Ellen G. White
LA MENTIRA WHITE
Walter T. Rea
1982
Título del libro en
inglés:
The
White Lie
Introducción
Casi desde la primera vez que oí hablar de
ella, al principio de mi adolescencia, me convertí en devoto de
Ellen G. White y de sus escritos. Aprendí a escribir a máquina
copiando porciones de su libro Messages to Young People
[Mensajes para los Jóvenes]. En la escuela superior y en la
universidad, a menudo iba de habitación en habitación en el
dormitorio, reuniendo citas de Ellen White de los otros
estudiantes para usarlas en mi preparación para convertirme en
ministro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Fue por
aquellos días que concebí la idea de preparar un comentario
Adventista compilando, de los escritos de Ellen White, todas las
declaraciones pertenecientes a cada libro de la Biblia, cada
doctrina, y cada personaje bíblico.
Al comienzo de mi vida ministerial (que se
inició en la parte central de California a finales de la década
de 1940), compilé dos tomos de biografías bíblicas del Antiguo
Testamento y del Nuevo Testamento, incorporando en cada artículo
las citas pertinentes encontradas en la obras de Ellen White.
Algunas personas prominentes de la iglesia me estimularon en
este proyecto, y pensaron que el Ellen G. White Estate podría
publicar estas colecciones para que fueran usadas en el club de
libros que la iglesia dirigía en esos días. Después de mucho
tiempo y mucho intercambio de correspondencia, finalmente me di
cuenta de que había sido ingenuo y que el White Estate no tenía
la menor intención de colaborar de esta manera con nadie que
pareciera estar invadiendo su terreno. De manera bien clara, me
hicieron saber que ellos poseían esa "franquicia celestial" y
que mirarían con malos ojos a cualquiera que pisara su
territorio. 1
Sin embargo, y de manera independiente,
publiqué dos tomos de biografías bíblicas, y un tercer tomo
sobre Daniel y el Apocalipsis, todos basados en las obras de
Ellen White. Pronto estos libros se vendieron en la mayoría de
las librerías Adventistas, y fueron usados en muchas escuelas y
universidades de Norte América.
Los del White Estate no se sintieron muy
felices con todo esto, y llamaron la atención de mi unión
regional y de los presidentes de conferencias locales sobre el
tema. Después de algún tira y afloja, todos estuvieron de
acuerdo en que los libros podían venderse si yo mantenía un
perfil bajo, por cuanto de todos modos ellos no creían que mis
libros serían aceptados a gran escala. Sin embargo, en años
subsiguientes, se vendieron decenas de miles.
Mientras trabajaba en mi proyectado tomo
cuatro (las citas de Ellen White sobre doctrinas bíblicas), por
casualidad tropecé con algo interesante en Orlando, Florida,
donde yo era pastor de la Kress Memorial Church, llamada así en
honor de los doctores Daniel H. y Lauretta E. Kress, renombrados
pioneros de la obra médica Adventista. La familia Kress me
regaló un antiguo libro de Ellen White, Sketches from the
Life of Paul, publicado en 1883, pero que nunca fue
reimpreso. Cuando un día le mostré este libro a un miembro de
iglesia , me dijo que el problema del libro era que se parecía
dermasiado a otro que no había sido escrito por Ellen
White, y que nunca había sido reimpreso a causa de la estrecha
similitud entre los dos. Siendo de mente inquisitiva, hice un
estudio comparativo y descubrí que algunas de las críticas
parecían ser ciertas. 2
Más tarde, después de que fui trasladado a
California, los miembros de la familia de Wellesley P. Magan,
también de pioneros Adventistas establecidos, fueron miembros de
mi congregación. A la muerte de la viuda del padre de Wellesley,
Lillian E. Magan, me regalaron un libro de la biblioteca de la
familia Magan - Elisha the Prophet [Eliseo el profeta],
escrito por Alfred Edersheim. 3. En la hoja de guarda aparecía
la firma de Ellen White. Para entonces, debido a mi constante
uso de los libros de Ellen White, me había familiarizado tanto
con ellos, que en seguida reconocí la similitud de palabra y de
pensamiento al examinar el libro de Edersheim.
Aún más tarde, mientras estudiaba en la
Universidad del Sur de California para obtener el grado de
Doctor en Filosofía, me sobresalté al tropezarme con una obra de
siete tomos sobre la historia del Antiguo Testamento, escrita
por el mismo Edersheim. 4. Esta vez encontré, en los tomos
uno al cuatro, que los títulos y subtítulos de capítulo, y los
encabezados de página de Edersheim, eran paralelos, y muchas
veces casi idénticos, a los títulos de capítulo del libro Patriarchs
and Prophets (1890) [Patriarcas y Profetas] de Ellen
White. Tiempo y estudio mostraron que obviamente la Sra. White
había obtenido ayuda liberal de estas obras adicionales de
Edersheim. Una investigación ulterior revelaría que Edersheim
había escrito también una historia del Nuevo Testamento sobre la
vida de Cristo, y que en ésta también había similitudes
adicionales con el libro Desire of Ages [El Deseado de
Todas las Gentes] de la Sra. White. 5.
Aunque perturbadores, estos hallazgos no
eran demasiado inquietantes para mí en ese tiempo, porque
el White Estate en Washington siempre parecía tener excusas para
los "préstamos" de Ellen White. No fue sino hasta que Bruce
Weaver, un joven seminarista en la Universidad Adventista de
Andrews en Michigan, descubrió un archivo sin marcar conteniendo
mi trabajo y mis comparaciones (material duplicado guardado en
la biblioteca del White Estate) que las cosas comenzaron a
adquirir el aspecto de un cuento de misterio. El White Estate
acusó a Bruce de robar el material de la biblioteca, aunque él
sólo lo había copiado y devuelto. Al final, Bruce fue despedido
del seminario y del ministerio, pero no antes de que hubiese
tomado parte significativa en el drama.
Lo que Bruce encontró en el archivo no fue
sólo mi material y las críticas de él, sino también copias de
algunas cartas internas del White Estate, escritas por Robert W.
Olson y Arthur L. White, que revelaban la preocupación de estos
hombres de la oficina de Washington acerca del descubrimiento,
por parte de Bruce, del material que yo les había estado
enviando como evidencia de que Ellen White había copiado
material ajeno. Ambos hombres habían puesto por escrito sus
sugerencias para manejar el problema Rea. Años subsiguientes
revelaron que ellos habían adoptado el método de Arthur White,
que era, en esencia, aplicar tácticas dilatorias y tanta presión
y lenguaje de doble sentido como fuera posible.
Olson se dedicó a hacer una campaña verbal
en un máximo esfuerzo por suavizar el impacto que mis hallazgos
estaban comenzando a tener, porque ya personas de varias
regiones de Norte América estaban solicitando la evidencia
encontrada durante mis investigaciones. En una presentación que
hizo Olson una tarde de enero de 1979 en la Universidad de Loma
Linda en California, alguien en el auditorio preguntó acerca de
los préstamos, por parte de Ellen White, de fuentes publicadas.
La respuesta de Olson fue en el sentido de que nada de eso era
verdad, que todos sus escritos eran de ella. Luego, añadió que
había algún ministro en California del Sur haciendo olas con
alegatos acerca de que ella había tomado material prestado para
su libro clave The Desire of Ages, pero que ninguno de
esos rumores era cierto.
Decir que me quedé estupefacto después de
la reunión es poco. En ese mismo momento, en mi archivo ya tenía
varias cartas de ese mismo Olson animándome a continuar
enviándole mis comparaciones entre Ellen White y sus
contemporáneos. Además, había hablado conmigo personalmente
cuando estuvo en California hacía sólo poco tiempo, y me había
arrancado la promesa de que no publicaría ningún informe sobre
mi trabajo sino hasta que él y el personal directivo del White
Estate hubieran tenido tiempo adicional para examinar el
material. Yo había accedido a su solicitud, y el hecho del
acuerdo había sido registrado en el memorándum interno que él
escribió después y que yo tenía en mis archivos.
Así que ahora yo sabía que Robert Olson, o
tenía muy mala memoria, o estaba diciendo una mentira blanca. En
cualquier caso, era obvio que los del White Estate sabían mucho
más de lo que decían.
Los archivos del White Estate se habían
referido a un libro escrito por William Hanna, llamado The
Life of Christ. 6. Antes de veinticuatro horas
después de la reunión de Loma Linda, ya yo había obtenido una
copia del libro de Hanna. Desde ese momento en adelante, he
aprendido más de lo que jamás quise saber.
Spectrum, un diario publicado
independientemente por la Association of Adventist Forums, hizo
un relato de los antecedentes de una reunión de comité de Enero
de 1980 en Glendale, California. Esta reunión había sido
convocada por Neal C. Wilson, presidente de la Conferencia
General, a mis instancias de que se considerara el alcance de
los hallazgos en relación con la deuda literaria de Ellen White.
Dieciocho de los representantes de la iglesia nombrados
declararon que lo que mostraba mi investigación era de
proporciones alarmantes, pero que el estudio debería continuar
con ayuda adicional. 7.
De manera similar, Spectrum informó
más
tarde
de mi expulsión de la iglesia 8 (después de treinta y seis
años de servicios) principalmente a causa del revelador artículo
iniciado y escrito por el editor religioso John Dart y publicado
en Los Angeles Times. 9. Ni uno sólo de los oficiales
que me expulsaron había hablado nunca con Dart. Ni uno sólo
había visto la investigación en la que se basaba el artículo. El
centro mismo de la disputa no era importante para los oficiales
de la iglesia. Sólo era necesario que alguien fuera castigado
para que otros permanecieran alineados y para que tanto Ellen
White como la Iglesia Adventista del Séptimo Día pudieran
aparecer inocentes de cualquier delito.
En vista de lo que he observado,
experimentado, y aprendido, me ha parecido correcto y necesario
registrar para las generaciones futuras los hallazgos de mi
estudio actual. Estas generaciones venideras querrán saber la
verdad acerca de lo que se ha desenterrado del pasado. Será
parte de lo que tendrán en cuenta en su experiencia religiosa y
en sus juicios.
A pesar de muchos y buenos consejos en
contrario, he elegido el título THE WHITE LIE para mi
libro. No aplico el término por separado y solamente a Ellen G.
White. Cuando nosotros (cualquiera de nosotros) damos nuestro
consentimiento o apoyo para perpetuar un mito (en todo o en
parte) acerca de cualquier persona o cosa, nosotros mismos
somos, por lo tanto, parte de una mentira blanca. El mensaje de
este libro es el de ayudar a revelarnos a todos nosotros que a
menudo sostenemos una leyenda.
Las peores mentiras que se dicen son a
menudo las que se dicen en religión, porque se dicen de tal
manera que se supone que Dios las respalda y que, por lo tanto,
son para nuestro bien. Que ese bien puede convertirse - y se
convierte - en perjudicial, erróneo, y hasta malvado no se les
ocurre generalmente a las personas celosas que promueven
leyendas en el nombre de Dios.
En este estudio me he propuesto tratar, no
sólo los hechos como los he encontrado, sino también cómo han
operado en la iglesia y en nosotros personalmente, cómo he
observado esa operación. También, espero dejar una lección o dos
para aquéllos que puedan estar buscando esas lecciones.
Quedan por llevar a cabo muchos estudios
sobre la cuestión de por qué algunos de nosotros aceptamos
tantas cosas de quienquiera que sea que las aceptamos. ¿Qué cosa
en lo profundo de nosotros es explotada para hacernos
reaccionar, sin hacer preguntas, a información que no es digna
de confianza, de manera que la aceptamos como "verdad" y le
permitimos que gobierne nuestros pensamientos y nuestras vidas?
En esta etapa de mis pensamientos, si queda
alguna culpa por evaluar o asignar, debo aceptar mucho de ella
por haber sido tan ingenuo, sin un adecuado estudio o
investigación de mi parte, como para asentir a mucho de lo que
originalmente se me presentó como "la verdad" pero que, en
realidad, contiene mucha falsedad que nos aleja de lo que
debería preocuparnos prioritariamente. Lo que más lamento es que
el tiempo no me permita corregir parte de la información errada
que yo mismo, sin darme cuenta, acepté y transmití a otros
como una mentira blanca.
Toda institución, toda entidad corporativa,
todo sistema establecido - ya sea político, económico, social, o
religioso - debe tener su santo patrono. Ese santo puede ser un
fundador, un benefactor, un dirigente carismático, o una figura
mística que ha estado muerta por largo tiempo. Sin importar su
categoría o el tiempo que haya durado su existencia, el patrono
es venerado, aunque haya sido un vampiro; es canonizado, aunque
haya sido un artista de la estafa; se le otorga la santidad,
aunque haya sido un conocido pecador.
Hay algo en la mente humana que busca crear
lo irreal - imaginar o suponer que algo es así, aunque toda la
lógica le diga que no es así. De lo que es imposible ver,
decimos que es una visión; lo que es falible, lo consideramos
perfecto; a lo que es ilusorio, le concedemos autoridad. Muchos
estudios se han efectuado para tratar de averiguar por qué
queremos creer, y de hecho creemos, "una mentira permisible".
Para mi propósito aquí, es suficiente decir que lo hacemos - y
parece que tenemos que hacerlo. Porque, si rechazamos la
fantasía que ahora sostenemos, probablemente encontraremos o
inventaremos otra en nuestro esfuerzo para evitar enfrentarnos a
la realidad.
Los vendedores de panaceas para
fantaseadores (los que tienden a asombrarse de manifestaciones
psíquicas) son los supervendedores de lo psíquico. Son los que
manipulan, maniobran, y dan masajes a la conciencia de aquéllos
a los que desean convencer. En todos los tiempos y en todos los
lugares, han sido los magos los que han conducido al populacho a
creer que el emperador realmente estaba vestido con lo
invisible, y que los que los escuchan y vienen a ellos a pedir
consejo y guía (por los cuales deben pagar debidamente, por
supuesto) estarán entre los pocos que realmente ven lo que no
está allí.
El elemento que es esencial, sin excepción,
para cualquier juego de estafa es la mentira. Por supuesto, es
una mentira blanca, una cosita que se desvía un poquito de la
verdad, una y otra vez, hasta que, con el correr del tiempo y en
las circunstancias adecuadas, se expande hasta convertirse en un
gigantesco fraude.
Las técnicas de los supervendedores son
pocas, pero absolutamente esenciales. Consisten en restar
importancia a la humanidad de aquél que ha de ser venerado;
exaltar las virtudes del venerado hasta el nivel de lo
milagroso; negar acceso a las fuentes confiables de registros y
hechos del pasado significativo; apelar a la inclinación a lo
supersticioso (o por lo menos crédulo); y ganar tiempo.
Una edición del diccionario de Webster dice
que una mentira blanca es una mentira de poca monta
pronunciada por razones de cortesía, amabilidad, o
perdonabilidad; una mentirijilla cortés o inofensiva.
El hecho de que Ellen White tomó material
prestado o lo plagió ha sido documentado y admitido por
reconocidos representantes de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día a través de los años. Pero la información que revela el
alcance de su dependencia literaria fue deliberadamente ocultada
a los miembros laicos hasta que investigadores independientes
comenzaron a hacer públicos los hechos. Así, a causa de estos
descubrimientos, surgen nuevos problemas que no han sido
enfrentados todavía por el pueblo Adventista o sus actuales
dirigentes. Por ejemplo:
- ¿Por qué cambió Ellen a absolutas la mayoría
de las especulaciones y suposiciones, si no todas, de los
autores copiados de manera que lo copiado hace ver que ella
estaba siempre en la escena de la acción en alguna forma
"visionaria", cuando obviamente no lo estaba?
- ¿Cómo satisfacen los criterios establecidos
para la inspiración los pies de página y los textos bíblicos
que ella copió de otros como relleno?
- ¿Cómo encajan en la ética de su tiempo o del
nuestro el abuso y el mal uso de material ajeno a gran
escala?
- Por cuanto lo extenso del material copiado
asegura que era humanamente imposible que Ellen lo hiciera
ella misma, ¿quién entre sus ayudantes se lleva el crédito
por su "inspiración"?
- ¿Con la autoridad de quién estamos tratando
ahora?
Reconocemos que, desde el comienzo del
movimiento de 1844, mucha gente ha considerado a Ellen White
como la principal autoridad del Adventismo. Esta gente debe
ahora encontrar lugar para hacer ajustes en su modo de pensar (y
muchos en su modo de vivir) a un nivel diferente del del pasado.
Esto podría ser muy angustioso. Ya sea que la situación en que
la iglesia se encuentra ahora encaje o no en nuestra definición
de una mentira blanca, y ya sea que la mentirilla sea o no
inofensiva para los valores personales de uno mismo, su manera
de pensar, y su experiencia de la vida, cada persona tendrá que
juzgar por sí misma.
Es posible entender un poquito cómo la
gente llega a donde está sólo si uno mira dónde ha estado, qué
clase de vendedores le vendieron el viaje, y qué la motivó a ir.
No es posible considerar todos estos aspectos en un solo bloque.
Pero tocaremos las circunstancias que hacen a un "verdadero
creyente," qué clase de supervendedores han vendido la
mercancía, y lo que les sucede a los que compran.
Libros como The Status Seekers, The
Permissible Lie, y The True Believer, insinúan que
hay una conexión entre todas las disciplinas - la económica, la
social, y la religiosa. En todas estas disciplinas, los
vendedores venden su producto usando una mentira blanca. Aunque
los vendedores de ideas sociales y económicas aseguran estar
interesados en el presente de usted, en realidad están
más interesados en el futuro de ellos. Los vendedores de
lo psíquico afirman estar interesados en el futuro de usted,
pero en realidad están interesados en el presente de ellos.
Todos los mercachifles venden la mentira blanca en cualquier
tamaño o forma que creen que el público compraría. Los
Adventistas conocen y aceptan estos hechos de la vida acerca de
los sistemas ajenos; pero creen que su propio sistema es
"diferente" y, por lo tanto, mejor. Muy pocos estudios se han
ofrecido para probar o refutar las creencias de ellos.
La mayoría de la gente acepta el hecho de
que quedan pocos, si es que quedan, hombres santos que vendan
mercancía sobre reformas económicas o políticas. Lo que es más
difícil que la gente reconozca o acepte es que, de manera
similar, hay pocos santos en religión, si es que los hay. No hay
santos ni santas, excepto los que nosotros hacemos por medio de
nuestras propias ilusiones. Porque tenemos siempre con nosotros
este factor de pretensión, es fácil para los supervendedores de
religión obtener el control a través de nuestras propias
peculiaridades y conciencias, para ejercer autoridad sobre
nuestras mentes y acciones. Ha habido muchos en este planeta que
se han vendido a sí mismos al mundo, ofreciendo salvación para
el futuro - cuando en realidad no eran sino supervendedores que
nos habían robado nuestra libertad de pensamiento infundiéndonos
un sentimiento de culpa y temor e inclinando a sus seguidores a
su propia voluntad.
Mientras usted lee, tenga presente que
alguien le vendió la idea de que lo que usted cree en lo
profundo de usted mismo es "único" y tiene la autoridad de Dios,
la más alta corte de apelación; que usted es "diferente"a causa
de esta autoridad; y que usted se "salvará" si sigue las reglas.
El problema con este tren de pensamiento es que su verdad puede
ser sólo la interpretación de la verdad de su santo, y los
pronunciamientos que usted ha aceptado como autoridad pueden ser
ideas que su santo tomó prestadas de otros.
Esto, creo, es lo que este estudio mostrará
en relación con Ellen G. White. Y si la misma cantidad de
información estuviera disponible sobre los santos de otros
grupos, sería también cierta acerca de ellos. Por qué todavía
queremos creer lo que hemos llegado a creer es de lo que trata
la mentira blanca.
En esta odisea que emprenderemos juntos,
los supervendedores serán los clérigos, los
predicadores, los reverendos, los teólogos - a quienes, más que
a cualesquiera profesionales, se les ha concedido licencia
(tanto por la gente misma como por el estado) para vender su
mercancía a los incautos, proyectar sus temores sobre los
temerosos, y vender su sentimiento de culpa a los que sienten
remordimientos.
El santo patrono será Ellen Gould
White, la canonizada dirigente de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día - que simboliza a todos los santos de cualesquiera
fes, y a través de la cual los adherentes se aproximan a su
concepto de Dios y tratan de conseguir la inobtenible
salvación ya sea aplacando a su santa o aplacando a Dios por
medio de esa santa.
Los verdaderos creyentes serán los
incautos, los temerosos, los que tienen complejo de culpa, los
excesivamente celosos, los bien intencionados, los que no
preguntan. Careciendo de confianza personal en Dios, la buscan
por medio de su santo elegido, que ellos creen tiene
comunicación directa con los lugares celestiales.
Por cuanto el cuerpo del material
presentado tiene que ver con la "apropiación literaria de obras
ajenas", yo también he copiado de todo el mundo. Sin ningún
sentido de vergüenza, he usado material que ha sido birlado,
tomado prestado, o de alguna manera tomado abiertamente de
cualesquiera fuentes disponibles o que se haya considerado
necesario usar como evidencia y para mayor claridad.
Con gusto daría crédito a todos los que,
por cualesquiera métodos y de cualesquiera fuentes, me trajeron
material para que yo lo usara, de manera que los lectores
pudieran ver la evidencia por sí mismos y conocieran la
naturaleza y la extensión de la mentira blanca Adventista. Pero,
por la naturaleza del tema y las presiones administrativas y de
nuestros iguales tanto sobre la posición como sobre la persona,
aquéllos con quienes estoy en deuda no pueden ser nombrados.
Este libro intenta remontarse al
nacimiento, crecimiento, y pleno florecimiento de la mentira
blanca en el Adventismo. No puedo explicar todos los hilos que
nos atan, como a Gulliver, en nuestro viaje, porque hasta ahora
se ha negado acceso a muchas fuentes de los hechos. El libro
sólo puede apuntar al lector a ciertas fuentes, de manera que
pueda ver por sí mismo lo que hay que ver.
No estoy tratando de señalar a los que,
teniendo ojos, no ven, ni gritarles a los que, teniendo oídos,
no desean oír. Pero, porque alguien tiene una obligación con las
generaciones que vendrán después, este material se publica para
encender una velita en un mundo de superstición, temor, y culpa.
Puede ser que la llama, aunque pequeña, ayude a iluminar el
camino hacia el verdadero Santo de todos los santos - Cristo
Jesús.
El
autor,
Walter Rea
Referencias y Notas
1. El Ellen G. White Estate es la agencia que
custodia los escritos, la correspondencia, los registros, los
sermones, los recortes, la colección personal de libros, los
recuerdos, y los materiales misceláneos dejados en fideicomiso por
la Sra. White a su muerte en 1915. El Estate es administrado por
la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día en la
oficina central mundial de Washington, D. C.
2. El libro similar al libro de Ellen White Sketches
from the Life of Paul [Bosquejos de la Vida de Pablo]
es The Life and Epistles of the Apostle Paul [Vida y
Espístolas del Apóstol Pablo].Fue escrito por William J. Conybeare
y John S. Howson, y se publicó primero en Londres (1851-1852) y
más tarde en New York. El Sketches de la Sra. White nunca
se reimprimió después de haber aparecido en 1883, hasta que la
Review and Herald Publishing Association hizo una reproducción en
facsímil en 1974.
3. Alfred Edersheim, Elisha the Prophet
(London: The Religious Tract Society, 1882). Era la "nueva edición
revisada" de Edersheim la que estaba en la biblioteca de Ellen
White.
4. The Bible History: Old Testament, de
Edersheim, se publicó primero como un juego de siete tomos
(1876-1887). Wm. B. Eerdman´s Publishing Company reimprimió la
edición de 1890 en dos tomos ("completos e íntegros") en 1949.
5. Alfred
Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah, 5
libros. (London: Longmans, Green, and Co., 1883; New York: E. R.
Herrick, 1883).
6. William Hanna, The Life of Christ (New
York: The American Tract Society, n.d. (pref. 1863). Este libro se
publicó primero en seis tomos separados como The Life of Our
Lord, que es el título listado por el EGW Estate, Archivo de
Documento 884, en la biblioteca de Ellen White.
7. Douglas
Hackleman, "GC Committee Studies Ellen White´s Sources", Spectrum
10, no. 4 (marzo 1980): 9-15.
8. Eric
Anderson, et al., "Must the Crisis Continue?" Spectrum 11,
no. 3 (febrero 1981); 44-52.
9. John Dart,
"Plagiarism Found in Prophet Books," Los Angeles Times (23
octubre 1980), p. 1.
10. Vance
Packard, The Status Seekers (New York: Simon and Schuster,
Pocket Books, 1961). Samm Sinclair Baker, The Permissible Lie
(Boston: Beacon Press, 1968). Eric Hoffer, The True Believer
(New York: Harper & Row, Publishers, Perennial Library, 1951).