NO VIVIR SEGÚN EL LIBRO
CAPÍTULO
1: BEN ADAM Y LA ESCRITURA
El judaísmo rabínico y el protestantismo clásico tenían
esto en común: Ambos tenían en alta estima sus escritos
sagrados, y ambos aspiraban a ser una religión del
libro.
¡No ocurrió así con Joshua ben Adam y el cristianismo
del siglo primero!
Joshua ben Adam estaba ciertamente lo bastante versado
en las Escrituras como para enfrentarse, en su propio
terreno, con los rabinos que citaban la Biblia. En estos
casos, Joshua usaba la Escritura con gran creatividad y
originalidad, especialmente para demostrar que el
espíritu de la Escritura debía tener prioridad por
encima de los requisitos legales del texto escrito. Por
ejemplo, la misericordia debía tener prioridad por
encima de los requisitos sacrificiales, las necesidades
humanas debían ser atendidas antes que los reglamentos
sabáticos, y el amor al prójimo debía ser visto como la
totalidad del propósito de la ley y los profetas. En
ciertos casos, Joshua no vacilaba en decir que algunas
leyes o acciones de las antiguas escrituras ya no eran
apropiadas -- como la justicia de "ojo por ojo y diente
por diente", o actos de destruir las vidas de las
personas.
Había cuatro aspectos del ministerio público de Joshua
sobre los cuales discrepaba completamente con la
religión del libro del judaísmo:
1. Como sabio y
relator de historias, Joshua no fijaba su punto de
partida usando un texto de la Escritura. En sus dichos
y parábolas esenciales, la Escritura brillaba por su
ausencia.
2. La provincia donde pasó la mayor parte de su vida
pública y de la cual recibió la mayor parte de su apoyo
era Galilea. Esta región era notable por su actitud más
caballeresca y tolerante hacia las tradiciones
religiosas del judaísmo. Por ejemplo, se decía que la
muchedumbre que seguía a Joshua estaba bajo maldición
porque era ignorante de la Torá o Sagrada Escritura.
(Véase Juan 7:49). No hay ninguna evidencia de que
Joshua asumió el papel de instructor bíblico para
remediar la deficiencia bíblica de ellos. Es
significativo que las únicas personas que él reprendía
por su ignorancia y el uso erróneo de las Escrituras era
la élite ortodoxa.
3. Joshua no
escribió nada, ni dio instrucciones a los discípulos
para que escribieran lo que él decía o hacía. La
creación del Nuevo Testamento no era ninguna parte de
la visión de Joshua ben Adam, así que, por
consiguiente, no nos ha quedado ni un solo testigo de
su historia. Este hombre sentía una profunda antipatía
hacia una religión del Libro.
4. A Joshua se le
preguntaba constantemente, como en un desafío: "¿Por
autoridad de quién dices esto o haces aquéllo?" Él
nunca respondía apelando a la autoridad de la Biblia.
No declaraba haber tenido una visión ni ninguna otra
clase de revelación especial, como ha
explicado de modo brillante Albert Nolan. Pero,
¿invocaba Jesús alguna autoridad, de cualquier clase,
siquiera implícitamente? ¿No se estaría más cerca de la
verdad si se dijera que lo que hace a Jesús
inmensurablemente más grande que cualquier otro hombre
es precisamente el hecho de que hablaba y actuaba sin
autoridad y que consideraba "el ejercicio de la
autoridad" una característica pagana? (Mar. 10:42,
Parr).
No puedo hallar
ninguna evidencia de que Jesús esperara nunca que sus
oyentes dependieran de ninguna autoridad en absoluto -
ya fuese la suya o la de los demás. A diferencia de
los escribas, nunca apelaba a la autoridad de las
tradiciones rabínicas, ni siquiera a la autoridad de
la Escritura misma. No expone la verdad interpretando
o comentando el texto sagrado. Su percepción y
enseñanza de la verdad es directa y sin
intermediarios. Ni siquiera reclama la autoridad de un
profeta, la autoridad que viene directamente de Dios.
A diferencia de los profetas, no apela a un llamado
profético especial ni a una visión para autenticar sus
palabras. Nunca usa la clásica introducción profética:
'Dice Dios ...'. Y rehusa producir cualquier clase de
señal del cielo para probar que puede hablar en nombre
de Dios. Al final, cuando se enfrenta directamente a
la pregunta de qué autoridad podría tener, rehusa responder a la
pregunta (Mar. 11:33, Parr). Se esperaba que la gente
viera la verdad de lo que él hacía y decía, sin
depender de ninguna autoridad en absoluto. En su
brillante estudio sobre Jesús, Linneman concluye que
"lo único que podía dar peso a las palabras de Jesús
eran sus palabras mismas".
Jesús era único entre los hombres de su tiempo por su
capacidad para superar todas las formas de pensamiento
autoritario. La única autoridad a la que se podría decir
que Jesús apelaba era la autoridad de la verdad misma.
No hacía de la autoridad su verdad, sino que hacía de la
verdad su autoridad. En la medida en que la autoridad de
Dios puede considerarse como la autoridad de la verdad,
podría decirse que Jesús apelaba, y poseía, la autoridad
de Dios. Pero, cuando hablamos de la autoridad de la
verdad (y por lo tanto, la autoridad de Dios),
nuevamente estamos usando la palabra "autoridad" como
metáfora. Jesús no esperaba que otros le obedecieran a
él; esperaba que 'obedecieran' la verdad, que vivieran
de acuerdo con la verdad. Nuevamente, sería mejor hablar
aquí de poder, no de autoridad. El poder de las palabras
de Jesús era el poder de la verdad misma. Jesús causó un
impacto duradero en la gente porque, al evitar toda idea
de autoridad, liberaba el poder de la verdad misma - que
es el poder de Dios y ciertamente el poder de la fe. (Jesus Before Christianity,
pp. 121-124).
CAPÍTULO 2 - PABLO Y LA
ESCRITURA
Pablo usa tres palabras griegas que están relacionadas
con las Escrituras judías - las únicas escrituras que
existían en ese tiempo tanto para judíos como para
cristianos.
La primera palabra es nomos,
que ha sido traducida como ley. Esto quería decir la
Torá judía. En su sentido más estrecho, la Torá
significaba los cinco libros de Moisés. Pero, en el
sentido más amplio, significaba el cuerpo entero de la
Escritura judía. Véase Juan 15:24 y Gálatas 3:21-23;
4:21-30 para ver ejemplos de cómo ley y escritura se usan
indistintamente).
La segunda palabra que Pablo usa es gramma, traducida
generalmente como código
escrito. Una traducción más exacta sería texto escrito. En
Romanos 7, Pablo usa nomos
y gramma (ley y texto escrito) con el mismo
significado. Es decir, vivir según el texto escrito es
vivir bajo la ley.
La tercera palabra es graphe.
Significa escrito
o escritura.
En un lugar del Nuevo Testamento, gramma se traduce
como escritura,
y en muchos otros lugares, la forma verbal de gramma se refiere a
lo que está escrito en la sagrada escritura.
El punto es que todas las tres palabras - ley, texto escrito, y escritura - están
estrechamente relacionadas y a veces se usan
indistintamente. Esto puede parecer un punto muy
sencillo, y hasta obvio, pero en la tradición cristiana
entera, las radicales implicaciones de este punto han
sido completamente ignoradas. Especialmente la tradición
protestante, con su gran veneración de la Biblia como
regla de vida, se ha vuelto completamente contraria a
Pablo.
Cuando Pablo declara que los creyentes en el evangelio
de Cristo no están obligados a vivir según la ley o el
texto escrito de la Torá judía, quiere decir que los
creyentes no están obligados a vivir según las
Escrituras como regla de vida. Pablo ciertamente podría
apelar a la escritura como testigo de Cristo y como algo
que ha sido cumplido por Cristo. Podría llamarlo sagrada
escritura, así como pudo declarar que la ley era "santa,
justa y buena". La ley o la Escritura era un agente o
tutor puesto a cargo hasta la venida de Cristo (Gálatas
3:21-25). Pero, ya sea que Pablo esté hablando en
términos de la ley, el texto escrito, o la Escritura,
afirma inflexiblemente que el cristiano no vive según
estas cosas como regla de vida.
Por consiguiente, uno puede leer todas las cartas de
Pablo a las jóvenes iglesias, y ni una sola vez verá que
las reprende por descuidar el vivir según las
Escrituras, ni exhortarlas a un estudio más diligente de
ella. Enumera muchos de sus defectos - en una carta
enumera como veintidós de ellos y en otra dieciocho -
pero nunca se menciona ni se hace ni una sola sugerencia
sobre el hecho de que no vivían según las instrucciones
de las santas escrituras. La razón debería ser obvia.
Pablo no creía en vivir según el texto escrito de un
libro, sino según la fe en el Cristo viviente y la
conducción del Espíritu. (Véase Gálatas 2:19-20;
3:21-25; 5:18).
¿Cómo pudo un judío devoto como Pablo, y fariseo además,
llegar jamás a asumir la posición radical de que vivir
en obediencia al texto escrito ya no era apropiado?
¿Cómo pudo atreverse a decir que vivir según la Torá o
la santa Escritura era como si una mujer viviera bajo un
esposo tirano (Romanos 7) o como si estuviera mantenida
en servidumbre por un tutor o hasta por un carcelero?
(Gálatas 3:21-24).
Preguntamos nuevamente: ¿Cómo pudo Pablo comenzar a
relacionarse con la Biblia de manera tan diferente? ¿Qué
lo hizo cambiar de idea? No es suficiente decir que el
cambio fue causado por su nueva fe hallada después de
Pascua porque sus oponentes en la iglesia de Jerusalén
eran creyentes en la fe de Pascua también. Pasaremos por
alto un importante punto aquí si corremos en pos de una
respuesta superficial diciendo que este evangelio libre
de la ley le fue enseñado por revelación, y que eso era
todo.
Quiero sugerir que Pablo fue llevado a cambiar su punto
de vista acerca de la Escritura de la misma manera en
que otros cristianos han sido llevados a rastras,
pateando y chillando, a cambiar sus puntos de vista
sobre la Escritura. ¿Cómo se deshicieron los cristianos
de su visión mundial de la tierra plana? ¡Ciertamente no
fue leyendo más la Biblia! Lutero le reprochaba a
Copérnico sus ideas llamándolo "ese gran tonto" por
decir que la tierra giraba alrededor del sol. Lutero
descartó despreciativamente al gran hombre con la
autoridad de la Biblia, que dice que Josué ordenó al sol
que permaneciera inmóvil no a la tierra. ¿Cómo fue que
todos los cristianos llegaron a ponerse del lado de
Copérnico y no del de Lutero en relación con el asunto
de la nueva cosmología? Simplemente, ajustaron su
interpretación de la Escritura para ponerla de acuerdo
con la realidad histórica de los nuevos hechos.
O véase el asunto de la edad de la tierra. Durante el
90% de su historia, la iglesia ha creído en una tierra
muy joven. Hasta la era de Darwin -- otro gran tonto,
según lo estimaba la mayoría de los líderes de iglesia
de su tiempo -- era ortodoxo creer en un mundo que tenía
más o menos seis mil años de edad. Ahora la mayoría de
los cristianos, en la era del telescopio de Hubble, ha
estado de acuerdo con el concepto enormemente expandido
de espacio y tiempo. Para concordar con la nueva visión
mundial científica, los cristianos por lo general ya no
interpretan literalmente el primer libro de la Biblia.
Si es que toman en serio el relato de la creación, lo
interpretan como poesía religiosa o liturgia. ¿Llegaron
los cristianos a esta nueva posición estudiando la
Biblia? ¡Usted debe estar bromeando! No, sino que fueron
abrumados por la marcha de la historia, que les obligó a
interpretar la Biblia de manera diferente.
Por casi dos mil años, la iglesia usó la Biblia para
legitimar la intolerancia religiosa, la institución de
la esclavitud, y la privación de toda clase de derechos
humanos, especialmente los derechos de las mujeres.
Todavía en la primera mitad de este siglo, los papas
denunciaban el derecho a la libertad de conciencia
individual como un pestilente error porque permitía que
todos se fueran al infierno a su manera. Hace menos de
doscientos años, los líderes religiosos todavía blandían
la Biblia en alto en apoyo de la esclavitud. ¿No dicen
hasta los Diez Mandamientos que se debe permitir que los
esclavos tengan un reposo sabático? ¡No la emancipación,
sino sólo un día de reposo! ¿No enseña Pablo que los
esclavos deben obedecer a sus amos, y que los amos deben
tratar bien a sus esclavos? En cuanto a las mujeres, el
Nuevo Testamento parece ser bastante claro: "No permito
que la mujer enseñe". "Las mujeres callen en las
congregaciones, y si quieren preguntar algo, que
pregunten en casa a sus maridos".
No quedan muchos dinosaurios que quieran vivir según la
letra de la Santas Escrituras en relación con ninguno de
estos puntos. ¿Qué hizo que los cristianos comenzaran a
descubrir la tolerancia religiosa, la abolición de la
institución de la esclavitud, o iguales derechos para la
mujer en la Biblia? Obviamente, estas nuevas maneras de
leer la Biblia fueron impuestas en la iglesia por la
marcha de la historia. Simplemente, los antiguos puntos
de vista se habían vuelto incompatibles con una
conciencia humana más ilustrada, que nació del proceso
histórico. El cambio no fue producido por nuevas
revelaciones procedentes de la Biblia. Fue simplemente
una cuestión de realidad histórica, que obligó a los
cristianos a interpretar sus Biblias de un modo más
compatible con una era de progreso científico y social.
Y así sucedió con Pablo también. Aun antes de
convertirse en cristiano, el evangelio había estado
haciendo significativas incursiones entre los gentiles.
De acuerdo con Hechos 10, los creyentes gentiles
recibieron el testimonio del Espíritu sin haberse
convertido a la Torá judía. Estos nuevos eventos
históricos le demostraban a Pablo que Dios no hacía
distinción entre las personas basándose en si guardaban
la ley o no. Así que ajustó su interpretación de la
Escritura para que reflejase la realidad histórica.
Algunos hermanos de Jerusalén tardaron en captar esta
nueva dirección de la historia, y algunos de ellos nunca
aceptaron que el evangelio libre de la ley fuera a los
gentiles.
Además de hallar en el Antiguo Testamento algunas cosas
que podrían legitimar la nueva situación - como la
historia de que Abraham creyó a Dios y le fue contado
por justicia antes de ser circuncidado - Pablo halló
cosas en su propia tradición rabínica para legitimar la
nueva situación. Para comenzar, la mejor tradición
rabínica decía que a los gentiles no se les requería que
se convirtiesen en judíos y guardaran la ley para tener
parte en la vida del mundo venidero. Esta tradición
decía que, si ellos vivían según la revelación general
dada en los mandamientos de Noé, Dios les aceptaría.
Además, había una enseñanza rabínica que decía que los
que morían ya no estaban bajo la ley. Así, pues, Pablo
argumenta en Romanos 7 que los creyentes han sido unidos
místicamente con la muerte de Cristo y, por lo tanto, ya
no están bajo la ley. Y finalmente, había una tradición
entre algunos rabinos que decía que la ley quedaría sin
efecto en la nueva era del Mesías. Así, pues, Pablo
podía razonar que la ley estaba en su lugar sólo hasta
la venida del Mesías, y que, ahora que éste había
venido, "ya no estamos bajo la supervisión de la ley".
(Véase Gálatas 3:19-25).
Pero el impacto de los nuevos acontecimientos históricos
en el mundo no puede explicar plenamente la pasión de
Pablo por el evangelio libre de la ley, ni la vehemencia
con la cual lo defiende. Para apreciar esto, tenemos que
examinar la historia personal del propio Pablo. Esto es
lo que había detrás de su gran antipatía hacia la vida
bajo la autoridad del texto escrito de la Torá. Como
Pablo lo presenta, su misma devoción y su mismo celo por
la ley le convirtieron en perseguidor de personas
inocentes. Según describe la situación en Romanos 7, la
ley tenía un dominio tan completo sobre él que no
lograba ver que algo fuera pecado a menos que pudiera
leerlo en el texto escrito, y no lograba ver que nada
fuera bueno, a menos que también se lo dijera el libro.
Lo bueno que aspiraba a hacer en lo más profundo de su
alma no lo hacía, y lo malo que aborrecía hacer lo hacía
a pesar de sí mismo. Como todo judío piadoso, aspiraba a
que la ley le cubriera como con una túnica de honor,
pero en su lugar, se veía obligado a lamentar que la ley
se aferrara a él como un cadáver miserable y apestoso.
Pablo no argumentaba que la ley fuera estúpida, sino que
le había engañado y había hecho de él un tonto religioso
que iba por allí destrozándolo todo y dañando a personas
inocentes. Pablo no descubrió lo que era lo malo
mediante una atención aun más escrupulosa al libro de
las leyes, sino al confrontar una sociedad superior y
una nueva clase de humanidad que hasta podía perdonar y
aceptarle a pesar de sus crímenes contra el resucitado y
su pueblo.
Los peores crímenes no son cometidos por los que dicen:
"Una fuerza maligna me hizo hacerlo", sino por los que,
como Pablo el perseguidor, dicen: "Dios me hizo
hacerlo", "la Biblia me hizo hacerlo", "la ley me hizo
hacerlo", "yo sólo obedecía órdenes de arriba". Eso fue
lo que dijeron los hombres de Nuremberg antes de ser
ahorcados. ¿Y qué dijo Juan Calvino cuando quemó a
Servetus en la hoguera por negar la Trinidad? "La Biblia
me hizo hacerlo". ¿Cuál fue la excusa de Lutero por su
vergonzosa conducta hacia Zwinglio acerca de la Santa
Cena? "La Biblia me hizo hacerlo". ¿Qué razón ofreció
aquel padre Testigo de Jehová para dejar morir a su hija
por falta de una transfusión de sangre? "La Biblia me
hizo hacerlo". Las páginas de la historia están
manchadas con las inhumanidades, las persecuciones, las
injusticias y simplemente las estupideces de los
cristianos que trataban de vivir de acuerdo con la
Biblia.
La clásica doctrina protestante del "segundo uso de la
ley" (que la función de la ley es señalar el pecado) es
una completa falacia. Está basada en una interpretación
de Romanos 7 y Gálatas 3:24 que no tiene nada que
ver con el verdadero contexto histórico. En cuanto a la
clásica doctrina del llamado "tercer uso de la ley" (que
la ley es regla de vida), eso es lo que los que se
oponían a Pablo enseñaban entre sus conversos de
Galacia. Malditos seáis, judaizantes, escribió con
letras de fuego. Maldito vuestro vivir por las reglas de
la Torá. Maldita vuestra observancia de los días santos.
Maldita vuestra circuncisión. ¡Espero que les den mejor
uso a sus afilados cuchillos y que se corten todo! Ésa
era la esencia de su protesta.
Para resumir, Pablo se oponía con vehemencia a vivir
bajo la ley. Se oponía a la ética de un texto escrito.
No quería tener un obstáculo en forma de religión de un
libro de reglas. Si no entendemos esto, no hemos llegado
ni siquiera al vestíbulo de la casa en el pensamiento de
Pablo. En cuanto a que los cristianos hagan una nueva
ley de las cosas que Pablo escribió en una de sus
cartas, eso tendría que ser la traición última hacia el
hombre y el uso más horroroso de sus escritos. Sería
como convertir la economía libertaria de Adam Smith en
un libro de texto socialista en la academia de Karl
Marx.
CAPÍTULO 3: EL CUARTO
EVANGELIO Y LA ESCRITURA
El llamado Evangelio de Juan (autor desconocido o
autores desconocidos) fue escrito más o menos al final
del siglo primero d. C. Se reconoce generalmente como el
documento más anti-judío del Nuevo Testamento. Refleja
la completa separación que había ocurrido recientemente
entre la sinagoga y la iglesia.
Hasta la desastrosa guerra con los romanos en el año 70
d. C., un conflicto que resultó en la destrucción del
templo de Jerusalén, el ala judía de la iglesia había
continuado participando en la vida y el culto judíos.
Los nazarenos, como se les llamaba generalmente, vivían
mayormente en términos amistosos con sus compatriotas
judíos. Después de todo, los nazarenos eran sólo una de
las muchas sectas judías que eran toleradas dentro del
judaísmo.
Después de la destrucción del templo, esta actitud
relativamente relajada hacia la divergencia de la
ortodoxia comenzó a cambiar. Cuando la identidad
nacional fue amenazada por la disolución del culto en el
templo, la nación sintió que no podía darse el lujo de
una división. También parecía que el judaísmo había
perdido casi todo lo que lo mantenía unido y le daba un
sentido de identidad, excepto su sagrada escritura. En
este momento de crisis, el judaísmo rabínico, haciendo
énfasis en una religión del libro, asumió la posición
dominante.
Por otra parte, la iglesia enseñaba que el libro había
hallado su verdadero significado y cumplimiento en
Cristo. Para la iglesia, la Torá había asumido una
posición muy subordinada con respecto a él. Esto causó
una creciente tensión con el judaísmo rabínico. Después
de un tiempo, alrededor del año 88 d. C., los cristianos
judíos fueron expulsados de las sinagogas. Esa fue la
situación que formó un telón de fondo para el cuarto
evangelio.
El libro de Jubileos, escrito allá por el siglo segundo
a. C., había declarado que la Torá era el agente por
medio del cual Dios había creado el mundo. La Torá
también decía ser la luz que alumbra a todo hombre que
viene al mundo. Así también, muchas otras enseñanzas
dentro del judaísmo comparaban la Torá o la escritura
con el pan y el agua que habían sustentado
milagrosamente a Israel en el desierto durante cuarenta
años. La Torá era ensalzada con títulos como el buen
pastor y la luz del mundo. Todo esto fue reenfatizado
por el judaísmo rabínico en la época después del año 70
d. C.
El cuarto evangelio toma del judaísmo sus expresiones de
alabanza para la Torá, y las aplica sistemáticamente,
todas ellas, a Cristo. Él, no la Biblia, es el Verbo de
Dios. Él, no la Torá, es el agente por medio del cual
Dios creó el mundo. Él, no la Torá, es la luz verdadera
que alumbra a todo hombre que viene al mundo. Él es el
verdadero pan del cielo que da la vida eterna. Él, no el
Libro, es la luz del mundo, el agua de vida eterna, el
buen pastor y todo lo demás reclamado para la Torá.
El cuarto evangelio acusa al judaísmo rabínico de
escudriñar las escrituras en la errónea creencia de que
en ellas hallarían la vida eterna. (Véase Juan 5:39).
Según este evangelio, la vida se halla en una Persona,
no en un libro. Así también, la revelación de Dios tiene
lugar en la carne de una Persona, no en un libro. Sólo
el hijo de Dios puede dar a conocer al Padre, y todo el
que vea al hijo, ve al Dios invisible. Esta es la
teología de "Juan".
El cuarto evangelio es una refutación más aguda y más
sostenida de la religión de un libro que el evangelio de
Pablo. Sin sombra de duda, al final del siglo primero,
la iglesia no abogaba por una religión de un libro. En
esta época, la iglesia no tenía ningún Nuevo Testamento
para reemplazar el Antiguo. En el mejor de los casos,
los grupos ampliamente dispersos tenían sólo pequeños
trozos de lo que más tarde sería el Nuevo Testamento, y
algunos de estos grupos no tenían nada de lo que más
tarde fue incluido en el Canon.
CAPÍTULO 4: LA RELIGIÓN
CRISTIANA Y LA ESCRITURA
¿Cómo se las arregló la iglesia cristiana, especialmente
en la versión protestante de sola scriptura, para trazar un círculo
completo de vuelta a la religión del libro del judaísmo?
¿Qué condujo a la iglesia a desarrollar una "Torá"
cristiana en lugar de la Torá judía, y por lo tanto, a
substituir la antigua tiranía por una nueva?
Aun en las revoluciones políticas, hay una tendencia
natural de los libertadores de hoy a convertirse en los
opresores de mañana. Cada revolución tiende a
evolucionar hacia una nueva organización. La secta que
protesta se convierte en una iglesia establecida, que
luego vive para defender su propia ortodoxia de la nueva
secta. Así que lo que ocurrió con el movimiento
cristiano original no es nada nuevo. Hasta el presidente
Mao buscaba una clave para una revolución continua que
eludiera los otros regímenes comunistas.
Lo que queremos hacer en esta sección es comprender la
dinámica que trabaja sutilmente para reemplazar la
revelación por la religión, la Palabra viva por la Torá,
y la salvación por la fe por la salvación por medio de
un sistema.