Como mencioné más arriba, gran
parte de la Biblia se escribió en símbolos. Una
manera útil de entender esto, quizás, sería hablar
de estos símbolos como una serie de moldes y asociaciones.
Con esto quiero decir que el simbolismo bíblico no
es un código. En vez de eso, es una manera
de ver, una perspectiva. Por ejemplo, cuando Jesús
habla de "agua de vida" (Juan 4:10), reconocemos
correctamente que está usando el agua como símbolo.
Entendemos que, cuando le habló a la mujer junto al
pozo, no le estaba ofreciendo sólo "agua". Le estaba
ofreciendo la vida eterna. Pero la llamó "agua".
Inmediatamente, debemos preguntar: ¿Por qué hizo
eso? Podría haber dicho simplemente "vida eterna".
¿Por qué habló en metáforas? ¿Por qué quería que
ella pensara en agua?
Ahora bien, aquí es donde
podemos cometer un grave error, y éste es el
principal error de algunos intérpretes que tratan de
utilizar un enfoque "simbólico". Es creer que el
simbolismo bíblico es principalmente un rompecabezas
que nosotros tenemos que resolver. Y de pronto
tenemos que decidir: "¡Ajá! Agua es una
palabra clave especial que significa vida eterna.
Eso significa que, cada vez que la Biblia dice agua
simbólicamente, en
realidad está hablando de la vida eterna;
cada vez que alguien bebe algo, en realidad se
está convirtiendo en cristiano". Simplemente, no
funciona así (como usted lo verá si trata de aplicar
esto en toda la Biblia). Además, ¿qué sentido
tendría que la Biblia simplemente pusiera todo en
clave? La Biblia no es un libro para espías ni
sociedades secretas; es la revelación de Dios acerca de Sí
mismo para su pueblo del pacto. La interpretación
mística, como de resolver un acertijo, tiende a ser
especulativa; no presta suficiente atención a la
manera en que la Biblia misma habla.
Cuando Jesús le ofreció "agua"
a la mujer, quería que ella pensara en las múltiples
imágenes relacionadas con el agua en la Biblia. Por
supuesto, en sentido general, sabeoms que el agua
está asociada con el refrigerio espiritual y la
sustentación de la vida que viene con la salvación.
Pero las asociaciones bíblicas con el agua son mucho
más complejas que eso. Esto es porque entender el simbolismo
bíblico no significa descifrar una clave.
Se parece mucho más a leer buena poesía.
El simbolismo de la Biblia no
está estructurado en un estilo llano, de esto significa aquéllo.
En su lugar, se ha de leer visualmente. Debemos ver las
imágenes surgir delante de nosotros en sucesión,
capa tras capa, permitiéndoles que evoquen una
respuesta en nuestras mentes y nuestros corazones.
Los profetas no escribieron para crear estimulantes
ejercicios intelectuales. Escribieron para enseñar.
Escribieron en símbolos visuales, dramáticos; y si
queremos entender plenamente su mensaje, tenemos que
apreciar su vocabulario. Tenemos que leer la Biblia
visualmente. Los símbolos visuales mismos, y lo que
la Biblia dice acerca de ellos, son aspectos
importantes de lo que Dios quiere que aprendamos; de
lo contrario, no habría hablado de esa manera.
Así que, cuando la Biblia nos
cuenta una historia sobre agua, "en realidad" no nos
está hablando de nada más; nos está hablando de agua. Pero, al
mismo tiempo, se espera que veamos el agua
y que pensemos en las asociaciones bíblicas con respecto
al agua. El sistema de interpretación ofrecido aquí
no es ni "literalista" ni "simbólico"; toma el
"agua" en serio y literalmente, pero tambié toma en
serio lo que la palabra de Dios asocia con el agua a
través de toda la historia de la revelación bíblica.
¿Cuáles son algunas de las
asociaciones bíblicas que se le podrían haber
ocurrido a la mujer junto al pozo, y a los
discípulos? He aquí algunas de ellas:
- La masa acuosa, fluida, que era la naturaleza
original de la tierra en la creación, y de la cual
Dios creó toda la vida (Gén. 1).
- El gran río de Edén que regaba toda la tierra
(Gén. 2).
- La salvación de Noé y de su familia por medio
de las aguas del diluvio, de las cuales la tierra
fue re-creada (Gén. 6-9).
- Las revelaciones de Dios por gracia a Agar al
lado de una fuente (Gén. 16) y de un pozo (Gén.
21).
- El pozo llamado Rehoboth, donde Dios dio
señorío a Isaac (Gén. 26).
- El río del cual el bebé Moisés, el futuro
liberador de Israel, fue sacado y se convirtió en
príncipe (Éx. 2).
- El cruce redentor del Mar Rojo, donde Dios
nuevamente salvó a su pueblo por medio de agua
(Éx. 14).
- El agua que fluyó de la Roca golpeada en
Sinaí, dando vida al pueblo (Éx. 17).
- Las muchas aspersiones rituales en el Antiguo
Testamento, significando la remoción de la
suciedad, la contaminación, la enfermedad y la
muerte, y la imposición del Espíritu a los
sacerdotes (por ejemplo, Lev. 14; Núm. 8).
- El cruce del río Jordán (Josué 3).
- El sonido del estruendo de aguas causado por
la columna de nube (Eze. 1).
- El río de vida que fluía desde el templo y
saneaba el Mar Muerto (Eze. 47).
Así que, cuando la Biblia
habla de agua,
se supone que tengamos en mente una vasta hueste de
conceptos asociativos, una complejidad de imágenes
bíblicas que afecta nuestros pensamientos sobre el
agua. Para decirlo de manera diferente, se supone
que el agua sea como un "murmullo", un término que
evoca muchas asociaciones y connotaciones. Cuando
leemos la palabra agua,
debe recordarnos los actos salvadores y las
revelaciones salvadoras de Dios por medio del agua a
través de la Escritura. La Biblia usa muchos de
estos "murmullos", y el número de ellos aumenta a
medida que se avanza hasta que, para cuando llegamos
al Apocalipsis (la cabeza de ángulo de la profecía),
todos ellos vienen a la vez hacia nosotros a gran
velocidad, en un ventarrón de referencias
asociativas, algunas de las cuales son obvias, otras
oscuras. Para el que conoce realmente su Biblia y ha
observado los patrones literarios y las imágenes
literarias, gran parte del libro aparecerá familiar;
para el resto de nosotros, es confuso. En
Apocalipsis, somos confrontados por todas las
connotaciones bíblicas de numerosas imágenes: no
sólo de agua, sino también de luz, fuego, nubes,
ángeles, estrellas, lámparas, alimentos, rocas,
espadas, tronos, arcoiris, vestiduras, truenos,
voces, animales, alas, aves de rapiña, ojos, llaves,
trompetas, plagas, montañas, vientos, mares,
altares, sangre, langostas, árboles, cabezas,
cuernos, y coronas.
Apocalipsis también nos
presenta imágenes de una mujer, un dragón, un
desierto, una marca en la frente, una hoz, perlas,
un lagar, una copa de vino, una ramera, un río,
Sodoma, Egipto, Babilonia, resurrección, una boda,
una cena de bodas, el Esposo, y la ciudad/esposa en
forma de una pirámide. Y luego está el uso de
números simbólicos: dos, tres, cuatro, siete, diez,
doce, y múltiplos de ellos - 24, 42, 144, 666, 1000,
1260, 7000, 12000 y 144000.
Por eso es necesario entender
la Biblia y el uso que ella hace de símbolos y
patrones si es que alguna vez vamos a entender el
libro de Apocalipsis. Los siguientes capítulos sobre
el tema del paraíso en la Escritura están diseñados
para introducir al lector al uso que la Biblia hace
de imágenes. Esencialmente, esto es un ejercicio en
teología bíblica,
el término técnico para designar el estudio de la
revelación progresiva de Dios sobre la salvación. En
principio, toda la historia de la redención se
enseña en los primeros capítulos de la Biblia: el
resto simplemente se construye sobre el fundamento
echado allí. Por eso, como veremos más adelante, las
revelaciones posteriores dependen en gran medida del
tema del huerto de Edén.
Al entrar en este estudio de
las imágenes bíblicas, revisemos las reglas básicas:
- Lea
visualmente; trate de representarse
lo que la Biblia está diciendo.
- Lea
bíblicamente, no especule ni haga
abstracciones, sino preste mucha atención a lo que
la Biblia misma dice sobre sus propios símbolos.
- Lea el
relato; trate de pensar en cómo
contribuye cada elemento de la Biblia a su mensaje
de salvación como un todo.