EL ESCÁNDALO DE
JOSHUA BEN ADAM


PARTE 5

Robert D. Brinsmead, VERDICT, Septiembre de 1998

Traducido de Worldview 21


NINGÚN DIOS ARRIBA

"A menos que os volváis y os hagáis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mat. 18:3) (1)

Ahora estamos listos para juntar las hebras de nuestro bosquejo. Joshua ben Adam irrumpe en escena con una enseñanza acerca del reino. Es algo nuevo. Es algo que ya ha llegado. El momento de entrar en él es ahora. El anuncio se llama las "buenas nuevas", tan emocionantemente buenas, que deben estar acompañadas por grandes celebraciones con mucha comida y bebida.

Una nueva visión de la humanidad

El "reino" es una nueva clase de sociedad humana. El requisito para entrar es ser miembro de la raza humana.

Ser un ser humano es suficiente. Por consiguiente, los que responden deben entrar sin ningún otro título. Cada uno debe entrar en esta nueva sociedad como un niño. Cuando Joshua dijo esto, no estaba alabando ninguna virtud de la niñez. En aquella cultura, los niños no tenían ninguna posición. No contaban. Por consiguiente, entrar al reino como niño significa entrar como alguien que no tiene ningún título o como alguien que no cuenta. Es un reino de don nadies. (2)

Por eso Joshua declaró que los pobres en la base de la sociedad eran realmente los afortunados. Ya eran don nadies. No tenían nada que perder. Estaban abrumados por la asombrosa generosidad de la invitación. Convertirse en parte de este nuevo reino humano era mucho más difícil para los que estaban en la cima del árbol. Eran tan bienvenidos como cualquier otro, pero tenían que entrar sin tener en cuenta sus títulos honorarios, su riqueza, o su poder. Tenían que entrar como niños, como don nadies que no contaban.

En la nueva comunidad de la sociedad de ben Adam, no hay discriminación. No hay rangos altos ni bajos. No hay señores ni lacayos. No hay amos ni siervos. No hay gobernantes. No hay apóstoles principales. No hay ninguna silla especial para San Pedro. No hay nadie llamado Padre (Líder, Führer, Papa). ¡Nadie distingue los colores! El género no hace ninguna diferencia porque varones y hembras son igualmente seres humanos. No hay jerarquías. No hay ninguna autoridad impuesta porque el amor no depende de órdenes. No hay serviles que se arrastran ante superiores o que se muestran condescendientes con inferiores. Sólo el amor, que no conoce ni arriba ni abajo. Sólo un campo de juegos plano en que las personas ríen en este banquete de liberación humana.

La religión no cuenta. No hay ninguna prueba religiosa. Es irrelevante si uno cree en el bautismo por inmersión, el bautismo con pistola de agua o en  ningún bautismo. Ni las buenas opiniones ni las malas opiniones concernientes a la religión tienen ninguna relevancia en cuanto a si uno es admitido o excluido.

Aparte del único mal de no ser un ser humano (perdonador, interesado en el bienestar ajeno, compasivo, dador, etc.), no hay ningún pecado.

La sociedad de ben Adam tiene una sola declaración de misión: vivir y morir al servicio de la humanidad, trabajar incesantemente por la liberación de todo ser humano oprimido.

La diferencia entre lo natural y lo humano

Otros, además de Joshua ben Adam, han soñado y trabajado para crear una sociedad igualitaria. Los humanistas, los libertarios, los republicanos, los niveladores, y los marxistas, todos ellos pudieron ver que Dios y la religión crearon sociedades opresivas que eran contrarias a la libertad y la igualdad humanas. La historia ha demostrado ampliamente el fracaso de todas las teocracias.

Así que dejaron a un lado lo sobrenatural y limitaron sus sueños a lo que era posible de acuerdo con el orden natural de las cosas. Sin embargo, hay una gran tensión entre el reino natural y el reino humano. La naturaleza crea su propia jerarquía. Dejada a sus propios recursos, es un campo de muerte, "una bruja vieja y malvada". Los aptos sobreviven para comerse, dominar o sojuzgar a los débiles. La naturaleza no ayuda a los débiles, sino que los destruye. La naturaleza no ama al prójimo. Es realmente ciega, insensible y no toma decisiones conscientes.

¿Por qué debe sorprendernos que haya depredadores y presas, opresores y oprimidos y "perros que comen perros" en nuestro valiente nuevo mundo? Esto es consistente con el funcionamiento de un orden natural. La xenofobia (3) es natural (pregúntele a cualquier biólogo). El incesto es natural. La violencia es natural. La promiscuidad sexual, hasta la violación, es natural. La conducta depredadora es natural. Ser un parásito que debilita, mutila y mata es natural. ¡Y qué vamos a hacer con la nueva secta de la adoración de la naturaleza, y la idea de que cualquier conducta humana aberrante está justificada si es natural!

Todo el reino animal, siendo natural, es un orden vertical de dominio y sometimiento, depredador y presa. De modo natural, está dispuesta en un "orden de picoteo", con los fuertes encima y los débiles debajo.

Por otra parte, el reino humano no es natural. Cuidar de los demás como cuidamos de nosotros mismos no es natural. Ayudar al débil y liberar al oprimido no es natural. Amar a otras razas de personas y hasta a nuestros enemigos no es natural. Perdonar a los que nos agravian no es natural. Ser compasivos, considerados y amables no es natural. Todo lo que sea expresión del gran imperativo humano: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" no es natural porque no funciona en un orden vertical. ¡Ser humano es un orden horizontal, lateral, al mismo nivel!

¡Por consiguiente, ser humano no es natural! Está por encima o es superior a lo natural. Es sobrenatural.

Ahora nos estamos acercando al corazón de lo que Joshua ben Adam quería decir, lo que significan la vida, las relaciones humanas y lo sobrenatural. Por consiguiente, debemos ir tras esta distinción entre lo natural y lo humano con toda la tenacidad y la excitación de un buscador de tesoros que está cerca de un enorme hallazgo.

Hay otra distinción, muy fundamental, entre el reino natural y el reino humano. El orden natural se desarrolla al azar. Es un orden espontáneo. No piensa, no razona a partir de causa y efecto, no tiene visión ni hacia adelante ni hacia atrás. No hace elecciones inteligentes, sino que es guiado sólo por el instinto. No es ni consciente ni libre.

Por otra parte, el ser humano es consciente, inteligente, y tiene la libertad de tomar decisiones, aun aquellas que son contrarias al instinto natural, las leyes de la herencia y el orden espontáneo. Los dos atributos que hacen posible el orden humano u horizontal son el amor y la libertad. Juntos, son la esencia de ser humanos. El amor y la libertad van juntos como los dos lados de una moneda. Son los dos lados de una realidad. No hay amor sin libertad y no hay libertad sin amor; y por supuesto, sin ambos no hay orden horizontal ni ninguna verdadera existencia. 

Para resumir, si alguien le apuntara a la cabeza con un arma de fuego y exigiera dinero para su estómago hambriento, usted puede obedecer. Pero ese acto de dar no sería amor. Sólo podría ser amor si usted lo hiciera libremente. Pero si usted lo hiciera con la esperanza de que Dios le recompensaría (retribuiría), eso tampoco sería amor. Como decía Joshua ben Adam, amor significa dar sin esperar recibir recompensa. Si usted lo hiciera por temor a un castigo futuro, eso tampoco sería amor. Nada de lo que no se hace libremente es amor. Al amor no se le puede ordenar. No existe junto con la coerción, el temor, la fuerza, y no lo sobornan ni la esperanza ni la retribución.

Ahora examinemos el amor desde la perspectiva del prójimo. Existe tal cosa como la benevolencia calculadora, un dar diseñado para manipular al que recibe, ponerlo en deuda con usted, o ponerlo de su parte. Esta clase de "amor" es la condescendencia de un superior. Produce resentimiento en el inferior porque quita la dignidad de ser libre y humano. ¿Cómo puede ser amor ser manipulado u obligado a devolver un favor? ¿Cómo puede ser amor ser controlado por un benefactor? 

El amor tiene que operar, no sólo en una atmósfera de libertad, sino en una relación de igualdad.

El amor no existe donde hay superiores e inferiores. No hay tal cosa como amar a alguien "hacia arriba", no más de lo que existe amar a alguien "hacia abajo". Por consiguiente, el orden humano de libertad y amor es muy diferente del orden de picoteo del reino animal, en que el fuerte domina al débil.

Ser humano es la imagen y semejanza de Dios

Ser humano no es natural. Está por encima y es superior a lo natural. Ser humano es sobrenatural. Este orden humano horizontal de libertad y amor es la imagen y la semejanza de Dios. (Ver Génesis 2:27, 28; Salmos 8:3-7).

Dios es el espíritu, la mente, la sabiduría y la inteligencia por medio de las cuales existen todas las cosas. No hay un solo lugar en los 400 millares de millones de galaxias de este universo en que no esté su presencia. No está presente en un lugar más de lo que está en otro. Nunca fue un propietario ausente, por lo que concierne a esta tierra, y ninguna caída ni ningún pecado por parte de la humanidad hizo que retirara su presencia y dejara de sustentar cada una de las cosas, animadas o inanimadas. Vive en nosotros y alrededor de nosotros. Es sabiduría que vive en y guía a los peces y a las aves en el cielo en su misteriosa navegación. Es la mente que supervisa el desarrollo de las especies, las funciones fantásticamente misteriosas de los miles de millones de células de nuestros cuerpos, y opera en los electrones, los neutrones y las supercadenas del átomo.

Peor que estúpido es el biólogo, el botánico, o el físico que cree que no hay ningún misterio en nada, salvo en los componentes químicos y las leyes físicas. Como ha escrito el científico Paul Davies, hay demasiada evidencia de designio, orden, propósito, inteligencia y sabiduría para negar la presencia de esta trascendente realidad en todas partes. (4)

Al mismo tiempo que Dios está en su creación, está por encima, más allá y diferenciado de su creación. Es inimaginable, incognoscible, "la figura inconspicua en la silenciosa habitación de atrás. Se sienta con la cabeza inclinada, en silencio, esperando, escuchando la conmoción en las calles ... su presencia es evidente en los últimos rincones del espacio infinito más allá del ojo escudriñador del hombre. Su presencia se puede adivinar en los últimos rincones de la infinita pequeñez, más allá de la ampliación del electrón o del microscopio. Está presente en todas las cosas vivientes y en toda materia inanimada". (Robert Ardrey, African Genesis).

"¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba, y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán, aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz.
"Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas" (Salmos 139:7-16).

"Dios es un espíritu", decía Joshua ben Adam, pero así como el espíritu de un maestro artista, escultor y jardinero adquiere expresión en su lienzo, así también el espíritu de Dios se expresa en las cosas que él ha hecho.

¿Es Dios una fuerza, una inteligencia impersonal, como Paul Davies casi lo dice? A lo cual debemos responder: Como espíritu, Dios adquiere expresión personal en la creación de la persona humana, varón y hembra. La persona crea la persona. El orden humano de libertad y amor es la imagen y semejanza de Dios. " ... lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó ..." (Rom. 1:19).

Como conciencia y como persona, Dios se expresa en esa humanidad en que las personas pueden relacionarse, libre y lateralmente, con otros en amor, compasión, cuidado, bondad y justicia. Humanidad - conciencia, libertad, amor, horizontalidad - es un don sobrenatural que se deriva del espíritu del que está presente en todas las cosas y por medio de todas las cosas.

Ahora bien, si esta humanidad es la imagen y semejanza de Dios, entonces Dios debe ser supremamente humano. Debe ser una persona consciente, como nosotros, sólo que supremamente más. Debe ser libre como nosotros, sólo que supremamente más. Debe ser amoroso como nosotros, sólo que supremamente más. Debe estar comprometido en relaciones al mismo nivel (no vertical, no coercitivo) como nosotros, sólo que supremamente más. "Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él" (1 Juan 4:16).

Dios debe ser supremamente humano.

Una nueva visión de Dios

La visión de Joshua ben Adam de una nueva humanidad se basaba en su nueva visión de Dios que comenzamos a anticipar en la última sección. Ya no está el Dios de justicia retributiva que está tan ofendido con nosotros que necesita expiación para traerlo de vuelta. Ya no hay un reino de Dios en un lugar llamado "cielo", un reino que un día llegará a la tierra con poder coercitivo. El reino de Dios - decía Joshua -  ya está aquí, en usted y alrededor suyo, y con usted. Él está aquí, y cuenta los cabellos de su cabeza. Ya no está el Dios del firmamento, coercitivo, monárquico, que se ha reflejado en toda clase de opresiones humanas.

El Dios de Joshua ben Adam era una realidad supremamente humana (5). En nuestro capítulo "Ninguna Religión", vimos que Joshua actuaba con la autoridad de ser un hombre a imagen y semejanza de Dios. (Génesi 1:28,29; Salmos 8:3-7). En la historia del mundo hasta el tiempo de Joshua ben Adam, esta imagen de Dios permanecía siendo potencial. Joshua actualizó el potencial humano. En él, la imagen y semejanza de Dios encontró expresión plena. Cualquiera que entrara dentro de la órbita de sus palabras y acciones, encontraba esta imagen y semejanza de Dios. Podemos acusar a los cristianos primitivos de comenzar a difuminar esta distinción entre Joshua y Dios, pero no podemos criticar su testimonio unido de que él era "la imagen del Dios invisible", "la imagen misma de su sustancia" (Colosenses 1:15; Hebreos 1:3).

Los antiguos (y demasiado modernos) pensaban que Dios era como un monarca terrenal, sentado en su trono, con gente que llegaba y salía de su presencia con la nariz en el piso y el trasero en el aire. Pensaban que los humanos se relacionaban con él como con una autoridad vertical, del amo por encima del siervo, del gobernante por encima del súbdito, del fuerte por encima del débil. Pero, si Joshua ben Adam era realmente semejante a Dios, confrontamos una realidad totalmente diferente - un Dios supremamente humano. 

La humanidad no puede funcionar verticalmente a la manera del orden del reino animal. La humanidad funciona horizontalmente siendo libre de toda clase de coerción, fuerza, dominio o manipulación. Joshua mostró en todo su carácter y toda su enseñanza que Dios se relaciona con nosotros humanamente, de una manera que es fiel a su propia imagen y semejanza.

Las personas que entraban a la órbita de influencia de Joshua eran movidas a creer en un Dios que estaba con ellos, en ellos, y para ellos, para sanar, perdonar e inspirarles a enfrentar la vida con nuevas esperanzas y nuevo valor. Maquinadores colectores de impuestos, endurecidos soldados romanos, prostitutas marginadas, leprosos y parias, a todos ellos se les hacía sentir que Dios era su amigo que les aceptaba y simpatizaba con ellos.

Para demostrarnos cuán supremamente humano era Dios, Joshua dio osadamente a Dios un nuevo nombre. Este nuevo nombre personificaba su nueva visión de Dios. Los hebreos habían llamado a Dios por el nombre de YHWH. Estaba escrito sin vocales y nunca se pronunciaba. Su Dios era tan santo, lejano y distante que sólo se podía aproximarse a él por medio de mediadores, que incluían todos los trebejos de la religión.

Sin embargo, Joshua se dirigía a Dios llamándole Abba en su lengua nativa, el arameo. Éste era el nombre afectuoso y familiar con el cual los niños pequeños se dirigían a su padre. Significaba algo así como papito o querido papá. En los días de Joshua, esto sonaba como escandalosa familiaridad, hasta como blasfemia. Pero, para Joshua, Abba no era una negación de la trascendente grandeza de Dios, sino prueba de ella. La grandeza, decía, se manifestaba en la humildad y el servicio al prójimo. Era vista en Abba Padre, un ser supremamente humano, con nosotros, entre nosotros, y en nosotros. Cada uno tiene acceso igual a él, ya sea un conductor de camión o el Papa. (6) No hay necesidad de mediadores, sacerdotes, oraciones repetitivas, ni ritos. La existencia humana en un plano horizontal no significa relacionarse los unos con los otros religiosamente. La religión pertenece al mundo de las relaciones verticales. Dios no es religioso. ¡No si es una realidad supremamente humana! 

Supremamente humano significa que Dios es, no sólo la fuente de nuestra humanidad, sino que él es más humano que nosotros. Es más amoroso, compasivo, bondadoso, solícito, justo o cualquier otra cosa que nosotros reconozcamos como humana. Es más sensible a nuestro derecho a ser libres y humanos de lo que podamos imaginar. No hay ninguna autoridad impuesta, ninguna usurpación de nuestra individualidad, ninguna interferencia con nuestro derecho a tomar decisiones, aunque sean erradas. ¿No sería Dios el primero en respetar su imagen y semejanza en nosotros?

Es un misterio cómo vive Dios en nosotros, haciendo posible que seamos conscientes, humanos y libres, pero hace esto tan discretamente que nuestras decisiones y acciones son enteramente nuestras. Puede inspirarnos, pero nunca dicta; su espíritu nos mueve, pero no interfiere. La vida que vivimos es nuestra, no de él. Las piadosas imágenes de él usándonos como un recipiente vacío o como una persona sin voluntad propia son puras tonterías. Él es un Dios de libertad y sabe que nosotros no somos humanos a menos que seamos libres. Así, pues, en todas las cosas, él nos da el espacio que necesitamos para ser humanos porque él es el espíritu supremamente humano.

La visión de Joshua ben Adam de un Dios supremamente humano nos ayuda a entender por qué permitió que la iglesia cometiera sus errores y desarrollara un sistema de dominio que destruyó la libertad humana. O por qué le permitió que rehiciera a Joshua ben Adam para ajustarse a un régimen totalitario tan completamente en desacuerdo con su visión del reino. Dios lo permitió porque es un Dios de libertad - mucho más vehemente acerca de la libertad humana de lo que nosotros jamás podríamos serlo. Él no fuerza a la humanidad a hacer las cosas a su manera. Dios no detuvo la Inquisición más de lo que detuvo el Holocausto.

¡Con qué fe y con qué paciencia tuvo Dios que esperar hasta que el hombre Joshua actualizó el potencial humano de ser la imagen y la semejanza de Dios! Qué fe debe haber tenido para esperar hasta que, aun la iglesia, por tanto la archienemiga de la libertad humana, viera que la vía del orden vertical, con su dominio y sumisión, es un triste desastre humano. En tiempos recientes, la iglesia ha aprendido muchas lecciones y ha progresado hasta repudiar cosas inhumanas como la intolerancia religiosa, la esclavitud, la discriminación racial, y la oposición a la ciencia. Es de esperar que pronto veamos menos resistencia a la erudición bíblica, más igualdad para las mujeres, una mayor disposición a reconocer sus errores, pero sobre todo la total eliminación del error de todos los errores - una relación vertical con Dios.

La grandeza se manifestó en la humildad y el servicio hacia los demás.

Dios puede ser una idea peligrosa

Cualquier visión de Dios diferente de la de un Dios supremamente humano es un peligro espantoso para la humanidad. La idea de Dios como una autoridad no humana, vertical, es el arma más destructora que jamás fue liberada en la tierra. Donde el ateísmo ha destruido sus millones, el teísmo ha destruido sus decenas de millones. En nombre de Dios, las peores tiranías e inhumanidades son legitimadas al ser sacralizadas.

Si permitimos que sea aceptada la idea de Dios como autoridad vertical por encima de nosotros; si permitimos que sea aceptada la idea de que esta relación tiene más importancia que las relaciones humanas, quedará abierta de par en par la puerta para todas las humanas atrocidades, tiranías, privaciones de libertad y la destrucción de los derechos humanos. Así fue como un ser humano sensible como Saulo de Tarso fue atrapado llevando arrastrados a cristianos encadenados delante de las autoridades. Puso la devoción a su Dios por delante de las obligaciones humanas. De la misma manera, hombres buenos se vieron envueltos en la tortura de personas durante la Inquisición o llevando a cabo pogroms contra los judíos. De seguro, eran lo bastante humanos como para que les doliese mientras luchaban contra el acicate de sus propias conciencias humanas, pero la autoridad superior llamada Dios les hacía hacer estas cosas inhumanas.

Calvino agonizaba mientras Serveto ardía en la hoguera. Esta sangrienta intolerancia no era una conducta acorde con la naturaleza humana del propio Calvino. Seguramente tuvo que violar su propia sensibilidad humana para hacerlo, pero la lealtad a una autoridad superior que él adoraba como Dios le hacía hacerlo. Mientras una autoridad vertical llamada Dios esté separada de nuestras relaciones horizontales con otros seres humanos, se repetirá la agonía de hacer cosas inhumanas en nombre de Dios.

"Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago" (Rom. 7:19). Millones han sido muertos y continúan siéndolo en nombre de Dios. En este mismo momento, en alguna parte de la tierra alguien está siendo descuartizado o está volando en pedazos en nombre de Dios.

Dios es absolutamente la idea más destructiva que anda suelta en este planeta. Esta idea ha causado más guerras, derramamiento de sangre, malos entendidos, contiendas, tiranía y terror que ninguna otra cosa. Nada ha mantenido a la gente en tanta oscuridad, esclavitud, o impedido el progreso humano tanto como la idea de Dios.

Los cristianos han creído que el mundo estaba en la oscuridad por falta del Dios cristiano. Así que han salido a convertir el mundo al Dios del pecado original, el infierno y la expiación por sangre. Un Dios de sangriento salvajismo y total venganza retributiva, vestido con el ropaje del amor y la misericordia, produjo un sistema totalitario que ha sobrevivido al colapso de todos los otros sistemas totalitarios. ¿Por qué? Porque sacralizó su gobierno y mantuvo cautiva a la gente con la idea de Dios.

Cualquiera que no pueda ver que la idea de Dios es peligrosa, terriblemente peligrosa, no ha leído ninguna historia y no se da cuenta del pavoroso número de crímenes contra la humanidad cometidos en su nombre. Y no se ha detenido. El mundo actual es un barril de pólvora porque hay una idea de Dios entre las orejas de millones de personas, una idea que es más peligrosa que todos los explosivos que se puedan acumular en este mundo.

El que muchos quieran embellecer esta idea de Dios con un pretexto benévolo no hace ninguna diferencia. Puede ser peor porque, con el pretexto de que 'Dios es amor', la idea se vuelve más seductoramente peligrosa para la libertad y la existencia humanas. Es más seguro no creer en ningún Dios en absoluto que creer en este Dios de arriba, es decir, en este Dios de la dimensión vertical.

Por supuesto, somos tontos y estúpidos si no reconocemos el origen de toda esta inhumanidad cometida en nombre de Dios. Es porque se ha hecho de Dios una autoridad autoritaria, no humana. Esto siempre funciona para quitarnos nuestra libertad y destruir la posibilidad de amar a otros, y nos convierte en la imagen y la semejanza de las bestias.

Joshua ben Adam puso el hacha al pie del orden vertical con una nueva doctrina que puso a un Dios supremamente humano en el nivel humano de libertad y amor. Su imagen y semejanza no se ve en ninguna otra parte.

Si Dios no es una figura autoritaria por encima de la línea horizontal humana, entonces nada más está por encima de esa línea para exigir de nosotros ciega obediencia, sumisión y pérdida de la libertad humana. No hay ninguna Biblia, ningún credo, ninguna jerarquía, ningunas leyes religiosas que puedan ejercer un poder autoritario sobre nosotros. Cualquier cosa que sea humana puede estar en la línea de igualdad con nosotros, pero todos los demás íconos deben ser puestos debajo de nuestros pies. (Salmos 8:3-6).

Dios en solidaridad con nosotros

La nueva visión de Joshua de Dios trataba de su solidaridad con la gente. Iba más allá de cualquier cosa enseñada antes de él. Es una visión que se necesitaba urgentemente en un mundo sacudido por la violencia religiosa.

(1) Ningún Dios que sirve aparte de servir a la gente

Dios y la gente están en una solidaridad tal que ya no se puede decir legítimamente: "Dios es primero". Las peores inhumanidades hacia el hombre se arrastran bajo el desgraciado disfraz de poner a Dios primero. Bajo este disfraz, todavía están cometiendo mutilaciones y asesinatos desde Afganistán hasta Jerusalén, desde Bosnia hasta Irlanda del Norte.

El Dios que no es solidario con la gente es un Dios del orden vertical, una abstracción no humana y un peligroso ídolo de la imaginación. Millones corren al combate a favor de esta Abstracción - un Dios aislado de la gente - y entregarán sus vidas o masacrarán a otros para defenderlo. Pero es un total engaño porque un Dios aislado de la gente no existe.

Sin embargo, el Dios supremamente humano es tan inseparable de la gente que no es posible dañar ni descuidar a ningún ser humano sin dañarlo ni descuidarlo a él. El dicho de Joshua es aplicable a Dios: "Por cuanto los hicísteis a uno de estos mis pequeñitos ... a mí lo hicísteis". (Mat. 25:40). Joshua sugiere que su Abba Padre podría volverse de hecho amenazador si uno de sus "pequeñitos" fuese perjudicado. (Luc. 17:2). ¿No pone un buen padre a sus hijos primero?

Dios es un espíritu (Juan 4:24) que viene a hacerse expresión personal en la gente. La única manera de servirle es sirviendo a la gente. Si usted vierte su sangre en el suelo por él, no podría beneficiarle más que si le entregara alimento por dinero.

Joshua dijo que deberíamos ir a Dios en su nombre. Su nombre es ben Adam, y significa un ser humano en solidaridad con todos los seres humanos. Ir a Dios en nombre de ben Adam significa ir en solidaridad con la humanidad, así como él es solidario con la humanidad. Por ejemplo, dice Joshua: No pienses que puedes adorar a Dios si las cosas no están bien entre tú y tu vecino. Primero, ve y reconcíliate con la parte ofendida y después de eso, den gracias juntos. (Mat. 5:24). Es como si Dios dijera, tomando prestada una línea de un relato del Antiguo Testamento: "No verás mi rostro a menos que tu hermano esté contigo".

(2) No ver a Dios excepto en la gente

La religión hace de una "montaña" o de un templo el lugar de reunión de Dios. Joshua ben Adam desacraliza todos los lugares (Juan 4;21-24) y hace del pueblo de Dios el único lugar de reunión. La imagen o la semejanza de Dios viene a expresarse sólo en la gente - ¡en ninguna otra parte! Él es visto en la gente, especialmente gente ordinaria que hace cosas ordinarias.

Por lo general, la religión manda a todo el mundo a correr en la dirección equivocada. La gente se apresura a encontrar a Dios en las cosas sagradas - en un lugar, en un día, en cosas que se comen o no se comen, en la contemplación mística, en ritos religiosos y en la histeria de grupo - mientras la imagen viviente de Dios está a la vista en la vida diaria, en la bondad de un desconocido, en la inspiradora alegría de un vecino y en la asombrosa dedicación de gente común y corriente que ayuda a gente común y corriente. Estas cosas no son naturales, sino humanas y sobrenaturales. Este es el templo viviente de Dios que brilla con la gloria de su presencia.

(3) No encontrar a Dios en el subjetivismo

La enseñanza de Joshua ben Adam acerca del reino de Dios dentro de nosotros no debe confundirse con estos interminables y desgraciados viajes de autodescubrimiento. Dios no se halla en ninguna contemplación mística del ombligo. Toda la vida y la enseñanza de Joshua ben Adam era acerca del olvido de sí mismo en el cuidado y al servicio de los demás.

Se hace que el ojo mire y admire lo que está fuera de sí mismo. Ciertamente, Joshua sí habla de Dios como espíritu que mora en nosotros, pero su espíritu es extrovertido, no introvertido. De Joshua se djo: "A otros salvó, pero no se puede salvar a sí mismo". Esto también se puede decir de nosotros porque es simplemente la manera de ser humano.

Se dice a veces que debemos aprender a perdonarnos y a amarnos a nosotros mismos antes de que podamos perdonar y amar a otros. Eso es sabiduría convencional, pero no es la manera del reino de Joshua. Su manera es hallar perdón y misericordia al derramar perdón y misericordia sobre los demás. El misericordioso hallará misericordia. Nuestras deudas son perdonadas "cuando perdonamos a nuestros deudores". (Mat. 3:7; 6:12). La vida se halla al perderla.

Esta no es una calculadora especie de dar como un medio de recibir algo a cambio. Esa es la antigua y fea manera de la justicia retributiva y devolver golpe por golpe. De lo que Joshua está hablando es un temerario olvido de sí mismo. La única manera de aprender esta verdad es hacerlo de la misma manera que se aprende a nadar nadando. Es la manera de ser libre y ser humano.

La manera del reino de Joshua no es sentarnos por allí a aprender cómo podemos ser salvos o ir al cielo. Hablar acerca de hallar la salvación para uno mismo está conspicuamente ausente de los auténticos dichos de Joshua ben Adam. En vano buscará usted dónde se habla de la vida después de la muerte. Su tema es hallar la vida ahora, y usted la halla arrojándola lejos.

Hace treinta años, había un grupo de personas obsesionadas con estar en paz con Dios por medio de la "justificación por la fe". (¡Fue allí!) Treinta años más tarde, algunas de ellas todavía siguen dando vueltas y vueltas alrededor del mismo punto. A menos que se bajen de esa rueda de molino, el único éxito del cual disfrutarán jamás es propagarles a los demás su propia y neurótica preocupación con la salvación suya, suya, suya.

Joshua contó una escandalosa historia acerca de un indolente administrador que había recibido plazo para ser despedido. Así que comenzó a deshacerse de las cosas del jefe por precios ridículos, y a condonar grandes deudas a los deudores de la firma con condiciones de cancelación. Por supuesto, toda esta generosidad a expensas del dueño hizo felices a algunos y le ganó a este mal administrador un lugar en los buenos libros de ellos. Pero la sorpresa verdaderamente grande fue la reacción del dueño. Felicitó al bribón por hacer lo correcto.

Se ha estado argumentando durante dos mil años acerca de la moraleja de ese relato. Pero es realmente sencilla. Comience a regalar los tesoros reales como si usted tuviera la tarjeta de crédito de Dios. Vea si puede hacer quebrar el banco. Hay sólo una pequeña condición: ¡nada para usted!

Notas:

(1) Las palabras "del cielo" parecen ser un distintivo adorno de Mateo, que hemos dejado fuera.

(2) Esta penetración acerca del significado de "pequeñitos" viene de The Historical Jesus: The Life of a Mediterranean Jewish Peasant [El Jesús Histórico: La vida de un campesino judío del Mediterráneo], de Dominic Crossan.

(3) Xenophobia: Temor a los desconocidos o extranjeros; racismo.

(4) Véase de Paul Davies, "The Mind of God".

(5) Estoy en deuda con la obra de Albert Nolan, "Jesus Before Christianity", para la frase "un Dios supremamente humano". Esta idea fue la cúspide de su excelente librito.

(6) Así dice Michael Morwood en Tomorrow´s Catholic. Understanding God and Jesus in a New Millenium [El católico de mañana. Entendiendo a Dios y a Jesús en un nuevo milenio].


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