EL PARAÍSO RESTAURADO
Una teología bíblica de señorío
David Chilton
Dominion
Press
Tyler,
Texas
©
1ero. 1985; 6to. 1999
Capítulo 15
EL DÍA DE JEHOVÁ
¿Quién, pues, es este
Cristo y cuán grande es él, que con su nombre y su
presencia sobrepasa y confunde todas las cosas en todos
lados, que él solo es fuerte contra todos y ha llenado
la tierra entera con su enseñanza? Que nos lo digan los
griegos, que se burlan de él sin restricción ni
vergüenza. Si es un hombre, ¿cómo es que un hombre ha
demostrado ser más fuerte que todos los que a sí mismos
se consideran como dioses, y por su propio poder ha
demostrado que ellos no son nada? Si le llaman mago,
¿cómo es que toda magia es destruida por un mago, en vez
de hacerse más fuerte? Si hubiese conquistado a ciertos
magos o demostrado que era superior a uno de ellos
solamente, ellos podrían pensar razonablemente que él
superó al resto sólo por su mayor habilidad. Pero el
hecho es que su cruz ha derrotado a toda la magia
enteramente y ha conquistado el nombre mismo de ella.
Atanasio,
On the Incarnation
[48]
Uno de los más graves errores
de interpretación que cometen los estudiantes bíblicos es
suponer que la Biblia no puede usar la misma expresión, como
"venida", en diferentes sentidos. Mucho de este libro se
escribió para refutar ese error básico. Como hemos visto,
Dios "vino en las nubes" en numerosas ocasiones en la
Escritura, y se usa la terminología del universo que se
derrumba para describir varios y diferentes sucesos
históricos. Sin embargo, una vez que entendemos esto, parece
que se nos presenta un problema diferente: ¿Y qué hacemos
con la segunda venida de Cristo? Puesto que tantas profecías
resultan ser referencias a la destrucción de Jerusalén en el
año 70 D. C., ¿cómo podemos estar seguros de que alguna profecía se
refiere a un regreso futuro y literal de Jesucristo?
Es posible enfocar esta
pregunta de varias maneras. Un método fructífero es examinar
una expresión bíblica común para "día del juicio": el día de Jehová. Ahora
bien, no me malentienda - yo no estoy sugiriendo que el "día
de Jehová" se refiere sólo al fin del mundo y al juicio
final. Lejos de eso. Sin embargo, una sólida comprensión de
este concepto bíblico nos proporcionará una clave de
interpretación, un método para llegar a una exacta
comprensión, basada en la Escritura, de la segunda venida.
El primer uso bíblico del
término día de Jehová ocurre en el profeta Amós, en una
referencia muy extraña. Hablando a los rebeldes israelitas
que pronto serían destruidos por los asirios, Amós dice: "¡Y
de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este
día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz ..." (Amós
5:18). Lo importante que nosotros debemos notar al principio
es que esta expresión no
se había usado nunca antes, por lo menos no en la
Escritura. Pero parece haber sido una idea bastante común y
familiar en el Israel del siglo octavo A. C. Amós no
cuestionó su validez: "el día de Jehová" venía. Lo que Amós
trataba de corregir era la errónea expectativa de Israel del resultado de ese
día para ellos mismos.
El punto interesante (para
comenzar) es éste. Aquí encontramos a Amós simplemente
adoptando un concepto teológico ya comprendido, completo,
plenamente desarrollado. La expresión misma (aparentemente)
no se originó por revelación directa, sino que los profetas
la adoptaron, sin preguntar, como parte de su vocabulario.
Esto indica que el término debe estar basado en algún
concepto bíblico que era tan bien conocido en Israel que la
indiscutida expresión día
de Jehová surgió casi espontáneamente para
describirlo. ¿Cómo podemos explicar esto? Nuestra respuesta
a esta pregunta nos llevará a algunas conclusiones
sorprendentes en varias áreas. Además, nos proporcionará
firme información bíblica sobre la segunda venida de Cristo
- el día del juicio final.
El día del juicio en Edén
La imagen bíblica del día de
Jehová, el día del juicio, comienza (como naturalmente
debemos suponer) en Génesis. Desde el mismo comienzo del
relato de la creación, se nos dice que Dios creó la luz y
la llamó día
(Gén. 1:2-5). Debemos reconocer exactamente lo que sucedió
en ese momento. Como vimos en el capítulo 7, Dios flotaba
sobre la creación, envuelto en la gloriosa luz de la Nube,
resplandeciente como la Luz original (ver Juan 1:4-5).
Esto significa que, cuando Él creó la luz, fue como una
imagen-espejo, una especie de "copia" de sí mismo. Por
consiguiente, desde el principio, se nos enseña a asociar
el día y la luz con Dios. Esta
asociación básica se desarrolló y se llevó adelante
durante todo el resto de la semana de la creación, como el
primero de dos conceptos importantes para entender
la idea bíblica de día: el
día está en la imagen de Dios. La luz del día es
un recordatorio de la brillante e inaccesible luz de Dios
(1 Tim. 6:16). Por esta razón, el sol y el amanecer se
usan en la Biblia como símbolos de Dios y su venida (Sal.
84:11; Isa. 30:26; 60:1; Mal. 4:2; Luc. 1:78-79; Efe.
5:14; 2 Ped. 1:19; Apoc. 1:16).
El segundo concepto es que el día es el tiempo de la
evaluación judicial, por parte de Dios, de sus criaturas,
cuando todas las cosas sean juzgadas por Él. Aquí Moisés
registra siete actos de ver
(evaluación) y declarar:
Dios vio que era
bueno" (Gén. 1:4,
10, 12, 18, 21, 25), culminando con la séptima
declaración: "Y vio
Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera"
(Gén. 1:31). Esta declaración nos lleva directamente al
resumen y a la conclusión:
Fueron, pues, acabados los
cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó
Dios en el día séptimo la obra que hizo, y reposó el día
séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día
séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la
obra que había hecho en la creación. Estos son los
orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron
creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los
cielos (Gén. 2:1-4).
El hecho de que Dios "reposó"
el séptimo día es parte importante del tema del juicio
sobre el día, porque habla realmente de su entronización
en el cielo, inspeccionando y juzgando su creación desde
su trono en la Nube de Gloria. De hecho, al sentarse en el
trono se le llama a menudo un "reposo" en la Escritura (1
Crón. 28:2; Sal. 132:7-8, 13-14; Isa. 11:10; 66:1).
Por eso, cuando pensamos en
el día, debemos
pensar primero en la luz
de Dios en el mundo; segundo, debemos pensar en el juicio de Dios sobre
el mundo. En otras palabras, el mero primer "día de
Jehová" era también el mero primer día. Es más fácil
para nosotros ver todo esto cuando leemos Génesis 1 a la
luz de otros pasajes bíblicos, pero tenemos que recordar
también que estaba implícito en el texto desde el
principio.
Hay otro pasaje al comienzo
de Génesis que informa nuestra interpretación del
contenido del "día de Jehová". Vimos en un capítulo
anterior que, cuando Adán y Eva pecaron, oyeron el sonido
característico de la Nube de gloria resonando como un tren
expreso a través del huerto: la retumbante voz de Jehová
causada por el batir de las alas de ángeles. La traducción
literal de ese versículo dice:
Y oyeron la voz de Jehová
que recorría el huerto como el Espíritu del día, y el
hombre y su mujer se ocultaron de la presencia de Jehová
entre los árboles del huerto (Gén. 3:8).
En otras palabras, Adán y Eva
oyeron el sonido que la Nube hace cuando Dios viene como
"el Espíritu del día", cuando viene como lo hizo en el
principio, en juicio. Hay que admitir que esta
interpretación del texto significa la muerte para aquel
himno pietista-evangélico "In the Garden" [A Solas al
Huerto Yo Voy] (este hecho por sí sólo hace a esta
interpretación especialmente atractiva). Dios no se
paseaba en las tardes a través del huerto, contrariamente
a las sentimentales reflexiones de poetas evangélicos de
tercera categoría. Cuando llegó el juicio a Adán y Eva,
llegó en forma de la Nube de gloria: con luz
enceguecedora, calor abrasador, y ruido ensordecedor - el
Espíritu del día.
Por consiguiente, el día de
Jehová está definido
por la Escritura en términos de la Nube de gloria:
"Porque cerca está el día, cerca está el día de Jehová;
día de nublado, día de castigo de las naciones será (Eze.
30:3; ver Joel 2:1-2; Sof. 1:14-15). Donde está la Nube,
allí está el día de Jehová, cuando Dios está manifestando
su juicio.
Esto hace que nuestra
comprensión del día de Jehová dé un salto de un millón de
años luz hacia adelante. Más que meramente una referencia
al fin del mundo, debería entenderse más bien en los
mismos términos que tantos otros conceptos de la
Escritura: definitivamente, progresivamente, y finalmente.
El día definitivo
ocurrió al principio, el primer día (sería más preciso
decir que la semana
entera fue el día definitivo, en siete etapas). Pero
también vemos el día revelado progresivamente, en los juicios
históricos de Dios. En un sentido final, último, se nos
dice que el último día vendrá cuando Dios juzgue
finalmente todas las cosas.
Día de nublado
Tan pronto vemos la conexión entre la
Nube y el día de Jehová - que el día de Jehová es la Nube de Gloria que
viene en juicio, y que la Nube es el día de Jehová en acción -
un gran número de ideas bíblicas comienza a encajar en su
lugar. Por ejemplo, los israelitas experimentaron el día de
Jehová en las orillas del Mar Rojo, cuando la Nube descendió
(Éx. 13:21-22) y se detuvo entre ellos y los egipcios. Para el
pueblo del pacto, la Nube era Luz y salvación, pero para los
egipcios, era oscuridad (Éx. 14:19-20), que causó completa
destrucción (Éx. 14:24-25). La venida de la Nube era la venida
de Jehová como el "Espíritu del Día" en juicio. Y el juicio,
como la Nube, tiene dos aspectos: vindicación y protección de
los fieles, por una parte, y destrucción de los enemigos de
Dios, por la otra. En juicio, Dios trae tanto salvación como
ira, tanto oscuridad como luz. Esto es lo que Amós quiso decir
cuando se dirigió al apóstata pueblo del pacto de su tiempo,
el pueblo que esperaba que la llegada del día de Jehová les
protegería de sus enemigos. El problema era, como Amós señaló,
que el pueblo de
Dios se había convertido en el enemigo de Dios.
¡Ay de los
que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de
Jehová? Será de tinieblas, y no de luz; como el que huye de
delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare
en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una
culebra. ¿No será el día de Jehová tinieblas, y no luz;
oscuridad que no tiene resplandor? (Amós 5:18-20).
Los profetas bíblicos vieron que el día
de Jehová se cumpliría en todos los juicios redentores de Dios
en la historia contra las naciones desobedientes: era el
divino "día de pasar la factura" a Judá, cuando los impíos
serían aniquilados y los justos salvados y bendecidos (Isa.
2-5; Joel 1-3); era también el día en que Edom sufriría la
venganza de Dios por medio de sangrientas matanzas, en fuego y
azufre, y en desolación, mientras el pueblo de Dios es
"reunido" con él en seguridad (Isa. 3:4); el día en que la
gran espada de Dios se llenaría de sangre de los egipcios
(Jer. 4:6); en realidad, "el día de Jehová se acerca a todas
las naciones" (Abdías 15). Cuando ponemos juntos todos estos
pasajes y textos como Sofonías 1 y Salmos 18, se hace
notablemente claro que el término profético Día de Jehová significa
Juicio - un juicio que resulta tanto en la destrucción de los
impíos como en salvación de los justos.
Por eso se usa también para describir el
primer advenimiento del Salvador. En su última revelación del
Antiguo Testamento, Dios dijo: "He aquí yo os envío el profeta
Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él
hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el
corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y
hiera la tierra con maldición" (Mal. 4:5-6). Tanto el ángel
Gabriel (Luc. 1:17) como el Señor Jesús (Mat. 11:14) citan
este versículo como cumplido en el ministerio de de Juan
el Bautista. "En el Espíritu y el poder de Elías", Juan debía
involucrarse en el ministerio restaurador de traer los rebeldes hijos de
Israel de vuelta a la piedad de sus padres, haciendo
volver "los rebeldes a la prudencia de los justos, para
preparar al Señor un pueblo bien dispuesto" (Luc. 1:17). Pero,
advirtió el Señor, si el pueblo no se volvía de su apostasía
para el tiempo del "día de Jehová, grande y terrible", Él
"vendría y golpearía la tierra con maldición". Esta palabra maldición (o interdicción) era un
término técnico en la Escritura, usada para denotar que
ciertos objetos y hasta ciudades enteras eran tan aborrecidas
por Dios que debían ser puestas "en interdiccción", para ser
completamente destruidas por medio del fuego del altar de Dios
- ofrecidas como "holocausto completo" (ver Deut. 13:16). Eso
es exactamente lo que sucedió en el siglo primero. Vino
"Elías", pero el pueblo no se arrepintió; así que, cuando
llegó el gran día de Jehová, la tierra entera fue puesta en
interdicción, dedicada por completo para ser destruida.
El día final de Jehová
Puesto que no todas las referencias al
"día de Jehová" pueden tomarse en el sentido de que se
refieren al mismo suceso, los cristianos pueden fácilmente
quedar perplejos. ¿Cómo podemos a cuál día se hace referencia
en cualquier pasaje particular de la Escritura? ¿Convierte
esto a nuestra interpretación en completamente arbitraria? No,
en absoluto. Como sucede con todo lo demás en la Escritura, su significado preciso depende
del contexto. Siempre
transmite la idea general de que Dios viene para juicio y
salvación; pero su significado en cualquier versículo aislado
debe discernirse examinando el cuadro mayor.
Así, pues, regresamos a la pregunta con
que comenzamos este capítulo: ¿Cómo podemos estar seguros de
que cualquier
referencia al "día de Jehová", el "juicio", o la "venida" de
Cristo se refiere al fin del mundo y la segunda venida de
Cristo? Puesto que la terminología del universo que se
derrumba se usa para el juicio del año 70 D.C., y a causa de
la tremenda importancia teológica de ese juicio, algunos
suponen que todos los sucesos escatológicos deben haberse
cumplido en la destrucción de Jerusalén, y que la Segunda
Venida tuvo lugar entonces.
Según esta interpretación (que puede llamarse post-todismo), ahora
estamos viviendo en una era de limbo interminable, en que
literalmente no queda ninguna profecía por cumplirse. El mundo
simplemente seguirá y seguirá y seguirá, hasta ...?
¿Es válida esta interpretación? Debemos
notar, por lo menos de pasada, que, a través de todas las
edades, la iglesia jamás ha permitido este punto de vista.
Todos los credos han declarado la futura venida de Cristo, la resurrección de
todos los hombres, y el juicio general como artículos
fundamentales y no negociables de la fe cristiana. Las
palabras finales del credo de Atanasio (uno de los tres credos
universales de la fe) subraya la importancia de estas
verdades:
Ascendió al
cielo, se sentó a la derecha del Padre, Dios Todopoderoso;
desde donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
A cuya
venida todos los hombres se levantarán nuevamente con sus
cuerpos y darán cuenta de sus propias obras.
Y los
que han hecho lo bueno irán a la vida eterna; y los que han
hecho lo malo, al fuego eterno.
Esta es
la fe católica, que el hombre no puede salvarse excepto si
cree fielmente.
Esta posición básica de la Iglesia
Universal está sólidamente basada en la Escritura. Aunque ha
habido muchos "días de Jehová" en la historia, la Biblia nos
asegura que hay un "día final" que ha de venir, el Juicio
Final, cuando todas las cuentas se saldarán y tanto justos
como injustos recibirán su recompensa eterna. Cada vez que usó
el término, Jesús conectó inseparablemente "el día final" con
otro acontecimiento:
Porque he
descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el
que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada,
sino que lo resucite en el
día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha
enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga
vida eterna; y yo le
resucitaré en el día postrero (Juan 6:38-40).
Ninguno pude
venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día
postrero (Juan 6:44).
El que
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día
postrero (Juan 6:54).
Por consiguiente, la resurrección es un
acontecimiento inextricablemente unido a los acontecimientos
del último día, el día final en que el juicio del Espíritu en
la Nube será absolutamente abarcante y completo, cuando el
veredicto final y último de Dios se pronuncie sobre toda la
creación. Ese es el día en que los muertos serán resucitados:
"los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; mas
los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Juan
5:29).
La resurrección es la clave de la interpretación.
Puesto que Jesús relacionó la resurrección con el día final,
podemos usarla como "control" al examinar pasajes
escatológicos. Aunque el motivo día de Jehová/universo que se
derrumba corre a través de los textos bíblicos sobre el
juicio, la marca distintiva del día final es que los muertos
serán resucitados. La resurrección de todos los seres humanos
es, en la naturaleza del caso, irrepetible. No es un motivo
continuado, sino más bien parte del suceso escatológico final.
Por lo tanto, cada vez que
la Biblia menciona la resurrección, está hablando del día
final - el juicio final, el día último de Jehová.
Sección
de Libros 2