MI RENUNCIA AL ADVENTISMO
DEL SÉPTIMO DÍA
Dudley Marvin Canright,
1914
Capítulo 22
LA NATURALEZA DEL
HOMBRE
Traducido de The
Interactive Bible
Sobre este tema, presentaré sólo un breve
argumento, simplemente llamando la atención del lector sobre
algunos de los puntos principales.
Que el espíritu del hombre sobrevive a la
muerte de su cuerpo, y vive en un estado consciente, ha sido tan
generalmente creído por toda la gente en todos los tiempos, que
podemos con justicia llamarlo universal. En esto han estado de
acuerdo las naciones más bárbaras y las más ilustradas. Ni ha
disminuído esta creencia la creciente inteligencia de las
generaciones avanzadas; más bien, la ha confirmado. Los
pensadores más profundos de la raza han sostenido esta fe.
Aunque este hecho no es decisivo, sí tiene mucho peso, sin
embargo.
Esta doctrina ha sido la fe universal de la
iglesia cristiana de todos los siglos. Las excepciones a esto
han sido pocas, y siempre consideradas heréticas. Este hecho
tiene justamente derecho a recibir gran peso. No debería ser
considerado con ligereza.
Los judíos, que durante tantos siglos
disfrutaron de los beneficios de las revelaciones de Dios,
también creen que el espíritu vive después de la muerte del
cuerpo.
Los Apócrifos dan los puntos de vista de
los judíos justo antes del tiempo de Cristo. He aquí unos pocos
versículos: Los impíos "sufrirán tortura eterna por medio del
fuego". 4 Macab. 9:9. "La divina venganza es reservaros para el
fuego y el tormento eternos, que nunca os abandonarán". Cap.
12:12. "No temamos a aquél que cree que mata; porque grande es
la tribulación del alma y el peligro del tormento eterno
preparado para los que transgreden". Cap. 13:14. De los
mártires, se dice: "Por medio de los cuales ellos también están
en pie ahora al lado del trono divino, y viven una vida
bienaventurada". Cap. 17:18. "Los hijos de Abraham, con su
victoriosa madre, están reunidos junto con el coro de sus
padres, habiendo recibido de Dios almas puras e inmortales."
Cap. 18:23. "El tirano Antíoco fue castigado tanto en la tierra
como ahora que está muerto". Versículo 5.
Estos pasajes muestran claramente que los
judíos creían en la inmortalidad del alma, el estado consciente
de los muertos, y el castigo eterno.
Así también Josefo, el historiador judío,
que vivió en tiempos de Pablo, afirma claramente que el grueso
de los judíos creía en la inmortalidad del alma. De los
fariseos, dice: "Ellos también creen que las almas tienen en sí
mismas un vigor inmortal". Antigüedades, Libro 18,
Capítulo 1. Nuevamente: "Dicen que las almas son incorruptibles;
que las almas de los buenos sólo son trasladadas a otros
cuerpos; que las almas de los malos están sujetas a castigo
eterno". Guerras, Libro 2, Capítulo 8. De otra secta
judía, los Esenios, dice así: "Enseñan la inmortalidad del
alma". Antigüedades, Libro 18, Capítulo 1. Además: "Su
doctrina es que los cuerpos son corruptibles y que la materia de
la cual están hechos no es permanente; que las almas son
inmortales y continúan para siempre; y que ellas salen del aire
más sutil, y están unidas a sus cuerpos como a prisiones, hacia
las cuales son atraídas por un cierto atractivo natural. Pero
que, cuando son liberadas de las ataduras de la carne, son
liberadas de una larga esclavitud, y se regocijan, y vuelan
hacia lo alto". Guerras, Libro 2, Cap. 8. De los
saduceos dice: "Pero la doctrina de los saduceos es que las
almas mueren con los cuerpos". Antigüedades, Libro 18,
Cap. 1. Nuevamente: "También desestiman la creencia en la
duración inmortal del alma y los castigos y recompensas en el
Hades". Guerras, Libro 2, Cap. 8.
Josefo dice mucho más sobre el mismo tema,
de manera que no puede haber duda en cuanto a la creencia de los
judíos en ese tiempo, pues él era uno de ellos y conocía bien
sus doctrinas. Dice que ellos creían en la inmortalidad del
alma, el estado consciente de los muertos, y el castigo eterno.
Los esfuerzos de los aniquilacionistas para negar esto son
insinceros y fútiles.
La fe de la iglesia primitiva
La iglesia cristiana primitiva sostenía la
misma doctrina. Los mártires son representados a la muerte como
yendo inmediatamente al cielo. "Se apresuraban a ir hacia
Cristo", dice Eusebio, Hist. Ecle., Libro 5, Cap. 1.
Dice que, en la muerte, otro "recibió la corona de la
inmortalidad". El mismo capítulo. Nuevamente: "En paz partieron
hacia Dios". Libro 5, Cap. 2. De uno que murió al mismo tiempo
que otro, dice que fue "para unirse al primero y llevarlo como
compañero en el camino al cielo". Libro de los Mártires,
Cap. 11. De los mártires que habían muerto, dice: "Siendo
trasladados a los mismos cielos y al paraíso de los placeres
celestiales". Libro 10, Cap. 1.
Escribiendo acerca de la última parte del
siglo segundo, dice Eusebio: "Pero más o menos por ese tiempo
también, surgieron otros hombres en Arabia como propagadores de
falsas opiniones. Éstos afirmaban que el alma humana, mientras
existiera el actual estado del mundo, perecía a la muerte y
moría con el cuerpo, pero que se levantaría nuevamente con el
cuerpo en el momento de la resurrección". Libro 6, Cap. 37. Se
verá que estos herejes sostenían la misma doctrina que los
Adventistas. En aquellos primeros días, fueron
clasificados como "propagadores de falsas opiniones", lo
mismo que ahora.
Sólo una planta enferma
Ocasionalmente, aquí y allá, a lo largo de
la historia de la iglesia, se han levantado hombres que
defendían el sueño del alma y la aniquilación de los impíos.
Pero la doctrina no ha encontrado favor, sólo ha sido aceptada
por unos pocos, ha tenido una existencia enfermiza, y pronto ha
desaparecido.
Mi larga relación con ella me convenció de
que no produce los frutos que los Adventistas reclaman para
ella. Dicen que la creencia en esta doctrina me salvará de la
infidelidad, del Espiritualismo, el Universalismo, etc. Encontré
que estaba muy lejos de eso. Una proporción mayor de Adventistas
que de ninguna otra iglesia que yo conozco se han convertido en
infieles, o se han ido al Espiritualismo y al Universalismo. El
número ha sido terriblemente grande, y está aumentando. Donde
han convertido sólo a un infiel, ha convertido a varios. A
menudo, he notado que los infieles y los opositores de la
iglesia se alegraban mucho de nuestro ataque contra la fe
ortodoxa, y que se han ido fortalecidos en su incredulidad y en
su odio hacia la iglesia. Esto creó dudas en mi mente en cuanto
a la utilidad de enseñar esa doctrina. También noté que hombres
como Wesley, Whitefield, Edwards, Spurgeon, Moody, y otros que
han predicado sin transigir el castigo eterno, han tenido mucho
éxito ganando almas y convirtiendo escépticos para Dios.
También vi que esta doctrina en manos de
los Adventistas conducía a la disensión, a las contiendas, a las
disputas, a los argumentos, a la pérdida de la piedad y la
devoción. Pero, como se ha dicho antes, los hechos refutan esto,
pues una proporción mayor de Adventistas que de las iglesias
evangélicas aceptan este error. Estas iglesias sostienen con
fuerza otras doctrinas que les prohiben por completo abrazar el
Espiritualismo. Además, la Biblia prohibe invocar a los muertos
y dice claramente que éstos no saben nada de las cosas de la
tierra. Véase Deut. 18:9-12; Job 14:21; Ecle. 9:5, 6; Lucas
16:19-31. Por esta razón, después de esfuerzos por cuarenta
años, el Espiritualismo no ha impresionado más a la iglesia que
otros errores, ni hay ninguna esperanza de que lo haga en el
futuro.
La principal fortaleza de la
doctrina
Lo que tiene más peso con los creyentes en
el sueño de los muertos y la aniquilación es el argumento
racional. Muchos textos de la Escritura están decididamente
contra ellos y lo sienten; pero éstos deben ser justificados
porque la doctrina ortodoxa no es razonable. Hasta donde podemos
ver, no queda nada vivo del hombre que muere. Por eso, los
Adventistas afirman que la muerte pone fin a todo. Pero no
ocurre necesariamente así. Los agentes más poderosas del
universo son invisibles. Dios mismo es "invisible". 1 Tim. 1:
17. Los Adventistas creen que los ángeles y los demonios están
constantemente alrededor de nosotros, pero nunca los vemos. El
aire nos envuelve por todos lados, pero nunca lo vemos. Hasta el
agua, convertida en vapor, es invisible. Consideremos el calor,
la electricidad, y la gravedad, los agentes más poderosos que
conocemos. Todos son invisibles. ¿Quién ha visto la gravedad? La
vemos arrancar la manzana del árbol, hacer que el roble gigante
se estrelle contra el suelo, y sostener el enorme planeta Tierra
en su lugar alrededor del sol; pero la cosa misma nunca la
vemos. ¿Qué es la luz? Nadie lo sabe.
Después de siglos de estudios, los
científicos más profundos son incapaces de decir qué es la vida,
aún en su forma más baja, en la planta más simple. Sabemos que
existe; vemos sus efectos; y vemos cuando parte; pero nadie
puede decir qué es, de dónde vino, y a dónde se ha ido. Delante
de estos problemas insolutos, las mentes más grandes permanecen
mudas y reverentemente reconocen la inescrutable sabiduría de
Dios.
Pero de todos los profundos misterios de la
creación, el mayor es el del alma humana, la parte pensante del
hombre. ¿Qué es el pensamiento? No puede verse, ni oírse, ni
pesarse, ni medirse. No podemos decir que es de esta altura, o
de esta anchura, o de esta longitud, o que es redondo, o
cuadrado. ¿Cómo, entonces, podemos afirmar que la mente o el
espíritu no pueden existir separados de la carne y los huesos,
simplemente porque no podemos verlos irse? Tal razonamiento es
sólo adivinanza. Como hemos visto, ésto negaría la existencia de
Dios, los ángeles, los demonios, y las más poderosas fuerzas en
la naturaleza, como el calor, la electricidad, la gravedad, el
principio de la vida, etc. Sólo Dios puede informarnos acerca
del alma y su naturaleza. Por eso, es una cuestión que sólo
puede dilucidarse por medio de la Biblia. El gran argumento en
favor de la aniquilación es que es irrazonable que Dios permita
que el pecado y los pecadores existan siempre como una mancha en
su creación. Pero el mismo argumento probaría que un Dios
Todopoderoso de pureza y amor jamás habría permitido que el
pecado entrara en su hermosa creación; o, si lo permitía,
inmediatamente lo habría aniquilado. Pero los obstinados hechos
refutan este razonamiento. El pecado y los pecadores están aquí.
Han estado aquí desde el comienzo del mundo, siglo tras siglo.
Dios no borró el pecado ni los pecadores tan pronto aparecieron,
ni ha manifestado una prisa especial para ponerles fin. Él
permite que millones de pecadores sigan viviendo, no sólo sin
ningún provecho por lo que concierne a su propia salvación, ni
como una advertencia para otros, sino que, hasta donde podemos
ver, su ejemplo endurece a otros en el pecado e introduce a
millones más en el mundo, tan viles como ellos mismos. Hasta a
los ángeles caídos, que no están sujetos a prueba, y cuyas vidas
no pueden producirles a ellos mismos ningún bien, sino que viven
sólo para alejar a otros de Dios, les ha permitido continuar
viviendo por miles de años.
¿Quién puede afirmar que lo que Dios ha
permitido por miles de años, desde el comienzo de la creación,
hasta donde sabemos, no lo puede permitir en los siglos
venideros, y para siempre? Podemos decir que esto no estaría de
acuerdo con nuestras ideas de sabiduría y de lo que es correcto.
Bien, ¿ha estado el pasado de acuerdo con nuestras ideas? ¿Es el
presente como quisiéramos que fuera? No; luego esto destruye ese
argumento. Hasta que tengamos infinita sabiduría, sería mejor
que tuviéramos cuidado de no juzgar los caminos de Dios. Si
pudiéramos reunir y ver en un solo lugar todos los pecados, todo
el dolor, el sufrimiento, la aflicción y la angustia, las
lágrimas, y la desgracia en nuestro planeta todos los días,
sería tan horrible como el mismo infierno. Y sin embargo, Dios
lo ve todo y permite que continúe ocurriendo. Si supiéramos que
es un hecho, declararíamos esto como irreconciliable con los
atributos de Dios. Nosotros simple y devotamente aceptamos lo
que no podemos explicar. El castigo eterno no presenta ningún
problema más difícil, y por eso puede ser correcto, a pesar de
todos nuestros finitos razonamientos.
Los Adventistas se deleitan en representar
el infierno con todos los horrores del fuego literal, el
achicharramiento, la tortura, etc., y luego hacen ver que esto
es precisamente lo que enseñan las iglesias ortodoxas. Pero
nadie cree ni enseña estas cosas. Las cosas materiales de la
tierra son usadas para representar las cosas espirituales del
otro mundo. De aquí que sea fuego en un lugar, completa
oscuridad en otro, gusanos en otro más, destierro en otro, ser
cortado en dos o en pedazos en otro, etc. No afirmamos saber
exactamente lo que será, sólo que será un terrible estado de
castigo eterno.
Afirmaciones de las
Escrituras
La Biblia enseña que hay un espíritu
inteligente en el hombre, el cual existe en un estado consciente
después de la muerte del cuerpo. ¿Qué es un espíritu? Jesús
dijo: "Dios es espíritu". Juan 4:24; y "Un espíritu no tiene
carne ni huesos". Lucas 24:39. Aquí, entonces, tenemos un
espíritu inteligente, consciente, inmortal, que no tiene ni
carne ni huesos. Pablo dice que Dios es "el Padre de los
espíritus", Heb. 12:9, en contraste con "los padres terrenales".
Si Dios es el Padre de los espíritus, entonces, necesariamente,
éstos deben participar de su naturaleza. Por eso, Jesús dice:
"Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es". Juan 3:6. Nótese el marcado contaste
entre la carne y el espíritu . Son de diferentes naturalezas.
Isaías dice: "Los egipcios son hombres, no Dios; y sus caballos
carne, no espíritu". Así como Dios es superior al hombre, el
espíritu es superior a la carne. Dios es el Padre de nuestros
espíritus, pero ciertamente no de nuestra carne. Por eso Pablo
dice: "Somos linaje de Dios". Hechos 17:29. Nuestros espíritus,
entonces, son de una fuente diferente, y de naturaleza superior,
que nuestros cuerpos. Así también, el Espíritu Santo, la tercera
persona de la Trinidad, es un espíritu inteligente, inmortal,
sin carne ni huesos. Se apareció en el bautismo de Jesús, Mat.
3:16, durante el Pentecostés, Hechos 2:2-4; nos enseña y nos
guía, Juan 14:26; 16:10. Aquí, entonces, tenemos otro espíritu
inmortal.
Los ángeles son entes conscientes,
inteligentes, y sin embargo, son espíritus. "El que hace a sus
ángeles espíritus". Heb. 1:7. Así, los demonios son espíritus, y
sin embargo, son entidades inteligentes, y no mueren. Véase
Marcos 5: 1-13. En este pasaje, un hombre con un espíritu
inmundo se encontró con Jesús y el espíritu lo reconoció. Habló
con Jesús, y dijo que había muchos de ellos en aquel hombre.
Jesús les ordenó salir del hombre, y les permitió entrar en los
cerdos. Esto muestra que ellos pueden existir en un cuerpo o
fuera de él y todavía seguir vivos e inteligentes en ambos
casos. Esto muestra que los espíritus son entidades
inteligentes, no meramente aire, o aliento, o una influencia,
como los Adventistas tratan de probar. Así dice en 1 Reyes
22:21, 22: "Y salió un espíritu, y se puso delante de Jehová, y
dijo: Yo le induciré", a Acab. El Señor le dijo que fuera.
Hemos visto por los escritos de Josefo que
los fariseos creían en la inmortalidad del alma, y que el
espíritu vive después de la muerte del cuerpo. Sobre esta
cuestión, Pablo declaró que él era fariseo. "Entonces Pablo,
notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó
la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de
fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los
muertos se me juzga. Cuando dijo esto, se produjo disensión
entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.
Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni
espíritu, pero los fariseos afirman estas cosas". Hechos 23:6-8.
Los fariseos creían en la resurrección, en ángeles, y en
espíritus, y Pablo también. Los Adventistas creen en los dos
primeros, y niegan lo tercero. Pablo enumera varias cosas en el
cielo como "el Monte de Sión", "la Jerusalén celestial", los
"ángeles", "Dios el juez", "Jesús", y, finalmente, "los
espíritus de los justos". Heb. 12: 22-24. Todos estos textos, y
muchos otros como ellos, prueban que un espíritu es un ser
inteligente, sin carne ni huesos, que vive y actúa lo mismo que
los hombres en el cuerpo.
Es fácil mostrar que el hombre tiene un
espíritu como éstos. Por ejemplo: "Hay espíritu en el hombre".
"Me apremia el espíritu dentro de mí". Job 32:8, 18. "Jehová
forma el espíritu del hombre dentro de él". Zac. 12:1. Del
espíritu se dice que es una entidad separada, distinta del
cuerpo. Este espíritu no depende del cuerpo para vivir, sino más
bien el cuerpo depende del espíritu. "El cuerpo sin espíritu
está muerto". Sant. 2:26. En todas partes, el espíritu es
reconocido como superior al cuerpo. Este espíritu en el hombre
sabe y piensa. "¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre,
sino el espíritu del hombre que está en él?" 1 Cor. 2:11.
Entonces, el espíritu en el hombre piensa, razona, sabe.
Nuevamente: "El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la
carne es débil". Mat. 26:41. Así que es el espíritu el que tiene
voluntad. "Mi espíritu inquiría". Sal. 77:6. entonces, el
espíritu es la parte pensante en el hombre. El espíritu no muere
con el cuerpo. Ni una sola vez se dice ni se insinúa en la
Biblia que el espíritu muere jamás, mientras que se afirma
claramente que no desciende al polvo con el cuerpo. "Y el polvo
vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo
dio". Ecle. 12:7. Esto es bastante claro. Otra vez: "¿Quién sabe
que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que
el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?" Ecle. 3:21.
El espíritu del hombre, entonces, sube a Dios. El cuerpo puede
ser destruído sin destruir el espíritu. "Para destrucción de la
carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor".
1 Cor. 5:5. David dice: "Es pronto cortado, y nos alejamos". Sí,
nos alejamos.
El caso del ladrón en la cruz jamás podrá
armonizarse correctamente con el sueño del alma a la muerte. "Y
le dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso". Lucas 23: 42, 43. Se ha hecho toda clase
de esfuerzos para soslayar el claro sentido de este texto. Pero
son inútiles. Jesús dijo claramente. "Hoy estarás conmigo en el
paraíso". Si Jesús fue al paraíso ese día, entonces todos los
cristianos van allí cuando mueren. Su cuerpo no fue al paraíso,
pues fue sepultado. Pero su espíritu sí vivió y fue allí.
Inmediatamente después de esto, Jesús dijo: "Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu", versículo 46. Su espíritu fue con el
del ladrón al paraíso ese día. De la misma manera, Esteban,
moribundo, dijo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Hechos 7:59.
Esta doctrina de la supervivencia del espíritu aparece a lo
largo de toda la Biblia.
La Biblia representa al cuerpo como el
tabernáculo o el templo en el cual vive el hombre. Jesús dijo:
"Destruíd este templo, y en tres días lo levantaré". "Mas él
hablaba del templo de su cuerpo". Juan 2: 19, 21. Y Pedro dijo:
"En tanto que estoy en este cuerpo". 2 Pedro 1: 13, 14. Pablo
enseña la misma doctrina: "Aunque este nuestro hombre exterior
se va desgastando, el interior no obstante se renueva día a
día". 2 Cor. 4:16. Hay, entonces, un hombre interior y un hombre
exterior. El hombre interior es el hombre sustancial, el que no
perece. Pablo continúa: "Porque sabemos que si nuestra morada
terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un
edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los
cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de
aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados
vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este
tabernáculo gemimos con angustia. *** Así que vivimos confiados
siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo,
estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por
vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del
cuerpo, y presentes al Señor". 2 Cor. 5: 1-8. Véase cuán clara
es la afirmación de Pablo: "Nuestra morada terrestre",
"tabernáculo", "en el cuerpo", "ausente del cuerpo", etc. Los
Adventistas nunca hablan así. Presentes en el cuerpo, ausentes
del Señor; pero ausentes del cuerpo, presentes en el Señor. Sólo
violentando las Escrituras es posible hacer armonizar este texto
con la idea del sueño del alma.
Nuevamente oigamos a Pablo: "Conozco a un
hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo
sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado
hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo,
o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado
al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al
hombre expresar". 2 Cor. 12: 2-4. Entonces, Pablo creía que un
hombre puede estar fuera de su cuerpo e ir al cielo y oír
palabras allí. Los Adventistas rechazan estas ideas.
El siguiente texto es tan claro sobre el
tema del estado consciente de los muertos, que los Adventistas
se han sentido grandemente perplejos. Han intentado varias
explicaciones, todas contradictorias, y ninguna satisfactoria
para ellos mismos. Yo he estado allí y lo sé. Pablo dice: "Para
mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir
en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé
entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en
estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual
es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por
causa de vosotros". Fil. 1: 21-24. "El morir es ganancia",
"deseo de partir y estar con Cristo", "vivir en la carne",
"quedar en la carne" - ésta era la fe de Pablo. Estaba en
estrecho, teniendo que escoger entre quedar en la carne y
predicar a Cristo y ayudar a sus hermanos o partir para estar
con Cristo. ¡Cuán contrario es esto a las ideas Adventistas!
Véase la misma doctrina enseñada bien
definidamente en el caso del rico y Lázaro, Lucas 16: 19-31:
"Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles
al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y
en el Hades alzó sus ojos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro
en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: 'Padre Abraham, ten
misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de
su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado
por esta llama'. Pero Abraham le dijo: 'Acuérdate que recibiste
tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste
es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una
gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que
los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de
allá pasar acá.' Entonces le dijo: 'Te ruego, pues, Padre, que
le envíes a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para
que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este
lugar de tormento'. Y Abraham le dijo: 'A Moisés y a los
profetas tienen; óiganlos'. Él entonces dijo: 'No, padre
Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se
arrepentirán"'. Lucas 16:19-31.
1) Esta es la enseñanza de Cristo mismo. 2)
Como hemos visto, era lo que los fariseos enseñaban con relación
a los muertos. 3) Jesús acepta y confirma la doctrina de los
fariseos. 4) Estos sucesos ocurrían entre la muerte y la
resurrección, mientras los hermanos del rico estaban todavía
vivos en la tierra. 5) Por eso, inmediatamente después de la
muerte y antes de la resurrección, el rico está en el infierno y
Lázaro es recompensado. 6) Ambos están conscientes. 7) Abraham
está vivo allí. 8) Ambos piensan y hablan. Así que los muertos
ciertamente saben algo. Si no tuviéramos ningún otro texto, éste
sólo bastaría para refutar la idea del sueño de los muertos.
Nuevamente, Jesús dice que Dios es "el Dios de Abraham, y el
Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Dios no es Dios de muertos,
sino de vivos". Mat. 22:32. Entonces, esos patriarcas están
vivos, y no fueron borrados de la existencia cuando murieron.
Una vez más: "No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma
no pueden matar". Mat. 10:28. Si el cuerpo es todo lo que hay
del hombre, si el alma es simplemente la vida del cuerpo,
entonces los hombres pueden matar el alma. Pero Jesús dice que
ellos no pueden matar el alma. Entonces, el alma no muere con el
cuerpo. ¡Cuán directamente contradicen estos textos la fe
Adventista! Y sin embargo, ellos afirman que se ciñen a la
Biblia. Así, encontramos a Moisés en el monte con Jesús, aunque
había muerto y sido sepultado mil quinientos años antes. Deut.
32. "Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él".
Mat. 17:3. Pero, ¿para qué citar más? Estos textos son
decisivos.
Muchos de los textos citados para probar el
sueño del alma se refieren sólo al cuerpo. Por ejemplo: Gén.
3:19: "Polvo eres, y al polvo volverás". Gén. 3:19. Esto no
puede referirse al espíritu, que no tiene ni carne ni huesos,
Lucas 24:39, sino que regresa a Dios a la muerte, Ecle. 12:7.
Léanse los textos de prueba de ellos. "Y durmió David con sus
padres, y fue sepultado en su ciudad". 1 Reyes 2:10. ¿Fue
enterrado el espíritu de David? "Así el hombre yace y no vuelve
a levantarse. *** ¡Oh, quién me diera que me escondieses en el
Seol". Job. 14: 12, 13. ¿Yació en la tumba el espíritu? ¿Fue
ocultado en el polvo? Difícilmente. "Si yo espero, el Seol es mi
casa". Job 17:13. ¿Baja el espíritu a la tumba? "En el sepulcro,
adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría".
Ecle. 9:10. "Muchos de los que duermen en el polvo de la
tierra". Daniel 12:2. "Lázaro duerme", "Lázaro está muerto",
"Hiede ya". Juan 11: 11, 14, 39. ¿Podría decirse esto del
espíritu? ¿Se descompuso el espíritu de Lázaro? Seguramente que
no. Tomemos el texto favorito de los Adventistas, Hechos 2:34.
"David no subió a los cielos". El contexto muestra claramente
que esto se dice de su cuerpo. "Murió y fue sepultado, y su
sepulcro está con nosotros hasta hoy". "Habló de la resurrección
de Cristo". Versículos 29, 31. Así también en 1 Cor. 15, las
varias expresiones sobre el estar dormido se explican por el
tema en discusión - la resurrección del cuerpo. 1 Tesa. 4:13-16
se explica de la misma manera. Pablo se refiere a la
resurrección. La clase entera de textos se refiere solamente a
los cuerpos que bajan a la tumba a la muerte. Como el espíritu
no va allí, estos textos no se refieren a él, y por ende no
prueban nada en relación con él. Un simple texto los explica a
todos: "Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos
que habían dormido se levantaron". Mat. 27:52. Sí, tumbas,
cuerpos, durmieron - eso es todo lo que hay. Los Adventistas
pueden ir a nuestros himnarios ortodoxos y elegir expresiones
sobre que nuestros amigos están dormidos y en sus tumbas y así
probar que todos creemos en el sueño del alma. Pero sería falso,
pues sabemos que se refiere sólo al cuerpo.
Así también, su principal texto, Ecle. 9:
5-10, "Los muertos nada saben", queda limitado por el contexto a
"todo lo que se hace debajo del sol", versículo 6. Compárese
esto con otros textos donde se usa la misma expresión. "Y fueron
con Absalón doscientos hombres *** iban en su sencillez, sin
saber nada". 2 Sam. 15:11. Otro: "Pero ninguna cosa entendió el
muchacho; solamente Jonatán y David entendían de lo que se
trataba". 1 Sam. 20:39. De un maestro engreído, dice Pablo:
"Está envanecido, nada sabe". 1 Tim. 6:4. ¿Estaban todos ellos
absolutamente privados de pensamiento o conciencia? No. Esto
significa simplemente que ellos no sabían nada de las cosas
mencionadas. Así sucede con Ecle. 9:5. El contexto lo explica.
"Nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol".
Versículo 6.
Salmos 146: 3, 4. "No confiéis en los
príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.
Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día
perecen sus pensamientos". Sus pensamientos, sus propósitos. La
palabra griega para pensamientos es DIALOGISMOI. Greenfield la
define como "razonamiento, raciocinio, pensamiento, reflexión,
propósito". Si confiamos en príncipes terrenales, cuando ellos
mueren sus propósitos perecen y quedamos indefensos. Así que
este texto se explica fácilmente, lo mismo que los pocos
restantes que se usan para enseñar el sueño de los muertos.
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Índice|Quién era
|Posición|Prefacio|Introducción|
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|
2 | 3
| 4
| 5
| 6
| 7
| 8
| 9
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10 |
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13 |
14 |
15
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