Ellen G. White
LA MENTIRA WHITE
Título del libro en inglés:
The
White Lie
Walter T. Rea
Capítulo 14
Dios, el oro, o la gloria
Hay muchas fuerzas que destruyen la
confianza en una idea, una persona, o un sistema. Aunque puede
que esas fuerzas aparezcan en diferentes disciplinas, son a
menudo intercambiables en sus acciones. Pueden parecer remotas
en su operación, pero son cercanas en sus motivos.
Por ejemplo: Hay una fina línea entre la codicia y
la prudencia en las acciones humanas. La gente que funciona en
círculos religiosos desearía que otros creyeran que sus acciones
en una situación financiera, en nombre de la iglesia o el
evangelio, están por encima de toda duda, sospecha, o
controversia - simplemente porque esas acciones llevan la
insignia del sistema religioso. Pero, a menudo, acostumbran
desarrollarse relaciones incestuosas.
Los empleados de la iglesia, en el nombre
de Dios, crean una estructura (a) que esperan esté por encima
del escrutinio de los que entregan su dinero al sistema, y (b)
(a causa de la provisión de la separación entre la iglesia y el
estado) que piensan los pondrá fuera del alcance de la
vigilancia del Internal Revenue Service, un áudito honesto, y
adecuadas revisiones y balances. Pero los administradores y
otros a menudo se ven envueltos en robos de menor cuantía,
conflictos de intereses, y fraudes.
Naturalmente, los abusos se transfieren a
otras áreas de la administración y las actividades de la
iglesia. Personas sin una adecuada convicción espiritual, o una
informada motivación cristiana, son ordenadas y acceden a
posiciones de poder dentro de la estructura de la iglesia.
Arrogándose grandes poderes políticos y administrativos, estos
mercernarios políticos desarrollan la capacidad de destruir todo
lo que se opone a su voluntad. Una vez que están en condiciones
de tomar decisiones que pueden afectar, y afectan, el bienestar
espiritual, doctrinal, evangélico, y religioso del sistema que
ahora controlan, no permiten que nada se interponga en su
camino. Sus "poderes reales", bajo la apariencia de Dios, son
eventualmente usados para destruir la pureza de la fe original y
a la iglesia que tan ardientemente parecen defender.
Cambiar usos tradicionales y costumbres
también representa un peligro para un sistema de creencias
conservador. Habiendo procedido bajo la premisa de que Dios es
el mismo ayer, hoy, y por los siglos, los defensores de un
sistema así no pueden aceptar el cambio ilustrado sin ver
amenazados sus conceptos de Dios y de la verdad. A menudo, ven
el diablo en cada sombra, un dragón en el umbral de cada puerta,
y (en el caso de la Iglesia Adventista del Séptimo Día), un
sacerdote jesuita detrás de cada traje de negocios.
La gente con esta inclinación a deificar el
pasado inevitablemente rigidiza sus doctrinas, y su sistema se
vuelve resistente al cambio. Los padres fundadores se convierten
en profetas, los profetas se convierten en santos, y los santos
se convierten en dioses con el poder del veto sobre la verdad y
el estilo de vida. El comunicante promedio pierde el contacto
con la realidad. Y el verdadero creyente - en un esfuerzo
honesto dentro de sí mismo por ganar la batalla de la carne y el
diablo (la lucha espiritual del verdadero evangelio) - disipará
su fortaleza y jugará juegos semánticos con las palabras de su
profeta, antes que ejercitar la mente y usar su poder de
razonamiento. De esta manera, la verdad del evangelio pronto se
convierte en "de ningún efecto." Y de allí en adelante, se hace
claro que cualquiera que haya sido el mensaje que el grupo
haya tenido al principio, cualquier desafío espiritual y
cualquier vitalidad que haya ofrecido al comienzo, ese mensaje y
esa vitalidad o se han vuelto impotentes o están muertos.
La mayoría de los sistemas religiosos
pueden sobrevivir a algunas infracciones menores de sus
doctrinas, algunas pequeñas desviaciones de sus normas. Pero,
cuando las circunstancias se confabulan para que estos
trastornos se conviertan tanto en principales como en
concurrentes, entonces un desastre de grandes proporciones
espera al acecho.
Eso es lo que muchos Adventistas piensan
que es la situación en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. 1
Si éste es el caso, no sólo está enferma su existencia social,
política, y económica, sino que su vitalidad espiritual se
desgasta también.
Refresquemos nuestras mentes acerca del
simbolismo de los cuatro jinetes del capítulo sexto del
Apocalipsis para ver si hay algún paralelo con el sombrío
panorama del Adventismo. Cada jinete cabalgaba sobre un caballo
de diferente color, que se asociaba con las características
especiales del jinete, sus implementos de operación, o sus
poderes.
El primer jinete, montado sobre un
caballo blanco, tenía un arco, llevaba una corona, y
salió para "vencer" (obtener control). El segundo
jinete, montado sobre un caballo bermejo, tenía una
espada, y salió a "quitar de la tierra la paz" (promover la
destrucción). El tercer jinete, montado sobre un caballo
negro, tenía una balanza para medir las mercaderías
escasas (escasez de lo que es necesario para la vitalidad). Y el
cuarto jinete, montado sobre un caballo amarillo,
se llamaba la Muerte.
El
jinete del caballo blanco
En junio de 1977, Robert H. Pierson,
entonces presidente de la Conferencia General de los Adventistas
del Séptimo Día, recibió la siguiente carta:
El otro día me
tropecé con una lista de nombres, incluyendo el suyo, así que
pensé que le gustaría tener una copia de la lista para
recordarle el clan y los buenos tiempos. Es una lista de
ministros y dirigentes que han o habían invertido dinero
personal con el Dr. Donald Davenport.
Ciertamente es lectura interesante. También contesta muchas
preguntas que algunos han tenido acerca del funcionamiento de
la iglesia en el pasado, y cómo y por qué algunos hombres han
llegado donde están. Con seguridad, la lista pone punto final
a la idea promocionada de una dirigencia que se sacrifica y
que se niega a sí misma en este movimiento. En cualquier otro
campo de la actividad humana, la lista también podría suscitar
cuestiones especiales de conflicto de intereses, influir en en
las ventas de puerta en puerta y hasta en los sobornos, cuando
la lista se compara con otra lista, igualmente interesante, de
todas las conferencias y asociaciones que tienen pagarés que
suman millones, con el mismo hombre, a menudo estimulados y
ayudados por algunos de los mismos dirigentes y el clero.
A menudo, hemos
escrito acerca del reavivamiento, cómo ha de ser llevado a
cabo por medio del cambio, y que ese cambio se producirá por
la reforma. Es fácil ver por qué estamos teniendo, y
tendremos, dificultades en nuestras circunstancias en la
iglesia esperando o confiando en que ese cambio tenga lugar.
Desde que vi la
lista, a menudo me he preguntado qué pensarían los miembros
laicos de la Iglesia acerca del mensaje y del clero si la
lista se publicara en el Review o en algún otro periódico. Si,
como dijo un dirigente, fue sólo un buen trato comercial a
nivel personal, entonces la mayor parte de los laicos estarían
igualmente interesados en hacer una inversión tan segura.
Puede quedarse con
la lista, si desea. Me parece que es un triste comentario
sobre nuestros tiempos y nuestra dirigencia en la Iglesia. 2
La respuesta de Pierson y las subsiguientes
respuestas, o la falta de ellas, parecía indicar una
completa falta de sensibilidad sobre cuestiones financieras por
lo que concernía a la iglesia:
Es comprensible
que a Ud. le sorprenda recibir una lista dando las cantidades
personales que varios individuos han depositado con el Dr.
Davenport allá en California. En primer lugar, ésta es
información estrictamente confidencial, y el hecho de que se
haya convertido en propiedad un poco pública es en sí mismo
sorprendente. Puedo decirle, sin embargo, que esta lista fue
compilada el 31 de agosto de 1971, y con los depósitos,
retiros, etc., la lista ya no es válida. Aprecio
mucho que me enviara la lista a mí personalmente en vez de
transferirla a otros.
Hermano Rea, yo preferiría sentarme y hablar con
Ud. antes que contestarle por carta, pero puesto que no es
probable que haya oportunidad para esto, deseo hacerle unas
pocas observaciones que espero le sean de utilidad.
No puedo hablar en nombre de ninguno de los otros
inversionistas de la lista, sino que deseo hablar por mí
mismo. Al pasar los ojos por la lista de nombres, hay cierto
número de ellos que yo, por supuesto, conozco bien, y también
sé que son generosos sostenedores de la obra del Señor, y
personalmente, yo no desearía juzgar cuánto dan por la
cantidad que han invertido con el Dr. Davenport. Conozco a
algunas de las personas en la lista que han invertido dinero
para miembros de sus familias en su propio nombre.
En primer lugar,
deseo decirle que, hasta donde sé, las operaciones del Dr.
Davenport han sido, durante muchos años, abiertas y honestas,
y legítimas en todos los sentidos. Él ha ayudado a muchos
empleados y miembros de algunas organizaciones eclesiásticas.
Que yo sepa, ninguna junta ni comité del cual yo soy miembro
ha invertido ningún dinero con el Dr. Davenport. No puede
haber conflicto de intereses aquí. En realidad, sé de sólo una
o dos organizaciones que han invertido dinero con él. Si lo
han hecho de acuerdo con la información que tengo, han estado
recibiendo buenos intereses sobre sus inversiones y jamás han
perdido ni un centavo.
¿Hay algo
inmoral acerca de apartar dinero para jubilarse o comprar una
casa? De acuerdo con mi información, Ellen White poseía varias
propiedades. Algunos de nosotros, Hermano Rea, hemos pasado
buena parte de nuestros ministerios en campos extranjeros.
Estuvimos separados de nuestras familias por años. Nuestros
salarios eran mucho menores que en nuestra patria. Vivimos en
misiones o en propiedades alquiladas. No había oportunidad
para levantar un capital como pueden hacerlo los trabajadores
aquí en la patria. ¿Era erróneo que nosotros invirtiéramos
nuestros ahorros donde pudiéramos recibir buenos intereses
hasta que los necesitáramos para nuestras jubilaciones? No
creo que sea justo criticar a nadie por hacer esto.
No me excuso por
haber invertido una pequeña suma con el Dr. Davenport. No
tengo tiempo para invertir en acciones y bonos, etc., y gastar
tiempo vigilando y preocupándome por el mercado. Colocamos
nuestro dinero donde nos pareció mejor, y hemos continuado con
nuestras ocupaciones sin preocuparnos por él.
Por lo que
concierne a dar con sacrificio, Hermano Rea, no creo que
ninguno de nosotros dé tanto como debiera cuando consideramos
lo que el Señor ha dado por nosotros. Pero puedo escribir en
la Review con una conciencia limpia instando a nuestro pueblo
a dar con sacrificio. Por años, la Sra. Pierson y yo dimos
entre el 20 y el 35 por ciento de nuestros salarios, además de
los miles de dólares dados al programa mundial en el campo por
medio de mis libros, a cuyas regalías, que pude haber
reclamado, he renunciado. También, manejo un Chevrolet de
1972.
Hermano Rea, me
sentí sorprendido y desilusionado de que un pastor de mi
iglesia sacara las conclusiones apresuradas que Ud. ha sacado,
y me haya escrito una carta con un cuestionable espíritu, sin
confirmar algunos hechos conmigo antes de juzgar. Pero esto lo
tendré que dejar entre Ud. y el Señor. 3
Lo que la carta pasa por alto es el
conflicto de intereses entre el hombre - ya sea profeta,
sacerdote, o pastor - y su responsabilidad como custodio de los
fondos del pueblo. De la misma manera, Pierson pasa por alto, o
no ve, que el sistema eclesiástico que él preside como sumo
sacerdote estimulaba a todos (jóvenes y viejos, ricos y pobres),
sobre una base de auto-negación, a contribuir con la mayor parte
de su caudal mientras estuvieran vivos - y con todo él después
de su muerte - para acelerar "la terminación de la obra", cuando
en realidad estaban ayudando a los administradores, sacerdotes,
y doctores (entre otros) a enriquecerse - todo en el nombre de
Dios.
Un cambio de administración no produjo ninguna concesión ni
cambio en el énfasis. Con Neal C. Wilson ahora como presidente
mundial, el 10 de agosto de 1979, los cuatro más importantes
oficiales de la Conferencia General escribieron conjuntamente a
los presidentes y tesoreros de las uniones, así como a los
directores y oficiales financieros jefes de las instituciones de
la Conferencia General:
Ciertas personas
han iniciado procesos de investigación y descubrimiento para
establecer qué relación existe entre la organización de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día y el Dr. Donald Davenport.
Se ha exigido que se ejerza presión sobre dirigentes y
organizaciones para que se retiren inmediatamente de cualquier
involucramiento que pueda ser descubierto. Se le está pidiendo
a la Conferencia General que revele plenamente y que haga una
declaración pública sobre hasta qué punto está involucrada la
Iglesia en inversiones en los proyectos de compañías de
correos y teléfonos de Davenport. Hasta donde hemos examinado
este asunto, y lo hemos hecho cuidadosamente, no creemos que
sea ni prudente ni necesario en este momento.
Hasta este momento, no nos ha parecido bien involucrarnos en
esta controversia, especialmente puesto que los fondos de la
Conferencia General nunca se han invertido con el Dr.
Davenport, y además puesto que la Conferencia General
consistentemente ha instado a individuos e instituciones a
tener extremo cuidado en este respecto, con pautas
cuidadosamente redactadas, y con las cuales estuvimos de
acuerdo.
No deseamos
exagerar nuestra reacción, ni siquiera en esta fecha; pero,
puesto que la integridad de nuestra mayordomía y la ética de
nuestra dirigencia están siendo cuestionadas, y en vista de
las circunstancias que anteceden y las posibles evoluciones en
el futuro, la administración de la Conferencia General y la
División Norteamericana piensan que ha llegado el momento de
hacer una revelación completa, y que debería hacerse visible
toda la relación entre las organizaciones de la Iglesia, así
como entre los oficiales y los empleados responsables de las
diferentes entidades eclesiásticas, y las inversiones por
medio del Dr. Davenport. 4
Aunque la carta tomaba una posición de
preocupación y pedía información adicional, no se notaba ningún
gran cambio en la intensidad de la preocupación por la ética de
la escrupulosa separación de los intereses personales y
corporativos.
Sin embargo, no todos los administradores eran insensibles a la
cuestión del conflicto de intereses. Kenneth H. Emmerson, que
pronto se retiraría como tesorero de la Conferencia General,
había escrito anteriormente en 1979 al presidente de la Southern
California Conference:
He leído con
mucho interés la correspondencia entre Ud. y Walter T. Rea, y
me he sentido constreñido a escribirle a Ud. sólo unas pocas
líneas, por cuanto él me menciona a mí en el segundo párrafo
de la carta dirigida a Ud. y fechada en Abril 3. Supongo que
él se refiere a la correspondencia que intercambiamos en lo
que concierne al Dr. Davenport.
Simpatizo por completo con él y con su posición por lo
que concierne al Dr. Davenport...
Le señalé que ellos [un candidato para un
préstamo institucional] no deberían tener ningún trato en
absoluto - financieros o de otra clase - con el doctor...
Quería que Ud.
supiera que aprecio mucho la posición de este buen pastor, y
por supuesto estoy muy de acuerdo con sus pensamientos y su
posición. 5
La revelación de nombres y actividades, en
y por sí misma, no era tan alarmante. Pero sí dejaba en el aire,
y abierta a las dudas, la administración de las actividades
relacionadas en las posiciones de la iglesia en que los
dirigentes pudieran aprovecharse de la confianza o la fe de los
miembros de iglesia, y demostraba la incapacidad de los
administradores eclesiásticos para separar los asuntos
personales de los corporativos. De la misma manera, echaba un
interesante vistazo a la oportunidad para transferir el juicio
propio de un área de competencia a otra área de competencia. Por
lo menos una persona cuyo nombre aparecía en la lista de
inversionistas era miembro de PREXAD, el Comité Consejero
Ejecutivo del Presidente de la Conferencia General, que se
sentaría en juicio acerca de los temas religiosos en disputa
involucrados en los tratos administrativos con Desmond Ford y
Walter Rea. 6
Todo el asunto habría de llegar a un triste clímax en la edición
de Los Angeles Times del 24 de julio de 1981, cuando se
anunció la noticia de que Davenport había presentado una
declaración de bancarrota y se dieron a conocer las pérdidas
estimadas a algunas conferencias regionales, oficiales y
empleados de iglesia, y muchos Adventistas individuales. Un
informe adicional del 9 de agosto decía:
Preocupados
acreedores de Donald J. Davenport, una vez llamado "el rey de
las oficinas postales" a causa de sus vastas inversiones en
edificios postales, están revelando evidencia que los
acreedores dicen muestra que Davenport hipotecó propiedades
por más de su valor y ofreció a los prestatarios escrituras de
fideicomiso sobre propiedades que no tenía.
La evidencia proporciona algunos indicios de por qué el una
vez enorme imperio de bienes raíces de Davenport se está
derrumbando, y por qué tuvo que buscar protección bajo las
leyes de bancarrota el mes pasado.
Además, el caso es
particularmente interesante porque Davenport recibió
considerable respaldo de miembros de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día y de algunos oficiales de iglesia y entidades
patrocinadas por la iglesia. 7
El Long Beach Telegram, el
periódico del pueblo natal de Davenport, no fue tan amable. Dijo
la edición dominical del 2 de agosto de 1981:
Los críticos de
la iglesia afirmaron que el colapso, estimado de $46 millones,
equivalía a un anticuado esquema de pirámide de Ponzi, siendo
respetados ministros Adventistas del Séptimo Día los
vendedores y ancianos Adventistas las víctimas inconscientes.
A cambio de su
participación, los ministros Adventistas recibieron viajes
gratis a lujosos condominios en Palm Springs y Hawaii y
favorables ratas de interés sobre sus inversiones con
Davenport. 8
La pregunta principal en las mentes de
muchos que han experimentado el "arte administrativo de
maniobrar" del sistema debe ser ésta: Si uno no puede confiar en
estos vendedores de carros usados espirituales con sus
decisiones acerca del uso de dinero "espiritual" sobre el cual
su posición les ha dado control e influencia, ¿cómo puede uno
confiar en ellos y sus decisiones sobre asuntos teológicos y las
cosas pertenecientes al alma (como en el caso de Ford y de Rea)?
Una mano en el timón es una mano en control - que fue lo que el
jinete del caballo blanco salió a obtener.
El jinete del
caballo bermejo
Mucho se ha escrito acerca de esa
experiencia en la cumbre de una montaña en Colorado en el verano
de 1980 - que habrá de ser recordada por mucho tiempo como el
verano del descontento. El Comité para la Revisión del Santuario
fue convocado para reunirse en Glacier View Ranch, supuestamente
para "revisar" el estudio preparado (a solicitud de los
oficiales de la Conferencia General) por Desmond Ford, un
brillante erudito y maestro Adventista australiano. Por años,
Ford había sido una figura controversial en el ministerio
Adventista. Su amistad con otro australiano, Robert D.
Brinsmead, cuyas ideas y cuyos escritos habían trastornado la
administración de la iglesia por una década o más, parecía
aumentar la dificultad de revisar o aceptar sus ideas
teológicas.
En disputa estaban los puntos de vista que
Ford había discutido por invitación del Foro Adventista en el
Pacific Union College (Angwin, California) en el otoño de 1979.
Estos puntos de vista diferían de la manera en que la iglesia
interpretaba su fundamental pilar de la fe, los 2300 días de la
profecía de Daniel 8:14. El espectáculo de marionetas de los
administradores de la iglesia en Glacier View, orquestado por
Neal C.Wilson, presidente de la Conferencia General, fue la
respuesta a Ford.
No debería sorprendernos que Glacier View
se convirtiera en una charada. Con poca capacidad o poco deseo
de entendérselas con los escándalos financieros que surgían, y
con poca o ninguna pericia en teología, Wilson hizo lo que los
políticos hacen típicamente. Les prometió todo a todos, dio poco
a algunos, y traicionó a la mayoría. El sonido que se levantó en
grandes coros después de Glacier View cuenta la historia. En una
carta abierta a Wilson, fechada el 10 de septiembre de 1980,
treinta y nueve preocupados pastores y eruditos de la
Universidad de Andrews (asiento del seminario teológico de la
iglesia) expresaron estas preocupaciones, entre otras:
Se ha usado una
"declaración de diez puntos" para condenar el ministerio del
Dr. Ford tanto en la Review como en recientes acciones
administrativas. Sin embargo, cuestionamos su legitimidad para
este propósito: (a) No representa el consenso de los
hermanos del Dr. Ford en que no fue ni discutido ni votado por
el grupo entero de Glacier View. (b) De hecho,
contradice el espíritu y la letra de la declaración de
consenso en ciertos puntos claves. (c) Los autores del
documento se proponían que él explicara la comunicación en la
conferencia y no sabían que sería usado para comprometer el
ministerio del Dr. Ford.
Usted le aseguró a
la iglesia por escrito (Review, julio 9) que la
Conferencia de Glacier View no sería un juicio contra el
Dr. Ford. La evidencia indica, sin embargo, que fue
principalmente un juicio, y que allí se inició una acción
administrativa que aparentemente lo despojará de sus
credenciales. 9
Otra fuerte nota de protesta fue expresada
por Lorenzo H. Grant, profesor asociado de la división de
religión en el Southern Missionary College (Tennessee):
Me pregunto si estoy malinterpretando
la situación por completo cuando pienso que el trabajo de la
comunidad erudita reunida en Glacier View ha sido interpretado
erróneamente en su mayor parte, si no prostituído. La Review
parece dar a entender que el Comité para la Revisión del
Santuario condenó los puntos de vista del Dr. Ford. La
reciente acción de PREXAD relativa a la posición profesional
de Ford ostensiblemente descansa en el trabajo y los
pronunciamientos de ese comité. Por lo menos, estoy seguro de
que es así como serán interpretados por nuestro pueblo. 10
Por ese trocito de sabiduría, Grant quedó
preguntándose si se le concedería permiso para ausentarse de su
posición - como les sucedió a algunos otros que revelaron sus
puntos de vista.
Otras instituciones Adventistas educativas expresaron
preocupaciones similares. En general, expresaron el pensamiento
de que una discusión honesta había sido suprimida en su mayor
parte; y cuando la discusión tuvo lugar, había sido mal
usada y malinterpretada para ajustarla a los propios fines de
los administradores. Resumiendo, los eruditos pensaron que
habían sido engañados -- como efectivamente lo habían sido.
No habiendo mostrado hasta ahora ninguna
evidencia tangible de liderazgo moral, el presidente de la
Conferencia General desdeñó la controversia como una
insignificante molestia de posición, dejó el trabajo de limpieza
a sus mercenarios, y dio la impresión de que los detractores
sólo estaban expresando un descontento de menor cuantía por su
espectáculo secundario. La destitución continuó en vigor.
El mismo Ford parecía no percibir el
verdadero significado del papel que estaba jugando. A menudo,
dio la impresión de que estaba ocupado en un agradable concurso
de esgrima y que podía dar por terminado el ejercicio a
voluntad, aunque obviamente estaba inmerso en una guerra total.
Desde su "elevada torrecilla", había llegado a creer que su
contribución al Adventismo era "el evangelio". Pero las
principales iglesias habían tocado la tonada del "evangelio"
bastante bien a través de los siglos. Habían sido sólo los
comunicantes Adventistas los que, mucho antes que él, habían
rechazado ese evangelio y puesto en su lugar a Santa Ellen y a
sus escritos. En el fondo de su corazón, Ford creía que la
iglesia y el mundo recibirían su mensaje, y que los eruditos
acudirían a su lado. La ayuda erudita con la cual había contado
permaneció más a o menos a un lado. No habiendo tenido
experiencia previa en estos asuntos financieros, nunca había
tenido que poner a prueba el peso de ese cheque semanal en una
balanza contra el peso de su teología. Pero cuando las
consideraciones financieras fueron puestas en esa balanza, como
siempre deben ser puestas, resultaron pesadas.
A partir de la Review, Ministry, y
otros principales órganos Adventistas de propaganda, era obvio
que por lo menos la oficialidad Adventista no estaba a punto de
abrir la puerta a la que tocaban Ford y su Cristo. 11 ¿Por qué
tendrían que hacerlo? Tenían a Ellen (que había ayudado a cerrar
esa puerta en 1844); la primogenitura de ellos era una posición
confidencial; y no iban a admitir, después de ciento treinta y
tantos años, que su franquicia celestial estaba comprometida en
modo alguno.
Y así, la prensa controlada por los
Adventistas, siempre leyendo erróneamente las señales de los
tiempos, continuó sacando rápidamente cerros de material sobre
cuestiones teológicas en disputa que a pocos lectores les
interesaban, y que pocos entendían o necesitaban.
Las hordas de Adventistas que acudían a oír
a Ford prestaron poca atención duradera a la historia de su
evangelio o a los finos matices de sus ideas teológicas. Sólo se
daban cuenta de que él era ahora uno de los que se oponían al
sistema que los había oprimido. Ford se había convertido
principalmente en un símbolo de descontento y de "rebelión"
contra el abuso y la arrogancia administrativos.
Los colegas de Ford se congregaron
alrededor de él, simbólicamente, a distancia. Ahora que estaba
fuera del sistema, representaba la libertad académica que ellos
habían perdido. Y les quedó la sensación de haber sido comprados
y pagados por la iglesia - pero sin libertad mental ni
convicción, sin derecho a una audiencia justa, y sin ninguna
señal en el horizonte que predijera cambios o un futuro feliz.
En general, podría decirse que la iglesia
había entrado a la década de 1980 con un considerable número de
cadáveres dispersos a través del panorama teológico - contando a
todos los que fueron desfraternizados, desalojados, despedidos
de estudios de seminarios, sumariamente reasignados, mandados de
vacaciones, o por cualesquiera otros medios (voluntaria o
involuntariamente) separados de la iglesia de una manera no
pacífica.
¿Podría una tal promoción de la destrucción
del servicio así y una causa para el desencanto así indicar que
el jinete montado en el caballo bermejo había cabalgado a través
del campamento?
El
jinete del caballo negro
Si los estudios de Ford eran perturbadores,
las investigaciones de Rea eran francamente alarmantes. 12 Las
noticias acerca de ellas hicieron que los administradores
corrieran a sus computadoras con las manos sudorosas.
Ford había estado tratando de reconstruir
el pasado sobre una base más sólida. Su sola
Scriptura era un honesto intento de hacer que la iglesia
regresara a su posición original, la Biblia y la Biblia sola.
Aunque sonaba peligroso para los cultistas (que ya estaban
recibiendo instrucción intermediaria a través de un profeta),
tal concepto ha tenido siempre una salvaguarda incorporada. Cada
sistema ha sido lo suficientemente inventivo (y quizás lo
bastante prudente) para crear y fomentar sus propios
supervendedores, que conocen el vocabulario del sistema. Así, al
verdadero creyente se le vende la interpretación de la verdad de
la Escritura a través de los supervendedores de su sistema. Lo
que al comunicante se le enseña en realidad es un sustituto de
la fe en su maestro (o instructor, o supervendedor, o teólogo)
más bien que la fe en el fundamento de toda creencia, las
Sagradas Escrituras. 13
Por otro lado, Rea era guerrillero. Parecía
apuntar a la yugular. Sus estudios estaban calculados para
inclinar la balanza contra la autoridad de Ellen y de sus
escritos - lo cual, en consecuencia, daba un rodeo alrededor de
la autoridad de los supervendedores del sistema y dejaba que
cada hombre fuera sus propio sacerdote delante de Dios. Esta
idea - si realmente caló alguna vez - sería, no sólo espantosa,
sino enteramente horrenda para un sistema basado en la
interpretación de la verdad por un profeta.
Mire la confusión que resultaría si cada
miembro comenzara a estudiar e interpretar la Biblia por sí
mismo. Uno podría terminar con una verdad inaceptable para un
sistema gobernado por administradores. ¿Y qué sucedería si el
miembro decidiera que no es necesario comprar las indulgencias
vendidas por los supervendedores? Esto es: (a) si no
alcanza "el blanco de la Recolección" (pedir dinero en público),
podría perder algunos puntos con Dios; (b) si no estudia
su lección de Escuela Sabática todos los días, no obtendría
ninguna estrella de oro en los libros del cielo; (c) si
sus niños van a una escuela pública, se perderían para el cielo;
(d) si decide que no es necesario entregar diezmos y
ofrendas al sistema eclesiástico solamente, o si decide no dejar
todas sus posesiones a la iglesia mientras es arrastrado fuera
de este mundo pateando y gritando, no tendría la balanza
financiera inclinada a su favor; (e) si decide no comprar
la falsa tontería vegetariana vendida por la iglesia, entonces
su vida se acortaría. Y así sucesivamente.
El sistema no ha proporcionado ni una pizca
de evidencia de que seguir todas las instrucciones de Ellen y
sus escritos en cuanto a hacer esto y no hacer aquéllo ha
producido gente espiritualmente superior. La iglesia ha
intentado demostrar que uno puede vivir más tiempo en esta
tierra siguiendo ciertas saludables costumbres y prácticas. Pero
hay abundante evidencia que prueba que mientras más vive esa
gente, más ruin se vuelve, y se hace más difícil llevarse bien
con ellos - tal como sucede con el resto de la gente.
Sin importar si hay nueva evidencia o si no
hay ninguna evidencia, la gente inteligente y razonable no
concuerda con Ellen en que (a) una mujer es más
espiritual si no usa un anillo de matrimonio; (b) que la
Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día en sesión
es "la más alta autoridad" de Dios sobre la tierra; (c)
que en la cuestión de los juegos sexuales de las parejas
felizmente casadas (habiendo sido declarado el sexo una
concesión a la naturaleza "animal", y quizás a causa de las
enfermedes), menos es mejor; (d) que la mantequilla, los
huevos, y la leche deben ser estrictamente prohibidos a los
niños, a causa de sus efectos sobre las bajas pasiones y la vida
espiritual; (e) que las pelucas producen locura; (f)
que la carne tiene la tendencia a animalizar la naturaleza y a
robarle al hombre la simpatía que debería sentir por todos.
Tanto Ford como Rea (cada uno por su
cuenta) luchaban por la misma meta que otros antes que ellos
habían anhelado - la libertad de cada individuo para recibir su
propia interpretación de la autoridad final de toda verdad
espiritual, las Escrituras solamente. Esta libertad sólo puede
alcanzarse yendo directamente a Dios por medio del don del
Espíritu Santo. Era la autoridad del sistema lo que estaba
siendo desafiado - la autoridad de los teólogos de ese sistema
para interpretar la verdad a su propio modo para todos
los demás. Y era la autoridad de la misma Ellen G. White lo que
los estudios de ellos declinaban aceptar como la última palabra,
con un virtual poder de veto sobre la mente humana. Ningún
hombre que había hecho ese desafío había sobrevivido jamás en su
posición en la Iglesia Adventista. 14
Y los comunicantes Adventistas, que ahora
tenían razones para creer que sus billeteras, así como su fe en
la doctrina, estaban siendo comprometidas, se estaban
interesando y estaban comenzando a hacer preguntas. Tenían
hambre de una salvación que ya estaba asegurada en el Calvario.
Estaban tratando de alcanzar un perdón que venía sin soborno, y
una paz que no necesitaba ser comprada ni vendida en alguna
"Casa de Libros y Biblias" o algún tipo de campaña.
No era el estilo de vida Adventista lo que
la gente quería derribar. Querían echar fuera del templo a los
cambistas que habían corrompido el sistema. Eran los
supervendedores que habían sobrevendido su mercancía en el
nombre de Dios, lo que la gente estaba rechazando. Eran los
giros y las vueltas de la profeta Adventista, Ellen Gould Harmon
White - usada por los supervendedores para intentar taponar cada
agujero, para apuntalar cada verdad, para hacer valer cada
argumento - lo que la gente estaba rechazando. No era la verdad
del Evangelio lo que la gente quería abandonar.
La falta de alimento mata de hambre al
cuerpo. De la misma manera, negarle a una persona la libertad y
el incentivo para pensar por sí misma es igualmente una forma de
privación. Cuando falta ese elemento esencial para la vitalidad,
el jinete del caballo negro ha hecho su obra.
El jinete del caballo amarillo
Ha habido muerte en la olla Adventista por
largo tiempo. 15 El movimiento millerista de 1844 no produjo la
Segunda Venida, ni "terminaron la obra" los miembros que se
quedaron con ese chasco. Cada nueva crisis trajo nuevas
promesas - de aquí que hubiera más desengaños, más aislamiento,
y más extremos. Los niños que, de acuerdo con Ellen, nunca
debieron haber nacido, crecieron y tuvieron sus propios hijos (y
nietos) durante "esta generación" 16 para la cual cada
interpretación revisada se convirtió en nada.
El continuo aumento de los desembolsos
financieros necesarios para ser cliente del sistema educativo de
la iglesia ha obligado a las familias de la iglesia a re-evaluar
sus prioridades financieras. Muchos jóvenes y muchachas de la
iglesia ahora se educan total o parcialmente fuera del sistema -
y en consecuencia tienen acceso a las mentes, los materiales,
los métodos, y las ideas que no estaban disponibles o no eran
aceptables para la iglesia o sus educadores "comprados". Éste
era uno de los temores que Arthur White expresó en sus
comentarios dentro de la organización en relación con el
propuesto estudio de Desire of Ages de Ellen White:
Téngase presente
que el adiestramiento en las universidades para aceptar y
creer sólo lo que puede ser probado a satisfacción del
investigador puede conducir fácilmente a un enfoque escéptico
que no toma en cuenta que puede haber características
perturbadoras en los escritos inspirados, que resultan en la
necesidad de la fe, como lo explicó Ellen White al discutir
las investigaciones de la Biblia y sus escritos. 17
Si participa en
ello la Universidad de Andrews - ¿son los eruditos adiestrados
en métodos de investigación por universidades conocidas por
haber demolido la fe en la Biblia y la confiabilidad de los
relatos bíblicos, capaces de emitir un juicio adecuado en
áreas en las que son factores importantes una absoluta
honestidad en la aceptación de los registros y la fe basada en
la evidencia? Al tomar decisiones cuando el investigador tiene
que escoger la mejor respuesta, ¿fallará la fe en la
inspiración de Ellen? 18
Es fácil ver que Arthur White no se sentía
seguro, ni siquiera con la "educación superior" que se
dispensaba en la Universidad de Andrews, la ciudadela de la
iglesia para la enseñanza de seminarios. El tono y la substancia
de sus páginas indican que Abuela Ellen era la número uno en su
lista, y que todas las otras consideraciones y preocupaciones
ocupaban un lugar secundario en sus conceptos de la educación y
la verdad. Había llegado a someter a prueba la verdad
enteramente por medio de ella, y para él ella era toda la
verdad - la primera, la última, y para siempre.
La obra médica de la iglesia (el "brazo derecho del mensaje")
también estaba en problemas. Obligados por los grandes cambios -
nuevas costumbres y reglas, problemas de personal; lo que se
pensaba que era una decadencia en el énfasis espiritual; los
avances en el conocimiento de la ciencia médica; y el ritmo de
la misma vida moderna - los centros médicos, los hospitales,
asilos de ancianos, y otras instituciones de salud, para todos
los fines prácticos y en gran medida, se han retirado
estructuralmente, si no filosóficamente, del cuidado tierno y
amoroso de la vigilante supervisión del clero de la iglesia. El
clero todavía controlaba las juntas y tomaba las decisiones, en
nombre de Dios, para entidades médicas, hasta que se vio
obligado por el estado y las leyes federales a cambiar algunas
prácticas y permitir que más talento local profesional y no
clerical se involucrara en el control.
El programa evangelístico del Adventismo
también mostraba signos de envejecimiento. Había poca evidencia
de que su ministerio público de radio y televisión pudiera
competir con éxito con las magnéticas personalidades que
inundaban el mercado.
Las encuestas aceptables para la iglesia
proporcionaban emplias estadísticas que mostraban que el
Adventismo sufría de una crisis de identidad - la gente a menudo
los confundía con los Mormones, los Testigos de Jehová, y otros.
Otros estudios mostraban que una alarmante
apatía se había apoderado de los miembros, con las deserciones
aumentando a un ritmo perturbador. Sólo bajando los estándares,
aumentando la propaganda, apelando a los grupos sociales y
económicos más bajos, e inflando las listas de la membresía
pudieron presentar cifras de crecimiento salvadoras de las
apariencias en Norteamérica. Quizás sólo otra guerra mundial o
alguna otra crisis de grandes proporciones pueda reversar toda
la situación.
Pero quizás la más inquietante señal de
degeneración del movimiento Adventista es la incapacidad para
aceptar el cambio y el mundo real como ahora existe. Para ellos,
"el choque futuro" es real y no lo pueden aceptar. Las reuniones
de Glacier View y Glendale sacaron a luz toda la histeria, la
paranoia, y el extremismo que la iglesia había ocultado por más
de ciento treinta años. Desde el movimiento de 1844, no se
habían sentido más amenazados, más desnudos y más solos ante el
mundo. El artículo de Los Angeles Times del 23 de
octubre de 1980 sobre Ellen White y sus copias de material ajeno
fue como volver a tocar un disco viejo. Eran los Adventistas
contra el mundo, tal como Ellen había dicho que ocurriría. Hasta
en las familias de la iglesia se trazó una línea entre los
buenos y los malos, los santos y los pecadores. El concepto del
juicio fue bajado de las cortes celestiales, y se le dio forma y
salvación a la vista de todos.
Las escenas que los administradores habían
imaginado mientras leían The Great Controversy fueron
presentadas otra vez en las iglesias locales, y las
conferencias, e instituciones de enseñanza. Los ministros
ambulantes de las oficinas principales de Washington, D. C.
reunieron a los estudiantes de teología, dentro y fuera del
sistema de la iglesia, y les dijeron que o se alineaban o
tendrían que irse. Los maestros de las escuelas superiores de la
iglesia, así como de las escuelas secundarias y hasta de las
primarias, fueron llevados ante funcionarios y se les dijo que
firmaran el compromiso de lealtad Mau Mau. A los ministros se
les dijo que grabaran los clichés aceptables y los enviaran a
sus teólogos superiores. Algunos hasta fueron despedidos por no
conocer la nomenclatura correcta. Los miembros se alarmaron. La
oficialidad escribió en los órganos de propaganda que se les
dijera a los miembros que éstos eran tiempos peligrosos, pero
que los buenos y los salvos pasarían incólumes, como Ellen había
dicho.
Éste era el tiempo del Omega al que Ellen
había aludido, se decía. Cualquiera que sea la correcta
interpretación de eso o si su autenticidad es bíblica o no, no
importa. Un folleto que lo afirmaba fue enviado gratis a los
ministros Adventistas de habla inglesa.
No pareció ocurrírseles a los hermanos de
PREXAD que lo que ellos estaban escuchando eran los llorones
lamentando la muerte de Ellen. Ella había muerto en 1915. Y
ahora era su autoridad sobre los miembros del culto lo que
moría. Los dirigentes habían perdido el control, para siempre,
sobre las vidas de sus miembros. Era un fascinante paralelo con
los tiempos del pasado. Ellen había escrito acerca de ello en The
Desire of Ages. Pero si los hermanos lo estaban leyendo,
no lo estaban aplicando a sí mismos. De acuerdo con Ellen White,
fue Satanás quien instó al concilio de Caifás a matar a Cristo
basándose en las ofensas que habían sufrido de parte de Cristo,
lo cual volvió a contar:
Cuán poco había honrado la justicia de
ellos. Presentaba una justicia mucho mayor, que todos los que
desean ser hijos de Dios deberían poseer. Sin fijarse en sus
formas y ceremonias, había animado a los pecadores a ir
directamente a Dios como a un Padre misericordioso, y hacerle
saber sus necesidades. Así, en la opinión de ellos, Él
había hecho a un lado el sacerdocio. Había rehusado reconocer
la teología de las escuelas de los rabinos. Había revelado las
malvadas prácticas de los sacerdotes, y había perjudicado su
influencia irreparablemente. Había rebajado el efecto de sus
máximas y tradiciones, declarando que, aunque hacían cumplir
estrictamente la ley ritual, anulaban la ley de Dios. 20
Nadie en la actualidad había ido jamás tan
lejos como hasta donde Ellen parecía decir que Cristo había ido
al rechazar la aceptable estructura de su tiempo. Pero la
perspicacia de ella había echado la culpa sobre el temor de
aquellos antiguos dirigentes de perder su autoridad.
De la misma manera, los supervendedores de la iglesia de hoy han
envenenado a su propia profeta. En sus intentos por obtener
libertad para sí mismos y licencia para sus amigos, han linchado
a la misma dama que profesan adorar. Por su descuido de la
instrucción personal - dada, como han asegurado, por inspiración
y por el Espíritu Santo - han dado un triste ejemplo de
desperdiciar todos los principios que Ellen había dado.
El cuarto jinete, montado sobre el caballo
amarillo, fue el último en cabalgar. De acuerdo con Apocalipsis,
su nombre era la Muerte.
Referencias y Notas
1. Los artículos publicados en Spectrum,
la publicación trimestral de la Asociación de Foros Adventistas,
desde 1978 hasta 1981, confirman esta observación acerca de la
condición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
2. De Walter
T. Rea para Robert H. Pierson, 14 de junio de 1977.
3. De Robert
H. Pierson para Walter T. Rea, 23 de junio de 1977.
4. De Neal C. Wilson, Charles E. Bradford, Kenneth H.
Emmerson, y Martin E. Kemmerer para los presidentes y tesoreros de
las uniones, directores y jefes de oficinas financieras de la
institución de la Conferencia General, 10 de agosto de 1979. Copia
en facsímil en SDA Release (Collegdale, TN: Adventist
Layman Council, n.d. [ca. enero de 1981]), p. 4.
5. De Kenneth
H. Emmerson para Harold L. Calkins, 10 de abril de 1979, SDA
Press Release, p. 4.
6. Representando a PREXAD 1980, Charles E.
Bradford, Kneneth H. Emmerson, W. Duncan Eva, Clyde O. Franz, A.
Edwin Gibb, Willis J. Hackett, Richard Hammill, C. D. Henri,
Martin E. Kemmerer, Alf Lohne, M.S. Nigri, G. Ralph Thompson,
Francis W. Wernick.
7. Doris A. Byron y John Dart, "Creditors Learning
Why Davenport Empire Fell" [Los Acreedores Enterándose Por Qué
Cayó el Imperio de Davenport], Los Angeles Times, 10 de
agosto de 1981, sección de negocios, p. 1.
8. Doreen Carvajal, "Seventh-day Adventist´s
Empire Collapses on Church", Long Beach Press-Telegram, 2
de agosto de 1981.
9. [Andrews University] Concerned Pastors and
Scholars, "An Open Letter to President Wilson from Concerned
Pastors and Scholars at Andrews University Seminary and Graduate
School", 10 de septiembre de 1980.
10. De
Lorenzo H. Grant para Fritz Guy, 8 de septiembre de 1980.
11. Se juzgó en amplios círculos que, durante 1980
y 1981, las publicaciones denominacionales dejaron de presentar el
punto de vista de Desmond Ford y habían "prejuzgado" el trabajo
que estaba preparando publicando una superabundancia de m material
enfatizando la "posición histórica" de los oficiales.
12. Glendale Committee, "Ellen G. White and Her
Sources," cintas grabadas de la sesión de enero 28-29. Se gastó
más de una hora decidiendo qué palabras usar para infomar al
"pueblo".
13. Desmond Ford, Daniel 8:14, the Day of
Atonement, and the Investigative Judgment (Casselberry, FL:
Euangelion Press, 1980).
14. Earl W. Amundson, "Authority and Conflict - Consensus
and Unity", fotocopiado (trabajo presentado en la Consulta
Teológica, Glacier View Ranch, Ward, CO, 15-20 de agosto de 1980).
Este trabajo por Amundson, presidente de la Conferencia de la
Unión Atlántica de los Adventistas, fue presentado como respuesta
al llamado de Willis J. Hackett para la adopción de un credo. En
la págin 16, Amundson dice: "Es un hecho histórico que la mayoría
de las luminarias que han abandonado nuestra iglesia se han ido a
causa de la autoridad asignada a los escritos de Ellen White".
15. II Reyes 4:38-41. La historia de Eliseo en
Gilgal y el potaje.
16. Mateo 24. En este capítulo, Cristo predijo la
destrucción del templo, las calamidades que vendrían, y las
señales de su venida en juicio. Versículo 34. No pasará esta
generación sin que todo esto acontezca.
17. Arthur L.
White, [Confidencial] "Comments on the Proposed Study of Desire
of Ages", fotocopiado (Washington: EGW Estate, 30 de
noviembre de 1978), p. 3.
18. Ibid., p.
5.
19. Alvin
Toffler, Future Shock (Westminster, MD: Random
House, 1970).
20. Ellen G.
White, The Desire of Ages (Mountain View: PPPAm 1898), pp.
540-41.