LOS MITOS DE ELLEN G. WHITE
Sydney Cleveland
Título de la obra en inglés:
WHITE-WASHED
Traducción del documento: "Credenciales:
Certificamos que la Sra. E. G. White, de Healdsburg, Cal., es
Ministra Ordenada y en posición acreditada en la Conferencia
General de los Adventistas del Séptimo Día, y está autorizada
para desempeñar los deberes de dicha posición para el año de la
conferencia que comienza el 1 de Diciembre de 1885. Por
instrucciones de la Conferencia. (Firmados): Geo. I. Butler,
Presidente; Uriah Smith, Secretario. Dado en Battle Creek, M.,
dic. 6, 1885".
En 1909, Ellen White llenó una Hoja de Información
Bibliográfica para la Conferencia General asegurando que nunca
había sido ordenada. Cuando se le cuestionó sobre la
discrepancia entre la afirmación de Ellen White y sus
Credenciales de Ministra Ordenada que reposaban en archivo, el
pastor William Fagal contestó: "Comenzando en 1871, se le
concedieron ´credenciales ministeriales', el tipo de
credenciales que se le da a ministros ordenados. Algunas veces,
la palabra 'ordenado' se tachaba claramente, y algunas
veces no, pero, según el testimonio de la propia Sra. White,
ella no era ordenada. ... ¿Por qué le dio la iglesia
credenciales ministeriales si no había sido ordenada? ... Creo
que esto ilustra la torpeza de darle credenciales a un profeta.
Para ... reconocer su papel especial, le dieron lo que tenían,
las más altas credenciales de la iglesia, sin llevar a cabo una
ceremonia de ordenación ...". - William Figal en un mensaje de
correo electrónico fechado el 12 de julio de 1999.
Durante siglo y medio, la Iglesia rehusó ordenar
mujeres y violó los derechos de las empleadas a recibir igual
salario por igual trabajo al negarles la "compensación como
cabezas de familia". No fue sino hasta la demanda de Mary Kay
Silver en 1970 cuando cambiaron las prácticas de empleo de la
Iglesia. Cuando se les presionaba para que ordenaran mujeres,
los dirigentes de la Iglesia a menudo objetaban: "¿Por qué debe
usted ser ordenada, cuando Ellen White no lo fue?".
De este modo, por medio de informaciones falsas, la Iglesia
impidió la ordenación de mujeres durante 150 años, ahorrándose
al mismo tiempo el aumento de salario que las mujeres habrían
recibido al ser ordenadas.