Philip Mauro
LAS SETENTA SEMANAS Y
LA GRAN TRIBULACIÓN

Un estudio de las dos últimas visiones de Daniel y del
discurso del Señor Jesucristo en el Monte de los Olivos

Philip Mauro
(1921)


CAPÍTULO 13

BOSQUEJO DE LA PROFECÍA DEL
MONTE DE LOS OLIVOS

Al alejarse el Señor del templo después de denunciar a los líderes del pueblo, algunos de sus discípulos llamaron su atención a las maciza piedras con las cuales estaba construido el templo (algunas de ellas tenían 30 pies de largo); pero, mientras admiraban de esta manera la solidez y grandeza de él, Jesús hizo lo que para ellos debe haber sido la asombrosa afirmación de que, de aquella enorme pila de mampostería, no quedaría piedra sobre piedra que no sería derribada (Mat. 24:1, 2). Esta afirmación fue la ocasión de la profecía de los Olivos.

Poco después, sentado Jesús en el Monte de los Olivos, desde el cual se podía contemplar la ciudad, cuatro de sus discípulos (Pedro,Santiago, Juan y Andrés) le pidieron en privado más información en relación con los temas a los que se había referido brevemente (Mar. 13.3). Las palabras que Jesús había dirigido a los judíos habían indicado dos cosas de manera general: Primera, que habría de caer un juicio severo sobre aquella generación de judíos; segunda, que Él mismo habría de venir nuevamente de manera visible. Dio a entender este último acontecimiento con las palabras: "Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Mat. 23:39).

Estas palabras del Señor explican la forma de la pregunta que le hicieron los discípulos, que, como lo registra Mateo, dice así: "Dinos cuándo serán estas cosas, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo ( de la era)?"

Es evidente que, en las mentes de los discípulos, la destrucción de Jerusalén ("estas cosas") y la venida nuevamente del Señor Jesús ("la señal de tu venida y del fin de la era") estaban estrechamente relacionadas entre sí. Podrían muy bien haber inferido de lo que el Señor había dicho a los judíos que los dos sucesos serían contemporáneos. Por eso, como lo informan Marcos y Lucas, la pregunta fue: "¿Cuándo serán estas cosas y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?" Evidentemente, los discípulos daban por sentado que, cuando Jerusalén fuera atacada nuevamente por ejércitos extranjeros, el Señor mismo vendría "y combatiría contra esas naciones", una idea que parece hallar apoyo en la profecía de Zacarías (Zac. 14.1-5). Por tanto, los discípulos no estaban en realidad haciendo varias preguntas diferentes sobre varios sucesos diferentes y desconectados entre sí, sino que preguntaron lo que, en sus mentes, era una serie de sucesos concatenados. Que ellos consideraban todo esto como un solo tema se ve claramente en la forma de la pregunta como está registrada por Marcos y Lucas.

Es importante que tomemos nota de esto, pues explica por qué el Señor, en su respuesta, advirtió a los discípulos tan enfática y cuidadosamente que no debían esperar su venida en ocasión del sitio de Jerusalén, ni hacer ningún caso de informes y falsas profecías que circulasen en aquel tiempo diciendo que Cristo estaba "aquí" o "allí", "en el desierto" o en alguna "cámara secreta". También explica por qué Jesús tuvo tanto cuidado de grabar en sus mentes la idea de que lo que estaba prediciendo sería el cumplimiento -- no de profecías como la de Zacarías y la de Joel 3:9-16, que terminan bien para Jerusalén -- sino de las palabras de "EL PROFETA DANIEL", que terminan en completas y prolongadas "desolaciones" de Jerusalén, que serían acompañadas por un "tiempo de angustia" para el pueblo, "cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces" (Dan. 12:1).

En realidad, leyendo cuidadosamente el discurso entero,
se verá claramente que el Señor no dio, ni se proponía dar, ninguna información en absoluto acerca de su segunda venida, excepto que ocurriría cuando menos se la esperaba. Todo lo que dijo definidamente sobre ese tema fue que no sería enel tiempo de la entonces pendiente destrucción de Jerusalén. Manifiestamente, era de la mayor importancia que sus propios discípulos no fuesen confundidos por falsos informes ni falsos Cristos en aquel tiempo, y que no buscasen (como la gran masa de los judíos) una liberación milagrosa, sino que debían acatar la señal que Él les daría, y escapar "huyendo". A este fin, el Señor comenzó su respuesta diciendo: "Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán" (Mat. 24:4, 5). El engaño particular contra el cual les amonestó fue la falsa expectativa de que Él vendría y libertaría la ciudad. Los judíos fanáticos eran sostenidos en su terca resistencia contra los romanos por la confiada esperanza de una milagrosa liberación, como en los días de Ezequías. Por consiguiente, nuestro Señor se tomó grandes trabajos para que sus propios discípulos no compartieran este engaño. Y continuó esta clase de advertencia hasta el final del versículo 14, advirtiéndoles también que no debían considerar cosas tales como guerras, rumores de guerras, hambrunas, pestilencias, y terremotos como señales de su venida. Nunca fueron más necesarias advertencias como éstas, ni más generalmente desestimadas. Porque, a través de todos los tiempos, el pueblo de Dios se ha sentido inclinado a considerar las guerras u otras grandes conmociones como señales de la inminente venida del Señor.

Repetimos, pues, que el propósito del Señor en este discurso no era en absoluto dar a su pueblo señales de su segunda venida, sino advertir a aquella generación de creyentes de la destrucción de Jerusalén que se aproximaba y darles una señal segura por la cual pudieran, procurar su propia seguridad huyendo del país y de la ciudad, lo
cual en efecto su pueblo hizo.

Considerando, pues, el discurso del Señor como un todo, podemos ver claramente en él los siguientes propósitos:

1. Advertir a sus discípulos de que no debían dejarse engañar por falsos Cristos y falsos profetas, un peligro al cual estarían particularmente expuestos cuando los romanos invadieran el país.

2. Advertirles que las guerras, los tumultos, las hambrunas, pestilencias y los terremotos no debían en ningún momento ser considerados como indicaciones de que su segunda venida estaba cerca. Manifiestamente, era el propósito del Señor que su pueblo, desde el mismo principio, tuviera siempre una actitud de espera de su venida en el sentido de ver, no señales, sino verle a Él (ver Heb. 9:26). Como bien lo expresó Edersheim: "Todo lo que se les comunicó a ellos fue solo para prepararles para aquella constante vigilia, que en todo tiempo ha sido para el propio pueblo de Cristo "el correcto resultado de su enseñanza sobre el tema" -- es decir, el tema de su segunda venida.

3. Darles una señal segura por la cual pudieran saber con certeza que había llegado el momento de huir de Jerusalén y Judea.

Los primeros dos propósitos son puramente negativos, por lo que concernía a aquellos discípulos y a otros de aquella generación. Sólo el tercero es de naturaleza positiva; y en él hallamos el tema principal de la profecía.

LA GRAN TRIBULACIÓN
LOS DÍAS DE RETRIBUCIÓN


Lo que deseamos dejar establecido principalmente en este punto es que, cuando Cristo pronunció las palabras que se encuentran en Mat. 24:21: "Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá". Estaba advirtiendo a los discípulos de la próxima destrucción de Jerusalén por los romanos, y les estaba haciendo saber por anticipado (lo que el suceso confirmó abundantemente) que los sufrimientos del pueblo sitiado, y los horrores y las atrocidades de aquel tiempo terrible, no tendrían paralelo en la historia del mundo, ni pasada ni futura. Era necesario grabar esto en su pueblo de aquel tiempo con el fin de que no demorasen su "huida" cuando apareciese la señal que él les daría. Como ya hemos visto, la profecía era extremadamente práctica. Su propósito era salvar las vidas de los miembros del pueblo de Dios en un tiempo de extremo peligro y extrema aflicción. Y sólo tenemos que echar un vistazo a los tres relatos de este discurso del Señor para percibir que su advertencia concerniente a la gran tribulación fue pronunciada con el propósito de que su propio pueblo, actuando sobre sus palabras, pudiera escapar de aquella tribulación. Llamaremos la atención a esto en detalle; pero, de paso, sólo deseamos pedir a nuestros lectores observar que lo grande de la tribulación se mencionó como la razón por la que los discípulos debían orar para que su "huida no fuese ni en invierno ni en día de reposo" (Mat. 24:20, 21). Esas palabras claramente limitan la aplicación de la profecía a un tiempo anterior a la dispersión de los judíos.

Entiéndase, pues, que no estamos haciendo ninguna afirmación con respecto a persecuciones, tribulaciones e ira que pueden o no estar todavía en el futuro. Que habrá estas cosas es seguro. Lo que estamos afirmando en este punto es que la "gran tribulación" de la que nuestro Señor habló a sus discípulos cuando estaba en el Monte de los Olivos, y que Él llamó "la tribulación de aquellos días" (Mat. 24:29), era la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 d. C. Y queremos decir que es de lo más necesario, para comprender otras profecías, que este hecho sea captado.

La prueba es amplia. Ciertamente, los pasajes ya citados dejan claro que la ira que Dios estaba en ese momento a punto de derramar sobre los que habían crucificado a su Hijo y rechazado su misericordia ofrecida a ellos en el evangelio, era "ira hasta el extremo", que todas las cosas que se habían predicho de esa naturaleza habrían de caer sobre aquella generación. Pero la prueba más clara de todas ha de hallarse simplemente leyendo, uno al lado de los otros, los tres relatos que Dios nos ha dado de su gran profecía. A este autor nunca se le ocurrió hacer esto sino hasta unos meses antes de que estos documentos fuesen escritos (fue en el verano de 1921). Pero, cuando lo hizo, quedó asombrado, más allá de toda ponderación, de que por tanto tiempo hubiese estado ciego ante un hecho que está claramente revelado en la superficie de las Escrituras.

Expresado brevemente, lo que este autor halló, y lo que cualquiera puede ver haciendo la misma comparación, es:

1. Que las palabras de Lucas 21:20-24, que comienzan diciendo: "Pero CUANDO VIEREIS a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que SU DESTRUCCIÓN ha llegado", se refieren a la destrucción de Jerusalén por los ejércitos romanos al mando de Tito (ningún expositor disputaría esto);

2. Que las palabras que se encuentran en la parte correspondiente del relato de Mateo, y que comienzan con las palabras: "POR TANTO, CUANDO VEÁIS" (Mat. 24:15-22; ver también Mat. 13:14-20) se refieren precisamente al mismo suceso que aquél del que se habla en Luc. 21:20-24).

Hemos dicho que, hasta donde sabemos, todos los expositores concuerdan en que las palabras registradas por Lucas se refieren a la entonces próxima destrucción de Jerusalén por Tito. Pero, un examen cuidadoso del relato dado por Mateo mostrará que, no sólo se refiere manifiestamente a la misma destrucción de Jerusalén, sino que contiene detalles que muestran claramente que nuestro Señor estaba hablando de un suceso entonces cercano. Más tarde, nos referiremos a esos detalles.

Y ahora, para que nuestros lectores puedan en seguida hacer la comparación de que hemos hablado, reproducimos aquí, en columnas paralelas, los tres relatos de la gran profecía de nuestro Señor.

DISCURSO DE JESÚS EN EL MONTE DE LOS OLIVOS
La pregunta


MATEO 24 (#Mat. 24:1-44)
MARCOS 13 (#Mat. 13:1-35)
LUCAS 21 (#Luc. 21:5-30)
 Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.
  Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.
 Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de  tu venida, y del fin del siglo?  

 
Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.  Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada.
Y se sentó en el Monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?
 
Y  a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada.
Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?

DISCURSO DE JESÚS EN EL MONTE DE LOS OLIVOS
Advertencias para no ser engañados

MATEO 24 (#Mat. 24:1-44)
MARCOS 13 (#Mat. 13:1-35)
LUCAS 21 (#Luc. 21:5-30)
Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.  Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.
6.  Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aun no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.
Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos.
7. Mas cuando oigáis de guerras y rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aun no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son éstos.
Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos.
9. Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan; pero el fin no será inmediatamente.
Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.

       
DISCURSO DE JESÚS EN EL MONTE DE LOS OLIVOS
Persecuciones predichas e instrucciones. Qué hacer.

MATEO 24 (#Mat. 24:1-44)
MARCOS 13 (#Mat. 13:1-35)
LUCAS 21 (#Luc. 21:5-30)
9. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.
Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
13. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo (ver Mat. 13:13).
14. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

[Nota: La referencia de Mateo a las persecuciones de los discípulos es relativamente breve. Mateo omite las instrucciones en cuanto a las premeditaciones, etc. Lucas omite la afirmación de que el evangelio debe ser predicado primero. Sus palabras  "ni un cabello perecerá" y "por vuestra paciencia" (es decir, aguante), son las equivalentes de "el que persevere hasta el fin"].
9. Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos.
10. Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.
11. Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.

12. Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.

13. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin éste será salvo.
12. Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio.

14. Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; porque yo os daré palabra y sabiduría,la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan.

16. Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros. y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

19. Con vuestra paciencia, ganaréis vuestras almas.

"CUANDO VEÁIS"

MATEO 24 (#Mat. 24:1-44)
MARCOS 13 (#Mat. 13:1-35)
LUCAS 21 (#Luc. 21:5-30)
 15. Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lea entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.
19. Mas ¡ay de las que estén encinta, y de las que críen en aquellos días!
20. Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;
21. porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.
22. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
23. Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.Ya os lo he dicho antes.
26. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.

27. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hombre. Porque dondequiera que esté el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.
14. Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.
17. Mas ¡ay de las que estén encinta, y de las que críen en aquellos días!
18. Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno; porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá.
20. Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días.
21. Entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo; o, mirad, allí está, no le creáis.
22. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios y prodigios,para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos.
23. Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes. 
20. Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella.
22. Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
23. Mas ¡ay de las que estén encinta, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo.
24. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.

[Nota: La advertencia especial para cuidarse  de los falsos Cristos y los falsos profetas en ocasión del sitio de Jerusalén está omitida en el relato de Lucas].

Sólo Lucas dice que, después de la destrucción de la ciudad, los judíos serían llevados cautivos a todas las naciones; y que Jerusalén sería hollada por los gentiles hasta que se cumpliesen los tiempos de los gentiles. Las palabras de Mateo 24:27 se hallan en Lucas 17:24, 37].


DESPUÉS DE LA TRIBULACIÓN DE AQUELLOS DÍAS


MATEO 24 (#Mat 24:1-44)
MARCOS 13 (#Mat. 13:1-35)
LUCAS 21 (#Luc. 21:5-30)
29. Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá,y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

31. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
24. Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas.

26. Entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria.

27. Y entonces enviará a sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
25. Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.

27. Entonces verán al Hijo del hombre que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

28. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. 


LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA


MATEO 24 (#Mat. 24:1-44)
MARCOS 13 (#Mat. 13:1-35)
LUCAS 21 (#Luc. 21:5-30)
32. De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

34. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 
28. De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

30. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
29. También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

32. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.


NINGUNA SEÑAL DE AQUEL DÍA. EL PUEBLO DEL SEÑOR

DEBE SIEMPRE "VELAR" Y "ESTAR LISTO"

MATEO 24 (#Mat. 24:1-44)
MARCOS 13 (#Mat. 13: 1-35)
LUCAS 21 (Luc. 21:5-30)
36. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.

37. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que Noé entró  en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será también la venida del Hijo del hombre.

40. Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.

42. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.

44. Por tanto, también vosotros estad preparados;  porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis.
32. Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.

34. Es como el hombre que, yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.

35. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana, para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.
34. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.

36. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del hombre. (El relato de Lucas termina aquí, pero las palabras del Señor concernientes a los días de Noé y los días de Lot se hallan en Lucas 17:26-30).

[Nota: Cada relato tiene una terminación diferente de los otros; sin embargo, la lección es la misma en cada uno, a saber, que no se daría ninguna "señal" definida para mostrar cuándo el Señor estaría a punto de venir, pero por el contrario, si regreso sería del todo inesperado, como lo fue la llegada del diluvio y como es la llegada de un ladrón. De aquí la gran importancia para el pueblo del Señor de que deban siempre "velar" y "también estar preparados". Marcos y Lucas añaden "y orar". Lucas menciona las cosas que se deben temer, y contra las cuales los santos deben estar en guardia -- "glotonería, embriaguez, y afanes de esta vida"].


"CUANDO VEÁIS"


El lector se verá bien recompensado por cualesquier tiempo y esfuerzo que invierta en un estudio y una comparación diligentes de estos tres relatos d ela profecía de nuestro Señor. (Es el único discurso que cualquier longitud del cual se nos han dado tres relatos; y debe haber una razón especial para esto). Pero lo que deseamos subrayar en este punto es que la sección que comienza con "Cuando veáis estas cosas" (#Mat. 24:12; Mar. 13.14; Luc. 21:20) manifiestamente se refiere, en cada relato, a uno y al mismo suceso -- la cercana destrucción de Jerusalén. "La abominación desoladora en el lugar santo" (Mat. y Mar.) significa lo mismo que las palabras "Jerusalén -- la ciudad santa -- "rodeada de ejércitos" (siendo los ejércitos la "abominación" que habría de convertir el lugar en una "desolación" #Luc. 21:20). Volveremos sobre este interesante punto.

La "gran tribulación, cual nunca fue desde el principio del mundo", etc. (#Mat. 24:21), es la misma que la "tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó" (#Mar. 13.19) y que los "días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas", "la gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo" (#Luc. 21:22, 23).

En todos los tres relatos se mencionan los mismos ayes, "de las que están encinta, las que crían en aquellos días", y se dan las mismas instrucciones para la huida instantánea. Pero sólo en el relato de Mateo tenemos las instrucciones del Señor a sus discípulos para que orasen que su huida no fuera ni en invierno ni en día de reposo. Esas palabras muestran claramente que Jesús estaba hablando de un tiempo en que las estrictas reglas rabínicas concernientes a la distancia que se podía recorrer en el día de sábado todavía estarían en vigor. Esa observación fija con certeza el tiempo como anterior a la destrucción de Jerusalén. Aquellas estrictas reglas rabínicas no han estado en vigor por siglos; y no hay ninguna razón para suponer que alguna vez sean revividas. Por supuesto, las palabras no implican que los propios discípulos de Cristo estarían obligados por esas reglas ni siquiera en ese entonces; pero, mientras estuviesen en Judea, serían estorbados por ellas en su huida, si ésta tuviera lugar en sábado.

SUFRIMIENTOS AUTO-INFLIGIDOS

Por consiguiente, a la luz de esta comparación de texto con texto, creemos que está claro que la "gran tribulación" de Mateo 24:14 era aquela calamidad sin paralelo, con sus indescriptibles sufrimientos, que sobrevino a la ciudad a la ciudad y al pueblo en el año 70 d. C.

En la historia de "Las Guerras de los Judíos", por Josefo, tenemos un relato detallado, escrito por un testigo presencial, de los casi increíbles sufrimientos de los judíos durante el sitio de Jerusalén. A este relato nos referiremos más adelante; pero deseamos expresar en este punto que las aflicciones de los que quedaron encerrados por la súbita aparición de los ejércitos romanos eran peculiares en este respecto, a saber, que lo que soportaron era mayormente auto-infligido. Es decir, sufrieron mucho más por las crueldades y las torturas infligidas a los unos por los otros que por el enemigo común fuera de los muros. En esta extraña característica de este caso, fue ciertamente "tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces" (#Dan. 12:1).

Lo que ocurrió dentro de la afligida ciudad trae a la mente las palabras de Isaías:

"Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano. Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquerda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo; Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida" (#Isa. 9:19-21).

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