EL ESCÁNDALO DE
JOSHUA BEN ADAM


PARTE 8

Robert D. Brinsmead, VERDICT, Noviembre de 1998

Traducido de Worldview 21



NO VIVIR SEGÚN EL LIBRO


CAPÍTULO 1: BEN ADAM Y LA ESCRITURA

El judaísmo rabínico y el protestantismo clásico tenían esto en común: Ambos tenían en alta estima sus escritos sagrados, y ambos aspiraban a ser una religión del libro.

¡No ocurrió así con Joshua ben Adam y el cristianismo del siglo primero!

Joshua ben Adam estaba ciertamente lo bastante versado en las Escrituras como para enfrentarse, en su propio terreno, con los rabinos que citaban la Biblia. En estos casos, Joshua usaba la Escritura con gran creatividad y originalidad, especialmente para demostrar que el espíritu de la Escritura debía tener prioridad por encima de los requisitos legales del texto escrito. Por ejemplo, la misericordia debía tener prioridad por encima de los requisitos sacrificiales, las necesidades humanas debían ser atendidas antes que los reglamentos sabáticos, y el amor al prójimo debía ser visto como la totalidad del propósito de la ley y los profetas. En ciertos casos, Joshua no vacilaba en decir que algunas leyes o acciones de las antiguas escrituras ya no eran apropiadas -- como la justicia de "ojo por ojo y diente por diente", o actos de destruir las vidas de las personas.

Había cuatro aspectos del ministerio público de Joshua sobre los cuales discrepaba completamente con la religión del libro del judaísmo:

1. Como sabio y relator de historias, Joshua no fijaba su punto de partida usando un texto de la Escritura. En sus dichos y parábolas esenciales, la Escritura brillaba por su ausencia.

2. La provincia donde pasó la mayor parte de su vida pública y de la cual recibió la mayor parte de su apoyo era Galilea. Esta región era notable por su actitud más caballeresca y tolerante hacia las tradiciones religiosas del judaísmo. Por ejemplo, se decía que la muchedumbre que seguía a Joshua estaba bajo maldición porque era ignorante de la Torá o Sagrada Escritura. (Véase Juan 7:49). No hay ninguna evidencia de que Joshua asumió el papel de instructor bíblico para remediar la deficiencia bíblica de ellos. Es significativo que las únicas personas que él reprendía por su ignorancia y el uso erróneo de las Escrituras era la élite ortodoxa.

3. Joshua no escribió nada, ni dio instrucciones a los discípulos para que escribieran lo que él decía o hacía. La creación del Nuevo Testamento no era ninguna parte de la visión de Joshua ben Adam, así que, por consiguiente, no nos ha quedado ni un solo testigo de su historia. Este hombre sentía una profunda antipatía hacia una religión del Libro.

4. A Joshua se le preguntaba constantemente, como en un desafío: "¿Por autoridad de quién dices esto o haces aquéllo?" Él nunca respondía apelando a la autoridad de la Biblia. No declaraba haber tenido una visión ni ninguna otra clase de revelación especial, como ha explicado de modo brillante Albert Nolan. Pero, ¿invocaba Jesús alguna autoridad, de cualquier clase, siquiera implícitamente? ¿No se estaría más cerca de la verdad si se dijera que lo que hace a Jesús inmensurablemente más grande que cualquier otro hombre es precisamente el hecho de que hablaba y actuaba sin autoridad y que consideraba "el ejercicio de la autoridad" una característica pagana? (Mar. 10:42, Parr).

No puedo hallar ninguna evidencia de que Jesús esperara nunca que sus oyentes dependieran de ninguna autoridad en absoluto - ya fuese la suya o la de los demás. A diferencia de los escribas, nunca apelaba a la autoridad de las tradiciones rabínicas, ni siquiera a la autoridad de la Escritura misma. No expone la verdad interpretando o comentando el texto sagrado. Su percepción y enseñanza de la verdad es directa y sin intermediarios. Ni siquiera reclama la autoridad de un profeta, la autoridad que viene directamente de Dios. A diferencia de los profetas, no apela a un llamado profético especial ni a una visión para autenticar sus palabras. Nunca usa la clásica introducción profética: 'Dice Dios ...'. Y rehusa producir cualquier clase de señal del cielo para probar que puede hablar en nombre de Dios. Al final, cuando se enfrenta directamente a la pregunta de qué autoridad podría tener, rehusa responder a la pregunta (Mar. 11:33, Parr). Se esperaba que la gente viera la verdad de lo que él hacía y decía, sin depender de ninguna autoridad en absoluto. En su brillante estudio sobre Jesús, Linneman concluye que "lo único que podía dar peso a las palabras de Jesús eran sus palabras mismas".

Jesús era único entre los hombres de su tiempo por su capacidad para superar todas las formas de pensamiento autoritario. La única autoridad a la que se podría decir que Jesús apelaba era la autoridad de la verdad misma. No hacía de la autoridad su verdad, sino que hacía de la verdad su autoridad. En la medida en que la autoridad de Dios puede considerarse como la autoridad de la verdad, podría decirse que Jesús apelaba, y poseía, la autoridad de Dios. Pero, cuando hablamos de la autoridad de la verdad (y por lo tanto, la autoridad de Dios), nuevamente estamos usando la palabra "autoridad" como metáfora. Jesús no esperaba que otros le obedecieran a él; esperaba que 'obedecieran' la verdad, que vivieran de acuerdo con la verdad. Nuevamente, sería mejor hablar aquí de poder, no de autoridad. El poder de las palabras de Jesús era el poder de la verdad misma. Jesús causó un impacto duradero en la gente porque, al evitar toda idea de autoridad, liberaba el poder de la verdad misma - que es el poder de Dios y ciertamente el poder de la fe. (Jesus Before Christianity, pp. 121-124).

CAPÍTULO 2 - PABLO Y LA ESCRITURA

Pablo usa tres palabras griegas que están relacionadas con las Escrituras judías - las únicas escrituras que existían en ese tiempo tanto para judíos como para cristianos.

La primera palabra es nomos, que ha sido traducida como ley. Esto quería decir la Torá judía. En su sentido más estrecho, la Torá significaba los cinco libros de Moisés. Pero, en el sentido más amplio, significaba el cuerpo entero de la Escritura judía. Véase Juan 15:24 y Gálatas 3:21-23; 4:21-30 para ver ejemplos de cómo ley y escritura se usan indistintamente).

La segunda palabra que Pablo usa es gramma, traducida generalmente como código escrito. Una traducción más exacta sería texto escrito. En Romanos 7, Pablo usa nomos y gramma (ley y texto escrito) con el mismo significado. Es decir, vivir según el texto escrito es vivir bajo la ley.

La tercera palabra es graphe. Significa escrito o escritura. En un lugar del Nuevo Testamento, gramma se traduce como escritura, y en muchos otros lugares, la forma verbal de gramma se refiere a lo que está escrito en la sagrada escritura.

El punto es que todas las tres palabras - ley, texto escrito, y escritura - están estrechamente relacionadas y a veces se usan indistintamente. Esto puede parecer un punto muy sencillo, y hasta obvio, pero en la tradición cristiana entera, las radicales implicaciones de este punto han sido completamente ignoradas. Especialmente la tradición protestante, con su gran veneración de la Biblia como regla de vida, se ha vuelto completamente contraria a Pablo.

Cuando Pablo declara que los creyentes en el evangelio de Cristo no están obligados a vivir según la ley o el texto escrito de la Torá judía, quiere decir que los creyentes no están obligados a vivir según las Escrituras como regla de vida. Pablo ciertamente podría apelar a la escritura como testigo de Cristo y como algo que ha sido cumplido por Cristo. Podría llamarlo sagrada escritura, así como pudo declarar que la ley era "santa, justa y buena". La ley o la Escritura era un agente o tutor puesto a cargo hasta la venida de Cristo (Gálatas 3:21-25). Pero, ya sea que Pablo esté hablando en términos de la ley, el texto escrito, o la Escritura, afirma inflexiblemente que el cristiano no vive según estas cosas como regla de vida.

Por consiguiente, uno puede leer todas las cartas de Pablo a las jóvenes iglesias, y ni una sola vez verá que las reprende por descuidar el vivir según las Escrituras, ni exhortarlas a un estudio más diligente de ella. Enumera muchos de sus defectos - en una carta enumera como veintidós de ellos y en otra dieciocho - pero nunca se menciona ni se hace ni una sola sugerencia sobre el hecho de que no vivían según las instrucciones de las santas escrituras. La razón debería ser obvia. Pablo no creía en vivir según el texto escrito de un libro, sino según la fe en el Cristo viviente y la conducción del Espíritu. (Véase Gálatas 2:19-20; 3:21-25; 5:18).

¿Cómo pudo un judío devoto como Pablo, y fariseo además, llegar jamás a asumir la posición radical de que vivir en obediencia al texto escrito ya no era apropiado? ¿Cómo pudo atreverse a decir que vivir según la Torá o la santa Escritura era como si una mujer viviera bajo un esposo tirano (Romanos 7) o como si estuviera mantenida en servidumbre por un tutor o hasta por un carcelero? (Gálatas 3:21-24).

Preguntamos nuevamente: ¿Cómo pudo Pablo comenzar a relacionarse con la Biblia de manera tan diferente? ¿Qué lo hizo cambiar de idea? No es suficiente decir que el cambio fue causado por su nueva fe hallada después de Pascua porque sus oponentes en la iglesia de Jerusalén eran creyentes en la fe de Pascua también. Pasaremos por alto un importante punto aquí si corremos en pos de una respuesta superficial diciendo que este evangelio libre de la ley le fue enseñado por revelación, y que eso era todo.

Quiero sugerir que Pablo fue llevado a cambiar su punto de vista acerca de la Escritura de la misma manera en que otros cristianos han sido llevados a rastras, pateando y chillando, a cambiar sus puntos de vista sobre la Escritura. ¿Cómo se deshicieron los cristianos de su visión mundial de la tierra plana? ¡Ciertamente no fue leyendo más la Biblia! Lutero le reprochaba a Copérnico sus ideas llamándolo "ese gran tonto" por decir que la tierra giraba alrededor del sol. Lutero descartó despreciativamente al gran hombre con la autoridad de la Biblia, que dice que Josué ordenó al sol que permaneciera inmóvil no a la tierra. ¿Cómo fue que todos los cristianos llegaron a ponerse del lado de Copérnico y no del de Lutero en relación con el asunto de la nueva cosmología? Simplemente, ajustaron su interpretación de la Escritura para ponerla de acuerdo con la realidad histórica de los nuevos hechos.

O véase el asunto de la edad de la tierra. Durante el 90% de su historia, la iglesia ha creído en una tierra muy joven. Hasta la era de Darwin -- otro gran tonto, según lo estimaba la mayoría de los líderes de iglesia de su tiempo -- era ortodoxo creer en un mundo que tenía más o menos seis mil años de edad. Ahora la mayoría de los cristianos, en la era del telescopio de Hubble, ha estado de acuerdo con el concepto enormemente expandido de espacio y tiempo. Para concordar con la nueva visión mundial científica, los cristianos por lo general ya no interpretan literalmente el primer libro de la Biblia. Si es que toman en serio el relato de la creación, lo interpretan como poesía religiosa o liturgia. ¿Llegaron los cristianos a esta nueva posición estudiando la Biblia? ¡Usted debe estar bromeando! No, sino que fueron abrumados por la marcha de la historia, que les obligó a interpretar la Biblia de manera diferente.

Por casi dos mil años, la iglesia usó la Biblia para legitimar la intolerancia religiosa, la institución de la esclavitud, y la privación de toda clase de derechos humanos, especialmente los derechos de las mujeres. Todavía en la primera mitad de este siglo, los papas denunciaban el derecho a la libertad de conciencia individual como un pestilente error porque permitía que todos se fueran al infierno a su manera. Hace menos de doscientos años, los líderes religiosos todavía blandían la Biblia en alto en apoyo de la esclavitud. ¿No dicen hasta los Diez Mandamientos que se debe permitir que los esclavos tengan un reposo sabático? ¡No la emancipación, sino sólo un día de reposo! ¿No enseña Pablo que los esclavos deben obedecer a sus amos, y que los amos deben tratar bien a sus esclavos? En cuanto a las mujeres, el Nuevo Testamento parece ser bastante claro: "No permito que la mujer enseñe". "Las mujeres callen en las congregaciones, y si quieren preguntar algo, que pregunten en casa a sus maridos".

No quedan muchos dinosaurios que quieran vivir según la letra de la Santas Escrituras en relación con ninguno de estos puntos. ¿Qué hizo que los cristianos comenzaran a descubrir la tolerancia religiosa, la abolición de la institución de la esclavitud, o iguales derechos para la mujer en la Biblia? Obviamente, estas nuevas maneras de leer la Biblia fueron impuestas en la iglesia por la marcha de la historia. Simplemente, los antiguos puntos de vista se habían vuelto incompatibles con una conciencia humana más ilustrada, que nació del proceso histórico. El cambio no fue producido por nuevas revelaciones procedentes de la Biblia. Fue simplemente una cuestión de realidad histórica, que obligó a los cristianos a interpretar sus Biblias de un modo más compatible con una era de progreso científico y social.

Y así sucedió con Pablo también. Aun antes de convertirse en cristiano, el evangelio había estado haciendo significativas incursiones entre los gentiles. De acuerdo con Hechos 10, los creyentes gentiles recibieron el testimonio del Espíritu sin haberse convertido a la Torá judía. Estos nuevos eventos históricos le demostraban a Pablo que Dios no hacía distinción entre las personas basándose en si guardaban la ley o no. Así que ajustó su interpretación de la Escritura para que reflejase la realidad histórica. Algunos hermanos de Jerusalén tardaron en captar esta nueva dirección de la historia, y algunos de ellos nunca aceptaron que el evangelio libre de la ley fuera a los gentiles.

Además de hallar en el Antiguo Testamento algunas cosas que podrían legitimar la nueva situación - como la historia de que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia antes de ser circuncidado - Pablo halló cosas en su propia tradición rabínica para legitimar la nueva situación. Para comenzar, la mejor tradición rabínica decía que a los gentiles no se les requería que se convirtiesen en judíos y guardaran la ley para tener parte en la vida del mundo venidero. Esta tradición decía que, si ellos vivían según la revelación general dada en los mandamientos de Noé, Dios les aceptaría.

Además, había una enseñanza rabínica que decía que los que morían ya no estaban bajo la ley. Así, pues, Pablo argumenta en Romanos 7 que los creyentes han sido unidos místicamente con la muerte de Cristo y, por lo tanto, ya no están bajo la ley. Y finalmente, había una tradición entre algunos rabinos que decía que la ley quedaría sin efecto en la nueva era del Mesías. Así, pues, Pablo podía razonar que la ley estaba en su lugar sólo hasta la venida del Mesías, y que, ahora que éste había venido, "ya no estamos bajo la supervisión de la ley". (Véase Gálatas 3:19-25).

Pero el impacto de los nuevos acontecimientos históricos en el mundo no puede explicar plenamente la pasión de Pablo por el evangelio libre de la ley, ni la vehemencia con la cual lo defiende. Para apreciar esto, tenemos que examinar la historia personal del propio Pablo. Esto es lo que había detrás de su gran antipatía hacia la vida bajo la autoridad del texto escrito de la Torá. Como Pablo lo presenta, su misma devoción y su mismo celo por la ley le convirtieron en perseguidor de personas inocentes. Según describe la situación en Romanos 7, la ley tenía un dominio tan completo sobre él que no lograba ver que algo fuera pecado a menos que pudiera leerlo en el texto escrito, y no lograba ver que nada fuera bueno, a menos que también se lo dijera el libro. Lo bueno que aspiraba a hacer en lo más profundo de su alma no lo hacía, y lo malo que aborrecía hacer lo hacía a pesar de sí mismo. Como todo judío piadoso, aspiraba a que la ley le cubriera como con una túnica de honor, pero en su lugar, se veía obligado a lamentar que la ley se aferrara a él como un cadáver miserable y apestoso.

Pablo no argumentaba que la ley fuera estúpida, sino que le había engañado y había hecho de él un tonto religioso que iba por allí destrozándolo todo y dañando a personas inocentes. Pablo no descubrió lo que era lo malo mediante una atención aun más escrupulosa al libro de las leyes, sino al confrontar una sociedad superior y una nueva clase de humanidad que hasta podía perdonar y aceptarle a pesar de sus crímenes contra el resucitado y su pueblo.

Los peores crímenes no son cometidos por los que dicen: "Una fuerza maligna me hizo hacerlo", sino por los que, como Pablo el perseguidor, dicen: "Dios me hizo hacerlo", "la Biblia me hizo hacerlo", "la ley me hizo hacerlo", "yo sólo obedecía órdenes de arriba". Eso fue lo que dijeron los hombres de Nuremberg antes de ser ahorcados. ¿Y qué dijo Juan Calvino cuando quemó a Servetus en la hoguera por negar la Trinidad? "La Biblia me hizo hacerlo". ¿Cuál fue la excusa de Lutero por su vergonzosa conducta hacia Zwinglio acerca de la Santa Cena? "La Biblia me hizo hacerlo". ¿Qué razón ofreció aquel padre Testigo de Jehová para dejar morir a su hija por falta de una transfusión de sangre? "La Biblia me hizo hacerlo". Las páginas de la historia están manchadas con las inhumanidades, las persecuciones, las injusticias y simplemente las estupideces de los cristianos que trataban de vivir de acuerdo con la Biblia.

La clásica doctrina protestante del "segundo uso de la ley" (que la función de la ley es señalar el pecado) es una completa falacia. Está basada en una interpretación de Romanos 7 y Gálatas 3:24 que  no tiene nada que ver con el verdadero contexto histórico. En cuanto a la clásica doctrina del llamado "tercer uso de la ley" (que la ley es regla de vida), eso es lo que los que se oponían a Pablo enseñaban entre sus conversos de Galacia. Malditos seáis, judaizantes, escribió con letras de fuego. Maldito vuestro vivir por las reglas de la Torá. Maldita vuestra observancia de los días santos. Maldita vuestra circuncisión. ¡Espero que les den mejor uso a sus afilados cuchillos y que se corten todo! Ésa era la esencia de su protesta.

Para resumir, Pablo se oponía con vehemencia a vivir bajo la ley. Se oponía a la ética de un texto escrito. No quería tener un obstáculo en forma de religión de un libro de reglas. Si no entendemos esto, no hemos llegado ni siquiera al vestíbulo de la casa en el pensamiento de Pablo. En cuanto a que los cristianos hagan una nueva ley de las cosas que Pablo escribió en una de sus cartas, eso tendría que ser la traición última hacia el hombre y el uso más horroroso de sus escritos. Sería como convertir la economía libertaria de Adam Smith en un libro de texto socialista en la academia de Karl Marx.

CAPÍTULO 3: EL CUARTO EVANGELIO Y LA ESCRITURA

El llamado Evangelio de Juan (autor desconocido o autores desconocidos) fue escrito más o menos al final del siglo primero d. C. Se reconoce generalmente como el documento más anti-judío del Nuevo Testamento. Refleja la completa separación que había ocurrido recientemente entre la sinagoga y la iglesia.

Hasta la desastrosa guerra con los romanos en el año 70 d. C., un conflicto que resultó en la destrucción del templo de Jerusalén, el ala judía de la iglesia había continuado participando en la vida y el culto judíos. Los nazarenos, como se les llamaba generalmente, vivían mayormente en términos amistosos con sus compatriotas judíos. Después de todo, los nazarenos eran sólo una de las muchas sectas judías que eran toleradas dentro del judaísmo.

Después de la destrucción del templo, esta actitud relativamente relajada hacia la divergencia de la ortodoxia comenzó a cambiar. Cuando la identidad nacional fue amenazada por la disolución del culto en el templo, la nación sintió que no podía darse el lujo de una división. También parecía que el judaísmo había perdido casi todo lo que lo mantenía unido y le daba un sentido de identidad, excepto su sagrada escritura. En este momento de crisis, el judaísmo rabínico, haciendo énfasis en una religión del libro, asumió la posición dominante.

Por otra parte, la iglesia enseñaba que el libro había hallado su verdadero significado y cumplimiento en Cristo. Para la iglesia, la Torá había asumido una posición muy subordinada con respecto a él. Esto causó una creciente tensión con el judaísmo rabínico. Después de un tiempo, alrededor del año 88 d. C., los cristianos judíos fueron expulsados de las sinagogas. Esa fue la situación que formó un telón de fondo para el cuarto evangelio.

El libro de Jubileos, escrito allá por el siglo segundo a. C., había declarado que la Torá era el agente por medio del cual Dios había creado el mundo. La Torá también decía ser la luz que alumbra a todo hombre que viene al mundo. Así también, muchas otras enseñanzas dentro del judaísmo comparaban la Torá o la escritura con el pan y el agua que habían sustentado milagrosamente a Israel en el desierto durante cuarenta años. La Torá era ensalzada con títulos como el buen pastor y la luz del mundo. Todo esto fue reenfatizado por el judaísmo rabínico en la época después del año 70 d. C.

El cuarto evangelio toma del judaísmo sus expresiones de alabanza para la Torá, y las aplica sistemáticamente, todas ellas, a Cristo. Él, no la Biblia, es el Verbo de Dios. Él, no la Torá, es el agente por medio del cual Dios creó el mundo. Él, no la Torá, es la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo. Él es el verdadero pan del cielo que da la vida eterna. Él, no el Libro, es la luz del mundo, el agua de vida eterna, el buen pastor y todo lo demás reclamado para la Torá.

El cuarto evangelio acusa al judaísmo rabínico de escudriñar las escrituras en la errónea creencia de que en ellas hallarían la vida eterna. (Véase Juan 5:39). Según este evangelio, la vida se halla en una Persona, no en un libro. Así también, la revelación de Dios tiene lugar en la carne de una Persona, no en un libro. Sólo el hijo de Dios puede dar a conocer al Padre, y todo el que vea al hijo, ve al Dios invisible. Esta es la teología de "Juan".

El cuarto evangelio es una refutación más aguda y más sostenida de la religión de un libro que el evangelio de Pablo. Sin sombra de duda, al final del siglo primero, la iglesia no abogaba por una religión de un libro. En esta época, la iglesia no tenía ningún Nuevo Testamento para reemplazar el Antiguo. En el mejor de los casos, los grupos ampliamente dispersos tenían sólo pequeños trozos de lo que más tarde sería el Nuevo Testamento, y algunos de estos grupos no tenían nada de lo que más tarde fue incluido en el Canon.

CAPÍTULO 4: LA RELIGIÓN CRISTIANA Y LA ESCRITURA

¿Cómo se las arregló la iglesia cristiana, especialmente en la versión protestante de sola scriptura, para trazar un círculo completo de vuelta a la religión del libro del judaísmo? ¿Qué condujo a la iglesia a desarrollar una "Torá" cristiana en lugar de la Torá judía, y por lo tanto, a substituir la antigua tiranía por una nueva?

Aun en las revoluciones políticas, hay una tendencia natural de los libertadores de hoy a convertirse en los opresores de mañana. Cada revolución tiende a evolucionar hacia una nueva organización. La secta que protesta se convierte en una iglesia establecida, que luego vive para defender su propia ortodoxia de la nueva secta. Así que lo que ocurrió con el movimiento cristiano original no es nada nuevo. Hasta el presidente Mao buscaba una clave para una revolución continua que eludiera los otros regímenes comunistas.

Lo que queremos hacer en esta sección es comprender la dinámica que trabaja sutilmente para reemplazar la revelación por la religión, la Palabra viva por la Torá, y la salvación por la fe por la salvación por medio de un sistema.
        
(a) El fracaso de la tradición

En su libro The Meaning and End of Religion [El significado y el fin de la religión], Wilfred Cantwell Smith señala que ningún gran líder espiritual fundó ni predicó ninguna religión. Dice que, por el contrario, "criticaron o atacaron severamente el entorno religioso en el que se hallaban". (p. 128). Por ejemplo, "Zoroastro no predicó una religión. Las únicas tradiciones y prácticas religiosas que conocía las atacaba, con un fervor nacido de su fe vívida". (Ibid., p. 88).

Zoroastro, Buda y Joshua ben Adam no creían que la verdad última puede expresarse adecuadamente en la forma terrenal de un texto escrito. La suya era una visión nueva y dinámica, un encuentro personalizado con algo o Alguien último y trascendente. Su carismático 
discernimiento, convicción y fe movieron a otros a seguir sus pasos. En cada caso, nació un movimiento.

Deseando conservar el discernimiento y la fe de su profeta, los seguidores iniciaban el proceso de reunir los recuerdos de las enseñanzas, y se embarcaban en un proceso de conceptualizar, sistematizar, credalizar e institucionalizar su tradición espiritual particular.

Estas enseñanzas o instrucciones escritas es lo que los hebreos llamaron Torá. (Torá significa literalmente enseñanza o instrucción). Su fuerza queda un tanto disminuida cuando se traduce con la palabra griega nomos, y luego disminuida aun más cuando se traduce nuevamente con la palabra inglesa law [y con la hispana ley - N. del T.]. Así, pues, cuando leemos la palabra ley en nuestro Nuevo Testamento en español, es necesario que tengamos presente qué significa enseñanza religiosa, y no solamente las reglas de esa enseñanza sino también los relatos. (Véase Gálatas 4 como un buen ejemplo de cómo la palabra ley incluye no sólo reglas sino relatos también).

En el mejor de los casos, la Torá - el código escrito de la tradición religiosa - es un testigo de la Palabra viviente. En el peor, se convierte en un sustituto de ella. La devoción a la tradición religiosa tiene una tendencia a ocupar el lugar del encuentro viviente que dio lugar a la tradición para comenzar.

Por supuesto, el Nuevo Testamento proclama que la salvación viene por fe en Cristo, no por hacer las obras de la Torá. La nueva comunidad de la fe pronto se volvió completamente confiada en que podía establecer la diferencia entre la fe en Cristo y la devoción a la Torá. Los miembros de esta comunidad no pudieron ver que estaban desarrollando una Torá cristiana para reemplazar la Torá judía. Con demasiada facilidad, fe fue reemplazada por la fe, es decir, la enseñanza o instrucción cristiana. La salvación por la fe en Cristo vino a significar salvación por hacer los ruidos correctos acerca de Cristo. De aquí las interminables disputas y los interminables concilios eclesiásticos para definir siempre más precisamente la persona de Cristo, sus dos naturalezas y su posición en la Trinidad. Todo esto se convirtió en otra Torá según la cual vivir y otra religión que seguir como medio de salvación.

Tomemos como otro ejemplo la doctrina luterana de justificación por la fe sola. Ser aceptable a Dios a pesar de ser inaceptable llegó a Lutero con el poder y la convicción de una poderosa revelación personal. El espíritu de su fe atrajo a seguidores y produjo un movimiento. Su discernimiento de la doctrina paulina de justificación por la fe sola fue sistematizado, creditizado, esloganizado e institucionalizado. Esto creó una Torá luterana. Luego, se volvió demasiado fácil poner la adhesión fiel a esta enseñanza en el lugar del virginal espíritu de fe.

Como lo expresa W. C. Smith: "Algunos hasta hablan de ser salvos por el cristianismo, en vez de serlo por lo único que nos puede salvar, la angustia y el amor de Dios. ... Un cristiano que toma a Dios en serio seguramente debe reconocer que a Dios le importa un comino el cristianismo. ... Dios no revela religiones; él se revela a sí mismo ... la fe ... tiene que ver con algo, o alguien, que trasciende con mucho cualquier cosa que pueda denominarse religión". (Ibid., 127-8).

Recuerdo haberme encontrado con un clérigo profundamente comprometido con la Confesión de fe de Westminster. Me confió que estaba experimentando considerable angustia acerca de alejar a su congregación de la Confesión, incluyendo cuestiones prácticas como el papel de la mujer en la iglesia. Le sorprendió mi indicación de que vivir bajo el rígido gobierno de la Torá de Westminster no era nada diferente en principio de vivir bajo la Torá, incluyendo la judía.

(b) El fracaso del texto escrito

Parece que la iglesia primitiva entendía muy superficialmente a Pablo y la separación entre el cuarto evangelio y la ley. En el clima del antisemitismo que infectaba profundamente a la iglesia, era demasiado fácil pensar que era el carácter judío de la ley lo que la convertía en instrumento de esclavitud. Los padres de la iglesia primitiva, como Ignacio, Justino e Ireneo tronaban contra cualesquiera cristianos "judaizantes" que todavía estuvieran dispuestos a vivir según las costumbres judías. Bajo la autoridad de Pablo, se decía que la vida "bajo la ley" era maldita, presumiblemente porque era judía. Pero, al mismo tiempo, estos padres de la iglesia no veían nada malo en someter a sus comunidades a las rígidas reglas de las nuevas leyes cristianas. Al mismo tiempo que se mofaban de las observancias del calendario judío, imponían las más estrictas observancias con respecto al calendario cristiano. Las meticulosas doctrinas de la iglesia (ortodoxia) se volvieron más opresivas que las estipulaciones rabínicas sobre la vida correcta (ortopraxis).

El cristianismo no logró entender la crítica de Pablo acerca de vivir "bajo la ley". Pablo no rompió con su antigua existencia porque ésta era judía. Para él, esa parte continuó siendo "santa, justa y buena". De acuerdo con Pablo, la deficiencia de la ley residía en su forma como "texto escrito". (Ver Romanos 7 y 2 Corintios 3). Ningún texto escrito puede dar vida, dice Pablo, ¡ni siquiera si está escrito por los super apóstoles de Jerusalén! ¡Ni siquiera si está escrito con el propio dedo de Dios, como los Diez Mandamientos! Y, podemos añadir nosotros, ¡ni siquiera si era una Biblia inspirada verbalmente! (Juan 5:39). Pablo declara en su carta a los corintios: "El verdadero nuevo testamento no puede ser escrito en tinta. Sólo puede ser escrito en las personas por el espíritu de Dios".

Lo que puede ser expresado en un texto escrito es como un cadáver. Puede que tenga la forma de la verdad, así como un cadáver tiene la forma de una persona. Esto puede sonar como un juicio duro, pero lo que se quiere mostrar es que el texto escrito es un vehículo inadecuado para el espíritu de Dios. Jamás debe ser puesto en igualdad de condiciones con la Palabra de Dios, que el Nuevo Testamento dice que es "espíritu y vida".

La vida humana también trasciende cualquier código escrito. Millones de leyes son promulgadas, revisadas, actualizadas y vueltas a ser redactadas por los cuerpos legislativos del mundo. La tarea nunca termina, porque es imposible crear un sistema de leyes que haga justicia a la infinita variedad de situaciones humanas. Siempre llegará un momento en que hacer cumplir el código escrito conducirá al descuido o al abuso del otro; siempre habrá una situación en que la ciega obediencia a lo que está escrito carecerá de humana sensibilidad y compasión, aunque sea (y especialmente) cuando se trata de la ley de Dios. Como dice un antiguo adagio: "La ley es para guiar al sabio y para que los ignorantes obedezcan ciegamente".

El espíritu siempre es mayor que la letra. En su obra épica, Chesapeake, James Michener cuenta la historia de cómo una mujercita cuáquera fue la primera en ponerse de pie y alzar su voz contra la institución de la esclavitud en los Estados Unidos. Los líderes de la iglesia trataron de silenciarla con textos de prueba bíblicos que apoyan la esclavitud. "Usted estará de acuerdo - le argumentaron - "en que contradice a Pablo". Ella admitió honestamente que sí, pero dijo que la esclavitud era claramente contraria al espíritu del maestro nazareno. En la cultura cristiana de su tiempo, se necesitaba mucho valor y mucha convicción para oponer el espíritu al texto escrito.

Si vivir según la ley demuestra ser inadecuado aun en la vida civil para la que el gobierno de la ley es apto de manera preeminente, es aun más inadecuado en la vida espiritual. El régimen de una Torá puede hacer religiosa a una persona, pero no puede hacerla espiritual.

Quizás el único dominio en el que la ley es apta para tener jurisdicción absoluta es en los juegos o en las canchas deportivas. Ningún juego es posible sin reglas, y ser ganador o perdedor según las reglas arbitrarias es la naturaleza del juego.

No puedo resistir hacer un comentario sobre la investigación literaria, especialmente la investigación sobre Jesús. Algunos de los estudiosos que trabajan en este campo son grandes en lo que ha sido llamado "las reglas del camino", es decir, la metodología erudita. Trabajan hacia una especie de Torá literaria para identificar los auténticos dichos de Jesús - como la ley de embarazosa información, la ley de múltiples testigos, etc. Puede que éstas sean herramientas útiles, y por lo menos yo me siento muy agradecido por el valioso material recogido por los que usan las herramientas de crítica formal, crítica de redacción, crítica histórica, etc. Pero hay ocasiones en que las mejores leyes de la crítica literaria fallan también, y hasta pueden impedir llegar al Jesús histórico. Una prueba de ello es que algunos de los mejores libros de información erudita terminan siendo bastante deprimentes en lugar de ser liberadores. No logran mantener sus reglas eruditas subordinadas al espíritu del hombre cuya historia están tratando de recuperar.

Consideremos como ejemplo el pasaje de Mateo en que Jesús dice: "Tú eres petros [que quiere decir piedra], y sobre esta piedra edificaré mi iglesia". El antiguo argumento protestante de que hay dos piedras diferentes en esta declaración, un petros masculino y una petra (femenina), es una tontería literaria porque, por supuesto, la primera palabra piedra tenía que ser de género masculino pues era el nombre de un hombre. La declaración es sólo un nítido juego de palabras. Pero el uso que los católicos le dan a este texto hace caso omiso del espíritu entero de este hijo del hombre, cuya vida entera y cuyas enseñanzas se opusieron a cualesquiera órdenes de superiores e inferiores. La sola idea de que Joshua ben Adam designara a un apóstol principal de entre el resto está completamente fuera de lugar. La declaración en Mateo fue escrita en una época en que algunos cristianos estaban en una seria controversia en cuanto a si Pedro o Pablo era la principal autoridad en la iglesia. Mateo simplemente refleja la posición de la corriente principal del cristianismo judío. La disputada declaración no puede ser atribuida auténticamente a Joshua ben Adam porque es completamente extraña a su espíritu, no importa lo que puedan decir sobre este punto todas las Torás de análisis literario. Así, pues, si uno va a ahondar en la caverna de la historia en busca del auténtico Joshua ben Adam, debe usar las mejores herramientas disponibles para la crítica literaria e histórica, pero debe también entender que, sobre todo, la caverna debe ser iluminada con la luz del espíritu de Joshua ben Adam.

Si el espíritu humano trasciende los confines de cualquier código escrito; si ni siquiera Dios puede hacer una ley que sea adecuada para cada situación humana, ¿cómo puede una mera escritura abarcar el espíritu y la vida de la Palabra de Dios? ¿Ha de ser reducido esto a una mera revelación proposicional, y presentado en un frío texto para ser analizado y disectado? "¡Perdónalos, porque no saben lo que hacen!"

(c) El fracaso de lo vertical

De acuerdo con el psicólogo Julian Jaynes (The Birth of Consciousness in the Breakdown of the Bicameral Mind) [El nacimiento de la conciencia en el fracaso de la mente bicameral], antes del nacimiento de la conciencia humana, los seres humanos vivían según las voces de una mente bicameral. Esas voces reforzaban las órdenes recibidas de dioses, reyes, sacerdotes y superiores. No había ninguna individualidad, ninguna libertad, ni ninguna culpa. Era esencialmente una existencia animal, en que se vivía de acuerdo con el orden de picoteo de una autoridad vertical.

Desde el nacimiento de la conciencia humana en el fracaso de la mente bicameral, las sociedades y grupos humanos se han sentido inclinados investigar en busca de la seguridad de esas voces autorizadas, ya fuera en sueños, encantamientos, ritos, alucinaciones, hipnotismo, sacerdotes, libros sagrados, y hasta drogas. No hay ningun anhelo de arrastrarse de vuelta a la matriz de ese paraíso perdido de la inocencia donde no tenemos que asumir la responsabilidad de discernir entre el bien y el mal. La libertad de ser humano es demasiado aterradora. Preferimos obedecer órdenes de figuras y sistemas con autoridad.

La base de toda autoridad en religión es el monárquico Dios del firmamento. Puesto que está en el cielo y no en la tierra, la religión cristiana dice que la iglesia o la Biblia - o ambos - ejerce autoridad infalible en su nombre y durante su ausencia.

Vivir bajo la ley, el texto escrito, o la Escritura - todos son lo mismo - es vivir bajo una autoridad vertical. Si, como dice Nolan, Joshua ben Adam rechazaba toda forma de pensamiento autoritario, entonces rechazaba vivir según todas las autoridades verticales que tienen su base en la visión mundial de un Dios del firmamento monárquico. Una autoridad vertical imposibilita la libertad, y por cuanto imposibilita la libertad, imposibilita el amor, porque el amor no es recomendable.

Si hemos de ser verdaderamente humanos, las imágenes monárquicas del Dios del firmamento deben desaparecer, y al supremamente humano a cuya imagen y semejanza somos hechos, debe permitírsele relacionarse con nosotros sin la mediación de una autoridad impuesta. Eso incluye a la Biblia.

Es dudoso que Pablo o algún otro escritor del Nuevo Testamento pensara más allá del fracaso de la ley en términos de que fuera una autoridad verbal. Mucha más agua tendría que correr bajo el puente de la historia humana antes de que el carácter inhumano de toda autoridad vertical quedara demostrado.

(d) El fracaso de una revelación exclusiva

La razón esencial de que el cristianismo diera una vuelta completa y se convirtiera en una religión del libro fueron las pretensiones absolutistas y exclusivas que hacía acerca de la persona de Cristo.

Hemos visto que el siglo primero terminó con el cuarto evangelio, el evangelio que refutaba la pretensión del judaísmo rabínico de que la revelación divina - la palabra de Dios, luz y vida - está revelada en un libro. El autor declara que la revelación divina tiene lugar en una persona.

Hasta ahora, todo bien. En que ubicaba el lugar de la revelación divina en una persona viviente, no en un libro, la iglesia primitiva era fiel al rompimiento radical de Joshua ben Adam con el mundo de la religión. Pero al significado del evangelio de Joshua acerca de que el reino de Dios estaba presente en esta tierra en y por medio de las personas se le dio un giro interpretativo que destruyó la visión de Joshua. Esto ocurrió cuando la iglesia comenzó a pretender que la revelación de Dios en y por medio de carne humana era exclusiva de una persona. Se hicieron pretensiones más y más altas a favor de este hombre, hasta que se convirtió en Dios en el más alto sentido, el segundo miembro de la divina Trinidad.

Cómo un humilde galileo que evitaba todo título de honor fue finalmente proclamado por sus seguidores como Dios en el sentido más elevado es una asombrosa evolución religiosa. Muchos estudiosos están de acuerdo ahora en que la deificación de este hombre histórico no podría haber tenido lugar entre sus seguidores judíos originales. Ninguna lectura, tal como se ve, de los evangelios sinópticos (escritos entre los años 70-90 d. C.) indica que estos autores cristianos judíos afirmasen que Joshua ben Adam era Dios. Un "profeta poderoso en palabra y obra", ¡sí!. "Un hombre aprobado de Dios", "elegido por Dios", "ungido de Dios" (Mesías) e "hijo de Dios", ¡sí!

El término "hijo de Dios" había sido usado en el Antiguo Testamento para aplicarlo a Israel y al rey ungido, o sea el Mesías. Luego hay la evidencia histórica adicional de que los ebionitas, los descendientes judíos de la iglesia original en Jerusalén, rehusaban ser reconciliados con la cristología de la iglesia gentil.

Toda la evidencia indica que fue el cristianismo gentil el que transformó el significado de la frase "el hijo de Dios" usando las formas de pensamiento de una cultura saturada de mitos de dioses que engendraban hijos humanos que además morían y resucitaban y regresaban al lugar de donde habían venido. El emperador también era venerado como el divino "hijo de Dios". Ésta era una cultura que regularmente convertía en dioses a sus héroes legendarios y grandes personajes. Fue en este entorno que el cristianismo gentil transformó a Joshua ben Adam en el Dios Jesús del mito cristiano. Necesitamos ser conscientes también de las imágenes de Dios y la visión mundial que, lógicamente, exigía el mito religioso que se desarrolló. Dadas las imágenes de un Dios separado de nosotros por un abismo infinito, ¿quién más podría pagar por el pecado y salvar el abismo infinito entre el cielo y la tierra sino un redentor que no era sólo un hombre sino Dios mismo?

Aun hoy, donde prevalece esta visión mundial religiosa, las preguntas más urgentes que se plantean son éstas: ¿Qué acerca del papel vicario de Cristo? ¿Su papel sacrificial? ¿Qué acerca de que establece un puente entre el cielo y la tierra? ¿Acerca de llevarnos al cielo? ¿Hacernos aceptables a Dios? ¿Resolver la tensión entre la venganza de Dios y el amor de Dios? ¿Deshacer los efectos de la caída -- el pecado original, la maldición de la muerte y la ausencia esencial de un Dios que vive en el cielo y no en este mundo abandonado como colonia de leprosos?

Éstas son poderosas imágenes religiosas. El mito de Jesús surgió de la necesidad apremiante de crear un Jesús que respondiera a estas preguntas. Tenía que ser Dios para que respondiera las preguntas hechas por esa visión mundial. De aquí el éxito, la superioridad y el triunfalismo de la religión cristiana.

La contribución válida de la fe cristiana fue el discernimiento de que Dios se revela a sí mismo en una persona viviente, no en ningún ícono sagrado, incluyendo un libro. El talón de Aquiles de la religión cristiana fue el hacer la revelación de Dios exclusiva a una persona. La consecuencia de esto fue un sistema religioso absolutista y exclusivo que negaba la posibilidad de la salvación o cualquier verdadero conocimiento de Dios fuera de la fe cristiana.

Con la posición de Jesús firmemente establecida en el centro de la fe de la iglesia, la salvación también dependía de hacer los ruidos correctos acerca de la persona de Cristo. Su preexistencia, su nacimiento de una virgen, la unión hipostática de dos naturalezas en una sola persona, y su lugar en la Trinidad tuvieron que ser definidos meticulosamente por los concilios de iglesia y los credos durante un período de unos cuatrocientos años. Todo tuvo que ser clavado a un diptongo en el idioma griego. Cualquiera que errase en lo más mínimo en cualquier decreto concerniente al lugar de Jesús en la Deidad era considerado maldito por Dios y merecedor de la censura más severa de la iglesia. Era sólo cuestión de tiempo antes de que la iglesia se viera a sí misma como agente de Dios para hacer cumplir este sistema absolutista so pena de muerte.

Fue la exclusiva cristología de la iglesia lo que la llevó a crear un complejo legalismo doctrinal de textos escritos y credos. La religión cristiana trazó un círculo completo y regresó a crear una religión de libro.

TODA ESTA VISIÓN MUNDIAL, BASADA EN LA HISTORIA DE LA CAÍDA Y LA NECESIDAD DE UNA MEDIACIÓN ESPECIAL ENTRE EL HOMBRE Y EL DIOS DEL FIRMAMENTO, SE ORIGINÓ EN UN MITO BABILÓNICO.

COMO RESULTADO, SE HICIERON TODAS LAS PREGUNTAS ERRÓNEAS ACERCA DE LA RELACIÓN DE DIOS CON EL MUNDO. POR CONSIGUIENTE, SE LLEGÓ A TODAS LAS RESPUESTAS ERRÓNEAS.

CONCLUSIÓN

Puede decirse que Joshua ben Adam nos salva en el sentido de que quita las falsas imágenes de Dios. De un Dios en el cielo, esencialmente ausente del mundo a causa del pecado humano. ¡De un Dios que tiene que hacer que se le haga algo horrible a su hijo para hacernos aceptables ante él! De un Dios cuyo alejamiento de este mundo triste debe ser superado por algún extraño derramamiento de sangre de su propia invención. De un Dios que, a causa de una falta humana de menor importancia en el paraíso, maldijo al mundo con el virus del pecado original y la muerte, y ahora necesita alguna mediación sacerdotal para restaurar lo que se había perdido.

Toda esta visión mundial, basada en la historia de la caída y la necesidad de una mediación especial entre el hombre y el Dios del firmamento, se originó como un mito babilónico. Este mito fue copiado y difundido de cultura en cultura. Se abrió camino en las escrituras hebreas. Saturó el mundo en el siglo primero, y ha continuado saturando y envenenando al mundo hasta el presente.

Pero es una visión mundial que está atrasada por lo menos en dos mil años. Este atraso resulta en que se hacen todas las preguntas erróneas acerca de la relación de Dios con el mundo. Por consiguiente, se obtienen las respuestas erróneas en una religión de mediación, satisfacción vicaria, expiación por sangre, justicia retributiva, sacramentos, sacerdocio y toda clase de autoridades verticales que mantienen esclavizada a la gente.

Cuando todos los aumentos y adornos han sido quitados del Joshua ben Adam histórico, ¿cuánto nos queda? Se admite que no mucho, pero lo suficiente para darnos la clave de esta visión de Dios y el hombre, y lo suficiente para comunicarnos el espíritu de su vida y sus enseñanzas.

Se admite que la búsqueda histórica nos deja con un perfil que debe continuar siendo un bosquejo y menos de lo que necesitaríamos si fuésemos a continuar siendo la ubicación exclusiva de la revelación de Dios. Pero él no tenía esas pretensiones. Donde los detalles de la vida de ben Adam son un bosquejo, usted puede rellenarlos porque usted también es un ben Adam, hijo (o hija) de Dios como él era, libre como él era, para ser verdaderamente humano, a imagen y semejanza de Dios.


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