EL PARAÍSO RESTAURADO
Una teología bíblica de señorío
David Chilton
Dominion
Press
Tyler,
Texas
©
1ero. 1985; 6to. 1999
Capítulo 16
LA CONSUMACIÓN DEL REINO
La muerte ha
venido a ser como un tirano completamente derrotado por el
monarca legítimo; atado de pies y manos como ahora lo está,
los transeúntes se mofan de él, golpeándole y abusando de él,
y ya no temen su crueldad ni su ira, a causa del rey que le
derrotó. Así ha sido derrotada y marcada con hierro candente
la muerte por lo que es por el Salvador en la cruz. Está atada
de pies y manos, todos los que están en Cristo le pisotean al
pasar, y los testigos de Cristo se burlan, diciendo: "¿Dónde
está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu
victoria?"
Atanasio, On the Incarnation [27]
Ahora podemos comenzar a sacar algunas
conclusiones generales muy significativas del estudio que
hemos adelantado hasta ahora. Como vimos en el capítulo
anterior, el día final es sinónimo del juicio final, en el
fin del mundo. Además, Jesús declaró que los que creen en él
serán resucitados en el día postrero (Juan 6:39-40, 44, 54).
Esto significa que el día del juicio es también el día de la
resurrección; ambos sucesos ocurren juntos, al final de la
historia.
Podemos añadir a esto lo que el
apóstol Pablo nos dice sobre la resurrección: coincidirá con
la Segunda Venida de Cristo y el rapto de los creyentes
vivos (1 Tes. 4:16-17). Algunos han tratado de evadir la
fuerza de este texto indicando una serie de resurrecciones -
una en el rapto, otra en la Segunda Venida (quizás algunos
años más tarde), y por lo menos una más a la consumación del
reino, al fin de la historia (donde corresponde). Sin
embargo, esto no resuelve el problema en absoluto. Porque
Jesús dijo específicamente que todo el que cree en él será resucitado en el el
"día postrero". Eso significa que todos los
cristianos serán resucitados en el día final. Nuevamente, 1
Tesalonicenses 4 dice que todos
los creyentes serán resucitados en el día final. Y
esta resurrección, que coincida con el rapto, tendrá lugar
en el día final.
Una
resurrección
Antes de que podamos considerar
estos puntos con mayor detalle, es necesario que quedemos
claros sobre un punto de discusión que se planteó, pero al
que se restó importancia hasta cierto punto en el capítulo
anterior. Una de mis suposiciones más cruciales es la de que
hay una sola resurrección,
tanto de los justos como de los impíos. Por
supuesto, para muchos esto parecería obvio. Pero debe ser
expresada explícitamente porque hay mucha confusión sobre
este punto en algunos círculos, encabezada por instructores
que aseguran no sólo que hay múltiples resurrecciones, sino
que la resurrección o las resurrecciones de los creyentes y
no creyentes ¡tendrá o tendrán lugar en ocasiones
completamente diferentes! No hay ninguna base bíblica para
esta posición. Las Escrituras enseñan claramente una sola
resurrección, en el día final; y la Iglesia Cristiana
Ortodoxa, como lo reflejan sus credos históricos, siempre y
en todas partes ha afirmado esta verdad. La Biblia dice:
Y muchos de los que duermen
en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida
eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua (Dan.
12:2).
Porque como el Padre tiene
vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo tener vida
en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio,
por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de
esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno,
saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo
malo, a resurrección de condenación (Juan 5:26-29).
Habrá ciertamente una
resurección tanto de justos como de impíos (Hechos 24:15).
Y vi un gran trono blanco y
al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron
la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para
ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante
Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue
abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados
los muertos por las cosas que estaban escritas en los
libros, según sus obras. Y el mar entregó los
muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron
los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno
según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al
lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se
halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago
de fuego (Apoc. 20:11-15).
La Biblia es abundantemente
clara: la resurrección de todos los seres humanos, tanto de
los justos como de los injustos, tiene lugar el mismo día,
para ser seguida inmediatamente por el juicio. ¿Por qué,
entonces, ha habido tanta confusión sobre este punto? Parte
de la respuesta es que el énfasis
en la Escritura es en la resurrección de los justos, que es
radicalmente diferente en naturaleza y resultado de la de
los impíos. La resurrección del pueblo de Dios está
íntimamente relacionada con el hecho de que el Espíritu
Santo actualmente mora en ese pueblo (Rom. 8:11); así, el
fundamento mismo de la resurrección de los justos, su
principio esencial, es de una naturaleza completamente
espiritual. Los cristianos serán resucitados para vida por
el Espíritu, mientras que los impíos serán resucitados para
muerte. En absoluto contraste con los cuerpos revividos de
los condenados, los cuerpos renovados de los santos serán
como el propio cuerpo glorioso de Cristo (1 Cor. 15.42-55;
Fil. 3:21). Nuestra resurrección es el fruto de la
resurrección de Cristo, y en realidad es una extensión de la
de él (1 Cor. 6:13-20; 15:20).
Por consiguiente, para el
cristiano, la resurrección es algo para ser considerado con
esperanza y emocionada anticipación (2 Cor. 5:1-10; Fil.
3:10-11): La Escritura la ve como la final "redención de
nuestro cuerpo" (Rom. 8:18-23). Por esta razón, el destino
de los justos está siempre en primer plano cuando la Biblia
habla de resurrección. El problema es que un enfoque
superficial de la Escritura ha dejado en la gente la
impresión de que hay dos resurrecciones diferentes, una de
los justos y la otra de los impíos. Por supuesto, en un
sentido cualitativo,
¡se puede decir que hay
dos resurrecciones, pero que ocurren el mismo día!
El reino y la resurrección
La enseñanza bíblica más
detallada sobre la resurrección se encuentra cerca del final
de la primera carta de Pablo a los Corintios. El corazón de
ese capítulo dice:
Mas ahora Cristo ha
resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron
es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre,
también por un hombre la resurrección de los muertos.
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo
todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden:
Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su
venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y
Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad
y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya
puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el
postrer enemigo que será destruido es la muerte (1 Cor.
15:20-26).
Este texto nos proporciona
mucha información sobre la resurrección. En primer lugar, se
nos asegura la inseparable relación entre la resurrección de
Cristo y la nuestra. La resurrección tiene lugar en dos etapas: primero
Cristo es resucitado, y luego nosotros somos resucitados -
las primicias, luego la cosecha. (Nótese bien: no se
menciona ninguna otra etapa).
Segundo, se nos dice cuándo tiene lugar la
resurrección: "en su venida". Puesto que ya sabíamos que la
resurrección coincide con el juicio final, ahora sabemos que
la Segunda Venida de Cristo será en el día final, en el
juicio.
Tercero, el texto también nos
informa que estos eventos ocurren en "el fin". ¿El fin de qué?
Mucho debate innecesario se ha enfocado en esta frase. Pablo
continúa diciendo que el fin viene "cuando Él haya suprimido
todo dominio, toda autoridad y potencia". Aquí el fin es
simplemente el fin
- el fin del tiempo, de la historia, y del mundo. Por
supuesto, esto se sigue del hecho de que éste es el último día; además,
éste es el fin de la conquista de la tierra por Cristo,
cuando haya establecido su reino total sobre todas las
cosas, destruyendo a todos sus enemigos. Es el fin del
"milenio", la consumación del reino - el momento preciso en
que el libro de Apocalipsis, en completa armonía con 1
Corintios, ubica la resurrección y el juicio final (Apoc.
20:11-15).
Cuarto, el reino actual de
Cristo, que comenzó en su resurrección y ascensión, continúa
"hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus
pies". Esta afirmación procede de Salmos 110:1, donde Dios
el Padre le dice al Hijo: "Siéntate a mi diestra, hasta que
ponga a tus enemigos por estrado de tus pies". Sabemos que,
a la ascensión de Cristo, Él efectivamente se sentó a la
diestra del Padre (Mar. 16:19; Luc. 22:69; Hech. 7:55-56;
Rom. 8:34; Efe. 1:20-22; Col. 3:1, Heb. 1:3; 8:1; 10:2,
12:2; 1 Ped. 3:22). Por consiguiente, de acuerdo con la
Escritura, Jesucristo está ahora reinando desde su trono
celestial, mientras todos sus enemigos están siendo puestos
debajo de sus pies. Las implicaciones de estos textos son
inescapables: Cristo ha ascendido al trono, y no regresará sino hasta que el
último de sus enemigos haya sido derrotado, en la
resurrección del día final. "Porque debe reinar, hasta que
ponga a todos sus enemigos debajo de sus pies".
Debemos recordar que la Biblia
habla de salvación en términos del modelo
definitivo-progresivo-final que hemos notado antes. Definitivamente, todas
las cosas fueron puestas bajo los pies de Cristo a su
ascensión al trono celestial; en principio, gobierna el
mundo ahora como el segundo Adán. Progresivamente, está ahora ocupado en
conquistar las naciones por medio del evangelio, extendiendo
su gobierno a los rincones más alejados de la tierra. Finalmente, vendrá el
día en que la real conquista del mundo por Cristo sea
completa, cuando todos los enemigos hayan sido destruidos.
Éste será el fin, cuando "en el nombre de Jesús se doble
toda rodilla ... y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil. 2:10-11).
Quinto, subrayando el hecho de
que la resurrección ocurre al final del milenio, Pablo dice
que "el postrer enemigo que será destruido es la muerte". El
reino actual de Cristo verá la destrucción gradual de todos
los enemigos, la derrota progresiva de cada uno de los
restos de la rebelión de Adán, hasta que sólo quede una cosa
por destruir: la muerte. En ese momento, Cristo regresará en
gloria para resucitar a los muertos y transformar los
cadáveres de su pueblo a la perfección de la nueva creación
que ha sido completada. Más tarde en este pasaje, Pablo
amplía este hecho:
He aquí, os digo un misterio:
No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en
un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos
serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos
transformados. Porque es necesario que esto corruptible se
vista de incorrupción, y esto mortal se vista de
inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de
incorrupción y esto mortal se haya vestido de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está
escrita: Sorbida es la muerte en victoria (1 Cor.
15:51-54).
Esto es paralelo a la otra gran
declaración de Pablo sobre la resurrección:
Porque si creemos que Jesús
murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los
que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en
palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos
quedado hastala venida del Señor, no precederemos a los
que durmieron. Porque el señor mismo con voz de mando, con
voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego
nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos para recibir al Señor en
el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1 Tes.
4:14-17).
Como afirman tan claramente las
palabras de Pablo, los sucesos del día final incluyen la
segunda venida, la resurrección, y el rapto (el
"arrebatamiento" de los santos vivos "para encontrarse con
el Señor en el aire"). La Biblia no enseña ninguna
separación entre la segunda venida y el rapto; estos son
simplemente diferentes aspectos del día final. Y es un hecho
que, durante toda la historia de la iglesia, nadie oyó
hablar nunca del (así llamado) "rapto pre-tribulación" hasta
el siglo diecinueve; no se difundió sino hasta hace unas
pocas décadas. Recientemente, al comenzar las nuevas
generaciones a reconocer la falta de fundamento bíblico para
este novedoso punto de vista, ha comenzado a tener lugar un
movimiento hacia una escatología con un fundamento más
bíblico. La escatología de dominio, la esperanza histórica
de la iglesia, está surgiendo nuevamente. A causa del
renovado interés en el desarrollo de un punto de vista
bíblico mundial y la aplicación de estándares bíblicos a
todas las áreas de la vida, la escatología de dominio está
siendo discutida y aceptada más y más. Y porque es la
verdad, su establecimiento como la escatología dominante es
inevitable.
Conclusión
La doctrina bíblica de la
segunda venida es relativamente sin complicaciones y
directa. Podemos resumir nuestros hallazgos en los últimos
varios capítulos como sigue:
- El reino de Jesucristo comenzó con su
resurrección y ascensión, como los profetas habían
prometido. Su reino ("el milenio" está ahora en vigor y
continuará hasta que Él sea reconocido universalmente como
Señor. Por medio del evangelio, su pueblo está extendiendo
su reino sobre la faz de la tierra, hasta que todas las
naciones sean discipuladas y el paraíso llegue a su más
completo y terrenal cumplimiento.
- En el
día final, en el fin del mundo, Jesucristo regresará para
resucitar a todos los seres hmanos para juzgar tanto a los
justos como a los impíos. Los cristianos que esté vivos a
la segunda venida serán arrebatados para unirse al Señor y
a los santos resucitados en la Nube de Gloria, donde serán
transformados y completamente restaurados a la imagen de
Dios.
La Santa Escritura
contradice completamente la doctrina de que el reino de
Cristo comenzará sólo después de la segunda venida. La
Biblia enseña que la segunda venida de Cristo, que coincide
con el rapto y la resurrección, tendrá lugar al final del milenio,
cuando la historia sea sellada en el juicio. Hasta entonces,
Cristo y su pueblo estarán marchando de fortaleza en
fortaleza, de victoria en victoria. Venceremos.