Ellen G. White
LA MENTIRA WHITE
Título del libro en
inglés:
The White Lie
Walter T. Rea
Capítulo 10
Un fin de todas las cosas
El último de los cinco grandes de la serie
Conflicto de los Siglos - Prophets and Kings - se
publicó en 1916, al año siguiente después de la muerte de Ellen,
casi a sus ochenta y ocho años de edad. Continuó el modelo que
se había vendido bien por setenta años - copiar a otros autores
que la habían precedido en el tema. 1 Sin embargo, este libro no
ha sido uno de los más populares de los de ella, posiblemente
porque está limitado a un período o a un tema sobre el cual no
se había publicado mucho, y por consiguiente, no había mucho de
dónde copiar. Contiene más textos bíblicos que cualquiera de sus
otros libros, y en el libro se usó un buen número de rellenos
cuando se agotaron las historias.
Podría pensarse que la muerte de Ellen
pondría fin al trabajo de copiado. Pero no sería así. Willie
White tenía otros planes - y éstos fueron expresados en su
solicitud al Comité Ejecutivo de la Conferencia General de los
Adventistas en una carta fechada en Octubre de 1921.
Por años, [ella]
dijo una y otra vez que deseaba que reuniéramos de sus
escritos las cosas que mostrarían a nuestro pueblo que los
principios de la reforma pro salud eran un don de Dios para el
pueblo Adventista del Séptimo Día....
Varias veces,
cuando mi madre me habló a mí y a los hermanos Crisler y
Robinson acerca de la obra que deberíamos hacer después de su
muerte, se refirió a este libro sobre el movimiento de la
Reforma Pro Salud como uno de los asuntos más importantes a
los cuales había que prestar atención...
Otra obra que la
hermana White deseaba hacer publicar, y para la cual se reunió
material bajo sus instrucciones y en relación con la cual ella
nos dio instrucciones de seguir adelante tan pronto como
pudiéramos después de su muerte, era una selección escogida de
los sermones que había predicado durante sus dos años de
trabajo en Europa. ... Sería una valiosa adición a nuestra
literatura denominacional en los idiomas francés, alemán,
sueco, y danés.
Si esta compilación hubiera podido hacerse
mientras mi madre podía supervisarla, habría podido salir con la
misma autoridad que sus otros escritos, pero como no pudimos
hacer esto a tiempo para que mi madre lo supervisara, será
necesario publicarlo bajo otra base. [La cursiva es nuestra]. 2
¡Qué lástima! Con Ellen desaparecida
verdaderamente e incapaz de "supervisar" lo que se había reunido
en setenta años, se iba a necesitar algo más de ingeniería para
convencer a los fieles de que lo que iba a salir después de su
fallecimiento todavía venía de Ellen y en el nombre de Dios.
Pero hoy, apenas hay algún fiel que pueda distinguir entre el
material escrito y publicado antes de la muerte de Ellen y lo
que salió después. Nadie parece creer que es necesario hacer
esta distinción. Si Ellen tocó alguna idea alguna vez, o si
siquiera le dijo a otros que la tocaran (incluyendo Willie), el
hacer esa cosa específica tenía que ser la voluntad de
Dios, y el material tenía que haber sido de Dios - y eso, dicen,
es el fin del asunto. Ellen creía y enseñaba que su material
viviría y hablaría mientras durara el tiempo. Ella alcanzó con
sus creyentes un nivel en toda una vida que ninguno de los
escritores del Canon alcanzó jamás en su tiempo. Además, había
alcanzado la paridad con la Biblia. Era parte de su creencia
declarada que tal cosa sucediese:
Se le ha dado abundante luz a nuestro
pueblo en estos últimos días. Ya sea que se me perdone la vida
o no, mis escritos hablarán constantemente, y su obra irá
hacia adelante mientras dure el tiempo. Mis escritos están
guardados en archivos en la oficina, y aunque yo no viva,
estas palabras que me han sido dadas por el Señor todavía
tendrán vida y hablarán al pueblo. 3
Para los Adventistas, la cortina nunca
caería sobre esta mujer del siglo diecinueve y sus escritos. La
cambiante interpretación de la "última generación" de Mateo 24;
su cambio de fechas para la Segunda Venida; su cierre, su
apertura, y otra vez su cierre de la puerta de la misericordia;
la modificación de su posición acerca del santuario - nunca
terminarían los cambios si los hermanos podían conservar las
cosas tal como siempre habían sido. Los supervendedores habían
establecido el modelo, y sus congregaciones habrían de comprar,
y comprar, y comprar el material de Ellen para todos los
tiempos. Se proporcionaría nueva luz a nuevos intervalos siempre
que la ocasión lo requiriera. Se darían instrucciones cada vez
que los nativos se pusieran inquietos. Se fijarían nuevas metas
cada vez que las antiguas estuvieran gastadas. Se inventarían
nuevos lemas para reemplazar los que habían desaparecido antes.
Todo se haría en el nombre de Dios a través de la pluma de Ellen
- aún mucho después de haber evidencia disponible de que Ellen,
con mucha ayuda capaz, había robado a otros la mayor parte de su
material y era, en realidad, como dijo un escritor, una
cleptómana literaria:
Al viajar la hermana White exponiendo
sus ideas sobre higiene, la gente a menudo le decía: "Usted
habla exactamente como el Dr. Jackson", así que ella pasaba
algún trabajo explicando que nunca oyó hablar de la revista
sobre salud del Dr. Jackson, Laws of Life, que sucedió
a The Letter Box, sino hasta después de la revelación
de junio de 1863, y que no había leído ninguna de las otras
obras del Dr. Jackson. Esto puede haber sido verdad, sin ser
toda la verdad. Sin duda, la Sra. White sabía cómo el Dr.
Jackson había puesto nuevamente de pie al pastor Himes. Y en
enero de 1863, cuando dos de los niños White enfermaron de
difteria, el pastor White, muy afortunadamente, se tropezó por
casualidad con una carta del Dr. Jackson, que apareció impresa
en el Yates County Chronicle, en Penn Yan, New York,
explicando sus métodos para el tratamiento de la difteria,
adaptados para su uso en el hogar. Impresionados, los White
los aplicaron, y los niños se recuperaron. Si la Sra. White
parece renuente a reconocer una deuda, sólo podemos
reflexionar que así eran el Padre Graham y el Dr. Alcott. Y la
Sra. White era consistente. Trasladó la misma política a sus
trabajos literarios, que más tarde causaron mucho rencor y el
uso, por parte de sus críticos, de ásperas expresiones, tales
como "cleptomanía literaria". 4
¿Cómo se hizo todo eso? De manera no muy
diferente de lo que se les ha hecho a las mentes y a las psiquis
de los "verdaderos creyentes" en todos los tiempos. ¿Quién
inició las Cruzadas, aquella antigua estampida hacia la locura?
¿Quién sacó la primera sangre en las guerras santas del pasado?
¿Quién mira con ira todavía desde el tubo-monstruo de un sólo
ojo en la sala, escupiendo fuego y azufre desde todos los
canales que aceptan anuncios celestiales? Los supervendedores de
lo psíquico, por supuesto. Los teólogos, los clérigos, los
religiosos - a los que los ignorantes, los que se sienten
culpables, y los temerosos han vendido sus almas. Los fieles
todavía andan por las calles haciendo sonar los timbres de las
puertas para infectar a otros. Dirigen la palabra a los
desconocidos en las esquinas para ofrecerles su mercancía
robada. Bueno, puede que sepan, o puede que no sepan, que lo que
llevan para ofrecer en el nombre de su santo no vino de Dios -
pero ya no hace ninguna diferencia. Lo que sí hace diferencia es
que ellos creen que viene de Dios y que esto les da un
llamado santo y los separa de los demás como justos.
Los clérigos de la clase que sea conocen la fórmula. Por
generaciones, han recibido la antorcha de manos de los que
creyeron y perfeccionaron la idea de que su fe, su clan, su
interpretación eran los únicos verdaderos entre sus
iguales. Con ese pensamiento guardado y a salvo en las mentes de
los verdaderos creyentes, el clero puede ahora volverse al
método de presentar el Plan del Clan, su verdadera fe, en el
paquete más atractivo.
En alto grado, el éxito de todos los
clérigos consiste en convencer a la congregación de que ellos
tienen las tres C: Tienen el cuidado o les importa,
tienen el coach (el adiestramiento), y tienen conexiones
con el Todopoderoso.
Puede ser verdad, para los que entregan su
cuerpo para ser quemado en alguna oscura ribera pagana o para
los que reparten todos sus bienes para dar de comer a los
pobres, 5 que a algunos sí les importe. Pero a los que
les importa son pocos y están dispersos. La observación enseña
que a muchos clérigos en realidad no les importa. Como los
antiguos médicos de familia, pocos hacen todavía visitas a
domicilio, pocos todavía oran con sus miembros acerca de sus
problemas, y pocos entienden las necesidades de la gente, mucho
menos cómo suplir estas necesidades. En el mundo actual de la
atractiva religión por televisión, rutilantes estrellas en el
evangelismo por radio, y la "mentira permisible" en los
anuncios, estos supervendedores tienen un producto que vender -
y la religión les paga bien a sus vendedores ambulantes. Les
importan las mismas necesidades comunes y diarias que tienen o
quieren otros mortales en cualquier vocación, y suplir esas
necesidades consume la mayor parte de su tiempo y su talento. En
el caso de los dirigentes Adventistas, las listas recurrentes de
los que están involucrados en conflictos de intereses apoya esta
tesis. 6
Es verdad que el clero puede tener algún
adiestramiento especial. Pero, ¿adiestramiento en qué? A menudo,
el adiestramiento es en el arte de la magia, de la mitología, de
lo invisible y lo irreal. Si se vieran obligados a hacer fila en
la ventanilla de los desempleados del mundo y a ofrecer su
competencia como prenda de valor para el público, ¿quién los
contrataría? ¿Para cuál línea de trabajo estarían calificados?
¿Qué podrían hacer, aparte de su magia, para hacerse útiles a sí
mismos o a la sociedad? A menudo, estos supervendedores de lo
psíquico tienen poco más de treinta años antes de haber
terminado su educación "continuad." Se enfrentan al futuro con
(1) una montaña de deudas; (2) una esposa (que la profesión
.exige); y (3) dos o tres niños (opcionales, pero a menudo
recogidos a lo largo del camino por error). Luego descubren que
están atrapados de por vida (a menudo en una posición para la
cual ellos mismos saben que no están preparados) y que estarán
en peligro si algunos de sus pensamientos chocan con el sistema.
Mientras más estricto sea el plan del clan bajo el cual
trabajan, menor es su oportunidad de sobrevivir si tratan de
vender cualquier idea que el sistema o el clan no acepta.
Así que se convierten en los felices
guerreros de la religión. Venden la idea de que tienen
conexiones que los pondrán, a ellos y a sus amigos, a la cabeza
de la fila a las puertas del cielo. Si hay alguien que puede
conseguirle a uno la entrada al más allá a precios de mayoreo,
son ellos. Tetzel no fue el primero ni será el último en vender
indulgencias, ni tenían (ni tienen) los católicos el monopolio
de las concesiones celestiales. Todos los supervendedores venden
las ventajas de su marca particular. En los cultos y sectas, es
la marca de su santo y lo que ese santo requiere lo que se
necesita para ser salvo. En las formas de religión más grandes y
que han estado establecidas por más tiempo, es el Plan del Clan,
la religión de mamá, la fe de nuestros padres, la verdadera luz.
Toda esta mercancía puede ser empacada y
vendida sólo por los supervendedores de lo psíquico, porque
desde tiempo inmemorial la gente han comprado la idea de que
ellos, y sólo ellos, tienen las conexiones apropiadas con el
Juez de allá arriba. En consecuencia, los del clero son los
moldeadores de Dios, los depositarios de las llaves de San
Pedro, la última gran esperanza del pueblo para el más allá.
En realidad, lo que ellos venden es temor.
Temor al aquí, al ahora, y al más allá también. La felicidad
puede alcanzar a un niño en un caballo de madera en un tiovivo.
Puede brillar en los ojos del inocente en los votos
matrimoniales o sentirse en el cálido abrazo de una pareja de
edad a la puesta del sol. Pero el temor tiene que ser fabricado
por los teólogos y hecho aparecer como real en las mentes de los
contempladores. Como su gemelo, la culpa, el temor debe
ser formado y moldeado a partir de la ignorancia de lo
desconocido, el constante esfuerzo por alcanzar lo inconocible y
lo inobtenible, la continua venta de lo indeseable.
Para hacer un buen trabajo de venta, todos
los supervendedores tienen que tener un talismán - un objeto del
cual se crea que confiere poderes sobrenaturales al que lo porta
- un John Bunyan, un Gulliver, un Hans Christian Andersen, un
Joseph Smith, una Mary Baker Eddy, una Ellen G. White.
Un talismán nos ayuda a ver lo que queremos
ver - un santo, una tierra de fantasía, algo muy importante. En
manos de los supervendedores, el talismán se convierte en una
marioneta que ellos manipulan para controlar a su auditorio. La
sombras se convierten en sustancia y la sustancia se convierte
en sombras. En manos del manipulador maestro, la realidad
comienza a desvanecerse; el presente se hace borroso. Así, el
participante intercambia la realidad del hoy por el temor y la
esperanza del mañana - mientras sólo los supervendedores saben
cómo están siendo manipulados los hilos.
Al final, cuando cae la cortina después del
último acto, los participantes y el auditorio no están más
realizados que al comienzo; todavía están siendo llevados por
temor a un lugar que no pueden describir, para una recompensa
que nunca obtuvieron. Si están inquietos, pueden alejarse a la
deriva, sólo para ser capturados por las payasadas de otro
espectáculo de marionetas manejado desde atrás por otro
supervendedor de lo psíquico.
La religión organizada siempre ha destruído
a Dios por medio de sus supervendedores, que siempre lo han
hecho por medio de sus santos. Algunas veces, esos santos no han
sido tan visibles como Joseph Smith, Mary Baker Eddy, o Ellen
White - pero de todos modos están allí, ya sea que hablen el
lenguaje del padre Aquino, de la madre María, o de la hermana
Ellen.
En todo caso, los santos son las marionetas
usadas por los supervendedores para obtener el control del
auditorio. El auditorio aprende a reír cuando el títere ríe y a
llorar cuando el títere llora. Aprenden a ver lo que el títere
ve y a ocultarse de lo que él no desea ver. A veces, el
auditorio y la marioneta parecen uno, siempre moviéndose en un
mundo irreal hacia un final irreal, donde ni la marioneta ni el
auditorio disciernen realmente el guión del drama, ni entienden
ni disfrutan sus movimientos.
Pero, detrás de la cortina, manipulando
tanto la marioneta como el auditorio, hay algún supervendedor de
lo psíquico, de eso puede Ud. estar seguro. El sueldo neto es
demasiado grande como para dejar que el espectáculo continúe sin
un administrador. ¿Y quién ha demostrado a través de los siglos
ser mejor administrador de la gente que el supervendedor con su
santo marioneta?
El Adventismo ha tenido sus supervendedores
y su marioneta, Ellen. Primero vino James White, el autor de la
mentira blanca. Él, más que cualquier otro, conocía el poder del
producto que vendía. Estimuló y ayudó a Ellen en sus primeros
escritos, y la guió a través de más de un escollo. El año en que
murió, 1881, le escribió a Ellen acerca de la riqueza que se
encontraba en sus escritos:
Tendré un cuadro que se venderá en
seguida a razón de $2.00 la copia ... Tenemos que sacar
ciertos libros. No los terminaremos ni en California ni en
Battle Creek, a menos que nos mantengamos alejados de la
Oficina y sus negocios... Nuestros asuntos financieros
están bien, y todavía hay riqueza en nuestras plumas. De
esta manera, podemos dejar algo que puede hablar cuando nos
hayamos ido. [La cursiva es nuestra]. 7
El año anterior había escrito:
Pero todavía
debo rogar que apartemos tiempo para sacar ciertos libros.
Estamos mejor preparados para hacer esto que ciertas personas
que ambicionan inundar el mercado con sus libros...
Prefiero no
recibir nada del Sanatorio y del College, y para tener medios,
y hacer nuestra parte en dar a otras empresas, deberíamos
recibir liberalmente de nuestros libros. Con la creciente
demanda de nuestros escritos, y el cuadro que presenta New
Life, habrá un ingreso de varios miles de dólares anualmente,
además de la inmensa cantidad de bien que nuestros escritos
harán. 8
Cuán cerca el uno del otro caminan el oro y
Dios en el mundo de la mentira blanca.
James organizó y expandió los escritos de ella para beneficio de
los White. Cuando abandonó el escenario de la acción, su lugar
fue ocupado por su hijo Willie. En años subsiguientes, la
crítica que se hacía era de que a menudo Willie era Ellen. 9
Luego, cuando el tiempo de Willie terminó, Arthur estuvo a la
mano para continuar la leyenda White. Sus manos sostenían
los hilos que daban expresión a la marioneta de su abuela. La
influencia de él era un factor en la decisión de cuál "verdad"
se revelaba, y cuándo y a quién. Sus "revelaciones" selectivas
de "nuevo material" sobre "nuevos" temas a través de los años
mantenía al auditorio siempre buscando luz especial.
Nadie puede con éxito poner en duda el
hecho de que los muchachos White, desde James hasta Arthur, han
instalado la música, tocado la melodía, y tirado de los hilos
del espectáculo de la marioneta Ellen G. White. Ellen puede o no
puede que haya hecho poco para restringir su leyenda, pero mucha
evidencia indica que ella fue barrida delante de su inundación
por sus propios supervendedores.
Y luego había también directores de escena
de menor categoría. Quienquiera que necesitaba autoridad para un
tema dado, la encontraba en Ellen y en sus escritos. Si J. N.
Andrews o Uriah Smith necesitaban apoyo y aceptación para sus
teorías e ideas, encontraban un mercado esperando cuando su
mercancía se vendía a través de Ellen. 10 Cuando Fanny Bolton,
la sobrina Mary Clough, "la encuadernadora" Marian Davis, y
otros, vendían su mercancía por medio de la pluma de Ellen,
nadie se quejaba de los "hermosos" pasajes de obras tales como Steps
to Christ, Thoughts from the Mount of Blessing, y
The Desire of Ages, hasta que no recibieron el crédito
adecuado.
Con el tiempo, el espectáculo entero se
salió de control - y las palabras de cualquiera y todo el
mundo ahora se convirtieron en las de Dios (ni siquiera las de
Ellen) y eran de aquí en adelante inviolables y estaban como
escritas en piedra, o por lo menos, en concreto. Los más
brillantes de los padres fundadores, sin embargo, sabían que
Ellen no obtenía todo el conocimiento directamente de Dios.
Ellos mismos sostenían algunos de los hilos. Por eso, ni ellos
ni Ellen temían ninguna desviación de ni un solo montículo de
esa montaña de instrucción - porque tenían una buena idea de
dónde venía la mayor parte de ella, y dentro de sí mismos sabían
que Dios no era el autor. El mismo James White, desde muy
temprano, explicó eso en el Review, hace tanto tiempo
que los lectores de hoy lo han olvidado:
Por lo tanto, cada cristiano está
obligado a considerar la Biblia como la regla perfecta de fe y
deber... No está en libertad de volverse de ella para aprender
su deber a través de alguno de los dones. Decimos que, en el
mismo momento en que lo haga, coloca los dones en un lugar
equivocado, y toma una posición peligrosa. La Palabra debería
estar al frente, y los ojos de la iglesia deberían estar sobre
ella, como la regla por la cual andar, y la fuente de la
sabiduría, de la cual aprender el deber "en toda buena obra".
11
Algunos años después, hizo una declaración
aún más fuerte:
Hay una clase de personas decididas a
que el Review y sus directores conviertan las visiones
de la Sra. White en una prueba de doctrina y membresía
cristiana. ¿Qué tiene que ver el Review con las
visiones de la Sra. White? Todos los pensamientos publicados
en sus columnas han sido extraídos de las Sagradas Escrituras.
Ningún escritor del Review se ha referido nunca a
ellas (las visiones de la Sra. White) como autoridad sobre
ningún punto. 12
Puede que la melodía de la mentira blanca
haya comenzado como un solo, pero pronto se convirtió en dúo,
luego en cuarteto, y después en coro. Hoy todavía puede oírse el
gran coro. Se elevó hasta convertirse en crescendo en la reunión
de Glacier View de 1980, convocada para silenciar a Desmond
Ford, que creía en la misericordia, no en una investigación que
durase siglos. El Adventist Review todavía les hace
resonar su cacofonía de temores y juicios a todos los que
posiblemente no les guste la manera en que son manipulados los
hilos del espectáculo de marionetas. El rápido zumbido de las
prensas - produciendo todas las actas de las direcciones para
los fieles, cada una sellada con una cita o una paráfrasis de
Santa Elena - es parte del ritmo. Y, por medio de los
administradores, en sus esfuerzos por estimular a las tropas
para otra loca acometida hacia arriba de alguna colina de
intento fnanciero, el repiqueteo de los tambores continúa.
Pero, por encima de todo el ruido y toda la furia, se levantan
las salmodias y el parloteo de cientos de miles de "verdaderos
creyentes". Pocos de ellos saben con exactitud o a pocos les
importa quién era el compositor o cómo se produjo el oratorio.
Ahora, es igualmente importante, y más fácil, creer y
promocionar la idea de que el espectáculo entero había sido
planeado y operado por Dios, en cada detalle infinitesimal, por
medio de los libros de Ellen.
Los Adventistas todavía tienen que
aprender, como le sucede a más de un "verdadero creyente"
y a más de un incrédulo por igual, la plenitud de las gloriosas
nuevas de que la salvación ya se ha extendido a todos, por medio
de la fe en el Señor Jesucristo, en la cruz, y es efectiva
cuando es aceptada. No está siendo mendigada ni negociada en
alguna parte de las cortes celestiales mientras Cristo era
retenido fuera de la puerta por 1800 años, y el mundo se cerraba
a la acción o a los beneficios del amor de Dios por medio de
alguna puerta cerrada, ya fuera en 1844 o en 1984.
Para cualquier "verdadero creyente" que
adora a su Dios por medio del santo de su devoción, es un
pensamiento difícil de aceptar que la salvación es gratuita y
que la misericordia está siempre disponible para todos, santos o
pecadores, no importa a través de qué santo uno adora. El
sistema mismo de adoración-por-medio-de-un-santo exige
obediencia a una serie de reglas inventadas por algún grupo de
supervendedores ocultos en las sombras detrás de su títere - su
santo. Si el verdadero mensaje del Canon ha de prender, esos
vendedores perderían su reclamo a la franquicia celestial que
venden a través de su marioneta para controlar a sus fieles. No
le haría bien a su sistema que el "verdadero creyente"
descubriera al verdadero Deseado de todas las gentes, al
Patriarca de todos los profetas, al Actor de todos los
Apóstoles, y al Rey de todos los profetas - Jesucristo, el Hijo
de Dios. Sería el fin de todas las interminables y agotadoras y
grandes controversias en todas sus vidas para siempre.
Referencias y Notas
1. Apéndice,
Cuadros Comparativos para el Capítulo 9 sobre Prophets and
Kings.
2.
Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día, del Comité
Ejecutivo para W. C. White, 3 de octubre de 1921, p. 5
3. Ibid., p.
3
4. Gerald
Carson, Cornflake Crusade (New York: Arno Press, 1976), p. 73.
5. 1
Corintios 13:3.
6. Adventist
Layman Council, SDA Press Release (ca. enero de 1981).
7. De James
White para Ellen G. White, 18 de febrero de 1881.
8. De JW para
EGW, 17 de abril de 1880.
9. [John
Harvey Kellogg], "An Authentic Interview... on october 7th, 1906".
10. Véase el
Apéndice, Cuadros Comparativos del Capítulo 9 sobre Prophets
and Kings.
11. James
White, Review (21 de abril de 1851).
12. James
White, Review (16 de octubre de 1855).