las fechas precisas de cuándo vivieron, y no conocemos sus nombres. Yo creo que lo que sabemos es más importante. Sabemos algo acerca de su mundo y acerca de cómo ese mundo produjo estas historias que todavía nos deleitan y nos enseñan. Aun así, podemos quedar insatisfechos hasta que podamos ser más específicos acerca de los escritores. Así que, permítaseme volverme a la fuente D. Podemos conocer aun más acerca de la persona que armó el documento entero que sobre los que escribieron J y E - quizás hasta su nombre.


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