EL ESCÁNDALO DE
JOSHUA BEN ADAM


PARTE 1: Introducción

(Para las otras partes, siga los links al pie)

Robert D. Brinsmead, VERDICT, Mayo 1998


Publicado originalmente en 1998-1999

Traducido de Worldview 21

Introducción: Este HOMBRE y la religión cristiana no son compatibles.

En "Un reexamen de la posición de Jesús", la edición anterior de Verdict desmontó los antiguos mitos sobre dioses que mueren y resucitan. '¿Qué queda'?, me pregunté. La respuesta: "Sólo un Jesús verdaderamente humano - un hombre que rehusó todos los títulos, excepto el humilde título de 'hijo del hombre', que sólo significaba ser humano".

Sin embargo, este verdadero Jesús histórico no era fácil de convencer. Fue el mayor  desenmascarador de jerarquías y tradiciones religiosas, el mayor desacralizador de lugares, cosas, tiempos, pueblos, rituales,  y sacerdotes santos que este mundo haya visto jamás. El establecimiento religioso se apresuró a condenarlo a muerte por blasfemia, mientras que los poderes seculares lo ejecutaron por sedición.

Que la iglesia cristiana pudiera reclamar para sí el ser su representante y llevar a cabo su obra es una asombrosa ironía histórica. Es como hacer que la burocracia de la Unión Soviética se presentara como la heredera del capitalismo liberal de Adam Smith.

La religión cristiana erigió un complicado edificio teológico. Creó órdenes religiosas, jerarquías, rituales, calendarios y credos que estaban completamente en desacuerdo con toda la vida y las enseñanzas del Jesús histórico. Y durante toda su historia, cualquiera que mostrara algo de la irreverente iconoclastia o la libertad de Jesús era sistemáticamente condenado, quemado vivo, torturado, masacrado, desterrado o expulsado. Es un hecho irrefutable que, cuando se trata de amontonar cadáveres y huesos humanos, el cristianismo ha causado más estragos en los seres humanos que cualquier religión rival.

Por supuesto, el movimiento cristiano tiene un lado mejor. Enterrado bajo sus capas de mitos, preservó algo de la historia y el espíritu del hombre original. Y el movimiento también ha producido eruditos lo bastante valerosos como para embarcarse en una honesta crítica histórica y literaria, a pesar de aquellos desaprobadores y gruesos garrotes que se cernían sobre sus cabezas.

Durante 200 años, los investigadores literarios han investigado el enigmático problema de la tensión entre el Jesús de la historia (pre-pascua) y el Jesús de la religión cristiana (post-pascua). Como la investigación ha continuado, la grieta en el muro que separa al hombre del mito se ha convertido en un profundo abismo. Esto es reconocido por un creciente número de eruditos, tanto católicos como protestantes. Un ejemplo católico muy legible es la obra Jesús Antes del Cristianismo [Jesus Before Christianity], por Alfred Nolan, y El Católico de Mañana: Entendiendo a Dios y a Jesús en un Nuevo Milenio [Tomorrow´s Catholic: Undestanding God and Jesus in a New Millenium], por Michael Morwood. Encontrarse con Jesús Nuevamente por Primera Vez [Meeting Jesus Again for the First Time], por Marcus Borg, es un excelente ejemplo de un erudito protestante.

Joshua ben Adam no es Jesús ben Parthenos

Para mantener la distinción entre el hombre histórico y el ícono religioso, llamaremos al primero Joshua ben Adam y al último, Jesús ben Parthenos.

El nombre hebreo dado a esta figura histórica era Yashua, cuya forma anglicanizada es Joshua. Puesto que este Joshua prefería hacerse llamar hijo del hombre o hijo de Adán (que significa lo mismo), su nombre era realmente Joshua ben Adam.

Cuando el nombre Joshua primero se helenizó, luego se latinizó, y finalmente se anglicanizó, se convirtió en Jesús. Puesto que la narración cristiana lo representaba como nacido de una virgen, puede ser llamado, de manera bastante correcta, Jesús ben Parthenos, es decir, Jesús, hijo de la virgen.

Jesús ben Parthenos fue el fundamento de aquel gran sistema de absolutismo religioso conocido como el cristianismo. ¡En qué complicado edificio para el control del pensamiento se convirtió, presidido por una jerarquía apropiadamente complicada de hombres santos apropiadamente vestidos de hábitos, que podían defender la fórmula de Calcedonia de la unión hipostática de lo divino y lo humano en una persona! O cómo es que Dios era tres personas, pero no tres dioses. Cómo el Espíritu Santo procedía del Padre y el Hijo y no del Padre solamente. Cómo el vino se convertía en la sangre verdadera de Cristo sacramental pero no físicamente. ¿Somos justificados delante de Dios por una justicia imputada o impartida? ¿Está la fe salvadora formada con la caridad antes de justificar o después de justificar? ¿Está la predestinación dirigida sólo a los elegidos (singular) o hacia los no elegidos también (doble)? Estos son sólo unos pocos de los grandes problemas teológicos. No nos distraeremos ahora con problemas de menor importancia, como la transmisión del pecado original por medio del sexo, la distinción entre el pecado venial y el pecado mortal, ni las diferencias entre el estado intermedio y el juicio final, y así sucesivamente. Hay suficiente aquí como para tener ocupadas a legiones de teólogos por siglos definiendo la fe y etiquetando herejes.

El cristianismo no tenía ni cien años de edad cuando fue arrebatado con el contagio del celibato. Un verdadero mar de fondo de monjes y monjas continuó incesante por siglos. Todo esto estaba inspirado por la devoción religiosa a Jesús ben Parthenos, el hijo célibe de una madre sin sexo. La sistemática denigración de las mujeres y la sexualidad humana entre los así llamados "primeros padres" de la iglesia hasta el tiempo de Agustín en el siglo cuarto fue absolutamente horrorosa. En la mente de Juliano, todo esto era atribuible a aquel "pálido galileo" que, según se lamentaba, había conquistado el mundo.

Es racionalmente posible ver una clara línea de conexión entre Jesús ben Parthenos y la gran religión mundial que fue fundada en su nombre. Pero no hay ningún enlace racional entre Joshua ben Adam y la anterior parafernalia religiosa. No se halla más a gusto en este "templo" cristiano de lo que estaba en aquel templo judío cuando su ira ardiente hizo volar en todas direcciones los muebles y los cambistas de dinero. ¿Joshua ben Adam compatible con la jerarquía religiosa, el monasticismo, el credismo, y el lavar la sangre de los herejes del piso de la iglesia? ¡Tendríamos que estar bromeando!

El verdadero motivo para remodelar al hombre

¿Cómo fue que Joshua ben Adam se convirtió en Joshua ben Parthenos? ¿Cuáles fueron los factores que entraron en esta metamorfosis? Los eruditos han podido arrojar mucha luz sobre el desarrollo de la tradición de Jesús. Han establecido que ninguna parte del Nuevo Testamento fue escrita por testigos presenciales. Segundo, cristianos de segunda y tercera generación, y hasta de generaciones posteriores, la mayoría de los cuales continúa siendo desconocida, escribieron el Nuevo Testamento.

Un análisis literario puede demostrar que hubo en función un proceso de retroproyección. El suceso de pascua había convencido a la comunidad creyente de que una persona verdaderamente importante había sido ejecutada. Proyectaron sus creencias post-pascua acerca de Jesús hacia atrás, hacia el Joshua ben Adam histórico. Un hombre resucitado de entre los muertos y honrado por Dios de manera tan señalada merecía todos los honores que la comunidad creyente pudiera concederle.

Por ejemplo, en aquel mundo antiguo, a menudo se decía que el nacimiento de los verdaderamente grandes estaba acompañado de presagios y nacimientos virginales. ¿No debería tener lo mismo el hombre más importante? Eruditos como Raymond Brown (El Nacimiento del Mesías), el obispo Spong, o Marcus Borg nos dicen que esta era la manera en que la comunidad primitiva confesaba su fe en Jesús como el singular agente de Dios. Se nos dice que el relato no es históricamente cierto, pero teológicamente correcto.

De la misma manera, la fe en el señorío de Jesús y su autoridad mesiánica fueron proyectados hacia atrás, hacia el relato acerca de su vida. Esto es lo que los eruditos quieren decir con retroproyección.

Luego está el factor de las cambiantes circunstancias históricas de la iglesia. La comunidad adaptó la tradición de Jesús para que se acomodara a las circunstancias históricas de ellos, o hasta para zanjar sus propias controversias religiosas. (Por ejemplo, guardar o no guardar el sábado, comer alimentos kosher, si Pedro o Pablo era la fuente final de autoridad apostólica, etc.). Así como los escritores del Antiguo Testamento a veces recurrían a la frase "Moisés dijo..." para reforzar algún punto de vista religioso, así también los líderes de la segunda o tercera generación de la iglesia no pudieron resistir el impulso de usar la fórmula "Jesús dijo..." para subrayar lo que ellos pensaban que era algún punto importante.

Este proceso de identificar cómo las circunstancias y las controversias históricas de la iglesia son retrotraídas a la tradición de Jesús es lo que los eruditos llaman crítica de forma. También las disciplinas especializadas de crítica de la redacción, crítica histórica, alta crítica y baja crítica, todas han arrojado alguna luz sobre el proceso de cómo Joshua ben Adam fue transformado en Jesús ben Parthenos.

Sin embargo, la tendencia entre todos los eruditos es no ver el bosque por ver los árboles. Hubo una cosa principal que impulsó hacia adelante el proceso entero de fabricación de mitos. Joshua ben Adam fue un escándalo de principio a fin.

Su nacimiento fue un escándalo que salta por doquier desde las páginas de los evangelios. No había escapatoria a las embarazosas preguntas suscitadas por los críticos de Joshua en relación con las irregulares circunstancias que rodearon su nacimiento.

Luego estaba el escándalo de su ministerio. Hizo a un lado los códigos de pureza en favor de una fraternidad, sin ninguna distinción entre los de mala reputación, los don nadies, y la élite religiosa. El hábito de Joshua de "comer" con los pecadores y la gente al margen de la sociedad no puede explicarse como un acto de condescendencia, mucho menos como el método patronizador de salvar pecadores. Era la acción de un hombre al que parecían no importarle los cánones de honor ni de vergüenza.  Todavía peor, era la acción de un hombre a quien no le importaba la posición de Israel como nación favorecida de Dios. El síndrome de Israel como "raza escogida" estaba apoyado por las leyes de pureza que separaban al pueblo "limpio" del "inmundo". La manera del ministerio de Joshua era, por tanto, un escándalo formidable.

Pero el mayor escándalo de todos fue el de su muerte. Su obra en público apenas había comenzado cuando fue parado en seco por una muerte reservada para la escoria de la sociedad, por lo que concernía a los romanos, y para los maldecidos por Dios, por lo que concernía a los judíos y su ley. Si Joshua ben Adam hubiese muerto borracho en un burdel, la desgracia de su muerte no podría haber sido mayor.

Habiendo muerto como una persona despreciable, Joshua ben Adam no tenía las credenciales de un Mesías real. No tenía ninguna mitología de "hijo de Dios" para rivalizar con un César divino a quien se le rendía culto como "el hijo de Dios". Así que sus seguidores sucumbieron a la necesidad de tener una versión más milagrosa de su historia. ¿No era él merecedor de tal honor en vista del suceso de pascua? Eso pensaban, así que desarrollaron el mito de Jesús ben Parthenos - nacido por el propio acto de Dios que involucraba a una virgen, que iba entre los pecadores y los desposeídos para llevarles salvación, y morir en una cruz en un acto glorioso de expiación por los pecados de los seres humanos.

Puede demostrarse fácilmente que ninguno de estos mitos era único, sino que eran parte integral de los mitos que habían sido reciclados una y otra vez, mucho antes de que naciera el cristianismo. Y en retrospectiva de los mitos que se le habían conferido a Jesús, ¿por qué era sorprendente que Dios le levantara de los muertos? ¿No constituía la resurrección una conclusión anticipada de la naturaleza milagrosa de su nacimiento, su vida y su muerte? En realidad, el mito vacía la resurrección de significado.

Pero si, habiendo sido desacreditado tanto por los judíos como por los romanos, y olvidado finalmente por sus propios seguidores, Dios resucitó a Joshua ben Adam de entre los muertos, ¡esa sería una sorpresa! Significaría que Dios puso de cabeza a todo juicio humano. El despreciable don nadie en el juicio de los hombres había sido hecho Señor y Cristo por Dios Todopoderoso.

Esto hace que la verdad sea mucho más extraña e infinitamente más original que el mito. Trágicamente para la arrogancia cristiana, no había nada muy original acerca de Jesús ben Parthenos. Para citar a Joseph Campbell, la principal autoridad mundial en mitos:

"Ahora bien, estudios culturales comparativos han demostrado, más allá de toda duda, que relatos míticos similares se hallan en todos los rincones de la tierra. Cuando Cortés y sus católicos españoles llegaron al México azteca, inmediatamente reconocieron en la religión local tantos paralelos con su propia Fe Verdadera que les fue muy difícil explicar el hecho. Había elevados templos piramidales que representaban, etapa por etapa, como la montaña del purgatorio de Dante, grados de elevación del espíritu. Había trece cielos, cada uno con su salvador, asociado con una serpiente, nacido de una virgen, que había muerto y resucitado, uno de cuyos símbolos era una cruz. Para explicar todo esto, los padres inventaron dos mitos propios. El primero era que Santo Tomás, el apóstol de las Indias, probablemente había llegado a América y aquí había predicado el evangelio; pero, estando estas playas tan alejadas de la influencia de Roma, la doctrina se había deteriorado, de modo que lo que ellos estaban viendo a su alrededor era simplemente una forma horrorosamente degenerada de su propia revelación. Y la segunda explicación, entonces, era que el diablo estaba aquí, deliberadamente vomitando parodias de la fe cristiana para frustrar la misión".

La moderna erudición, comparando sistemáticamente los mitos y los ritos de la humanidad, ha encontrado por todas partes leyendas de vírgenes que dan a luz a héroes que mueren y son resucitados. India está atestada de tales relatos, y sus elevados templos, muy parecidos a los aztecas, representan nuevamente nuestra montaña cósmica de muchos pisos, teniendo el paraíso en su montaña y horribles infiernos debajo. Los budistas y los jaínes tienen ideas similares. Y, mirando hacia atrás, hacia el pasado pre-cristiano, descubrimos en Egipto la mitología de Osiris muerto y resucitado; en Mesopotamia, Tamuz; en Siria, Adonis; y en Grecia, Dionisio; todos los cuales aportaron modelos a los cristianos para sus representaciones de Cristo".

¿Existió Jesús realmente?

Se ha debatido entre algunos eruditos si Jesús existió realmente. El material colaborativo fuera de los escritos del Nuevo Testamento por parte de cristianos de segunda y tercera generación casi no existe. Así que ha surgido la inevitable pregunta: ¿Existió Jesús o fue producto de la imaginación religiosa? La respuesta es "sí" y "no". Jesús ben Parthenos no existió. Fue el producto de la fabricación de mitos.

Sin embargo, por debajo de las capas de mitos religiosos, los eruditos por lo general concuerdan en que hay una persona tan asombrosamente original y tan incorregiblemente real, que es imposible que haya sido producto de la imaginación religiosa. Cuando leemos los primeros documentos cristianos, tenemos la clara impresión de que los autores están haciendo un gran esfuerzo por hacer encajar a Joshua ben Adam en su propio mundo conceptual pero, al mismo tiempo, él no se ajusta a la cajita de ellos - es demasiado grande para la cajita de ellos. Las partes embarazosas o escandalosas del relato no pueden ser ocultadas discretamente con piadosos adornos, y algunas palabras o acciones de Joshua están obviamente en tensión con la visión mundial de los propios escritores. Éstos dejan pedazos de la enigmática historia tirados por allí como otras tantas minas terrestres para volar en pedazos su propio mito.

No aceptamos la tesis de algunos eruditos de que "la búsqueda del Jesús histórico" es fútil, basándose en que la historia no es recuperable. La parte principal de la obra The Jesus Question - the Historical Search [La Cuestión Jesús - la Búsqueda Histórica], de Robert Crotty, es que nos iría mejor quedándonos con un mito que no tiene ninguna base en la historia. Es un mito muy grande y consolador que ha sostenido a la civilización occidental durante 2,000 años. Por otra parte, la búsqueda histórica ha producido tantas versiones del Jesús histórico que este sendero está cuajado de demasiadas incertidumbres. Esta es la esencia de la tesis de Crotty. La obra de 200 años de moderna erudición ha proporcionado pruebas suficientes de que la búsqueda histórica ha sido un verdadero Monte Everest. Sin embargo, el verdadero progreso en la investigación también nos ha estimulado a creer que la cumbre de la montaña que nos atrae no es insuperable.

Con frecuencia ocurre que los problemas y los misterios insuperables son resueltos mediante sencillas soluciones (al menos en retrospectiva). Sugerimos que no hay ninguna diferencia cuando se trata de la tarea de recuperar el bosquejo esencial de la vida y las enseñanzas de Joshua ben Adam. Creemos que la clave se halla en una humanidad que fue asombrosa y encantadoramente real. Las religiones, las culturas, las estructuras sociales y políticas, y las visiones mundiales de la época de Joshua eran muy inhumanas en muchos respectos. Pero Joshua ben Adam exhibió un desarrollo de la conciencia humana y una visión de ser humano que traspasó todos los límites conocidos. No sólo tenía la visión sino también el valor tanto para abogar por como para actuar de acuerdo con la dignidad de ser verdaderamente humano. Hizo esto en presencia de situaciones opresivamente inhumanas y peligrosas.

La metodología erudita es importante, como lo demuestra Dominic Crossan. Pero no es suficiente. La forma sin espíritu es siempre carente de vida, y la mera investigación académica es una meta muerta, como lo demuestra ampliamente Robert Funk en Honest to Jesus. El elemento más vital de la búsqueda es compartir el espíritu de Joshua ben Adam. Sin este espíritu, estamos seguros de salirnos del camino.


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