MI RENUNCIA AL ADVENTISMO
DEL SÉPTIMO DÍA

Dudley Marvin Canright, 1914

APÉNDICES

Traducido de The Interactive Bible


Apéndice A

BATTLE CREEK, MICHIGAN, proporciona una buena ilustración del fracaso del Adventismo después de un juicio justo. Comenzando en 1855, fue sede de las oficinas principales de la denominación por más o menos medio siglo. Fue el hogar del pastor White y su esposa. Durante todos esos años, tuvo el beneficio de los trabajos de sus hombres más poderosos, y la influencia de sus grandes conferencias generales. Aquí se construyeron, a un costo inmenso, sus grandes instituciones, como sus grandes casas publicadoras, su escuela de enseñanza superior, su gran sanatorio de renombre mundial, su gran tabernáculo, etc. Cuando yo me retiré en 1887, había allí casi dos mil guardadores del sábado, todos unidos. A menudo, prediqué en ese gran tabernáculo, cuando todos los asientos, debajo y dentro de la galería, estaban ocupados. En la escuela de enseñanza superior, enseñé en una clase de como 200 alumnos, todos hombres y mujeres jóvenes que se preparaban para trabajar o como ministros o como lectores bíblicos. Ahora, en 1914, la escuela está cerrada y perdida para la causa; el sanatorio se ha rebelado contra la denominación, y casi todos los miembros de la administración, los médicos, las enfermeras, y los ayudantes son guardadores del domingo;  las casas publicadoras fueron quemadas y el remanente se mudó; la membresía de la iglesia ha disminuído como a cuatrocientos o quinientos; el tabernáculo está casi vacío, y se ha convertido en un elefante en sus manos; tres grupos separados de observadores del sábado se reúnen allí ahora cada sábado, pero no se relacionan el uno con los otros. Peor aún, gran número de los miembros han desertado, perdido la fe en todo, y no asisten a ninguna iglesia. Ha sido como un desolador ciclón.

Hace como veinte años, entre los hombres más poderosos en sus filas, hombres de los cuales se enorgullecía la denominación entera, estaban el Dr. J. H. Kellogg, director del sanatorio; el pastor A. T. Jones, editor, autor, ministro, orador; el pastor J. J. Waggoner, editor, autor, predicador; el pastor George Tenney, editor, ministro, misionero; el pastor L. McCoy, ministro, capellán del sanatorio; con muchas personas en importantes puestos como administradores de negocios, profesores de enseñanza superior, médicos, etc. Todos éstos están ahora fuera de la iglesia, y toda su influencia milita contra el cuerpo de la iglesia.

Lo que ha ocurrido aquí está sucediendo constantemente por todo el campo en sus antiguas iglesias. Es en estos nuevos campos y en tierras extranjeras, donde su historia es desconocida, donde hacen sus principales progresos. Puedo mencionar gran número de iglesias, por toda la región, que eran grandes y fuertes hace treinta o cuarenta años. Ahora, o están extintas, o son sólo un pequeño puñado de miembros que se reúnen en un rincón de una antigua iglesia. Tal es lo que ocurre en Norridgewock, Maine; Danvers, Massachusetts; Memphis, Wright, y Monteray, Michigan; Knoxville, Sigourney, Winterset, y Osceola, Iowa; y muchas iglesias más pequeñas en muchos estados. La cosa no termina allí. Si el pasado sirve de guía, en veinte años a partir de ahora muchos de sus hombres fuertes abandonarán la iglesia y se les opondrán, y muchas de sus mejores iglesias disminuirán en sus membresías. En 1912, el año para el cual están disponibles las estadísticas más recientes, con 4,000 obreros en el campo, con millones de dólares gastados, sólo aumentaron su membresía en 4,000 en todo el mundo, o sea, ¡un miembro por cada obrero! Review and Herald, en su edición de abril 23 de 1914, dice: "Tomando a 1912 como base, encontramos que cada persona añadida a la membresía de la iglesia le cuesta a la denominación entre $900 y $1,000".

¿Cómo se compara esto con las aseveraciones de que el suyo es el mensaje más maravilloso que el mundo ha tenido jamás y que el poder de Dios está con ellos como con ningún otro pueblo? Los fríos hechos están contra ellos.

Apéndice B

El sistema del Adventismo del Séptimo Día tiene como fundamento las teorías sin apoyo de un viejo granjero inculto en sus últimos días, y los ensueños de una muchacha totalmente sin educación, inculta, enfermiza, y excitable. William Miller, el fundador del Adventismo, tenía sesentiún años de edad en 1843, el año que él fijó para el fin del mundo. Murió seis años más tarde, desengañado y confundido. Tuvo sólo una limitada educación rural. Rechazó toda ayuda bíblica, y dependió solamente de sus propias ideas acerca de la Biblia. Véase "Vida de Miller", por James White, págs. 46, 48, 59. Aceptó como infaliblemente correctas las fechas que entonces se encontraban en el margen de la Biblia. Estas fechas fueron organizadas por Usher de acuerdo con la mejor información entonces disponible. Investigaciones posteriores han mostrado que estas fechas son incorrectas por muchos años. ¡Miller basó todas sus cifras en estas antiguas fechas, y fijó por medio de ellas, hasta un año específico, el comienzo y el fin de todos los períodos proféticos en la Biblia! De acuerdo con esto, Miller fijó el año de 1843 como el año del fin del mundo, y todos los demás períodos, tales como las setenta semanas, los 2300 días, los 1335 días, los 1290 días, los 1260 días, las siete iglesias, los siete sellos, las trompetas, etc., para que se ajustaran a esa fecha.

Entonces vino la actual Sra. White, apenas una muchacha, enteramente falta de información tocante a la historia o la cronología, y puso su sello a todas las cifras y fechas de Miller, diciendo que ninguna debía ser alterada. Oigámosla: "He visto que el diagrama de 1843 estaba dirigido por la mano del Señor y que no debía ser alterado, que las cifras eran como él las quería". "Primeros Escritos", página 64, edición de 1882. ¡A estas fechas la denominación entera tenía que atenerse siempre, estuvieran en lo cierto o equivocadas! ¡Así que todo el sistema profético de ellos descansa en las cifras que un viejo granjero y una muchacha ignorante elaboraron hace setenta años! Dios tenga piedad de ellos.

Apéndice C

Las fanáticas esperanzas de los Adventistas. Durante como setenta años, los Adventistas del Séptimo Día han pronosticado que unos pocos meses, o años, antes del fin, el Espíritu Santo sería derramado sobre ellos como en Pentecostés. Lo llaman "la lluvia tardía". Entonces ocurrirá el "Fuerte Pregón" para terminar la obra. Ahora, en 1914, predican y publican que todo esto ha comenzado ¡y que la obra se terminará rápidamente! De esta obra dice la Sra. White: "Ocurren milagros, los enfermos son sanados, y señales y maravillas siguen a los creyentes". El Gran Conflicto, pág. 430, edición de 1884. Ella dedica cinco capítulos a predecir las maravillas que ocurrirán justo antes del fin. Léalas. Yo sólo puedo bosquejar unos pocos items. Satanás se les aparecerá a todos personal y visiblemente, en resplandeciente gloria, afirmando que él es Cristo que ha venido a la tierra. Todo el mundo, excepto los Adventistas, lo aceptan como tal. Él les sonríe y los bendice. Todos exclaman: "¡Cristo ha venido!" Entonces, Satanás les dice que los Adventistas son impíos blasfemos por trabajar en domingo y que todos ellos deben ser muertos. Páginas 682, 683 [Cap. Tiempo de Angustia]. Léalas.

El espiritismo ha tomado posesión de todas las iglesias, págs. 644, 682; la iglesia y el estado se han unido, págs. 498, 499, no sólo en los Estados Unidos, sino "a través de la cristiandad", pág. 682; Satanás entonces influye en todos los cuerpos legislativos para que emitan un decreto para que todos los guardadores del sábado sean muertos y exterminados a menos que guarden cierto día. "Nadie podrá comprar ni vender", excepto los que guarden el domingo, pág. 498; el que rehuse, "será ejecutado". Los guardadores del sábado "serán echados en prisión, algunos serán exiliados, algunos tratados como esclavos". Pág. 648. "Son amenazados con la destrucción". Pág. 648. Los Adventistas entonces huirán de las ciudades y pueblos y se juntarán en compañías, y morarán en los lugares más desolados y solitarios". Pág. 684. "Muchos de todas las naciones serán arrojados a una esclavitud injusta y cruel y sentenciados a ser ejecutados". Pág. 684. "En todas partes, compañías de hombres armados, aguijoneados por huestes de ángeles malvados, se están preparando para la obra de muerte, con gritos de triunfo, con burlas e imprecaciones, están a punto de lanzarse sobre su presa". Pág. 673.

Justo entonces, Cristo aparece y 144,000 Adventistas del Séptimo Día son arrebatados en las nubes y salvados. ¡Todo el resto de la humanidad, los mundanos, los metodistas, los bautistas, y todos los observadores del domingo, son destruídos por completo! Esto es lo que los Adventistas creen y enseñan. Lea el libro citado más arriba. De todas las teorías fantásticas y fanáticas que jamás se predicaron, ésta es el clímax. Para que esto ocurra, habría que hacer retroceder las ruedas del progreso mil años. Sería la revolución más milagrosa que el mundo vio jamás, y ¡todo en unos pocos años! Ha de ser mundial, en "todas las naciones," pág. 685. La India, China, Japón, donde no les importa el domingo para nada, ¡decretarán que todos los que no lo guarden deben morir! La tendencia del mundo entero es exactamente en sentido opuesto, separación entre la iglesia y el estado, mayor libertad de pensamiento, mayor tolerancia de todas las creencias religiosas, y mayor laxitud en la observancia del domingo. Se necesita ser ciego para no ver esto.

Apéndice D

LA SUPREMACÍA DEL PAPA, no el domingo, es la "MARCA" del papado. La sola y suprema afirmación del papado, la única y esencial PRUEBA de la lealtad de cada católico, lo único por lo cual cada católico debe jurar cuando ingresa a esa iglesia, lo único, más que todas las cosas, sobre lo cual se insiste en todos los catecismos y libros doctrinales, es la SUPREMACÍA DEL PAPA DE ROMA. Nadie puede ser católico y negar este reclamo. Suscríbase a esto, y todo lo demás seguirá de suyo. Durante la supremacía papal, decenas de miles sufrieron martirio porque se negaron a inclinarse ante la autoridad del papa. Fue esto lo que produjo la gran Reforma bajo Lutero y dio lugar al nombre PROTESTANTE. Esto es aquéllo contra lo cual todas las iglesias protestantes han estado amonestando durante trescientos años. La PRUEBA, la MARCA de lealtad a Mahoma, es reconocer la suprema autoridad de Mahoma como profeta; la de un mormón, reconocer a J. Smith como profeta de Dios; la de un Cientista Cristiano, reconocer la autoridad de la Sra. Eddy; la de un católico, reconocer la autoridad del papa de Roma como suprema. En esta ciudad, tenemos varias iglesias católicas  y muchas otras iglesias que guardan el domingo. ¿Considera alguien católicas a estas iglesias porque guardan el domingo? No. ¿Las consideran católicas los católicos a causa de esto? No. ¿Se consideran a sí mismas católicas estas iglesias porque guardan el domingo? No. Entonces, ¿es la observancia del domingo la MARCA de un católico? No, porque nadie, ni los católicos, ni los protestantes, ni los mundanos, ni nadie más, considera jamás la observancia del domingo como la marca del catolicismo. Por esto, como nadie, ni dentro ni fuera de la iglesia, considera jamás a una persona como católica porque guarda el domingo, esa no puede ser la marca de un papista.

Pero en el momento en que una persona reconoce la autoridad del papa como suprema, todo el mundo la considera católica y papista. Y la iglesia católica la considera así. Pero si la persona simplemente guarda el domingo, pero niega la autoridad del papa, ¿la aceptará la iglesia católica? Enfáticamente no. Entonces, ¿qué constituye la PRUEBA, la MARCA, de un papista? Es reconocer la supremacía del papa de Roma. Eso lo MARCA como católico.

La "Nueva Enciclopedia Universal" de Johnson dice: "Iglesia Católica Romana. El cuerpo de cristianos que reconoce la autoridad del papa de Roma". El mismo artículo da así el credo al cual todo católico debe jurar obediencia: "Prometo y juro obediencia al Obispo de Roma, sucesor de San Pedro, Príncipe de los apóstoles, y Vicario de Jesucristo".

Aquí tiene Ud. la MARCA de esa iglesia. No es la observancia del domingo, sino el reconocimiento de la suprema autoridad del Papa. Todo catecismo o libro doctrinal católico tiene en él, en negrita, este encabezado: "MARCAS DE LA IGLESIA". La observancia del domingo nunca es una de ellas, sino que se da siempre la supremacía del papa. Fíjese bien en este hecho.

Apéndice E

Redacté la siguiente declaración, y se la leí a un prominente sacerdote católico de Grand Rapids, Mich., quien en seguida la firmó. El documento es como se verá a continuación:

"La doctrina católica del cambio del sábado es ésta: Los apóstoles, por instrucciones de Jesucristo, cambiaron el sábado por el domingo para conmemorar la resurrección de Cristo y el descenso del Espíritu Santo, los cuales ocurrieron en domingo. El cambio fue hecho por los mismos apóstoles, y por ende, por autoridad divina, al mismo principio de la iglesia. Hay referencias a este cambio en Hechos 20:7; 1 Cor. 16:1, 2; Apoc. 1: 10, etc. Y sin embargo, estos textos no afirman positivamente tal cambio; por eso, los católicos se refieren a las afirmaciones de los primeros Padres cristianos, que confirmaron y pusieron más allá de toda duda este cambio efectuado por los apóstoles. Los católicos también confían en la tradición de la iglesia, que dice que el cambio fue efectuado por los apóstoles. Los católicos no enseñan nunca que el cambio del día fue hecho por la iglesia doscientos o trescientos años después de Cristo. Tal afirmación sería contraria a todos los hechos de la historia y las tradiciones de la iglesia".

"La Santa Iglesia Católica se inició con los apóstoles. San Pedro fue el primer papa. Por eso, cuando se dice que la iglesia cambió el sábado, se quiere decir que esto fue hecho por la iglesia en los días de los apóstoles. Ni la iglesia ni el papa, doscientos o trescientos años después de los apóstoles, tuvieron nada que ver con el cambio del sábado, porque el cambio había sido hecho siglos antes. Los católicos no llaman día de reposo al primer día de la semana, pues ése era el sábado, sino que lo llaman domingo, o Día del Señor".

"La declaración que antecede, redactada por el Rev. D. M. Canright, es verdadera y pura doctrina católica. (Firmado) Rev. James C. Pulcher, pastor de la Iglesia de St. James, Grand Rapids, Michigan".

En respuesta a mi pregunta, el Arzobispo Ireland me escribe así: "St. Paul, Marzo 2, 1914. ESTIMADO SEÑOR: En respuesta a su pregunta, deseo declarar que el sábado judío era simplemente un precepto positivo en la ley mosaica y feneció junto con esa ley. Los apóstoles y los primeros cristianos instituyeron el domingo como día especial de oración en honor de los grandes misterios de la religión cristiana: la resurrección, y la venida del Espíritu Santo, las cuales ocurrieron en el primer día de la semana. Muy sinceramente, JOHN IRELAND".

He examinado cuidadosamente la "Enciclopedia Católica", el "Diccionario Católico", y un gran número de catecismos católicos, grandes y pequeños, y todos están de acuerdo en ubicar el cambio del sábado en el tiempo de los apóstoles y por los apóstoles. Esta es enfáticamente la doctrina de la iglesia católica. Ni un sola autoridad católica coloca jamás el cambio en ningún otro lugar. Los Adventistas no son justos al omitir este hecho y citar sólo una parte de lo que los católicos dicen. Las autoridades católicas mencionadas más arriba citan Hechos 20:7; 1 Cor. 16:2; Apoc. 1:10, lo mismo que los protestantes, como evidencia de que la observancia del Día del Señor se originó con los apóstoles.

FIN


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