EL SÁBADO, LA LEY,
Y EL EVANGELIO
Rolaant McKenzie
Traducido de Gospel Outreach
4. Santificar Algo, el
Arca del Pacto,
y la
Reforma Sabática
Algunos cristianos sabadistas aseguran que, puesto que Dios
santificó el sábado, incumbe a todos los cristianos observar
este día y santificarlo. Pero, en relación con santificar
algo, Dios bendijo y santificó muchas cosas. Algunos ejemplos
incluyen el altar (Éxodo 29:37), las ofrendas por el pecado
que los israelitas hacían (Éxodo 30:10), y las vestiduras
sacerdotales de Aarón y sus hijos (Éxodo 39:41). ¿Debe
entonces decirse que, puesto que estas cosas fueron declaradas
santas por Dios, deben tener algún lugar especial en nuestro
culto a Dios hoy día? El hecho de que Dios santificó algo no
significa necesariamente que es santa para siempre.
Algunos dicen también que, puesto que la Escritura presenta el
séptimo día como "un sábado de Jehová" (Éxodo 20:8), todos los
cristianos están obligados a observar este día. Esto se basa
en dos suposiciones. Primera, que el sábado pertenece a Dios;
y segunda, que si algo pertenece a Dios, entonces se vuelve
obligatorio. Pero, si esto es verdad, ¿qué sucede con todos
los demás "tiempos señalados por el Señor" en el Antiguo
Testamento? Una lectura de Levítico revela que, además del
sábado semanal (23:3), hay siete sábados anuales (23:5;
23:6-8; 23:10-14; 23:15-21; 23:23-25; 23:27-32; 23:33-44),
ofrendas de grano (10:12), ofrendas encendidas (5:11-12),
servicios en el tabernáculo (17:3-4), ofrendas de paz
(19:5-8), la ofrenda de los animales primogénitos (27:26),
años sabáticos (25:1-7), y años de jubileo (25:8-12, 20:21).
Todos estos "sábados", "tiempos señalados", y "ofrendas" se
llamaban "santos" y se decía que eran "para el Señor" o "del
Señor". Si una persona arguye que el séptimo día sábado es
obligatorio porque pertenece a Dios, es "del Señor", o "para
el Señor", entonces, para ser consistente, esa persona debería
argüír también a favor de la naturaleza obligatoria de todos
los otros "sábados", "tiempos señalados", y "ofrendas" del
antiguo pacto. Así que este argumento en particular no
proporciona evidencia a favor de la observancia obligatoria
del sábado semanal.
Algunos van más allá, y dicen que, puesto que los Diez
Mandamientos fueron puestos en el arca del pacto mientras que
la parte principal y mayor de las llamadas leyes ceremoniales
no lo fueron, eso indica que los primeros tienen mayor
importancia y, por lo tanto, deben ser guardados u observados.
Pero es que otros artículos también habían sido puestos dentro
del arca. Ésta también contenía un jarrón de oro con maná y la
vara de Aarón que reverdeció (Hebreos 9:3-4). Puesto que estos
artículos estaban dentro del arca junto con las dos tablas de
piedra, en las cuales estaban inscritos los Diez Mandamientos,
¿deben tener algún tipo de significado especial u observancia
para nosotros hoy día? ¿Deben estos artículos tener un lugar
especial en nuestro culto a Dios hoy día? Otra pregunta que
debemos hacer es ésta: ¿Dónde está el arca hoy día? Algunos
eruditos bíblicos especulan sobre dónde podría estar oculta,
pero el hecho es que no está entre nosotros en la actualidad.
Y parece apropiado que haya desaparecido, puesto que este
pacto entero se ha desvanecido. Los cristianos viven bajo un
nuevo pacto, introducido por la obra de Cristo a favor
nuestro. Así, pues, este argumento a favor de una obligatoria
observancia del sábado no parecer ser muy bueno, pues, como se
ha demostrado más arriba, el sábado era una señal del antiguo
pacto.
Otro argumento a favor de una obligatoria observancia del
sábado involucra el hecho de que, puesto que Jesús hizo
milagros y otras buenas obras en sábado, lo hizo para reformar
el día de las gravosas reglas sabáticas establecidas por los
dirigentes religiosos judíos de la época. El argumento
continúa diciendo que Jesús no habría reformado algo que
estaba a punto de desaparecer. Pero, durante su ministerio,
Jesús reformó otros aspectos del antiguo pacto que estaba
destinado a desaparecer. Durante el Sermón del Monte en Mateo
5-7, Jesús procuró reformar la manera en que la gente ofrecía
sacrificios relacionados con las relaciones interpersonales
(Mateo 5:23-24). Jesús procuró reformar los servicios que se
llevaban a cabo en el templo de Jerusalén (Mateo 21:12-14;
Juan 2:13-17). Sin embargo, al morir en la cruz, "el velo del
templo se rasgó en dos de arriba abajo" (Mateo 27:51),
indicando que la ofrenda de sacrificios y otros servicios del
templo ya habían servido su propósito y habían terminado.
Parece que, aunque Cristo sí reformó el sábado, su propósito
principal al hacerlo era cumplirlo proporcionando una clara
imagen del verdadero reposo en Él, del cual el sábado era
tipo.