DÍAS DE
RETRIBUCIÓN
Una exposición del
libro de Apocalipsis
Título de la obra en inglés:
Days of Vengeance
Por David Chilton
Tomado de Freebooks
PREFACIO DEL AUTOR
Tyler, Texas
8 de mayo de 1986
Día de la asunción
Desde el mismo principio, los excéntricos y los chiflados han
tratado de usar Apocalipsis para abogar por alguna nueva
distorsión de aquella doctrinita que dice: ¡El cielo se está
cayendo! Pero, como espero mostrar en esta exposición, en
su lugar el Apocalipsis de Juan enseña que los cristianos
vencerán toda oposición por medio de la obra de Cristo Jesús. Mi
estudio me ha convencido de que una verdadera comprensión de
esta profecía debe estar basada en la correcta aplicación de
cinco claves cruciales de interpretación:
1. Apocalipsis es el libro más "bíblico"
de la Biblia. Juan cita cientos de pasajes del
Antiguo Testamento, a menudo con alusiones sutiles a rituales
religiosos poco conocidos del pueblo hebreo. Para entender
Apocalipsis, necesitamos conocer nuestras Biblias al derecho y
al revés. Una de las razones de por qué este comentario es tan
extenso es que he tratado de explicar unos extensos
antecedentes bíblicos comentando numerosas porciones de las
Escrituras que arrojan luz sobre la profecía de Juan. También,
he reimpreso, como Apéndice A, el excelente estudio de Philip
Barrington sobre el simbolismo levítico en Apocalipsis.
2. Apocalipsis tiene un sistema de simbolismo.
Casi todo el mundo reconoce que Juan escribió su mensaje en
símbolos. Pero el significado de esos símbolos no es para que
los capte cualquiera. Hay una estructura sistemática en el
simbolismo bíblico. Para entender Apocalipsis correctamente,
debemos familiarizarnos con el "lenguaje" en que se escribió.
Entre otras metas, este comentario se propone hacer que la
Iglesia se acerque, dando por lo menos algunos pasos, a una
verdadera Teología del Apocalipsis.
3. Apocalipsis es una profecía sobre
sucesos inminentes. - Sucesos que estaban a
punto de desencadenarse en el mundo del siglo primero.
Apocalipsis no trata de una guerra nuclear, los viajes
espaciales, o el fin del mundo. Una y otra vez, advierte
específicamente que "el tiempo está cerca". Juan escribió su
libro como una profecía de la destrucción inminente de
Jerusalén en el año 70 d. C., mostrando que Jesucristo había
entronizado el nuevo pacto y la nueva creación. Apocalipsis no
puede entenderse a menos que este hecho fundamental se tome en
serio.
4. Apocalipsis es un servicio de culto.
Juan no escribió un libro de texto sobre profecía. En su
lugar, registró un servicio de culto celestial en progreso. De
hecho, una de sus principales preocupaciones es la de que el
culto a Dios es lo central de todo en la vida. Es lo más
importante que hacemos. Por esta razón, a través de todo este
comentario, he dedicado atención especial a los muy
considerables aspectos litúrgicos de Apocalipsis, y sus
implicaciones para nuestros servicios de culto en la
actualidad.
5. Apocalipsis es un libro sobre dominio.
Apocalipsis no es un libro sobre cuán terrible es el
Anticristo, o cuán poderoso es el diablo. Como lo expresa el
mismísimo primer versículo, es La revelación de Jesucristo.
Nos habla de su señorío sobre todo; nos habla de nuestra
salvación y nuestra victoria en el nuevo pacto, el
"maravilloso plan de Dios para nuestras vidas"; nos dice que
el reino de este mundo ha venido a ser el reino de nuestro
Dios y de su Cristo; y nos dice que Él y su pueblo reinarán
por siempre jamás.
Tengo que dar las gracias a mucha gente por
haber hecho posible este libro. Primero, y de lo más importante,
doy gracias al Dr. Gary North, sin cuya paciencia y considerable
inversión financiera simplemente no habría sido posible
escribirlo. Durante la semana en que me mudé a Tyler, Gary me
llevó en una de sus periódicas giras de compra de libros a una
gran librería de libros usados en Dallas. Mientras le ayudaba a
acarrear al mostrador cientos de volúmenes cuidadosamente
escogidos (yo también compré algunos libros - un par de ellos
cada hora o algo así, sólo para mantenerme dentro del juego),
Gary me preguntó en qué proyecto a largo plazo me gustaría
trabajar, junto con mis otras obligaciones en el Instituto de
Economía Cristiana. "¿Qué te parece un libro sobre Apocalipsis,
de mediano tamaño, en estilo popular, a nivel introductorio, y
fácil de leer?", sugerí. "Creo que podría sacar algo así como en
tres meses". De eso hace, casi al día exacto, tres años y seis
meses - o, como Gary se sentiría tentado a rezongar: Un tiempo,
y tiempos, y el medio de un tiempo. Por fin, la tribulación ha
terminado.
Por supuesto, este libro ha excedido vastamente su proyectado
tamaño y alcance. Una parte no pequeña de esto se debe al Rev.
James B. Jordan y al Rev. Ray Sutton, pastores de la Iglesia
Presbiteriana Westminster de Tyler, Texas, que han influído
grandemente en mi comprensión de las conexiones literarias
y simbólicas y las estructuras litúrgicas de la Biblia. El Rev.
Ned Rutland, de la Iglesia Presbiteriana Westminster de
Opelousas, Louisiana, leyó la primera versión de algunos
capítulos y, con consumados tacto y gracia, me orientó hacia una
dirección más bíblica. James M. Peters, el historiador residente
de antigüedades y genio de las computadoras de Tyler, fue un
rico tesoro de información sobre el mundo antiguo.
Hay otros que contribuyeron de varias
maneras a la producción de este libro. La Sra. Maureen Peters y
la Sra. Lynn Dwelle, secretarias de ICE, me ayudaron con muchos
detalles técnicos y obtuvieron libros que se habían agotado;
ellas han desarrollado la virtud de "andar la milla extra" hasta
convertirla en arte refinado. El tipógrafo David Thoburn, un
verdadero artista, trabajó largas horas más allá de su deber,
resolviendo problemas poco comunes y asegurándose de la alta
calidad y la legibilidad del libro. Ha confirmado abundantemente
mi convicción de su superior habilidad. Su ayudante, la Sra.
Sharon Nelson, fue una valiosa mediadora, que se aseguró de que
nuestras computadoras permanecieran comunicadas entre sí. Los
índices fueron preparados por Mitch Wright y Vern Crisler.
Uno de los más sobresalientes eruditos
bíblicos de nuestro tiempo es el teólogo británico Gordon J.
Wenham, del College of St. Paul and St. Mary, cuyos informados y
bien escritos comentarios han dejado una marca significativa en
el mundo evangélico. Mi primer contacto con el Dr. Wenham
ocurrió el año pasado cuando, sin previo aviso, le envié una
copia de mi libro Paradise Restored. Para mi gran y
agradable sorpresa, me escribió dándome las gracias. Esto me
animó (aunque no sin cierto grado de temor y temblor) a
solicitarle sus comentarios sobre los borradores sin corregir de
la presente obra. El Dr. Wenham, graciosamente, apartó tiempo
valioso para leerlo, hacer sugerencias, y escribir un prólogo.
Le agradezco su amabilidad. Naturalmente, él no puede ser
responsable de los numerosos defectos de este libro.
Quizás este último punto deba ser
subrayado. Este comentario no afirma en absoluto ser "la última
palabra" sobre el tema; de hecho, si mi escatología es correcta,
¡a la Iglesia le quedan muchos años más para escribir muchas
palabras más! Me siento grandemente endeudado con las
importantes contribuciones de muchos otros comentaristas,
especialmente Philip Barrington, Austin Farrer, J. Massyngberde
Ford, Meredith G. Kline, J. Stuart Russell, Moses Stuart, Henry
Barclay Swete, y Milton S. Terry. Espero haberles hecho justicia
al construir sobre sus fundamentos. Y sin embargo, estoy
dolorosamente consciente de que la tarea de comentar la
magnífica profecía de Juan excede con mucho mi capacidad. Para
las ocasiones en que he dejado de presentar adecuadamente el
mensaje de Apocalipsis, ruego la indulgencia de mis hermanos y
hermanas en Cristo, y deseo sinceramente sus comentarios y sus
correcciones. Las cartas se me pueden dirigir a P. O. Box 2314,
Placerville, CA 95667.
Mi amada esposa, Darlene, siempre ha sido
mi mayor fuente de estímulo. Nuestros hijos (Nathan David, Jacob
Israel, y Abigail Aviva) soportaron nuestro colectivo "exilio a
Patmos" con verdadera gracia juanina (¡mezclada, quizás, con uno
que otro estruendo de truenos boanergeanos también!); y si sus
cuentos para dormir estuvieron de alguna manera llenos de más de
la cuota acostumbrada de querubines, dragones, caballos
voladores, y espadas llameantes, nunca se quejaron.
Finalmente, me siento agradecido a mis
padres, el Rev. y la Sra. de Harold B. Chilton. Fui bendecido
inmensurablemente al crecer en un hogar en el que la Palabra de
Dios es tan altamente honrada, tan fielmente enseñada, tan
verdaderamente vivida. El ambiente que ellos estructuraron
estaba constantemente inundado de grandeza y riqueza musical,
pues la atmósfera estaba cargada de acaloradas discusiones
teológicas, todo en el contexto de cuidar al necesitado, dar
abrigo al desamparado, dar de comer al hambriento, y llevar a
todos el precioso mensaje del evangelio. Desde las calurosas
selvas y arrozales de las Filipinas hasta los sombreados
céspedes de California del Sur, ellos ponen delante de mí un
ejemplo notable e inolvidable de lo que significa ser siervos
del Señor. Algunos de mis primeros recuerdos son ver la fe de
mis padres sometida a prueba más allá de lo que parecían ser los
límites de la resistencia humana; y cuando Dios los hubo
probado, salieron como el oro. Teniendo el testimonio de Jesús,
soportando la pérdida de todas las cosas para ganar a Cristo,
son lo que Juan nos exhorta a todos a ser: testigos fieles.
Este
libro
está dedicado a ellos.