¿Cuándo aprendemos lo bastante
acerca de relaciones para poder llevarlas sin
tropiezos? ¿Hay una manera de ser feliz en las relaciones?
¿Tienen que ser un reto constantemente?
No tienes nada que
aprender acerca de relaciones. Sólo tienes que demostrar lo
que ya sabes.
Hay una manera de ser feliz en
las relaciones, y ésa es usar las relaciones para el
propósito para el cual fueron creadas, no para el que tú las
destinaste. Las relaciones te están desafiando
constantemente; están constantemente invitándote a crear,
expresar, y experimentar versiones más y más altas de ti
mismo, versiones más y más grandes de ti mismo, versiones
más y más magníficas de ti mismo. En ninguna parte puedes
hacer esto más inmediatamente, con mayor impacto, y más
inmaculadamente que en las relaciones. En realidad, sin
relaciones, no puedes hacerlo en absoluto.
Es sólo a través de
tus relaciones con otras personas, otros lugares, y otros
eventos que tú puedes siquiera existir (como cantidad
cognoscible, como algo identificable) en el universo.
Recuerda, ausente todo lo demás, tú no existes. Sólo eres lo
que eres en relación con otra cosa que no lo es. Así es como
es en el mundo de lo relativo, a diferencia del mundo de lo
absoluto - donde yo resido.
Una vez que comprendes esto
claramente, una vez que captas esto profundamente, entonces,
intuitivamente, bendices a todas y a cada una de las
experiencias, todos los encuentros humanos, y especialmente,
las relaciones humanas personales, pues las ves como
constructivas, en el sentido más elevado. Ves que pueden ser
usadas, deben ser usadas, y que están siendo usadas (ya sea
que desees que lo sean o no) para construir quien tú
realmente eres.
Esa construcción
puede ser una magnífica creación de tu propio diseño
consciente, o una configuración estrictamente casual. Puedes
elegir ser una persona que ha resultado simplemente de lo
que ha ocurrido o de lo que has elegido ser y hacer acerca
de lo que ha sucedido. Es en esta última forma que la
creación de la personalidad se vuelve consciente. Es en la segunda experiencia que la personalidad
queda realizada.
Bendice, pues, toda relación,
y ten a cada una de ellas por especial y formativa de quién
tú eres - y que ahora eliges ser.
Ahora bien, tu pregunta tiene
que ver con relaciones humanas individuales del tipo
romántico, y entiendo eso. Así que permíteme referirme
específica y extensamente a las relaciones amorosas humanas
- ¡esas cosas que continúan dándote tantos problemas!
Cuando las
relaciones amorosas humanas fracasan (las relaciones nunca
fracasan realmente, excepto en el sentido estrictamente
humano de que no produjeron lo que se quería) es porque se
iniciaron por la razón equivocada.
(Por supuesto, "erróneo" es un
término relativo, que significa algo medido contra lo que es
"correcto" - ¡lo que sea eso! En tu idioma, sería más exacto
decir que "las relaciones fallan - cambian - más a menudo
cuando se entra en ellas por razones no completamente
beneficiosas ni conducen a su supervivencia").
La mayoría de las
personas entran en una relación con los ojos puestos en lo
que pueden sacar de ella, no en lo que ellos pueden aportar
a ella. El propósito de una relación es decidir qué parte de
uno mismo le gustaría ver que "se muestre", no qué parte de
otra persona uno puede captar y conservar. Sólo puede haber
un propósito para las relaciones - y para toda la vida: ser
y decidir quién y qué somos realmente.
Es muy
romántico decir que uno no era "nadie" sino hasta que
esa otra persona especial llegó a nuestra vida, pero eso no
es verdad. Peor. Pone una increíble presión en la otra
persona para que aquélla sea toda suerte de cosas que él o
ella no son.
No queriendo "defraudarlo
(a)", tratan muy fuertemente de ser y hacer estas cosas
hasta que ya no pueden más. Ya no pueden completar el cuadro
que se han formado de ellos. Ya no pueden llenar los papeles
que se les han asignado. El resentimiento se acumula. Sigue
la ira.
Finalmente, para salvarse
ellos mismos (y salvar la relación), estos prójimos
especiales comienzan a revelar sus verdaderas naturalezas,
actuando más de acuerdo con lo que realmente son. Es más o
menos por este tiempo que tú dices que "han cambiado".
Es muy
romántico decir que, ahora que tu otra persona especial ha
entrado en tu vida, te sientes completo. Pero el propósito
de la relación no es tener otra persona que podría
completarte, sino otra persona con la cual podrías completar
tu plenitud.
He aquí la paradoja de todas
las relaciones humanas: No necesitas ninguna otra persona en
particular para experimentar plenamente quién eres y ... sin
esa otra persona, no eres nada.
Esto es tanto el misterio como
la maravilla, tanto la frustración como el gozo de la
experiencia humana. Requiere profunda comprensión y total
disposición para vivir dentro de esta paradoja de manera que
tenga sentido. Observo que muy pocas personas lo hacen.
La mayor parte de
ustedes entra en sus años formadores de relación maduros de
anticipación, llenos de energía sexual, un corazón abierto
de par en par, y con un alma gozosa, aunque ansiosa.
En algún momento entre 40 y 60
(y para la mayoría, es temprano más bien que tarde) han
renunciado a su sueño más grandioso, han hecho a un lado su
más elevada esperanza, y se han conformado con su
expectativa más baja - o nada en absoluto.
El problema es tan básico, tan
sencillo, y sin embargo, tan trágicamente malentendido: tu
sueño más grandioso, tu idea más elevada, tu esperanza más
acariciada, tiene que ver con tus seres queridos en lugar de
con tu amada personalidad La prueba de tus relaciones ha
tenido que ver más con cuán bien la otra persona ha estado a
la altura de tus ideas, y cuán bien tú te viste a ti mismo
viviendo a la altura de las de ella. Pero la única prueba
verdadera tiene que ver con cuán bien tú vives a la altura
de tus propias ideas.
Las relaciones son
sagradas porque proporcionan la mayor oportunidad de la vida
- en realidad, su única oportunidad - para crear y producir
la experiencia de tu mayor conceptualización de la
personalidad. Las relaciones fallan cuando tú las ves como
la mayor oportunidad de la vida para crear y producir la
experiencia de tu mayor conceptualización de otra persona.
Dejemos que cada persona de
una relación se preocupe por su personalidad - qué está
siendo, que está haciendo y teniendo, qué está queriendo,
pidiendo, dando, buscando, creando, experimentando, y todas
las relaciones servirían magníficamente a su propósito - ¡y
a sus participantes!
Dejemos que cada
persona de una relación se preocupe, no del prójimo, sino
solamente, solamente, solamente de sí misma.
Esta parece una extraña
enseñanza, pues se te ha dicho que, en la forma más elevada
de relación, uno se preocupa sólo del prójimo. Pero yo te
digo esto: el enfocarte en el prójimo - tu obsesión con la
otra persona - es lo que hace que las relaciones fracasen.
¿Qué está siendo la otra
persona? ¿Qué está haciendo? ¿Qué está teniendo? ¿Qué está
diciendo? ¿Queriendo? ¿Exigiendo? ¿Pensando? ¿Anticipando?
¿Planeando? No importa lo que la otra persona esté pensando,
anticipando, planeando. Sólo importa lo que tú estás siendo
en relación con eso.
La persona
más amorosa es la que está centrada en sí misma.
Esa es una enseñanza radical ...
No si uno lo mira
cuidadosamente. Si tú no te puedes amar a ti mismo, no
puedes amar a otra persona. Muchas personas cometen el error
de buscar el amor a sí mismo por medio del amor de otra
persona. Por supuesto, no se dan cuenta de que están
haciendo esto. No es un esfuerzo consciente. Es lo que está
ocurriendo en la mente. En lo profundo de la mente. En lo
que ustedes llaman el subconsciente. Piensan: "Si sólo puedo
amar a mis prójimos, ellos me amarán a mí. Entonces, yo seré
digno de ser amado, y puedo amarme a mí mismo".
El reverso de esto es que
muchas personas se odian a sí mismas porque sienten que no
hay nadie que los ame. Esto es una enfermedad - es
justamente cuando la gente está "enferma de amor", porque la
verdad es que otras personas sí los aman, pero no importa.
No importa cuántas personas profesan amor por ellos, no es
suficiente.
Primero, no te
creen a ti. Piensan que estás tratando de manipularlos -
tratando de obtener algo. (¿Cómo podría uno amarlos por lo
que realmente son? No. Debe haber algún error. ¡Debe querer
algo! ¿Ahora, qué quiere?).
Se sientan por allí tratando
de adivinar cómo podría alguien amarlos realmente. Así que
no te creen, y se embarcan en una campaña para hacer que tú
lo pruebes. Tienes que probarles que los amas. Para hacer
esto, posiblemente te pidan que comiences a alterar tu
conducta.
Segundo, si
finalmente llegan a un punto en que pueden creer que los
amas, en seguida comienzan a preocuparse por cuánto tiempo
pueden tener tu amor. Así, pues, para conservar tu amor,
comienzan a alterar su conducta, la de ellos. Así, pues, dos
personas literalmente se pierden en una relación. Entran en
una relación con la esperanza de hallarse a sí mismos, y en
su lugar, se pierden a sí mismos.
Este perder su
responabilidad en una relación es lo que causa la mayor
parte de la amargura en tales parejas.
Dos personas se unen en una
sociedad, esperando que el todo sea mayor que la suma de las
partes, sólo para descubrir que es menor. Se sienten menos
que cuando estaban solos. Menos capaces, menos emocionantes,
menos atractivos, menos gozosos, menos contentos.
Esto es porque son menos. Han
abandonado la mayor parte de lo que son para estar - y para
permanecer - en su relación.
El propósito nunca fue que las
relaciones fueran de esta manera. Pero es así como muchas
personas las experimentan, muchas más personas de las que
uno jamás se imaginaría.
¿Por qué? ¿Por qué?
Es porque la gente
ha perdido el propósito de las relaciones (si es que alguna
vez estuvo en contacto con él).
Cuando se pierde el contacto
entre las dos partes de una relación como almas sagradas en
un viaje sagrado, no se puede ver el propósito, la razón,
detrás de todas las relaciones. El alma ha llegado al
cuerpo, y el cuerpo a la vida, para el propósito de
evolucionar. Estás evolucionando, te estás convirtiendo. Y
estás usando tu relación con todo para decidir en qué te
estás convirtiendo. Esta es la tarea que viniste a hacer
aquí. Este es el gozo de crear tu personalidad. De conocerte
a ti mismo. De llegar a ser, conscientemente, lo que deseas
ser. Es lo que quiere decir ser consciente de la propia
personalidad.
Te has traído a ti
mismo al mundo relativo para poder tener las herramientas
con las cuales saber y experimentar quién eres realmente.
Quién eres realmente es quien tú mismo creas para estar en
relación con todo el resto de él. Tus relaciones personales
son los elementos más importantes en este proceso. Por lo
tanto, tus relaciones personales son terreno sagrado.
Virtualmente, no tienen nada que ver las unas con las otras
todavía pero, porque involucran a tu prójimo, tienen todo
que ver con el prójimo.
Esta es la
dicotomía divina. Este es el círculo cerrado. Así que no es
nada tan radical enseñar: "Bienaventurados los egocéntricos,
porque ellos conocerán a Dios". No sería una meta mala en tu
vida conocer la porción más elevada de tu personalidad, y
permanecer centrado en eso.
Por consiguiente, tu primera
relación debe ser con tu personalidad. Primero debes
aprender a honrar y proteger y amar tu personalidad.
Primero debes verte a ti mismo
como digno antes de que puedas ver a tu prójimo como digno.
Primero debes verte a ti mismo como bienaventurado antes de
que puedas ver a tu prójimo como bienaventurado. Primero
debes conocer tu personalidad como santa antes de que puedas
reconocer la santidad en tu prójimo.
Si pones la carreta
delante de los bueyes - como te piden que hagas la mayoría
de las religiones - y reconoces a tu prójimo como santo
antes de reconocerte a ti mismo, un día lo resentirás. Si
hay algo que ninguno de ustedes puede tolerar, es que
alguien sea más santo que ustedes. Pero las religiones de
ustedes los obligan a llamar a otros más santos que ustedes.
Así que lo hacen - por un tiempo. Entonces los crucifican.
Ustedes han crucificado (de
una forma u otra) a todos mis maestros, no sólo a uno. Y lo
hicieron, no porque eran más santos que ustedes, sino porque
ustedes los hicieron santos.
Todos mis
maestros han llegado con el mismo mensaje. No con el de "Yo
soy más santo que ustedes", sino con el de "Ustedes son tan
santos como yo".
Éste es el mensaje que ustedes
no han podido escuchar; ésta es la verdad que no han podido
aceptar. Y es por eso por lo que ustedes no pueden
realmente, puramente, enamorarse el uno del otro. Ustedes no
han podido real y puramente enamorarse de su propia
personalidad.
Y así, les digo esto: ahora y
para siempre, céntrense en su personalidad. Miren para ver
qué están siendo, haciendo y teniendo en cualquier momento
dado, no lo que está sucediendo con su prójimo.
No es en la acción del
prójimo, sino en tu reacción, donde se hallará tu salvación.
Sé que no es así, pero, por alguna razón, esto lo
hace parecer como si no importara lo que otros nos hagan en
las relaciones. Pueden hacer cualquier cosa, y mientras que
nosotros mantengamos nuestro equilibrio, mientras tengamos
centrada nuestra personalidad, y todas esas cosas buenas,
nada puede tocarnos. Pero otros sí nos tocan. Sus acciones
nos perjudican a veces. Es cuando el perjuicio llega a las
relaciones que no sé qué hacer. Está muy bien decir
"apártate de él; haz que no signifique nada", pero es más
fácil decirlo que hacerlo. Me hacen daño las palabras y las
acciones ajenas en las relaciones.
Vendrá el día en
que no te hagan daño. Ése será el día en que te des cuenta -
y te actualices - del verdadero significado de las
relaciones; el verdadero significado de ellas.
Es porque has olvidado esto
que reaccionas como lo haces. Pero está bien. Eso es parte
del proceso de crecimiento. Es parte de la evolución. Es la
tarea del alma que tú estés a la altura en las relaciones,
pero esa es una gran comprensión, un gran
recuerdo. Hasta que recuerdes esto - y recuerdes
también cómo usar las relaciones como herramienta en la
creación de tu personalidad - tienes que trabajar al nivel
en que estás. El nivel de comprensión, el nivel de
disponibilidad, el nivel de recordación.
Y así, hay cosas
que puedes hacer cuando reaccionas con dolor y perjuicio a
lo que otro está siendo, diciendo, o haciendo. La primera es
admitirte honestamente a ti mismo y a otros exactamente cómo
te sientes. Muchos de ustedes temen hacer esto porque
piensan que esto te hará "quedar mal". En alguna parte, muy
dentro de ti, te das cuenta de que es probablemente ridículo
que "te sientas así". Probablemente, es pequeño de ti. Eres
"más grande que eso". Pero no puedes evitarlo. Todavía te
sientes así.
Hay una sola cosa que puedes
hacer. Debes honrar tus sentimientos. Porque honrarlos
significa honrarte a ti mismo. Debes amar a tu prójimo como
a ti mismo. ¿Cómo puedes esperar jamás comprender y honrar
los sentimientos ajenos si no puedes honrar los sentimientos
dentro de ti mismo?
La primera cuestión
en cualquier proceso interactivo con otro es: ¿Ahora quién
soy yo, y quién quiero ser, en relación con eso?
A menudo, no recuerdas quién eres y no sabes quién
quieres ser sino hasta que pruebas algunas maneras de ser.
Es por eso que honrar tus sentimientos más verdaderos es tan
importante.
Si tu primer sentimiento es
negativo, simplemente tener el sentimiento es con frecuencia
todo lo que se necesita para apartarte de él. Es cuando
tienes ira, alteración, disgusto, furia, o un sentimiento de
"venganza" que puedes repudiar estos primeros sentimientos
como "no quien quiero ser".
Maestro es alguien
que ha vivido durante el número suficiente de tales
experiencias para saber por adelantado cuáles son sus
elecciones finales. No necesita "probar" nada. Ha llevado
estas ropas antes y sabe que no le quedan. No son "suyas".
Y, puesto que una vida de Maestro está dedicada a la
constante realización de sí mismo como uno se conoce a sí
mismo que es, sentimientos como éstos, que no le quedan,
nunca serían albergados.
Es por eso que los Maestros
son imperturbables cuando se enfrentan a lo que otros
podrían llamar una calamidad. Un Maestro bendice una
calamidad, pues sabe que el crecimiento de la personalidad
viene de las semillas del desastre (y de toda experiencia). Y el propósito de la segunda
vida del Maestro es siempre crecimiento. Porque, una vez que
la personalidad se haya realizado
plenamente, no queda nada por hacer, excepto más de lo
mismo.
Es en esta etapa
donde uno pasa de la obra del alma a la obra de Dios, porque
es en eso que estamos ocupados.
Para los fines de esta
discusión, supondré que tú todavía estás en la obra del
alma. Todavía estás buscando realizarte (hacerte "real")
quién eres. La vida te dará abundantes oportunidades para
crear eso. (Recuerda, éste no es un proceso de
descubrimiento. Es un proceso de creación).
Puedes
crear quién eres una y otra vez. De hecho, tú lo haces -
todos los días. Sin embargo, como están las cosas ahora, tú
no siempre sales con la misma respuesta. Dada una
experiencia externa idéntica, puede que en el día uno elijas
ser paciente, amoroso, y amable en relación con ello. En el
día dos, puede que elijas estar enojado, feo, y triste.
El Maestro es el que siempre
tiene la misma respuesta - y esa respuesta es siempre la más
elevada elección.
En esto, el Maestro es
eminentemente predecible. A la inversa, el estudiante es
completamente impredecible. Se puede saber cómo le está
yendo en el camino a la maestría simplemente observando cuán
predeciblemente uno hace la más elevada elección al
responder o reaccionar a cualquier situación.
Por supuesto, esto
deja abierta la pregunta: ¿Cuál elección es la más elevada?
Esta es una pregunta alrededor
de la cual han girado las filosofías y teologías del hombre
desde el principio de los tiempos. Si la pregunta realmente
te compromete, ya estás en camino a la maestría. Porque
todavía es verdad que la mayoría de la gente continúa
comprometida por completo por otra pregunta. No cuál es la
elección más elevada, sino ¿cuál es la más productiva? O,
¿cómo puedo perder la menos productiva?
Cuando la vida es vivida desde
el punto de vista de control de daños o la óptima ventaja,
el verdadero beneficio de la vida se pierde. La oportunidad
se pierde. La oportunidad es pasada por alto. Porque una
vida vivida así es una vida vivida por temor - y esa vida
miente acerca de ti.
Porque tú no eres
temor, eres amor. Amor que no necesita ninguna protección,
amor que no se puede perder. Pero tú nunca sabrás esto en tu
experiencia si continuamente respondes la segunda pregunta y
no la primera. Sólo una persona que cree que hay algo que
ganar o perder hace la segunda pregunta. Y sólo una persona
que ve la vida de una manera diferente; que ve la
personalidad como un ser superior, que comprende que ganar o
perder no es la prueba, sino solamente amar o dejar de amar
- sólo esa persona hace la primera.
El que hace la segunda
pregunta dice: "Yo soy mi cuerpo". El que hace la primera
pregunta dice: "Yo soy mi alma".
Sí, el que tenga
oídos para oír, oiga. Porque te digo esto. En la crítica
coyuntura de todas las relaciones humanas, hay sólo una
pregunta:
¿Qué haría el amor ahora?
Ninguna otra pregunta es
relevante, ninguna otra pregunta es significativa, ninguna
otra pregunta tiene ninguna importancia para tu alma.
Ahora llegamos a un
muy delicado punto de interpretación, pues este principio de
acción garantizada por el amor ha sido ampliamente
malentendido - y es esta malinterpretación ha conducido a
los resentimientos y las iras de la vida - las cuales, a su
vez, han hecho que muchos se descarríen del camino.
Por siglos, se les ha enseñado
que la acción garantizada por el amor surge de la elección
de ser, hacer y tener lo que sea que produce el mayor bien
para otra persona.
Pero yo te digo esto: La
elección más elevada es la que produce el mayor bien para
ti.
Como con todas las
verdades espirituales, esta frase está abierta a una
inmediata malinterpretación. El misterio se aclara un poco
en el momento en que se decide cuál es el mayor "bien" que
uno puede hacer para sí mismo. Y cuando se hace la elección
absoluta más elevada, el misterio se disuelve, el círculo se
completa, y el mayor bien para ti se convierte en el mayor
bien para el prójimo.
Puede necesitarse toda una
vida para entender esto - y aun más para ponerlo en práctica
- pues esta verdad gira alrededor de otra aun mayor: Lo que
tú haces por ti mismo, lo haces por tu prójimo. Lo que haces
por tu prójimo, lo haces por ti mismo.
Esto es porque tú y el prójimo
son uno.
Y esto es porque
...
No existe nada sino tú.
Todos los Maestros que han
andado por tu planeta han enseñado esto. ("De cierto, de
cierto os digo: Por cuanto lo hiciste a uno de estos mis
hermanos, a mí lo hicistes"). Sin embargo, para la mayoría
de la gente, esto ha continuado siendo una gran verdad
esotérica, con muy poca aplicación práctica. En realidad, es
la verdad "esotérica" más prácticamente aplicable de todos
los tiempos.
En las relaciones,
es importante recordar esta verdad, porque, sin ella, las
relaciones serían muy difíciles.
Regresemos a las aplicaciones
prácticas de esta sabiduría y alejémonos del aspecto
puramente espiritual por el momento.
Según las antiguas
interpretaciones, muy a menudo, la gente - con buenos y bien
intencionados propósitos, muchos de ellos muy religiosos
- hacían lo que creían era lo mejor para la otra
persona en sus relaciones. Tristemente, lo que todo esto
producía en muchos casos (en la mayoría de los casos) era
abuso continuado por parte del otro. Continuado maltrato.
Continuada disfunción en la relación.
Finalmente, la
persona que trataba de "hacer lo que es correcto" por parte
de la otra persona - ser rápido en perdonar, mostrar
compasión, no fijarse continuamente en ciertos problemas y
ciertas conductas - se vuelve resentido, enojado,
desconfiado, hasta de Dios, pues, ¿cómo puede un Dios justo
exigir tan interminable sufrimiento, tal ausencia de gozo, y
tal sacrificio, aun en nombre del amor?
La respuesta es que Dios no lo
hace. Dios sólo pide que tú te incluyas a ti mismo entre
aquellos a quienes amas.
Dios va más allá. Dios sugiere
- recomienda - que tú te pongas a ti mismo en primer lugar.
Hago esto, sabiendo
plenamente que algunos de ustedes llamarán a esto blasfemia,
y dirán que esta no es mi palabra, y que otros de ustedes
harán lo que podría ser aun peor, aceptarlo como mi palabra
y malinterpretarlo o deformarlo para sus propios fines, para
justificar acciones impías.
Te digo esto - ponerte a ti
mismo en primer lugar en el más alto sentido jamás conducirá
a una acción impía.
Por lo tanto, si te has
sorprendido a ti mismo en una acción impía como resultado de
hacer lo que es mejor para ti, la confusión no está en
haberte puesto a ti mismo primero, sino en malinterpretar lo
que es mejor para ti.
Por supuesto,
establecer lo que es mejor para ti requerirá también que
establezcas qué es lo que estás tratando de hacer. Este es
un paso importante que muchos ignoran. ¿Qué estás tratando
de hacer? ¿Cuál es tu propósito en la vida? Sin respuestas a
estas preguntas, la cuestión de qué es "lo mejor" en
cualesquiera circunstancias continuará siendo un misterio.
Como una cuestión práctica -
nuevamente dejando a un lado las cosas esotéricas - si tú
miras lo que es mejor para ti en estas situaciones en que
estás siendo abusado, lo menos que tú harías sería detener
el abuso. Y eso sería bueno tanto para ti como para el
abusador. Porque hasta un abusador es abusado cuando se
permite que su abuso continúe.
Esto no es sanador
para el abusador, sino perjudicial. Porque, si el abusador
descubre que su abuso es aceptable, ¿qué habrá aprendido?
Pero, si el abusador ve que su abuso ya no es aceptado, ¿qué
se le habrá permitido descubrir?
Por lo tanto, tratar a otros
con amor no significa necesariamente permitir que otros
hagan lo que quieran.
Los padres aprenden esto
temprano con sus hijos. Los adultos no son tan rápidos en
aprenderlo con otros adultos, ni nación con nación.
Sin
embargo, no se puede permitir que los déspotas prosperen,
sino que deben ser detenidos en su despotismo. El amor
propio y el amor al déspota lo exigen. Esta es la respuesta
a tu pregunta: "Si amor es todo lo que hay, ¿cómo puede el
hombre jamás justificar la guerra"?
A veces, el hombre tiene que
ir a la guerra para hacer la mayor afirmación acerca de
quién es realmente el hombre: el que aborrece la guerra.
Hay ocasiones en que tú puedes
tener que renunciar a quién eres para ser quién eres.
Hay maestros que
han enseñado: No puedes tenerlo todo sino cuando estás
dispuesto a renunciar a todo.
Así, pues, para "tenerte" a ti
mismo como hombre de paz, es posible que tengas que
renunciar a la idea de ti mismo como hombre que nunca va a
la guerra. La historia ha requerido que ciertos hombres
hagan tales decisiones.
Lo mismo sucede en las
decisiones más individuales y personales. Puede que la vida
te llame una vez más a probar quién eres demostrando un
aspecto de quién no eres.
Esto no es tan
difícil de entender si has vivido algunos años aunque, para
el idealísticamente joven, pueda parecer la contradicción
última. En una retrospección más madura, parece una
dicotomía más divina.
En términos de relaciones
humanas, esto no significa que, si estás siendo herido, tú
tengas que "herir de vuelta". (Tampoco significa así en
relaciones entre naciones). Simplemente significa que
permitir que otro inflija daño continuamente puede que no
sea lo más amoroso que se pueda hacer - para ti o para el
otro.
Esto debería enterrar algunas
teorías pacifistas de que el amor más elevado no requiere
ninguna reacción obligatoria a lo que tú consideras malo.
La discusión aquí
se convierte en esotérica una vez más, porque ninguna
exploración seria de esta afirmación puede ignorar la
palabra "malo" y los juicios de valor que ella invita. En
realidad, no hay nada malo, sólo fenómenos objetivos y
experiencia. Sin embargo, tu mismo propósito en la vida
requiere que tú elijas, de la creciente colección de
interminables fenómenos, unos pocos y dispersos que tú
llamas malos - pues, a menos que tú lo hagas, no puedes
llamarte bueno ni a ti mismo ni a nada más - y así, no
puedes conocerte ni crear a tu yo.
Por eso, eres definido por lo
que tú llamas malo y por lo que tú llamas bueno.
Por consiguiente, el mayor mal
sería no declarar nada malo en absoluto.
Tú existes en esta
vida en el mundo de lo relativo, donde una cosa puede
existir sólo en cuanto se relaciona con otra. Esto es, en
uno y al mismo tiempo, tanto en relación con la función como
en relación con el propósito de la relación: Proporcionar un
campo de experiencia dentro del cual tú te encuentras, te
defines, y - si tú lo decides - recreas constantemente quién
tú eres.
Elegir ser semejante a Dios no
significa elegir ser mártir. Y ciertamente, no significa que
tú elijas ser víctima.
En tu camino a la maestría -
cuando es eliminada toda posibilidad de lesión, daño y
pérdida - sería bueno reconocer que las lesiones, los daños,
y las pérdidas son parte de tu experiencia, y decidieras
quién tú eres en relación con ello.
Sí, las cosas que
otros piensan, dicen o hacen te perjudicarán algunas veces -
hasta que ya no lo hagan más. Lo que te llevará de aquí para
allá más rápidamente es completa honestidad - estar
dispuesto a afirmar, reconocer, y declarar exactamente cómo
te sientes acerca de algo. Di tu verdad - amable, pero plena
y completamente. Vive tu verdad, amable, pero total y
consistentemente. Cambia tu verdad fácil y rápidamente
cuando tu experiencia te traiga nueva claridad.
Nadie en su
sano juicio, mucho menos Dios, te diría, cuando eres herido
en una relación, que "te apartes de ella, que hagas que no
signifique nada". Si estás siendo herido ahora, es
demasiado tarde para hacer que no signifique nada. Tu tarea
ahora es decidir lo que en efecto significa - y demostrar
eso. Porque, al hacerlo, eliges ser y te conviertes en quien
tú buscas ser.
Así que no tengo que ser la sufrida esposa o el
minimizado esposo o la víctima de mis relaciones para
declararlas santas, o hacerme agradable a los ojos de Dios.
Caramba, por
supuesto que no.
Y no tengo que soportar ataques a mi dignidad,
asaltos a mi orgullo, daños a mi psique, y heridas a mi
corazón para decir que "di lo mejor de mí" en una relación;
"hice mi deber", "cumplí con mi obligación" a los ojos de
Dios y de los hombres.
Ni por un momento.
Entonces, por amor de Dios, dime - ¿qué
promesas debo hacer en una relación, cuáles acuerdos debo
cumplir? ¿Cuáles obligaciones conllevan las relaciones?
¿Cuáles pautas debo buscar?
La respuesta es la
que no puedes escuchar, porque te deja sin pautas y anula y
cancela todo acuerdo en el momento en que lo hagas. La
respuesta es: No tienes ninguna obligación. Ni en la
relación, ni en toda tu vida.
¿Ninguna obligación?
Ninguna obligación.
Tampoco ninguna restricción ni limitación; ninguna pauta ni
regla. Tampoco estás ligado por ninguna circunstancia ni
situación. Tampoco estás constreñido por ningún código ni
ley. Tampoco eres castigable por ninguna ofensa, ni capaz de
cometer ninguna - porque no hay tal cosa como ser "ofensivo"
a los ojos de Dios.
He oído esto antes - esta clase de religión en que "no hay ninguna
regla". Eso es anarquía espiritual. No veo cómo puede
funcionar eso.
No hay manera de
que no funcione - si tú estás ocupado en crear creando tu
personalidad. Por otro lado, si te imaginas a ti mismo en la
tarea de tratar de ser lo que alguien más desea que seas, la
ausencia de reglas o pautas podría ciertamente poner
difíciles las cosas.
Pero la mente
inquisitiva comienza a preguntarse: Si Dios tiene una manera
que quiere que yo sea, ¿por qué simplemente no me creó para
comenzar? ¿Por qué toda esta lucha para que yo "venza" lo
que soy para convertirme en lo que Dios quiere que sea? La
mente escudriñadora exige saber esto - y con razón, porque
es una pregunta apropiada.
Los religionistas
quieren hacerte creer que yo te creé a ti como menos de lo
que yo soy para que tú pudieras tener la oportunidad de
convertirte en cómo soy yo, contra todas las probabilidades
- y, puedo añadir, contra toda natural tendencia que se
supone yo te haya dado.
Entre éstas así llamadas
tendencias naturales está la tendencia a pecar. Se te enseña
que naciste en pecado, que morirás en pecado, y que pecar es
tu naturaleza. (Resaltado del traductor).
Una de tus religiones hasta te
enseña que no puedes hacer nada para remediar esto. Que tus
propias acciones son irrelevantes y sin significado. Que es
arrogante pensar que, por medio de alguna acción tuya,
puedes "ir al cielo". Que sólo hay una manera de ir al cielo
(tener la salvación) y que esa es, no por medio de ninguna
empresa propia tuya, sino por medio de la gracia que te
concede Dios por la aceptación de su Hijo como tu
intermediario. (Resaltado del traductor).
Una vez que esto se
hace, estás "salvado". Hasta que esto se haga, nada que
hagas - ni la vida que vivas, ni las elecciones que hagas,
ni nada que emprendas por tu propia voluntad en un
esfuerzo por mejorarte o hacerte digno - tiene ningún efecto
ni ninguna influencia. Eres incapaz de hacerte digno, porque
eres inherentemente indigno. Fuiste creado así. (Resaltado del traductor).
¿Por qué? Sólo Dios
lo sabe. Quizás cometió un error. Quizás no le salió bien.
Quizás desea poder hacerlo todo nuevamente. Pero allí está.
Qué hacer ...
Te estás burlando de mí.
No. Tú te estás
burlando de mí. Estás diciendo que yo, Dios, hice seres
inherentemente imperfectos, luego les exigí que fueran
perfectos o se enfrentarían a la condenación.
Entonces estás diciendo que,
en algún momento varios millares de años en la experiencia
del mundo, cedí, diciendo que, desde allí en adelante, no
tenías necesariamente que ser bueno. Simplemente, tenías que
sentir haber hecho algo malo cuando no estabas siendo bueno,
y aceptar como tu salvador al único ser que podría siempre
ser perfecto, satisfaciendo mi hambre de perfección. Estás
diciendo que mi Hijo - a quien tú llamas el único perfecto -
te ha salvado de tu propia imperfección - la imperfección
que yo te di a ti.
En otras palabras, el
Hijo de Dios te ha salvado de lo que su Padre hizo.
Así es como tú -
muchos de ustedes - dicen que yo establecí todo. Ahora,
¿quién se está burlando de quién? (Resaltado del traductor).
Esta es la segunda vez en este libro que pareces
haber emprendido un ataque frontal contra el cristianismo
fundamentalista. Estoy sorprendido.
Has elegido la
palabra "ataque". Yo simplemente estoy llamando la atención
sobre el problema. Y el problema, dicho sea de paso, no es
el cristianismo fundamentalista, como tú dices. Es la
naturaleza entera de Dios y la relación de Dios con el
hombre.
La cuestión surge aquí porque
discutíamos el tema de las obligaciones - en las relaciones
y en la vida misma.
No puedes creer en una
relación sin obligaciones porque no puedes aceptar quién y
qué eres realmente. Llamas "anarquía espiritual" a una vida
de completa libertad. Yo la llamo la gran promesa de Dios.
Es sólo
dentro del contexto de esta promesa que el gran plan de Dios
puede ser completado.
En una relación, no tienes
ninguna obligación. Sólo tienes oportunidad.
Oportunidad, no obligación, es
la piedra angular en religión, la base de toda
espiritualidad. Mientras lo veas en sentido opuesto, habrás
errado el blanco.
La relación - tu
relación con todas las cosas - fue creada como tu
herramienta perfecta en la obra del alma. Por eso, cada
relación humana es terreno sagrado. Por eso, cada relación
personal es santa.
En esto, muchas iglesias están
en lo cierto. El matrimonio es un sacramento. Pero no por
sus sagradas obligaciones, sino por su incomparable
oportunidad.
En una relación, nunca hagas
nada por un sentido de obligación. Haz lo que hagas, que sea
por un sentido de la gloriosa oportunidad que tu relación te
proporciona para decidir, y ser quien realmente eres.
Puedo oír eso - pero, una y otra vez en mis
relaciones, he renunciado cuando la situación se volvió
áspera. El resultado es que he tenido una fila de relaciones
en las cuales pensé, de muchacho, que tendría sólo una.
Parece que no sé qué es conservar una relación. ¿Crees que
alguna vez aprenderé? ¿Qué tengo que hacer para hacer que ocurra?
Lo haces parecer
como si tener una relación significara que ha sido exitosa.
Trata de no confundir longevidad con una tarea bien hecha.
Recuerda, tu tarea en el planeta no es ver cuánto tiempo
puedes permanecer en una relación, sino decidir y
experimentar quién realmente eres.
Este no es un argumento a
favor de relaciones a corto plazo - pero tampoco es un
requisito para relaciones a largo plazo.
Aun así, aunque no haya tal
requisito, esto hay que decir: las relaciones a largo plazo
sí contienen notables oportunidades para crecimiento mutuo,
mutua expresión, y mutuo cumplimiento - y eso tiene su
propia recompensa.
¡Lo sé, lo sé! Quiero decir, siempre he sospechado
eso. Así que, ¿cómo llego allí?
Primero, asegúrate
de que entras en una relación por las razones correctas.
(Estoy usando la palabra "correctas" aquí como un término
relativo. Quiero decir "correctas" en relación con el
propósito mayor que tienes en la vida).
Como te indiqué antes, la
mayoría de las personas todavía entra en relaciones por las
razones "erróneas" - para poner fin a la soledad, llenar un
vacío, obtener amor, o atraer a alguien a quien amar - y
esas son algunas de las mejores razones. Otros lo hacen para
salvar su ego, mejorar su vida sexual, recuperarse de una
relación anterior o, créelo o no, para aliviar el
aburrimiento.
Ninguna de estas
razones funcionará, y a menos que algunos cambios dramáticos
ocurran en el camino, la relación tampoco funcionará.
Yo no entré en mis relaciones por ninguna de esas razones.
Yo pondría eso en
duda. Yo no creo que tú supieras por qué entraste en tus
relaciones. No creo que hayas pensado en ello de esa manera.
Yo no creo que entraste en tus relaciones a propósito. Yo
creo que entraste en tus relaciones porque te "enamoraste".
Eso es exactamente correcto.
Yo no creo que te
detuvieras a mirar por qué te "enamoraste". ¿A qué estabas
respondiendo? ¿Qué necesidad o serie de necesidades se
estaban cumpliendo?
Para la mayoría de las
personas, amor es una respuesta a la necesidad de
cumplimiento.
Todo el mundo tiene
necesidades. Tú necesitas eso, otro necesita aquéllo. Cada
uno de los dos ve en el otro una oportunidad para cumplir su
necesidad. Así que acuerdan - tácitamente - hacer un
intercambio. Te ofrezco lo que tengo si me das lo que
tienes.
Es una transacción. Pero tú no
dices la verdad acerca de ello. No dices: "Te cambio tanto".
Dices: "Te amo mucho", y luego comienza la decepción.
Tú has señalado esto antes.
Sí, y tú has
hecho antes - no una vez, sino varias veces.
A veces, este libro parece estar girando en
círculos, subrayando las mismas cosas una y otra vez.
Más o menos
como la vida.
Touché.
El proceso aquí es
que tú estás haciendo las mismas preguntas y yo estoy
meramente respondiéndolas. Si tú haces la misma pregunta de
tres maneras diferentes, me veo obligado a continuar
respondiéndola.
Quizás yo sigo teniendo la esperanza de que tú
tengas una respuesta diferente. Le quitas mucho de lo
romántico cuando te pregunto acerca de relaciones. ¿Qué hay
de malo en volverse loco de amor sin tener que pensar en ello?
Nada. Enamórate de
tantas personas como quieras y de esa manera. Pero, si vas a
formar una relación con ellas para toda la vida, puede que
quieras añadir algo de pensamiento.
Por otra parte, si disfrutas
pasando como agua a través de relaciones - o, aun peor,
permaneciendo en una porque crees que "tienes que hacerlo",
viviendo entonces una vida de callada desesperación - si
disfrutas de repetir estos patrones del pasado, continúa
haciendo lo que estabas haciendo.
Muy bien, muy bien. Entiendo. Caramba, eres
implacable, ¿verdad?
Ese es el problema
con la verdad. La verdad es implacable. No nos deja en paz.
Continúa acercándose lentamente a uno desde todos lados,
mostrando lo que realmente hay. Eso puede ser molesto.
Bien. Así que quiero hallar las
herramientas para una relación a largo plazo - y tú dices
que entrar en relaciones a propósito es una de esas
herramientas.
Sí. Asegúrate de
que tú y tu compañera concuerden en el propósito.
Si los dos concuerdan a un
nivel consciente en que el propósito de la relación de
ustedes es crear una oportunidad, no una obligación - una
oportunidad para el crecimiento, para la plena expresión de
la personalidad, para elevar las vidas de ustedes hasta su
más alto potencial, para sanar cada uno de los falsos
pensamientos o cada una de las pequeñas ideas que tenían
acerca de ustedes, y para la reunión final con Dios a través
de la comunión de las dos almas de ustedes - si ustedes
toman ese voto en lugar de los votos que han estado tomando
- la relación ha comenzado con una nota muy buena. Ha
arrancado con el pie derecho. Es un comienzo muy bueno.
Aun así, no es ninguna garantía de éxito.
Si quieres
garantías en la vida, entonces no quieres la vida. Quieres
ensayos para un guión que ya ha sido escrito.
Por su naturaleza, la vida no
puede tener garantías, de lo contrario todo su propósito
quedaría frustrado.
Bien. Lo
entiendo. Así que ya mi relación ha tenido "un comienzo muy
bueno". Ahora, ¿cómo la mantengo andando?
Sabe y entiende que
habrá desafíos y tiempos difíciles. No trates de evitarlos.
Dales la bienvenida. Con agradecimiento. Míralos como
grandes regalos de parte de Dios; gloriosas oportunidades
para hacer lo que viniste a hacer en la relación y la vida.
Trata con todas tus
fuerzas de no ver a tu compañero (a) como el enemigo -
ni siquiera como el problema. Cultiva la técnica de ver
todos los problemas como oportunidades.
Oportunidades para ...
... Ya sé, ya sé - "ser, y decidir, quien realmente
eres".
¡Correcto!
¡Estás entendiendo! ¡Estás entendiendo!
Me parece una vida bastante monótona.
Entonces, estás
poniendo tus miras demasiado abajo. Amplía la esfera de tus
horizontes. Profundiza tu visión. Ve más en ti de lo que tú
crees que hay que ver. Ve más en tu consorte también.
Nunca perjudiques tu relación
- ni a nadie - viendo en otra persona más de lo que te está
mostrando. Porque hay más allí. Mucho más. Es sólo su temor
lo que les impide mostrártelo. Si otros notan que tú los ves
como más, se sentirán seguros hasta el punto de mostrarte lo
que tú obviamente ya ves.
La gente tiende a estar a la altura de nuestras
expectativas de ellos.
Algo así. No me
gusta la palabra "expectativas" aquí. Las expectativas echan
a perder las relaciones. Digamos que la gente tiende a ver
en ellos mismos lo que nosotros vemos en ellos. Mientras
mayor sea nuestra visión, mayor será la disposición de ellos
a acceder y exhibir la parte de ellos que les hemos
mostrado.
¿No es así como funcionan
todas las relaciones verdaderamente bendecidas? ¿No es eso
parte del proceso de sanamiento - el proceso por medio del
cual permitimos a la gente que "deje ir" todo falso
pensamiento que hayan tenido acerca de sí mismos?
¿No es eso lo
que yo estoy haciendo aquí, en este libro, para ti?
Sí.
Y esa es la
obra de Dios. La obra del alma es despertarte a ti. La obra
de Dios es despertarlos a todos.
Hacemos esto viendo a los demás como quiénes son -
recordándoles quiénes son.
Puedes hacer esto
de dos maneras - recordándoles quiénes son (muy difícil,
porque no te creerán) y recordando quién eres (mucho más
fácil, porque no necesitas que te crean, sólo necesitas que
tú mismo lo creas). Demostrar esto constantemente les
recuerda a los demás ultimadamente
quiénes son, porque se verán a
sí mismos en ti.
Muchos maestros han sido
enviados a la tierra para demostrar la verdad eterna. Otros,
como Juan Bautista, han sido enviados como mensajeros,
contando la verdad en términos entusiastas, hablando de Dios
con inconfundible claridad.
Estos mensajeros
especiales han sido dotados de extraordinaria perspicacia, y
un poder muy especial para ver y recibir la verdad eterna,
más la capacidad de comunicar conceptos complejos, de modo
que puedan ser comprendidos por las masas. Y lo serán.
Tú eres ese
mensajero.
¿Yo soy?
Sí. ¿Crees
esto?
Es una cosa difícil de aceptar. Quiero decir, todos
nosotros queremos ser especiales ...
... todos
ustedes son
especiales ...
... y el ego entra allí - por lo menos, ocurre
conmigo, y trata de hacernos sentir "escogidos" de alguna
manera para una tarea asombrosa. Tengo que combatir ese ego
todo el tiempo, tratar de purificar y volver a purificar
cada pensamiento, cada palabra, y cada obra para mantener
fuera cada engrandecimiento. Así que es muy difícil escuchar
lo que estás diciendo, porque soy consciente de que juega un
papel con mi ego, y he pasado toda la vida luchando con mi ego.
Sé que lo has
hecho.
Y a veces sin mucho éxito.
Me siento decepcionado al tener que concordar.
Pero, siempre,
cuando la cuestión ha llegado a Dios, has dejado caer el
ego. Muchas han sido las noches en que has rogado y
suplicado pidiendo claridad; has rogado pidiendo visión, no
tanto para enriquecerte ni acumular honores sobre ti, sino
por la profunda pureza de un simple anhelo de saber.
Sí.
Y me has prometido,
una y otra vez, que, si se te hiciera saber, pasarías el
resto de tu vida - cada momento - compartiendo con otros la
verdad eterna ... no por necesidad de obtener gloria, sino
por el más profundo deseo de tu corazón de poner fin al
dolor y al sufrimiento de los demás; llevar gozo y alegría,
y ayuda; conectar a otros con el sentido de compañerismo con
Dios que siempre has experimentado.
Sí. Sí.
Y así, yo te he
elegido a ti como mi mensajero. A ti, y a muchos otros.
Porque ahora, durante estos tiempos que siguen
inmediatamente, el mundo necesitará muchas trompetas para
que hagan sonar los clarines. El mundo necesitará muchas
voces para que hablen las palabras de verdad y sanamiento
que muchos millones anhelan. El mundo necesitará muchos
corazones unidos en la obra del alma y preparados para hacer
la obra de Dios.
¿Puedes tú
decir honestamente que no eres consciente de esto?
No.
¿Puedes negar
honestamente que esto es por lo que viniste?
No.
¿Estás listo
entonces, con este libro, para decidir y declarar tu propia
verdad eterna, y anunciar y articular la gloria mía?
¿Debo incluir en el libro estos últimos y pocos
intercambios?
No tienes que
hacer nada. Recuerda, en nuestra relación, no tienes ninguna
obligación. Sólo oportunidades. ¿No es ésta la oportunidad
que has
esperado toda tu vida? ¿No has dedicado tu personalidad a
esta misión - y la adecuada preparación para ella - desde
los primeros momentos de tu juventud?
Sí.
Entonces, no hagas
lo que estás obligado a hacer, sino lo que tienes
oportunidad de hacer. En cuanto a poner todo esto en tu
libro, ¿por qué no lo harías? ¿Crees que yo quiero que seas
un mensajero secreto?
No, supongo que no.
Se necesita mucho
valor para anunciarse como hombre de Dios. ¿Tú entiendes que
el mundo te aceptaría mucho más rápidamente casi como
cualquier cosa - menos como hombre de Dios? ¿Un mensajero de
verdad? Cada uno de mis mensajeros ha sido profanado. Lejos
de obtener gloria, no ganaron nada, excepto dolores de
cabeza.
¿Estás dispuesto?
¿Te duele en tu corazón decir la verdad acerca de mí? ¿Estás
dispuesto a soportar el ridículo de los seres humanos tus
coterráneos? ¿Estás preparado para renunciar a la gloria en
la tierra a favor de la mayor gloria del alma plenamente
realizada?
Súbitamente, estás haciendo sonar todo esto
bastante fuerte, Dios.
¿Querrías que
yo te tomara el pelo acerca de eso?
Bueno, podríamos aligerarlo un poquito aquí.
¡Hey, me
parece bien un aligeramiento! ¿Por qué no terminamos este capítulo con
un chiste?
Buena idea. ¿Tienes uno?
No, pero tú
sí. Cuéntame el
de la niñita que dibujó un cuadro ...
Ah, sí, ése. Bien. Bueno, un día, una mamá entró a
la cocina y encontró a su hijita en la mesa, crayones por
todas partes, profundamente concentrada en un dibujo a mano
libre que estaba creando. "Hijita, ¿qué estás dibujando tan
ocupada?", la mamá le preguntó. "Es un cuadro de Dios,
mamá", la hermosa niña contestó, con los ojos brillantes.
"Oh, querida. Es muy dulce", dijo la mamá, tratando de
ayudar. "Pero, ¿sabes? Nadie conoce en realidad el aspecto de Dios".
"Bueno", gorjeó la niñita. "Si sólo me permites
terminar ...".
Ése es un
hermoso chistecito. ¿Sabes qué es lo más hermoso? ¡La niñita
nunca dudó de que ella sabía exactamente cómo dibujarme!
Sí.
Ahora te
contaré un relato, y con eso podemos terminar este capítulo.
Muy bien.
Había una vez un
hombre que de repente se encontró pasando horas cada semana
escribiendo un libro. Día tras día, corría a su cuaderno y a
su pluma - a veces, en mitad de la noche - para captar cada
nueva inspiración. Finalmente, alguien le preguntó en qué
estaba ocupado.
"Oh", contestó. "Estoy
escribiendo una muy larga conversación que estoy teniendo
con Dios".
"Muy interesante", su amigo
estuvo de acuerdo, "pero, ¿sabes?, nadie sabe realmente y
con certeza qué diría Dios".
"Bueno", sonrió el hombre.
"Ahora, si me permites terminar ...".
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