DÍAS DE RETRIBUCIÓN
Una exposición del libro
de Apocalipsis
Título de la obra en inglés:
Days of Vengeance
Por David Chilton
Tomado de Freebooks
Parte Cuatro
10
EL TESTIGO FIEL
El
testigo de la nueva creación (10:1-7)
1 Vi descender del cielo otro ángel fuerte, envuelto
en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era
como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su
pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando
hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.
4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus
voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me
decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las
escribas.
5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la
tierra, levantó su mano al cielo,
6 y juró por el que vive por los siglos de los
siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la
tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que
están en él, que el tiempo no sería más,
7 sino que en los días de la voz del séptimo
ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de
Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los
profetas.
1 El ángel fuerte no puede ser otro que
Cristo Jesús mismo, el "ángel del Señor" que aparecía en el
Antiguo Testamento. Esto se verá con bastante claridad si la
descripción de este ángel se compara con la de Cristo en
1:14-16, y con la de Dios en su trono en Ezequiel 1:25-28. Sin
embargo, hay indicaciones adicionales de la identidad divina de
este ángel fuerte.
Primero, el ángel se ve envuelto en una nube - una expresión que
debería evocar la nube de gloria. Y aunque la nube está llena de
innumerables ángeles (Deut. 33:2; Sal. 68:17), sólo hay Uno del
cual se puede decir que está envuelto en ella. Compárese con
Salmos 104:1-3:
Jehová Dios mío, mucho te has
engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia. El
que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos
como una cortina, que establece sus aposentos entre las aguas,
el que pone las nubes por su carroza, el que anda sobre las
alas del viento...
Por supuesto, la referencia básica para
esto es el hecho de que Dios estaba realmente "envuelto en la
Nube" en el Tabernáculo (comp. Éx. 40:34-38; Lev. 16:2). Esto no
podría decirse de ningún ángel creado. Estar envuelto en la Nube
es estar envuelto en la corte entera del cielo; de hecho, son
los ángeles los que forman la Nube. Cristo Jesús está vestido
con la hueste de los cielos (comp. Gén. 28:12; Juan 1:51).
Segundo, el Ángel tenía el arco iris sobre su cabeza. Ya hemos
visto el arco iris en 4:3, alrededor del trono de Dios; y
Ezequiel dice de Aquél a quien vio sentado en el trono que
"tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está
en las nubes el día que llueve, así era el parecer del
resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la
gloria de Jehová" (Eze. 1:27-28).
Tercero, el rostro del Ángel era como el
sol. Esto se ajusta a la descripción de Cristo en 1:16 y en
Mateo 17:2, el relato de la transfiguración (comp. Eze. 1:4, 7,
27; Hech. 26:13; 2 Cor. 4:6). Él es "el sol de justicia" (Mal.
4:2), "la aurora de lo alto" (Luc. 1:78; comp. Sal. 84:11; 2
Ped. 1:16-19). En particular, las imágenes del sol y de la
aurora - como ya hemos observado con las palabras día y
luz - se usa a menudo para describir la gloria de Dios
que resplandece en juicio (comp. Sal. 19:4-6; Eze. 43:2; Zac.
14:7; Mal. 4:1-3; Rom. 13:2); y la "llama de fuego" del juicio
es mencionada por Pablo como la "presencia" y la "gloria" de
Cristo (2 Tesa. 1:7-9). 1 Esto es especialmente apropiado aquí, pues Cristo ha
venido a Juan a anunciar la aniquilación de Jerusalén.
Cuarto, sus piernas eran como columnas de
fuego. Esto se refiere a algunas de las más complejas imágenes
de toda la Biblia. Obviamente, la frase tiene el propósito de
recordarnos "la columna de fuego y la columna de nube" - la Nube
de Gloria del Éxodo (Éx. 14:24). Como hemos visto, es el Señor
el que está "vestido" de la Nube (deut. 31:15), y la Nube
es también identificada como el Ángel del Señor (Éx. 32:34;
33:2; Núm. 20:16). Parece que el doble aspecto de la Nube (el
humo y el fuego) representaban simbólicamente las piernas de
Dios. Así, el Señor caminaba delante del pueblo en la
Nube (Éx. 13:21-22; 14:19, 24; 23:20, 23); Él venía en la Nube y
permanecía de pie delante de ellos (Éx. 33:9-10; Núm.
12:5; Hag. 2:5). En términos de estas imágenes, la Esposa
describe las piernas del Esposo como "columnas" (Cant. 5:15).
Debemos notar también que la doble naturaleza de la columna, que
representa las piernas de Dios, fue incorporada en la
arquitectura del templo (1 Reyes 7:15-22; 2 Crón. 3:15-17); así,
"el arca del pacto debajo de la Gloria en el trono se llama en
consecuencia el lugar de sus pies (Isa. 60:13)". 2 El significado de
todo esto, y su relación con el pasaje en general, se hará
evidente más abajo. Sin embargo, se ha dicho lo suficiente para
demostrar, más allá de toda duda razonable, que este Ángel, con
el arco iris sobre su cabeza, envuelto en una nube, y que baja
del cielo, es (o representa) al Señor Jesucristo.
2-3 El ángel, sosteniendo un librito, 3 puso luego su pie
derecho sobre el mar y su pie izquierdo sobre la tierra. H. B.
Swete comenta: "La postura del ángel denota tanto su colosal
tamaño como su misión para el mundo: 'el mar y la tierra' es una
fórmula del Antiguo Testamento para la totalidad de los seres
terrestres (Éx. 20:4, 11; Sal. 69:34)". 4 Podríamos modificar
este punto con la observación de que, en la Biblia, y
especialmente en Apocalipsis, "el mar y la tierra" parece
representar a las naciones gentiles contrastadas con la
tierra de Israel (2 Sam. 22:4-5; Sal. 65:7-8; Isa. 5:30;
17:12-13; 57:20; Jer. 6:23; Luc. 21:25; Apoc. 13:1, 11). De esta
manera, este cuadro sí tiene una importancia cósmica, mundial;
pero su significado, como veremos más adelante, está enlazado
con el hecho de que Cristo está de pie sobre Israel y las
naciones (comp. v. 5-7).
Y clamó a gran voz, como cuando ruge un
león 5
; por supuesto, a estas alturas estamos familiarizados con la
gran voz que viene de la Nube; como dice Kline, la voz "es
característica y llamativamente fuerte. Se la compara con el
crescendo del océano y la tormenta, el rugido retumbante del
terremoto. Es el ruido de la guerra, trompetas que suenan dando
señales, el fragor de la batalla. Es el trueno del
carruaje-tormenta del Señor-guerrero, que viene en juicios que
convulsionan la creación y confunden a los reyes de las
naciones". 6 En respuesta adoradora a Su voz, los siete truenos
emitieron sus voces. El séptimo trueno mismo está identificado
con la Voz de Salmo 29, donde se observan algunos de sus
fenomenales efectos: Quebranta los cedros, hace temblar naciones
enteras con terremotos, derrama llamas de fuego, abre las mismas
entrañas de la tierra, hace parir a los animales, derriba los
árboles, desnudando bosques enteros. Esto añade una dimensión a
nuestra comprensión de la naturaleza de la Voz que sale de la
Nube: Consiste de la antifonía celestial, en la cual el coro
angélico responde a las declaraciones del Señor Soberano.
4 Por supuesto, todo el mundo quiere saber:
¿Qué dijeron los siete truenos? Los eruditos han gastado una
sombrosa cantidad de tinta tratando de solucionar este problema.
Pero, al menos en esta vida, nunca podremos conocer la
respuesta. Juan estaba a punto de escribir lo que los truenos
habían hablado, cuando oyó una voz del cielo que decía: Sella
las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas. El
mensaje estaba destinado sólo para los oídos de Juan. No era
para la iglesia en general. Pero lo que importa aquí es que Dios
quería que Juan registrara el hecho de que Juan no debía revelar
lo que fuera que los truenos habían dicho. Dios quería que la
iglesia supiera que hay algunas cosas (muchas cosas, en
realidad) que Dios no tiene intenciones de decirnos de antemano.
Esto sirve bien como reproche para la
tendencia de la mayoría de los sermones y comentarios sobre este
libro - la de indagar, con curiosidad, en las cosas que a Dios
no le ha parecido bien revelar. "Las cosas secretas pertenecen a
Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para
nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas la
palabras de esta ley" (Deut. 29:29). En otras palabras: "Al
hombre se le ha dado la ley, que debe obedecer. Se le ha dicho
cuáles son las consecuencias de la obediencia y la
desobediencia. Más de eso, el hombre no necesita saber". 7 R. J. Rushdoony
escribe: "El hombre es impulsado más a menudo por la curiosidad
que por la obediencia... Por cada pregunta que un pastor recibe
sobre los detalles de la ley de Dios, normalmente recibe varias
que expresan poco más que curiosidad acerca de Dios, la vida
venidera, y otras cosas que son aspectos de 'las cosas secretas
que pertenecen a Dios'... En contraposición a la curiosidad y al
indagar en las 'cosas secretas', se nos manda claramente
obedecer la ley de Dios y reconocer que la ley nos da un
conocimiento del futuro que es legítimo". 8
En el capítulo final del libro, se le manda
a Juan: "No selles las palabras de la profecía de este
libro, porque el tiempo está cerca" (22:10); el mensaje del
libro de Apocalipsis en general es contemporáneo en su
naturaleza, pues se refiere a sucesos que estaban a punto de
tener lugar. Sin embargo, en contraste, el mensaje de los siete
truenos nos señala hacia el futuro distante: A Daniel se le
dijo: "Cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del
fin" (Dan. 12:4), porque el tiempo se su cumplimiento no
había llegado. De manera similar, cuando a Juan se le indica que
selle las palabras pronunciadas por los truenos, esto es otra
indicación de que el propósito del Apocalipsis no es
"futurista"; la profecía se refiere al tiempo del
establecimiento del Nuevo Pacto, y apunta más allá de sí mismo a
un "tiempo del fin" que todavía estaba muy distante para Juan y
sus lectores. Así, se nos enseñan dos cosas: Primera, el libro
de Apocalipsis es profecía contemporánea, que concierne casi
enteramente a los sucesos redentores-escatológicos del siglo
primero; segunda, los sucesos del siglo primero no excluían la
escatología. Contrario a las teorías de los intérpretes que se
consideran "preteristas consistentes", la caída de Jerusalén no
constituía la Segunda Venida de Cristo, el fin del mundo, y la
resurrección final. Hay más que decir acerca de esto. 9
5-7 Juan ahora nos muestra el propósito de
Cristo al revelarse de esta manera: El ángel levantó su mano
derecha al cielo (la posición correcta para un testigo en un
tribunal: Gén. 14:22; Éx. 6:8; Deut. 32:40; Eze. 20:5-6; Dan.
12:7) e hizo un juramento. Algunos comentaristas han considerado
este hecho como base para sostener que este Ángel no es Cristo,
aparentemente considerando el juramento un poco por debajo de su
dignidad o fuera de lugar. En respuesta, uno cuestiona la
solidez de los puntos de vista de estos comentaristas en
relación con las doctrinas de la Trinidad y la deidad de Cristo.
Pues, ciertamente, el Señor Dios hace juramentos a través de la
Sagradas Escrituras (comp. Gén. 22:16; Isa. 45:23; Jer. 49:13;
Amós 6:8), y, de hecho, nuestra salvación se basa en la
fidelidad de Dios a su juramento de pacto, base de la seguridad
y la esperanza del cristiano (Heb. 6:13-20).
Debemos observar cuidadosamente que Cristo
se presenta aquí en calidad de testigo, como Juan ya nos
ha informado en dos ocasiones (1:5; 3:14). Este es el punto en
el cual convergen los varios detalles de la visión. Hemos
observado algo del significado de las piernas que parecen
columnas de fuego (v. 1), y esto debe ser desarrollado
adicionalmente. Porque, en primer lugar, las columnas se usan en
el simbolismo bíblico y ritual como testigos (comp. Gén.
31:45, 52; Deut. 27:1-8; Josué 8:30-35; 22:26-28, 34; 24:26-27).
De manera similar, las dos tablas de piedra que contienen los
Diez Mandamientos servían como testigos (Deut. 31:26, documentos
legales de testimonio para las estipulaciones del pacto. Así, a
la ley se la llama el testimonio (Éx. 16:34; 25:16,
21-22; 32:15; 34:29; Lev. 16:13; 24:3; Núm. 1:50, 53; 4:5; Josué
4:16; 2 Reyes 11:12). 10 Cuando Dios estaba de pie en la doble columna de nube
y de fuego delante de Israel en "la tienda del testimonio" (Núm.
9:15; 10:11), se estaba identificando como el Testigo del Pacto
(comp. 1 Sam. 12:5; Jer. 29:23; 2:5; Miq. 1:2; Mal. 2:14).
El Ángel-Testigo jura que ya no habría más
demora 11, sino que en los días de la voz del séptimo ángel,
cuando él comience a tocar su trompeta, se consumaría el
misterio de Dios. La palabra misterio no significa algo
"misterioso" en nuestro sentido moderno, sino más bien "algo que
antes estaba oculto pero que ahora ha sido revelado". 12 Es revelación:
conocimiento que Dios había retenido pero que ahora "ha revelado
a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu" (Efe. 3:5),
un misterio "que había estado oculto desde los siglos y edades,
pero que ahora ha sido manifestado a sus santos" (Col. 1:26).
Este "misterio" es un aspecto principal de las cartas a los
Efesios y a los Colosenses: la unión de los judíos creyentes
y los gentiles en una iglesia, sin distinción; "que los
gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y
copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del
evangelio" (Efe. 3:6). Los gentiles, que habían sido extranjeros
y estado alejados de la ciudadanía de Israel y de los pactos de
la promesa, ahora, por medio de la obra de Cristo, son hijos
plenos de Abraham, herederos del pacto, en una posición igual e
indistinguible con los judíos creyentes (Efe. 2:11-22; Gál. 3).
Forman "un nuevo hombre", una Iglesia, un Cuerpo de
Cristo, en el único y Nuevo Pacto. Y este reino del pacto, el
cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento, tendrá un
dominio universal: Todas las naciones ahora acudirán al Monte
del Señor, al convertirse los reinos del mundo en el único Reino
de Cristo (11:15). El misterio de Dios, la universalización del
Reino de Dios, ha de consumarse - como Él predicaba el evangelio
13 a sus
siervos los profetas. El misterio es simplemente la revelación
del mensaje del evangelio.
Es por esto por lo que el Ángel está de pie
como testigo sobre el mar y sobre la tierra (comp. v. 2), un
hecho que se repite para mayor énfasis en el versículo 5. El
Ángel hace el juramento con sus pies-columnas plantados sobre
Israel y las naciones, proclamando el Nuevo Pacto que unirá a
los dos en una nueva nación en Cristo. Además, jura en el
nombre del Creador: por el que vive por los siglos de los
siglos, que creó los cielos y las cosas que hay en ellos, y la
tierra, y las cosas que hay en ella, y el mar, y las cosas que
hay en él (comp. Éx. 20:11; Sal. 146:6; Neh. 9:6). El Ángel jura
de este modo porque es el divino testigo de la nueva creación.
Los detalles del pasaje nos recuerdan otros dos eventos de la
"Nueva Creación": el pacto con Noé (el arco iris) y el pacto en
Sinaí (la columna de fuego). Ambos nos recuerdan cómo "en el
principio el Espíritu se puso como un arco iris sobre la
creación como el divino testigo del pacto de la creación, como
señal de que la creación existió bajo la égida de su señorío de
pacto. Aquí está el trasfondo para el uso posterior del arco
iris como señal del pacto de Dios con la tierra". 14 "Durante la
ratificación del antiguo pacto en Sinaí, esta teofanía en forma
de nube-columna representaba a Dios de pie como testigo de su
pacto con Israel. Nuevamente, en la ratificación del nuevo
pacto, en Pentecostés, fue Dios el Espíritu, quien apareció en
fenómenos que han de ser vistos como una versión
neotestamentaria del fuego de gloria, que proporcionó el divino
testimonio de confirmación". 15
Así, pues, hemos visto varias ideas
bíblicas que se juntan en este punto para formar un patrón
consistente: pacto, juramento, creación, testimonio, y testigo.
El Espíritu, que originalmente apareció como columna de nube y
de fuego, estuvo presente en la creación original, y luego
posteriormente en los sucesos de la re-creación en la historia
de la redención: el Diluvio, el Éxodo, la erección de
tabernáculo y el templo, y el día de Pentecostés. La venida del
Espíritu en Pentecostés fue proféticamente descrita por Joel en
términos de la Nube de Gloria: "Y daré prodigios en el cielo y
en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo" (Joel 2:30; y
el apóstol Pedro, citando la afirmación de Joel, declaró que el
suceso de Pentecostés fue el cumplimiento de la antigua profecía
(Hechos 2:16-21). 16
Así, pues, los varios sucesos de la
creación interpretan y son reinterpretados los unos por los
otros. Que los pactos se hicieron en términos de la creación
muestra que eran re-creaciones provisionales que apuntaban a la
nueva creación final en Cristo (2 Cor. 5:17); Efe. 4:24). Y que
los relatos de la creación usan lenguaje y escenario de pacto
(columna-testigo, juramento, y testimonio) muestra que debe
haber sido un pacto (es decir, si los pactos son re-creaciones,
entonces la creación era un pacto). 17
Otro motivo que es común a la creación y al
pacto es la forma sabática en la cual ambos son estructurados. 18 Como ya hemos
observado, el libro entero de Apocalipsis está estructurado en
términos de sietes, revelando su naturaleza como el registro de
un proceso de confección de pacto; y aquí vemos el "misterio de
Dios", que se declara consumado con la séptima trompeta. El
sábado "es un día de acción divina que presenta el juicio divino
con la penetración de la oscuridad por la luz de la gloria
teofánica; es un día de la creación del cielo y de la tierra y
la consumación de un templo de Dios hecho a semejanza de la
Gloria; es un día de la revelación de la gloria soberana del
Señor del pacto. Tomados juntos, los siete días son la plenitud
del tiempo de la creación, la séptuple plenitud del día del
Señor. En la re-creación redentora, el día del Señor, en que lo
viejo pasa y todo es creado de nuevo, hay nuevamente la plenitud
del tiempo, en la cual, como declara Pablo, todo el misterio de
Dios llega finalmente a su realización" (véase Gál. 4:4; Efe.
1:9-10; comp. Mat. 13:11-17; Mar. 1:15; Col. 1:15-20; Apoc.
10:7). 19
Apocalipsis sirve así para introducirnos al
primer gran clímax de la profecía: el anuncio de la destrucción
de Jerusalén. Y, mediante el uso de imágenes bíblicas múltiples,
declara que la caída de Jerusalén es un aspecto ineludible del
grande y final suceso de la celebración del pacto. La trompeta
del séptimo ángel será la señal irrefutable de que la prometida
nueva creación, el nuevo pacto, es un hecho consumado. El gran
misterio de Dios - la consumación y plenitud de su templo nuevo
y final - habrá sido revelado al mundo (11:15-19).
El librito
amargo (10:8-11)
8 La voz que oí del cielo habló
otra vez conmigo, y dijo: Vé y toma el librito que está
abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y
sobre la tierra.
9 Y fui al ángel, diciéndole
que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te
amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
10 Entonces tomé el librito
de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como
la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
11 Y él me dijo: Es
necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes.
8-10 Las
instrucciones de tomar y comer el libro sostenido por el ángel
están basadas en un incidente similar en la vida de Ezequiel,
a quien se le ordenó comer un rollo que simbolizaba la
denuncia profética de la "casa rebelde" de Israel (2:8-10;
3:1-3). Esta referencia nos permite identificar el libro que
se le dio a Juan como su comisión, basados en el Nuevo Pacto,
para profetizar "lamentos, luto, y ayes" contra el Israel
apóstata. El libro es así esencialmente el mismo Libro de
Apocalipsis. Como con Ezequiel, el Proceso de Pacto le fue a
Juan dulce como la miel (comp. Eze. 3:3), pero fue amargo en
su estómago (comp. Eze. 3:14). Esto no debería ser difícil de
entender. Juan fue llamado a profetizar sobre la victoria de
la iglesia y del reino de Dios. Un necesario corolario del
triunfo de los justos es la destrucción de los malvados. El
modelo se mantiene a través de las Escrituras en la historia
de la salvación: Los mismos juicios que nos liberan también
destruyen a los enemigos de Dios. "La salvación y el juicio
son dos aspectos del mismo suceso". 20 El antiguo Israel
se había vuelto del verdadero Dios al culto a los ídolos y
demonios; se había convertido en ramera y en perseguidor de
los santos, y tenía que ser destruído. Y, aunque Juan podía
regocijarse por la victoria de la iglesia sobre sus enemigos,
todavía era una dolorosa experiencia ver la una vez santa
ciudad convertida en escombros, el templo derribado y
convertido en cenizas, y a centenares de miles de sus
familiares y coterráneos muertos de hambre y torturados,
asesinados, o vendidos como esclavos. Todos los profetas
experimentaron esta misma angustia emocional - que por lo
general no involucraba una rebelión contra su llamado (Jonás
es una notable excepción), sino más bien un profundo
reconocimiento de la naturaleza de dos filos de la profecía,
del hecho de que el mismo "Día del Señor" traería tanto
bendición inmensurable como indescriptible dolor (comp. Amós
5:18-20). Sin embargo, debe observarse que un vasto abismo
separa a los profetas de muchos de sus intérpretes en nuestros
propios días. Porque, aunque los teólogos modernos finjan una
actitud llorosa por los sufrimientos de la "humanidad" en
general, o en abstracto, los profetas no sufrían tales
impulsos humanitarios. 21 Los profetas se dolían por los desobedientes hijos
del pacto. La amargura que Juan experimentó no es por la
suerte del Imperio Romano. Se duele por Israel, considerado
como el pueblo del Pacto. Están a punto de ser desheredados y
ejecutados, para no ser restaurados nunca más como la nación
del pacto. 22 El divorcio del antiguo Israel es necesario en el
plan de redención de Dios, y Juan, al mismo tiempo que le da
la bienvenida, lo proclama con gozo vigoroso. Y, sin embargo,
hay una tristeza legítima por las ovejas perdidas de la casa
de Israel.
11 En el antecedente antiguo-testamentario del Libro de
Apocalipsis, el Ángel del Señor es identificado como el
Profeta original (comp. Éx. 23:20-23: Deut. 18:15-19). 23 Como tal, levantó
y comisionó a otros profetas a su imagen, reproduciéndose en
ellos (Éx. 3:2ss.; 33:14; 34:5ss; 29-35; 2 Reyes 1:3, 15; 1
Crón. 21:18). Por esta razón, a los profetas a menudo se los
llama ángeles (mensajeros), expresando su re-creación a imagen
del divino Ángel-Profeta (2 Crón. 36:15-16; Hag. 1:13; Mal.
3:1). 24 El mismo patrón continúa aquí: el Ángel-Profeta,
que proclama su mensaje mientras está de pie sobre la tierra
habitada, comisiona a Juan para que profetice nuevamente
acerca de muchos pueblos y naciones y lenguas y reyes. La
profecía de Juan en relación con la destrucción de Israel y el
establecimiento del Nuevo Pacto abarcará a las naciones del
mundo. Cristo ha anunciado el evangelio, el mensaje del
dominio universal del reino, a "sus siervos los profetas" (v.
7), y ahora su siervo Juan ha de extender la proclamación de
ese evangelio a todas las naciones. Cristo ha redimido a los
hombres de toda nación (7:9). El mismo y poderoso Imperio
Romano es en fin de cuentas un instrumento de la voluntad de
Dios (17:16-17), para ser eventualmente aplastado y rechazado
cuando su utilidad haya cesado (19:17-21; comp. Dan. 2:44).
"Los reinos del mundo no sino el andamiaje del templo
espiritual de Dios, para ser derribados cuando sus propósito
se haya cumplido". 25
Notas:
1. Comp. Meredith G. Kline, Images of the
Spirit (Grand Rapids: Baker Book House, 1980), pp. 108,
121.
2. Ibid., p. 19; comp. 1 Crón. 28:2;
Sal. 99:5; 132:7. En el templo mayor, cósmico ("los cielos y la
tierra"), la tierra es llamada el estrado de Dios (Isa. 66:1), y
así, se dice que la tierra tiene columnas (1 Sam. 2:8; Job.
38:4-6; Sal. 75:3; 104:5; Isa. 51:13, 16; 54:11), y las basas
para sostener las columnas (Job 38:6; la misma palabra se usa
para las basas de las columnas en el tabernáculo, en Núm.
3:36-37; 4:31-32).
3. El significado del librito se discutirá más
abajo, en relación con el v. 8-11.
4. Henry Barclay Swete, Commentary on
Revelation (Grand Rapids: Kregel Publications, 3er. cd.,
[1911] 1977), p. 127.
5 Aquí hay otra identificación del Ángel con
Cristo: Él es el León que "ha vencido para abrir el libro"
(Apoc. 5:5).
6. Kline, p. 101.
7. Rousas John Rushdoony, Salvation and
Godly Rule (Vallecito, CA: Ross House Books, 1983), p.
388.
8. Ibid.
9. Véase, por ejemplo, de Max R.
King, The Spirit of Prophecy (n. p., 1971). Aunque la
obra de King tiene mucho valor para el estudiante perspicaz, su
tesis final, de que no hay ninguna futura Venida de Cristo ni
ningún Juicio Final, constituye una herejía. Por todas partes,
el cristianismo histórico y ortodoxo, a una voz, siempre ha
enseñado que Cristo "vendrá otra vez, en gloria, para juzgar
tanto a los vivos como a los muertos" (Credo de Nicea).
Este es un artículo no negociable de la fe cristiana. Comp., de
David Chilton, Paradise Restored: A Biblical Theology of
Dominion (Ft. Worth, TX: Dominion Press, 1985), pp.
138-48).
10. Meredith G. Kline, The Structure of
Biblical Authority (Grand Rapids: William B. Eerdmans
Publishing Co., 1975), pp. 113-30. La ley requería dos testigos
(Deut. 17:6; 19:15), y, como hemos observado en la Introducción,
las dos tablas era copias duplicadas del pacto.
11. "El sentido aquí no es una abolición del
tiempo y su reemplazo por la eternidad, sino 'que el tiempo no
sería más' según la palabras del ángel hasta la consumación del
divino propósito". James Barr, Biblical Words for Time
(Naperville, IL: Alec R. Allenson Inc., rev. ed. 1969), p. 80.
12. F. F. Bruce, Commentary on the Epistle
to the Colossians (Grand Rapids: William B. Eerdmans
Publishing Co., 1957), p. 218.
13. "Predicado el evangelio", más bien que
"declarado" o "predicado", es la traducción literal del
texto griego.
14. Kline, Images of the Spirit, pp.
19s.
15. Meredith G. Kline, Kingdom Prologue,
Volume I (privately published syllabus), 1981), p. 28. Kline
también señala (pp. 5s.) que las palabras juramento y pacto
se usan también indistintamente (comp. Deut. 29:12; Eze. 16:8).
16. Ninguna otra construcción puede atribuírsele
legítimamente a las palabras del apóstol. La venida del Espíritu
era el cumplimiento de Joel 2:28-32. "Los Últimos Días"
habían llegado. Véase de Chilton, Paradise Restored,
pp. 115-122.
17. Véase de Kline, Kingdom Prologue,
Vol. I, pp. 33s.
18. Ibid., p. 33.
19. Kline, Images of the Spirit, pp.
114s.
20. Véase de R. J. Rushdoony, Salvation and
Godly Rule, pp. 19ss., 140s.
21. Para un análisis incisivo del humanitarismo,
véase, de Herbert Schlossberg, Idols for Destruction:
Christian Faith and Its Confrontation with American Society
(Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1983), pp. 39-87.
22. Que Israel algún día se
arrepentirá y se volverá a Cristo es, para mí, indiscutible
(Rom. 11; comp. Chilton, Paradised Restored, pp.
125-31). Ese no es un punto en discusión aquí. Sin embargo,
queda vigente el punto de que, para ser restaurados al pacto,
los judíos deben entrar a la iglesia de Jesucristo, junto con
todos los demás. Israel jamás tendrá una identidad de pacto
aparte de la Iglesia. Para más discusiones en profundidad del
lugar de Israel en la profecía, véase (en niveles ascendentes de
complejidad) de Iain Murray, The Puritan Hope: Revival and
the Interpretation of Prophecy (Edinburgh: The Banner of
Truth Trust, 1971); John Murray, The Epistle to the Remans,
2 vols. (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co.,
[1959, 1965] 1868, Vol. 2, pp. 65-108; William A. VanGemeren,
"Israel as the Hermeneutical Crux in the Interpretation of
Prophecy" (I), Westminster Theological Journal 45
(1983), pp. 132-44; ídem, "Israel as the Hermeneutical Crux in
the Interpretation of Prophecy" (II), Westminster
Theological Journal 46 (1984), pp. 254-297.
23. Véase la discusión de Kline sobre esto en Images
of the Spirit, pp. 75-81, 91-95.
24. Ibid., pp. 57ss.
25. Thomas V. Moore, A Commentary on Haggi
and Malachi (London: The Banner of Truth Trust, [1856]
1968), p. 80.