DÍAS DE
RETRIBUCIÓN
Una exposición del libro de
Apocalipsis
Título de
la obra en inglés:
Days of Vengeance
Por David Chilton
Tomado de
Freebooks
Introducción
Autor y
Fecha
Aunque la identidad
del autor ha sido objeto de mucho debate, en realidad no hay
razón para dudar de que es el mismo Juan que escribió el
cuarto evangelio, como lo afirma el testimonio virtualmente
unánime de la iglesia primitiva. Se identifica a sí mismo
simplemente como "Juan" (1:1, 4,9; 21:2; 22:8), aparentemente
suponiendo que sería reconocido por su auditorio del siglo
primero basándose en su nombre solamente; y escribe con un
estilo autorizado, "apostólico", no para individuos solamente,
sino para la iglesia. Tomando en cuenta el gobierno altamente
organizado de la iglesia, que existió desde su comienzo, es
improbable que nadie pudiese haber escrito de esta manera,
salvo un apóstol reconocido. 1 Además, hay numerosos puntos de semejanza entre el
Apocalipsis y el evangelio de Juan. Hasta un vistazo
superficial revela varias expresiones (por ejemplo, Cordero
de Dios, Verbo, y testigo), que son
comunes solamente al evangelio de Juan y a Apocalipsis; ningún
otro escritor del Nuevo Testamento usa estos términos de la
misma manera. 2 Austin Farrer 3 llama la atención a cierto número de similitudes de
estilo entre el evangelio y Apocalipsis: Ambos libros están
dispuestos en series de "sietes"; 4
ambos están estructurados en
términos de la liturgia bíblica/celestial y el calendario
festivo; y ambos libros usan números en un sentido simbólico
que trasciende su significado literal (esto es obvio en
Apocalipsis; comp. Juan 2:6; 19-20; 5:2,5; 6:7,9,13; 8:57;
13:38; 9:14,23; 21:11,14,15-17).
Hay varias
indicaciones bíblicas de que Juan era sacerdote, y hasta de
que procedía de la familia del sumo sacerdote.5 Probablemente
su nombre era común en esa familia (comp. Hechos 4:6;
contrástese con Lucas 1:61). Juan mismo nos habla de su
estrecha relación con el sumo sacerdote: Por eso, en una
ocasión extremadamente sensitiva, pudo tener acceso al patio
del sumo sacerdote, usando su influencia con la guardia para
conseguir entrada para Pedro también (Juan 18:15-16). Además,
numerosas referencias tanto en el evangelio como en
Apocalipsis revelan la desusada familiaridad de los autores de
ambos libros con los detalles del servicio del templo. Como
observó Alfred Edersheim, "los otros escritores del Nuevo
Testamento se refieren a ellos en sus narraciones, o explican
sus tipos, en un lenguaje que cualquier adorador bien
informado en Jerusalén podría haber empleado. Pero Juan no
escribe como un israelita ordinario. Tiene ojos y oídos para
detalles que otros habrían pasado por alto....
"En efecto, el
Apocalipsis, como un todo, puede asemejarse a los servicios
del Templo en el hecho de que mezcla los servicios proféticos
con el culto y la alabanza. Pero es especialmente notable que
las referencias al Templo, que abundan en el libro de
Apocalipsis, tienen que ver con minucias, que un escritor que
no hubiese estado tan familiarizado con tales detalles, como
sólo el contacto personal y el compromiso con ellos podría
haberlo permitido, apenas hubiese notado, y ciertamente no
habría empleado como parte de sus imágenes. Ocurren de manera
natural, espontáneamente, y tan inesperadamente que el lector
está en peligro a veces de pasarlos por alto por completo; y
en lenguaje que emplearía un profesional, y que vendría
a él como resultado del ejercicio anterior de su llamado. En
efecto, algunas de las más llamativas de estas referencias no
podrían haber sido entendidas en absoluto sin los tratados
profesionales de los rabinos sobre el Templo y sus servicios.
Sólo la estudiada minuciosidad de las descripciones rabínicas,
derivadas de la tradición de los testigos, no deja la misma
impresión que las no estudiadas ilustraciones de Juan". 6
"Parece altamente
improbable que un libro tan lleno de alusiones litúrgicas al
libro de Apocalipsis - y éstas, muchas de ellas, no a punttos
grandes o importantes, sino a minucias - haya sido escrito por
alguien que no fuera un sacerdote, alguien que en alguna
ocasión no hubiera podido participar de un verdadero servicio
en el Templo mismo, y así llegara a familiarizarse tanto con
sus detalles, que venían a él de manera natural, como parte de
las imágenes que empleaba." 7
En relación con esto,
Edersheim trae a colación un punto que es más importante para
nuestra interpretación que el tema en debate de la autoría
humana de Apocalipsis (porque, en fin de cuentas, [véase Juan
1:1] este libro es la revelación de Jesucristo). La
íntima familiaridad de Juan con los minuciosos detalles del
culto en el templo sugiere que "el libro de Apocalipsis y el
cuarto Evangelio deben haber sido escritos antes de que los
servicios del templo hubiesen cesado efectivamente".8 Aunque algunos
eruditos han aceptado sin criticarla la afirmación de Ireneo
(120-202 d.C.) de que la profecía apareció "hacia el fin del
reinado de Domiciano" (es decir, alrededor del año 96 d. C.),
hay considerable lugar para dudar del significado preciso
(puede que haya querido decir que el apóstol Juan mismo
"fue visto" por otros). 10 El lenguaje de Ireneo es algo ambiguo; y, sin
importar de qué estaba hablando, pudo haberse equivocado. 11 (Dicho sea
de paso, Ireneo es la única fuente para la fecha
tardía de Apocalipsis; todas las otras "fuentes" simplemente
lo citan a él. Por lo tanto, es más bien calculador por parte
de los comentaristas afirmar, como lo hace Swete, que "la
tradición cristiana primitiva sitúa a Apocalipsis, casi
unánimemente, en los últimos años de Domiciano").12 Ciertamente,
hay otros escritores primitivos cuyas afirmaciones indican que
Juan escribió el Apocalipsis mucho antes, bajo la persecución
de Nerón. 13
Mucho de la moderna
presunción a favor de la fecha domiciánica se basa en la
creencia de que bajo su reinado tuvo lugar una grande y
sostenida persecución y matanza de cristianos. Esta creencia,
tan querida como es, no parece estar basada en absoluto en
ninguna fuerte evidencia. Aunque no hay duda de que Domiciano
era un tirano cruel y malvado (he venido a enterrar un mito
sobre César, no a alabarle), hasta el siglo quinto ningún
historiador hizo ninguna mención de una supuesta persecución
extendida de los cristianos por su gobierno. Es cierto que
desterró temporalmente a algunos cristianos; pero éstos fueron
llamados de vuelta eventualmente. Robinson observa: "Cuando
esta purga limitada y selectiva, en la cual con seguridad
ningún cristiano fue muerto, se compara con la matanza de
criastianos a manos de Nerón, en relación con la cual dos
testigos primitivos y completamente independientes hablan de
'inmensas multitudes'; 14
es asombroso que los comentaristas hayan
sido guiados por Ireneo, que ni siquiera menciona una
persecución, para preferir un contexto domiciánico para el
libro de Apocalipsis". 15
Por lo tanto, nuestro
camino más seguro debe ser estudiar el Apocalipsis mismo para
ver qué evidencia interna ofrece en relación con su fecha.
Como veremos a través de este comentario, el libro de
Apocalipsis es principalmente una profecía de la destrucción
de Jerusalén por los Romanos. Por sí solo, este hecho coloca a
la autoría de Juan en algún momento antes de septiembre del
año 70 d.C. Además, como veremos, Juan habla de César Nerón
como todavía en el trono - y Nerón murió en junio del aaño 68.
Más importante que
cualquiera de estos hechos, sin embargo, es el hecho de que
tenemos una enseñanza a priori en las Escrituras
mismas de que toda la revelación terminó como en el año 70 d.
C. El ángel Gabriel le dijo a Daniel que las "setenta semanas"
habrían de terminar con la destrucción de Jerusalén (Dan.
9:24-27); y que ese período serviría también para "sellar la
visión y la profecía" (Dan. 9:24). En otras palabras, la
revelación especial acabaría - sería "sellada" - para el
tiempo enn que Jerusalén sería destruida. El canon de las
Sagradas Escrituras se completó por entero antes de la caída
de Jerusalén. 16 Atanasio interpretó las palabras de Daniel de la
misma manera: "¿Cuándo cesaron en Israel los profetas y las
visiones? ¿No fue cuando vino Cristo, el Santísimo? Es, de
hecho, una señal y una prueba notable de la venida del Verbo
que Jerusalén ya no está en pie, ni se suscitan profetas, ni
se revelan visiones entre ellos. Y es natural que sea así,
porque cuando el que habría de venir vino, ¿qué más necesidad
había todavía de nada para significarlo? Y cuando la Verdad
había llegado, ¿qué más necesidad había de la sombra? Sólo a
cuenta de Él profetizaban continuamente, hasta el tiempo en
que hubiese venido la Justicia Esencial, el que había
efectuado el rescate por los pecados de todos. Por la misma
razón, Jerusalén permaneció hasta el mismo tiempo, para que
los hombres pudieran premeditar los tipos antes de que viniera
la Verdad. Así que, por supuesto, una vez que el Santo de los
Santos había venido, tanto la visión como la profecía fueron
sellados. Y el reino de Jerusalén cesó al mismo tiempo, porque
los reyes de Jerusalén habían de ser ungidos entre ellos
solamente hasta que el Santo de los Santos fuera ungido....
"El hecho simple es,
como digo, que ya no hay ningún rey, ni profeta, ni Jerusalén,
ni sacrificio, ni visión, entre ellos; y sin embargo, la
tierra entera está llena del conocimiento de Dios, 17 y los
gentiles, renunciando al ateísmo, ahora están buscando refugio
en el Dios de Abraham por medio del Verbo, nuestro Señor
Jesucristo". 18
La muerte,
resurrección, y ascensión de Cristo marcaron el fin del
antiguo pacto y el principio del nuevo; los apóstoles fueron
comisionados para entregar el mensaje de Cristo en la forma
del Nuevo Testamento; y cuando hubieron terminado, Dios envió
a los edomitas y a los ejércitos romanos para destruir por
completo los últimos símbolos que quedaban del Antiguo pacto:
el Templo y la Santa Ciudad. Por sí solo, este hecho es
suficiente para establecer que Apocalipsis debe haber sido
escrito antes del año 70 d. C. El libro mismo da abundante
testimonio en relación con su fecha; pero, aún más, la
naturaleza del Nuevo Testamento como la Palabra Final de Dios
nos lo dice. La muerte de Cristo a manos de los hijos
apóstatas de Israel selló su suerte: El Reino les sería
quitado (Mat. 21:33-43). Aunque la ira se colmó "al extremo"
(1 Tesa. 2:16), Dios detuvo su mano de juicio hasta que se
escribiera el documento del Nuevo pacto. Habiendo hecho esto,
Él terminó dramáticamente el reino de Israel, borrando la
generación perseguidora (Mat. 23:34-36; 24:34; Luc. 11:49-51).
La destrucción de Jerusalén fue el último trompetazo, dando la
señal para que se consumara el misterio de Dios (Apoc. 10:7).
No habría más escritos canónicos una vez que Israel hubiese
desaparecido.
Desde su exilio en la
isla de Patmos, Juan dirigió el Apocalipsis a las iglesias de
las siete ciudades principales de Asia Menor. Estas siete
ciudades, conectadas por una carretera semicircular a través
del interior de la provincia, servían como estaciones postales
para sus distritos. "Así, un mensajero de Patmos llegaba a
Éfeso, viajaba al norte a través de Esmirna y hasta Pérgamo, y
de allí al sureste a través de las otras cuatro ciudades,
dejando una copia del libro en cada una para que de allí
circulara de modo secundario en su distrito. Por supuesto, el
número 'siete' se usa constantemente en el simbolismo del
libro de Apocalipsis, pero no debemos permitir que este hecho
oscurezca la circunstancia de que el libro está dirigido a
siete iglesias reales en ciudades situadas idealmente para
servir como puntos de distribución". 19
Asia Menor era un
destino significativo por dos razones: Primero, después de la
caída de Jerusalén, la provincia de Asia se convertiría en el
centro más influyente del cristianismo en el Imperio Romano:
"La provincia de Asia surgió como el área en que el
cristianismo era más fuerte, con Éfeso como su punto radial".
20
Segundo, Asia era el centro del culto de adoración a César.
"Inscripción tras inscripción testifica de la lealtad de las
ciudades hacia el Imperio. En Éfeso, en Esmirna, en Pérgamo, y
de hecho por toda la provincia, la Iglesia fue confrontada por
un imperialismo que era popular y patriótico, y tenía las
características de una religión. En ninguna parte era el culto
a César más popular que en Asia." 21
Después de la muerte
de Julio César (29 a. C.), se construyó en Éfeso un templo
para honrarle como divus (dios). Los Césares que le
siguieron no esperaron que la muerte proveyera tales honores
y, comenzando con Octaviano, afirmaron su propia divinidad,
exhibiendo sus títulos de deidad en templos y monedas,
particularmente en las ciudades de Asia. Octaviano cambió su
nombre por el de Augusto, un título de suprema majestad,
dignidad, y reverencia. Fue llamado el Hijo de Dios,
y, como el mediador divino-humano entre el cielo y la tierra,
ofrecía sacrificios a los dioses. Fue ampliamente proclamado
como Salvador del mundo, y las inscripciones en sus monedas
eran francamente mesiánicas - declarando el mensaje en ellas,
como ha esscrito Stauffer, que "la salvación no ha de
encontrarse en nadie sino en Augusto, y que no hay otro nombre
dado a los hombres en el cual puedan ser salvos". 22
Esta postura era
común a todos los Césares. César era Dios; César era Salvador;
César era el único Señor. Y reclamaban, no sólo los títulos,
sino también los derechos de la deidad. Cobraban impuestos y
confiscaban propiedades a voluntad, tomaban las esposas (y los
esposos) para su propio placer, causaban escasez de alimentos,
ejercían el poder de vida y muerte sobre sus súbditos, y en
general, intentaban gobernar cada aspecto de la realidad por
todo el imperio. La filosofía de los Césares puede resumirse
en una frase que se usaba más y más, con el correr del tiempo:
¡César es Señor!
Este era el principal
punto en disputa entre Roma y los cristianos: ¿Quién es Señor?
Francis Schaeffer señala: "No olvidemos por qué eran muertos
los cristianos. No eran muertos porque adoraban a
Jesús... A nadie le importaba quién adoraba a quién, con tal
de que el adorador no trastornara la unidad del estado, que se
centraba en la adoración formal a César. La razón de que los
cristianos fueran muertos era porque eran rebeldes... Adoraban
a Jesús como Dios, y adoraban sólo al Dios infinito y
personal. Los Césares no tolerarían esta adoración del único
Dios solamente. Esto se consideraba como traición". 23
Para Roma, la meta de
cualquier verdadera moralidad y piedad era la subordinación de
todas las cosas al estado; el hombre religioso y piadoso era
el que reconocía, en cada momento de su vida, la centralidad
de Roma. "La función de la religión romana era pragmática,
para servir como cemento social y sostener al estado". 24 Así, observa R.
J. Rushdoony, "al marco de los actos religiosos y familiares
de la piedad era Roma misma, la comunidad central y más
sagrada. Roma controlaba estrictamente todos los derechos de
organización, asambleas, reuniones religiosas, clubes, y
reuniones en las calles, y no soportaba ninguna posible
rivalidad a su centralidad... Sólo el estado podía organizar;
los ciudadanos no, excepto como conspiración. Sólo por esto,
la bien organizada Iglesia Cristiana era una ofensa y una
afrenta al estado, y una organización ilegal que en seguida
era sospechosa de conspiración". 25
El testimonio de los
apóstoles y la iglesia primitiva era nada menos que una
declaración de guerra contra las pretensiones del estado
romano. Juan afirmó que Jesús es el unigénito Hijo de
Dios (Juan 3:16); que él es, de hecho, "el verdadero Hijo de
Dios y la vida eterna" (1 Juan 5:20-21). Poco después de
Pentecostés, el apóstol Pedro declaró: "Y en ningún otro hay
salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). "Así, el
conflicto del cristianismo con Roma era político desde la
perspectiva romana, aunque religioso desde la perspectiva
cristiana. A los cristianos nunca se les pidió que adoraran a
los dioses paganos de Roma; apenas se les pidió reconocer la
primacía religiosa del estado. Como observó Francis Legge: 'En
el tiempo de la persecución, los oficiales del Imperio Romano
buscaban forzar a los cristianos a ofrecer sacrificios, no a
cualesquiera dioses paganos, sino al Genio del Emperador y la
Fortuna de la Ciudad de Roma; y en todo momento el rechazo de
los cristianos fue visto, no como una ofensa religiosa, sino
política...' Entonces, el punto en disputa era éste: ¿Debería
la ley del emperador, la ley del estado, gobernar tanto al
estado como a la iglesia, o estaban bajo la ley de Dios tanto
el estado como la iglesia, tanto el emperador como el obispo?
¿Quién representaba el orden verdadero y final, Dios o Roma,
la eternidad o el tiempo? La respuesta romana era Roma y el
tiempo, y de aquí que el cristianismo constituyera una fe
traicionera y una amenaza para el orden político". 26
El cargo levantado
por los acusadores judíos durante un juicio contra cristianos
en el siglo primero era el de que "contravenían los decretos
de César, diciendo que hay otro rey, Jesús" (Hechos 17:7).
Esta era la acusación fundamental contra todos los cristianos
del Imperio. El capitán de la policía rogaba al anciano Obispo
de Esmirna, Policarpo, que renunciara a esta posición extrema:
"¿Qué mal hay en decir que César es Señor?" Policarpo
rehusó, y fue quemado en la estaca. Miles sufrieron el
martirio precisamente por esta causa. Para ellos, Jesús no era
"Dios" en algún sentido irrelevante, de allá arriba; Él era el
único Dios, plenamente soberano en todas las áreas. Ningún
aspecto de la realidad podría estar fuera de sus demandas.
Nada era neutral. La Iglesia confrontó a Roma con el
inflexible reclamo de la autoridad imperial de Cristo: Jesús
es el Hijo unigénito; Jesús es Dios; Jesús es Rey; Jesús es
Salvador; Jesús es Señor. Aquí había dos imperios, ambos
intentando un absoluto dominio mundial; y estaban
implacablemente en guerra. 27
Era necesario que las
iglesias de Asia reconocieran esto plenamente, con todas sus
implicaciones. La fe en Cristo Jesús requiere absoluta
sumisión a su señorío, en todo momento, sin medias tintas. La
confesión de Cristo significaba conflicto con el estatismo,
particularmente en las provincias donde se requería el culto
oficial a César para las transacciones de los asuntos
cotidianos. El no reconocer los reclamos del estado resultaría
en apuros económicos y la ruina, y a menudo la cárcel, la
tortura, y la muerte.
Algunos cristianos
intentaron llegar a un arreglo intermedio haciendo una
distinción no bíblica entre el corazón y la conducta, como si
uno pudiera tener fe sin obras. Pero el reino de Cristo es
universal: Jesús es Señor de todos. Para reconocerle
verdaderamente como Señor, debemos servirle en todas partes.
Este era el mensaje principal del Apocalipsis para los
cristianos en Asia, un mensaje que necesitaban oir
desesperadamente. Vivían en el corazón mismo del trono de
Satanás, el asiento del culto al Emperador; Juan escribió para
recordarles su verdadero Rey, su posición con Él como reyes y
sacerdotes, y la necesidad de perseverar en términos de su
Verbo soberano.
El
Apocalipsis y el pacto
El Libro de
Apocalipsis es parte de la Biblia. Al primer vistazo, esto
puede no parecer una penetración brillante, pero es un punto
tanto crucialmente importante como universalmente descuidado
en la práctica real de la exposición. Porque, tan pronto como
reconocemos que Apocalipsis es un documento bíblico, nos vemos
obligados a hacernos una pregunta central: ¿Qué clase de libro
es la Biblia? Y la respuesta es ésta: La Biblia es un
libro (El Libro) acerca del pacto. La Biblia no
es una enciclopedia de conocimiento religioso. Ni una
colección de relatos morales, ni una serie de estudios de
psicología personal de los grandes héroes de antaño. La Biblia
es la revelación escrita de Dios acerca de Sí mismo, la
historia de su venida a nosotros en el Mediador, el Señor
Jesucristo; y es la historia de la relación de la Iglesia con
Él por medio del pacto que Él ha establecido con ella.
El pacto es el
significado de la historia bíblica (la historia bíblica no es
principalmente historias de aventuras). El pacto es el
significado de la ley bíblica (la Biblia no es principalmente
un tratado político sobre cómo establecer una República
Cristiana). Y el pacto es el significado de la profecía
bíblica también (la profecía bíblica no es "predicción" en el
sentido oculto de Nostradamus, Edgar Cayce, y Jean Dixson).
Para el hombre, los profetas eran los emisarios legales de
Dios para Israel y las naciones, actuando como procuradores
que traían lo que se ha venido a conocer entre los eruditos
recientes como "El Proceso Legal del pacto".
Que la profecía
bíblica no es simplemente "predicción" queda indicado, por
ejemplo, en la afirmación de Dios por medio de Jeremías:
En un instante
hablaré contra pueblos, y contra reinos, para arrancar, y
derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren
de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal
que había pensado hacerles, y en un instante hablaré de la
gente y del reino, para edificar y para plantar. Pero si
hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me
arrepentiré del bien que había determinado hacerle. (Jer.
18:7-10).
El propósito de la
profecía no es "predecir", sino evaluar la respuesta ética del
hombre a la Palabra de mando y promesa de Dios. Es por esto
por lo que la profecía de Jonás sobre Nínive no "se cumplió":
Nínive se arrepintió de su maldad, y la calamidad fue alejada.
Como los otros escritos bíblicos, el Libro de Apocalipsis es
una profecía, con una específica orientación de pacto y una
referencia a él. Cuando se ignora el contexto de pacto de la
profecía, el mensaje que Juan trataba de comunicar se pierde,
y Apocalipsis se convierte en nada más que un vehículo para
avanzar las teorías escatológicas del pretendido expositor.
Consideremos un ejemplo de menor importancia: Apocalipsis 9:16
nos cuenta de un gran ejército de jinetes, que suman "miríadas
de miríadas". En algunos textos griegos, se dice que son dos
miríadas de miríadas, y algunas veces se traduce como
200 millones. Toda clase de explicaciones fantásticas
y artificiales se han propuesto para esto. Quizás la teoría
mejor conocida de tiempos recientes es la opinión de Hal
Lindsey de que "estos 200 millones de soldados son chinos
rojos acompañados por otros aliados orientales. Es posible que
el poderío industrial de Japón se una al de China roja. Por
primera vez en la historia, Occidente será completamente
invadido por Oriente". 28 Tales adivinanzas pueden o no pueden ser exactas
con relación a una venidera invasión china, pero no nos dice
absolutamente nada acerca de la Biblia. Para ayudar a poner el
punto de vista de Lindsey en una perspectiva histórica, lo
compararemos con el de J. L. Martin, un predicador del siglo
diecinueve que, aunque compartía las presuposiciones básicas
de Lindsey sobre la naturaleza y el propósito de la profecía,
llegó a una conclusión diferente y divertida, de que los "200
millones" de Juan representaban "la fuerza de combate de mundo
entero" de 1870. Nótese el razonamiento astutamente científico
de Martin, semejante al de Lindsey:
Tenemos poco más
de mil millones de habitantes en la tierra... Pero de esos
mil millones, como quinientos millones (la mitad) son
mujeres; y de ese número, como la mitad son menores de edad,
quedando sólo doscientos cincuenta millones de varones
adultos en la tierra al mismo tiempo. Pero de ese número de
varones adultos, como la quinta parte son jubilados --
demasiado viejos para combatir. Estos son hechos
estadísticos. Esto nos deja exactamente los doscientos
millones de combatientes sobre la tierra de Juan. Y cuando
demostramos algo matemáticamente, creemos que está bastante
bien hecho. 29
Pero Martin está sólo
tomando el ritmo. Continúa con su exposición, haciendo la
aterradora descripción de los soldados en 9:17-19: "Así vi en
visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas
de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos
eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo,
y azufre. Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de
los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de
su boca. Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en
sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían
cabezas, y con ellas dañaban". Aunque los modernos
apocalipsistas consideran esto en términos de lásers y
lanzadores de misiles, Martin tenía una explicación diferente
- una explicación de acuerdo con el estado del arte militar en
sus días, cuando Buffalo Bill combatía a los indios Sioux como
jefe de los exploradores del Quinto de Caballería del General
Sheridan:
Juan señala al
modo moderno de combatir a caballo, con el jinete inclinado
hacia adelante, el cual, como él lo ve, y como lo ve alguien
que mire desde cierta distancia, se parecería a la gran
melena de un león; el hombre inclinado sobre el cuello de su
caballo. Al combatir con armas de fuego, tendría que
inclinarse hacia adelante para disparar, no fuera a ser que
hiriera al mismo caballo sobre el cual cabalgaba. En los
días de Juan, la postura era muy diferente... Ahora, quiero
preguntar a mis amigos oyentes: ¿No se cumple esto tan
literalmente delante de nuestros ojos como puede cumplirse?
¿No están todas las naciones envueltas en este tipo de
guerra? ¿No se matan los hombres con fuego y azufre? ... ¿No
saben que esto es sólo pólvora encendida? Podría un hombre
no inspirado, a finales del siglo primero, haber hablado de
este tema? 30
A menos que veamos el
libro de Apocalipsis como un documento de pacto - es decir, si
insistimos en leerlo principalmente ya sea como una predicción
de armas nucleares del siglo veinte o como una polémica contra
la Roma del siglo primero - su continuidad con el resto de la
Biblia se perderá. Se convierte en un apéndice escatológico,
una visión de "las últimas cosas", que ultimadamente tiene
poco que ver con el mensaje, el propósito, y los intereses de
la Biblia. Una vez que entendemos el carácter del Apocalipsis
como un Proceso de pacto, sin embargo, deja de ser un libro
"extraño", "misterioso"; ya no es incomprensible para nosotros
como Isaías y Amós. De salida, el Libro de Apocalipsis debe
ser visto en su carácter de revelación bíblica.
Captar este solo punto puede significar un "salto cuántico" en
la interpretación; porque, como explicó Geerhardus Vos en sus
novedosos estudios de teología bíblica, "la revelación está
conectada, toda ella, con la suerte de Israel". 31
La relación de Dios
con Israel siempre se definió en términos del pacto, el lazo
matrimonial por medio del cual Dios unió a Israel a sí mismo
como su pueblo especial. Este pacto era un arreglo legal, un
"contrato" obligatorio impuesto sobre Israel por su Rey, que
estipulaba mutuas obligaciones y promesas. Meredith Kline ha
mostrado que la estructura del pacto bíblico exhibe notables
similitudes con la forma establecida para los tratados de paz
en el Cercano Oriente antiguo. 32 Funcionaba de esta manera: Después de una guerra,
el rey victorioso hacía un pacto con su enemigo derrotado,
haciendo ciertas promesas y garantizando protección a
condición de que el rey-vasallo y todos los que estaban bajo
su autoridad obedecieran a su nuevo señor. Tanto el señor como
el vasallo hacían juramento, y de allí en adelante estaban
unidos en pacto.
Como explica Kline,
la forma de tratado corriente en el mundo antiguo estaba
estructurada en cinco partes, todas las cuales aparecen en los
pactos bíblicos:
1. Preámbulo (que identificaba
el señorío del Gran Rey, subrayando tanto su trascendencia
[grandeza y poder] como su inmanencia [cercanía y presencia]);
2. Prólogo Histórico (que
examinaba la anterior relación del señor con el vasallo,
enfatizando especialmente las bendiciones concedidas);
3. Estipulaciones Éticas
(que exponían las obligaciones del vasallo, su "guía de
ciudadanía" en el pacto);
4. Sanciones (que
bosquejaban las bendiciones por la obediencia y las
maldiciones por la desobediencia);
5. Las Disposiciones de
la Sucesión (que tenían que ver con la continuidad de la
relación de pacto en las generaciones futuras).
Uno de los mejores
ejemplos de un documento escrito en esta forma de tratado es
el libro de Deuteronomio, que Kline examina en detalle en su Tratado
del Gran Rey. (Recientemente, el análisis de Kline fue
aumentado considerablemente en la obra de mayor orientación
teológica de Ray R. Sutton, That You May Prosper). 33 La
exposición de Kline muestra cómo Deuteronomio se divide
naturalmente en las cinco secciones de pacto:
Deuteronomio
1. Preámbulo (1:1-5)
2. Prólogo Histórico
(1:6-4:49)
3. Estipulaciones Éticas
(5:1-26:19)
4. Sanciones (27:1-30:20)
5. Disposiciones de la
Sucesión (31:1-34:12)
Si un rey vasallo
violaba los términos del pacto, el señor enviaba mensajeros al
vasallo, advirtiendo a los violadores acerca de juicios
venideros, en los cuales se harían cumplir las
maldiciones-sanciones del pacto. Esto resulta ser la función
de los profetas bíblicos, como mencioné antes: Eran fiscales
acusadores, que traían el mensaje de Dios del Proceso de pacto
a las naciones violadoras de Israel y Judá. Y la estructura
del proceso siempre seguía el modelo de la estructura original
del pacto. En otras palabras, de la misma manera que los
pactos bíblicos mismos siguen el modelo de la estructura de
tratado de cinco partes, las profecías bíblicas siguen también
la forma de tratado. 34 Por ejemplo, la profecía de Oseas está ordenada de
acuerdo con el siguiente bosquejo:
Oseas
1. Preámbulo (1)
2. Prólogo histórico (2-3)
3. Estipulaciones éticas
(4-7)
4. Sanciones (8-9)
5. Disposiciones de la
sucesión (10-14)
Como muchas otras
profecías bíblicas, el Libro de Apocalipsis es una profecía de
ira del pacto contra el Israel apóstata, que irrevocablemente
se apartó del pacto al rechazar a Cristo. Y, como muchas otras
profecías bíblicas, el libro de Apocalipsis está escrito en
forma de proceso de pacto, con cinco partes, conformándose a
la estructura de tratado de pacto. Esta tesis será demostrada
en el comentario: a manera de introducción, sin embargo, será
de ayuda echar un vistazo a algunos de los puntos principales
que llevan a esta conclusión. (También, he provisto una
introducción para cada una de las cinco partes de Apocalipsis,
correlacionando el mensaje de cada sección con el pasaje
apropiado en el libro de Deuteronomio).
Para captar la estructura en cinco partes de Apocalipsis,
primero debemos considerar cómo se relaciona la profecía de
Juan con el mensaje de Levítico 26. Como Deuteronomio 28,
Levítico 26 establece las sanciones del pacto: Si Israel
obedece a Dios, será bendecido en cada una de las áreas de la
vida (Lev. 26:1-13; Deut. 28:1-14); sin embargo, si
desobedece, será visitado con las maldiciones, descritas con
horrible detalle (Lev. 26:14-39; Deut. 28:15-68). (Estas
maldiciones fueron derramadas más plenamente en la progresiva
desolación de Israel durante los últimos días, culminando en
la gran tribulación de los años 67-70 d. C., como castigo por
su apostasía y el rechazo de su Verdadero Esposo, el Señor
Jesucristo). 35 Uno de los rasgos notables del pasaje de Levítico
es el de que las maldiciones están dispuestas en un patrón
especial: Cuatro veces en este capítulo dice Dios: "Os
castigaré siete veces por vuestros pecados" (Lev. 26:18, 21,
24, 28). El número siete, como veremos en abundancia a
través de Apocalipsis, es un número bíblico que indica calidad
de completo o plenitud (tomado del patrón de siete días
establecido en la creación en Génesis 1). 36 El número
cuatro se usa en las Escrituras en relación con la tierra,
especialmente la tierra de Israel; así, cuatro ríos fluían
desde Edén para regar toda la tierra (Gén. 2:10); la tierra,
como el altar, se representa como teniendo cuatro confines
(Isa. 11:12; comp. Éx. 27:1-2), de los cuales soplan los
cuatro vientos (Jer. 49:36); el campamento de Israel estaba
dispuesto en cuatro grupos alrededor de los lados del
tabernáculo (Núm. 2); y así sucesivamente (vea su concordancia
y su diccionario bíblico). Así que, al hablar cuatro veces de
castigarlos siete veces en Levítico 26, Dios está diciendo que
un juicio pleno y completo vendrá sobre la Tierra de Israel
por sus pecados. Este tema es tratado por los profetas en sus
amonestaciones a Israel:
Y enviaré sobre ellos cuatro géneros de castigo,
dice Jehová: espada para matar, y perros para despedazar, y
aves del cielo y bestias de la tierra para devorar y
destruir. (Jer. 15:3)
Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor: ¿Cuánto
más cuando yo enviare contra Jerusalén mis cuatro juicios
terribles, espada, hambre, fieras y pestilencia, para cortar
de ella hombres y bestias? (Eze. 14:21)
Las imágenes de un
séptuple juicio que viene cuatro veces se desarrolla más
plenamente en el libro de Apocalipsis, que está explícitamente
dividido en cuatro series de siete: Las cartas a las siete
iglesias, la apertura de los siete sellos, el sonar de las
siete trompetas, y el derramamiento de las siete copas. 37 Al seguir así la
estructura formal de la maldición de pacto en Levítico, Juan
subraya la naturaleza de su profecía como una declaración de
ira del pacto contra Jerusalén.
Los cuatro juicios están precedidos por una visión
introductoria, que sirve para resaltar la trascendencia y la
inmanencia del Señor - precisamente la función del preámbulo
en los tratados de pacto. Al leer las cuatro series de
juicios, encontramos que también se conforman al bosquejo del
tratado: Las siete cartas examinan la historia del pacto; los
siete sellos tienen que ver con las estipulaciones específicas
establecidas en la sección correspondiente del tratado de
pacto; las siete trompetas invocan las sanciones del pacto; y
los ángeles de las siete copas están involucrados tanto en la
desheredad de Israel como en la sucesión de la iglesia en el
nuevo pacto. Así:
Apocalipsis
1. Preámbulo: Visión del
Hijo del Hombre (1)
2. Prólogo histórico: Las
siete cartas (2-3)
3. Estipulaciones éticas:
Los siete sellos (4-7)
4. Sanciones: Las siete
trompetas (8-14)
5. Disposiciones de la
sucesión: Las siete copas (15-22)
De esta manera, Juan
ha combinado el bosquejo de maldiciones en cuatro partes de
Levítico 26 con el familiar bosquejo en cinco partes del
proceso de pacto. La intersección de una maldición cuádruple y
quíntuple se relaciona con otra dimensión de las imágenes
bíblicas, relacionada con las leyes de restitución múltiple.
Éxodo 22:1 ordena: "Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo
degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y
por aquella oveja cuatro ovejas". James B. Jordan explica los
aspectos simbólicos de este caso legal: "Estos animales en
particular simbolizan a la humanidad en el sistema de
sacrificios. Así, son presentados repetidamente como analogías
preeminentes para los hombres (comp., por ej., Lev. 22:27, con
Lev. 12)".
"Debemos notar aquí que el verbo usado en Éxodo 22:1, 'matar',
se usa casi siempre para referirse a hombres. Ralph H.
Alexander comenta: 'El significado central de la raíz ocurre
sólo tres veces (Gén. 43:16; Éx. 22:1; 1 Sam. 25:11). La raíz
se usa sobre todo metafóricamente, presentando el juicio del
Señor sobre Israel y sobre Babilonia como una matanza'. 38 Nuevamente,
esto apunta a un significado simbólico básico de esta ley". 39
Jordan luego muestra
que, en las Escrituras, el buey representa en Israel
principalmente al funcionario, mientras la oveja representa al
ciudadano ordinario, especialmente al hombre pobre. Por esta
razón, se requiere la restitución cuádruple como castigo por
la rebelión contra la autoridad. 40 El proceso de pacto está estructurado en términos
de la pena de la restitución quíntuple, pues los que se
rebelan contra el pacto se están rebelando contra su autoridad
divinamente ordenada; y Juan trae a colación el proceso contra
Israel porque éste se rebeló contra Jesucristo, su Señor y
Sumo Sacerdote (Heb. 2:17; 7:22-8:6).
Pero Cristo era
también una oveja, el Cordero sacrificatorio de Dios (Juan
1:29; Apoc. 5: 6, 9). Fue vendido injustamente (Mat.
26:14-15), y fue tratado "como cordero que es llevado al matadero"
(Isa. 53:7). Además, los primeros cristianos eran mayormente
pobres, y fueron perseguidos, oprimidos, y masacrados por los
ricos y poderosos del Israel apóstata (Mat. 5:10-12; Luc.
6:20-26; Sant. 5:1-6). De este modo, el Israel incrédulo trajo
sobre sí todos los castigos y maldiciones del pacto,
incluyendo la restitución cuádruple y quíntuple, así como la
doble (Apoc. 18:6). (Vale la pena también repetir lo que Ralph
Alexander dijo sobre la palabra "matar" en Éxodo 22:1: "La
raíz se usa predominantemente de forma metafórica, presentando
el juicio de Dios sobre Israel y sobre Babilonia como una
matanza". Como veremos, Juan presenta juntas estas ideas,
metafóricamente llamando a la Jerusalén apóstata de sus días Babilonia
la Grande). La gran tribulación, que culminó en el
holocausto del año 70 d. C., era la restitución exigida por su
robo y por la matanza de los profetas del Antiguo Testamento,
de los mártires del Nuevo Testamento, y del Señor Jesucristo
(Mat. 21:33-45; 23:29-38; 1 Tesa. 2:14-16); y estos temas son
incorporados en la estructura misma de Apocalipsis, el Proceso
de pacto final.
Todo esto es
enfatizado también por el uso que Juan hace de la terminología
profética del proceso: la acusación de prostitución. A través
de las Escrituras, Israel es considerado como la Esposa de
Dios; el pacto es un enlace de matrimonio, y se espera que
ella sea fiel a él. Su apostasía contra Dios es llamada
adulterio, e Israel es identificado como prostituta. Hay
numerosos ejemplos de esto en los profetas:
¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel?
Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad; pero
ahora, los homicidas. (Isa. 1:21)
Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y
dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y
debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. (Jer.
2:20)
Y salió tu renombre entre las naciones a causa de
tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura
que yo puse sobre tí, dice Jehová el Señor. Pero confiaste
en tu hermosura, y te prostituíste a causa de tu renombre, y
derramaste tus fornicaciones a cuantos pasaron; suya eras.
(Eze. 16: 14-15)
No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo
como los pueblos, pues has fornicado apartándote de tu Dios;
amaste salario de ramera en todas las eras de trigo. (Oseas
9:1)
A través de toda la
Biblia, es a Israel a quien los profetas característicamente
condenan como ramera. 41 En consecuencia, cuando Juan trae juicio contra
Israel por su rechazo de Cristo, la gran apostasía de todos
los tiempos (comp. Mat. 21:33-45), él apropiadamente la llama
"la gran ramera... la madre de las rameras y de las
abominaciones de la tierra" (Apoc. 17:1, 5)
Hay otras indicaciones dentro de la estructura de Apocalipsis
de que el libro es un proceso de pacto contra Israel. Los
cuatro juicios séptuplos están dispuestos en conformidad
general con el orden de la profecía de Jesús contra Jerusalén
en Mateo 24. 42 De este modo, las siete cartas (Apoc. 2-3) tratan
de falsos apóstoles, persecución, ilegalidad, un amor que se
enfría, y el deber de la perseverancia (comp. Mat. 24:3-5,
9-13); los siete sellos (Apoc. 4-7) tienen que ver con
guerras, hambrunas, y terremotos (comp. Mat. 24: 6-8); las
siete trompetas (Apoc. 8-14) hablan del testimonio de la
iglesia al mundo, su huída al desierto, la gran tribulación, y
el falso profeta (comp. Mat. 24: 14-27); y las siete copas
(Apoc. 15-22) describen el oscurecimiento del reino de la
bestia, la destrucción de la ramera, la reunión de las águilas
sobre el cadáver de Jerusalén, y el recogimiento de la iglesia
al reino (comp. Mat. 24: 28-31).
Apocalipsis,
Ezequiel, y el Leccionario
Pero hay por lo menos
otro factor que ha influido grandemente en el bosquejo de
Apocalipsis. Está construido con gran apego a uno de los más
famosos Procesos de pacto de todos los tiempos: la profecía de
Ezequiel. La dependencia de Apocalipsis del lenguaje y las
imágenes de Ezequiel se ha reconocido por mucho tiempo; 43 un erudito ha
descubierto en Apocalipsis no menos de 130 referencias
separadas a Ezequiel. 44 Pero Juan hace más que sólo alusiones literarias a
Ezequiel. Lo sigue, paso a paso - tanto, que Philip Barrington
pudo decir, con sólo una floja hipérbole: "Apocalipsis es
Ezequiel re-escrito por los cristianos. Su estructura
fundamental es la misma. Su interpretación depende de
Ezequiel. La primera mitad de ambos libros conduce a la
destrucción de la Jerusalén terrenal; en la segunda se
describe una Jerusalén santa y nueva. Hay una diferencia
significativa. El lamento de Ezequiel sobre Tiro es
transformado en un lamento sobre Jerusalén, siendo la razón
que Juan desea trasladar a Jerusalén la nota de condenación irrevocable
que se encuentra en el lamento sobre Tiro. Aquí yace la
verdadera diferencia entre los mensajes de los dos libros.
Jerusalén, como Tiro, ha de desaparecer para siempre". 45 Considérense los
paralelos más obvios:
1. La visión del trono (Apoc.
4/Eze. 1)
2. El libro (Apoc. 5/Eze.
2-3)
3. Las plagas (Apoc. 6:
1-8/Eze. 5)
4. Los muertos bajo el altar
(Apoc. 6: 9-11/Eze. 6)
5. La ira de Dios (Apoc. 6:
12-17/Eze. 7)
6. El sello en las frentes
de los santos (Apoc. 7/Eze. 9)
7. Los carbones del altar
(Apoc. 8/Eze. 10)
8. No más demora (Apoc.
10:1-7/Eze. 12)
9. Comer el libro (Apoc.
10:8-11/Eze. 2)
10. La medición del templo
(Apoc. 11:1-2/Eze. 40-43)
11. Jerusalén y Sodoma
(Apoc. 11:8/Eze. 16)
12. La copa de la ira (Apoc.
14/Eze.23)
13. La viña de la tierra
(Apoc. 14:18-20/Eze. 15)
14. La gran ramera (Apoc.
17-18/Eze. 16, 23)
15. El lamento sobre la
ciudad (Apoc. 18/Eze. 27)
16. El festín de los
carroñeros (Apoc. 19/Eze. 39)
17. La primera resurrección
(Apoc. 20:4-6/Eze. 37)
18. La batalla con Gog y
Magog (Apoc. 20:7-9/Eze. 38-39)
19. La Nueva Jerusalén
(Apoc. 21/Eze. 40-48)
20. El río de vida (Apoc.
22/Eze. 47)
Como señala M. D.
Goulder, la cercanía de la estructura de los dos libros - el
"pegamiento" paso a paso entre Apocalipsis y Ezequiel -
implica algo más que una mera relación literaria. "El
pegamiento a nivel no es por lo común un rasgo de préstamo
literario: por ejemplo, la obra del cronista está lejos de un
pegamiento a nivel entre Samuel y Reyes, con su maciza
expansión del material del Templo, y su extirpación de las
tradiciones del norte. Más bien, el pegamiento a nivel es un
rasgo de uso leccionario, como cuando la Iglesia establece la
lectura de Génesis a la par con Romanos, o Deuteronomio a la
par con Hechos ... Además, es claro que Juan esperaba que sus
profecías fueran leídas durante el culto, porque dice:
'Bienaventurado el que lee las palabras de esta profecía, y
bienaventurados los que oyen' (1:3) - la versión revisada [en
inglés] correctamente traduce 'lee en voz alta'. En realidad,
el hecho mismo de que 'él repetidamente llama a su libro 'la
profecía' lo alinea con las profecías del Antiguo Testamento,
que eran familiares pues se leían en público durante el
culto". 47 En otras palabras, desde el comienzo, el libro de
Apocalipsis estaba calculado como una serie de lecturas en el
culto durante todo el año de la Iglesia, para ser leído en
tándem con la profecía de Ezequiel (como otras lecturas del
Antiguo Testamento). Como escribió Austin Farrer en su primer
estudio sobre Apocalipsis, Juan "seguramente no creyó que se
iba a leer una vez a las congregaciones y que luego sería
usado para envolver pescado, como una carta pastoral". 48
La tesis de Goulder sobre Apocalipsis está apoyada por los
hallazgos en su libro reciente sobre los evangelios, The
Evangelists´ Calendar, que ha revolucionado los estudios
del Nuevo Testamento al poner a los evangelios en su adecuado
contexto litúrgico. 49 Como muestra Goulder, los evangelios fueron escritos
originalmente, no como "libros", sino como lecturas seriales
durante el culto, para acompañar las lecturas en las sinagogas
(las iglesias del Nuevo Testamento). De hecho, arguye, "Lucas
desarrolló su evangelio al predicar a su congregación, como una
serie de cumplimientos del AT; y este desarrollo de series
litúrgicas explica la estructura básica de su evangelio, que ha
sido un misterio por tantos años". 50
Las estructuras tanto de Ezequiel como de
Apocalipsis se prestan en seguida para el uso leccionario
serializado, como observa Goulder: "En la división de
Apocalipsis y de Ezequiel en profecías o visiones, unidades para
los domingos sucesivos, el intérprete dispone de poca
discreción; un rasgo feliz, pues estamos buscando líneas
divisorias claras y no controversiales. La mayoría de los
comentarios dividen el Apocalipsis como en cincuenta unidades, y
no difieren mucho. En la Biblia, Ezequiel está dividido en
cuarenta y ocho capítulos, muchos de los cuales son
evidententemente profecías solas que se sostienen por derecho
propio. Además, la longitud de los capítulos de Ezequiel es
pareja en términos generales. El libro cubre poco más de 53
páginas de texto en la Versión Revisada, y muchos capítulos son
como de dos columnas (una página) de largo. Algunas de las
divisiones son quizás cuestionables. Por ejemplo, el llamado de
Ezequiel se extiende más allá del muy breve cap. 2 hasta un
final claro en 3:15, y el corto cap. 9 podría considerarse junto
con el 8; aunque hay algunos capítulos enormes, 16, 23, y 40,
que tienen más de cuatro columnas de largo, y que se subdividen
naturalmente. Pero ya habrá sido obvio para el lector un rasgo
alentador: ambos libros se dividen como en cincuenta unidades, y
el año judeo(-cristiano) consiste de cincuenta o cincuentiún
sábados/domingos. Así que tenemos lo que parece material para un
ciclo anual de Ezequiel inspirando un ciclo anual de visiones,
que entonces podrían leerse en las iglesias de Asia al lado de
Ezequiel, y explicados en sermones a la luz de ellos". 51 Goulder luego
proporciona una larga tabla que muestra lecturas consecutivas a
través de Ezequiel y Apocalipsis, puestas al lado del año
cristiano, de Pascua a Pascua; las correlaciones son asombrosas.
52
El énfasis pascual del Apocalipsis también
fue subrayado en un estudio efectuado por Massey Shepperd, casi
veinte años antes de que Goulder escribiera. 53 Shepperd
demostró otro aspecto notable de la arquitectura de Apocalipsis,
mostrando que la profecía de Juan está delineada de acuerdo con
la estructura del culto de la iglesia primitiva - de hecho, que
tanto su evangelio como el Apocalipsis "dan testimonio desde el
punto de vista de la experiencia de la liturgia pascual de las
iglesias de Asia". 54
La naturaleza leccionaria de Apocalipsis
ayuda a explicar la riqueza del material litúrgico en la
profecía. Por supuesto, Apocalipsis no es un manual sobre cómo
"hacer" un servicio de culto; más bien, es un servicio de culto,
una liturgia dirigida en el cielo como un modelo para los que
están en la tierra (y de paso nos instruye en el sentido de que
el salón del trono de Dios es el único punto de vista adecuado
para contemplar el conflicto terrenal entre la Simiente de la
mujer y la de la serpiente): "Tradicionalmente, y de manera
bastante consciente, el culto de la iglesia ha estado modelado
según las realidades divinas y eternas reveladas en
[Apocalipsis]. La oración de la iglesia y su celebración mística
son uno con la oración y la celebración del reino de los cielos.
Así, pues, en la Iglesia, con los ángeles y los santos, a través
de Cristo el Verbo y el Cordero, inspirados por el Espíritu
Santo, los fieles creyentes de la asamblea de los salvados
ofrecen perpetua adoración a Dios el Padre Todopoderoso". 55
El dejar de reconocer la importancia de
Apocalipsis para la adoración cristiana ha empobrecido
grandemente a muchas iglesias modernas. Para poner sólo un
ejemplo: ¿Cuántos sermones se han predicado sobre Apocalipsis
3:20 - "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi
voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo" - sin reconocer la muy obvia referencia sacramental? Por
supuesto que Jesús está hablando de la Santa Cena,
invitándonos a cenar con Él; ¿por qué no lo vimos antes? La
razón tiene mucho que ver con una idea puritana de culto que
viene, no de la Biblia, sino de los filósofos paganos.
Dom Gregory Dix, en su voluminoso estudio
del culto cristiano, dio en el clavo: El puritanismo litúrgico no
es "protestante"; ni siquiera es cristiano. En vez de eso, es
"una teoría general sobre el culto, no específicamente
protestante, ni realmente limitada a los cristianos de ninguna
clase. Es la teoría de trabajo en la cual se basa todo el culto
musulmán. Fue compuesta por el poeta romano Persio o el filósofo
pagano Séneca en el siglo primero, y ellos sólo están
desarrollando una tesis de los autores filosóficos griegos que
datan del siglo séptimo a. C. En pocas palabras, la teoría
puritana es que el culto es una actividad puramente mental,
que ha de ejercerse por medio de una 'atención' estrictamente
psicológica a una experiencia subjetiva emocional o
espiritual... Contra esta teoría puritana de culto se alza otra
- el concepto 'ceremonioso' del culto, cuyo principio
fundamental es que el culto como tal no es un ejercicio
puramente intelectual y afectivo, sino algo en el cual el hombre
entero - tanto el cuerpo como el alma, y sus poderes estéticos y
volitivos, así como intelectuales - deben participar por
completo. Considera eel culto como un 'acto' tanto como una
'experiencia'". 56 Es esta visión "ceremoniosa" del culto la que se
enseña en la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis. Puesto que
toda la acción de Apocalipsis se ve desde el punto de vista del
servicio de culto, este comentario asumirá la posición de que la
estructura litúrgica de la profecía es fundamental para su
correcta interpretación.
La
naturaleza de Apocalipsis: ¿Apocalíptica?
El libro de Apocalipsis es tratado a menudo
como ejemplo del género "apocalíptico" de escritos, que floreció
entre los judíos entre el año 200 a. C. y el año 100 d. C. No
hay base para esta opinión en absoluto, y es desafortunado que
se use siquiera la palabra apocalíptica para describir
esta literatura. (Los mismos escritores de "apocalíptica" nunca
usaron el término en este sentido; más bien, los eruditos han
robado el término de Juan, que llamó a su libro "el Apocalipsis
de Jesucristo"). De hecho, hay grandes diferencias entre los
escritos "apocalípticos" y el libro de Apocalipsis.
Los "apocalipsistas" se expresaban en
símbolos inexplícitos e ininteligibles, y generalmente no tenían
en realidad el propósito de hacerse entender. Sus escritos
abundan en pesimismo: no es posible un verdadero progreso, ni
habrá ninguna victoria para Dios y su pueblo en la historia. Ni
siquiera podemos ver a Dios actuando en la historia. Todo lo que
sabemos es que el mundo está empeorando más y más. Lo mejor que
podemos hacer es esperar el fin - pronto. 57 Ferrell
Jenkins escribe: "Para ellos, las fuerzas del mal tenían
aparentemente control en la era actual y Dios actuaría sólo en
el tiempo del fin". 58 (Esto debería sonar familiar). Sintiéndose impotente
en presencia del mal inexorable, el apocalipsista "podía por lo
tanto dar rienda suelta a las más desbocadas especulaciones ...
había cancelado este mundo y sus actividades, así que ni
siquiera trataba seriamente de proporcionar soluciones factibles
para sus problemas". 59 El resultado práctico era que los apocalipsistas rara
vez se preocupaban de la conducta ética: "En fin de cuentas, su
interés es en la escatología, no en la ética". 60
El enfoque de Juan sobre Apocalipsis es
vastamente diferente. Sus símbolos no son oscuras divagaciones
incubadas en una imaginación enfebrecida; están arraigados
firmemente en el Antiguo Testamento (y la razón de esa aparente
oscuridad es ese mismo hecho: Tenemos problemas para entenderlos
sólo porque no conocemos nuestras Biblias). En contraste con los
apocalipsistas, que habían renunciado a la historia, "Juan
presenta la historia como el escenario de la redención divina".
61
Leon Morris describe la visión mundial de Juan: "Para él, la
historia es la esfera en la cual Dios ha forjado la redención.
Lo realmente crítico en la historia de la humanidad ya ha tenido
lugar, y tuvo lugar aquí, en esta tierra, en los asuntos de los
hombres. El Cordero 'como inmolado' domina el libro entero. Juan
ve a Cristo como victorioso y como habiendo ganado la victoria
por medio de su muerte, un suceso en la historia. Su pueblo
comparte su triunfo, pero ha derrotado a Satanás 'por la sangre
del Cordero y por la palabra de su testimonio' (Apoc. 12:11). El
pesimismo que difiere la actividad salvadora de Dios hasta el
fin está ausente. Aunque Juan pinta el mal realísticamente, su
libro es fundamentalmente optimista". 62
Los
apocalipsistas decían: El mundo está llegando a su fin.
¡Renuncien! Los profetas bíblicos decían: El mundo se
acerca a su principio. ¡Pónganse a trabajar!
Por eso, el libro de Apocalipsis no
es un tratado apocalíptico; en vez de eso, como el mismo
Juan nos lo recuerda repetidamente, es una profecía
(1:3; 10:11; 22:7, 10, 18-19), en completa armonía con los
escritos de otros profetas bíblicos. Y - nuevamente en completo
contraste con los apocalipsistas - si había una gran
preocupación entre los profetas bíblicos, era la conducta ética.
Ningún escritor bíblico reveló jamás el futuro meramente para
satisfacer la curiosidad: La meta fue siempre dirigir el pueblo
de Dios hacia una acción correcta en el presente. La abrumadora
mayoría de las profecías bíblicas no tenía nada que ver con el
concepto erróneo y muy común de que la "profecía" predecía el
futuro. Los profetas hablaban del futuro sólo para estimular una
vida piadosa. Como escribió Benjamin Warfield: "Debemos tratar
de conservar fresco en nuestras mentes el gran principio de que
toda profecía es ética en su propósito, y que este fin ético
controla, no sólo lo que será revelado en general, sino también
los detalles de él, y la forma misma que toma". 63
El hecho de que muchos de los que estudian
los escritos proféticos hoy día están interesados en encontrar
posibles referencias a viajes espaciales y armas nucleares, más
bien que en descubrir los mandamientos de Dios para la vida, es
un repugnante tributo a una fe superficial e inmadura. "El
testimonio de Jesús es el espíritu de profecía" (Apoc.
19:10); ignorar a Jesús en favor de estallidos atómicos es una
perversión de las Escrituras, una blasfema deformación de la
Palabra de Dios. De principio a fin, Juan está intensamente
interesado en la conducta ética de sus lectores:
Bienaventurado
el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y
guardan las cosas en ella escritas. (1:3)
Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas.
(16:15)
Bienaventurado el que guarda las palabras de la
profecía de este libro. (22:7)
Bienaventurados los que guardan sus
mandamientos. (22:14)
El simbolismo
de Apocalipsis
A menudo, la profecía ha sido llamada "la
historia escrita por anticipado". 64 Sin embargo, como ya hemos visto, la profecía es
principalmente un mensaje de los emisarios de Dios dentro del
marco del pacto, dirigida en términos de las estipulaciones y
sanciones establecidas en la ley bíblica. No es simplemente
"predicción". Ciertamente, los profetas sí predecían los sucesos
futuros en la historia, pero no en la forma de escritos
históricos. En vez de eso, los profetas usaban símbolos y
figuras tomados prestados de la historia, de la cultura
circundante, y de la creación. La mayoría de los errores que se
cometen al interpretar a los profetas se derivan del descuido de
este principio. Una vez oí a un pastor presentar una conferencia
muy sincera y emocionante sobre las estaciones espaciales y los
viajes interplanetarios usando Apocalipsis 21:10 como su texto.
Sólo en la era moderna de los viajes espaciales, observó, podría
cumplirse la profecía de la Nueva Jerusalén. En general, fue un
discurso muy agradable, y una maravillosa demostración de la
riqueza de conocimiento del pastor en el campo de la ciencia
ficción; pero el fascinado auditorio salió de la reunión por lo
menos tan ignorante de las Escrituras como cuando comenzó.
La Biblia es literatura: Es
literatura divinamente inspirada e infalible, pero literatura al
fin. Esto significa que debemos leerla como literatura.
Algunas partes han de entenderse literalmente, y están escritas
de esta manera - como historia, o proposiciones teológicas, o lo
que sea. Pero uno no esperaría leer los Salmos o el Cantar de
los Cantares de Salomón con las mismas normas literarias usadas
para el Libro de Romanos. Sería como leer el soliloquio de
Hamlet "literalmente": "Las hondas y las flechas de la
ultrajante fortuna ... tomar las armas contra un mar de
dificultades..." No podemos entender lo que la Biblia
significa realmente (literalmente) a menos que apreciemos su uso
de los estilos literarios. ¿Entenderíamos el Salmo 23
correctamente si lo tomáramos "literalmente"? En vez de eso, ¿no
sonaría un poco tonto? De hecho, si se toma literalmente, no
sería correcto: porque me atrevo a decir que el Señor no
hace descansar a todos los cristianos en delicados pastos. Pero,
por lo general, no cometemos estos toscos errores al leer la
poesía bíblica. Sabemos que está escrita en un estilo que a
menudo hace uso de imágenes simbólicas. Pero debemos darnos
cuenta de que con los profetas sucede lo mismo: Ellos, también,
hablaban en figuras y símbolos, extrayendo material de una rica
herencia de imágenes bíblicas que comenzó en el jardín de Edén.
65
En
realidad, es en el paraíso donde comenzó la profecía. Vale la
pena notar que la misma primera promesa del Redentor venidero
fue expresada en términos altamente simbólicos. Dios dijo a la
serpiente:
Y pondré enemistad entre tí y la
mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá
en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. (Gén. 3: 15)
Obviamente, esto no es simplemente
"historia escrita por anticipado". Es una declaración simbólica,
en gran medida una obra con el lenguaje evocador y poético usado
a través de la Biblia, y especialmente en Apocalipsis. De hecho,
Juan nos dice claramente en su frase inicial que Apocalipsis
está escrito en signos, en símbolos. Juan no tenía el
propósito de que Apocalipsis se leyera como se lee un periódico
o un análisis del mercado de acciones. Esperaba que su auditorio
respondiera a su profecía en términos del sistema de simbolismo
de la propia Biblia.
Repito: el sistema de simbolismo de la propia Biblia. El
significado de un símbolo no es cualquier cosa que elijamos; ni
Juan creó las imágenes del Libro de Apocalipsis en su propia
imaginación. Juan presenta a Cristo a sus lectores como un León
y como un Cordero, no porque él crea que son imágenes bonitas,
sino a causa de las connotaciones de los leones y los corderos
ya establecidas en la Biblia. Por esto, el Libro de Apocalipsis
nos dice desde el comienzo que su modelo de interpretación es la
Biblia misma. El libro está lleno de alusiones al Antiguo
Testamento. Merrill Tenney dice: "Está lleno de referencias a
sucesos y personajes del Antiguo Testamento, y mucha de su
fraseología está tomada directamente de los libros del Antiguo
Testamento. Por extraño que parezca, no hay en Apocalipsis ni
una sola cita directa del Antiguo Testamento con una declaración
de que se está citando un pasaje dado; pero un conteo de las
alusiones significativas que son rastreables tanto por un
parecido verbal como por una conexión contextual al canon hebreo
resulta en trescientas cuarenta y ocho. De éstas,
aproximadamente noventa y cinco son repetidas, así que el número
real de diferentes pasajes del Antiguo Testamento que se
mencionan son casi doscientos cincuenta, o sea, un promedio de
más de diez por cada capítulo de Apocalipsis. 66 La cuenta de
Tenney de 348 claras referencias en el Nuevo Testamento se
desglosa como sigue: 57 del Pentateuco, 235 de los Profetas, y
56 más de los libros históricos y poéticos. 67
Tenney admite que sus cifras son
conservadoras; hasta se podría decir que extremadamente
conservadoras. Sin embargo, aún usando sus cifras, es obvio que
el Libro de Apocalipsis depende del Antiguo Testamento mucho más
que ningún otro libro del Nuevo Testamento. Este hecho solo
debería advertirnos que no podemos comenzar a desentrañar su
significado sin un sólido entendimiento de la Biblia como un
todo. Las iglesias primitivas tenían este entendimiento. El
evangelio había sido predicado primero a los judíos y a los
prosélitos gentiles; a menudo, las iglesias habían sido formadas
por creyentes en las sinagogas, y esto ocurría hasta en las
iglesias de Asia Menor (Hechos 2:9; 13:14; 14:1; 16:4; 17:1-4,
10-12, 17; 18:4, 8, 19, 24-28; 19:1-10, 17). Además, es claro en
Gálatas 2:9 que el ministerio del apóstol Juan era para los
judíos en particular. Por lo tanto, los primeros lectores del
Apocalipsis estaban empapados del Antiguo Testamento hasta un
punto en que la mayoría de nosotros no lo está en la actualidad.
El simbolismo del Apocalipsis está saturado de alusiones
bíblicas que eran comúnmente comprendidas por la iglesia
primitiva. Hasta en las pocas congregaciones que no tenían
ningún miembro hebreo, las Escrituras usadas en la enseñanza y
el culto eran principalmente del Antiguo Testamento. Los
primeros cristianos poseían la clave autorizada e infalible del
significado de las profecías de Juan. El no apreciar este hecho
crucial es la causa principal de nuestra incapacidad para
entender de qué hablaba Juan.
Por ejemplo, consideremos un símbolo de
Apocalipsis muy abusado, y apliquemos este principio. En Apoc. 7, 9, 14, y 22,
Juan ve al pueblo de Dios sellados en sus frentes con el nombre
de Dios; y en Apoc. 13, Juan escribe sobre los adoradores de la
bestia, que son designados en su mano derecha y en sus frentes
con la marca de la Bestia. Se han tejido muchas interpretaciones
fantasiosas en relación con estas marcas - que van desde
tatuajes y validaciones de pparques de diversiones hasta
tarjetas de crédito y números de Seguro Social - y todas sin la
más ligera relación con las claras alusiones bíblicas. Pero,
¿qué habrían pensado los primeros lectores de estos pasajes? Los
símbolos les habrían hecho pensar inmediatamente en varias
referencias bíblicas: la "marca" del sudor en la frente de Adán,
significando la maldición de Dios por su desobediencia (Gén.
3:19); la frente del Sumo Sacerdote, marcada con letras de oro y
proclamando que era SANTO AL SEÑOR (Éx. 28:36); Deuteronomio
6:6-8 y Ezequiel 9:4-6, en los cuales los siervos de Dios son
"marcados" en sus manos y en sus frentes con la ley de Dios,
recibiendo así bendición y protección en nombre de Él. Los
seguidores de la bestia, por otra parte, reciben su marca de
propiedad: sometimiento a una ley impía, estatista, y
anti-cristiana. La marca en el Apocalipsis no ha de entenderse
literalmente. Es una alusión a un símbolo del Antiguo Testamento
que hablaba de la obediencia total del hombre a Dios, y es una
advertencia de que nuestro dios - ya sea el verdadero Dios o el
estado auto-deificado - exige completa obediencia a su
señorío.
Este será el principio de interpretación
que se seguirá en este comentario. El Apocalipsis es una revelación:
Fue escrito para ser entendido. Benjamin Warfield escribió: "El
Apocalipsis de Juan no necesita ser difícil: todos sus símbolos
son o naturales y obvios, o de lo contrario, tienen sus raíces
plantadas en los poetas y profetas del Antiguo Testamento y en
el lenguaje figurado de Jesús y sus apóstoles. Nadie que conozca
su Biblia necesita desesperarse de leer este libro sin provecho.
Sobre todo, el que puede comprender el gran discurso de nuestro
Señor concerniente a las últimas cosas (Mateo 24) no puede dejar
de entender el Apocalipsis, que está fundado en ese discurso y
apenas si avanza más allá de él". 68
La primacía
del simbolismo
¿Cuán importante es este simbolismo en la
Biblia? El gran teólogo holandés Herman Bavinck trata este tema
extensamente en su libro The Doctrine of God. 69 Hablando de
los nombres "simbólicos" de Dios, dice: "Las Escrituras no sólo
contienen unos pocos antropomorfismos; por el contrario, toda la
Escritura es antropomórfica... De aquí que todos los nombres con
los cuales Dios se nombra a sí mismo y por medio de los cuales
él nos permite dirigirnos a Él se derivan de las relaciones
terrenales y humanas". 70 "Para darnos una idea de la majestad y el exaltado
carácter de Dios, los nombres se derivan de toda clase de
criaturas, vivas y sin vida, orgánicas e inorgánicas". 71 En realidad,
"es completamente imposible decir nada de Dios sin usar
antropomorfismos. No vemos a Dios como Él es en sí mismo. Le
contemplamos en sus obras. Le nombramos de acuerdo con la manera
en que se ha revelado a sí mismo en sus obras. Es imposible para
nosotros ver a Dios cara a cara, por lo menos aquí en la
tierra... Por lo tanto, cualquiera que objete los
antropomorfismos, niega en principio la posibilidad de una
revelación de Dios en sus criaturas". 72 "Para el
hombre, hay sólo dos alternativas: o guardar silencio absoluto
con referencia a Dios, o hablar de Él de una manera humana; o
agnosticismo, es decir, ateísmo teórico, o antropomorfismo". 73
Así, el simbolismo es inescapable: "Por lo
tanto, aunque llamamos a Dios por medio de nombres derivados de
las criaturas, Dios mismo estableció primero estos nombres para
las criaturas. La verdad es que, aunque nosotros aplicamos
primero a las criaturas los nombres que designan a Dios a causa
del hecho de que conocemos a las criaturas antes de conocer a
Dios, esencialmente esos nombres se aplican primero que
todo a Dios, luego a las criaturas. Todas las virtudes
pertenecen primero a Dios, luego a las criaturas: Dios posee
estas virtudes 'en esencia', la criatura, 'a través de la
participación'. Así como el templo fue construido 'según el
modelo que se le mostró a Moisés en el monte', Heb. 8:5, así
también cada criatura fue primero concebida y después (en
tiempo) creada. 'Toda familia' toma nombre 'del Padre' que creó
todas las cosas - Efe. 3:15; comp. Mat. 23:9". 74
Bavinck está señalando dos puntos muy
significativos: Primero, toda creación es primero simbólica.
Todas las criaturas reflejan la gloria de Dios, y son imágenes
de uno u otro aspecto de Su naturaleza. La personalidad de Dios
está impresa en todo lo que Él ha hecho. El valor central
de cualquier cosa es que es un símbolo de Dios. Todos los otros
valores y todas las otras relaciones son secundarias. Y, puesto
que el hombre es el símbolo principal de Dios, siendo su misma
"imagen" (tanto individual como corporativamente), todo es
simbólico del hombre también; así, todo revela a Dios y al
hombre. 75
Segundo, el simbolismo es analógico,
no realístico. En esto, las imágenes usadas en la Biblia
contrastan marcadamente con las del paganismo. Por ejemplo, la
Biblia habla del pacto del matrimonio como análogo al pacto
entre Dios y su pueblo (2 Cor. 11:2; Efe. 5: 22-23; Apoc.
19:7-9; 21: 9-11). La iglesia siempre ha visto los Cantares de
Salomón en parte como una analogía de su propio romance con el
Esposo celestial. Pero esto está lejos de implicar que el sexo
es un sacramento; ni es ésta una doctrina de la salvación a
través del matrimonio. El simbolismo es analógico, no
metafísico. No tenemos una relación sexual con Dios. Hay un
complejo de una y de muchas imágenes involucrado en el cuadro
bíblico. La teología de la Biblia es analógica, no realística.
En la salvación bíblica, el hombre es re-hecho a imagen de Dios
por medio de una sentencia judicial y una transformación ética -
no por una participación metafísica de la divina esencia. 76
Esto significa que el simbolismo bíblico no
es un "código". No se da en un estilo llano de "esto significa
aquéllo": "Los símbolos bíblicos son fluidos, no
estereotipados". 77 Un símbolo bíblico es una colectividad, y se refiere
a varias ideas a la vez. El simbolismo bíblico, como la poesía,
es un lenguaje evocativo, que se usa cuando el lenguaje
discursivo y específico es insuficiente. La Biblia usa imágenes
evocativas para invocar en nuestras mentes varias asociaciones
que han sido establecidas por el arte literario de la propia
Biblia.
Austin Farrer señaló una distinción que
siempre debemos tener presente - la diferencia entre sentido
y referente. Mientras el sentido de un símbolo permanece
igual (las palabras "casa blanca" siempre significan "casa
blanca"), puede tener numerosos referentes (La Casa Blanca en
Washington, D. C.; la casa blanca al otro lado de la calle; la
casa verde que pertenece a Fred White; etc.). "Las imágenes de
Juan no significan nada que le guste a uno; su sentido puede
establecerse. Pero todavía tienen una asombrosa multiplicidad de
referentes. De lo contrario, ¿por qué escribir en imágenes antes
que en la fría prosa de los hechos? Se ha dicho que el propósito
de una afirmación científica es eliminar la ambigüedad, y que el
propósito de un símbolo es incluirla. Escribimos en símbolos
cuando deseamos que nuestras palabras presenten el tema, no que
lo analicen o lo prueben. (No todos los temas; algunos pueden
ser presentados más directamente sin símbolos). Por decirlo así,
el símbolo se esfuerza por ser aquéllo de lo cual habla, e imita
la realidad mediante la multiplicidad de su significación. Una
declaración exacta aísla un sólo aspecto del hecho; por ejemplo,
un teólogo procura aislar la relación de la muerte expiatoria de
Cristo con la idea de la justicia forense. Pero nosotros, los
que creemos que la muerte expiatoria tuvo lugar, debemos ver en
ella un hecho relacionado con todo lo humano o divino, con tanta
significación como cosas hay con las cuales puede relacionarse
de manera variada. El mero aspecto físico de esa muerte, para
alguien que la observó en ese momento, de ningún modo expresaría
lo que el cristiano piensa que esa muerte sería en sí misma; se
necesitaron muchos años para que la Cruz reuniera alrededor de
sí misma la fuerza de un símbolo por derecho propio. Juan
escribe 'un Cordero como inmolado', y una significación de un
infinito alcance y una infinita variedad despierta en la mente
del que lee la Escritura. Hay en boga una doctrina
extremadamente estúpida de que el símbolo evoca la emoción, y
que la prosa exacta declara la realidad. Nada puede estar más
lejos de la verdad: la prosa exacta abstrae de la realidad, el
símbolo la presenta. Y por esa misma razón, los símbolos tienen
algo del polifacetismo de la naturaleza salvaje." 78
Por ejemplo, el número simbólico 666 (Apoc.
13:18) claramente se refiere a César Nerón; pero si Juan sólo
hubiese tenido la intención de que sus lectores entendieran
"César Nerón", habría escrito "César Nerón", no "666". 79 Usó el número
666 a causa de un sistema ya establecido de imágenes bíblicas
que le permitía decir muchas cosas acerca de Nerón simplemente
usando ese número. Como dice Philip Barrington: "Mucha gente
'interpreta' el Apocalipsis ... como si cada detalle de cada
visión tuviera un significado definible que pudiera explicarse
en otras tantas palabras. Estos comentaristas son
racionalizadores, deficientes en el sentido místico. El
simbolismo es una manera de sugerir la verdad acerca de aquellas
grandes realidades espirituales que excluyen una exacta
definición o una completa sistematización; es por eso que se
emplea mucho en el culto ... El símbolo es mucho más rico en
significado que cualquiera que podamos extraer de él. Lo mismo
ocurre con las parábolas y las enseñanzas simbólicas de Jesús.
Lo mismo sucede con los sacramentos y los actos simbólicos de la
iglesia, y hasta de la sociedad. Se pueden fabricar muchos
sistemas lógicos para explicar el 'significado' de agitar las
manos o hacer la señal de la cruz; pero, a causa de su
simplicidad y universalidad, estas acciones significan más de lo
que las palabras pueden explicar". 80
Además, "los profetas en general usan
muchas hipérboles y pintorescas exageraciones a la manera de la
poesía oriental. Según los días de los árboles serán los
días de mi pueblo (Isa. 65:22). Yo destruí delante de
ellos al amorreo cuya altura era como la altura de los cedros
(Amós 2:9): afirmaciones que significan respectivamente 'muy
viejo' y 'muy alto'. Datan de la poesía primitiva: Los
montes saltaron como carneros ... La tierra tembló y se
estremeció (Sal. 114). Los poetas, hasta los poetas
occidentales, siempre continuarán usando esta forma de hablar.
Incluye el uso de figuras enormes; un reino de cuarenta años
significa un reinado bastante prolongado, y un reino de mil años
significa un reino bien largo. La poesía de Jesús tiene este
rasgo en grado superlativo; los camellos son tragados o pasados
a través de ojos de agujas; los montes son lanzados a las
profundidades del mar; a un hombre se le mete un tronco de árbol
en el ojo.
"La gente sin suficiente imaginación para
entender y disfrutar de esto debería alejarse de Apocalipsis. De
la misma manera que un testigo tiene que entender 'la naturaleza
de un juramento', un comentarista debería entender la naturaleza
de un poema, y hasta de un chiste. Muchos que son deficientes en
el sentido de la poesía y en el sentido del humor han probado
suerte con el Apocalipsis, y lo han echado todo a perder". 81
El
maximalismo interpretativo
James Jordan observó
una vez que la mayoría de los evangélicos conservadores
utilizan, sin proponérselo, un enfoque "liberal" de las
Escrituras en sus sermones y comentarios. Por años, los
liberales han sostenido que la Biblia no es revelación en sí
misma; sostienen que, más bien, es un registro
[defectuoso] de la revelación. Aunque los evangélicos
conservadores profesan creer que la Biblia misma es revelación
(y, como tal, inspirada, autorizada, e infalible), sus métodos
expositivos niegan esto. En la práctica, los conservadores
mismos a menudo tratan a la Biblia como sólo un "registro" de
la revelación. Los comentarios evangélicos tienden a no tratar
con el texto verdadero de la Biblia, sino sólo con los sucesos
relatados
en el texto, y prestar escasa atención a la redacción y la
arquitectura de la revelación de Dios. (Irónicamente, puesto
que los liberales no creen que los sucesos ocurrieron
realmente, algunas veces tienden a prestar más atención al
texto mismo. Eso es todo lo que les queda).
La marca de un buen
instructor bíblico es que constantemente está preguntando: ¿Por
qué se cuenta el relato de esta manera en particular?
¿Por qué se repite varias veces esta palabra o frase en
particular? (¿Cuántas veces?) ¿Qué tiene este relato en común
con otros relatos? ¿Por qué es diferente? ¿Por qué llama
nuestra atención el texto a detalles aparentemente sin
importancia? ¿Cómo encajan los incidentes menores en el
argumento del libro como un todo? ¿Qué dispositivos literarios
(metáfora, sátira, drama, comedia, alegoría, poesía, etc.) usa
el autor? ¿Por qué se aparta el libro algunas veces de un
estricto orden cronológico (por ejemplo, poniendo algunos
relatos "fuera de orden")? ¿Cómo se relacionan estos relatos
con el Relato principal que la Biblia cuenta? ¿Qué nos dice
este relato acerca de Jesucristo? ¿Qué tiene que ver este
relato con nuestra salvación? ¿Por qué se molestó Dios en
darnos esta información particular?
En su discurso de
graduación como profesor de teología bíblica en el Princeton
Theological Seminary en 1894, Geerhardus Vos habló de las
ventajas del enfoque bíblico-teológico al estudio de la
Escritura; entre éstas, dijo, está "la nueva vida y el frescor
que da a la antigua verdad, mostrándola en toda su histórica
vividez y realidad con el rocío mañanero de la revelación
sobre sus hojas abiertas. Ciertamente, no es sin importancia
que Dios haya incorporado el contenido de la revelación, no en
un sistema dogmático, sino en un libro de historia, cuyo
paralelo en interés dramático y sencilla elocuencia no se
encuentra en ninguna parte. Es esto lo que hace que las
Escrituras hablen y apelen a, y toquen, los corazones y lleven
las mentes de los hombres cautivas hacia la verdad en todas
partes. Nadie podrá manejar la Palabra de Dios más
efectivamente que aquél a quien se han abierto las cámaras del
tesoro de su significado histórico". 82
Uno de los
descubrimientos más importantes que puede hacer cualquier
instructor bíblico es comprender las imágenes básicas
presentadas en los primeros capítulos de Génesis - luz y
oscuridad, agua y tierra firme, cielo y nubes, montañas y
jardines, bestias y dragones, oro y joyas, árboles y espinos,
querubines y espadas llameantes - todas las cuales forman un
relato grandioso y glorioso, el verdadero "cuento de
hadas", que puede ser captado y en el cual pueden deleitarse
niños muy jóvenes. 83 Todo en la Escritura es "simbólico". Jordan llama a
esto "maximalismo interpretativo", un enfoque que armoniza con
el método interpretativo usado por los padres de la Iglesia,
en contraposición al "minimalismo" que ha caracterizado los
comentarios fundamentalistas-evangélicos desde el surgimiento
del racionalismo. 84
Un buen ejemplo de
esto es la discusión de Jordan de Jueces 9: 53: "Mas una mujer
dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza
de Abimelec, y le rompió el cráneo". (Nota: El
texto no dice simplemente que "Abimelec fue muerto". Los
detalles están allí por una razón). Por razones simbólicas, es
importante que una mujer aplastó la cabeza del
tirano (véase, por ejemplo, Gén. 3: 15; comp. Judas 5: 24-27);
que fue destruido por una piedra (comp. Deut. 13:10;
Judas 9:5; 1 Sam. 17:49; Dan. 2:34; Mat. 21:44); y que era una
rueda de molino, un implemento de trabajo para derrotar
la tiranía (comp. Zac. 1: 18-21). 85
Pero, ¿hay
algún control para el "maximalista"? ¿Cómo evade la acusación
de que está siendo meramente especulativo, y que interpreta el
texto según su prejuicio personal o el capricho del momento?
Por supuesto, la acusación de que un intérprete está siendo
"especulativo" puede ser, la mitad de las veces, poco más que
una cortina de humo para disfrazar la ignorancia del acusador
de aquéllo de lo cual habla el intérprete. Por lo tanto, la
pregunta apropiada es si el intérprete está o no procediendo
en su investigación según las líneas de pensamiento bíblicas.
¿Significa esto que debe apegarse al así llamado "sentido
llano" del texto? Podría responderse que el "sentido llano"
para un hombre es "especulación" para otro. Un
hiper-literalista objetaría cualquier nivel de simbolismo en
absoluto. (Por ejemplo, un predicador popular en realidad
enseña, basado en el "sentido llano" de Apocalipsis 12, ¡que
hay un dragón de verdad, vivo, que escupe fuego, que tiene
siete cabezas, y que vuela en el espacio exterior! El
literalista más común y promedio rechaza todo simbolismo no
enseñado explícitamente como tal en la Escritura. Pero ninguna
de estas posiciones está apoyada por la Biblia. Dios nos ha
dado principios para interpretar su Palabra, y espera que los
usemos. Nuestra meta al enseñar la Biblia es, para ponerlo en
términos sencillos, enseñar la Biblia, según las
normas de exégesis de la propia Biblia - ya sea que encajen o
no en las ideas de "sencillez" de cada uno.
Hay por lo menos dos
cosas que pueden mantener a un intérprete sobre el sendero
bíblico, evitando las trampas de la especulación de grado o
por fuerza. Primero, debe ser fiel al sistema de doctrina
enseñado en la Biblia. Leer la Biblia con ojos teológicos, en
términos de teología sistemática e histórica, es un freno
efectivo contra la especulación desenfrenada. Segundo, el
intérprete debe tener presente que los símbolos de la Biblia
no están aislados; más bien, son parte de un sistema de
simbolismo dado en la Biblia, una arquitectura de
imágenes en la cual todas las partes encajan juntas. Si leemos
la Biblia teológicamente, con honestidad y cuidado, y con
respecto a la estructura literaria de la propia Biblia, no nos
desviaremos mucho. 86
El enfoque
contemporáneo del Apocalipsis
El propósito del
Apocalipsis fue revelar a Cristo como Señor a una iglesia
sufriente. Por cuanto estaban siendo perseguidos, los primeros
cristianos podían sentirse tentados a temer que el mundo se
estaba descontrolando - que Jesús, que había rcclamado "toda
autoridad ... en el cielo y en la tierra" (Mat. 28:18), en
realidad no tenía ningún control en absoluto. Los apóstoles a
menudo advertían contra este error de centrarse en el hombre,
recordándole al pueblo que Dios es soberano sobre toda la
historia (incluyendo nuestras tribulaciones particulares).
Esta fue la base de algunos de los más hermosos pasajes de
consuelo en el Nuevo Testamento (por ej., Rom. 8: 28-39; 2
Cor. 1:3.7; 4: 7-15).
La principal
preocupación de Juan al escribir el libro de Apocalipsis era
esto mismo: fortalecer la comunidad cristiana en la fe en el
señorío de Cristo Jesús, hacerles conscientes de que las
persecuciones que sufrían estaban totalmente incluidas en la
gran guerra de la historia. El Señor de la gloria había
ascendido a su trono, y los gobernantes impíos ahora resistían
Su autoridad persiguiendo a Sus hermanos. El sufrimiento de
los cristianos no era una señal de que Jesús había
abandonado este mundo al diablo; más bien, revelaba que Él era
Rey. Si el señorío de Jesús no hubiese tenido ningún
significado, los impíos no habrían tenido ninguna razón en
absoluto para afligir a los cristianos. Pero, en vez de eso,
perseguían a los seguidores de Jesús, mostrando que se veían
obligados a reconocer Su supremacía sobre el gobierno de
ellos. El libro de Apocalipsis presenta a Jesús cabalgando
sobre un caballo blanco como "Rey de Reyes y Señor de Señores"
(19:16), combatiendo con las naciones, juzgando y haciendo
guerra en justicia. Los cristianos perseguidos no estaban en
absoluto abandonados por Dios. En realidad, estaban en las
líneas del frente del conflicto de los tiempos, un conflicto
en el cual Jesucristo ya había ganado la batalla decisiva.
Desde su resurrección, toda la historia ha sido una operación
de "limpieza", en la cual las implicaciones de su obra están
siendo gradualmente implementadas a través del mundo. Juan es
realista: Las batallas no serán fáciles, ni saldrán ilesos los
cristianos. A menudo, la guerra será sangrienta, y mucha de la
sangre será nuestra. Pero Jesús es Rey, Jesús es Señor, y (y
como dice Lutero), "Él debe ganar la batalla". El Hijo de Dios
sale a la guerra, conquistando y a conquistar, hasta que haya
puesto a todos sus enemigos bajo sus pies.
El tema del
Apocalipsis era, pues, contemporáneo; esto es, fue escrito a y
para los cristianos que estaban vivos en el tiempo en que el
libro se entregó por primera vez. Nos equivocamos al
interpretarlo futurísticamente, como si su mensaje estuviera
destinado principalmente para un tiempo 2000 años después de
que Juan lo escribió. (Es interesante - pero no sorprendente -
que los que interpretan el libro "futurísticamente" siempre
parecen enfocar sobre su propia época el tema de las
profecías. Convencidos de su propia importancia, son incapaces
de verse a sí mismos viviendo en ninguna otra época que no sea
el clímax de la historia). Por supuesto, los sucesos que Juan
predijo estaban "en el futuro" para Juan y sus lectores; pero
ocurrieron poco después de que los escribió. Interpretar el
libro de otra manera es contradecir tanto el alcance de la
obra como un todo, como los pasajes en particular que indican
el tema. Para nosotros, la gran mayoría de Apocalipsis es historia:
Ya sucedió.
El mayor enemigo de
la iglesia primitiva era el Israel apóstata, que usaba el
poder del Imperio Romano pagano para tratar de erradicar el
cristianismo, tal como había usado a Roma para crucificar al
mismo Señor. El mensaje de Juan en Apocalipsis era que este
gran obstáculo contra la victoria de la iglesia sobre el mundo
pronto sería juzgado y destruído. Su mensaje era
contemporáneo, no futurista.
Algunos se quejarán
de que esta interpretación convierte a Apocalipsis en
"irrelevante" para nuestra época. Una idea más descabellada
que ésta es difícil imaginarla. ¿Son los libros de Romanos y
Efesios "irrelevantes" sólo porque fueron escritos para los
creyentes en el siglo primero? ¿Deben ser descartados 1
Corintios y Gálatas porque trataban los problemas del siglo
primero? ¿No es toda la Escritura útil para los creyentes de
todas las épocas? (2 Tim. 3: 16.17)? En realidad, son los
futuristas los que han convertido en irrelevante al
Apocalipsis - pues en la hipótesis futurista ¡este libro ha
sido inaplicable desde el tiempo en que fue escrito hasta el
siglo veinte! Sólo si vemos al Apocalipsis en términos de su
relevancia contemporánea es el libro cualquier cosa menos
letra muerta. Desde el comienzo, Juan declaró que su libro
estaba destinado a "las siete iglesias que están en Asia"
(1:4), y debemos suponer que quería decir lo que estaba
diciendo. Es claro que esperaba que aún los símbolos más
difíciles de la profecía pudieran ser entendidos por sus
lectores del siglo primero (13:18). Ni una sola vez dio a
entender que su libro fue escrito teniendo en mente el siglo
veinte, y que los cristianos desperdiciarían su tiempo
tratando de descifrarlo hasta que la Biblia de Referencia
de Scofield se convirtiera en una novela mejor vendida.
La principal relevancia del Libro de Apocalipsis era para sus
lectores del siglo primero. Todavía es relevante para nosotros
en la actualidad, al entender su mensaje y aplicar sus
principios a nuestras vidas y a nuestra cultura. Cristo Jesús
todavía exige de nosotros lo que exigía de la iglesia
primitiva: absoluta fidelidad a Él.
La naturaleza
contemporánea del Apocalipsis será defendida a través de todo
este comentario, pero podemos considerar varias líneas de
evidencia en este punto. Primero, hay el tono general del
libro, que se ocupa de los mártires (véase, por ejemplo, 6:9;
7:14; 12:11). 87 El tema es claramente la situación presente de las
iglesias: El Apocalipsis fue escrito para una iglesia
sufriente, para consolar a los creyentes durante su tiempo de
prueba (que tuvo lugar, como hemos visto, bajo Nerón, no bajo
Domiciano). Son particularmente apropiadas las observaciones
de J. Stuart Russell sobre este punto: "¿Era un libro enviado
por un apóstol a las iglesias de Asia Menor, con una bendición
sobre sus lectores, simplemente un galimatías ininteligible,
un enigma inexplicable para ellos? Difícilmente. Sin embargo,
si el libro estuviera destinado a revelar los secretos de
tiempos distantes, ¿no debería haber sido, por necesidad,
ininteligible para sus primeros lectores - y no sólo
ininteligible, sino también irrelevante e inútil? Si hablara,
como algunos querrían hacernos creer, de hunos y godos y
sarracenos, de emperadores medievales y de papas, de la
Reforma Protestante y la Revolución Francesa, ¿qué posible
interés o significado podría tener para las iglesias
cristianas de Éfeso, Esmirna, y Filadelfia, y Laodicea?
Especialmente cuando consideramos las circunstancias reales de
aquellos cristianos primitivos - muchos de los cuales
soportaban crueles suufrimientos y penosas persecuciones, y
todos los cuales esperaban ansiosamente que se acercara la
hora de la liberación que ahora estaba a las puertas - ¿a qué
propósito podría haber respondido enviarles un documento que
se les instaba a leer y considerar, pero que, sin embargo, se
ocupaba de sucesos históricos tan distantes que estaban más
allá del alcance de sus simpatías, y tan oscuro que aún en la
actualidad los críticos más sagaces difícilmente se ponen de
acuerdo sobre un solo punto de él?
"¿Es concebible que
un apóstol se burlara de los cristianos sufrientes y
perseguidos de su tiempo con oscuras parábolas sobre épocas
distantes? Si este libro estuviera destinado realmente a
ministrar fe y consuelo a las mismas personas a las cuales se
les envió, incuestionablemente debería tratar de asuntos en
los cuales ellas estuvieran interesadas, práctica y
personalmente. ¿Y no sugiere esta misma consideración la
verdadera clave del Apocalipsis? ¿No debe por necesidad
referirse a cuestiones de historia contemporánea? La
única hipótesis sostenible y razonable es la de que estaba
destinado a ser entendido por sus lectores originales; pero
esto es tanto como decir que debe ocuparse de los sucesos y
las transacciones de sus propias días, y éstos, comprendidos
dentro de un espacio de tiempo comparativamente corto". 88
Segundo, Juan escribe
que el libro concierne a "las cosas que deben suceder pronto"
(1:1), y advierte que "el tiempo está cerca" (1:3). Por si
acaso lo pasamos por alto, dice nuevamente, al final del
libro, que "el Señor, el Dios de los espíritus de los
profetas, envió a su ángel para mostrarles a sus siervos las
cosas que deben suceder pronto" (22:6. Dado que una prueba
importante de un verdadero profeta es el hecho de que sus
profecías se cumplan (Deut. 18: 21-22), los lectores de Juan
del siglo primero tenían plena razón en esperar que este libro
tuviera una significación inmediata. Simplemente, a las
palabras pronto y cerca no se las puede
hacer significar nada que no sea lo que dicen. Algunos
objetarán esto basándose en 2 Pedro 3:8, en el sentido de que
"un día es para el Señor como mil años, y mil años como un
día". Pero el contexto allí es enteramente diferente: Pedro
está exhortando a sus lectores del siglo primero a ser
pacientes con respecto a las promesas de Dios, asegurándoles
que la fidelidad de Dios a su Santa Palabra no se agotará ni
disminuirá.
El libro de
Apocalipsis no es sobre la Segunda Venida de Cristo. Es sobre
la destrucción de Israel y la victoria de Cristo sobre sus
enemigos en el establecimiento del templo del nuevo pacto. En
realidad, como veremos, la palabra venida, como se usa
en el libro de Apocalipsis, nunca se refiere a la Segunda
Venida. Apocalipsis profetiza el juicio de Dios sobre el
Israel apóstata; y aunque sí señala brevemente a sucesos más
allá de lo que le concierne de manera inmediata, esto se hace
apenas como una "conclusión", para mostrar que los impíos
nunca podrán prevalecer contra el reino de Cristo. Pero el
enfoque principal de Apocalipsis es sobre sucesos que habrían
de tener lugar pronto.
Tercero, Juan
identifica ciertas situaciones como contemporáneas: En 13:18 ,
claramente estimula a sus lectores contemporáneos a calcular
el "número de la Bestia" y descifrar su significado; en 17:10,
uno de los siete reyes está actualmente en el trono; y Juan
nos dice que la gran ramera "es [tiempo presente] la gran
ciudad, que reina [tiempo presente] sobre los reyes de la
tierra" (17:18). Nuevamente, el propósito era que el
Apocalipsis fuera entendido en términos de su significado
contemporáneo. Una interpretación futurista se opone
completamente a la manera en que Juan mismo interpreta su
propia profecía.
Cuarto, debemos notar
cuidadosamente las palabras del ángel en 22:10: "No selles las
palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está
cerca". Nuevamente, por supuesto, se nos dice explícitamente
que la profecía es de naturaleza contemporánea; pero hay más.
La declaración del ángel contrasta con la orden que Daniel
recibió al final de su propio libro: "Cierra las palabras y sella
el libro hasta el tiempo del fin" (Dan. 12:4). A Daniel
se le ordenó específicamente que sellara la profecía, porque
se refería al "fin", en el futuro distante. Pero a Juan se le
dice que no selle la profecía, porque el tiempo del
cual habla está cerca.
Así pues, el enfoque
del libro de Apocalipsis es sobre la situación contemporánea
de Juan y sus lectores del siglo primero. Se escribió para
mostrarles a aquellos primeros cristianos que Jesús es Señor,
"el soberano de los reyes de la tierra" (Apoc. 1:5). Muestra
que Jesús es la clave de la historia mundial - que nada puede
ocurrir fuera de su voluntad soberana, que Él será glorificado
en todas las cosas, y que sus enemigos morderán el polvo. Los
cristianos de esos días estaban tentados a transigir con el
estatismo y las falsas religiones de sus días, y necesitaban
este mensaje sobre el absoluto dominio de Cristo sobre todos,
para que pudieran ser fortalecidos en la guerra a la cual eran
llamados.
Y también nosotros
necesitamos este mensaje. También nosotros estamos sujetos
diariamente a las amenazas y seducciones de los enemigos de
Cristo. También a nosotros se nos pide - hasta por parte de
otros cristianos - que transijamos con las modernas Bestias y
Rameras para salvarnos (o salvar nuestros empleos o las
exenciones sobre nuestras propiedades o impuestos). Y también
nosotros nos enfrentamos a una elección: rendirnos a Jesús o
rendirnos a Satanás. El Apocalipsis habla poderosamente hoy
día, y su mensaje para nosotros es el mismo que para la
iglesia primitiva: que "no hay una sola pulgada cuadrada de
terreno en el cielo o en la tierra en la cual haya paz entre
Cristo y Satanás"; 89 que nuestro Señor exige sometimiento universal a su
ley; y que Él ha predestinado a su pueblo a la conquista
victoriosa y al dominio victorioso sobre todas las cosas en Su
nombre. No debemos transigir en modo alguno, y no debemos dar
cuartel en la gran batalla de la historia. Se nos ordena
ganar.
Una nota
sobre el texto
Yo no profeso ser un
crítico textual. Sin embargo, para producir un comentario
detallado, fue necesario decidir de una forma u otra cuál
tradición textual del Nuevo Testamento seguir. La traducción
en este comentario se basa mayormente en las recomendaciones
de Hodges y Farstad en su Nuevo Testamento Griego "Texto de
mayoría". 90 Los argumentos básicos para la posición del Texto
de Mayoría han sido presentados en las obras de Jakob van
Bruggen, 91 Wilbur N. Pickering, 92 Harry A. Sturz, 93 y otros; 94 no es necesario enmerarlos aquí. Sin embargo, sí
deseo subrayar que el punto en discusión no es realmente de mayoría
(es decir, simplemente contar manuscritos) sino de
catolicidad: El punto del "Texto de mayoría" es que es el
Texto católico, el Nuevo Testamento usado por la iglesia
universal de todas las épocas 95 en contraste con el así llamado "texto crítico" de
la mayoría de las traducciones modernas, que representan una
tradición pequeñita y variante producida en Egipto.
Resumen
general del Apocalipsis
El siguiente bosquejo
es simplemente una versión más detallada de la estructura de
pacto mencionada anteriormente. El Apocalipsis es tan complejo
que uno se siente tentado a embarcarse en interminables
análisis estructurales (algunos se notarán a medida que
procedemos a través del comentario). Hay un punto adicional
que no debe ser pasado por alto desde el comienzo, sin
embargo. Envolviendo el libro entero está el tema del Esposo y
la Esposa, y la profecía está dividida en partes iguales entre
estos dos motivos. De este modo:
I. El Esposo, Capítulos 1-11:
Esta sección comienza (1:19-20) y termina (10:1-7) con
visiones del Hijo del Hombre, vestido de gloria.
H. La Esposa, Capítulos
12-22: Esta sección comienza (12:1-2) y termina (21:9-27)
con visiones de la Iglesia, vestida de gloria.
Bosquejo del
Apocalipsis
I. Preámbulo: La
visión de Juan del Hijo del Hombre (1:1-20)
II. Prólogo Histórico:
Cartas a las siete iglesias (2:1-3:22)
A. Éfeso (2:1-7)
B. Esmirna (2:8-11)
C. Pérgamo (2:12-17)
D. Tiatira (2:18-29)
E. Sardis (3:1-6)
F. Filadelfia (3:7-13)
G.
Laodicea (3:14-22)
III. Estipulaciones: Los
Siete Sellos (4:1-7:17)
A. El trono (4:1-11)
B. El libro sellado (5: 1-5)
C. El Cordero como inmolado (5:6-14)
D. Los primeros cuatro sellos: Jinetes (6:1-8)
E. El quinto sello: Mártires (6:9-11)
F. El sexto sello: La de-creación (6:12-17)
G. Los 144.000 sellados (7:1-8)
H. La grande muchedumbre (7:9-17)
IV. Sanciones: Las siete
trompetas (8:1-14:20)
A. El séptimo sello: El altar de incienso (8:-1-5)
B. Las primeras cuatro trompetas (8:6-13)
C. La quinta trompeta: Langostas del abismo (9:1-12)
D. La sexta trompeta: El ejército de 200 millones (9:13-21)
E. El ángel del juramento (10:1-7)
F. El librito (10:8-11)
G. Los dos testigos (11:1-14)
H. La séptima trompeta: Viene el reino (11:15-19)
I. La mujer, la simiente, y el dragón (12:1-6
J. Miguel y el dragón (12:7-12)
K. La huída de la mujer (12:13-17)
L. La bestia que sube del mar (13:1-10)
M. La
bestia que sube de la tierra (13:11-18)
N. El Cordero y los 144.000 sobre el monte de Sión
(14:1-5)
O. El evangelio y las copas envenenadas (14:6-13)
P. La siega y la vendimia de la tierra (14:14-20)
V. A. El cántico de
victoria (15:1-4)
B. Se abre el tabernáculo (15:5-8)
C. Las primeras cuatro copas: La creación se venga
(16:1-9)
D. Las últimas cuatro copas: ¡Consumado es! (16:10-21)
E. Babilonia: La gran ramera (17:1-5)
F. Babilonia: El misterio explicado (17:6-18)
G. ¡Ha caído babilonia! (18:1-8)
H. Reacciones a la caída de Babilonia (18:9-20)
I. Babilonia es derribada (18:20-24)
J. La cena de las bodas del Cordero (19:1-10)
K. El jinete del caballo blanco (19:11-16)
L. El festín de las aves (19:17-18)
M. La
destrucción de las bestias (19:19-21)
N. Satanás atado (20:1-3)
O. La primera resurrección y la última batalla
(20:4-10)
P. El juicio final (20:11-15)
Q. La nueva creación (21:1-8)
R. La nueva Jerusalén (21:9-27)
S. El río de vida (22:1-5)
T. ¡Ven, Señor Jesús! (22:6-21)
Notas:
1. Contrástese esto con el tono de la carta de Clemente a los
corintios. Como dice J. B. Lightfoot en su edición de The
Apostolic Fathers (Vol. 1, p. 352: "Se reclama en efecto
autoridad para los pronunciamientos de la carta en un tono no
vacilante, pero es la autoridad de la hermandad que declara la
mente de Cristo por el Espíritu, no la autoridad de un hombre,
ya sea obispo o papa". Citado en la obra de A. T. Robinson,
Redating the New Testament (Philadelphia: The Westminster Press,
1976), p. 328.
2. Véase de William Hendrksen, More
Than Conquerors: An Interpretation of the Book of Revelation (Grand
Rapids: Baker Book House, 1939), pp. 17ss., para una lista de
tales similitudes. Por ejemplo, cita a Juan 7:37 y Apoc. 22:17;
Juan 10:18 y Apoc. 2:27; Juan 20:12 y Apoc. 3:4; Juan 1:1 y
Apoc. 19:13; Juan 1:29 y Apoc. 5:6.
3. Austin Farrer, The Revelation of St. John
the Divine (Oxford: At the Clarendon Press, 1964), pp
41ss.
4. Un ejemplo menor de esto en Juan es 1:9-2:11,
que sigue una estructura de siete días modelada según la semana
de la creación; véase de David Chilton, Paradise Restored: A
Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX: Domninion
Press, 1985), pp. 62s.
5. Hasta cierto punto, esto está
demostrado en la tradición registrada en Eusebio de que, como
Obispo de Éfeso, Juan "era sacerdote, y llevaba puesta la placa
sacerdotal" - es decir, el petalon, insignia del sumo
sacerdote que se llevaba en la frente (Eccesiastical History,
v.xxiv). Por supuesto, es probable que Juan y los otros
"ministros del Nuevo pacto" llevaran un "uniforme" distintivo
que correspondía a su posición oficial, y es posible que sus
ropas y su "distintivo oficial" fueran similares a los que
llevaban los sacerdotes israelitas.
6. Alfred Edersheim, The Temple: Its
Ministry and Services As They Were at the Time of Christ
(Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1980) pp.
141s.
7. Ibid., p. 142.
8. Ibid., p. 141.
9. San Ireneo, Against Heresies, v.
xxx.3; citado por Eusebio en su Ecclesiastical History,
iii.xviii.2.3; v.viii.6.
10. Véase de Arthur Stapylton Barnes, Christianity
at Rome in the Apostolic Age (London: Methuen Publishers,
1938), pp. 167ss.
11. Véase la discusión en la obra de John A. T.
Robinson, Relating the New Testament (Philadelphia: The
Westminster Press, 1976), pp. 221ss.
12. H. B. Swete, Commentary on Revelation
(Grand Rapids: Kregel Publications [1911] 1977), p. xcix.
13. Véase la detallada discusión en la obra de
Moses Stuart, Commentary on the Apocalypse (Andover:
Allen, Merrill and Wardwell, 1845), Vol. I, pp. 263-284; véase
también James MacDonald, The Life and Writings of St. John
(London: Hodder and Stoughton, 1877), pp. 151-177.
14. Robinson tiene en mente las declaraciones
del pastor cristiano Clemente (1 Clemente 6) y del
historiador pagano Tácito (Annals, xv.44).
15. Robinson, p. 233; comp. pp. 236ss.
16. Aunque no basa su argumento en
consideraciones teológicas, esta es la tesis de J. A. T.
Robinson en Redating the New Testament. Llega a esta
conclusión a través de un cuidadoso estudio de la evidencia
tanto externa como interna en relación con cada libro del Nuevo
Testamento. Se encuentra apoyo de hallazgos arqueológicos a
favor de un Nuevo Testamento primitivo en la obra de David
Estrada y William White Jr., The First New Testament
(Nashville: Thomas Nelson, 1978). Véase también de Ernest L.
Martin, The Original Bible Restored (Pasadena:
Foundation for Biblical Research, 1984), para su interesante
tesis de que el Nuevo Testamento fue canonizado por Pedro y
Juan.
17. Atanasio, el "santo patrono del
post-milenismo", aplica la promesa "milenista" de Isaías 11:9 a
los triunfos de la era del Nuevo pacto.
18. Atanasio, On the Incarnation,
Hermana Penélope Lawson, trad. (New York: MacMillan Publishing
Co., 1946), pp. 61ss. Rousas John Rushdoony señala al mismo
punto en su exposición de Dan. 9:24: "'Las visiones y los
profetas' serán sellados o terminados, la revelación de Cristo
en el Nuevo Testamento resumiendo y dando conclusión a las
Escrituras". Thy Kingdom Come: Studies in Daniel and
Revelation (Tyler, TX: Thoburn Press, [1970] 1978), p. 66.
19. C. J. Hemer, "Seven Cities of Asia Minor",
in R. K. Harrison, cd., Major Cities of the Biblical World
(Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1985), p. 235.
20. W. H. C. Frend, The Rise of Christianity
(Philadelphia: Fortress Press, 1984), p. 127.
21. H. B. Swete, Commentary on Revelation
(Grand Rapids: Kregel Publications, [1911] 1977, p. lxxxix.
22. Ethelbert Stauffer, Christ and the
Caesars (Philadelphia: Westminster Press, 1955), p. 88.
23. Francis A. Schaeffer, How Shall We Then
Live? (Old Tappan, NJ: Fleming H. Revell, 1976), p. 24.
24. Rousas John Rushdoony, The One and the
Many: Studies in the Philosophy of Order and Ultimacy
(Tyler, TX: Thoburn Press [1971], 1978), p. 92.
25. Ibid., pp. 92s.
26. Ibid., p. 93. Rushdoony cita a Francis
Legge, Forerunners and Rivals of Christianity. From 330 B.
C. to 330 A. D. (New Hyde Park, NY: University Books,
[1915], 1964), vol. I, pp. xxics.
27. Comp. Swete, p. lxxxi.
28. Hal Lindsey, There's a New World Coming
(Eugene, OR: Harvest House Publishers, 1973), p. 140.
29. J. L. Martin, The Voice of the Seven
Thunders: or, Lectures on the Apocalypse (Bedford, IN: James M.
Mathes, Publisher, sexta cd., 1873), pp. 149s.
30. Ibid., pp. 151s.
31. Richard B. Gaffin Jr., ed., Redemptive
History and Biblical Interpretation: The Shorter Writings of
Geerhardus Vos (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and
Reformed Publishing Co., 1980), p. 10.
32. Meredith G. Kline, Treaty of the Great King:
The Covenant Structure of Deuteronomy (Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publishing Co., 1963); ídem., The
Structure of Biblical Authority (Grand Rapids: William B.
Eerdmans Publishing Co., segunda ed., 1975).
33. Ray R. Sutton, That You May Prosper:
Dominion by Covenant (Tyler, TX: Insitute for Christian
Economics, 1987).
34. Dicho sea de paso, el punto no es que la
Escritura sigue el modelo de los tratados paganos, sino más
bien, como arguye Sutton, que las formas de tratado paganas se
derivaron en última instancia del pacto de Dios.
35. La expresión bíblica Últimos
Días se refiere propiamente al período desde el
advenimiento de Cristo hasta la destrucción de Jerusalén en el
año 70 d. C., "los últimos días" de Israel durante el período de
transición del Antiguo pacto al Nuevo pacto (Heb. 1:1-2; 8:13;
Sant. 5:1-9; 1 Ped. 1:20; 1 Juan 2:18). Véase de David Chilton,
Paradise Restored, pp. 122, 237-290; comp. mi serie de
estudios sobre este tema, publicada en el Geneva Review,
P. O. Box 131300, Tyler, TX 75713.
36. El número siete, por sí solo, se
usa usa cincuenta y cuatro veces en Apocalipsis; y hay muchos
ejemplos (más de los que yo he intentado contar) de palabras y
frases mencionadas siete veces, o arracimadas en grupos de
siete.
37. Es verdad que la mayoría de los
comentarios busca encontrar siete o más series de siete, pero,
al hacerlo así, no se están adhiriendo al bosquejo formal de
Juan. Ciertamente, no hay nada erróneo en intentar descubrir las
muchas estructuras sutiles del libro; pero por lo menos debemos
comenzar con el orden explícito del autor antes de hacer
refinamientos.
38. E. Laird Harris, Gleason Archer, y Bruce
Waltke, ed., Theological Wordbook of the Old Testament
(Chicago: Moody Press, 1980), p. 341.
39. James B. Jordan, The Law of the
Covenant: An Exposition of Exodus 21-23 (Tyler, TX:
Institute for Christian Economics, 1984), p. 266.
40. Ibid., pp. 266-271.
41. La imagen figurada de la
prostitución se usa consistentemente para representar la
apostasía contra el pacto. En realidad, hay sólo dos casos en
toda la Escritura en que el término se aplica a otras naciones.
En ambos casos (Tiro, Isa. 23:15-17; y Nínive, Nah. 3:4), eran
naciones que habían estado en pacto con Dios por medio de
Israel.
42. Véase de J. P. M. Sweet, Revelation
(Philadephia: The Westminster Press, 1979), pp. 52-54.
43. Véase, por ejemplo, Ferrell Jenkins, The
Old Testament in the Book of Revelation (Grand Rapids:
Baker Book House, [1972] 1976, pp. 54ss.
44. Albert Vanhoye, "L'utilisation du Livre
d'Ezechiel clans l'Apocalypse", Biblica 43 (1962), pp.
436-476 (véase esp. pp. 473-476).
45. Philip Barrington, The Meaning of the
Revelation (London: SPCK, 1931), p. 65.
46. Esta lista se basa en Barrington (p. 64) y
en M. D. Goulder, "The Apocalypse as an Annual Cycle of
Prophecies", New Testament Studies 27, no. 3(Abril
1981), pp. 342-367).
47. M. D. Goulder, "The Apocalypse as an Annual
Cycle of Prophecies", p. 350.
48. Austin Farrer, A Rebirth of Images: The
Making of St. John's Apocalypse (Gloucester, MA: Peter
Smith [1949] 1970, p. 22.
49. M. D. Goulder, The Evangelists'
Calendar: A Lectionary Explanation of the Development of
Scripture (London: SPCK, 1978).
50. Ibid., p. 7. Goulder sugiere que el Libro de
Apocalipsis se escribió del mismo modo, como meditaciones de
Juan sobre las lecturas leccionarias en su iglesia.
51. M. D. Goulder, "The Apocalypse as an Annual
Cycle of Prophecies", pp. 350s.
52. Ibid., pp. 353-354. James B.
Jordan ha escrito una serie muy útil de estudios sobre "El
Cristianismo y el Calendario", publicados durante un período de
tres años en The Geneva Papers (primera serie),
disponible en los Geneva Ministries. P. O. Box 131300, Tyler, TX
75713. Véase especialmente el No. 27 (January 1984): "Is the
Church Year Desirable?"
53. Massey H. Shepherd Jr., The Paschal
Liturgy and the Apocalypse (Richmond: John Knox Press,
1960).
54. Ibid., p. 82.
55. Thomas Hopko, The Orthodox Faith,
Vol. 4: The Bible and the Church History (Orthodox
Church in America, 1973), pp. 64ss., citado en George Cronk, The
Message of the Bible: An Orthodox Christian Perspective
(Crestwood, NY: St. Vladimir´s Seminary Press, 1982), p. 259.
56. Dom Gregory Dix, The Shape of the Liturgy
(New York: The Seabury Press, [1945] 1983, p. 312.
57. Véase de Leon Morris, Apocalyptic
(Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1972).
58. Ferrell Jenkins, The Old Testament in
the Book of Revelation (Grand Rapids: Baker Book House,
1976), p. 41. El libro de Jenkins es una excelente introducción
breve a los antecedentes y al simbolismo bíblicos en
Apocalipsis.
59. Morris, p. 71.
60. Ibid., p. 60.
61. Jenkins, p. 41.
62. Morris, p. 79.
63. Benjamin B. Warfield, "The Prophecies of St.
Paul", en Biblical and Theological Studies
(Philadelphia: The Presbyterian and Reformed Publishing Co.,
1968), p. 470.
64. Uno de los mayores
popularizadores de este punto de vista fue el apólogo
racionalista cristiano Joseph Butler, que afirmaba que "la
profecía no es sino la historia de los sucesos antes de que
éstos ocurran". The Analogy of Religion, Natural and
Revealed, to the Constitution and Course of Nature
(Oxford: At the University Press, [1736] 1835), p. 310.
65. Véase de Chilton, Paradise Restored,
pp. 15-63.
66. Merrill C. Tenney, Interpreting
Revelation (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing
Co., 1957), p. 101.
67. Ibid., p. 104.
68. Benjamin B. Warfield, "The Apocalypse" en Selected
Shorter Writings of Benjamin B. Warfield (Nutley, NJ:
Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1973), vol. II, pp.
652s.
69. Herman Babinck, The Doctrine of God,
William Hendriksen, trad. (Edimburgh: The Banner of Truth Trust,
[1951] 1977).
70. Ibid., p. 86.
71. Ibid., p. 88.
72. Ibid., p. 91.
73. Ibid., p. 92.
74. Ibid., p. 94.
75. Para una discusión extensa del significado
principal del simbolismo, véase de James B. Jordan, "Symbolism:
A Manifesto", en The Sociology of the Church (Tyler, TX:
Geneva Ministries, 1986).
76. Por esto, no debemos asustarnos
cuando encontramos que la Biblia usa ciertos símbolos que son
usados también en religiones paganas - por ejemplo, la
referencia bíblica a las estrellas o a las constelaciones del
Zodíaco. (Dicho sea de paso, "Zodíaco" no es una palabra oculta;
simplemente se refiere a la ruta aparente del sol por los
cielos, pasando "a través" de las doce constelaciones
principales, de la manera en que Dios dispuso que lo hiciera).
Algunas formas de paganismo enseñan que el agua está habitada
por espíritus, y que (con los conjuros adecuados) su aplicación
puede conferir poderes mágicos. Los cristianos no creen esto.
¿Deberíamos, por lo tanto, (para no ser confundidos con los
paganos) abandonar el uso del bautismo? ¿O deberíamos abandonar
la doctrina del nacimiento virginal sobre la base de que los
dioses mitológicos han embarazado a las doncellas terrestres?
Tales ejemplos pueden multiplicarse muchas veces. El paganismo,
siendo una perversión de la verdad, tiene miríadas de doctrinas
que son superficialmente similares al cristianismo. Esto no
significa que debemos temer al paganismo: en vez de eso,
significa que debemos reclamar los símbolos robados para el
Señor Cristo Jesús.
77. Rousas J. Rushdoony, Thy Kingdom Come,
p. 174.
78. Austin Farrer, A Rebirth of
Images, pp. 10s. Para los lectores que verdaderamente
desean seguir un estudio serio de las Escrituras, sugiero lo
siguiente como un primer paso absolutamente necesario: Guarde
todos sus libros sobre hermenéutica en un baúl hasta que haya
leído de Laurence Perrine, Sound and Sense: An Introduction
to Poetry (New York: Harcourt Brace Jovanovich, sexta ed.,
1982), y de John Ciardi y Miller Williams, How Does a Poem
Mean (Boston: Houghton Mifflin Con., segundo cd., 1975).
Puede que almas más animosas deseen continuar más adelante con
dos libros por Northrop Frye: Anatomy of Criticism
(Princeton: Princeton University Press, 1957) y (con precaución)
The Great Code: The Bible and Literature (New York:
Harcourt Brace Jovanovich, 1982).
79. La idea de que él lo escribió "en
código" porque temía ser arrestado por traición es obviamente
falsa: Los profetas no eran hombres tímidos; y de todos modos,
el Libro de Apocalipsis es "traidor" mucho antes de que Juan
comience a hablar de Nerón. Los cristianos podían ser ejecutados
por decir simplemente lo que Juan dice en el capítulo 1 - que
Jesucristo es "el soberano de los reyes de la tierra".
80. Philip Barrington, The Meaning of
Revelation, pp 84s.
81. Ibid., pp. 136s.
82. Geerhardus Vos, "The Idea of Biblical
Theology", en la obra de Richard B. Gaffin, ed., Redemptive
History and Biblical Interpretation: The Shorter Writings of
Geerhardus Vos (Presbyterian and Reformed, 1980), p. 23.
83. Una buena introducción a los motivos
literarios de la Escritura es la obra de Leland Ryken How to
Read the Bible as Literature (Grand Rapids: Zondervan,
1984).
84. James B. Jordan, Judges: God´s War
Against Humanism (Tyler, TX: Geneva Ministries, 1985), p.
xii.
85. Ibid., pp. 175s.
86. Para mayor información sobre
interpretación bíblica, véase de Geerhardus Vos, Biblical
Theology: Old and New Testaments (Grand Rapids: Eerdmans,
1948); Meredith G. Kline, Images of the Spirit (Grand
Rapids: Baker Book House, 1980); Vern S. Poythress, The
Stained-Glass Kaleidoscope: Using Perspectives in Theology
(programa de estudios impreso privadamente, Westminster
Theological Seminary, Philadelphia, 1985); Richard L. Pratt,
Jr., "Pictures, Windows, and Mirrors in Old Testament Exegesis",
Westminster Theological Journal 45 (1983), pp. 156-167.
Las tres conferencias de James B. Jordan sobre "Cómo Interpretar
la Profecía" ("How to Interpret Prophecy") son una excelente
introducción al simbolismo bíblico. Las tres cintas están
disponibles en Geneva Ministries, P. O. Box 131300, Tyler, TX
75713.
87. Véase de Louis Bouyer, The Spirituality
of the New Testament and the Fathers, trad. Mary P. Ryan
(Minneapolis: The Seabury Press, 1963), pp. 120s.
88. J.Stuart Russell, The Parousia: A
Critical Inquiry into the New Testament Doctrine of Our Lord´s
Second Coming (Grand Rapids: Baker Book House, [1887]
1983), p.366.
89. Cornelius Van Til, Essays on Christian
Education (Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed
Publishing Co., 1977), p. 27.
90. Zane C. Hodges y Arthur L. Farstad, The
Greek New Testament According to the Majority Text
(Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1982). Es decir, donde la
evidencia presentada por Hodges y Farstad parece inequívoca, la
he seguido; donde parece menos clara, me he sentido en libertad
de discrepar con ella.
91. Jakob van Bruggen, The Ancient Text of
the New Testament (Winnipeg: Premier Printing Ltd., 1976);
idem, The Future of the Bible (Nashville: Thomas Nelson
Publishers, 1978).
92. Wilbur N. Pickering, The Identity of the
New Testament Text (Nashville: Thomas Nelson Publishers,
1977).
93. Harry A. Sturz, The Byzantine
Text-Type in New Testament Textual Criticism (Nashville:
Thomas Nelson Publishers, 1984). Sturz asume una posición mucho
más moderada que Hodges, Pickering, y los otros defensores del
Texto de Mayoría. Su valioso estudio demuestra que las así
llamadas lecturas "bizantinas" (es decir, de Texto de Mayoría)
son tempranas e independientes. Por esto, aunque él no cree que
el texto bizantino es "primario", muestra que tampoco puede ser
considerado como "secundario".
94. Comp. David Otis Fuller, cd., Which
Bible? (Grand Rapids: International Publishers, quinta
ed., 1975); True or False? The Westcott-Hort Textual Theory
Examined (Grand Rapids: International Publishers, 1973); Counterfeit
or Genuine? - Mark 16? John 8? (Grand Rapids:
International Publishers, 1975); Eduard F. Hills, The King
James Version Defended! (Des Moines: Christian Research
Press , 1956, 1973). Sin embargo, es importante observar que la
posición de los partidarios del Texto de Mayoría no es la misma
que la de los defensores de la King James Version (o del Textus
Receptus). El argumento de este último grupo es que el verdadero
texto ha sido preservado providencialmente en las lecturas del
Textus Receptus, aún en los casos (por ej., 1 Juan 5:7; Apoc.
22:19) en que la evidencia del verdadero manuscrito griego es
escasa o no existe. Es interesante que (en contraste con el
resto del Nuevo Testamento) las lecturas del Texto de Mayoría
para el Libro de Apocalipsis concuerdan más a menudo con el
"texto crítico" que con el Textus Receptus.
95. Por esta razón, es extremadamente
desafortunado que Hodges y Farstad hayan decidido ignorar las
lecturas de los leccionarios tradicionales al ordenar su edición
(The Greek New Testament According to the Majority Text,
p. xviii).