EL PARAÍSO RESTAURADO
Una teología bíblica de señorío
David Chilton
Dominion
Press
Tyler,
Texas
©
1ero. 1985; 6to. 1999
PARTE 1
UNA ESCATOLOGÍA DE SEÑORÍO
Aquí te
sentarás encarnado, aquí reinarás tanto Dios y hombre,
Hijo tanto de Dios como del hombre, Rey universal ungido;
a tí te doy todo el poder; reina por siempre, y asume tus
méritos; debajo de tí, como Cabeza Suprema, reduzco
tronos, principados, potestades, dominios: Toda rodilla se
doblará, de los que están en el cielo o en la tierra, o
debajo de la tierra, en el infierno.
John
Milton,
Paradise Lost
[3.315-22]
Cuando el sol sale, la
oscuridad ya no prevalece; cualquier porción de ella que
haya quedado desaparece. Así también, ahora que la divina
epifanía de la palabra de Dios ha tenido lugar, la
oscuridad de los ídolos ya no prevalece, y todas las
partes del mundo en todas direcciones son iluminadas por
sus enseñanzas.
Atanasio, On the Incarnation [55]
Capítulo
1
LA ESPERANZA
Este es un
libro sobre la esperanza. Durante demasiado tiempo, los
cristianos se han caracterizado por la desesperación, la
derrota, y la retirada. Los cristianos han prestado oídos
a la falsa doctrina que enseña que estamos condenados al
fracaso, que los cristianos no pueden vencer; a la idea de
que, hasta que Cristo regrese, los cristianos perderán
terreno constantemente ante el enemigo. Se nos dice que el
futuro de la iglesia será un constante deslizarse hacia la
apostasía. Algunos de nuestros líderes nos han informado
con tristeza que estamos viviendo en la "era laodicense"
de la iglesia (una referencia a la "tibia" iglesia de
Laodicea, de la cual se habla en Apoc. 3:14-22). Cualquier
estallido bélico, cualquier aumento en las estadísticas
del crimen, cualquier nueva evidencia de la descomposición
de la familia, extrañamente era considerada a menudo como
un avance, un paso hacia la esperada meta del eclipse
total de la civilización, una señal de que Jesús podría
venir a rescatarnos en cualquier momento. Los proyectos de
acciones sociales eran mirados con escepticismo: a menudo
se suponía que, cualquiera que en verdad tratase de
mejorar el mundo, en realidad no amaba la Biblia, pues la
Biblia enseña que tales esfuerzos están destinados a ser
inútiles; como dijo un famoso predicador: "Uno no le da
brillo al metal de un barco que se hunde". Ese estribillo
estaba basado en dos suposiciones: Primera, que el mundo
no es otra cosa que un "barco que se hunde"; segunda, que
cualquier programa organizado de reconstrucción cristiana
no sería más que "pulir el metal". El evangelismo era una
invitación a ingresar a las filas del lado perdedor.
Esto nacía de dos problemas.
Uno era una falsa visión
de espiritualidad. La idea antibíblica de la
"espiritualidad" es que el hombre verdaderamente
"espiritual" es una especie de ser "no físico", que no se
involucra en cosas "terrenales", que no trabaja ni piensa
mucho, y que pasa la mayor parte de su tiempo meditando en
cuánto le gustaría estar en el cielo. Sin embargo,
mientras esté en la tierra, tiene un deber principal en la
vida: Ser pisado por amor a Jesús. Según él lo ve, el
hombre "espiritual" es un cobardón. Un perdedor. Pero, por
lo menos, es un buen perdedor.
La enseñanza de la Biblia es
muy diferente. Cuando la Biblia usa la palabra Espiritual,
generalmente está hablando del Espíritu Santo (por eso yo
uso la S mayúscula). Ser Espiritual es ser guiado y
motivado por el Espíritu Santo. Significa obedecer sus
mandamientos como están registrados en las Escrituras. El
hombre Espiritual no es alguien que flota en el aire y
escucha voces extrañas. El hombre Espiritual es el que
hace lo que dice la Biblia (Rom. 8:4-8). En consecuencia,
esto significa que se supone que nos involucremos en la
vida. Dios quiere que apliquemos modelos cristianos en
todas partes, en todas las áreas. La Espiritualidad no
significa recogerse y retirarse de la vida; significa autoridad. La confesión básica
de fe cristiana es que Jesús
es
Señor (Rom. 10:9-10) - Señor de todas las cosas,
en el cielo y en la tierra. Como Señor, ha de ser
glorificado en todas las áreas (Rom. 11:36). En términos
de Espiritualidad cristiana, en términos de los requisitos
de Dios para la acción cristiana en cada área de la vida,
no hay ninguna razón para la retirada.
El segundo obstáculo para la
acción cristiana ha sido una escatología de la derrota. Nuestra
escatología es nuestra "doctrina de las últimas cosas",
nuestra expectativa del futuro. Y no hay dudas de las
recientes expectativas de muchos cristianos: hemos
esperado el fracaso. Como observamos más arriba, el mundo
era considerado un barco que se hundía.
Por supuesto, ningún
cristiano cree en la derrota final. Todos los cristianos saben que
Dios saldrá victorioso sobre el diablo al fin de la
historia. Como joven cristiano, recuerdo que mis maestros
de Biblia me informaban que se habían "asomado al último
capítulo (de la Biblia), ¡y los cristianos ganan!". Pero
eso es justamente lo que yo quiero decir: Según ciertas
clases populares de escatología, la victoria tiene lugar
sólo en el "último capítulo". En el tiempo, en la historia, en la
tierra, los cristianos pierden. El mundo se vuelve peor y
peor. ¡Viene el
anticristo! Hay algo terriblemente torcido acerca
de eso.
Lo que estoy diciendo es esto: La escatología de la derrota es
errónea. No es más bíblica que su hermana, la falsa
idea de la Espiritualidad. En lugar de un mensaje de derrota,
la Biblia nos da esperanza, tanto para este mundo como para el
venidero. La Biblia nos da una
escatología de señorío, una escatología de victoria.
Esto no es alguna clase de optimismo del tipo "todo saldrá
bien de algún modo". Es una certeza sólida, confiada, basada
en la Biblia, de que antes de la Segunda Venida de Cristo, el evangelio será victorioso en
el mundo entero.
A muchos, esto les parecerá increíble.
Se opone al espíritu entero de la era moderna; por años, se
les ha enseñado a los cristianos a esperar la derrota.
Ciertamente, es una buena idea cuidarse de las "nuevas"
doctrinas. Todo debe ser comprobado por medio de las
Escrituras. Sin embargo, una cosa que se debe tener en cuenta
es que la idea de señorío no es nueva. En realidad, hasta no
hace mucho, la
mayoría de los cristianos se adhería a una escatología de
señorío. A lo largo de la historia de la iglesia, la
mayoría de los cristianos ha considerado la
escatología de la derrota como una doctrina de chiflados.
La esperanza de conquistar el mundo para
el cristianismo ha sido la fe tradicional de la iglesia por
las edades. Este hecho puede demostrarse fácilmente una y otra
vez. Podemos verlo en las palabras de Atanasio, el gran padre
de la iglesia del siglo cuarto, cuyo libro clásico On the Incarnation of the Word
of God revela su fuerte escatología de señorío.
Resumió así su tesis:
Desde
que el Salvador vino a morar en nuestro medio, la idolatría no
sólo no ha aumentado, sino que está disminuyendo y
gradualmente está dejando de existir. De manera similar, la
sabiduría de los griegos no sólo ha dejado de hacer ningún
progreso, sino que la había está desapareciendo. Y los
demonios, lejos de continuar imponiéndose sobre el pueblo por
medio de engaños, oráculos y hechicerías, son derrotados por
la señal de la cruz si siquiera lo intentan. Por otra parte,
¡mientras la idolatría y todo lo demás que se opone a la fe de
Cristo disminuye, se debilita, y cae todos los días, la
enseñanza del Salvador aumenta por doquier! Adorad, pues, al
Salvador "que es sobre todas las cosas" y poderoso, Dios el
Verbo, y condenad a los que están siendo derrotados y hechos
desaparecer por Él. Cuando el sol sale, la oscuridad ya no
prevalece; cualquier porción de ella que haya quedado es
disipada. Así también, ahora que la divina epifanía de la
Palabra de Dios ha tenido lugar, la oscuridad de los ídolos ya
no prevalece más, y todas las partes del mundo en todas las
direcciones son iluminadas por sus enseñanzas.
No debe usted suponer que Atanasio era
un mero optimista que pensaba positivamente, que reposaba en
un ambiente tranquilo y pacífico. Por el contrario: vivió
durante una de las más severas persecuciones que el mundo
conoció jamás, el supremo intento del emperador Diocleciano de
extirpar la fe cristiana. Más tarde, Atanasio tuvo que
permanecer casi solo durante 40 años en su defensa de la
doctrina de la Trinidad contra la rampante herejía, habiendo
sido exiliado por el gobierno en cinco ocasiones y algunas
veces con peligro de perder la vida. En realidad, su historia
dio lugar a un proverbio: Atharzasius
contra mundum (Atanasio contra el mundo). Sin
embargo, jamás perdió de vista el hecho básico de la historia
mundial, que el Verbo se había hecho carne, derrotando al
diablo, redimiendo a la humanidad, e inundando el mundo con la
Luz que la oscuridad no podía vencer.
La escatología de señorío de la iglesia
configuró radicalmente la historia de la civilización
occidental. Por ejemplo, pensemos en las grandes catedrales de
Europa, y comparémoslas con los edificios de las
iglesias de la actualidad. Aquellas antiguas catedrales,
magníficas obras de arte construidas durante décadas y algunas
veces durante generaciones, fueron construidas para que
durasen siglos, y lo hicieron. Pero las modernas iglesias
evangélicas se construyen para que duren a lo sumo una
generación. Nosotros no esperamos estar aquí el tiempo
suficiente para usarlas mucho, y ciertamente no esperamos que
nuestros biznietos tengan culto para Dios en ellas. Ni
siquiera esperamos tener biznietos. Se puede decir sin peligro
que la idea de tener descendientes que vivan quinientos años a
partir de ahora jamás ha entrado en las mentes de la mayoría
de los evangélicos hoy día. Sin embargo, para muchos
cristianos de generaciones anteriores, la idea de que futuras
generaciones se beneficiasen de sus esfuerzos no era extraña
en modo alguno. Construían para largo tiempo.
Examinemos un campo muy diferente: la
exploración. Ni un solo historiador en un centenar sabe qué
motivó a Cristóbal Colón para buscar una ruta por occidente
hacia las Indias. ¿El comercio? Sí, esa era parte de la razón.
Sin embargo, más que esto, eran
profecías sin cumplirse. Antes de comenzar sus
expediciones, Colón llenó sus diarios de citas de Isaías y
otros escritores bíblicos, en las cuales detallaba las
numerosas profecías que la Gran Comisión para hacer discípulos
a todas las naciones del mundo darían cumplimiento (véase, por
ejemplo, Isa. 2:2-5; 9:2-7. 11:1-10; 32:15-17; 40:4-11;
42:1-12; 49:1-26; 56:3-8; 60:1-22; 61:1-11; 62:1-12;
65:1-25; 66:1-24). Calculó que, si las Indias habían de ser
convertidas, una ruta marítima sería una manera más efectiva
de llevarles el evangelio; y atribuyó sus descubrimientos, no
al uso de las matemáticas o los mapas, sino más bien al
Espíritu Santo, que estaba haciendo que ocurriera lo que
Isaías había predicho. Tenemos que recordar que América había
sido descubierta numerosas veces, por otras culturas; pero la
colonización y el desarrollo tuvieron lugar con éxito sólo en
la era de las exploraciones iniciadas por Colón. ¿Por qué?
Porque estos exploradores eran portadores del evangelio, y su
meta era conquistar el mundo para el reino de Dios. Llegaron con la esperanza de que
el Nuevo Mundo sería cristianizado. Estaban seguros de la
victoria, y supusieron que cualesquiera obstáculos que
encontrasen habían sido puestos allí con el expreso propósito
de ser superados. Sabían que los cristianos están destinados
para el señorío.
Los ejemplos podrían multiplicarse en
todos los campos. Todo el surgimiento de la civilización
occidental - la ciencia y la tecnología, la medicina, las
artes, el constitucionalismo, el sistema de jurados, la libre
empresa, el alfabetismo, la mayor productividad, un creciente
estándar de vida, la alta posición de la mujer en la sociedad
- es atribuible a un factor de gran importancia: Occidente ha sido transformado
por el cristianismo. Es verdad que la transformación
todavía no es completa. Quedan muchas batallas por delante.
Pero lo que queremos decir es que, hasta en lo que es todavía
mayormente una civilización cristiana primitiva, Dios ha hecho
llover bendiciones sobre nosotros.
Muchos cristianos no se dan cuenta, pero
la esperanza es la base de muchos de los grandes y antiguos
himnos de la fe, escritos antes de la era moderna de
desesperación y pesimismo evangélicos. Piense en eso la
próxima vez que cante "Castillo
Fuerte es Nuestro Dios", de Martín Lutero; "Jesus shall reign wher'er the
sun cloth his successive journeys run", de Isaac Watts;
"Stand up, stand up for
Jesus", de George Duffield. ¿Cree usted realmente que
Jesús está ahora llevándonos "de victoria en victoria" ...
hasta que todo enemigo sea derrotado y Cristo sea Señor?" Eso
es lo que la iglesia ha creído históricamente. Eso es lo que
cantaba en sus himnos. Esto se puede ver más claramente en los
tradicionales villancicos de Navidad que, como las reflexiones
de Atanasio sobre la encarnación, son esperanzas
desprejuiciadas del triunfo de Cristo sobre el mundo por medio
del evangelio. Villancicos como "Come, thou long-expected Jesus", "O Come, O come,
Emmanuel", "Hark! the herald angels sing", "God rest you
merry, gentlemen", y muchos otros, fueron escritos
desde la misma perspectiva básica que este libro. La
convicción de que - como resultado de su primer adventimiento -
Cristo ahora reina desde el cielo y está conquistando la
tierra subyace el mensaje de "Joy to the world".
No más
pecado ni tristeza ni espinas. Él viene para que sus
bendiciones fluyan por encima de las maldiciones.
Al mundo
él gobernará con gracia y con poder, y a toda nación
demostrará las glorias de su justicia y las maravillas de su
amor.
Lo mismo ocurre con aquel gran
villancico orientado a la victoria: "It came upon the midnight clear":
Los días
se acercan rápidamente, como los profetas lo anunciaron ... de
lo cual cantan los ángeles.
Los salmos:
Nuestro himnario de señorío
Hay una conexión muy
importante entre la visión
mundial de la iglesia y los himnos de la iglesia. Si su corazón y su
mente están llenos de cantos de victoria, tendrá a tener una
escatología de señorío; si, en lugar de eso, sus cantos son
temeroros y expresan un anhelo por escapar - o si son
cancioncillas débiles e infantiles - su visión
mundial y sus expectativas serán escapistas e infantiles.
Históricamente, el himnario básico de la iglesia ha
sido el libro de los Salmos. El libro más grande de la Biblia
es el de los Salmos, y Dios, providencialmente, lo colocó
justo en la mitad de la Biblia, ¡de modo que no pudiésemos
pasarlo por alto! Sin embargo, ¿cuántas iglesias usan los
salmos en cultos con música? Vale la pena notar que el abandono de la escatología
por parte de la iglesia coincidió con el abandono de los
salmos por parte de la iglesia.
Los salmos están inescapablemente
orientados hacia el reino. Están llenos de conquista,
victoria, y el señorío de los santos. Constantemente, nos
recuerdan la guerra entre Dios y Satanás; incesantemente, nos
llaman a entablar combate contra las fuerzas del mal, y nos
prometen que heredaremos la tierra. Cuando la iglesia cantaba
los salmos - no sólo pedacitos de ellos, sino de manera abarcante, a través de
todo el Salterio - la iglesia era fuerte, saludable, agresiva,
y no podía ser detenida. Por eso el diablo ha tratado de
impedir que cantemos los salmos, de robarnos nuestra herencia.
Si hemos de recapturar la escatología de señorío, debemos
reformar la iglesia; y un aspecto crucial de esa reforma debe
ser regresar a cantar los salmos. Escuche los himnos
históricos de la iglesia victoriosa:
Se
acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la
tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante
de ti (Sal. 22:27).
Porque
los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová,
ellos heredarán la tierra. Pues de aquí a poco no existirá el
malo; observarás su lugar, y no estará allí. Pero los mansos
heredarán la tierra y se recrearán con abundancia de paz.
(Sal. 37:9-11).
Venid,
ved las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la
tierra. Que hace cesar las guerras hasta los fines de la
tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los
carros en el fuego. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;
seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra
(Sal. 46:8-10).
Pueblos
todos, batid las manos; aclamad a Dios con voz de júbilo.
Porque Jehová el Altísimo es temible; rey grande sobre toda la
tierra. Él someterá a los pueblos debajo de nosotros, y a las
naciones debajo de nuestros pies (Sal. 47:1-3).
Toda la
tierra te adorará, y cantará a tí; cantarán a tu nombre (Sal.
66:4).
Dominará
de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.
Ante él se postrarán los moradores del desierto, y sus
enemigos lamerán el polvo. Los reyes de Tarsis y de las costas
traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán
dones. Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las
naciones le servirán (Sal. 72:8-11).
Todas
las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti,
Señor, y glorificarán tu nombre (Sal. 86:9).
Te
alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra, porque han
oído los dichos de tu boca. Y cantarán de los caminos de
Jehová, porque la gloria de Jehová es grande (Sal. 138:4-5).
Regocíjense
los
santos
por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios
con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para
ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los
pueblos; para aprisionar a sus reyes con grillos; y a sus
nobles con cadenas de hierro para ejecutar el ellos el juicio
decretado; gloria será esto para todos sus santos. Aleluya
(Sal. 149:5-9).
¿Cuál es la diferencia?
El problema escatológico
se centra en un punto fundamental: ¿Tendrá éxito el
evangelio en su misión o no? A pesar de sus numerosas
diferencias individuales, las varias escuelas de pensamiento
derrotistas están sólidamente entrelazadas alrededor de un
punto principal: El
evangelio de Jesucristo fracasará. El cristianismo
no tendrá éxito en su tarea mundial. La gran comisión de
Cristo de hacer discípulas a todas las naciones no se
llevará a cabo. Satanás y las fuerzas del anticristo
prevalecerán en la historia, derrotando a la iglesia y casi
haciéndola desaparecer - hasta que Cristo venga en el último
momento, como la caballería en las películas del oeste de
segunda categoría, para rescatar el pequeño y harapiento
grupito de sobrevivientes.
¿Hay alguna diferencia? ¿Afecta
realmente su vida su punto de vista sobre la profecía? Creo
que ya hemos visto buena parte de la respuesta a esta
pregunta. El punto básico tiene que ver con su actitud hacia
el futuro. Recuerdo un periódico del "Pueblo de Jesús" de
principios de la década de 1970, que publicó una entrevista
con el más popular "experto en profecías" de aquellos días.
Basándose en el "hecho" de que Jesús iba a raptar a su iglesia
"en cualquier momento", este hombre en verdad estaba
aconsejando a sus seguidores que no se casaran y no levantaran
una familia. Después de todo, no quedaba tiempo para esa clase
de cosas. Venía el Rapto, así que cualquier obra en favor del
señorío era inútil. (Si usted
fuera el diablo, ¿podría inventar una excusa mejor, que sonara
"más espiritual", para que los cristianos abandonasen el plan
de Dios para la victoria?) La "ética del rapto" de aquellos
años llevó a muchos a abandonar las escuelas, los empleos, las
familias, y sus responsabilidades en general; grupos de
miembros del Pueblo de Jesús vagaban sin rumbo por el país,
sin un propósito claro más allá del siguiente concierto de rock cristiano. Pasaron
años antes de que muchos de ellos despertasen y a veces se
necesitaron años más para que reorganizaran sus vidas
nuevamente.
El hecho es que usted no trabajará para la
transformación de la sociedad si usted no cree que la
soeidad puede ser transformada. No tratará de
construir una civilización cristiana si no cree que una
civilización cristiana es posible. Fue la absoluta confianza
en la victoria de la fe cristiana lo que dio valor a los
primeros misioneros, que si temor se aventuraron a los más
lejanos confines de la Europa pagana como si estuvieran a la
cabeza de un ejército, predicando el evangelio, echando fuera
demonios, destruyendo ídolos, convirtiendo reinos enteros,
poniendo a vastas multitudes de rodillas a los pies de Cristo.
Sabían que vencerían.
Podían entregar la vida en la lucha, seguros de que la
historia estaba de su lado, de que los dominios de Satanás
estaban siendo despedazados todos los días, y que su poder
ilegítimo se debilitaba y resbalaba cada vez que avanzaban las
fuerzas cristianas. No se sentían pesimistas en lo más mínimo
acerca del poder del evangelio. Dios hizo honor a su fe en sus
promesas, y les permitió echar los cimientos de un
cristianismo que algún día abarcará el mundo entero.
Cuando el pueblo de Dios desobedece y
cae en la incredulidad, la iglesia comienza a perder batallas
con Satanás. ¿Indica esto que la esperanza es un error? En
absoluto; porque la Biblia enseña que el crecimiento
Espiritual de la sociedad no es más "automático" que el
crecimiento Espiritual del cristiano individual. "Esta es la victoria que
vence al mundo: nuestra fe"
(1 Juan 5:4). El cristiano no acepta el crecimiento como
"automático" en ninguna esfera de la vida. Todo crecimiento y
todo desarrollo son dones soberanos del Espíritu de Dios. Pero
el cristiano no dice que puede "soltarse y soltar a Dios",
dejar de comer y hacer ejercicio, y esperar crecer. No
suponemos que podemos dejar de confiar en Dios, dejar de orar
y obedecer, y todavía crecer en la gracia. Ni debemos decir
que algún acto de desobediencia representa una "tendencia" en
nuestra escatología personal, mostrando que estamos
necesariamente "destinados" a caer en la vida cristiana. Y lo
mismo ocurre con la santificación
cultural. No creemos en ningún tipo de progreso
"natural" de la civilización. Nuestra civilización surgirá o
caerá en términos de la bendición de Dios; y la bendición de
Dios es su respuesta personal y de pacto (no "automática") a
nuestra obediencia de pacto (Deut. 28).
Vosotros
sois la sal de la tierra; pero si la sal se devaneciere, ¿con
qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada
fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del
mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder. No se enciende una luz y se pone debajo de un almud,
sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en
casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que
vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos (Mat. 5:13-16).
Esto no es nada menos que un mandato
para la completa transformación social del mundo entero. Y lo
que Jesús condena es la ineficacia,
no cambiar la sociedad la sociedad alrededor de nosotros. Se
nos ordena vivir de tal manera que,algún día, todos los
hombres glorifiquen a Dios - de tal manera que se conviertan a
la fe cristiana. Lo que queremos decir es que, si la iglesia
es obediente, los puesblos y las naciones del mundo serán
discipulados al cristianismo. Todos sabemos que todo el mundo
debería ser
cristiano, que las leyes e instituciones de todas las naciones
deberían seguir los
planos de la Biblia. Pero la Biblia nos dice más que eso. La
Biblia nos dice que estas órdenes configuran el futuro. Tenemos que cambiar el
mundo y, lo que es más, cambiaremos
el mundo.