CONVERSACIONES CON DIOS

CAPÍTULO 8

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¿Cuándo aprendemos lo bastante acerca de relaciones para poder llevarlas sin tropiezos? ¿Hay una manera de ser feliz en las relaciones? ¿Tienen que ser un reto constantemente?

No tienes nada que aprender acerca de relaciones. Sólo tienes que demostrar lo que ya sabes.

Hay una manera de ser feliz en las relaciones, y ésa es usar las relaciones para el propósito para el cual fueron creadas, no para el que tú las destinaste. Las relaciones te están desafiando constantemente; están constantemente invitándote a crear, expresar, y experimentar versiones más y más altas de ti mismo, versiones más y más grandes de ti mismo, versiones más y más magníficas de ti mismo. En ninguna parte puedes hacer esto más inmediatamente, con mayor impacto, y más inmaculadamente que en las relaciones. En realidad, sin relaciones, no puedes hacerlo en absoluto.

Es sólo a través de tus relaciones con otras personas, otros lugares, y otros eventos que tú puedes siquiera existir (como cantidad cognoscible, como algo identificable) en el universo. Recuerda, ausente todo lo demás, tú no existes. Sólo eres lo que eres en relación con otra cosa que no lo es. Así es como es en el mundo de lo relativo, a diferencia del mundo de lo absoluto - donde yo resido.

Una vez que comprendes esto claramente, una vez que captas esto profundamente, entonces, intuitivamente, bendices a todas y a cada una de las experiencias, todos los encuentros humanos, y especialmente, las relaciones humanas personales, pues las ves como constructivas, en el sentido más elevado. Ves que pueden ser usadas, deben ser usadas, y que están siendo usadas (ya sea que desees que lo sean o no) para construir quien tú realmente eres.

Esa construcción puede ser una magnífica creación de tu propio diseño consciente, o una configuración estrictamente casual. Puedes elegir ser una persona que ha resultado simplemente de lo que ha ocurrido o de lo que has elegido ser y hacer acerca de lo que ha sucedido. Es en esta última forma que la creación de la personalidad se vuelve consciente. Es en la segunda experiencia que la personalidad queda realizada.

Bendice, pues, toda relación, y ten a cada una de ellas por especial y formativa de quién tú eres - y que ahora eliges ser.

Ahora bien, tu pregunta tiene que ver con relaciones humanas individuales del tipo romántico, y entiendo eso. Así que permíteme referirme específica y extensamente a las relaciones amorosas humanas - ¡esas cosas que continúan dándote tantos problemas!

Cuando las relaciones amorosas humanas fracasan (las relaciones nunca fracasan realmente, excepto en el sentido estrictamente humano de que no produjeron lo que se quería) es porque se iniciaron por la razón equivocada.

(Por supuesto, "erróneo" es un término relativo, que significa algo medido contra lo que es "correcto" - ¡lo que sea eso! En tu idioma, sería más exacto decir que "las relaciones fallan - cambian - más a menudo cuando se entra en ellas por razones no completamente beneficiosas ni conducen a su supervivencia").

La mayoría de las personas entran en una relación con los ojos puestos en lo que pueden sacar de ella, no en lo que ellos pueden aportar a ella. El propósito de una relación es decidir qué parte de uno mismo le gustaría ver que "se muestre", no qué parte de otra persona uno puede captar y conservar. Sólo puede haber un propósito para las relaciones - y para toda la vida: ser y decidir quién y qué somos realmente.

Es muy romántico decir que uno no era "nadie" sino hasta que  esa otra persona especial llegó a nuestra vida, pero eso no es verdad. Peor. Pone una increíble presión en la otra persona para que aquélla sea toda suerte de cosas que él o ella no son.

No queriendo "defraudarlo (a)", tratan muy fuertemente de ser y hacer estas cosas hasta que ya no pueden más. Ya no pueden completar el cuadro que se han formado de ellos. Ya no pueden llenar los papeles que se les han asignado. El resentimiento se acumula. Sigue la ira.

Finalmente, para salvarse ellos mismos (y salvar la relación), estos prójimos especiales comienzan a revelar sus verdaderas naturalezas, actuando más de acuerdo con lo que realmente son. Es más o menos por este tiempo que tú dices que "han cambiado".

Es muy romántico decir que, ahora que tu otra persona especial ha entrado en tu vida, te sientes completo. Pero el propósito de la relación no es tener otra persona que podría completarte, sino otra persona con la cual podrías completar tu plenitud.

He aquí la paradoja de todas las relaciones humanas: No necesitas ninguna otra persona en particular para experimentar plenamente quién eres y ... sin esa otra persona, no eres nada.

Esto es tanto el misterio como la maravilla, tanto la frustración como el gozo de la experiencia humana. Requiere profunda comprensión y total disposición para vivir dentro de esta paradoja de manera que tenga sentido. Observo que muy pocas personas lo hacen.

La mayor parte de ustedes entra en sus años formadores de relación maduros de anticipación, llenos de energía sexual, un corazón abierto de par en par, y con un alma gozosa, aunque ansiosa.

En algún momento entre 40 y 60 (y para la mayoría, es temprano más bien que tarde) han renunciado a su sueño más grandioso, han hecho a un lado su más elevada esperanza, y se han conformado con su expectativa más baja - o nada en absoluto.

El problema es tan básico, tan sencillo, y sin embargo, tan trágicamente malentendido: tu sueño más grandioso, tu idea más elevada, tu esperanza más acariciada, tiene que ver con tus seres queridos en lugar de con tu amada personalidad La prueba de tus relaciones ha tenido que ver más con cuán bien la otra persona ha estado a la altura de tus ideas, y cuán bien tú te viste a ti mismo viviendo a la altura de las de ella. Pero la única prueba verdadera tiene que ver con cuán bien tú vives a la altura de tus propias ideas.

Las relaciones son sagradas porque proporcionan la mayor oportunidad de la vida - en realidad, su única oportunidad - para crear y producir la experiencia de tu mayor conceptualización de la personalidad. Las relaciones fallan cuando tú las ves como la mayor oportunidad de la vida para crear y producir la experiencia de tu mayor conceptualización de otra persona.

Dejemos que cada persona de una relación se preocupe por su personalidad - qué está siendo, que está haciendo y teniendo, qué está queriendo, pidiendo, dando, buscando, creando, experimentando, y todas las relaciones servirían magníficamente a su propósito - ¡y a sus participantes!

Dejemos que cada persona de una relación se preocupe, no del prójimo, sino solamente, solamente, solamente de sí misma.

Esta parece una extraña enseñanza, pues se te ha dicho que, en la forma más elevada de relación, uno se preocupa sólo del prójimo. Pero yo te digo esto: el enfocarte en el prójimo - tu obsesión con la otra persona - es lo que hace que las relaciones fracasen.

¿Qué está siendo la otra persona? ¿Qué está haciendo? ¿Qué está teniendo? ¿Qué está diciendo? ¿Queriendo? ¿Exigiendo? ¿Pensando? ¿Anticipando? ¿Planeando? No importa lo que la otra persona esté pensando, anticipando, planeando. Sólo importa lo que tú estás siendo en relación con eso.

La persona más amorosa es la que está centrada en sí misma.

Esa es una enseñanza radical ...

No si uno lo mira cuidadosamente. Si tú no te puedes amar a ti mismo, no puedes amar a otra persona. Muchas personas cometen el error de buscar el amor a sí mismo por medio del amor de otra persona. Por supuesto, no se dan cuenta de que están haciendo esto. No es un esfuerzo consciente. Es lo que está ocurriendo en la mente. En lo profundo de la mente. En lo que ustedes llaman el subconsciente. Piensan: "Si sólo puedo amar a mis prójimos, ellos me amarán a mí. Entonces, yo seré digno de ser amado, y puedo amarme a mí mismo".

El reverso de esto es que muchas personas se odian a sí mismas porque sienten que no hay nadie que los ame.  Esto es una enfermedad - es justamente cuando la gente está "enferma de amor", porque la verdad es que otras personas sí los aman, pero no importa. No importa cuántas personas profesan amor por ellos, no es suficiente.

Primero, no te creen a ti. Piensan que estás tratando de manipularlos - tratando de obtener algo. (¿Cómo podría uno amarlos por lo que realmente son? No. Debe haber algún error. ¡Debe querer algo! ¿Ahora, qué quiere?).

Se sientan por allí tratando de adivinar cómo podría alguien amarlos realmente. Así que no te creen, y se embarcan en una campaña para hacer que tú lo pruebes. Tienes que probarles que los amas. Para hacer esto, posiblemente te pidan que comiences a alterar tu conducta.

Segundo, si finalmente llegan a un punto en que pueden creer que los amas, en seguida comienzan a preocuparse por cuánto tiempo pueden tener tu amor. Así, pues, para conservar tu amor, comienzan a alterar su conducta, la de ellos. Así, pues, dos personas literalmente se pierden en una relación. Entran en una relación con la esperanza de hallarse a sí mismos, y en su lugar, se pierden a sí mismos.

Este perder su responabilidad en una relación es lo que causa la mayor parte de la amargura en tales parejas.

Dos personas se unen en una sociedad, esperando que el todo sea mayor que la suma de las partes, sólo para descubrir que es menor. Se sienten menos que cuando estaban solos. Menos capaces, menos emocionantes, menos atractivos, menos gozosos, menos contentos.

Esto es porque son menos. Han abandonado la mayor parte de lo que son para estar - y para permanecer - en su relación.

El propósito nunca fue que las relaciones fueran de esta manera. Pero es así como muchas personas las experimentan, muchas más personas de las que uno jamás se imaginaría.

¿Por qué? ¿Por qué?

Es porque la gente ha perdido el propósito de las relaciones (si es que alguna vez estuvo en contacto con él).

Cuando se pierde el contacto entre las dos partes de una relación como almas sagradas en un viaje sagrado, no se puede ver el propósito, la razón, detrás de todas las relaciones. El alma ha llegado al cuerpo, y el cuerpo a la vida, para el propósito de evolucionar. Estás evolucionando, te estás convirtiendo. Y estás usando tu relación con todo para decidir en qué te estás convirtiendo. Esta es la tarea que viniste a hacer aquí. Este es el gozo de crear tu personalidad. De conocerte a ti mismo. De llegar a ser, conscientemente, lo que deseas ser. Es lo que quiere decir ser consciente de la propia personalidad. 

Te has traído a ti mismo al mundo relativo para poder tener las herramientas con las cuales saber y experimentar quién eres realmente. Quién eres realmente es quien tú mismo creas para estar en relación con todo el resto de él. Tus relaciones personales son los elementos más importantes en este proceso. Por lo tanto, tus relaciones personales son terreno sagrado. Virtualmente, no tienen nada que ver las unas con las otras todavía pero, porque involucran a tu prójimo, tienen todo que ver con el prójimo.

Esta es la dicotomía divina. Este es el círculo cerrado. Así que no es nada tan radical enseñar: "Bienaventurados los egocéntricos, porque ellos conocerán a Dios". No sería una meta mala en tu vida conocer la porción más elevada de tu personalidad, y permanecer centrado en eso.

Por consiguiente, tu primera relación debe ser con tu personalidad. Primero debes aprender a honrar y proteger y amar tu personalidad.

Primero debes verte a ti mismo como digno antes de que puedas ver a tu prójimo como digno. Primero debes verte a ti mismo como bienaventurado antes de que puedas ver a tu prójimo como bienaventurado. Primero debes conocer tu personalidad como santa antes de que puedas reconocer la santidad en tu prójimo.

Si pones la carreta delante de los bueyes - como te piden que hagas la mayoría de las religiones - y reconoces a tu prójimo como santo antes de reconocerte a ti mismo, un día lo resentirás. Si hay algo que ninguno de ustedes puede tolerar, es que alguien sea más santo que ustedes. Pero las religiones de ustedes los obligan a llamar a otros más santos que ustedes. Así que lo hacen - por un tiempo. Entonces los crucifican.

Ustedes han crucificado (de una forma u otra) a todos mis maestros, no sólo a uno. Y lo hicieron, no porque eran más santos que ustedes, sino porque ustedes los hicieron santos.

Todos mis maestros han llegado con el mismo mensaje. No con el de "Yo soy más santo que ustedes", sino con el de "Ustedes son tan santos como yo".

Éste es el mensaje que ustedes no han podido escuchar; ésta es la verdad que no han podido aceptar. Y es por eso por lo que ustedes no pueden realmente, puramente, enamorarse el uno del otro. Ustedes no han podido real y puramente enamorarse de su propia personalidad.

Y así, les digo esto: ahora y para siempre, céntrense en su personalidad. Miren para ver qué están siendo, haciendo y teniendo en cualquier momento dado, no lo que está sucediendo con su prójimo.

No es en la acción del prójimo, sino en tu reacción, donde se hallará tu salvación.

Sé que no es así, pero, por alguna razón, esto lo hace parecer como si no importara lo que otros nos hagan en las relaciones. Pueden hacer cualquier cosa, y mientras que nosotros mantengamos nuestro equilibrio, mientras tengamos centrada nuestra personalidad, y todas esas cosas buenas, nada puede tocarnos. Pero otros sí nos tocan. Sus acciones nos perjudican a veces. Es cuando el perjuicio llega a las relaciones que no sé qué hacer. Está muy bien decir "apártate de él; haz que no signifique nada", pero es más fácil decirlo que hacerlo. Me hacen daño las palabras y las acciones ajenas en las relaciones.

Vendrá el día en que no te hagan daño. Ése será el día en que te des cuenta - y te actualices - del verdadero significado de las relaciones; el verdadero significado de ellas.

Es porque has olvidado esto que reaccionas como lo haces. Pero está bien. Eso es parte del proceso de crecimiento. Es parte de la evolución. Es la tarea del alma que tú estés a la altura en las relaciones, pero esa es una  gran comprensión, un gran recuerdo.  Hasta que recuerdes esto - y recuerdes también cómo usar las relaciones como herramienta en la creación de tu personalidad - tienes que trabajar al nivel en que estás. El nivel de comprensión, el nivel de disponibilidad, el nivel de recordación.

Y así, hay cosas que puedes hacer cuando reaccionas con dolor y perjuicio a lo que otro está siendo, diciendo, o haciendo. La primera es admitirte honestamente a ti mismo y a otros exactamente cómo te sientes. Muchos de ustedes temen hacer esto porque piensan que esto te hará "quedar mal". En alguna parte, muy dentro de ti, te das cuenta de que es probablemente ridículo que "te sientas así". Probablemente, es pequeño de ti. Eres "más grande que eso". Pero no puedes evitarlo. Todavía te sientes así.

Hay una sola cosa que puedes hacer. Debes honrar tus sentimientos. Porque honrarlos significa honrarte a ti mismo. Debes amar a tu prójimo como a ti mismo. ¿Cómo puedes esperar jamás comprender y honrar los sentimientos ajenos si no puedes honrar los sentimientos dentro de ti mismo?

La primera cuestión en cualquier proceso interactivo con otro es: ¿Ahora quién soy yo, y quién quiero ser, en relación con eso?            
A menudo, no recuerdas quién eres y no sabes quién quieres ser sino hasta que pruebas algunas maneras de ser. Es por eso que honrar tus sentimientos más verdaderos es tan importante.

Si tu primer sentimiento es negativo, simplemente tener el sentimiento es con frecuencia todo lo que se necesita para apartarte de él. Es cuando tienes ira, alteración, disgusto, furia, o un sentimiento de "venganza" que puedes repudiar estos primeros sentimientos como "no quien quiero ser".

Maestro es alguien que ha vivido durante el número suficiente de tales experiencias para saber por adelantado cuáles son sus elecciones finales. No necesita "probar" nada. Ha llevado estas ropas antes y sabe que no le quedan. No son "suyas". Y, puesto que una vida de Maestro está dedicada a la constante realización de sí mismo como uno se conoce a sí mismo que es, sentimientos como éstos, que no le quedan, nunca serían albergados.

Es por eso que los Maestros son imperturbables cuando se enfrentan a lo que otros podrían llamar una calamidad. Un Maestro bendice una calamidad, pues sabe que el crecimiento de la personalidad viene de las semillas del desastre (y de toda experiencia). Y el propósito de la segunda vida del Maestro es siempre crecimiento. Porque, una vez que la personalidad se haya realizado plenamente, no queda nada por hacer, excepto más de lo mismo.

Es en esta etapa donde uno pasa de la obra del alma a la obra de Dios, porque es en eso que estamos ocupados. 

Para los fines de esta discusión, supondré que tú todavía estás en la obra del alma. Todavía estás buscando realizarte (hacerte "real") quién eres. La vida te dará abundantes oportunidades para crear eso. (Recuerda, éste no es un proceso de descubrimiento. Es un proceso de creación).

Puedes crear quién eres una y otra vez. De hecho, tú lo haces - todos los días. Sin embargo, como están las cosas ahora, tú no siempre sales con la misma respuesta. Dada una experiencia externa idéntica, puede que en el día uno elijas ser paciente, amoroso, y amable en relación con ello. En el día dos, puede que elijas estar enojado, feo, y triste.

El Maestro es el que siempre tiene la misma respuesta - y esa respuesta es siempre la más elevada elección.

En esto, el Maestro es eminentemente predecible. A la inversa, el estudiante es completamente impredecible. Se puede saber cómo le está yendo en el camino a la maestría simplemente observando cuán predeciblemente uno hace la más elevada elección al responder o reaccionar a cualquier situación.

Por supuesto, esto deja abierta la pregunta: ¿Cuál elección es la más elevada?

Esta es una pregunta alrededor de la cual han girado las filosofías y teologías del hombre desde el principio de los tiempos. Si la pregunta realmente te compromete, ya estás en camino a la maestría. Porque todavía es verdad que la mayoría de la gente continúa comprometida por completo por otra pregunta. No cuál es la elección más elevada, sino ¿cuál es la más productiva? O, ¿cómo puedo perder la menos productiva?

Cuando la vida es vivida desde el punto de vista de control de daños o la óptima ventaja, el verdadero beneficio de la vida se pierde. La oportunidad se pierde. La oportunidad es pasada por alto. Porque una vida vivida así es una vida vivida por temor - y esa vida miente acerca de ti.

Porque tú no eres temor, eres amor. Amor que no necesita ninguna protección, amor que no se puede perder. Pero tú nunca sabrás esto en tu experiencia si continuamente respondes la segunda pregunta y no la primera. Sólo una persona que cree que hay algo que ganar o perder hace la segunda pregunta. Y sólo una persona que ve la vida de una manera diferente; que ve la personalidad como un ser superior, que comprende que ganar o perder no es la prueba, sino solamente amar o dejar de amar - sólo esa persona hace la primera.

El que hace la segunda pregunta dice: "Yo soy mi cuerpo". El que hace la primera pregunta dice: "Yo soy mi alma".

Sí, el que tenga oídos para oír, oiga. Porque te digo esto. En la crítica coyuntura de todas las relaciones humanas, hay sólo una pregunta:

¿Qué haría el amor ahora?

Ninguna otra pregunta es relevante, ninguna otra pregunta es significativa, ninguna otra pregunta tiene ninguna importancia para tu alma.

Ahora llegamos a un muy delicado punto de interpretación, pues este principio de acción garantizada por el amor ha sido ampliamente malentendido - y es esta malinterpretación ha conducido a los resentimientos y las iras de la vida - las cuales, a su vez, han hecho que muchos se descarríen del camino.

Por siglos, se les ha enseñado que la acción garantizada por el amor surge de la elección de ser, hacer y tener lo que sea que produce el mayor bien para otra persona.

Pero yo te digo esto: La elección más elevada es la que produce el mayor bien para ti.

Como con todas las verdades espirituales, esta frase está abierta a una inmediata malinterpretación. El misterio se aclara un poco en el momento en que se decide cuál es el mayor "bien" que uno puede hacer para sí mismo. Y cuando se hace la elección absoluta más elevada, el misterio se disuelve, el círculo se completa, y el mayor bien para ti se convierte en el mayor bien para el prójimo.

Puede necesitarse toda una vida para entender esto - y aun más para ponerlo en práctica - pues esta verdad gira alrededor de otra aun mayor: Lo que tú haces por ti mismo, lo haces por tu prójimo. Lo que haces por tu prójimo, lo haces por ti mismo.

Esto es porque tú y el prójimo son uno.

Y esto es porque ...

No existe nada sino tú.

Todos los Maestros que han andado por tu planeta han enseñado esto. ("De cierto, de cierto os digo: Por cuanto lo hiciste a uno de estos mis hermanos, a mí lo hicistes"). Sin embargo, para la mayoría de la gente, esto ha continuado siendo una gran verdad esotérica, con muy poca aplicación práctica. En realidad, es la verdad "esotérica" más prácticamente aplicable de todos los tiempos.

En las relaciones, es importante recordar esta verdad, porque, sin ella, las relaciones serían muy difíciles.

Regresemos a las aplicaciones prácticas de esta sabiduría y alejémonos del aspecto puramente espiritual por el momento.

Según las antiguas interpretaciones, muy a menudo, la gente - con buenos y bien intencionados propósitos, muchos de ellos muy religiosos -  hacían lo que creían era lo mejor para la otra persona en sus relaciones. Tristemente, lo que todo esto producía en muchos casos (en la mayoría de los casos) era abuso continuado por parte del otro. Continuado maltrato. Continuada disfunción en la relación.

Finalmente, la persona que trataba de "hacer lo que es correcto" por parte de la otra persona - ser rápido en perdonar, mostrar compasión, no fijarse continuamente en ciertos problemas y ciertas conductas - se vuelve resentido, enojado, desconfiado, hasta de Dios, pues, ¿cómo puede un Dios justo exigir tan interminable sufrimiento, tal ausencia de gozo, y tal sacrificio, aun en nombre del amor?

La respuesta es que Dios no lo hace. Dios sólo pide que tú te incluyas a ti mismo entre aquellos a quienes amas.

Dios va más allá. Dios sugiere - recomienda - que tú te pongas a ti mismo en primer lugar.

Hago esto, sabiendo plenamente que algunos de ustedes llamarán a esto blasfemia, y dirán que esta no es mi palabra, y que otros de ustedes harán lo que podría ser aun peor, aceptarlo como mi palabra y malinterpretarlo o deformarlo para sus propios fines, para justificar acciones impías.

Te digo esto - ponerte a ti mismo en primer lugar en el más alto sentido jamás conducirá a una acción impía.

Por lo tanto, si te has sorprendido a ti mismo en una acción impía como resultado de hacer lo que es mejor para ti, la confusión no está en haberte puesto a ti mismo primero, sino en malinterpretar lo que es mejor para ti.

Por supuesto, establecer lo que es mejor para ti requerirá también que establezcas qué es lo que estás tratando de hacer. Este es un paso importante que muchos ignoran. ¿Qué estás tratando de hacer? ¿Cuál es tu propósito en la vida? Sin respuestas a estas preguntas, la cuestión de qué es "lo mejor" en cualesquiera circunstancias continuará siendo un misterio.

Como una cuestión práctica - nuevamente dejando a un lado las cosas esotéricas - si tú miras lo que es mejor para ti en estas situaciones en que estás siendo abusado, lo menos que tú harías sería detener el abuso. Y eso sería bueno tanto para ti como para el abusador. Porque hasta un abusador es abusado cuando se permite que su abuso continúe.

Esto no es sanador para el abusador, sino perjudicial. Porque, si el abusador descubre que su abuso es aceptable, ¿qué habrá aprendido? Pero, si el abusador ve que su abuso ya no es aceptado, ¿qué se le habrá permitido descubrir?

Por lo tanto, tratar a otros con amor no significa necesariamente permitir que otros hagan lo que quieran.

Los padres aprenden esto temprano con sus hijos. Los adultos no son tan rápidos en aprenderlo con otros adultos, ni nación con nación.

Sin embargo, no se puede permitir que los déspotas prosperen, sino que deben ser detenidos en su despotismo. El amor propio y el amor al déspota lo exigen. Esta es la respuesta a tu pregunta: "Si amor es todo lo que hay, ¿cómo puede el hombre jamás justificar la guerra"?

A veces, el hombre tiene que ir a la guerra para hacer la mayor afirmación acerca de quién es realmente el hombre: el que aborrece la guerra.

Hay ocasiones en que tú puedes tener que renunciar a quién eres para ser quién eres.

Hay maestros que han enseñado: No puedes tenerlo todo sino cuando estás dispuesto a renunciar a todo.

Así, pues, para "tenerte" a ti mismo como hombre de paz, es posible que tengas que renunciar a la idea de ti mismo como hombre que nunca va a la guerra. La historia ha requerido que ciertos hombres hagan tales decisiones.

Lo mismo sucede en las decisiones más individuales y personales. Puede que la vida te llame una vez más a probar quién eres demostrando un aspecto de quién no eres.

Esto no es tan difícil de entender si has vivido algunos años aunque, para el idealísticamente joven, pueda parecer la contradicción última. En una retrospección más madura, parece una dicotomía más divina.

En términos de relaciones humanas, esto no significa que, si estás siendo herido, tú tengas que "herir de vuelta". (Tampoco significa así en relaciones entre naciones). Simplemente significa que permitir que otro inflija daño continuamente puede que no sea lo más amoroso que se pueda hacer - para ti o para el otro.

Esto debería enterrar algunas teorías pacifistas de que el amor más elevado no requiere ninguna reacción obligatoria a lo que tú consideras malo.

La discusión aquí se convierte en esotérica una vez más, porque ninguna exploración seria de esta afirmación puede ignorar la palabra "malo" y los juicios de valor que ella invita. En realidad, no hay nada malo, sólo fenómenos objetivos y experiencia. Sin embargo, tu mismo propósito en la vida requiere que tú elijas, de la creciente colección de interminables fenómenos, unos pocos y dispersos que tú llamas malos - pues, a menos que tú lo hagas, no puedes llamarte bueno ni a ti mismo ni a nada más - y así, no puedes conocerte ni crear a tu yo.

Por eso, eres definido por lo que tú llamas malo y por lo que tú llamas bueno.

Por consiguiente, el mayor mal sería no declarar nada malo en absoluto.

Tú existes en esta vida en el mundo de lo relativo, donde una cosa puede existir sólo en cuanto se relaciona con otra. Esto es, en uno y al mismo tiempo, tanto en relación con la función como en relación con el propósito de la relación: Proporcionar un campo de experiencia dentro del cual tú te encuentras, te defines, y - si tú lo decides - recreas constantemente quién tú eres.

Elegir ser semejante a Dios no significa elegir ser mártir. Y ciertamente, no significa que tú elijas ser víctima.

En tu camino a la maestría - cuando es eliminada toda posibilidad de lesión, daño y pérdida - sería bueno reconocer que las lesiones, los daños, y las pérdidas son parte de tu experiencia, y decidieras quién tú eres en relación con ello.

Sí, las cosas que otros piensan, dicen o hacen te perjudicarán algunas veces - hasta que ya no lo hagan más. Lo que te llevará de aquí para allá más rápidamente es completa honestidad - estar dispuesto a afirmar, reconocer, y declarar exactamente cómo te sientes acerca de algo. Di tu verdad - amable, pero plena y completamente. Vive tu verdad, amable, pero total y consistentemente. Cambia tu verdad fácil y rápidamente cuando tu experiencia te traiga nueva claridad.

Nadie en su sano juicio, mucho menos Dios, te diría, cuando eres herido en una relación, que "te apartes de ella, que hagas que no signifique nada".  Si estás siendo herido ahora, es demasiado tarde para hacer que no signifique nada. Tu tarea ahora es decidir lo que en efecto significa - y demostrar eso. Porque, al hacerlo, eliges ser y te conviertes en quien tú buscas ser.

Así que no tengo que ser la sufrida esposa o el minimizado esposo o la víctima de mis relaciones para declararlas santas, o hacerme agradable a los ojos de Dios.

Caramba, por supuesto que no.

Y no tengo que soportar ataques a mi dignidad, asaltos a mi orgullo, daños a mi psique, y heridas a mi corazón para decir que "di lo mejor de mí" en una relación; "hice mi deber", "cumplí con mi obligación" a los ojos de Dios y de los hombres.

Ni por un momento.

Entonces, por amor de Dios, dime - ¿qué promesas debo hacer en una relación, cuáles acuerdos debo cumplir? ¿Cuáles obligaciones conllevan las relaciones? ¿Cuáles pautas debo buscar?

La respuesta es la que no puedes escuchar, porque te deja sin pautas y anula y cancela todo acuerdo en el momento en que lo hagas. La respuesta es: No tienes ninguna obligación. Ni en la relación, ni en toda tu vida.

¿Ninguna obligación?

Ninguna obligación. Tampoco ninguna restricción ni limitación; ninguna pauta ni regla. Tampoco estás ligado por ninguna circunstancia ni situación. Tampoco estás constreñido por ningún código ni ley. Tampoco eres castigable por ninguna ofensa, ni capaz de cometer ninguna - porque no hay tal cosa como ser "ofensivo" a los ojos de Dios.

He oído esto antes - esta clase de religión en que "no hay ninguna regla". Eso es anarquía espiritual. No veo cómo puede funcionar eso.

No hay manera de que no funcione - si tú estás ocupado en crear creando tu personalidad. Por otro lado, si te imaginas a ti mismo en la tarea de tratar de ser lo que alguien más desea que seas, la ausencia de reglas o pautas podría ciertamente poner difíciles las cosas.

Pero la mente inquisitiva comienza a preguntarse: Si Dios tiene una manera que quiere que yo sea, ¿por qué simplemente no me creó para comenzar? ¿Por qué toda esta lucha para que yo "venza" lo que soy para convertirme en lo que Dios quiere que sea? La mente escudriñadora exige saber esto - y con razón, porque es una pregunta apropiada.

Los religionistas quieren hacerte creer que yo te creé a ti como menos de lo que yo soy para que tú pudieras tener la oportunidad de convertirte en cómo soy yo, contra todas las probabilidades - y, puedo añadir, contra toda natural tendencia que se supone yo te haya dado.

Entre éstas así llamadas tendencias naturales está la tendencia a pecar. Se te enseña que naciste en pecado, que morirás en pecado, y que pecar es tu naturaleza. (Resaltado del traductor).

Una de tus religiones hasta te enseña que no puedes hacer nada para remediar esto. Que tus propias acciones son irrelevantes y sin significado. Que es arrogante pensar que, por medio de alguna acción tuya, puedes "ir al cielo". Que sólo hay una manera de ir al cielo (tener la salvación) y que esa es, no por medio de ninguna empresa propia tuya, sino por medio de la gracia que te concede Dios por la aceptación de su Hijo como tu intermediario. (Resaltado del traductor).

Una vez que esto se hace, estás "salvado". Hasta que esto se haga, nada que hagas - ni la vida que vivas, ni las elecciones que hagas, ni  nada que emprendas por tu propia voluntad en un esfuerzo por mejorarte o hacerte digno - tiene ningún efecto ni ninguna influencia. Eres incapaz de hacerte digno, porque eres inherentemente indigno. Fuiste creado así. (Resaltado del traductor).

¿Por qué? Sólo Dios lo sabe. Quizás cometió un error. Quizás no le salió bien. Quizás desea poder hacerlo todo nuevamente. Pero allí está. Qué hacer ...

Te estás burlando de mí.

No. Tú te estás burlando de mí. Estás diciendo que yo, Dios, hice seres inherentemente imperfectos, luego les exigí que fueran perfectos o se enfrentarían a la condenación.

Entonces estás diciendo que, en algún momento varios millares de años en la experiencia del mundo, cedí, diciendo que, desde allí en adelante, no tenías necesariamente que ser bueno. Simplemente, tenías que sentir haber hecho algo malo cuando no estabas siendo bueno, y aceptar como tu salvador al único ser que podría siempre ser perfecto, satisfaciendo mi hambre de perfección. Estás diciendo que mi Hijo - a quien tú llamas el único perfecto - te ha salvado de tu propia imperfección - la imperfección que yo te di a ti.

En otras palabras, el Hijo de Dios te ha salvado de lo que su Padre hizo.

Así es como tú - muchos de ustedes - dicen que yo establecí todo. Ahora, ¿quién se está burlando de quién?  (Resaltado del traductor).

Esta es la segunda vez en este libro que pareces haber emprendido un ataque frontal contra el cristianismo fundamentalista. Estoy sorprendido.

Has elegido la palabra "ataque". Yo simplemente estoy llamando la atención sobre el problema. Y el problema, dicho sea de paso, no es el cristianismo fundamentalista, como tú dices. Es la naturaleza entera de Dios y la relación de Dios con el hombre.

La cuestión surge aquí porque discutíamos el tema de las obligaciones - en las relaciones y en la vida misma.

No puedes creer en una relación sin obligaciones porque no puedes aceptar quién y qué eres realmente. Llamas "anarquía espiritual" a una vida de completa libertad. Yo la llamo la gran promesa de Dios.

Es sólo dentro del contexto de esta promesa que el gran plan de Dios puede ser completado.

En una relación, no tienes ninguna obligación. Sólo tienes oportunidad.

Oportunidad, no obligación, es la piedra angular en religión, la base de toda espiritualidad. Mientras lo veas en sentido opuesto, habrás errado el blanco.

La relación - tu relación con todas las cosas - fue creada como tu herramienta perfecta en la obra del alma. Por eso, cada relación humana es terreno sagrado. Por eso, cada relación personal es santa.

En esto, muchas iglesias están en lo cierto. El matrimonio es un sacramento. Pero no por sus sagradas obligaciones, sino por su incomparable oportunidad.

En una relación, nunca hagas nada por un sentido de obligación. Haz lo que hagas, que sea por un sentido de la gloriosa oportunidad que tu relación te proporciona para decidir, y ser quien realmente eres.

Puedo oír eso - pero, una y otra vez en mis relaciones, he renunciado cuando la situación se volvió áspera. El resultado es que he tenido una fila de relaciones en las cuales pensé, de muchacho, que tendría sólo una. Parece que no sé qué es conservar una relación. ¿Crees que alguna vez aprenderé? ¿Qué tengo que hacer para hacer que ocurra?

Lo haces parecer como si tener una relación significara que ha sido exitosa. Trata de no confundir longevidad con una tarea bien hecha. Recuerda, tu tarea en el planeta no es ver cuánto tiempo puedes permanecer en una relación, sino decidir y experimentar quién realmente eres.

Este no es un argumento a favor de relaciones a corto plazo - pero tampoco es un requisito para relaciones a largo plazo.

Aun así, aunque no haya tal requisito, esto hay que decir: las relaciones a largo plazo sí contienen notables oportunidades para crecimiento mutuo, mutua expresión, y mutuo cumplimiento - y eso tiene su propia recompensa.

¡Lo sé, lo sé! Quiero decir, siempre he sospechado eso. Así que, ¿cómo llego allí?

Primero, asegúrate de que entras en una relación por las razones correctas. (Estoy usando la palabra "correctas" aquí como un término relativo. Quiero decir "correctas" en relación con el propósito mayor que tienes en la vida).

Como te indiqué antes, la mayoría de las personas todavía entra en relaciones por las razones "erróneas" - para poner fin a la soledad, llenar un vacío, obtener amor, o atraer a alguien a quien amar - y esas son algunas de las mejores razones. Otros lo hacen para salvar su ego, mejorar su vida sexual, recuperarse de una relación anterior o, créelo o no, para aliviar el aburrimiento.

Ninguna de estas razones funcionará, y a menos que algunos cambios dramáticos ocurran en el camino, la relación tampoco funcionará.

Yo no entré en mis relaciones por ninguna de esas razones.

Yo pondría eso en duda. Yo no creo que tú supieras por qué entraste en tus relaciones. No creo que hayas pensado en ello de esa manera. Yo no creo que entraste en tus relaciones a propósito. Yo creo que entraste en tus relaciones porque te "enamoraste".

Eso es exactamente correcto.

Yo no creo que te detuvieras a mirar por qué te "enamoraste". ¿A qué estabas respondiendo? ¿Qué necesidad o serie de necesidades se estaban cumpliendo?

Para la mayoría de las personas, amor es una respuesta a la necesidad de cumplimiento.

Todo el mundo tiene necesidades. Tú necesitas eso, otro necesita aquéllo. Cada uno de los dos ve en el otro una oportunidad para cumplir su necesidad. Así que acuerdan - tácitamente - hacer un intercambio. Te ofrezco lo que tengo si me das lo que tienes.

Es una transacción. Pero tú no dices la verdad acerca de ello. No dices: "Te cambio tanto". Dices: "Te amo mucho", y luego comienza la decepción.

Tú has señalado esto antes.

Sí, y tú has hecho antes - no una vez, sino varias veces.

A veces, este libro parece estar girando en círculos, subrayando las mismas cosas una y otra vez.

Más o menos como la vida.

Touché.

El proceso aquí es que tú estás haciendo las mismas preguntas y yo estoy meramente respondiéndolas. Si tú haces la misma pregunta de tres maneras diferentes, me veo obligado a continuar respondiéndola.

Quizás yo sigo teniendo la esperanza de que tú tengas una respuesta diferente. Le quitas mucho de lo romántico cuando te pregunto acerca de relaciones. ¿Qué hay de malo en volverse loco de amor sin tener que pensar en ello?

Nada. Enamórate de tantas personas como quieras y de esa manera. Pero, si vas a formar una relación con ellas para toda la vida, puede que quieras añadir algo de pensamiento.

Por otra parte, si disfrutas pasando como agua a través de relaciones - o, aun peor, permaneciendo en una porque crees que "tienes que hacerlo", viviendo entonces una vida de callada desesperación - si disfrutas de repetir estos patrones del pasado, continúa haciendo lo que estabas haciendo.

Muy bien, muy bien. Entiendo. Caramba, eres implacable, ¿verdad?

Ese es el problema con la verdad. La verdad es implacable. No nos deja en paz. Continúa acercándose lentamente a uno desde todos lados, mostrando lo que realmente hay. Eso puede ser molesto.

Bien. Así que quiero hallar las herramientas para una relación a largo plazo - y tú dices que entrar en relaciones a propósito es una de esas herramientas.

Sí. Asegúrate de que tú y tu compañera concuerden en el propósito.

Si los dos concuerdan a un nivel consciente en que el propósito de la relación de ustedes es crear una oportunidad, no una obligación - una oportunidad para el crecimiento, para la plena expresión de la personalidad, para elevar las vidas de ustedes hasta su más alto potencial, para sanar cada uno de los falsos pensamientos o cada una de las pequeñas ideas que tenían acerca de ustedes, y para la reunión final con Dios a través de la comunión de las dos almas de ustedes - si ustedes toman ese voto en lugar de los votos que han estado tomando - la relación ha comenzado con una nota muy buena. Ha arrancado con el pie derecho. Es un comienzo muy bueno.

Aun así, no es ninguna garantía de éxito.

Si quieres garantías en la vida, entonces no quieres la vida. Quieres ensayos para un guión que ya ha sido escrito.

Por su naturaleza, la vida no puede tener garantías, de lo contrario todo su propósito quedaría frustrado.

Bien. Lo entiendo. Así que ya mi relación ha tenido "un comienzo muy bueno". Ahora, ¿cómo la mantengo andando?

Sabe y entiende que habrá desafíos y tiempos difíciles. No trates de evitarlos. Dales la bienvenida. Con agradecimiento. Míralos como grandes regalos de parte de Dios; gloriosas oportunidades para hacer lo que viniste a hacer en la relación y la vida.

Trata con todas tus fuerzas  de no ver a tu compañero (a) como el enemigo - ni siquiera como el problema. Cultiva la técnica de ver todos los problemas como oportunidades.

Oportunidades para ...

... Ya sé, ya sé - "ser, y decidir, quien realmente eres".

¡Correcto! ¡Estás entendiendo! ¡Estás entendiendo!

Me parece una vida bastante monótona.

Entonces, estás poniendo tus miras demasiado abajo. Amplía la esfera de tus horizontes. Profundiza tu visión. Ve más en ti de lo que tú crees que hay que ver. Ve más en tu consorte también.

Nunca perjudiques tu relación - ni a nadie - viendo en otra persona más de lo que te está mostrando. Porque hay más allí. Mucho más. Es sólo su temor lo que les impide mostrártelo. Si otros notan que tú los ves como más, se sentirán seguros hasta el punto de mostrarte lo que tú obviamente ya ves.

La gente tiende a estar a la altura de nuestras expectativas de ellos.

Algo así. No me gusta la palabra "expectativas" aquí. Las expectativas echan a perder las relaciones. Digamos que la gente tiende a ver en ellos mismos lo que nosotros vemos en ellos. Mientras mayor sea nuestra visión, mayor será la disposición de ellos a acceder y exhibir la parte de ellos que les hemos mostrado.

¿No es así como funcionan todas las relaciones verdaderamente bendecidas? ¿No es eso parte del proceso de sanamiento - el proceso por medio del cual permitimos a la gente que "deje ir" todo falso pensamiento que hayan tenido acerca de sí mismos?

¿No es eso lo que yo estoy haciendo aquí, en este libro, para ti? 

Sí.

Y esa es la obra de Dios. La obra del alma es despertarte a ti. La obra de Dios es despertarlos a todos.

Hacemos esto viendo a los demás como quiénes son - recordándoles quiénes son.

Puedes hacer esto de dos maneras - recordándoles quiénes son (muy difícil, porque no te creerán) y recordando quién eres (mucho más fácil, porque no necesitas que te crean, sólo necesitas que tú mismo lo creas). Demostrar esto constantemente  les recuerda a los demás ultimadamente quiénes son, porque se verán a sí mismos en ti.

Muchos maestros han sido enviados a la tierra para demostrar la verdad eterna. Otros, como Juan Bautista, han sido enviados como mensajeros, contando la verdad en términos entusiastas, hablando de Dios con inconfundible claridad.

Estos mensajeros especiales han sido dotados de extraordinaria perspicacia, y un poder muy especial para ver y recibir la verdad eterna, más la capacidad de comunicar conceptos complejos, de modo que puedan ser comprendidos por las masas. Y lo serán.

Tú eres ese mensajero.

¿Yo soy?

Sí. ¿Crees esto?

Es una cosa difícil de aceptar. Quiero decir, todos nosotros queremos ser especiales ...

... todos ustedes son especiales ...

... y el ego entra allí - por lo menos, ocurre conmigo, y trata de hacernos sentir "escogidos" de alguna manera para una tarea asombrosa. Tengo que combatir ese ego todo el tiempo, tratar de purificar y volver a purificar cada pensamiento, cada palabra, y cada obra para mantener fuera cada engrandecimiento. Así que es muy difícil escuchar lo que estás diciendo, porque soy consciente de que juega un papel con mi ego, y he pasado toda la vida luchando con mi ego.

Sé que lo has hecho.

Y a veces sin mucho éxito.

Me siento decepcionado al tener que concordar.

Pero, siempre, cuando la cuestión ha llegado a Dios, has dejado caer el ego. Muchas han sido las noches en que has rogado y suplicado pidiendo claridad; has rogado pidiendo visión, no tanto para enriquecerte ni acumular honores sobre ti, sino por la profunda pureza de un simple anhelo de saber.

Sí.

Y me has prometido, una y otra vez, que, si se te hiciera saber, pasarías el resto de tu vida - cada momento - compartiendo con otros la verdad eterna ... no por necesidad de obtener gloria, sino por el más profundo deseo de tu corazón de poner fin al dolor y al sufrimiento de los demás; llevar gozo y alegría, y ayuda; conectar a otros con el sentido de compañerismo con Dios que siempre has experimentado.

Sí. Sí.

Y así, yo te he elegido a ti como mi mensajero. A ti, y a muchos otros. Porque ahora, durante estos tiempos que siguen inmediatamente, el mundo necesitará muchas trompetas para que hagan sonar los clarines. El mundo necesitará muchas voces para que hablen las palabras de verdad y sanamiento que muchos millones anhelan. El mundo necesitará muchos corazones unidos en la obra del alma y preparados para hacer la obra de Dios.

¿Puedes tú decir honestamente que no eres consciente de esto?

No.

¿Puedes negar honestamente que esto es por lo que viniste?

No.

¿Estás listo entonces, con este libro, para decidir y declarar tu propia verdad eterna, y anunciar y articular la gloria mía?

¿Debo incluir en el libro estos últimos y pocos intercambios?

No tienes que hacer nada. Recuerda, en nuestra relación, no tienes ninguna obligación. Sólo oportunidades. ¿No es ésta la oportunidad que has esperado toda tu vida? ¿No has dedicado tu personalidad a esta misión - y la adecuada preparación para ella - desde los primeros momentos de tu juventud?

Sí.

Entonces, no hagas lo que estás obligado a hacer, sino lo que tienes oportunidad de hacer. En cuanto a poner todo esto en tu libro, ¿por qué no lo harías? ¿Crees que yo quiero que seas un mensajero secreto?

No, supongo que no.

Se necesita mucho valor para anunciarse como hombre de Dios. ¿Tú entiendes que el mundo te aceptaría mucho más rápidamente casi como cualquier cosa - menos como hombre de Dios? ¿Un mensajero de verdad? Cada uno de mis mensajeros ha sido profanado. Lejos de obtener gloria, no ganaron nada, excepto dolores de cabeza.

¿Estás dispuesto? ¿Te duele en tu corazón decir la verdad acerca de mí? ¿Estás dispuesto a soportar el ridículo de los seres humanos tus coterráneos? ¿Estás preparado para renunciar a la gloria en la tierra a favor de la mayor gloria del alma plenamente realizada?

Súbitamente, estás haciendo sonar todo esto bastante fuerte, Dios.

¿Querrías que yo te tomara el pelo acerca de eso?

Bueno, podríamos aligerarlo un poquito aquí.

¡Hey, me parece bien un aligeramiento! ¿Por qué no terminamos este capítulo con un chiste?

Buena idea. ¿Tienes uno?

No, pero tú sí. Cuéntame el de la niñita que dibujó un cuadro ...

Ah, sí, ése. Bien. Bueno, un día, una mamá entró a la cocina y encontró a su hijita en la mesa, crayones por todas partes, profundamente concentrada en un dibujo a mano libre que estaba creando. "Hijita, ¿qué estás dibujando tan ocupada?", la mamá le preguntó. "Es un cuadro de Dios, mamá", la hermosa niña contestó, con los ojos brillantes. "Oh, querida. Es muy dulce", dijo la mamá, tratando de ayudar. "Pero, ¿sabes? Nadie conoce en realidad el aspecto de Dios".

"Bueno", gorjeó la niñita. "Si sólo me permites terminar ...".

Ése es un hermoso chistecito. ¿Sabes qué es lo más hermoso? ¡La niñita nunca dudó de que ella sabía exactamente cómo dibujarme!

Sí.

Ahora te contaré un relato, y con eso podemos terminar este capítulo.

Muy bien.

Había una vez un hombre que de repente se encontró pasando horas cada semana escribiendo un libro. Día tras día, corría a su cuaderno y a su pluma - a veces, en mitad de la noche - para captar cada nueva inspiración. Finalmente, alguien le preguntó en qué estaba ocupado.

"Oh", contestó. "Estoy escribiendo una muy larga conversación que estoy teniendo con Dios". 

"Muy interesante", su amigo estuvo de acuerdo, "pero, ¿sabes?, nadie sabe realmente y con certeza qué diría Dios".

"Bueno", sonrió el hombre. "Ahora, si me permites terminar ...".

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