Ellen G. White
LA MENTIRA WHITE
Título del libro en
inglés:
The
White Lie
Walter T. Rea
Capítulo 2
Cierren la
puerta
El desarrollo del ghetto Adventista comenzó
casi inmediatamente después de que el movimiento millerista
alcanzara su punto culminante en 1844 e iniciara su descenso.
Con la ayuda de Ellen White y sus "visiones", se le permitió a
Dios hacer algún trabajo de carpintería sobre las paredes. A
Ellen se le "mostró" que la puerta de la misericordia se había
cerrado para todos los que no habían aceptado el mensaje de
1844. Así que el mundo y la mayor parte de los que había en él
se quedaron en el lado de afuera de la puerta. Linden ofrece una
muy adecuada descripción de los sucesos en su libro The Last
Trump. 1
El exclusivismo, que comienza temprano en
cualquier plan religioso, despegó en seguida. Se parece a la
actitud de "Señor, bendíceme a mí y a mi esposa, a mi hijo John
y a su esposa, a nosotros cuatro, y a nadie más". La posición de
la puerta cerrada nunca fue realmente aceptada por el mismo
William Miller, pero circuló entre algunos de los rechazados.
Duró oficialmente hasta después de 1850, cuando se abrió una
rendijita en la puerta para que pudieran colarse los hijos
de los miembros fieles, y más tarde, los cónyuges de los que
creyeron.
Es sorprendente lo que un poco de levadura
le hace a toda la masa. Aún hoy, los Adventistas se refieren a
los que no son miembros como a los "extraños". "los cuñados o
las cuñadas de la iglesia", o, como se les escapa de tanto en
tanto, "los que no son salvos". En realidad, en el concepto
Adventista, tanto al comienzo como más tarde, virtualmente todo
el mundo era o es no salvo. La primera razón para esto, la
"puerta cerrada", pronto fue abandonada porque los que perdieron
el tren en 1844 comenzaron a morirse. Después, los no salvos,
aún en nuestro tiempo, vinieron a ser todos los que no hubieran
aceptado a Cristo. Todos los cristianos sabían esto, pero para
hacerlo un poquito diferente, y quizás para añadirle encanto, el
punto de vista Adventista de no salvo vino a significar
cualquiera que adorara en domingo (católico o protestante);
cualquiera que fumara, masticara tabaco, bebiera, fornicara,
asistiera a espectáculos públicos, o usara o comiera algo que
los Adventistas no usaran o comieran - en general, cualquiera
que no fuera oficialmente parte de su espectáculo. En realidad,
la posición Adventista probablemente no era muy diferente de
otras que había habido antes; sólo combinaba todo en una lista
para que fuera más fácil encontrar a las personas que la iglesia
quería rechazar, y para mantener esa puerta cerrada por un
poquito más de tiempo.
Hasta los que estaban alrededor de Ellen
tenían dificultades para evitar que ella apretara demasiado con
sus visiones. James, su esposo y editor, tuvo que aclarar que
podría haber una rendija en la puerta, sobre la cual Ellen no
tenía control. En 1851, James se sintió impulsado a publicar en
el Review and Herald un extenso editorial (refiriéndose
a "los que han tenido cualesquiera dones del Espíritu") que
incluía estas palabras:
Aquéllos a los cuales
el cielo otorga las mayores bendiciones están en mayor peligro
de ser "exaltados" y de caer. Por lo tanto, necesitan ser
tanto exhortados a ser humildes como protegidos
cuidadosamente. Pero cuán a menudo los tales han sido
considerados casi como infalibles, y ellos mismos han estado
propensos a beber de la extremadamente peligrosa idea de que todas
sus impresiones son la inspiración directa del Espíritu del
Señor. [La cursiva ha sido añadida]. 2
El mismo editorial fue reimpreso en su
totalidad en las páginas editoriales en 1853. Luego, en un
editorial de 1855, James White se refirió a las afirmaciones
previamente publicadas sobre el mismo tema, y añadió: "Ningún
escritor del Review se ha referido nunca a ellas [las
visiones] como autoridad sobre ningún punto. Por cinco años, el
Review no ha publicado ninguna de ellas"'. 3 Con esta
afirmación, la batalla estaba trabada. James habría de perderla.
Se requiere una mente diestra para manejar
dos problemas al mismo tiempo. A menudo, la mente produce
respuestas sin valor, pero es muy divertido. En teología, es
francamente divertido. La primera regla es aprender a no decir
nada bien. La segunda regla es decirlo de tal manera que nadie
pueda poner en duda las conclusiones filosóficas de uno (si es
que se ha llegado a alguna). Es como aprender un poquito de
todo, de modo que pronto uno sepa todo sobre nada. En la mayoría
de las bibliotecas, el departamento de religión aparece bajo el
encabezamiento de filosofía - y eso es lo que es, la definición
y la redefinición de términos e ideas que por siglos se han
resistido a ser definidos.
Ellen y sus ayudantes eran maestras en
reprocesar ideas pasadas. Después del gran desengaño del 22 de
octubre de 1844, y la inútil fijación de algunos tiempos y
algunas fechas más, y después de consignar a la mayor parte del
mundo al infierno por no creer aquéllo sobre lo cual los mismos
milleristas/adventistas estaban errados y no entendían, el grupo
todavía tenía aquel problema de la puerta de la misericordia
cerrada. Al "continuar el tiempo un poquito más", según las
palabras de Ellen, el problema se volvió más apremiante. Si
abrían la puerta, teológicamente hablando, dejarían entrar a los
que habían estado errados. Si la mantenían cerrada, y el buen
Señor no venía a sacarlos del dilema, todos morirían y ya no
habría ninguna diferencia si la puerta estaba abierta o cerrada.
Con la habilidad de un cirujano, Ellen y su
grupo se abrieron paso sin abrir la puerta en absoluto, pero
actuando al mismo tiempo como si realmente la hubiesen abierto.
Este acto de equilibrista se hizo aceptando lo que se convirtió
en el "pilar principal" de la fe Adventista, la teoría del
santuario. Esta teoría, que se convirtió en la principal
doctrina de la iglesia, fue primero enfatizada por O. R. L.
Crosier, que después la repudió. 4 Lo que la teoría hace
es abrir la puerta aquí en la tierra para luego cerrarla en los
tribunales celestiales. En las palabras de aquella canción que
una vez fue popular: "Buen trabajo si puedes obtenerlo, y puedes
obtenerlo si lo intentas". Los Adventistas efectivamente lo
intentaron más fuerte que la mayoría. (En realidad, todavía lo
están intentando, y eso es lo que ha causado el gran revuelo
acerca de las separadas pero relacionadas preocupaciones
expresadas por Paxton, Brinsmead, y Ford). 5
Para hacer corta una historia muy larga, he
aquí lo que tuvo lugar después del desengaño, cuando Cristo no
vino en 1844. Un antiguo millerista dijo que, caminando por el
maizal con sus pensamientos cierto día, se le ocurrió que
la fecha que los milleristas habían aceptado era
correcta, pero que el suceso era confuso. No era esta
tierra la que había sido separada de la misericordia y estaba a
punto de recibir justicia, sino todo lo contrario. Era en el
cielo donde la justicia estaba siendo decidida (y la
misericordia estaba todavía disponible aquí en la tierra). Este
proceso requería mucha contabilidad celestial, examinar los
registros, volver a registrar las obras hechas y las sin hacer,
y compilar un vasto número de cifras que necesitarían mucho
tiempo para ser totalizadas - de aquí la idea del tiempo de
oportunidad. Además, hasta había espacio para las cosas que no
habíamos hecho o pensado. Se suponía que Ellen había escrito que
"seremos tenidos como individualmente responsables por hacer una
jota menos de lo que podemos hacer ... Seremos juzgados de
acuerdo con lo que deberíamos haber hecho, pero que no llevamos
a cabo porque no usamos nuestros poderes para glorificar a
Dios... Por todo el conocimiento y la capacidad que pudimos
haber obtenido y no obtuvimos, habrá una pérdida eterna". 6
Fue como un llamado a filas. No importó que
algunos indicaran que el pobre hombre en el maizal debe haber
visto un espantapájaros en vez de una visión. Ningún instructor
podría haber inspirado a su equipo con un mejor discurso. Con un
"ganemos uno para el jefe", los jugadores corrieron al campo - y
han estado corriendo desde entonces, habiendo ideado uno de los
más complejos sistemas de salvación por obras que el mundo haya
visto jamás desde la caída de Jerusalén en el año 70 D. C.
Habiendo aceptado que la justicia se ha
estado resolviendo en el cielo desde 1844, a los Adventistas
nunca les entusiasmó la idea de que la misericordia y la gracia
estuviesen demasiado disponibles en la tierra. En las décadas de
1970 y 1980, cuando los australianos (Paxton, Brinsmead, y Ford)
dijeron lo que tenían en sus mentes, el ataque mezquino contra
ellos fue que estaban vendiendo "gracia barata". Esto sólo
muestra que los que refunfuñaban no habían aceptado la posición
del evangelio de que la gracia es aún más barata que eso - es
gratis.
Cuando estos hombres se presentaron en
público, el sistema los aisló como se aísla a una bomba. Cuando
recurrieron a grabaciones para adelantar sus puntos de vista,
los dirigentes dijeron que quienquiera que las escuchara tenía
"gusanos de cinta" [tapeworms, tenias, pero fue necesario
recurrir a la traducción literal para mostrar más claramente el
significado del símil. N. del T.] Por consiguiente, los
dirigentes cerraron la reunión anunciando que sus propias
conversaciones estaban grabadas y estaban disponibles en la
puerta por una pequeña suma. (Es bien sabido que las iglesias
venden más cintas que la mayoría, pero es la competencia lo que
hace daño. Alguien siempre está tratando de meterse por la
fuerza en esa franquicia celestial).
A finales de las décadas de 1970 y 1980,
Desmond Ford, un orador extremadamente talentoso, tocaba tan
fuertemente a esa puerta de la misericordia que su voz estaba
comenzando a oírse alrededor del mundo. No hay nada que a los
administradores les guste menos que los desafíos y los ruidos
fuertes. Sobre todo, no les gusta que se les hable de teología,
un tema que les es tan extraño como el griego que algunos de
ellos apenas aprobaron y que nunca han usado. Pero esa puerta
que Ellen y sus ayudantes habían cerrado en 1844 había que
mantenerla cerrada. Así pues, como los cuatro jinetes del
Apocalipsis, todos se montaron en sus modernos caballos y se
dirigieron a la reunión del Comité para la Revisión del
Santuario en Glacier View Ranch en Colorado en agosto 10 de
1980.
La seguridad allí habría enorgullecido a la
CIA y, en comparación, la convención presidencial se habría
parecido a una reunión de Boy Scouts. Era un grupo
verdaderamente internacional de como 115 delegados, la mayoría
de ellos encajando en la categoría de "ejecutivos", y por
consiguiente, agradecidos a la iglesia de un modo u otro.
Algunos de los administradores, que (para decirlo amablemente)
no estaban teológicamente orientados, trataron de recostarse de
esa puerta cerrada, y hasta indicaron alguna forma de juramento
de lealtad a la fundadora Ellen y a sus conceptos. Si la reunión
demostró algo en absoluto fue que, en estos tiempos, dispararle
a un hombre desde cierta distancia es mucho más barato que
colgarlo en público. Demostró también que la justicia (como era
definida por los dirigentes), no la misericordia, era todavía el
tema de la iglesia. Al final, después de muchos juegos de manos
y charadas, Ford fue puesto de patitas en la calle.
El resultado realmente nunca estuvo en
duda. Así que no fue ninguna sorpresa cuando "el bueno" del Review
anunció como con una trompeta: "Resumen de una
reunión histórica: El Comité para la Revisión del Santuario,
caracterizado por la unidad y controlado por el Espíritu Santo,
encuentra fuerte apoyo para la posición histórica de la
iglesia". 8 Los goznes de aquella puerta cerrada se habían
enmohecido mucho desde 1844 y desde la incursión de Ellen en
teología. Aunque amigos y enemigos por igual habían estado
tratando desesperadamente y por décadas de abrir la puerta un
poquito, los Ancianos eran lo bastante listos para ver lo que
quizás otros (como los teólogos) no veían: esto es, que si esa
puerta cerrada se abre alguna vez, el cielo y el ghetto
Adventistas son profanados poniéndolos a disposición de todos,
sin distinción de raza, credo, o color, y la iglesia y el
sistema Adventistas habrán perdido para siempre su franquicia
celestial.
Los sucesos tenían que ser moldeados de esa
manera, porque parte de la teología Adventista es que los
redimidos (queriendo decir ellos, los fieles Adventistas, por
supuesto) algún día, durante la edad dorada del milenio, se
sentarán sobre aquellos perlinos tronos blancos en el Lejano Más
Allá, y ayudarán a juzgar a los impíos. Allí, todos los jugosos
bocadillos de los actos y los pecados ajenos finalmente les
serán revelados a ellos. Ese pensamiento, por sí solo, ha
ayudado a muchos fieles a seguir hasta el fin. Pensar en conocer
todo acerca de todos los que no se salvaron, y por qué. Y cuando
todo haya terminado, le darán a Dios un voto de confianza y las
gracias por que las cosas hayan resultado como a ellos les
parecía que deberían haber resultado desde el principio. 9
Otra muy importante razón en la mente
Adventista para mantener esa puerta cerrada, bien sea aquí o en
el cielo, es el evangelismo. ¿Cómo podrían ellos jamás
aceptar la idea de que otros con diferentes hábitos y costumbres
y diferente moral se salvaran como ellos? ¿Qué sucedería con la
idea que tienen los Adventistas de que todas las otras iglesias
del mundo son las rameras y las prostitutas de que habla
Apocalipsis? Esta idea había venido directamente de la profeta.
Ella había visto cámaras de tortura en los sótanos de las
iglesias católicas, donde todos los hombres que finalmente
habían adorado en domingo habrían de recibir la "marca de la
bestia", y donde los Adventistas, como los Valdenses y los
Husitas de antaño, habrían de ser cazados como perros en las
fortalezas de las montañas, para ser desposeídos y finalmente
muertos por la espada.
El miedo no tiene comparación como
sustituto para motivar a la acción. Con miedo, el lisiado puede
escalar el muro más alto, el ciego puede ver lo suficiente para
quitarse del camino, y el mudo puede adquirir una instantánea
soltura de lengua. El amor, la motivación alentada por las
Escrituras, tuvo su mejor (y algunos creen que su última)
demostración en la cruz - y de eso hace mucho tiempo. Además, el
amor debe ser aprendido. El miedo, con su hermana gemela la
culpa, siempre acecha en las sombras de la mente y está
disponible en seguida si alguien toca el botón correcto. Todos
los teólogos, los adivinos, y administradores espirituales son
expertos en tocar los botones correctos.
Para los que quedaban de 1844, la idea de
que la justicia tenía que ser comprada por el penitente y que la
misericordia era gratis no era nueva. Pero la idea recibió
énfasis de la pluma de Ellen White, en cuya mente sombras más
oscuras que la mayoría yacían cerca de la superficie. En sus Testimonies
for the Church, ella cuenta su primera experiencia.
No puede pasarse por alto que, a los nueve
años de edad, fue golpeada por una piedra, y que el golpe fue
tan fuerte que su impresión posterior fue que casi se muere.
Quedó desfigurada de por vida. Dice que quedó "en un sopor" por
tres semanas. Cuando comenzó a recuperarse y vio cuán
desfigurada estaba, quiso morir. Se volvió melancólica y evitaba
las compañías. Dijo: "Mi sistema nervioso se postró". 10 Estaba
terriblemente asustada y solitaria, y a menudo aterrorizada por
el pensamiento de estar "eternamente perdida". Pensó que "la
suerte de un pecador condenado"11 sería la suya, y temió perder
la razón.
Así que aquí tenemos a una adolescente que,
desde los trece hasta los diecisiete años, fue debilucha,
enfermiza, sin educación, impresionable, y anormalmente
religiosa y excitable, cuando asistió por primera vez a las
conferencias de William Miller en 1840, en que predecía el fin
del mundo en 1843 o 1844. Durante este tiempo, ella misma sintió
que había sido excluída del cielo. En realidad, a causa de su
experiencia en la vida, estaba excluída de los que la rodeaban.
Con el tiempo, sus actitudes se modificaron y se sintió algo más
aceptada. Pero sus escritos, aún a través de los libros que
publicó en las décadas de 1870 y 1880, muestran claramente a una
persona que miraba con gran aprensión mucho de lo que era la
vida real alrededor de ella. Vivía en un mundo espantoso, y
anhelaba el momento en que todo lo que temía finalmente
terminara. 12
Ella podía proporcionarse este aislamiento
por sí misma. Su puerta cerrada, sin embargo, está
todavía cerrada en las mentes de los Adventistas hoy día. Con
cada nueva crisis local o mundial, cada nueva costumbre que es
inaceptable, y toda la cambiante moral, el Adventista cierra su
puerta un poquito más, duerme con sus maletas hechas, y anhela
que llegue ese acto final de justicia que le dará solamente a él
y a su clan la seguridad de la misericordia que tanto necesitan.
13
William S. Sadler, ampliamente conocido
médico y cirujano de su tiempo, escritor, amigo personal de
Ellen White, yerno de John Harvey Kellogg, escribió:
De tanto en tanto,
surge alguien que intenta hacer creer a otras personas las
cosas que ve u oye en su propia mente. Surgen supuestos
"profetas" para convencernos de la realidad de sus visiones.
Aparecen genios extraños que nos hablan de las voces que oyen,
y si parecen bastante sensatos y socialmente convencionales en
todo sentido, algunas veces logran levantar un vasto número de
seguidores, crear cultos, y establecer iglesias; mientras, si
son demasiado osados en sus imaginaciones, si ven un poquito
demasiado lejos u oyen demasiado, son prontamente capturados y
rápidamente guardados bien seguros en los confines de un
manicomio. 14
Este puerto psíquico es una región segura,
no sujeta a desafío por la lógica, el argumento, la evidencia, o
la realidad. Y, a pesar de habérseles negado todos estos
nutrientes de la conducta y la persuasión racionales, los
hombres todavía creen lo increíble. Las ideas de la puerta
cerrada, el juicio investigador, la negación de la doctrina
bíblica de la gracia y la misericordia divinas libremente
disponibles para todos desde la Cruz, todas ellas fueron tomadas
por los Adventistas y hechas condicionales en base a conceptos
rechazados por la mayoría, (hasta por los originadores), pero
respaldadas y promovidas por Ellen White.
Y esto nos trae ahora a la última puerta
que fue cerrada en 1844 por Ellen y los milleristas que quedaron
- el Evangelio, las Buenas Nuevas de la Salvación. Los pecados
Adventistas no son nunca realmente perdonados. Permanecen en los
libros del cielo hasta el día de pago, el Día del Juicio. Ningún
sistema que prospera y se perpetúa a sí mismo sobre un escándalo
tal puede traer felicidad a la mente o la experiencia humanas.
Las constantes revisiones llevadas a cabo
por el sistema eclesiástico, las inspecciones diarias exigidas
por la mente, y las investigaciones para el juicio de la vida, y
las comparaciones con las vidas de otros para ver si uno está a
la altura, minan las fuerzas y el valor. Para cuando el
"verdadero creyente" ha hecho todos sus diarios ejercicios
calisténicos y revisado su lista de lo que hay y lo que no hay
que hacer, está agotado. Su concepto de la vida es que Dios lo
flagela en cada colina, en cada valle, y a través de cada
bosque, hasta que, agotado, cae muerto. En cada caso, si sus
cuotas han sido pagadas, el Señor se inclina y dice: "Bien
hecho, buen siervo fiel"'. 15
En un sistema así, el santo patrono se
convierte en sustituto del Salvador. El cielo y el aquí y ahora
se ven a través de los ojos de ese santo del siglo diecinueve.
Las obras se convierten en la manera de obtener o conservar las
concesiones otorgadas por los privilegiados, y la vida se
convierte en una competencia "santa" con otros creyentes. A
nadie le gusta competir en una área en que no se distinga; así
que cada uno delimita con estacas un territorio en que pueda
trabajar mejor. Para uno puede ser la dieta, para otro la ropa,
para los extremistas la vida monástica. Cualquiera que sea la
tarea, la vida se convierte en un enorme esfuerzo para aventajar
a la competencia subiendo a esa vara encebada primero. Si uno
puede sólo "perseverar hasta el fin" y durar más o ser más listo
que la competencia, la justicia dice que su lugar en el más allá
está asegurado, aunque haya sido un infierno vivir en el aquí y
ahora.
Así ha sido y será siempre cuando las Ellen
de la tierra convencen a sus seguidores de que, por medio de la
contabilidad celestial, Dios salvará o hasta satisfará al alma
humana o al deseo de justicia. Cada vez que los teólogos o
creyentes tratan de jugar juegos semánticos con las doctrinas,
siempre terminan perdiendo al Salvador y al Evangelio aquí y
haciendo un embrollo místico del más allá. Cuando cerraron la
puerta en 1844, cuán poco se dieron cuenta la joven Ellen y su
pequeña banda de verdaderos creyentes de que, al tratar de
salvar las apariencias a causa del desengaño experimentado, en
realidad estaban quitándoles el Señor a decenas de miles y
cerrándoles una puerta de amor y misericordia a muchos otros
para siempre. Tal ha sido la experiencia de todos los que, bajo
cualquier título, han tratado de convertirse en custodios de las
llaves de la salvación - ese Evangelio de las Buenas Nuevas.
Referencias y notas
1. Ingemar
Linden, The Last Trump, (Frankfurt am Main: Peter Lang,
1978) pp. 80-87.
2. James
White, "The Gifts of the Gospel Church", Second Advent Review
nn./l.SabAn.th Heral./11 (21 april IX51\-7)
3. James
White, "The Gifts of the Gospel Church", Review 4 (9 june 1853):
13; J. W., "A Test", Review 7 (October 1855): 61.
4. L. Richard
Conradi, The Founders of the Seventh-day Adventist
Denomination (Plainview, NJ: The American Sabbath Tract
Society, 1939).
5. Robert D.
Brinsmead, Judged by the Gospel. Desmond Ford, Daniel
8:14, the Day of Atonement, and the Investigative Judgment,
Geoffrey J. Paxton, The Shaking of Adventism.
6. Ellen G.
White, Christ´s Object Lessons (Mountain View: Pacific
Press Publishing Association, 1900), p. 363.
7. Review
157 (may, june, july 1980).
8. Review
157, (4 september 1980).
9. EGW, The
Great Controversy between Christ and Satan (Mountain View:
PPPA, 1888, 1911). Véase el capítulo 28, "Facing Life´s Record
(The Investigative Judgment)", y el capítulo 41, "Desolation of
the Earth". Estudios recientes muestran que gran parte de estos
capítulos vinieron de los escritos de Uriah Smith.
10. EGW, Early
Writings (Washington: Review and Herald Publishing Assn.,
1882), pp. 277-85. Véase también Country Living, de EGW
(Washington: RHPA).
11. EGW, Testimonies
for the Church, 9 tomos (Mountain View: PPPA, 1885, 1909),
tomo 1, pp. 9-16 ,25.
12. EGW, Christian
Experience and Teachings (Mountain View: PPPA, 1922).
13. Jonathan
M. Butler, "The World of E. G. White and the End of the World," Spectrum
10, no. 2 (agosto 1979): 2-13.
14. William
S. Sadler, The Truth About Spiritualism (Chicago: A. C.
McClurg).
15. Mateo
25:21.