DÍAS DE RETRIBUCIÓN
Una exposición del libro
de Apocalipsis
Título de la obra en inglés:
Days of Vengeance
Por David Chilton
Tomado de Freebooks
Parte Tres
4
EL
TRONO POR ENCIMA
DE LA EXPANSIÓN
El
modelo para el culto (4:1-11)
1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta
en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando
conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que
sucederán después de éstas.
2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he
aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno
sentado.
3 Y el aspecto del que estaba sentado era
semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor
del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.
4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos;
y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de
ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.
5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces;
y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales
son los siete espíritus de Dios.
6 Y delante del trono había como un mar de vidrio
semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono,
cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.
7 El primer ser viviente era semejante a un león;
el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro
como de hombre; y el cuarto er asemejante a un águila volando.
8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno
seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no
cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor
Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
9 Y siempre aquellos seres vivientes dan gloria y
honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al
que vive por los siglos de los siglos,
10 los veinticuatro ancianos se postran delante
del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los
siglos, y echan suas coronas delante del trono, diciendo:
11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la
honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu
voluntad existen y fueron creadas.
1 Este versículo lo usan los defensores del
dispensacionalismo para apoyar su "Teoría del Rapto", la idea de
que la iglesia será arrebatada de este mundo antes de una
venidera tribulación; en realidad, este versículo parece ser el
principal texto de prueba en favor del rapto antes de la
tribulación. El "rapto" de Juan hacia el cielo es considerado
como señal de que la iglesia entera desaparecerá antes de que se
derramen las plagas registradas en los capítulos siguientes.
Parte del argumento a favor de entender esto así es que la voz
que Juan oyó era como el sonido de una trompeta, y Pablo dice
que una trompeta sonará en el "rapto" (1 Tes. 4:16). Algunos
defensores de esta posición parecen olvidar el hecho de que Dios
usa una trompeta en numerosas ocasiones. De hecho, como hemos
visto en el capítulo primero, la conexión entre la voz
de Dios y el sonido de una trompeta ocurre a través de
las Escrituras, comenzando con el juicio en el Jardín de Edén.
En relación con esto, Juan oyó la voz como una trompeta en la
primera visión (Apoc. 1:10). (¿Indica esto un posible "doble
rapto"?) 1
La escuela dispensacionalista de interpretación también apela al
hecho de que, después de que la Voz hubo dicho "Sube acá", "la
palabra 'iglesia' no vuelve a ocurrir en Apocalipsis sino hasta
que todo se ha cumplido". 2 Esta singular observación es presentada como prueba
abundante de que el libro de Apocalipsis no habla de la
"iglesia" 3 desde este punto hasta la Segunda Venida
(generalmente fijada en 19:11), lo que a su vez prueba que la
iglesia ha sido arrebatada y está ausente, en el cielo, lejos de
toda la excitación - ¡todo porque falta la palabra
"iglesia"! Basándose en este curioso principio de
interpretación, podríamos decir con certeza que Apocalipsis no
nos dice nada acerca de Jesús tampoco sino hasta el capítulo 12,
porque el nombre "Jesús" no ocurre sino hasta entonces (de esta
manera, "el león de la tribu de Judá" y "el Cordero que fue
inmolado" [5:5-6] deben ser términos para describir a alguna
otra persona). 4 Por supuesto, este método de interpretación involucra
aún más problemas para el dispensacionalista: porque ¡la
palabra "iglesia" jamás vuelve a aparecer en absoluto en todo
el libro de Apocalipsis! Por lo tanto, esta interpretación
de las palabras "Sube acá" no apoya el rapto
pre-tribulación de la iglesia; posiblemente hasta enseña la aniquilación
pre-tribulación de la iglesia. Después del último versículo de
Apocalipsis 3, la iglesia simplemente desaparece, y nunca se
vuelve a saber nada de ella.
Obviamente, esto no es verdad. A la iglesia
se la conoce por numerosos nombres y descripciones a través de
la Biblia, 5 y el mero hecho de que el solo término
"iglesia" no aparezca no indica que el concepto de
iglesia no esté presente. Los que ven en este versículo algún
"rapto" de la iglesia lo están importando hacia el texto. El
único "raptado" es Juan mismo. El hecho es que Juan sólo usa la
palabra "iglesia" con referencia a congregaciones particulares -
no al cuerpo entero de Cristo.
Sin embargo, debemos reconocer también que
Juan sí asciende a un culto de adoración en el Día del Señor; y
esta es una clara imagen de la ascensión semanal de la iglesia
al cielo cada Día del Señor, cuando ella participa en la
comunión de los santos y los ángeles "en ropa de fiesta" (Heb.
12:22-23) para la liturgia celestial. La iglesia representa la
experiencia de Juan cada domingo en el Sursum Cords,
cuando el oficiante (reflejando el "Sube acá" de Cristo)
exclama: "¡Arriba, corazones!" y la congregación canta
en respuesta: ¡Los elevamos al Señor! En un capítulo
anterior, observamos el comentario de Germano de que "la iglesia
es un cielo terrenal"; el patriarca continuó: "Las almas de los
cristianos son llamadas a reunirse con los profetas, los
apóstoles, y los jerarcas para reclinarse con Abraham, Isaac, y
Jacob en el banquete místico del reino de Cristo. Habiendo, por
lo tanto, venido a la unidad de la fe y la comunión del Espíritu
a través de la dispensación de Aquél que murió por nosotros y
está sentado a la diestra del Padre, ya no estamos en la tierra,
sino de pie al lado del trono real de Dios en el cielo, donde
está Cristo, tal como él mismo dice: 'Padre justo, santifica en
tu nombre a los que me diste, para que donde yo estoy, ellos
estén conmigo' (comp. Juan 17)". 6 Juan Calvino estaba de acuerdo: "Para que las almas
piadosas puedan aprehender debidamente a Cristo en la Cena,
deben ser elevadas al cielo... Y por la misma razón se
estableció de antiguo que, antes de la consagración, a la gente
se le debe decir en voz alta que eleven sus corazones". 7
Ya hemos visto (cuando comentamos 1:10) que
la expresión "en el Espíritu" (v. 2) es lenguaje profético
técnico, que se refiere, no a los sentimientos subjetivos de
Juan, sino a su experiencia objetiva como receptor inspirado de
la revelación divina. Estar "en el Espíritu" era el especial
privilegio de los profetas bíblicos. Resumiendo sus extensas
investigaciones sobre este punto, Meredith Kline escribe: "La
creación de Adán como reflector-imagen de la gloria del
Espíritu-Creador fue recapitulada en la historia de los
profetas. El evento crítico en la formación de un profeta era un
encuentro transformador con el Espíritu-Gloria, del cual emergía
el profeta como un hombre que reflejaba la gloria divina.... Ser
arrebatado en el Espíritu era ser recibido en la asamblea
divina, la realidad celestial dentro de la teofanía
Gloria-Espíritu. El distintivo del verdadero profeta era que
había estado de pie delante del Señor de la Gloria en medio de
este deliberante concilio de ángeles". 8
Pero, con la venida del Nuevo Pacto, lo que
una vez fue la especial prerrogativa de la clase profética
dentro de la comunidad del pacto ha venido a ser privilegio de
todos. El deseo de Moisés - "Ojalá todo el pueblo de Jehová
fuese profeta, y que Jehová pusiera su Espíritu sobre ellos"
(Núm. 11:29) - se ha cumplido en el derramamiento pentecostal
del Espíritu Santo (Hechos 2:17-21). Del mismo modo que Moisés
(el profeta por excelencia del Antiguo Pacto) tuvo el privilegio
especial de hablar con Dios cara a cara (Núm. 12:6-8),
participando de su gloria (Éx. 34:33-35), así ahora "nosotros
todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria
del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Espíritu del Señor" (2 Cor. 3:18). Todo
creyente ha recibido la unción profética (1 Juan 2:20, 27); y
cada semana ascendemos en el Espíritu hasta la asamblea
celestial. 9
Por lo tanto, la "Teoría del Rapto" está
basada en parte en una errónea interpretación de la doctrina
cristiana de la ascensión de la iglesia. La ascensión definitiva
tuvo lugar posicionalmente con Jesucristo, con quien
estamos sentados en los lugares celestiales (Efe. 1:20; 2:6); la
ascensión progresiva(empírica) tiene lugar litúrgicamente
con Cristo Jesús cada semana, en la celebración de la Eucaristía
(Heb. 12:22-24); y la ascensión final (culminativa)
tiene lugar escatológicamente con Cristo a)
espiritualmente, a la muerte (Apoc. 20:4), y b) en el cuerpo, al
final de la historia (1 Cor. 15:50-55); 1 Tes. 4:17). 10
2-3 Para recibir la revelación, Juan es
arrebatado al cielo, donde ve un trono y a uno sentado: Juan va
a contemplar los sucesos venideros desde el verdadero lugar de
ventaja, el carruaje-trono de Dios en la nube de gloria. Dios es
el determinador de todas las cosas, y una correcta comprensión
del mundo debe comenzar por una correcta comprensión de la
centralidad del trono de Dios. "En la infinita sabiduría del
Señor de toda la tierra, cada suceso cae con absoluta precisión
en su correcto lugar en el devenir de su plan eterno; nada, por
pequeño o extraño que sea, ocurre sin su ordenamiento, o sin que
ocupe su lugar, de manera peculiar, en el desarrollo de su
propósito; y el fin de todo será la manifestación de su gloria,
y la acumulación de su alabanza". 11
Y el que estaba sentado era semejante a
piedra de jaspe y de cornalina: Se ve a Dios como en una
llamarada de luz inaccesible (comp. 1 Tim. 6:16), pues Juan ha
sido arrebatado al Lugar Santísimo celestial, el santuario
interior del templo cósmico en la nube de gloria. Esto queda
subrayado por el hecho de que Juan ve un arco iris alrededor del
trono, de un aspecto como de esmeralda. Vale la pena notar que
estas tres piedras, jaspe (quizás ópalo o diamante), 12 cornalina (una
piedra rojiza), y esmeralda, representaban tres de las doce
tribus de Israel en el pectoral del sumo sacerdote (Éx.
28:17-19, Septuaginta); también son mencionadas entre las joyas
que tachonaban el suelo del Jardín de Edén (Eze. 28:13,
Septuaginta). Compárese la visión de Juan con la del profeta
Ezequiel:
... se veía la figura de un trono que
parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había
una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Y vi
apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego
dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para
arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía fuego, y
que tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que
está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del
resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la
gloria de Jehová. (Eze. 1:26-28).
Así, pues, Juan está en el templo
verdadero, el arquetipo celestial que formó el modelo que Moisés
recibió para la construcción del tabernáculo (Éx. 25:40; Heb.
8:1-2, 5; 9:23-24). Ve el trono, que corresponde al
propiciatorio; las siete lámparas, que corresponden al candelero
de siete brazos; los cuatro seres vivientes, que corresponden a
los querubines; el mar de vidrio, que corresponde al "mar" de
bronce; y los veinticuatro ancianos, que corresponden a los
veinticuatro divisiones de los sacerdotes. (Véase el Apéndice A
para una descripción más detallada del simbolismo levítico aquí
y a través de Apocalipsis).
4 Alrededor del Trono Juan ve veinticuatro tronos, en los cuales
están sentados veinticuatro ancianos. ¿Quiénes son estos
ancianos? En un ensayo bien conocido, el gran erudito
neotestamentario Ned Stonehouse, del Seminario Westminster,
defendía el punto de vista de que estos ancianos eran "seres
celestiales de un rango superior al de los ángeles en general,
como los querubines y serafines del Antiguo Testamento, si no
han de ser identificados específicamente con ellos". 13 A pesar de la
magistral defensa que Stonehouse hace de su posición, ella
descansa en una suposición sobre el texto que es ciertamente
incorrecta, y por eso su interpretación está seriamente errada.
(Tenemos más sobre este punto textual, y la opinión de
Stonehouse, más abajo, cuando discutamos 5:9).
Por otro lado, hay fuertes razones para
entender que estos ancianos son representantes de la iglesia en
el cielo (o, como revela Juan progresivamente durante su
profecía, la iglesia terrenal que adora en el cielo). Primero,
el nombre mismo de ancianos indicaría que estos seres
representan a la iglesia, y que no son una clase de ángeles. En
ninguna otra parte de la Biblia se da el nombre de anciano
a nadie que no sea un hombre, y desde los tiempos más antiguos
esta palabra ha representado a los que gobiernan y tienen
representación dentro de la iglesia (véase Éx. 12:21; 17:5-6;
18:12; 24:9-11; Núm. 11:16-17; 1 Tim. 3:1-7; Tito 1:5-9; Heb.
13:17; Sant. 5:14-15). Así, pues, a simple vista los ancianos de
Apocalipsis parecen representar al pueblo de Dios, el senado
sentado en concilio alrededor de su obispo.
Esta consideración queda reforzada por una
segunda observación sobre estos ancianos: Se les ve sentados
sobre tronos. Ya se nos ha dicho en esta profecía que los
cristianos reinan con Cristo (1:6), que llevan puestas coronas
(2:10; 3:11), que se les ha concedido autoridad real junto con
él sobre las naciones (2:26-27), que los apóstatas serán
obligados a inclinarse delante de ellos (3:9), y que están
sentados con Cristo en su trono (3:21). Ahora, en el capítulo 4,
vemos a ancianos sentados sobre tronos; ¿no es esto una
continuación de las enseñanzas que ya se han presentado?
Tercero, debemos considerar el simbolismo
del número veinticuatro. En general, puesto que veinticuatro es
un múltiplo de doce, hay nuevamente una razón evidente para
suponer que este número tiene algo que ver con la iglesia. Doce
es un número asociado bíblicamente con el pueblo de Dios: Israel
estaba dividido en doce tribus; y hasta se habla de la
administración de la iglesia del nuevo pacto en términos de
"doce tribus", porque la iglesia es el Nuevo Israel (véase Mat.
19:28; Mar. 3:14-19; Hech. 1:15-26; comp. Sant. 1:1). Juan usa
la palabra anciano doce veces en Apocalipsis (4:4, 10;
5:5, 6, 7, 11, 14; 7:11, 13; 11:16; 14:3; 19:4). El número veinticuatro
es así una "doble porción" de doce. Múltiplos de doce
son también incorporados en la estructura simbólica de la Nueva
Jerusalén, como leemos en la visión final de la profecía
(21:12-14):
Tenía un muro grandc y alto con doce
puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos,
que son los de las doce tribus de los hijos de Israel ... Y el
muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce
nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Pero el cuadro de los veinticuatro ancianos
se basa en algo mucho más específico que la sola idea de
múltiplos de doce. En el culto del Antiguo Testamento había
veinticuatro divisiones de sacerdotes (1 Crón. 24) y
veinticuatro divisiones de cantores en el Templo (1 Crón. 25).
Así, pues, la imagen de veinticuatro dirigentes del culto no era
una idea nueva para los que leían el Apocalipsis por primera
vez: Había sido una característica del culto del pueblo de Dios
por más de mil años. 14 En realidad, Juan ha juntado dos imágenes que apoyan
nuestra conclusión general: (1) Los ancianos se sientan en
tronos - son reyes. (2) Los ancianos son veinticuatro en
número - son sacerdotes. Lo que Juan ve es simplemente
el presbiterio del cielo: la asamblea representativa del real
sacerdocio, la Iglesia. 15
El hecho de que estos ancianos son tanto sacerdotes como reyes
muestra que el sacerdocio aarónico del Antiguo Pacto ha sido
reemplazado y trascendido; el sacerdocio del Nuevo Pacto, con
Jesucristo como Sumo Sacerdote, es un sacerdocio como el de
Melquisedec. Juan nos dice que estos sacerdotes-ancianos tienen
puestas coronas, porque la corona del sumo sacerdote ha sido
dada a todos. Los dos testimonios independientes del siglo
segundo de que Santiago en Jerusalén y Juan en Éfeso llevaban la
corona de oro de sumo sacerdote han sido generalmente
descontados por los eruditos modernos; 16 pero estas
tradiciones posiblemente reflejan la práctica real de la iglesia
primitiva.
Esto nos trae a otro punto que debemos
mencionar antes de seguir adelante. Ya hemos observado (véase
sobre 3:20) varios problemas causados por las tendencias
racionalistas de los grupos que nacieron de la Reforma.
Desafortunadamente, se volvió común que estos mismos grupos
prescindieran de la túnica del oficio de anciano. Aunque la
preocupación era por la "espiritualidad", los efectos reales
fueron los de platonizar la doctrina y el culto, y democratizar
el gobierno y el ministerio - pasos adicionales sobre el largo y
polvoriento camino hacia la aridez reformada. Como nos recuerda
Richard Paquier, "el color enseña por medio de la vista, y crea
estados de ánimo. Malinterpretamos la naturaleza humana y el
lugar de percepción en nuestra vida interior cuando degradamos
este factor psicológico en el culto de la iglesia". 17 Dios nos ha creado
así, y la continuada validez de las túnicas oficiales procede
correctamente de los patrones establecidos en el Antiguo
Testamento: El carácter oficial del anciano es subrayado por el
uso de túnicas oficiales, de la misma manera en que los jueces
de nuestra cultura todavía usan togas - una práctica, dicho sea
de paso, que nació de la práctica de la iglesia.
Paquier continúa: "Por lo tanto, es
natural, que el que oficia en el culto de la iglesia esté
ataviado de una manera que corresponda a la tarea asignada a él
y que exprese visiblemente lo que él hace. Además, quienquiera
que dirija el acto de culto no ejerce sus funciones
individualmente sino como ministro de la iglesia; es
representante de la comunidad y vocero del Señor. De aquí que
una vestimenta especialmente prescrita, una especie de
'uniforme' ecleasiástico, sea útil para recordarles tanto a los
fieles como a sí mismo que en este acto él no es el señor Fulano
de Tal, sino ministro de la iglesia en medio de una multitud de
otras personas. Lo que era no menos indispensable en los tiempos
antiguos, cuando prevalecía el sentido de comunidad y de
objetividad de la acción de culto, se ha convertido en nuestros
tiempos en una ayuda muy útil, y en realidad verdaderamente
necesaria, puesto que el individualismo y la subjetividad se han
enraizado de manera tan profunda en la piedad de las iglesias
reformadas". 18
5-8 Juan describe la corte celestial en
términos de los familiares efectos acústicos y visuales que
acompañan la Nube de Gloria, como en Sinaí (Éx. 19:16-19): Del
trono proceden destellos de relámpagos y voces y truenos.
Nuevamente, como en 1:4-5, las imágenes muestran ser el original
celestial de la estructura del Tabernáculo (Heb. 8:5; 9:23):
Como el candelero con sus siete lámparas que arden en el Lugar
Santo, hay siete lámparas de fuego ardiendo delante del trono,
representando estas siete lámparas los siete espíritus de Dios,
el Espíritu Santo en su séptuple plenitud de actividad. Aquí
está nuevamente la combinación de los tres aspectos de la imagen
de la Nube de Gloria: La Voz (v. 1), la Gloria
radiante (v. 3), y el Espíritu (v. 5).
Entonces, delante del trono, Juan ve, por
decirlo así, un mar de vidrio como cristal. Este es otro punto
en que esta visión se intersecta con la que está registrada en
Ezequiel 1. Pero el trono se ve desde dos perspectivas
diferentes. Mientras Juan permanece de pie en la corte celestial
misma, mirando hacia abajo, hacia el "mar" de vidrio
(que corresponde, en relación al mobiliario del Tabernáculo, a
la fuente, llamada también el "mar": Éx. 30:17-21; 1 Reyes
7:23-26 [versión de 1909]), Ezequiel está de pie en la base
de la Nube de Gloria, mirando hacia arriba a través de
su cono, y el "mar" en la parte superior se ve como un firmamento
azul por encima de él:
Y miré, y he aquí venía del norte un
viento tempestuoso, y una gran nube, como un fuego envolvente,
y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que
parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura
de cuatro seres vivientes.... Y sobre las cabezas de los seres
vivientes aparecía una expansión a manera de cristal
maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas.... Y sobre la
expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un
trono que parecía de piedra de zafiro.... (Eze. 1:4-5, 22,
26).
Otra similitud con la visión de Ezequiel es
que Juan ve cuatro seres vivientes de pie en medio del trono y
alrededor de él, sosteniendo el carruaje-trono durante su vuelo
(comp. Sal. 18:10), como lo hacen los cuatro querubines en
Ezequiel (nótese que están tanto "en medio de" como "alrededor"
del trono; comp. la estrecha relación entre el trono y los seres
vivientes en 5:6). Estos seres vivientes (no "bestias", como
dice la versión King James) están llenos de ojos al frente y por
detrás, y aparecen en las figuras de un león, un buey, un
hombre, y un águila. Una detallada comparación entre estos
versículos y Ezequiel 1 y 10 revelarán muchos paralelos
interesantes, así como diferencias, entre los relatos (también
debe hacerse referencia a la visión de los serafines de seis
alas en Isaías 6:1-4. El hecho de que haya cuatro de ellos
indica alguna relación con la tierra en forma de altar
(compárese con las ideas bíblicas de los cuatro rincones de la
tierra, los cuatro vientos, las cuatro direcciones, los cuatro
ríos del Edén que regaban toda la tierra, y así sucesivamente).
Michael Wilcock explica: "Los querubines de la Biblia están muy
lejos de ser bebés regordetes con alas y hoyuelos. Son criaturas
impresionantes, indicaciones visibles de la presencia de Dios.
Así que, cuando se nos dice (Sal. 18:10) que el Señor viaja
sobre un querubín y en alas del viento, podemos comenzar a ver
un enlace entre los cuatro seres vivientes de 4:6 y los cuatro
vientos de 7:1. Podríamos llamar a estos seres-querubines 'la
naturaleza', con tal de que recordemos lo que es realmente la
naturaleza - una inmensa construcción que palpita con la
incesante actividad de Dios .... Quizás sus rostros (4:7, Eze.
1:10) representan su majestad, su fortaleza, su sabiduría, y su
nobleza, y sus innumerables ojos su incesante vigilancia sobre
cada parte de su creación. Es apropiado, entonces, que haya
cuatro de ellos, correspondiendo a los puntos de la brújula y
los rincones de la tierra, y representan el mundo de Dios, como
los veinticuatro ancianos representan la iglesia". 20
Aunque Juan Calvino habría concordado con Wilcock, sus
observaciones sobre la importancia de los cuatro rostros de los
querubines son aún más radicales: "Por medio de estas cabezas se
nos representan todas las criaturas vivientes.... Estos animales
abarcan en sí mismos todas las partes del universo por medio de
la figura de lenguaje según la cual una parte representa el
todo. Mientras tanto, puesto que los ángeles son criaturas
vivientes, debemos observar en qué sentido atribuye Dios a los
ángeles mismos la cabeza de un león, un águila, y un hombre;
porque esto parece estar poco de acuerdo con su naturaleza. Pero
no podría expresar mejor la inseparable relación que existe en
el movimiento de los ángeles y todas las criaturas.... Por lo
tanto, hemos de entender que, mientras los hombres van y vienen
y cumplen con sus obligaciones, y se aplican en diferentes
direcciones a los objetos de sus planes, así lo hacen también
las bestias salvajes; y sin embargo, hay movimientos angélicos
no evidentes, de manera que ni los hombres ni los animales se
mueven por sí solos, sino que todo su vigor depende de una
inspiración secreta". 21
Como dice Calvino algunas páginas más
adelante, con más fuerza, "todas las criaturas son animadas
por movimientos angélicos". 22 Esto se opone directamente a las ideas humanistas de
"naturaleza" y "leyes naturales", pero es la enseñanza bíblica.
La razón de que esto nos suene extraño es que nuestra visión del
mundo ha estado impregnada de una filosofía que tiene mucho en
común con el antiguo baalismo. James B. Jordan ha escrito: "Los
detalles del culto de Baal no son de mucha importancia para
nosotros ahora. Es la filosofía subyacente del baalismo la que
es reina en la educación y la vida norteamericana en la
actualidad, y la que se enseña en los departamentos de ciencias
en casi todas las escuelas superiores cristianas en la
actualidad, y no sólo en los departamentos de ciencias, tampoco.
La Biblia enseña que Dios sostiene la vida directamente, no
indirectamente. No hay tal cosa como la Naturaleza. Dios no ha
dado al universo como tal ningún poder inherente para el
desarrollo. Dios creó el universo y toda vida por medio de acciones
inmediatas, no mediante procesos mediatos. Cuando Dios
retira su aliento (que es el Espíritu Santo, el Señor y el Dador
de la vida), la muerte ocurre inmediatamente (Gén. 7:22). La
idea de que Dios le dio cuerda al universo y luego le dejó
funcionar solo, de manera que hubiese una cosa llamada
naturaleza con poder intrínseco, es deísmo, no cristianismo. La
evolución teísta es deísmo, no cristianismo. Al grado en que los
procesos de la naturaleza reemplazan los actos de Dios en
cualquier sistema, a ese mismo grado ese sistema se ha
convertido en baalista". 23
"A causa de la influencia del neo-baalismo
(humanismo secular) en nuestra cultura moderna, tendemos a
pensar que Dios, cuando hizo el mundo, instaló ciertas 'leyes
naturales' o ciertos procesos que funcionan automática e
impersonalmente. Esta es una visión deísta, no cristiana, del
mundo. Lo que llamamos leyes naturales o físicas es en realidad
una tosca generalización aproximada de la actividad regular de
Dios al gobernar su creación. La materia, el espacio, y el
tiempo son creados por Dios, y son gobernados directa y
activamente por Él. Su gobierno es llamado 'ley'. Dios casi
siempre hace que las cosas se hagan de la misma manera, según la
regularidad del pacto (el equivalente cristiano de las leyes
naturales), la cual regularidad fue establecida en Génesis
8:22). La ciencia y la tecnología son posibles porque Dios no
cambia las reglas, de modo que el hombre puede con confianza
explorar el mundo y aprender a trabajarlo. Tal confianza, sin
embargo, es siempre una forma de fe, ya sea en la Naturaleza
(Baal) y las leyes naturales, o en Dios y en la confiabilidad de
sus compromiso para mantener la regularidad del pacto". 24
Hay otro aspecto del simbolismo relacionado
con los cuatro seres vivientes que hay que mencionar: su
correspondencia con los signos del Zodíaco. Los escritores
bíblicos estaban familiarizados con el mismo sistema de
constelaciones que conocemos hoy día, excepto que el nombre de
Águila parece haber sido sustituído por lo general con el de
Escorpión. La razón de esto puede ser que la antigua asociación
entre el Escorpión y la Serpiente (comp. Luc.10:17-19) llevó a
los escritores bíblicos a reemplazar el Águila; algunos
eruditos, sin embargo, han argüído que "en los días de Abraham
el Escorpión era representado como un Águila", según el sistema
caldeo en boga entonces. 25 Los rostros de los querubines, tanto en Ezequiel como
en Apocalipsis, son los signos medios en los cuatro cuadrantes
del Zodíaco: el León es Leo; el Toro es Taurus; el Hombre es
Acuario, el que derrama agua; y el Águila, como hemos visto, es
"Escorpión". Juan los enumera aquí en sentido opuesto al de las
manecillas del reloj, hacia atrás alrededor del Zodíaco
(probablemente porque los está mirando desde arriba, en el
cielo, más bien que desde abajo, en la tierra); pero cuando los
usa en la estructura de su profecía misma, los enumera en el
orden directo de las estaciones. 26 Después del preámbulo (capítulo 1), el Apocalipsis se
divide en cuatro cuadrantes, cada uno de ellos "gobernado" por
uno de estos seres. El primer cuadrante (Capítulos 2-3) estaba
gobernado por Taurus; de aquí el énfasis sobre las Siete
Estrellas, en las paletas del Toro. El segundo cuadrante
(Capítulos 4-7) está gobernado por la figura del "León de la
tribu de Judá", que ha vencido para abrir el libro sellado. El
Águila vuela por en medio del cielo con gritos de ayes a través
de todo el tercer cuadrante (Capítulos 8-14). Y el cuarto
cuadrante (Capítulos 15-22) está gobernado por el Hombre,
Acuario, "el que derrama agua" (comp. el derramamiento de las
copas de la ira, y el Río de Agua de Vida que fluye desde el
Trono).
No hay nada oculto acerca de nada de esto.
En realidad, la Biblia condena enérgicamente toda forma de
ocultismo (el deseo de obtener sabiduría esotérica o autónoma),
incluyendo el ocultismo astrológico (Deut. 18:9-13; 2 Reyes
23:3-5; Isa. 8:19-20; 44:24-25; 47:8-15). 27 Pero esto no
significa que las constelaciones mismas son malas, no más de lo
que la adoración pagana del sol nos prohibe ver el sol como
símbolo de Cristo (Sal. 19:4-6; Mal. 4:2; Lucas 1:78; Efe.
5:14). Por el contrario: Las constelaciones fueron creadas por
Dios, y manifiestan su gloria (Sal. 19:1-6). No son simplemente
grupos de estrellas al azar (nada en el universo de Dios ocurre
al azar, en última instancia); más bien, las constelaciones han
sido específicamente puestas allí por Dios (Job. 9:7-9; 26:13;
38:31-33; Amós 5:8). 28 La disposición de las doce tribus de Israel alrededor
del Tabernáculo (Núm. 2) correspondía al orden del Zodíaco; 29 y, como los
querubines, cuatro de las tribus representaban los signos medios
de cada cuadrante: Judá era el León; Rubén, el Hombre; Efraín,
el Toro; y Dan, el Águila. 30 Gordon J. Wenham explica la razón de las
correspondencias entre Israel y las estrellas: "Con frecuencia,
las Escrituras se refieren a los cuerpos celestes como a las
huestes de Dios (por ej., Deut. 4:19), mientras que los
ejércitos de Israel son sus huestes terrenales (por ej., Josué
5:14 hasta Números 1). El tabernáculo terrenal era una copia de
la morada celestial de Dios (Éx. 25:9, 40). Ambos eran asistidos
por los ejércitos del Señor. Finalmente, Génesis 37:9 compara a
Jacob y sus hijos (los antepasados de las doce tribus) con el
sol, la luna, y las estrellas". 31 El más ejemplo de simbolismo astronómico en la Biblia
es, por supuesto, que el nacimiento del Mesías mismo fue
anunciado a los magos por medio de las estrellas (Mat. 2:2),
como se había predicho (Núm. 24:17; Isa. 60:1-3). 32
Luego, Juan describe el culto llevado a
cabo por los cuatro seres vivientes, usando la sección coral
para interpretarnos el significado de los símbolos en su visión
del Trono - un mecanismo que él repite a través del libro. Llama
nuestra atención hacia las seis alas de los seres vivientes,
para asociarlas con los serafines de la visión de Isaías:
En el año que murió el rey Uzías vi yo
al Señor sentado sobre un trono alto y sublime , y sus faldas
llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno
tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían
sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces
diciendo: Santo, santo, santo Jehová de los ejércitos; toda la
tierra está llena de su gloria. (Isa. 6:1-3)
De manera similar, los seres vivientes en
Apocalipsis tienen como fin principal glorificar a Dios y gozar
de su presencia para siempre, alabándole - aparentemente de
manera antifonal, como lo hacían los serafines de Isaías - por
Su santidad, Su poder omnímodo, y Su eternidad: Santo, Santo,
Santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era y que es y
que habrá de venir. Esto también tiene su contraparte en la
liturgia cristiana normal, en la cual el Sanctus sigue
al Sursum Corda:
Oficiante: Por lo tanto, con
ángeles y arcángeles, y con toda la compañía del cielo,
alabamos y magnificamos tu glorioso nombre, loándote para
siempre y diciendo.
Todos: SANTO,
SANTO, SANTO, Señor Dios de Sabaoth; el cielo y la tierra llenos
están de tu gloria; hosanna en las alturas.
9-11 Pero la alabanza celestial no termina
con el canto de los seres vivientes; porque cuando ellos dan
gloria y honra y gracias a Dios, los veinticuatro ancianos
mismos se les unen con alabanzas antifonales (o en respuesta).
Caen delante de Él ... le adoran ... y echan sus coronas delante
del Trono, reconociendo que la autoridad y el dominio de ellos
se derivan de Él. Continúan alabándole por sus obras en la
creación y en la historia: Digno eres tú, nuestro Señor y Dios,
de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste
todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.
Para apreciar el pleno significado de esta afirmación directa de
la doctrina de la creación, contrastémosla con una declaración
emitida hace algunos años por los dirigentes de una de las
mayores iglesias de los Estados Unidos:
EN EL
PRINCIPIO - LA ELECCIÓN
En el principio, Dios creó la elección.
Antes de que Dios hiciera nada - la tierra, el cielo, el hombre
- ya había decidido que el hombre tendría poder de elección. No
un poder de elección limitado, como el de qué color de
calcetines se pondría hoy. Dios dio al hombre completo poder de
selección, tan completo, que el hombre podía elegir - o rechazar
- a Dios. Dios se colocó en una posición más bien arriesgada
cuando armó al hombre con semejante herramienta. Dio al hombre
un arma que éste podía usar contra Dios.
¿Puede usted imaginar a algo que usted hizo
diciéndole: "No te quiero, ni siquiera como amigo"? Dios dio al
hombre esa misma opción, aunque sabía cuál sería la elección del
hombre. Dios sabía que su creación se alejaría de Él, que le
odiaría. Pero Dios también se daba cuenta de que no hay mejor
manera de demostrar amor que arriesgándose a la alternativa del
rechazo. El legítimo amor requiere decisión, porque el legítimo
amor no puede ser exigido, ni ordenado, ni siquiera regulado.
Debe ser voluntario.
Esto nos dice algo acerca de Dios. Dios no
hace las cosas porque sí. De alguna manera, debe haber sentido
la necesidad de ser amado. ¿Cree Ud. que es correcto llegar a la
conclusión de que Dios nos "necesita"? Yo creo que sí. Pero Él
nunca degrada el calibre de su amor tratando de obligarnos a
amarle... 33
Hablando caritativamente, esto es tontería
blasfema. Lo único honesto acerca de ella es su falta de
referencias bíblicas. Hay muchos puntos objetables que podríamos
considerar, pero el principal, para nuestros fines, es el punto
de la soberanía y la independencia de Dios. ¿Necesitaba
Dios crearnos? ¿Se siente Dios solo? ¿Necesita de su creación?
Dejemos que las Escrituras hablen:
Como nada son
todas las naciones delante de él; y en su comparación serán
estimadas en menos que nada, y que lo que no es. (Isa. 40:17)
Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,
que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la
antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo
permanecerá, y haré todo lo que quiero. (Isa. 46:9-10).
El Dios que hizo
el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del
cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos
humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si
necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento
y todas las cosas. (Hech. 17:24-25). 34
En su culto divinamente ordenado, los
ancianos han proclamado la verdad: La creación existe, no porque
Dios necesitaba crear, o porque dependa de su creación en manera
alguna, sino simplemente porque fue su voluntad crear;
le plació hacerlo. Dios es soberano, absolutamente
independiente de la creación. La distinción bíblica entre el
Creador y la criatura es absoluta.
El servicio de culto celestial aquí nos muestra lo que Dios
quiere en el culto terrenal. Primero, el culto debe ser
corporativo. El culto bíblico no es individualista,
quietista, o sólo interno. Esto no quiere decir que no hay lugar
para el culto privado; pero sí significa que el énfasis bíblico
en el culto corporativo está muy lejos del "culto" degenerado de
muchos evangélicos, que ven el culto individual como prioritario
por encima del culto corporativo, y que hasta conciben a éste
último simplemente como la suma de los adoradores individuales.
35 Otro
aspecto olvidado de la necesidad del culto corporativo es el
hecho de que los así llamados "servicios de culto" en las
iglesias modernas son en realidad o salas de conferencias o
funciones circenses de tres arenas. En ambos casos hay actores
principales, y hay espectadores - pero la Iglesia, como tal, no
está adorando corporativamente. Por contraste, el modelo de
culto bíblico es el servicio de culto corporativo, con plena
participación conjunta de los miembros unidos de la
congregación, demostrando una armonía de unidad y diversidad.
Segundo, el culto debe ser respondiente.
Veremos más de esto al proceder a través del libro de
Apocalipsis - que trata del culto tanto como de cualquier otra
cosa - pero esto ya ha ocurrido con el pasaje que acabamos de
estudiar. A los ancianos y a los cuatro seres vivientes se los
ve cantando responsos musicales hacia a atrás y hacia adelante,
participando en un diálogo. Y en el culto de la iglesia en la
tierra, eso es lo que hacemos (o deberíamos hacer) también.
Respondemos litúrgicamente a la lectura de la Biblia, a las
oraciones, al canto de los salmos y los himnos, a la enseñanza,
y a los sacramentos. Porque esto es lo que vemos en el culto
celestial, y nuestro culto debería estructurarse, hasta donde
sea posible, a imitación del modelo celestial, de acuerdo con la
oración que Jesús nos enseñó: "Hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo" (Mat. 6:10).
Tercero, el culto debe ser ordenado.
Los ancianos y los seres vivientes no se interrumpen entre sí ni
intentan presumir los unos sobre los otros. Aunque el culto debe
ser corporativo, e involucrar a la iglesia entera, no
debe ser caótico. Un modelo básico de culto se presenta
en 1 Cor. 14:40: "Hágase todo decentemente y con orden". Los
carismáticos tienden a tener ciertos instintos correctos - que
el culto debe incluir a la congregación entera - pero en la
práctica su culto tiende a la confusión y al desorden, pues
todos "adoran" individualmente a la vez. La solución, reconocida
tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos, y por la
iglesia a través de la historia, es proporcionar una liturgia
común, con oraciones y responsos formales, de manera que los
congregados puedan adorar juntos inteligentemente de un modo que
es a la vez corporativo y ordenado.
El culto público bíblico es muy diferente
del culto privado o familiar: es radicalmente diferente de un
mero grupo de estudio bíblico, por importante que éste pueda
ser. El culto dominical de la iglesia es cualitativamente único:
Es el pueblo de Dios que viene a palacio para una ceremonia
formal delante del Trono, una audiencia oficial con el Rey.
Venimos a confesar nuestra fe y nuestra lealtad, a hacer votos
solemnes, a recibir perdón, a ofrecer oraciones, a ser
instruídos por los oficiales de Dios, a comer a su mesa, y a dar
gracias por todos sus beneficios; y hemos de responder a todo
esto con música y cantos. Todo esto es corporativo, y
necesariamente significa liturgia. Esto puede significar
ciertos cambios complejos y prolijos en nuestros hábitos y
patrones de culto. Pero Dios no debería tener nada menos que lo
mejor. Él es el Rey, y adorarle significa servirle.
Notas:
1. ¡Pero, espere!
Los capítulos 8-11 registran el sonido nada menos que de siete
trompetas más - ¿podría haber nueve raptos?
2. The Scofield
Reference Bible (New York: Oxford University Press, [1909]
1945), observa sobre Apoc. 4:1; comp. Hal Lindsey, There´s a
New World Coming: A Prophetic Odyssey (Eugene, OR: Harvest
House Publishers, 1973), pp. 74ss.
3. El uso por parte de los dispensacionalistas de la
palabra iglesia es muy diferente de su uso en la teología
histórica y ortodoxa. Véase de O. T. Allis, Prophecy and the
Church (Grand Rapids: Baker Book House, 1945, 1947), pp.
54-110; L. Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publishing Co., cuarto cd. revisado , 1949),
pp. 562-78; y Roderick Campbell, Israel and the New Covenant
(Tyler, TX: Geneva Ministries, [1954] 1983).
4. Este principio puede ser aplicado fructíferamente en
otras partes de la Escritura también. Por ejemplo, la palabra amor
no aparece en ninguna parte del Libro de Rut; por esto, su
historia no resulta ser, después de todo, uno de los más grandes
romances de la Biblia, porque Booz y Rut no se amaban. Nuevamente,
la palabra Dios no aparece en el libro de Ester; bajo
estos principios, Él no está involucrado en estos acontecimientos,
y el libro no nos dice nada sobre Él. ¡Además, los primeros quince
capítulos de la carta de Pablo a los Romanos no les conciernen a
la Iglesia, porque la palabra Iglesia no aparece allí tampoco!
5. Paul Minear enumera noventa y seis de ellos sólo en el
Nuevo Testamento: Images of the Church in the New Testament(Philadelphia:
The Westminster Press, 1960), pp. 222ss., 268s.
6. St. Germanus de
Constantinopla, On the Divine Liturgy, trad. Paul
Meyendorff (Crestwood, NY: St. Vladimir´s Seminary Press, 1984),
p. 101.
7. John Calvin, Institutes
of
the Christian Religion, 4:17:36 (Philadelphia: The
Westminster Press, 1960). Ford Lewis Battles, trad., p. 1412.
8. Meredith G.
Kline, Images of the Spirit (Grand Rapids: Baker Rapids:
Baker Book House, 1980), pp. 57s.
9. Véase el trabajo
de George Vandervelde, "The Gift of Prophecy and the Prophetic
Church" (Toronto: Institute for Christian Studies, 1984).
10. Sobre este
modelo definitivo-progresivo-final, véase de David Chilton, Paradise
Restored: A Biblical Theology of Dominion (Ft. Worth, TX:
Dominion Press, 1985), pp. 24, 42, 73, 136, 146-57, 206, 209, 223.
11. Benjamin B.
Warfield, "Predestination", en Biblical and Theological
Studies (Nutley, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing
Co., 1968), p. 285.
12. "En la
antigüedad, el nombre no se limitaba a la variedad de cuarzo que
ahora se llama jaspe, sino que podía designar cualquier piedra
preciosa opaca". William F. Ardnt y F. Wilbur Gingrich, A
Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early
Christian Literature (Chicago: The University of Chcago
Press, 1957), p. 369.
13. Ned B.
Stonehouse, "The Elders and the Living-Beings in the Apocalypse",
en Paul Before the Areopagus, and Other New Testament Studies
(Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1957), p. 90.
14. Véase de Alfred
Edersheim, The Temple: Its Ministry and Services as They Were
at the Time of Jesus Christ (Grand Rapids: William B.
Eerdmans Publishing Co., 1980), pp. 75, 86ss. Ezequiel vio
veinticinco hombres que servían en el templo: los representantes
de los veinticuatro órdenes del sacerdocio, más el Sumo Sacerdote
(Ezeq. 8:16).
15. Un argumento adicional en favor de esta interpretación
se desarrollará durante la discusión del 5:9. Veremos que el
cántico de los ancianos registrado allí dice claramente que ellos
están entre los redimidos - un grupo que no incluye a los ángeles
(Heb. 2:16). Por lo tanto, los ancianos deben tomarse en el
sentido corriente, como que se refieren a los representantes de la
Iglesia.
16. Véase de Dom
Gregory Dix, The Shape of the Liturgy (New York: The
Seabury Press [1945] 1982), p. 313; W. H. Frend, The Rise of
Christianity (Philadelphia: Fortress Press, 1984), p. 127.
17. Richard
Pacquier, Dynamics of Worship: Foundations and Uses of Liturgy
(Philadelphia: Fortress Press, 1967), p. 143.
18. Ibid., p. 138. Resultó que algunas de las iglesias
reformadas que conservaron la túnica escogieron la toga académica,
en parte quizás como reacción contra lo que se entendía como
excesos de la Iglesia Romana, y para subrayar la función docente
del ministro. Pero, como señala Pacquier, "no hay ni una sola
referencia a las togas negras en la Biblia, mientras que las
túnicas y vestimentas blancas se mencionan muchas veces, ya de
hecho o simbólicamente.
"La verdad es que,
si hay un color que se sugiere a sí mismo como una expresión
adecuada del evangelio y el servicio divino evangélico, es
ciertamente el blanco. En la Biblia, el color blanco es
el color divino por excelencia porque simboliza la santidad y la
perfección de Dios (Sal. 104:2; Dan. 7:9; Apoc. 1: 14; 19:11;
20:11)" (ibid., pp. 139s.).
19. Para Moisés y
los ancianos de Israel, el mar-firmamento aparecía como un pavimento
de color zafiro (azul) (Éx. 2:10).
20. Michael
Wilcock, I Saw Heaven Opened: The Message of Revelation
(Downers Grove. IL: InterVarsity Press, 1975), p. 64.
21. John Calvin, Commentaries
on
the First Twenty Chapters of the Book of the Prophet Ezekiel
(Grand Rapids: baker Book House, 1979), Vol. 1, pp. 334s.
22. Ibid., p. 340; comp. pp. 65-74, 333-340. Calvino fue
atacado por su propio traductor por hacer estas y parecidas
afirmaciones (véase Vol. 1, pp. xxvf.; Vol. 2, pp. 421s, 448-55,
466-68, 473s.) Sin embargo, los pensamientos son elaborados muy
cuidadosamente durante el curso de su exposición, y este
comentario, que Calvino no vivió para terminar, representa su
pensamiento maduro sobre el tema. Es uno de los volúmenes más
fascinantes que yo haya leído jamás, y un rico filón de de
valiosas observaciones.
23. James B.
Jordan, Judges: God´s War Against Humanism (Tyler, TX:
Geneva Ministries, 1985), pp. 37s.
24. Ibid., p. 102.
Véase también de John Calvin, Commentaries on the Last Four
Books of Moses (Grand Rapids: Baker Book House, 1979), Vol.
1, pp. 385-87; Commentary on a Harmony of the Evangelists
(Grand Rapids: Baker Book House, 1979), Vol. pp. 213-15.
25. Richard
Hinckley Allen, Star Names: Their Lore and Meaning (New
York: Dover Publications, [1899] 1963), p. 57: comp. p. 362.
26. Dicho sea de
paso, el termo Zodíaco no es una palabra oculta; significa
simplemente círculo, y se refiere al curso aparente del
sol a través de los cielos. Las doce constelaciones mayores son
los grupos de estrellas dispuestas a lo largo de la trayectoria
del sol.
27. La mejor
refutación cristiana del engaño astrológico se encuentra en obra
de San Agustín, La Ciudad de Dios, Libro V, capítulos
1-11.
28. Para un estudio
de la relación entre las constelaciones y el mensaje bíblico,
véase de Joseph A Seiss, The Gospel in the Stars (Grand
Rapids: Kregel Publications, [1882] 1972).
29. ¡O, como buenos
agustinianos, podemos decir que el Zodíaco corresponde al orden de
las doce tribus!
30. Véase de Ernest
L. Martin, The Birth of Christ Recalculated (Pasadena, CA:
Foundation for Biblical Research, segundo cd., 1980), pp. 167ss;
comp. J. A. Thompson, Numbers, en D. Guthrie y J. A.
Motyer, eds., The New Bible Commentary (Grand Rapids:
William B. Eerdmans Publishing Co., tercer cd., 1970), p. 173.
31. Gordon J. Wenham, Numbers: An Introduction and
Commentary (Downers Grove, IL: Inter-Varsity Press, 1981),
p. 65. Wenham no se refiere a las constelaciones zodiacales, sino
a algo mucho más asombroso: ¡el hecho de que las cifras del censo
de las tribus de Israel corresponden a los períodos sinódicos de
los planetas! Como señala Wenham, las cifras del censo "afirman el
carácter sagrado de Israel. Ellas nos recuerdan que las promesas
de Dios a Abraham se han cumplido, y que el santo pueblo de Dios
es llamado a luchar por él en la tierra como las estrellas luchan
por él en los lugares celestiales" (ibid.). La infomación de
Wenham se basa en la obra de M. Barnouin, "Les recensements du
Livre des Nombres et l'astronomic babylonienne", Vetus Testamentum
27, 1977, pp.280-303. Este trabajo está disponible en una
traducción inglesa de Geneva Ministries, P. O. Box 131300, Tyler,
TX 75713.
32. Véase, de
Martin, The Birth of Christ Recalculated, pp. 4-25.
33. Volante
publicada c. 1978 por una iglesia en Santa Ana,
California, anunciando sus Conciertos de los Sábados por la Noche.
34. Un punto
adicional debería recibir por lo menos una nota en un pie de
página: ¿Es cierto, como alega el folleto, que "el amor genuino no
puede ser exigido, ordenado, ni siquiera regulado"? Véase Deut.
6:5-6; Mat. 22:37-40; Efe. 5:25; 1 Juan 4:19.
35. Un ejemplo de esto, del lado de la Iglesia Reformada,
entre muchos que podrían citarse, es la obra de B. M. Palmer, The
Theology of Prayer (Sprinkle Publications, [1894] 1980).
Esta extensa obra (352 págs), que pretende proporcionar "una plena
articulación de la oración en el sistema de la gracia", tiene que
ver completamente sólo con las devociones individuales; no
menciona la oración corporativa ni una sola vez.