EL PARAÍSO RESTAURADO
Una teología bíblica de señorío
David Chilton
Dominion
Press
Tyler,
Texas
©
1ero. 1985; 6to. 1999
Capítulo 14
LA RESTAURACIÓN DE
ISRAEL
Anteriormente, los objetos de
culto eran variados e incontables; cada lugar tenía su
propio ídolo y el llamado dios de un lugar no podía pasar
a otro para persuadir a la gente allí de que le adorasen,
sino apenas era reverenciado aun por sus propios
seguidores. Ciertamente que no. Nadie adoraba el ídolo de
su vecino, sino que cada uno tenía su propio ídolo y
pensaba que éste era señor de todos. Pero ahora sólo
Cristo es adorado, como Uno y el Mismo entre todos los
pueblos en todas partes; y lo que la debilidad de los
ídolos no pudo hacer, a saber, convencer siquiera a los
que vivían cerca, Él lo ha efectuado. Ha persuadido, no
sólo a los que están cerca, sino literalmente al mundo
entero, de adorar a uno al mismo Señor y al Padre por
medio de él.
Atanasio, On the Incarnation [46]
El antiguo Israel ha sido
excomulgado, cortado del pacto por el justo juicio de Dios.
Superficialmente, esto representa un serio problema. ¿Qué ha
pasado con las promesas de Dios a Abraham, Isaac, y Jacob?
Dios había jurado que sería el Dios de la simiente de
Abraham, que el pacto sería establecido con la simiente de
Abraham "por sus generaciones, por pacto perpetuo" (Gén.
17:7). Si la salvación ha pasado de los judíos a los
gentiles, ¿qué dice eso sobre la fidelidad de Dios a su
palabra? ¿Hay un lugar para el Israel étnico en la profecía?
La mayoría de estas preguntas
están contestadas en la Escritura por medio del apóstol
Pablo en Romanos 11.
El rechazo de Israel no es total
Dios jamás rechazó por completo
al Israel étnico, señala Pablo. Después de todo, Pablo mismo
era "israelita, descendiente de Abraham, de la tribu de
Benjamín" (v. 1). Y el de Pablo no es un caso aislado. En
realidad, como él lo demuestra, es consistente con la
historia de Israel el hecho de que sólo unos pocos de ellos
eran verdaderos creyentes en la fe bíblica. Como ejemplo,
cita la historia de Elías (1 Reyes 19), que se quejó ante
Dios de que él era el único israelita fiel que quedaba. Dios
reprendió a Elías con la afirmación de que Él se había
reservado para sí siete mil fieles de Israel, hombres que no
habían doblado sus rodillas ante Baal. De manera similar,
dice Pablo, "así también aun en este tiempo ha quedado un
remanente escogido por gracia" (v. 5). En su gracia
soberana, Dios ha escogido salvar a algunos de Israel,
aunque haya condenado a Israel en general, de modo que
"Israel no ha alcanzado lo que buscaba; pero los escogidos
sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos" en su
incredulidad, como el impío faraón de Egipto (v. 7; ver
9:14-18). A la mayoría del Israel étnico, "Dios ha dado
espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no
oigan, hasta el día de hoy" (v. 8; ver Hech. 28:25-28).
Sobre los excomulgados del pacto vendrán las maldiciones del
Antiguo Testamento: "Sea vuelto su convite en trampa y en
red, en tropezadero y en retribución; sean oscurecidos sus
ojos para que no vean, y agóbiales la espalda para siempre"
(v. 9-10). Sin embargo, Dios todavía tenía sus propios
elegidos en el Israel étnico. Como Pablo, serían salvos. El
rechazo de Israel por Dios no fue total.
El rechazo de Israel no es final
No sólo es verdad que siempre
habrá una minoría
fiel en Israel, sino que la palabra de Dios también enseña
que, algún día, una mayoría
de entre el Israel étnico será salva. El pueblo de Israel,
en general, volverá a la fe de sus padres y reconocerá a
Jesucristo como Señor y Salvador. Su caída en la apostasía
no es permanente, dice Pablo. Porque, así como su excomunión
resultó en la salvación de los gentiles, algún día la
salvación de los gentiles resultará en la restauración de
Israel: "Por su transgresión vino la salvación a los
gentiles, para provocarles a celos. Y si su transgresión es
la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los
gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? ... Porque si
su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su
admisión, sino vida de entre los muertos?" (v. 11-15).
El orden de los sucesos, pues,
parece ser como sigue:
- La apostasía de los judíos resultó en la
salvación de los gentiles;
- Algún día, la salvación de los gentiles
resultará en la restauración del Israel étnico; y
finalmente,
- La restauración de Israel causará un
reavivamiento aun mayor entre los gentiles, que (en
comparación con todo lo ocurrido anteriormente) será mucha
mayor "riqueza" (v. 12), como "vida de entre los muertos"
(v. 15).
El olivo
Desde el principio, Dios tuvo
siempre un único pueblo del pacto. La iglesia del Nuevo
Testamento es simplemente la contiuación del verdadero
"Israel de Dios" (Gál. 6:16), después de que el falso Israel
había sido cortado. Pablo muestra cómo tuvo lugar esto,
usando una ilustración: los creyentes gentiles fueron
"injertados" en el tronco del pueblo de Dios, mientras las
ramas israelitas estaban siendo desgajadas.
Pues, si algunas de las ramas
fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido
injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante
de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes
contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú
a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás,
fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por
su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás
en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no
perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará.
Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad
ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para
contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera
tú también serás cortado (Rom. 11:17-22).
Los que son infieles y
desobedientes al pacto son cortados, sin importar cuál haya
sido su posición anterior o cuál sea su herencia genética,
mientras que los que creen son injertados. Esto contiene una
importante advertencia para todos los que profesan la
religión cristiana, para que continúen en la fe. Los judíos
que abandonaron a su Señor no pudieron reclamar la bendición
y el favor de Dios; y, como señala Pablo, lo mismo ocurre
con los cristianos gentiles. Dios requiere obediencia y
perseverancia - como dijo Calvino, una vida de continuo
arrepentimiento. "Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de
vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del
Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día,
entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros
se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos
participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta
el fin nuestra confianza del principio" (Heb. 3:12-14).
Pero el rechazo de Israel no ha
de ser el capítulo final de la historia. Aunque el cuerpo de
Israel fue excomulgado por su incredulidad, la restauración
al pacto ocurrirá por medio del arrepentimiento y la fe: "Y
aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán
injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.
Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo
silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen
olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán
injertados en su propio olivo?" (v. 23-24). Note
cuidadosamente que el texto no sólo dice que Dios puede restaurar al
Israel "natural", sino que Él lo hará. Este punto queda
reforzado en los siguientes versículos:
Porque no quiero, hermanos,
que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes
en cuanto a vosotros mismos; que ha acontecido a Israel
endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo,
como está escrito: Vendrá de Israel el Libertador, que
apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con
ellos, cuando yo quite sus pecados" (v. 25-27).
Como vimos más arriba, Dios
endureció al pueblo de Israel en incredulidad (v. 7-10).
Pero este endurecimiento era sólo temporal, porque Israel
como un todo se volverá al Señor, como Pablo afirma en
alguna otra parte:
Pero el entendimiento de
ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen
el antiguo pacto, les queda el mismo el mismo velo no
descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el
día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto
sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al
Señor, el velo se quitará (2 Cor. 3:14-16).
El endurecimiento y el rechazo
judicial de Israel no durará para siempre. Algún día, el
velo se quitará, y el pueblo en general se convertirá
nuevamente a la verdadera fe. Pero Israel no volverá sino cuando haya entrado la
plenitud de los gentiles - en otras palabras, cuando los gentiles en general se
hayan convertido a Cristo (compárese con el uso de
la palabra "plenitud" en los versículos 12 y 25). Y por eso,
después de la conversión de los gentiles en masa, todo Israel será salvo,
en cumplimiento de las promesas de Dios a su antiguo pueblo.
Aunque Israel ha sido infiel, Dios permanece fiel a su
pacto. Ahora Israel es enemigo del evangelio, pero Dios
todavía le ama por amor a sus antepasados. Los privilegios
que Dios les concedió a los israelitas no fueron retirados
para siempre, y a causa de las promesas de Dios, el llamado
de Israel en el pacto es finalmente irrevocable (v. 28-29).
Pablo repite la lección básica: "Pues como vosotros en otro
tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis
alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así
también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la
misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen
misericordia. Porque Dios sujetó a todos en desobediencia,
para tener misericordia de todos" (v. 30-32).
Resumen
Nuestro estudio de Romanos 11 ha sido
necesariamente breve. Los que deseen una discusión más
profunda deben consultar los comentarios de Robert Haldane,
Matthew Henry, Charles Hodge, y John Murray, así como la
extensa exégesis en la importante obra de Iain Murray, The Puritan Hope. Sin
embargo, los siguientes puntos han surgido claramente de
nuestro examen del texto.
- Todo el
mundo gentil se convertirá a la fe de Jesucristo.
La gran masa de los gentiles entrará al pacto, hasta que
la conversión de los gentiles alcance el punto de
"plenitud" (una palabra que significa totalidad, lo que es
completo, v. 25).
- El Israel
genético o judío se convertirá a la fe en Jesucristo.
Aunque siempre habrá algunos hebreos que sed hagan
cristianos, el pueblo judío como un todo sólo se
convertirá después de la conversión de los gentiles (v.
11-12, 15, 23-27). Esto significa que la clave para la
conversión de Israel es la
ejecución prioritaria
de la gran comisión (Mat. 28:19-20), la salvación de
la nación.
- No todos
los gentiles o judíos individuales se convertirán.
La conversión tanto de Israel como de los gentiles será
análoga al rechazo de Israel. Aunque Israel como un todo fue
cortado del pacto, algunos judíos han continuado en la fe
verdadera (v. 1-7). Aun así, cuando los gentiles e Israel
se hayan convertido como
un todo, esto no significa ni requiere que cada
uno y hasta el último de los individuos en cualquiera de
ambos grupos se convierta al cristianismo. Siempre habrá
excepciones. Pero, así como la abrumadora mayoría de
judíos rechazaron a Cristo cuando vino, así también la
abrumadora mayoría tanto de judíos como de gentiles será
injertada en el tronco del fiel pueblo de Dios.
- La
conversión tanto de judíos como de gentiles tendrá lugar
por los medios normales de evangelismo en esta era.
Nada se dice aquí de ningún suceso cataclísmico - como la
Segunda Venida - que resultará en conversiones en masa. La
conversión del mundo a gran escala ocurrirá a medida que
el evangelio es predicado a las naciones; en realidad,
este mismo pasaje niega categóricamente cualquier otro
medio de conversión (10:14-17). La inserción de la Segunda
Venida en este pasaje por parte de algunos escritores es
completamente especulativa y conduce a confusión. El
contexto entero exige que la conversión del mundo tenga
lugar como la continuación normal de procesos ya en
funcionamiento, como lo indica claramente una simple
lectura de v. 11-32. Como dijo claramente Charles
Spurgeon: "Yo mismo creo que el rey Jesús reinará, y los
ídolos serán completamente abolidos; pero espero que el
mismo poder que puso al mundo de cabeza una vez continúe
haciéndolo. El Espíritu Santo jamás toleraría que descanse
sobre su santo nombre la acusación de que no pudo
convertir al mundo".
- El motivo
de la conversión de Israel será los celos. Los
judíos verán a todas las naciones gentiles a su alrededor
disfrutando las bendiciones del pacto prometidas al
antiguo pueblo de Dios; verán que la misericordia de Dios
se ha extendido al mundo entero; y se pondrán celosos (v.
11, 31; ver 10:19). Nuevamente, esto no será el resultado
de ningún suceso cataclísmico (como el rapto), porque es
la continuación de un
proceso ya en funcionamiento en los días de Pablo
(v. 14). Los judíos (como el mismo Pablo) ya se estaban
convirtiendo por medio de estos celos santos, y Pablo
esperaba restaurar a otros por el mismo medio. Pero apunta
a un día en el futuro cuando esto ocurrirá a gran escala,
y los judíos regresarán a la fe como pueblo.
- En todos
los tiempos, los judíos convertidos pertenecen a la
iglesia; no son un grupo separado. Propiamente,
no existe tal cosa como un "cristiano hebreo", así como no
hay categorías bíblicas separadas de "cristianos indios",
"cristianos irlandeses", "cristianos chinos", ni
"cristianos norteamericanos". El único modo en que los
gentiles se salven es siendo injertados en el "olivo", el
fiel pueblo del pacto (v. 17-22). Y el único modo en que
un judío se salve es convirtiéndose en miembro del pueblo
de Dios (v. 23-24). No
hay ninguna diferencia. Por medio de su obra
consumada, Cristo "hizo de ambos grupos uno" (Efe. 2:14).
Creer que judíos y gentiles han sido unidos "en un
cuerpo", la iglesia (Efe. 2:16). Hay una sola salvación y
una iglesia, en la cual todos los creyentes, sin distingo
de herencia étnica, vienen a ser hijos de Dios y herederos
de las promesas hechas a Abraham (Gál. 3:26-29). La
creación de una distinción especial judeo-gentil dentro
del cuerpo de Cristo es en fin de cuentas una
negación del evangelio.
- Israel no
será restaurado como reino (Mat. 21:43; 1 Ped.
2:9). La Biblia promete la restauración de Israel como pueblo, pero no
necesariamente como estado;
nada requiere que los dos vayan juntos. Sin embargo, aun
suponiendo que haya todavía un estado de Israel cuando los
judíos se conviertan, Israel sería simplemente una nación
cristiana entre muchas, sin ninguna importancia especial.
El pueblo del Israel genético será parte del árbol de la
vida del pacto, pero ya no hay ninguna importancia
religiosa que pertenezca a Palestina. El mundo entero se
convertirá en el reino de Dios, en el cual todas las
naciones tendrán igual importancia dentro de ese reino.
En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y
con Asiria para bendición en medio de la tierra; porque
Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el
pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel
mi heredad (Isa. 19:24-25).
- La
conversión de Israel resultará en una era de grandes
bendiciones para el mundo entero. Habrá
cumplimientos aun mayores de las promesas del pacto, una
abrumadora abundancia de riquezas espirituales, tanto así
que, en comparación con el estado anterior del mundo, será
como vida de los muertos (v. 12, 15). Aquí es cuando las
promesas bíblicas de las bendiciones terrenales del reino
alcanzarán su cumplimiento mayor y más completo. El monte
santo de Dios habrá abarcado al mundo, y "la llena será
llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el
mar" (Isa. 11:9).