DÍAS DE RETRIBUCIÓN
Una exposición del libro de Apocalipsis
Título
de la obra en inglés:
Days
of Vengeance
Por
David Chilton
Tomado de Freebooks
Apéndice
A
EL SIMBOLISMO LEVÍTICO
EN
APOCALIPSIS
PHILIP BARRINGTON
Reimpreso de la obra de Philip
Barrington, The Meaning of the Revelation
[El significado de Apocalipsis] (Londres: SPCK,
1931). No puedo recomendar todas las opiniones de
Barrington - por ejemplo, su ridícula "hipótesis
documental", al estilo de JEDP, sobre la autoría
de Apocalipsis, ni sus puntos de vista sobre la
supuesta evolución y fecha tardía del texto - pero
creo que su contribución general a nuestra
comprensión del significado de San Juan es muy
valiosa, y compensa con creces sus deficiencias.
En vez de dejar sentado mi desacuerdo cada vez que
Barrington dice algo objetable, me arriesgaré a
esperar que el lector piense por su cuenta. [D.
Chilton] |
A menudo se ha señalado el
carácter litúrgico de las secciones de Apocalipsis,
pero no he visto ningún intento por estudiar y dilucidar el
andamiaje en que están construidas las visiones. El arzobispo
Benson se acercó mucho a él cuando trató el libro como un drama,
y lo imprimió para exhibir la estructura coral. Pero Apocalipsis
no es un drama; es una liturgia. Un drama trata del desarrollo
de una personalidad, y los actores en él deben usar sus propias
personalidades para interpretarlo. En la liturgia, los
hierofantes deben sumergir sus propias personalidades e
identidades en el movimiento de la composición entera. Es un
verdadero triunfo literario que un poema sostenido como Apocalipsis
retenga la atención como lo hace sin la ayuda del interés humano
en carácter, y que ese triunfo sea litúrgico en carácter. El autor de Apocalipsis frecuentaba el templo y amaba su liturgia; cuando
cerró sus ojos en Éfeso, pudo ver a los sacerdotes ocupándose de
sus tareas asignadas al pie del gran altar de los sacrificios.
Esa visión forma el trasfondo del poema entero.
Me asombra haber encontrado tan pocas
discusiones sobre el ritual del templo, no sólo en relación con
Apocalipsis, sino también en relación con el
trasfondo palestino del Nuevo Testamento en general. El reciente
avance en este estudio se ha ocupado de la literatura
escatológica y la enseñanza oral de los rabinos; ha descuidado
el templo, su sacerdocio, y el culto. Pero en el período del
Nuevo Testamento el sistema del templo era central; después de
su destrucción, los rabinos organizaron un nuevo judaísmo según
los ilustrados rasgos farisaicos. Pero era una nueva religión,
no la antigua. La antigua religión murió en el año 70 d. C., y
dio a luz dos hijos; el mayor era el judaísmo moderno sin templo
ni sacerdotes ni sacrificios; el menor era el cristianismo, que
se enorgullecía de poseer a los tres.
Lo que enlaza a los hebreos
con Apocalipsis es su insistencia sobre este
hecho. El cristianismo es el verdadero heredero de la antigua
fe. A él han sido transferidos el sacerdocio y el sacrificio.
El
nuevo culto universal
Cuando Juan se
dispuso a la obra de publicar sus visiones veinte años después
de la caída de Jerusalén, una de sus principales tareas fue
proporcionar un esquema o modelo para el culto cristiano. No
puede haber dudas de que Juan puso mano a esto consciente y
deliberadamente; es más, tuvo éxito. La "Anáfora", como se
conoce en el este la plegaria de consagración de la
eucaristía, sigue el modelo que él trazó. El "canon" de la
misa romana y la plegaria de consagración del Libro de
Oraciones inglés lo hacen, aunque menos fielmente.
Parece razonable
suponer que su obra litúrgica no fue hecha al azar o en un
espíritu de teoría. Debe haber tenido alguna relación con la
manera en que el culto cristiano tenía lugar en realidad en
ese tiempo; la analogía indica que, si la parte más antigua
del libro reflejaba el culto de la antigua religión que había
fenecido, la parte más reciente reflejaría el de la nueva
religión que había tomado su lugar. Ahora bien, los capítulos
iniciales 4 y 5, aunque pertenecen al período posterior de la
inspiración de Juan, sí parecen estar construidos sobre el
fundamento de obra más anterior, en la cual parecen haberse
efectuado los siguientes cambios: (1) un trono toma el lugar
de un altar, y (2) se añaden veinticuatro ancianos sentados
sobre tronos. (Véase Charles, ad. loc.) Pero
estos cambios corresponden al cuadro de la congregación
cristiana del período indicado en los escritos de San Ignacio
(véase a Rawlinson en Foundations, sobre "Los
orígenes del ministerio cristiano"). El trono de Dios
representa el asiento del obispo, y alrededor de él se agrupan
los ancianos. Se ha escogido el número a causa de los
veinticuatro niveles en que se dividía el sacerdocio hebreo (y
hasta los levitas y el pueblo); podemos comparar la imagen del
sumo sacerdote Simón en Eclesiástico I con su
"guirnalda" de sacerdotes.
Por lo tanto, podemos
sentirnos bastante confiados de que tenemos delante nuestro
las disposiciones reales de la liturgia cristiana, que a su
vez dependía de sus orígenes hebreos.
En el texto, he
discutido los paralelismos entre los cuatro seres vivientes,
las siete lámparas, el mar de vidrio, etc, y los querubines,
el candelabro, y el lavacro del templo. En San Juan, todos
ellos se aplican de variados modos al culto universal de toda
la creación. Este culto universal encuentra expresión en el
Sanctus (Santo, Santo, Santo), que también se usa en las
plegarias matutinas de la sinagoga, donde es asociado con el
pensamiento de la creación; en Apocalipsis, la alabanza de
Dios por su creación es pronunciada por los ancianos, que se
postran al sonido del Sanctus.
Este es el "primer
movimiento" de la Anáfora, de la eucaristía cristiana, en la
cual los hombres "se unen a los ángeles y a los arcángeles y a
toda la compañía del cielo". La mayor parte de las liturgias
griegas muestran trazas de los "Axios" o "Axiones" (dignos) de
Apocalipsis; un paso más bien largo se refleja
en la frase: "Es justo y correcto (justum et dignum)
hacerlo así".
Luego, el Apocalipsis
procede a mostrarnos al Cordero como había sido muerto para el
sacrificio; y las liturgias cristianas le siguen, narrando la
vida y la muerte de Cristo, conduciendo así a la consagración
y a la ofrenda. Las palabras "de pie", que se aplican al
Cordero, son una traducción de la palabra "tamid", el nombre
técnico para el cordero que era ofrecido cada mañana en el
templo como ofrenda encendida. Era la "ofrenda en pie".
Esto es seguido por
la ofrenda de incienso, que representa la oración intercesora;
y luego viene un cántico nuevo. El cántico nuevo se mencionaba
también en un himno usado en el templo después de sacrificar
el cordero y antes del incienso. Me referiré a él más
adelante.
La liturgia termina
con la alabanza a Dios y al Cordero, y el canto del Amén, que
era característico de la eucaristía en este punto. Todas las
liturgias siguen este bosquejo, y es desde este punto en
adelante que varían. Las primeras dos partes del Te Deum
siguen las mismas líneas de construcción.
Ahora nos volvemos al
capítulo 7, versículos 9 al 17, un corto pasaje que es también
obra del período más reciente, anticipando el fin del libro.
Representa la adoración de los mártires en el cielo.
El pensamiento del
martirio como sacrificio es tan antiguo como el período
macabeo, y tiene tras de sí a Isaías 53. El hombre que
da su vida por Dios o por su país es al mismo tiempo sacerdote
y víctima; ofrece, pero a lo que ofrece es a sí mismo. En Apocalipsis,
su sacerdocio depende del de Cristo.
En el capítulo 1,
Cristo ha sido presentado como sacerdote y como rey. Lleva la
larga túnica blanca y el cinturón en el pecho; está de pie "en
medio de" las siete lámparas; es decir, está en el santuario
donde está el candelero de los siete brazos, y vestido como
sacerdote. Esta prenda sencilla de lino la llevaba el sumo
sacerdote el día de expiación. Al final de Apocalipsis,
la misma figura sale del santuario con la misma túnica
manchada de sangre.
Los mártires también
llevan túnicas blancas, que están conectadas con la de Cristo
por la afirmación de que son lavadas en la sangre del cordero;
el mismo carácter mixto de sacerdote y víctima pertenece tanto
a los mártires como a su señor; pero sus muertes son elevadas
al nivel de sacrificio por la asociación con la muerte de él.
Los mártires ofrecían
sus cuerpos, y más que sus cuerpos: sus vidas, su valor, su resistencia
paciente; este es el sacrificio vivo
de Romanos 12, santo, agradable, vuestro racional
culto. Dando a la palabra cuerpo este amplio
sentido, podemos muy bien concordar en que las túnicas blancas
significan todo lo que los mártires ofrecían a Dios,
purificado ahora en la sangre del perfecto sacrificio.
Más adelante, las túnicas
blancas son llamadas lino fino, que es material
sacerdotal.
En el texto del
libro, he comparado las palmas y el hosanna (salvación) con la
entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, su salida hacia el
sacrificio. Esto es sólo parte de una comparación más amplia.
Ambas están conectadas con el ritual de la Fiesta de los
Tabernáculos, que ocurría en el tiempo de la recolección,
durante la vendimia y todas las otras cosechas. En este
festival, los sacerdotes rodeaban el altar batiendo palmas y
cantando hosanna; aquí los sacerdotes-mártires están en el
santuario batiendo palmas y cantando hosanna alrededor del
trono, que ha tomado el lugar del altar.
La idea de los
tabernáculos es llevada más lejos, en la declaración de que
Dios morará con ellos [como en un tabernáculo];
ellos mismos han de ser su tabernáculo, o su morada.
Nos volvemos al final
del libro, a la cuarta y última sección, que trata del culto
cristiano. En 21:3, se reanuda la última declaración. Por
extraño que parezca, es una cita de Levítico, donde se da a
entender que el Dios santo habitará en medio de un pueblo
santo. Aquí, la cita es ampliada para significar que los
hombres en general componen el santuario de Dios; su
tabernáculo está con ellos. El sustantivo y verbo "habitar en
un tabernáculo" están conectados con el hebreo shekinah, la gloria
visible de Dios que se dice llenaba el tabernáculo en el
desierto y llenó el templo cuando Salomón lo consagró. Por lo
tanto, Juan está anunciando que el antiguo santuario local ha
desaparecido, y que de ahora en adelante la Presencia está con
los hombres en general, y que Dios se está haciendo visible en
y por medio de ellos.
La idea se desarrolla
en el Epílogo, que comienza con el versículo 9. Se repite
primero en el lenguaje del simbolismo. La santa ciudad tiene
la gloria de Dios; su lustre es como el de la piedra de jaspe;
en el capítulo 4, se dice que Dios es como la piedra de jaspe,
de modo que todo esto sólo repite la afirmación anterior sobre
el morar en tabernáculos. La presencia visible de Dios está en
esta ciudad. Reemplaza al antiguo templo. La ciudad entera
está llena de la Presencia, no sólo una parte sagrada de él.
Hasta su fundamento es de jaspe - es decir, divino.
Las piedras preciosas
incorporadas en sus muros significan las almas elegidas en las
cuales mora Dios; siendo los doce fundamentos los apóstoles
del cordero. El oro transparente y brillante de sus calles
significa que el tabernáculo de Dios está construido de los
puros de corazón; este simbolismo corresponde al de las
túnicas blancas.
No había santuario en
él; es decir, la Presencia no está localizada. No hay en él
alternación de luz y oscuridad; no hay necesidad de calcular
los soles y las lunas; vive en la luz perpetua de la
Presencia. No es necesario encender ningún candelabro de siete
brazos para que alumbre toda la noche; el Cordero es la
lámpara.
La luz alumbrará al
mundo por medio de las vidas de las almas elegidas en las
cuales mora Dios. La comunidad de los electos está abierta de
par en par; sus puertas nunca están cerradas. No hay
distinciones nacionales. Los reyes de la tierra le traen su
gloria; una referencia a los sacrificios ofrecidos por los
emperadores romanos y otros en Jerusalén. El honor que le
rindieron al santuario vendrá a esto. Gratis para todos serán
las aguas y los frutos del paraíso espiritual.
Ningún sacerdocio
hereditario y monopolista tendrá posesión exclusiva de este
santuario, ni mediará entre Dios y su pueblo. Todos sus
siervos permanecerán en su presencia, y cada uno de ellos será
como el sumo sacerdote, y tendrá su nombre en su frente.
Visión universal abierta: sacerdocio universal abierto.
Este epílogo forma un
cuadro de la iglesia católica, en cada uno de cuyos puntos es
contrastada con el antiguo templo judío, y aparece más
glorioso porque cada parte de él está llena de la iluminación
de la Presencia que había estado confinada al Lugar Santísimo.
Juan evita deliberadamente todos los ornamentos del culto del
templo - las túnicas blancas, los cinturones de oro, las
arpas, el incienso, el altar; todos han desaparecido. Nótese
también su forma cuadrada, sus puertas, y sus aguas vivas,
todas las cuales son tomadas del templo de Ezequiel.
El
sacrificio en el templo
Hemos recorrido las
adiciones posteriores al poema de San Juan y visto cuán
iluminador es someterles a prueba desde el punto de vista
litúrgico; ahora nos volvemos a las visiones anteriores que
son preservadas dentro de este andamiaje.
Los capítulos 1 a 5
son material nuevo que forma una introducción para este
sistema más antiguo; y sin duda, se han de encontrar en ellos
elementos más antiguos. Ya he señalado cómo debe verse el Sumo
Sacerdote en la visión de Cristo en el capítulo 1, el
santuario y sus ornamentos en el capítulo 4, y el cordero
inmolado en el capítulo 5.
Ahora permítaseme
delinear el procedimiento del sacrificio diario en el templo;
puede dividirse como sigue:
1. Inmolación del cordero.
2. La preparación de las
ofrendas.
3. Intervalo para la
oración.
4. La ofrenda del incienso.
5. Se quema el incienso.
6. Salmos, etc. El "clamor".
7. Comer el sacrificio: si
es una ofrenda por el pecado.
1. La inmolación
del cordero.- Cuatro
acontecimientos tenían lugar simultáneamente: la trompeta se
hacía sonar tres veces, y se abrían las puertas del Naos y las
puertas del santuario; en el mismo momento, el cordero era
inmolado, y su sangre era asperjada contra el altar.
Por necesidad, Juan debe comenzar con el cordero inmolado,
pues desea incorporarlo al esquema cristiano de culto que ha
prefijado a sus anteriores series de visiones; el v. 6 es, por
lo tanto, la culminación del uno y la apertura del otro. Vio
un cordero de pie como inmolado. Ya he señalado que las
palabras "de pie" son una traducción literal de Tamid, el
nombre técnico del sacrificio matutino. Por lo tanto, el
versículo debería traducirse: "Vi el cordero del Tamid como
inmolado". La expresión recurre en el 14:1.
(Los veinticuatro
ancianos cantan un "cántico nuevo", que ahora tienen arpas e
incienso como sacerdotes; pero esto tiene que ver con el
esquema cristiano, que se traslapa en este punto. El "cántico
nuevo" en el templo vino un poco más tarde; y Juan lo ha
diferido hasta el 14:3).
Saltándonos el
episodio no litúrgico de los cuatro jinetes, llegamos a las
almas bajo el altar (6:9). Inmediatamente después de que el
cordero era inmolado, su sangre era rociada sobre el altar; en
el pensamiento hebreo, hay una fuerte conexión entre la sangre
y el alma, y las almas descritas aquí son las almas de los
sacrificados. Ellos oran también pidiendo venganza de su
sangre. Se piensa que la sangre es vertida en el suelo; se
considera que el alma/la sangre sube a Jehová. El mismo
pensamiento en definitiva subyace el sacrificio de sangre y la
venganza de sangre. Vemos que ya las muertes de los muertos
inocentes están asociadas con la muerte del Cordero; quizás se
consideran purificados por su sangre, porque se les da una
túnica blanca (véase más arriba).
Pasando sobre el
sexto sello y el posterior pasaje litúrgico asociado con él,
llegamos a las trompetas y la ofrenda del incienso (8:1). La
ofrenda del incienso parece estar fuera de lugar, y por el
momento la dejaremos de lado, notando, sin embargo, la
preocupación de Juan por un ceremonial correcto y hermoso. Una
de las bellezas del ceremonial es la acción simultánea
diseñada para evitar demoras mientras se hacían los
preparativos.
1. Se les dan siete trompetas a
siete ángeles.
2. Se ofrece el incienso.
3. Se hacen sonar las
trompetas.
La misma particularidad
aparece en el caso de las siete fuentes (véase 15:1).
Regresemos al sacrificio del cordero. La señal para la
inmolación del cordero era tres trompetazos; estos tres
trompetazos eran también una señal para que se abrieran las
puertas del templo y del santuario. Esto es lo que encontramos
en Juan:
Siete trompetas (8:1-11:18).
Apertura del santuario de
Dios en el cielo (11:19).
Por lo tanto, estamos
justificados al arribar a la conclusión de Juan está siguiendo
el ceremonial del templo, si bien de un modo aproximado. La
semejanza es más exacta cuando recordamos que el Dr. Charles
ha dado muy buenas razones para suponer que en Apocalipsis
el número de trompetas era también originalmente tres. El
argumento del ceremonial convierte la hipótesis del Dr.
Charles en certeza. La serie de siete sellos y siete
trompetas, como he observado en el texto, no es la
clave de la construcción de Apocalipsis, sino
que lo oscurece; fue introducida para atar juntas las visiones
que no eran coherentes.
Al tratar con el Naos o santuario en el cielo, pisamos sobre
terreno muy delicado. Dos cosas parecen claras. Una es que la
"Presencia" o gloria divina ha abandonado a Jerusalén, de
manera que ya no hay más Naos; la otra es que el Naos en el
cielo es el número de creyentes electos en los cuales la
Presencia ha de morar de aquí en adelante. Es universal, está
en los "cielos", abierta para todos. Creo que las anteriores
series de visiones habrían de terminar, o quizás terminaron,
con el descenso de este templo no hecho de manos.
Creo que se encuentran dos rastros de él: la promesa de 3:12:
Yo le haré columna en el templo de mi Dios, y la
declaración sobre los mártires triunfantes, 7:15: Le
sirven día y noche en su templo.
Este pensamiento del
nuevo templo del cielo fue reemplazado por algo mejor, la
visión de la nueva ciudad que no tiene templo, y en la cual no
hay ni día ni noche.
Ahora vemos por qué
la muerte del cordero debía ocurrir primero. Fue la muerte de
Cristo lo que abrió el camino. Cuando venciste el poder
de la muerte, abriste el reino de los cielos para todos
los creyentes. Comparando a Juan con el ritual del
templo, tenemos:
Templo. Simultáneo. |
San Juan. |
Tres trompetas. |
Cordero inmolado. |
Cordero inmolado. |
Sangre en el altar. |
Sangre rociada sobre el
altar. |
Tres trompetas. |
Puertas abiertas. |
Puertas abiertas. |
La
ofrenda del incienso (Apoc. 8:3-5)
¿Por qué, entonces,
está la ofrenda de incienso puesta en el lugar equivocado?
Sobre este punto se pueden hacer una o dos sugerencias. La
primera es un punto literario de alguna importancia. Juan está
siguiendo varios complicados sistemas en este libro, y el
orden lógico de uno a veces tiene que hacer lugar para otro.
He mostrado cuán fielmente sigue el orden de Apocalipsis
al libro de Ezequiel; ahora este pasaje está
basado en una visión de Ezequiel que viene en
este punto. Si Juan permanece fiel a Ezequiel, la visión del
sellamiento debe seguir inmediatamente.
Además, había sólo un
día en el año cuando la ofrenda del incienso ocurría más
temprano; y este día era el día de expiación, el único día en
que el sumo sacerdote debía oficiar en persona. Encontraremos
otras razones para suponer que Juan tenía en mente el día de
expiación. Ya hemos dado una. El sumo sacerdote (Cristo) se
nos ha mostrado en el capítulo 1 llevando las vestiduras
blancas, y el único día en que el sumo sacerdote se vestía de
blanco era el día de expiación.
Si esta sugerencia es
correcta, Juan no se ha limitado al ceremonial de un tipo de
sacrificio solamente. Su ceremonial es combinado. Podemos
notar que él no habría podido usar sólo el ceremonial del día
de expiación, pues entonces habría tenido que simbolizar a
Cristo por medio de un macho cabrío.
La ceremonia descrita
por Juan parece estar basada en el ritual diario, pues es
llevado a cabo por un ángel, no por Cristo el sumo sacerdote;
pero posiblemente no hay que insistir en esta necesidad, pues
el ángel simboliza todo el proceso de intercesión. La media
hora de silencio que precedía a la ofrenda del incienso
corresponde al silencio y la postración que seguían en el
sistema del templo. Podemos observar que, en el ritual diario,
al templo se entraba en este momento, y se limpiaba el altar
del incienso; el templo celestial no necesitaría esto. Por
otra parte, cuando llegamos al punto en que la ofrenda de
incienso tenía lugar en el ritual diario, encontramos que Juan
tiene un pasaje muy interesante que corresponde a él.
Para resumir. En este
punto, Juan deseaba simbolizar las oraciones de los muertos
inocentes que llegaban delante de Dios y eran contestadas. Por
lo tanto, él mueve la ofrenda de incienso a este punto, como
en el día de expiación. Así preserva su paralelismo con
Ezequiel.
Sigue un largo pasaje
no litúrgico. A las tres trompetas se las hace simbolizar la
voz de la profecía en su denuncia del pecado. Alargadas a
siete, recuerdan la caída de la ciudad de Jericó (8:6 a 9:21).
Luego viene la
culminación y el cumplimiento del ministerio profético en el
evangelio cristiano, en relación con el cual él relata su
propio llamado, y su obra peculiar y distintiva que ha de
profetizar contra Jerusalén. Jerusalén debe ser destruida;
sólo el templo ha de ser preservado; y hemos visto que, por
medio del templo, él quiere decir la comunidad de almas
electas en las cuales está morando la Presencia de Dios. El
verdadero Israel es ahora la iglesia cristiana (10:1 a 11:13).
Todo esto es concluido por la
última trompeta y la apertura del templo celestial (11:14-19).
El gran interludio es
también no litúrgico. Narra la aparición del Libertador, su
victoria sobre Satanás, la persecución de sus seguidores en
Jerusalén, y la aparición de la bestia (el sistema del
dios-emperador romano) que persigue a sus seguidores más allá
de sus fronteras (12 y 13).
2. La preparación
del sacrificio.- Después de
que el cordero era inmolado y su sangre había sido rociada
sobre el altar, todavía quedaba mucho por hacer. El cordero
tenía que ser despellejado y cortado en trozos; sus entrañas y
sus patas eran lavadas en el lavacro; y se le ponía sobre la
pendiente que conducía al altar. Entonces los sacerdotes iban
a orar a la sala de las piedras pulimentadas.
El capítulo 14
comienza con el cordero de pie sobre el monte de Sión,
o más bien el cordero del Tamid sobre el monte de Sión.
Como el monte de Sión es el sitio del templo, no es necesario
elaborar sobre el aspecto sacrificial de este versículo.
Con él están los
ciento cuarenta y cuatro mil que fueron "sellados"; éstos
tienen el nombre de su padre escrito en sus frentes.
Éstos son los mártires, que, junto con el cordero, forman el
sacrificio. También son sacerdotes. El sumo sacerdote llevaba
en la frente una placa de oro, el petalón, con el nombre
sagrado de Jehová, Santidad a Jehová. En el
versículo 4, son descritos como las "primicias", un término
definitivamente sacrificial; y en el versículo 5, se dice que
son "sin mancha"; un material perfecto para el sacrificio.
En el texto, he
comentado la declaración del versículo 4 de que no se
contaminaron con mujeres. En el sacrificio, los sacerdotes
tenían que observar ciertos tabúes ceremoniales que les
mantenían técnicamente "santos"; entre éstos estaban la
abstinencia de relaciones sexuales con mujeres.
Luego sigue el
cántico nuevo, cantado, no en el salón de las piedras
pulimentadas, sino delante del trono; pero trataré de esto más
adelante.
Después de los tres
ayes, que no son litúrgicos, encontramos la venida de uno como
hijo del hombre en una nube blanca, seguido por la cosecha y
la vendimia de la tierra. Éstas son de un tono fuertemente
litúrgico. Establezcámoslo litúrgicamente.
Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la
nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la
cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz
al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega;
porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra
está madura.
Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz
en la tierra, y la tierra fue segada.
Salió otro ángel del templo que está en el cielo,
teniendo también una hoz aguda.
Y salió del altar otro ángel, que tenía poder
sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz
aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la
tierra, porque sus uvas están maduras.
Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió
la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira
de Dios.
Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del
lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil
seiscientos estadios.
La forma y el tono
litúrgicos de esta sección son obvios, e invitan a un estudio
más detenido del que pudimos darle en el texto del libro. Es
un pasaje muy complicado.
1. Su referencia primaria es a Marcos 13:26, que
habla: (a) del Hijo del Hombre que vieneen las nubes, (b) de
que envía a sus ángeles a reunir a los escogidos para su
reino, y (c) del sol que se oscurece, etc, con lo cual se
quiere decir la caída de Jerusalén.
2. Tal como está el pasaje, el significado de una resurrección
de los justos es imposible, aunque puede haber querido decir
eso en la primera recensión del poema. Tal como está,
significa la separación de los escogidos, y su huida de la
condena de Jerusalén.
3. Hay una referencia al calendario judío y al
sistema de festividades observadas en el templo: (a) La
Pascua al comienzo del año, marcando el comienzo de la
cosecha, y (b) Los tabernáculos o la recolección al final
del año, marcados por la vendimia. Esta alusión relata la
visión de nuestra suposición previa de que la primera
recensión terminó con el simbolismo basado en los
tabernáculos. 14:1 y ss. habrían seguido a esta visión.
4. la
forma litúrgica sugiere que puede estar basada en el ritual de
la recolección de la cosecha. Ahora bien, el corte de la
primera gavilla era en sí mismo un ritual, conocido como
primicias de los primeros frutos. Ocurría el 15 de Nisán, el
día de "gran solemnidad" de Juan 19:31, y como se hacía de
noche, era contemporáneo con la resurrección.
Nisán 14. Cordero inmolado. |
Crucifixión |
Pascua comida |
Sepultura |
Nisán 15. Solemnidad |
|
Las primicias cortadas |
Resurrección |
En el año de la crucifixión, dio la casualidad que el 15 de
Nisán también cayó en sábado; pero, por supuesto, esto era
coincidencia. He fechado la crucifixión, etc., como en el
cuarto evangelio, que yo considero correcto; pero en todo caso
las referencias en Apocalipsis son al relato de
la crucifixión como se da en el evangelio.
5. En su relato del templo y sus
servicios, Lightfoot da un bosquejo del ritual de la gavilla.
"Los que el Sanedrín
enviaba por ella salían en la tarde del día santo (el primer
día de la semana de la pascua); tomaban con ellos cestos y
hoces, etc.; cuando estaba oscuro, uno les dcía a los demás:
'En este sábado, en este sábado, en este sábado; en este
cesto, en este cesto, en este cesto. El rabino Eliécer, hijo
de Sadoc, dijo: Con esta hoz, con esta hoz, con esta hoz. Cada
persona tres veces. Y le contestaban: Bien, bien, bien; y él
les indicaba que segaran".
A primera vista, esto
quizás no sea un paralelo tan estrecho como uno habría deseado
que fuera el pasaje que estamos comentando; pero hay puntos de
semejanza: (a) Había un diálogo que tenía lugar al principio
de la siega. (b) Menciona específicamente el tiempo: Este
sábado = Ha llegado la hora. (c) Menciona específicamente la
hoz. (d) Al segador se le ordena hacer su trabajo; pero las
palabras de esta orden no se dan. Los dos diálogos son del
mismo carácter, tienen el mismo propósito, involucran a
oradores similares, y tienen puntos de semejanza; no podríamos
esperar mucho más.
(La palabra sábado
exige una nota. Creo que tengo razón al decir que el 15 de
Nisán, aunque no es necesariamente un sábado, podría llamarse
un sábado, porque en todo respecto era igual a un sábado y se
observaba de la misma manera. Se excusaba la violación del
sábado utilizado para cortar la primera gavilla).
6. Otro paralelo muy
interesante lo proporciona la etapa que ahora hemos alcanzado
en el Tamid, o sacrificio diario. A los trozos del cordero se
le añadían (a) la ofrenda alimenticia de harina fina, y (b) la
ofrenda diaria del sumo sacerdote, que consistía de pan y
vino. Por supuesto, el Hijo de Dios es el sumo sacerdote
cristiano; la siega del trigo y la vendimia proporcionan algún
paralelo con el pan y el vino. La conexión, que parece más
bien caprichosa, equivaldrá a una certeza si aceptamos la
relación propuesta en el texto del libro entre el corte de la
viña de la tierra y el asesinato del sumo sacerdote Ananías,
pues esto proporciona un segundo punto de contacto con el
pensamiento del sumo sacerdote.
Para un poeta del
tipo de Juan, la idea de la ofrenda de pan y vino del sumo
sacerdote demostraría ser base para un simbolismo rico y
complejo. (a) Considerando la crucifixión, existe la idea del
sumo sacerdote Jesús ofreciéndose a sí mismo en el Calvario, y
antitéticamente, la idea de que su ofrenda era la obra de
Caifás, el sumo sacerdote oficial; y enlazada con esto,
la institución del sacramento del pan y del vino la
noche antes de la crucifixión. (b) Tomando el asesinato de
Ananías como punto de partida de la ruina de Jerusalén, existe
la idea de un sumo sacerdote oficial que yace muerto,
sacrificado, como lo describe Josefo, en los atrios del templo
mismo; una venganza de sangre.
7. La imagen del
lagar aclara el simbolismo de la venganza de sangre, y sugiere
en seguida a los edomitas que asesinaron a Ananías.
Las palabras "fuera
de la ciudad" son el eslabón con la crucifixión, y
proporcionan un enlace con la ofrenda por el pecado cuando era
ofrecida por el sumo sacerdote o por la nación entera, como en
el caso especial del día de expiación; porque era entonces
cuando el cuerpo de la víctima era llevado fuera de la ciudad
para ser quemado. (Nota: El día de la expiación sigue
a la festividad de la recolección).
Por lo tanto, los paralelismos
en la segunda sección pueden resumirse como sigue:
Templo
|
Juan
|
Preparación del cordero. |
|
Trozos puestos sobre la
pendiente del altar. |
El cordero del Tamid sobre el
monte Sión. |
Ofrenda de alimentos. |
|
Ofrenda del sumo sacerdote. |
Aparición del Hijo del
Hombre. |
Pan. |
Siega. |
Vino. |
Vendimia. |
Los paralelos que aparecen con el Cordero en Juan pueden tal
vez compararse con las numerosas ofrendas voluntarias que
acompañaban al Tamid.
3. Intervalo para
oraciones, etc. - En este
punto del ritual del templo, cuando todo estaba preparado para
el sacrificio, los sacerdotes se retiraban al salón de las
piedras pulimentadas para ofrecer oraciones, que incluían los
Diez Mandamientos y el Shema. Entre ellos estaba "G'ullah",
que incluye los siguientes versos en la forma que todavía se
usa entre los judíos:
Verdadero y firme es que tú eres
Jehová: nuestro Dios y el Dios de nuestros padres.
Tu
nombre es desde la eternidad: y no hay Dios aparte de tí.
Los
que fueron liberados cantaron un nuevo cántico: cantad a su
nombre a la orilla del mar.
Juntos alabaron y te aclamaron como rey: y
dijeron: Jehová reinará, porque ha redimido a Israel.
No nos sorprende, por
lo tanto, encontrar a Juan introduciendo en este punto el cántico
de
Moisés,
siervo de Dios y del Cordero. Es cantado por los
mártires de pie al lado del mar de vidrio en el cielo, que
ahora aparece como mezclado con fuego, una clara referencia al
Mar Rojo de la liberación mosaica. El cántico de Juan se
parece mucho al ceremonial del templo:
Grandes y
maravillosas son tus obras, Jehová Dios de los
ejércitos.
Justos y
verdaderos son tus caminos, oh rey del mundo.
¿Quién no
te temerá, oh Jehová, y glorificará tu nombre?, pues sólo tú
eres santo.
Porque
todas las naciones vendrán y adorarán delante de tí: porque
tus justos actos se han mostrado.
Al "cántico nuevo"
mencionado en el ritual del templo se ha aludido anteriormente
en 14:3 por los que están de pie con el Cordero en el monte
Sión; pero este cántico sólo es conocido por los que lo
cantan. Sin embargo, en este punto el cántico sirve para
identificarles como sacerdotes y como víctimas.
Un "cántico nuevo"
también les ha sido dado a los veinticuatro ancianos
sacerdotales que dirigen el culto cristiano en el capítulo 5.
Esto también sigue la revelación del cordero del Tamid como inmolado (5:9). "Digno
eres de tomar el libro ... porque tú fuiste inmolado, y
con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y
lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro
Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra".
Es imposible decir
cuánto de esta salmodia está basada en el ritual del templo, o
cuánto de ella ha influido en la liturgiología. ¿No es posible
que el "verdadero y fiel" haya sugerido el "adecuado y
correcto"?
Una forma del Verdadero y Fiel
se usa todavía en las oraciones matutinas de las sinagogas.
4. La ofrenda del
incienso.- La siguiente sección del ritual
diario del templo era la ofrenda del incienso en el altar de
oro dentro del Naos. Hemos observado que Juan ha puesto esta
parte del ceremonial más anteriormente; pero eso le ha
permitido poner algo mucho más significativo aquí.
Notemos primero que
él ha dispuesto el ritual de las siete copas exactamente como
ha dispuesto el ritual de las siete trompetas. Una comparación
será suficiente para mostrar esto:
Las trompetas
|
Las copas
|
Se dan las trompetas |
Las copas están listas |
Se ofrece el incienso |
El cántico de Moisés y del
Cordero |
Se hacen sonar las trompetas |
Aparecen los ángeles con las
copas |
|
El humo de la gloria |
|
Las copas derramadas |
Se notará que, en el
caso de las copas, a las cuales llegamos ahora, el ritual es
más complicado, como lo amerita la mayor importancia del
acontecimiento. Por supuesto, ellas son la verdadera respuesta
a las oraciones ofrecidas con el incienso; las trompetas son
advertencias.
El punto al que hemos
llegado ahora era el más solemne en el ritual diario. El
sacerdote con el incienso entraba con cuatro ayudantes, que
preparaban todo y luego se retiraban; el sacerdote encargado
del incienso, que ahora estaba solo en el Naos, arrojaba el
incienso sobre los carbones, y el Naos se llenaba de humo.
Luego venía el silencio solemne de la intercesión, postrándose
el pueblo y los sacerdotes que estaban afuera. Este era el
momento de las oraciones y de la respuesta a las oraciones.
Lucas hace un relato de él en el primer capítulo de su
evangelio.
En Juan leemos que el
Naos se llenaba del humo de la gloria de Dios y de su poder.
Como en la historia de la dedicación de Salomón, la Presencia
"visible" de Dios aparece en el templo, las señales externas
que correspondían a la columna de humo de día y la columna de
fuego de noche en el templo. Tanto la gloria como el poder son
palabras que no significan nada más en el hebreo rabínico
excepto Dios mismo en su gloria y su poder. Después del
incienso y las trompetas en el capítulo 8, leemos que el naos
apareció en el cielo con el arca, que era la señal externa del
pacto de Dios; ahora el naos se llenaba con la shekinah.
Del mismo modo que en
el caso anterior vimos algún paralelismo con el ceremonial del
día de expiación, lo mismo se encuentra aquí: Nadie podía
entrar en el Naos hasta que las siete plagas de los siete
ángeles estuviesen concluidas. En el día de expiación, una vez
que el sumo sacerdote había entrado al Naos, nadie podía
entrar en él hasta que hubiese terminado su obra. Pero en las
ceremonias de Juan todavía no hay señal del sumo sacerdote.
Todo se le confía a los ángeles; y el esplendor de su venida
se tarda.
El
derramamiento
de sangre
Ahora llegamos a otro
punto en el cual Juan abandona el orden del Tamid, que en este
punto no tiene derramamiento de sangre; se ha hecho al
comienzo. Hay varias razones para esto.
Juan va a tener dos
derramamientos de sangre, porque está usando el simbolismo de
la venganza de sangre; se ha derramado sangre, y más sangre
debe vengarla.
Era en este punto en
el día de expiación que el sumo sacerdote salía, después de
purificar el naos y el Lugar Santísimo, para rociar la sangre
sobre los cuernos del altar y purificarlo, siguiendo la
costumbre de todas las ofrendas por el pecado.
La ofrenda del día de
expiación era una versión especial de la ofrenda por el
pecado, una ofrenda por el pecado por el sumo sacerdote y la
nación entera; en tales casos se daban instrucciones para que
los despojos se llevaran y se quemaran "fuera del campamento"
- es decir, en tiempos históricos, "fuera de la ciudad". He
señalado cómo nuestro autor y el autor de la Epístola a
los Hebreos han destacado la semejanza entre esta
costumbre y la crucifixión de nuestro Señor "fuera de la
ciudad".
En la ofrenda por el
pecado, todo el resto de la sangre era derramado al pie del
altar; y esta ceremonia ha proporcionado la base para lo que
sigue en Apocalipsis. En el día de expiación,
el sumo sacerdote entraba al Lugar Santo y rociaba sangre
siete veces hacia el velo; luego salía con la reconciliación y
la expiación para el pueblo. Nada de esto ocurre en
Apocalipsis, porque no hay reconciliación. No aparece ningún
sumo sacerdote. Sólo una "gran voz" desde dentro del Naos
dirige a los siete ángeles para que derramen sus copas, y los
siete ángeles en "piedra blanca" y cinturones de oro salen con
las siete libaciones para vertirlas sobre la tierra. Debe
suponerse que, en el pensamiento de Juan, la tierra que se ha
empapado en la sangre de Jesús y de sus mártires es un gran
altar de ofrendas quemadas y de sangre.
Es una reversión de
todos los valores y expectativas. No hay expiación, ni
reconciliación; lo que debe seguir es rechazo, retribución, y
destrucción.
El simbolismo de la
venganza de sangre se repite durante las siete copas. Bajo la
segunda, el mar se convierte en algo como la sangre de un
cadáver. Bajo la tercera, los ríos se convierten en sangre, y
siguen un versículo y una respuesta:
Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres
tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has
juzgado estas cosas. Por cuanto derramaron la sangre de los
santos y de los profetas, también tú les has dado a beber
sangre; pues lo merecen. También oí a otro, que desde el
altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus
juicios son verdaderos y justos.
En el texto del libro, he
señalado que altar aquí significa los mártires, o su sangre
derramada sobre la tierra.
Cuando la séptima
copa es derramada en el aire, salió una gran voz del Naos y
del trono, diciendo, CONSUMADO ES ... y Babilonia la grande
fue recordada delante de Dios para darle a beber de la copa
del vino de su ira. Aquí también el tono litúrgico no puede
ser pasado por alto. "Recordado delante de Dios" es una frase
devocional; y volveremos a la copa.
5. Las ofrendas
quemadas. - La siguiente
etapa en el ritual diario era quemar todas las ofrendas,
excepto las libaciones, que eran vertidas al pie del altar.
Babilonia es
sacerdote y víctima. Su lino fino es sacerdotal. Su púrpura y
su oro y su escarlata y su azul son sacerdotales. El lino fino
recuerda las piedras del templo que resplandecían como la
nieve. Babilonia está "cubierta de oro", como el templo. En
frente de la puerta del Naos un "tapiz babilónico en el cual
el azul, el púrpura, el escarlata, y el lino estaban mezclados
con tal destreza que uno no podía mirarlo sin admirarlo", como
nos cuenta Josefo.
Todas las mercaderías
de 18:11, que los críticos dicen nunca podrían haber llegado a
un pueblo pequeño como Jerusalén, habrían sido usadas para
construir y amoblar el templo; el transporte de estas cosas
debe haber ocupado muchos barcos. Y nótese la ironía al final,
caballos y carruajes y esclavos, sí, y almas.
La conjunción del desierto y el
escarlata en 17:3 sugiere el macho cabrío.
Sus antiguos amantes
han de dejarla desolada y desnuda, y devorarán su
carne, y la quemarán con fuego, y la única excusa
para este horrible simbolismo es que se ha tomado de la
ofrenda por el pecado.
Un versículo de
ironía maestra se encuentra en 18:5: Sus pecados han llegado
hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. En
hebreo, hattah significa tanto pecado como ofrenda por
el pecado; no es sino hasta la última palabra del renglón,
cuando leemos la palabra maldades, que se hace evidente su
significado: pecados.
Babilonia, la
falsamente sacerdotal, es ella misma la ofrenda encendida. Es
otra reversión de las expectativas. En el fuego será
quemada, cuando vean el humo de su incendio; y
finalmente, cuando suba el grito de triunfo, Aleluya; porque
su humo sube por siempre y siempre. Ella se convierte en una
ofrenda encendida continua. (Comp. Lev. 6:13).
Ni es ése el fin.
Falta una ceremonia. La copa de vino del sumo sacerdote, la
libación, debe ser vertida. Esto tampoco ha sido olvidado,
sino que ha sido convertido en una comunión. Dadle a
beber de la copa del vino de su ira porque ella está ebria
con la sangre de los mártires de Jesús. Dadle a ella como
ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras. Así
termina la venganza de sangre. En ella se halló la sangre
de los profetas y de los santos y de todos los fueron
muertos como sacrificio sobre la tierra (18 y
19).
6. Los Salmos.- Después de que la libación fue vertida,
vinieron los salmos; hubo un grito; hubo trompetazos; hubo
postración y silencio; por primera vez, hubo música
instrumental. Todo esto está reflejado en el coro del Aleluya
que se eleva después de la caída de Babilonia. No es necesario
que el detalle de él nos detenga aquí, a no ser porque los
aleluyas recuerdan los últimos salmos del libro; y que cada
coro comienza con Aleluya, aunque en un caso ha sido traducido
en "Alabanza a nuestro Dios" (19:1-10).
7. La fiesta por
el sacrificio.- Después de
las ofrendas por el pecado, el sacerdote comía parte del
sacrificio. Dos fiestas siguen a la salmodia aquí, una para
los amigos de Dios, y una para sus enemigos. La primera es la
fiesta de bodas del cordero, con su obvia referencia a la
eucaristía (19:9) . La otra es la invitación a las aves del
cielo para saciarse de la carne de los que caen en las guerras
del Mesías (19:17).
La parte hebrea del
libro tiene dos puntos litúrgicos adicionales antes de
terminar: (1) La salida del gran Sumo Sacerdote
(19:11), en el cual el simbolismo litúrgico ya ha
desaparecido; él sale del cielo, no del Naos. El Naos en el
cielo parece desvanecerse con el templo terrenal. He discutido
el simbolismo de este pasaje; pero vale la pena notar
nuevamente el lino fino y las vestiduras sacerdotales
salpicadas de sangre. Un detalle es el nombre escrito sobre el
muslo; en el texto he dado una explicación, que creo que es el
central. Pero vale la pena notar que el muslo lleva aparejada
la santidad sacerdotal; era parte de la ofrenda por el pecado
que le tocaba al sacerdote. He visto dibujos judíos medievales
con una letra grabada sobre el muslo. Pero no conozco la
explicación. (2) El Nuevo Naos (2:13). Aquí
también ha desaparecido el simbolismo litúrgico, aunque la
descripción del nuevo orden que reemplaza a la antigua
Jerusalén está tomada de Levítico: "He aquí el tabernáculo de
Dios está con los hombres, y morará con ellos, y ellos serán
su pueblo, y Él será su Dios".
Se usa la palabra
tabernáculo, pero hay sólo un fantasma del antiguo simbolismo
sacerdotal. El nuevo santuario es universal, humano, católico,
no nacional, ni local. Continúa describiéndolo más plenamente
en el capítulo 22; pero eso pertenece a la última parte del
libro, que trata del culto cristiano.
He tratado con
bastante abundancia en este apéndice con el antecedente
litúrgico del libro, porque parece haber sido descuidado y sin
embargo parece ser muy importante. Arroja gran luz sobre el
tono y los motivos del libro. Refuerza el punto de vista de
que Babilonia es la Jerusalén sacerdotal. Puede que arroje
alguna luz sobre el desarrollo del culto cristiano, y hasta
sobre el culto en el templo.
No puedo pretender
haber hecho más que abrir trocha a través del denso bosque de
oscuridades; y lo que he revelado, no profeso entenderlo.
Hasta que conozcamos lo que sentía un judío cuando veía la
sangre siendo rociada sobre el altar, o el fuego consumiendo
el cordero del Tamid, difícilmente podemos esperar entrar en
las complejidades de la poesía litúrgica de Juan.
LA
ESTRUCTURA LITÚRGICA DE APOCALIPSIS
A. EL
SACRIFICIO HEBREO
Apocalipsis
|
Los Sacrificios en
Jerusalén
|
1-3 Introductorio. |
El Sumo Sacerdote. |
4. Culto cristiano A. El
Creador. |
Los ornamentos del templo. |
5. Culto cristiano B. El
Cordero. |
1. El cordero inmolado al
amanecer. |
6. (Los cuatro jinetes).
Las almas bajo el altar.
(El sexto sello). |
La sangre rociada sobre el
altar. |
7. Culto cristiano C. Los
mártires. |
La fiesta de los tabernáculos. |
8. Las trompetas.
Ofrenda del incienso. Esto no ocurre en este punto en el
ritual diario, pero sí en el Día de Expiación. Véase más
abajo. En el ritual del templo, el silencio sigue
después de haber quemado el incienso. |
Tres trompetas. |
9. (Las trompetas, que eran tres
originalmente, simbolizan el mensaje profético). |
|
11. (El llamado de Juan, y su
testimonio contra Jerusalén). La apertura del
santuario en el cielo. |
Se abren las puertas del templo
y del santuario. |
12 y 13. (El gran interludio). |
|
14. El cordero y sus
seguidores sobre el monte Sión. |
2. Preparación del
sacrificio.
El cordero es degollado, descuartizado, lavado, puesto
al lado del altar. |
Primicias. Sin mácula. |
|
La siega (pascua). |
La ofrenda de alimentos. El
pan. |
La vendimia
(recolección). |
La libación. El vino. |
15. Cántico de Moisés y del
Cordero. |
Pausa para la oración y la
alabanza. |
Se abre el santuario. |
3. Ofrenda de incienso. |
El humo de la gloria. |
Silencio. |
Nadie puede entrar al
santuario. |
Intercesión. |
Juan ha situado el simbolismo
del incienso antes, aunque el humo lo recuerda aquí. En
el día de expiación, nadie podía entrar al santuario
sino hasta que el sumo sacerdote hubiese concluído su
obra allí. |
|
16. Las siete copas |
El derramamiento de sangre.
En el ritual diario, esto se hace al principio, pero el
día de expiación, el sumo sacerdote rociaba sangre sobre
el propiciatorio y el altar en este punto. |
17, 18. Babilonia quemada.
Su copa. |
4. La víctima es quemada.La
copa es derramada. |
17:16. se refiere al ritual de
la ofrenda por el pecado; 17: 2, 3 recuerda al
macho cabrío. |
|
19. El coro del Aleluya. |
5. Los salmos. |
La cena de bodas del
Cordero.
El Sumo Sacerdote sale del cielo (comp. Ecclus.50). |
|
La gran cena de Dios. |
6. La fiesta del sacrificio. |
20. (Las guerras del Mesías y
los juicios). |
|
21, 22. El tabernáculo de
Dios con los hombres
El culto cristiano D. El culto universal de la
humanidad. (comp. Lev.
26:11-12). |
|
Nota: Este cuadro muestra cómo la
estructura de la parte antigua de Apocalipsis sigue los
acontecimientos del sacrificio diario, con las variantes
sugeridas por el ritual del Día de Expiación.
B. CULTO CRISTIANO
1. ESQUEMA PARA EL CULTO DE
SACRIFICIO CRISTIANO. |
|
A. El culto del Creador |
|
4.1 "Sube acá".
En espíritu, en el cielo. |
Alzad vuestros corazones. |
4-6 El trono, los ancianos,
las lámparas, y los seres vivientes. |
El "prefacio": Con los
ángeles y los arcángeles. |
8. Santo, Santo, Santo. |
El Sanctus. |
10. Los ancianos se unen:
Digno eres, etc. |
Concepto de comunión con el
cielo.
Es justo y correcto. |
B. La adoración del
Cordero. |
|
5:6 El cordero sacrificado. |
Recital de la vida y la
muerte redentoras. |
8 Adoración del cordero. |
|
14. Amén. |
Amén. |
2. EL CULTO DE LOS SANTOS
TRIUNFANTES
Esta es una anticipación
literaria de la visión con la cual Juan cierra su
poema; simboliza su fe en que los mártires son
triunfantes y anticipan las bendiciones preparadas
para todos. |
|
C. Los mártires en su
culto.
Nótese que no están incluidos ni bajo A ni bajo B. |
|
7:9 Vestiduras y palmas. |
|
10 Hosanna. |
Hosanna. |
15 Adoradle día y noche en su
santuario.
Dios "morará con ellos", como en un tabernáculo. |
Tomado prestado del ritual de
la Fiesta de los Tabernáculos. |
3. EL CULTO UNIVERSAL IDEAL
Aquí Juan bosqueja un culto
libre de las limitaciones de tiempo y espacio o las de
una religión y un sacerdocio hereditario. El
simbolismo del culto litúrgico judío se excluye
deliberadamente. |
|
D. El culto universal de
la humanidad. |
|
21:3 El morar con los hombres
como en un tabernáculo. |
No un templo hecho de manos. |
10 La gloria de Dios. |
Su presencia "visible". |
22 Ningún santuario en él. |
No es local. |
23 Su candelabro el Cordero. |
Candelabro de siete brazos. |
24 Los reyes de la tierra. |
Sacrificios reales de reyes
gentiles en Jerusalén. |
25. No hay noche. |
Libre de tiempos y sazones. |
22:4 Adoradle: ved su rostro. |
Presencia universal abierta. |
El nombre en la frente. |
Petalón del sumo sacerdote:
todos son sacerdotes. |
Nota:
En
A y B, Juan conscientemente está construyendo un modelo de culto
cristiano, un modelo que fue seguido por todas y cada una de las
liturgias eucarísticas de la Iglesia Católica. Está basado en el
ritual hebreo, y sin duda, refleja las costumbres de los días de
Juan.
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