Sardis: El juicio contra los muertos (3:1-6)
1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.
3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre tí como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre tí.
4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.
5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
1. Los que han sido verdaderamente salvados por la redención de Cristo pueden apostatar y perderse para siempre. Esta es la clásica posición arminiana, y es negada por las Escrituras absoluta y categóricamente. La naturaleza de la salvación proporcionada por Cristo es eterna, y nuestra justificación a la vista de Dios no está basada en nuestras obras sino en la justicia perfecta y consumada, así como en la expiación sustitutiva de Cristo Jesús. (Véase Juan 3:16; 5:24; 6:35-40; 10:27-30; Rom. 5:8-10; 8:28-39; Efe. 1:4-14; 1 Tesa. 5:23-24; 1 Juan 2:19).
2. Todos los que han "aceptado a Cristo" serán salvos; no importa lo que hagan más tarde, no pueden ser condenados. Esta es la clásica posición "evangélica cobarde", y a ella también se oponen las Escrituras. Los que adoptan esta posición intentan comer con ambas manos, por decirlo así: No quieren al Dios predestinador que predican los calvinistas, pero tampoco tienen el valor de afirmar el arminismo plenamente. Quieren que el hombre sea soberano al escoger su salvación, sin interferencia de un decreto de Dios; pero quieren que la puerta de la salvación se cierre con fuerza tan pronto el hombre entra, para que no pueda salir. Pero la Biblia enseña que Dios ha predestinado absolutamente todas las cosas y reina soberanamente sobre todos. Él ha escogido infaliblemente a todos los que han de ser salvos, extendiéndoles su gracia irresistible; y ha determinado quiénes serán condenados, reteniéndoles Su gracia (véase Mat. 11:25-27; 20:16; 22:14; Mar. 4:11-12; Luc. 4:25-27; 17:1; 22:22; Juan 6:37-39, 44; 12:39-40; Hech. 4:27-28; 13:48; Rom. 9:10-26; 11:2, 5-10; 1 Cor. 1:27-31; Efe. 1:4-5, 11; 1 Tesa. 5:9; 2 Tesa. 2:13; 2 Tim. 1:9; 2 Tim. 2:10; 1 Ped. 1:1-2; 2:8-9; Judas 4). 5
3. Todas las personas del mundo están inscritas en el Libro de la Vida, pero los incrédulos son borrados de él después de que ha pasado la época de rendir cuentas. Esta idea es tan ridícula que la Biblia ni siquiera gasta tiempo refutándola directamente (aunque los pasajes ya enumerados indican que son puras tonterías, para decirlo decentemente). ¿En qué parte de las Escrituras hay una brizna de evidencia de que hay una "época de rendir cuentas"? ¿En qué parte apoya la Biblia en absoluto a la siguiente joyita tomada de un bien conocido erudito cristiano?
Puesto que Cristo murió por el pecado inherente en toda persona concebida, un niño que muere antes de convertirse en un pecador deliberado y consciente no necesita ser "salvado" del pecado, pues nunca ha pecado, y pues Cristo ha hecho propiciación por su pecado innato. 7
Para terminar con este punto: La amenaza expresada por Jesús aquí es muy real. Los que están en el Libro de la Vida - es decir, los que son miembros de iglesia bautizados, que profesan creer en Cristo, y son contados y tratados como cristianos - deben permanecer fieles a Cristo. Si apostatan y se convierten en herejes, inmorales, o simplemente se "secularizan", de la manera en que le ocurrió a Sardis, serán borrados, eliminados del registro de los redimidos. Pero el cristiano que supera estas tentaciones, demostrando así que Cristo le ha comprado realmente y le ha hecho suyo, no está en peligro - su nombre jamás será borrado.
La promesa final al que vence refuerza esta idea: Le confesaré delante de mi Padre y delante de sus ángeles. Esto refleja las afirmaciones de Jesús en los evangelios: "A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos" (Mat. 10:32-33; comp. Mar. 8:38; Luc. 12:8-9). Muchos cristianos de Sardis negaban a Cristo delante de su comunidad, pues se empeñaban en ser alabados de los hombres antes que de Dios. En el juicio final, oirán estas palabras del Hijo de Dios: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad (Mat. 7:23). Pero los que vencieron estas tentaciones serán gozosamente reconocidos por Cristo como suyos. Este mensaje es tan importante y necesario hoy día como lo era hace 2000 años. ¿Tenemos oídos para oír lo que el Espíritu dice a las iglesias?
Filadelfia: El juicio contra la sinagoga de Satanás (3:7-13)
7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:
8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de tí una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar: porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Y lo vestiré de tus vestiduras, y lo ceñiré de tu talabarte, y entregaré en sus manos tu potestad; y será padre al morador de Jerusalén, y a la casa de Judá. Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá. (Isa. 22:21-22).
8-9 Y así el Señor puede consolar a estos cristianos sufrientes, los cuales, a causa de haber seguido a Cristo fielmente, han sufrido una injusta excomunión del Pacto. Yo conozco tus obras, les asegura. Has sido dejado fuera de la puerta por los porteros, pero debes recordar que yo soy el que tiene la llave, y he aquí, he puesto delante de tí una puerta que nadie puede cerrar. El mismo Señor del Pacto les ha admitido en su comunidad, y ha echado fuera a los que pretenden tener las llaves; los cristianos fieles no tienen nada que temer. La iglesia de Filadelfia sólo tiene algo de poder - no es prominente, elegante, ni exteriormente próspero, en contraste con la impresionante iglesia de Sardis, aparentemente "viva" y transigente. Pero ha sido fiel a lo que se le ha dado (comp. Lucas 19:26): Has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
Por lo tanto, yo haré que esos de la sinagoga de Satanás, que dicen que son judíos, pero no lo son, sino que mienten - he aquí, haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado. Nuevamente los judíos apóstatas son revelados en su verdadera identidad; la sinagoga de Satanás (comp. 2:9). Nuevamente, no existe tal cosa como el judaísmo "ortodoxo"; no existe tal cosa como una genuina creencia en el Nuevo Testamento que sea consistente con un rechazo de Jesucristo como Señor y Dios. Los que no creen en Cristo no creen en el Antiguo Testamento tampoco. El dios del judaísmo es el diablo. El judío no será reconocido por Dios como miembro de su propio pueblo sino cuando abandone su religión demoníaca y regrese a la fe de sus padres - la fe que abraza a Jesucristo y a su evangelio. Cuando los judíos que rechazan a Cristo aseguran que siguen las pisadas de Abraham, dice Jesús, mienten. Y, aunque en la actualidad dominan en Filadelfia, su dominio sobre el pueblo del verdadero pacto no durará mucho. Cristo mismo les obligará a venir y postrarse a los pies de los cristianos. En esta afirmación hay una irónica referencia a Isaías 60:14, donde Dios hace esta promesa al pueblo del pacto, que había sido perseguido por los paganos:
Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sión del Santo de Israel.
10-11 A causa de que los perseguidos cristianos de Filadelfia habían guardado la palabra de perseverancia, su Señor les promete a cambio guardarles en la hora de la prueba. Nótese bien: Cristo no está prometiendo raptarles o llevárselos, sino guardarlos. Está prometiendo preservarlos en la prueba, protegerlos de las caídas (Judas 24). Aunque este es uno de los versículos que los dispensacionalistas han afirmado que apoya la teoría del "rapto antes de la tribulación", cuando se le mira de cerca en realidad no revela nada de eso. En realidad, no dice nada en absoluto sobre el fin del mundo o la Segunda Venida: La "hora de la prueba" a la que se alude aquí se identifica como la hora que está a punto de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran en la tierra. Habla del período de tribulación que, en la experiencia de los lectores del siglo primero, estaba a punto de ocurrir. ¿Tiene sentido que Cristo le prometiera protección a la iglesia de Filadelfia contra algo que sucedería miles de años más tarde? "¡Alégrense, fieles y sufrientes cristianos del Asia Menor del siglo primero: No permitiré que los destruyan aquellos proyectiles teledirigidos soviéticos y los Killer Bees!" Cuando los cristianos de Filadelfia se preocupaban por cosas más prácticas e inmediatas - la persecución oficial, la discriminación religiosa, el ostracismo social, y los boycots económicos - ¿qué les importarían las lucrativas historias de horror de Hal Lindsey? Torciendo pasajes como estos para acomodarlos a sus fantasías pasajeras, ciertos dispensacionalistas modernos han añadido a la Palabra de Dios, y demeritado su mensaje; y así, han caído bajo la maldición de Apocalipsis 22:18-19.
No, la prometida hora de la prueba estaba en el futuro inmediato, como lo atestigua la Escritura universalmente; una mera hora de prueba, para ser reemplazada por mil años de gobierno (20:4-6). Juan usa la expresión "los que moran en la tierra" doce veces en Apocalipsis (una vez por cada una de las doce tribus) para referirse al Israel apóstata (3:10; 6:10; 8:13; 11:10 [dos veces]; 14:6; 17:2, 8). En el Antiguo Testamento griego (la versión usada por la iglesia primitiva) es una expresión profética común para el Israel rebelde e idólatra que está a punto de ser destruido y expulsado de la tierra (Jer. 1:14; 10:18; Eze. 7:7; 36:17; Oseas 4:1, 3; Joel 1:2, 14; 2:1; Sof. 1:18), basada en su uso original en los libros históricos de la Biblia para los paganos rebeldes e idólatras que están a punto de ser destruidos y expulsados de la tierra (Núm. 32:17; 33:52; 55; Josué 7:9; 9.24; Jueces 1:32; 2 Sam. 5:6; 1 Crón. 11:4; 22:18; Neh. 9:24); Israel se ha convertido en una nación de paganos, y está a punto de ser destruido, exiliado, y suplantado por una nueva nación, la Iglesia. El mismo mundo romano en su totalidad sería lanzado a convulsiones a gran escala, parte de las cuales involucrarían la persecución de los cristianos por parte de un emperador enloquecido que se había autodeificado con la ayuda de los judíos. Vendrían días en que el diablo - en sus manifestaciones tanto romana como judía - intentaría destruir el cristianismo de una vez por todas. En vez de eso, el resultado final sería la destrucción de Israel y Roma, pero entre tanto les aguardaban a los cristianos tiempos difíciles, y muchas tentaciones para apartarse de la fe. Aquí Cristo promete a sus fieles seguidores que serían protegidos y preparados para que perseveraran en la venidera hora de la prueba. Así que aquí les recuerda nuevamente: Vengo pronto - el juicio prometido no está lejos. Por lo tanto, retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Cristo ha abierto la puerta para la Iglesia, concediéndole el privilegio de la real comunidad con Dios como sumos sacerdotes y reyes; y ellos deben soportarlo todo por amor a Él, mientras que su reino venidero sacude las naciones de la tierra y hace salir a sus enemigos de sus baluartes.
12-13 Nuevamente la promesa para el vencedor involucra una designación simbólica de salvación. Primero, dice Cristo, le haré columna en el templo de mi Dios. Esto tiene que ver con las complejas imágenes del Tabernáculo y el Templo, cuyas estructuras arquitectónicas correspondían a las vestiduras sacerdotales. 10 Los dos postes laterales del Tabernáculo (las columnas del Templo) son llamados hombreras, mientras que la mitra del sacerdote, inscrita con el nombre de Dios, correspondía al dintel que tenía la forma de un arco sobre las columnas. 11 De la misma manera que las dos columnas del templo fueron llamadas Jaquín, Él establecerá, y Boaz, En Él hay fortaleza, las hombreras del efod del sumo sacerdote estaban inscritas con los nombres de los hijos de Israel (Éx. 28:9-12). Todo esto converge en Apocalipsis, donde el fiel vencedor es representado como una columna en el templo de Dios. Y ya no se alejará más de él: El pueblo de Dios se caracteriza por la estabilidad y la permanencia (comp. Jer. 1:18; 1 Tim. 3:15). Hemos sido redimidos de nuestra condición errante.
Continuando con sus imágenes, Cristo dice: "Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la Ciudad de mi Dios ... y mi nombre nuevo". Todo esto habla de la plena restauración del pueblo de Dios a la imagen de Dios, como vemos en el capítulo final de Apocalipsis. "Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes" (Apoc. 22:4). Una de las bendiciones básicas del pacto está contenida en la bendición familiar: "Jehová haga resplandecer su rostro sobre tí" (Núm. 6:25); ver el resplandor del rostro de Dios significa participar de la salvación y reflejar la gloria de Dios como portador de su imagen (véase Éx. 34:29-35; Núm. 12:6-8; Sal. 80:3,7, 19; 2 Cor. 3:7-18; 4:6; 1 Juan 3:2). De manera similar, como ya hemos visto, el nombre de Dios inscrito sobre las frentes simboliza la restauración del hombre redimido a la gloria ética y física que pertenece a la imagen de Dios (comp. Gén. 3:19; Éx. 28:36-38; Deut. 6:4-9; y contrástese con 2 Crón. 26:19).
El cuadro se completa al ser declarado el cristiano ciudadano de la nueva Jerusalén, que desciende del cielo, de mi Dios. La antigua Jerusalén, que había apostatado de la fe de Abraham, estaba bajo juicio y a punto de ser destruida; el antiguo templo, que Dios había abandonado, se había convertido en santuario de demonios, y pronto habría de ser demolido tan completamente que no quedaría piedra sobre piedra (Mat. 24:1-2). Pero ahora la Iglesia de Cristo es declarada ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén, cuyo origen no estaba en la tierra sino en el cielo. Los ciudadanos de la antigua Jerusalén habrían de ser esparcidos a los confines de la tierra (Lucas 21:24), mientras que la relación de los cristianos con Dios es tan íntima que el cristiano podría ser descrito como columna misma del Templo, la morada de Dios - una columna, además, que no podría ser movida de su lugar, porque el cristiano no saldrá del Templo ya más. Como su madre, los hijos de la antigua Jerusalén estaban esclavizados; mientras "la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre" (Gál. 4:26). Jesús había dicho: "Vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mat. 8:11-12). Y esto era cierto de los cristianos vencedores de Filadelfia. Aunque perseguidos y discriminados por el falso Israel, como Isaac lo había sido por Ismael (Gén. 21:8-14; Gál. 4:22-31), verían a los falsos hijos desheredados y expulsados, mientras que ellos, por medio de Cristo, recibirían las bendiciones de su padre Abraham, y heredarían el mundo (Rom. 4:13; Gál. 3:29).
Laodicea: El juicio contra los tibios (3:14:22)
14 Y escribe al angel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:
15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas.
19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
22 El que tiene oídos para oir, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Segundo, esto significa que Jesús es también el Testigo fiel y verdadero, en cuya palabra podemos confiar eternamente. "Él es un Testigo fiel porque su testimonio es verdadero; y es un Testigo verdadero porque en él reside la completa realización de todos los requisitos que hacen de cualquier persona un testigo, real y verdaderamente". 13 Y es como testigo infalible y plenamente autorizado como Cristo presenta testimonio convincente contra la iglesia de Laodicea.
Tercero, dice Jesús, Él es el principio de la creación de Dios: Él es el arche, tanto el Origen como el Regente de toda la creación, como Pablo escribió también en una carta que él tenía el propósito específico de que leyera la iglesia de Laodicea (véase Col. 4:16):
Así, el que habla a Laodicea es el Amén, el gran Garante del Pacto, el infalible Testigo que es la Verdad misma, con toda la autoridad que posee el Creador y el Rey del universo. Y él ha venido a dar testimonio contra su iglesia.
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. (Col. 1:15-18).
15-16 Laodicea era tibia, no era ni fría ni caliente. Esto se ha interpretado a menudo como si caliente significase piadoso entusiasmo y frío significase antagonismo impío; pero hay otra explicación que se ajusta mejor al contexto histórico y geográfico. Laodicea estaba situada entre dos ciudades importantes, Colosas y Hierópolis. Colosas, acuñada en un angosto valle a la sombra de elevadas montañas, estaba regada por helados arroyos que se precipitaban desde las alturas. En contraste, Hierópolis era famosa por sus calientes manantiales de aguas minerales que fluían desde la ciudad y atravesaban una alta llanura hasta caer en cascada por un precipicio que daba frente a Laodicea. Para cuando el agua llegaba al suelo del valle, estaba tibia, putrefacta, y nauseabunda. Por lo tanto, en Colosas uno podía refrescarse con agua de beber, clara, fría, vigorizante; en Hierópolis, uno podía curarse bañándose en sus pozas de agua caliente cargada de minerales. Pero en Laodicea, las aguas no eran ni calientes (para recobrar la salud) ni frías (para beber). 14
En otras palabras, la acusación básica contra Laodicea es que es inútil, no sirve para nada. La iglesia laodicense ni cura la enfermedad ni sirve para calmar la sed de resecos labios y gargantas abrasadas. La clase de cristianismo representado por Laodicea es inútil. La iglesia no proporcionaba "ni refrigerio para el espiritualmente cansado, ni sanación para el espiritualmente enfermo. Era totalmente ineficaz, y por lo tanto, desagradable para su Señor". 15 Así, dice Mounce, "la iglesia no está siendo reprendida por su temperatura espiritual, sino por la esterilidad de sus obras". 16 Esto explica la declaración de Cristo: Ojalá fueras fría o caliente. Él no está diciendo que la franca apostasía es preferible a una posición intermedia; más bien, Él está diciendo que ojalá los cristianos laodicenses influyeran sobre la sociedad.
El día de un hipopótamo
transcurre durmiendo; de noche caza;
Dios obra de manera misteriosa -
La iglesia puede dormir y comer al mismo tiempo. 17
Por eso, porque eres tibia ... te vomitaré de mi boca. Esto es un eco de Levítico 18:24-28:
En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores. Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros (porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada); no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros.
17-18 La ciudad de Laodicea se enorgullecía de sus tres sobresalientes cracterísticas: Su gran riqueza y su independencia financiera como un importante centro bancario; su industria textil, que producía "una lana negra, brillante, de muy buena calidad, y famosa en el mundo entero"; 18 y su comunidad científica, renombrada, no sólo por su prestigiosa escuela de medicina, sino por su colirio (llamado "Polvo Frigio") que había sido bien conocido desde los días de Aristóteles. Usando estos hechos para ilustrar los problemas de la iglesia, Cristo cita la actitud general de los cristianos laodicenses: Tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada. En realidad, a pesar de la riqueza de la iglesia y su indubitable posición social, era inútil, y no había realizado nada en favor del reino de Dios. No es pecado que un individuo sea rico o que una iglesia sea rica - la verdad es que Dios quiere que obtengamos riquezas (Deut. 8:18). Lo que constituye pecado es el no usar nuestros recursos para difundir el reino. Cuando una iglesia relativamente pobre como la de Esmirna (véase Apoc. 2:9) estaba teniendo un gran efecto sobre su comunidad, no había excusa para la impotencia de Laodicea.
Y sin embargo, por gracia, Cristo hace una oferta de misericordia: Te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico; y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. El simbolismo aquí debería ser obvio. La fe verdadera y las genuinas obras de obediencia se mencionan en las Escrituras en términos de joyería, especialmente oro (1 Ped. 1:7; 1 Cor 3:12-15); la desnudez es un síntoma de desobediencia (Gén. 3:7, mientras el estar vestido de vestiduras blancas es un símbolo de justicia, con relación tanto a la justificación como a la santificación (Gén. 3:21; Mat. 22:11; Apoc. 19:8); y la ceguera es un símbolo de la impotencia y la condición caída del hombre (Lev. 21:18; Deut. 29:4; Mat. 13:13-15; 16:3; 2 Cor. 4:3-4; 1 Juan 2:11) aparte de la restauración por Cristo a la verdadera capacidad de ver - la capacidad piadosa, madura, para juzgar en recto juicio (Lucas 4:18; Hechos 26:18; 1 Cor. 2:14-15).
19-20 Pero Laodicea todavía no ha de ser desechada por el Señor. Por duras que sean sus palabras, todavía profesa amor a su Esposa. En realidad, ésa es la fuente de su enojo. Porque te amo, declara, te reprendo y te disciplino. Una característica de los que son verdaderos hijos de Dios, y no bastardos (comp. Heb. 12:5-11) es su respuesta al reproche y a la disciplina. Todos los cristianos necesitan ser reprendidos y corregidos a veces, y algunos más que otros; lo que importa es si aceptamos o no la amonestación, y cambiamos nuestro modo de actuar. Hasta donde Laodicea ha caído, todavía puede ser restaurada si renueva su obediencia y se hace fiel a la Palabra de Dios: Sé celoso, por lo tanto, y arrepiéntete.
En este punto, Jesús pronuncia algunas de las más hermosas palabras de toda la Biblia, en lo que es quizás el vcrsículo mejor conocido del Nuevo Testamento, además de Juan 3:16. "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Algunos comentaristas reformados han señalado el muy difundido abuso de este pasaje por parte de los modernos evangélicos, que arrancan el versículo de su contexto como mensaje a los ancianos de una iglesia, y lo convierten en una solicitud diluída, arminiana, de una deidad débil e indefensa que está a merced del hombre. Debemos recordar que Cristo está hablando aquí como el Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Creador y el Soberano Señor de todos. No está haciendo una apelación débil, como si no gobernara la historia y no predestinara sus más mínimos detalles; él es el Rey de Reyes, que hace guerra contra sus enemigos y los condena a las llamas eternas. Ni está hablando a la gente en general, pues está dirigiendo su mensaje a su iglesia; nuevamente, tampoco está sencillamente hablando a los cristianos como individuos, sino a los cristianos como miembros de la Iglesia. No se puede hacer a este versículo servir los propósitos de un individualismo arminiano, subjetivo, sin arrancarlo violentamente de su contexto textual y de pacto. 19
Sin embargo, hay aquí, por otro lado, una distorsión que es igualmente seria. No es suficiente señalar que los arminianos han dejado de manejar satisfactoriamente este texto, porque los calvinistas han fracasado tradicionalmente en este punto también. El culto reformado tiende a ser exageradamente intelectual, centrado en la predicación. So pretexto de centrarse en la Palabra, a menudo se han centrado en realidad en el intelecto. El racionalismo reformado ha producido así su reacción igual y opuesta en el reavivamiento, irracionalismo, y anti-intelectualismo arminiano. La gente ha huído del énfasis desnudo, demasiado intelectual, del culto reformado y corrido hacia las herejías anti-teológicas de lo que desafortunadamente se conoce como evangelismo (que en realidad tiene muy poco del evangelio original). 20
¿Cuál es la respuesta? Tenemos que tomar en serio la doctrina bíblica de la real presencia de Cristo en el sacramento de la Eucaristía. Debemos regresar al modelo bíblico de culto centrado en Jesucristo, que significa la celebración semanal de la Cena del Señor, así como la enseñanza sobre su verdadero significado y eficacia. 21 Debemos abandonar el rancio platonismo que informa nuestro culto desnudo e intelectualizado, y regresar a un verdadero culto corporativo, litúrgico, caracterizado por la belleza artística y la excelencia musical. 22
Porque debería ser obvio que en este versículo Él está haciendo a la Iglesia una oferta de renovada comunión con Él. El corazón y el centro mismos de nuestra comunión con Cristo están puestos a su mesa (es decir, nuestra mesa terrenal, que Él ha hecho suya). La más básica, la más profunda oferta de salvación es la invitación de Cristo para que cenemos con él. En santa comunión, estamos genuinamente cenando con Jesús, elevados a su presencia celestial; y, además, estamos comiendo de Él:
De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. (Juan 6:53-57).
De este modo, en estos mensajes a las iglesias, nos hemos encontrado una y otra vez con la orden fundamental de Apocalipsis, que Juan nos amonesta que acatemos (1:3): ¡Venced! ¡Conquistad! Aun aparte del hecho de que la profecía no es acerca del siglo veinte, no captaremos su significado si nos concentramos en persecuciones o el culto al emperador de la misma manera que los Hal Lindseys de esta era se concentran en embargos petroleros, los mercados comunes, y las bombas de hidrógeno: el mensaje básico no es acerca de ninguno de estos temas, sino más bien sobre el deber de la Iglesia de conquistar el mundo. R. J. Rushdoony ha dicho bien: "El propósito de esta visión es dar a la Iglesia consuelo y la certeza de la victoria, no confirmar sus temores o las amenazas del enemigo. Leer Apocalipsis como cualquier otra cosa que no sea el triunfo del reino de Dios en el tiempo y la eternidad es negar la esencia misma de su significado". 23
El gran fracaso de lo que comúnmente se conoce como "amilenialismo" es que no está dispuesto a llegar a un acuerdo con estas implicaciones dominicales del reino mediatorial de Jesucristo. Los escritores del Nuevo Testamento constantemente instan al pueblo de Dios a "vencer" a la luz de la victoria definitiva de Cristo. Habiendo sido recreados a su imagen, según su semejanza (Efe. 4:24; Col. 3:10), y conformándonos más y más a su imagen (Rom. 8:29-30), somos reyes juntamente con él ahora, en esta época. Él nos ha dado derecho legal a todas las cosas (comp. Rom. 8:32; 1 Cor. 3:21-22), y sobre esta base hemos de ejercer dominio bajo su señorío en todas las áreas de la vida. Sin embargo, los amilenialistas, aunque profesan creer en la existencia del reino actual de Cristo, característicamente a menudo niegan su relevancia práctica para este mundo. Por ejemplo, el brillante estudio del Dr. Meredith G. Kline, Images of the Spirit, contiene un excelente capítulo sobre "Un Modelo Profético de la Imagen de Dios", en el cual muestra cómo la restauración de la imagen de Dios en la Iglesia por medio de Cristo significa que "todos los miembros del pueblo de Dios son profetas" (comp. Núm. 11:29; Hech. 2:17-18). 24 Kline también tiene un soberbio capítulo sobre "Un Modelo Sacerdotal de la Imagen de Dios", una fascinante exposición del sacerdocio de todos los creyentes en la imagen de Cristo, nuestro definitivo Sumo Sacerdote. 25 Pero Cristo es Profeta, Sacerdote, y Rey - y, sin embargo, de manera significativa, Kline descuidó escribir un ensayo sobre "Un Modelo Real de la Imagen de Dios". Pero si los cristianos reflejan la imagen de Cristo en su papel de Profeta y Sacerdote, ellos son reyes también, en la imagen del Rey. Ese es precisamente el tema de los versículos que se discuten: El Señor Jesucristo comparte su conquista y entronización con su pueblo. Porque él venció y se sentó con su Padre en su trono, ahora nos llama a disfrutar del dominio real con Él, heredando todas las cosas.
Notas:
1. Robert H. Mounce, The Book of Revelation (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1977), p. 112.
2. Ibid., p. 109.
3. G. R. Beasley-Murray, The Book of Revelation (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., [1978] 1981), p. 94.
4. G. B. Caird, The Revelation of St. John the Divine (New York: Harper & Row, Publishers, 1996), p. 48.
6. John Murray, Redemption Accomplished and Applied (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1955), p. 154s.
7. Por sincero respeto hacia este autor temeroso de Dios, que ha rendido a la iglesia un valioso servicio, omitiré su nombre.
<>8. Esta es la doctrina de la imputación del pecado de Adán (que debería distinguirse de la doctrina del pecado innato; pero la mayoría de los evangélicos, incluyendo a predicadores y comentaristas, no parecen conocer la diferencia). Una útil exposición de esto se encuentra en la obra de John Murray, The Imputation of Adam´s Sin (Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed [1959] 1977).9. Véase, de David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Dominions Press, 1985), pp. 125ss.
10. Meredith G. Kline ha dedicado un capítulo entero a este tema. Véase "A Priestly Model of the Image of God", en Images of the Spirit (Grand Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 35-56.
11. Ibid., pp. 40, #s., 54s; comp. Ex. 27:14-15; 1 Reyes 6:8; 7:15, 21, 39; 2 Reyes 11:11; 2 Crón. 3:17; Eze. 40:18; 40ss.; 41:2, 26; 46:19; 47:1-2.
12. Desafortunadamente, muchos fundamentalistas y evangélicos en la actualidad usan el término para indicar: "Me siento bien". Este uso, que implícitamente (aunque ciertamente no intencionalmente) bordea en la blasfemia, es sólo un síntoma de la actitud subjetiva y egocéntrica hacia la vida, que se hizo común durante los dos siglos pasados.
13. A. Plummer en The Pulpit Commentary: The Revelation of St. John the Divine (London: Funk and Wagnalls company, n. d.), p. 115.
14. C. J. Hemer, "Seven Cities of Asia Minor", en la obra de R. K. Harrison, ed., Major Cities of the Biblical World (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1985), pp. 246ss.
15. M. J. S. Rudwick y E. M. B. Green, "The Laodicean Lukewarmness: in Expository Times, Vol. 69 (1957-58), p. 178; citado en Mounce, p. 125.
16. Mounce, pp. 125s.
17. De T. S. Eliot, "The Hippopotamus", Collected Poems 1909-1962 (New York: Harcourt Brace Jovanovich, 1963), p. 42.
18. Charles F. Pfeiffer y Howard F. Vos, The Wycliffe Historical Geography of Bible Lands (Chicago: Moody Press, 1967), p.377.
20. Véase el ensayo de James B. Jordan, "Holistic Evangelism" en su Sociology of the Church (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1986).
21. Véase de Geddes NacGregor, Corpus Christi: The Nature of the Church According to the Reformed Tradition (Philadelphia: The Westminster Press, 1958); y Ronald S. Wallace, Calvin´s Doctrine of the Word and Sacrament (Tyler, TX: Geneva Ministries, [1953] 1982).
23. Rousas John Rushdoony, The Kingdom Come: Studies in Daniel and Revelation (Tyler, TX: Thoburn Press, [1970] 1978, p. 90.
24. Kline, Images of the Spirit, pp. 57-96.
25. Ibid., pp. 35-56.