William Miller
William Miller

EL EXTRAÑO ERROR

DE WILLIAM MILLER

DAYS OF DELUSION -
A STRANGE BIT OF HISTORY

Clara Endicott Sears, 1924

Capítulo 6

REUNIONES AL AIRE LIBRE

Traducido 


"I am bound for the kingdom.
Will you go to glory with me?
Hallelujah, O Hallelujah!
I am bound for the kingdom,
Will you go to glory with me?
Hallelujah, O praise the Lord"
(Antiguo himno de reuniones al aire libre, 1843)
Las reuniones al aire libre comenzaron cuando se inició la primavera. Por algún tiempo, había prevalecido la impresión general de que el fin llegaría en abril y, aunque no hay ninguna prueba de que el profeta Miller haya fijado ninguna fecha en ese mes, no hay duda, en absoluto, de que, entre sus seguidores, muchos predicaban que el gran día llegaría antes del primero de mayo. Tan pronto el tiempo lo permitió, sin embargo, se erigió la gran carpa del Tabernáculo, primero en un lugar y luego en otro, y la agitación y la excitación de las exhortaciones y las oraciones y los cantos atraían multitudes de asustados seres humanos, así como una hueste que fue por curiosidad a las reuniones al aire libre de Miller. A una de estas reuniones fue nuestro poeta de la Nueva Inglaterra, John Greenleaf Whittier, que después escribió un interesante relato de sus impresiones. Algunas de ellas aparecen a continuación, escritas en un lenguaje tan descriptivo que recrean la escena vívidamente delante de los ojos del lector. Seguiremos el camino rural con él y le oiremos contar lo que vio:

"'¡Diligencia lista, caballeros! ¡Diligencia para el campamento, Derry! ¡Reunión al aire libre sobre el segundo advenimiento!'

"Acostumbrado como comienzo a estar a lo que se ve y a lo que se oye en esta concurrida ciudad, debo confesar que me sentí un tanto alarmado por este formal anuncio del conductor de una diligencia, de pie al lado de sus caballos, balanceando el látigo con alguna impaciencia: '¡Setenta y cinco centavos al campamento del segundo advenimiento!' La diligencia pronto se llenó; el conductor hizo restallar su látigo, y el vehículo se alejó traqueteando calle abajo.

"¡El segundo advenimiento - la venida de nuestro Señor en persona a la tierra, con señales, maravillas, y terribles juicios - los cielos enrollándose como un pergamino, los elementos fundiéndose con el terrible calor! ¡La poderosa consumación de todas las cosas, a las puertas, con su destrucción y sus triunfos, los tristes gemidos de los perdidos y los gozosos cantos de los glorificados! De esta superpoblada colmena de la industria - desde estos poblados molinos de las ganancias - había aquí hombres y mujeres que salían con solemne seriedad a prepararse para el temido momento que ellos verdaderamente suponen está a sólo unos pocos meses en el futuro, y alzar sus voces de advertencia en medio de los burladores y dudadores, y para clamar en alta voz a los sacerdotes ciegos y a las iglesias descuidadas: 'He aquí, viene el Esposo!

"Fue una de las más hermosas mañanas de esta la más hermosa estación del año, y el aire estaba tibio y suave; una clara luz de sol caía sobre las agujas de la ciudad; las colinas de Dracut se veían tranquilas y verdes a la distancia, con sus blancas casas-granjas y sus árboles dispersos; alrededor mío, el continuo ruido de pisadas de gente que se apresuraba a cumplir las tareas del día; mercaderes que extendían su mercancía a los ojos de los compradores; el sonido de martillos, el agudo sonido de las llanas de los albañiles; el murmullo de las grandes fábricas, apagado por la distancia. ¿Cómo era posible, en medio de tanta vida, a la luz del sol que salía, y a la vista de tanta y tan abundante belleza, que la idea de la muerte de la naturaleza - el bautismo del mundo en fuego - pudiera tomar una forma tan práctica como ésta? Y sin embargo, aquí había hombres sobrios, inteligentes, y mujeres delicadas y piadosas que, creyendo verdaderamente que el fin estaba a las puertas, habían dejado sus oficinas, los talleres, y las tareas caseras para publicar las grandes nuevas, y despertar, si fuese posible, a una generación incrédula para que se preparara para el día del Señor y para ese bendito milenio - el paraíso restaurado - cuando, renovada y purificada por el fuego, la tierra se convertiría en lo que antaño se convirtió el jardín del Señor, y sólo los santos la heredarán....

"Confieso que no simpatizo con mis amigos del segundo advenimiento en la lamentable depreciación de la madre tierra, aún en su presente estado. Encuentro extremadamente difícil comprender cómo es que este buen, verde, y luminoso hogar nuestro reposa bajo una maldición. Realmente, no me parece para nada que sea en absoluto como el rollo que el ángel llevó al profeta en visión, 'escrito por ambos lados, con lamento, aflicción, y dolor'. Las puestas de sol de septiembre, los cambiantes bosques, la salida de la luna y la nube, el sol y la lluvia - por lo que a mí concierne, yo me contento con ellos. Ellos llenan mi corazón con un sentido de belleza. Veo en ellos la obra perfecta de infinito amor, así como sabiduría.

"Sin embargo, puede ser que nuestros amigos Adventistas coincidan con la opinión de un antiguo escritor acerca de las profecías, que consideraba las colinas y los valles de la superficie de la tierra, y los cambios de las estaciones, como otras tantas manifestaciones de la maldición de Dios, y que en el milenio, como en los días de la inocencia de Adán, todas estas pintorescas desigualdades serían niveladas hemosamente, y la superficie plana extendida para que creciera la hierba.

"Como sería de esperarse, el efecto de esta creencia en la rápida destrucción del mundo y la venida personal del Mesías, actuando sobre una clase de mentes incultas, y en algunos casos, crasas, no siempre está de acuerdo con el ilustrado ideal cristiano de días mejores. Uno se asombra al leer algunos de los 'himnos' de estos creyentes. Imágenes sensuales - descripciones semi-musulmanas de la condición de los 'santos' - alborozo por la destrucción de loss 'pecadores' - se mezclan con las hermosas y tranquilizadoras promesas de los profetas. Es verdad que, algunas veces, se encuentran entre los creyentes hombres de una espiritualidad refinada y exaltada, que en sus vidas y su conversación le recuerdan a uno al caballero errante cristiano de Tennyson en su anhelo de la esperanza puesta delante de él:

"'A mí me es dada
Una esperanza a la cual no temo;
Anhelo respirar el aire del celo,
Que algunos veces encuentro aquí.
Musito sobre los goces que no cesan,
Espacios puros llenos de rayos vivientes,
Blancos lirios de eterna paz,
Cuyos olores me persiguen en mi sueño'.

"Uno de los más ridículos ejemplos de la fase sensual del millerismo, la incongruente mezcla de lo sublime con lo ridículo, se me mencionó no hace mucho. En la parte occidental de este estado, una elegante joven se convirtió en entusiasta creyente en la doctrina. El día que había sido designado como el del fin del tiempo, ella empacó todos sus finos vestidos y las cosas de tocador valiosas en un gran baúl equipado con grandes correas y, sentándose encima de él, se abrochó las correas sobre los hombros, esperando pacientemente la crisis - calculando astutamente que, como tenía que ir hacia arriba, sus posesiones y bienes muebles la seguirían por necesidad.

En este punto el poeta cuenta de una visita que hizo el otoño anterior a un campamento de reuniones al aire libre en East Kingston.

"El lugar había sido bien escogido", dice. "Un bosquecillo de altos pinos y abetos proyectaba su sombra melancólica sobre la multitud dispuesta en ásperos asientos de tablones y troncos. Varios cientos - quizás mil - estaban presentes, y más estaban llegando rápidamente. Dispuestas en círculo, formando un fondo de nívea blancura para las oscuras masas de gente y de follaje, estaban las blancas carpas, y detrás de ellas los quioscos de comidas y las cocinas. Cuando llegué al sitio, un himno, cuyas palabras no pude distinguir, se dejaba oír a través de los oscuros pasadizos del bosque. Pude darme cuenta enseguida de que el himno tenía su efecto sobre la multitud delante de mí, aumentando a una mayor intensidad su ya exaltado entusiasmo. Los predicadores fueron puestos en un púlpito basto de ásperas tablas, debajo del cual sólo había, a modo de alfombra, las hojas muertas y las flores del bosque, y estaba adornado, no de seda y terciopelo, sino de las verdes ramas de los sombríos abedules alrededor de él. Uno de los predicadores siguió a la música en una fervorosa exhortación sobre el deber de prepararse para el gran evento. A veces era realmente elocuente, y y su descripción del día final tenía la espectral claridad del cuadro de Anelli del Fin del Mundo.

"Suspendidos del frente del basto púlpito había dos anchos lienzos de lona, sobre uno de los cuales estaba la figura de un hombre, la cabeza de oro, el pecho y los brazos de plata, el vientre de bronce, las piernas de hierro, y los pies de arcilla - el sueño de Nabucodonosor. En el otro estaban representadas las maravillas de la visión del Apocalipsis - las bestias, los dragones, la mujer vestida de escarlata que vio el vidente de Patmos, y tipos, figuras, y símbolos místicos orientales, traducidos a llamativas realidades yankees, y exhibidas como las bestias de un circo viajero. Una horrible imagen, con sus espantosas cabezas y su escamosa extremidad caudal, me recordó la tremenda línea de Milton que, hablando del mismo malvado dragón, lo describe como

"'Balanceando los escamosos horrores de su doblada cola'.

"Para una mente imaginativa, la escena estaba llena de novelesco interés. El blanco círculo de las carpas; los oscuros arcos de las ramas del bosque; los rostros serios, vueltos hacia arriba; las sonoras voces de los oradores, cargadas con el terrible y simbólico lenguaje de la Biblia; el humo de las hogueras, subiendo como incienso - me retrotrajeron a aquellos días de primitiva adoración de los cuales habla la tradición en susurros cuando, en las cumbres de los cerros y a la sombra de antiguos bosques, la religión tuvo sus primeros altares, cuando cada hombre era sacerdote y el universo entero era el templo.

"Sabia y rectamente ha hablado el Dr. Channing de esta doctrina del Segundo Advenimiento en su memorable discurso en Berkshire poco antes de su muerte:

"'Hay algunos entre nosotros en el momento presente que están esperando la rápida venida de Cristo. Esperan, antes de que termine otro año, escuchar su voz y estar de pie delante del trono de su juicio. Estas ilusiones nacen de un error de interpretación del lenguaje de las Escrituras. ... El cristiano, cuyos ojos y oídos internos están tocados por Dios, discierne la venida de Cristo, oye el sonido de las ruedas de su carruaje y la voz de su trompeta, cuando nadie más las percibe. Discierne la venida del Salvador en la alborada de una verdad más grande en el mundo.... Cristo viene en la conversión, la regeneración, y la emancipación del mundo"'. [John Greenleaf Whittier, Prose Works. Publicado en 1866, por Ticknor & Fields, Boston.]

Esta visita de Whittier al campamento de reuniones al aire libre de East Kingston ocurrió en 1842, cuando prevalecía una gran solemnidad y refrenaba muchas de las manifestaciones de histeria que vinieron más tarde. El finado Daniel M. Treadwell describe una visita a un campamento ese mismo año, en un libro titulado Reminiscences of Men and Things on Long Island [Reminiscencias de hombres y de cosas en Long Island], publicado en 1917. Debe decirse que él tenía poca paciencia para con la doctrina de Miller, pero la seriedad de sus seguidores evidentemente lo impresionó. El contenido del libro está tomado de los diarios que él inició temprano en la vida. Por lo tanto, no tenía que depender de su memoria.

"Domingo, agosto 14, 1842. Hoy fui a ver el gran campamento millerista en el bosque de Petit, como a una milla al sur del villorrio de Hempstead. Creemos que han estado acampados aquí como una semana. Este trozo de bosque primitivo está encantadoramente adaptado y se usa para propósitos de esta clase. El terreno está cercado, o empalizado, y puede cerrarse por la noche para mantener fuera a los intrusos. El campamento no difiere esencialmente de un campamento Metodista ordinario. Hay un gran refugio, o estrado, desde el cual se predican los sermones o se presentan las conferencias.

"Había suficientes asientos para dos mil personas. Además, hay una gran carpa con capacidad para mucha gente, y para ser usada en una urgencia a causa del mal  tiempo. Las carpas privadas, de las cuales había muchas, estaban dispuestas en el terreno casi de la misma manera que en un campamento ordinario....

"Había un vasto número de personas en el terreno hoy, la mayoría de las cuales habían sido atraídas por la curiosidad, y la novedad de la ocasión...

"Mientras la gran muchedumbre del campamento, que no eran ni adoradores ni neófitos, mantenía un maravilloso decoro, lo opuesto ocurría fuera del terreno; por un cuarto de milla al norte y al sur de la entrada principal, tenía lugar todo tráfico concebible de fluidos bebibles, y ruidosos grupos errantes ocupaban cubículos sobre la carretera. Había una corriente constante de peatones que iban y venían del villorrio de Hempstead.

"El orador más atractivo durante el día era Joshua V. Himes, santo principal y profeta. Habló dos veces durante el día desde la plataforma de afuera. Un tal Amasa Baker peroraba desde dentro de la carpa grande. Era un fanfarrón. Decía enfáticamente que todos los santos que aceptaban las enseñanzas del profeta, y estaban preparados, entrarían al reino con Cristo en el siguiente abril. Todos los demás serían quemados por un Dis vengativo, hasta convertirse en cenizas. Muchos otros predicaban, pero el método principal de hacer prosélitos era por la circulación de libros y folletos, no solamente para el campamento, como se hacía en aquel tiempo, sino que, por años el país había sido inundado por literatura, folletos, y libros milleristas. Ninguna casa en South Side escapaba a esta aflicción. Muchos de los folletos consistían de laberintos de diagramas y signos, con un enredo de matemáticas, cronología, y referencias bíblicas, por completo más allá de la comprensión de cualquier hombre cuerdo. La devoción a su causa por parte de estas gentes engañadas, y su absoluta fe, trasciende cualquier cosa que hayamos visto en relación con entusiasmo religioso. En todas sus reuniones de oración, sus cantos, y sus conversaciones, había una maravillosa seriedad para una causa tan débil.... Muchos prosélitos se hicieron en Hampstead por medio del robusto y trabajador South Side, que había resistido con éxito las apelaciones de otras sectas".

Las dos cartas siguientes, dirigidas a la abuela materna de la autora, la Sra. de George Peabody, de Salem, Massachusetts, relatan una reunión al aire libre en esa ciudad cuando ésta estaba en el cenit de su cultura, distinción, y prosperidad, y cuando la profecía de William Miller era uno de los grandes puntos de discusión por todo el país. Sucedió que el Sr. George Peabody y su familia estaban en Europa cuando la gran carpa del Tabernáculo fue erigida en North Salem. Ellos recibieron muchas cartas interesantes de parientes y amigos en la madre patria, contándoles acerca de la excitación religiosa que estaba arrasando la tierra. La primera carta dice como sigue:

"Charles M. Endicott a su prima, la Sra. de George Peabody.

"Salem, enero 5, 1843.

"Querida Clara: Estamos en medio, si no de una revolución, por lo menos de una gran excitación sobre el tema de la religión. Las anteriores cartas desde casa sin duda te han informado que los milleristas han tenido un campamento de reuniones al aire libre en North Salem, cerca de Orne´s Point, por más de una semana, y que nuestra pequeña ciudad ha estado casi desierta diariamente. Grandes muchedumbres han sido vistas moviéndose en esa dirección, y los caminos han estado literalmente bloqueados por carruajes de todo tipo, transportando pasajeros hacia y desde el lugar de reunión. Dudo de que París mismo presente a menudo un aspecto más concurrido. Entiendo que el éxito de los milleristas para conseguir conversos es bastante satisfactorio, y han demostrado, tan concluyentemente como los signos del Zodíaco multiplicados por las semillas de una calabaza de invierno no pueden probar nada, que este planeta mundano nuestro - el gran 'Moulin Joly' en el cual vivimos - se extinguirá, será completamente destruído, totalmente aniquilado, en abril de 1843.

"Después llegó el gran agitador religioso, el pastor Knapp, a lo que a él le gusta llamar 'esta fortaleza de Satanás', [N. B. Había un gran número de Unitarios en Salem para esta época; la mayoría eran oponentes de la doctrina de Miller] y la manera en que trataba a su sutil Majestad, y los términos familiares en los que parecía estar con él, hacía que muchos de sus oyentes sintieran más agudamente su inmediata proximidad de lo que nunca antes la habían sentido. El mismo olor a azufre de su persona era evidente a los nervios olfatorios de muchos, e involuntariamente se estremecían cuando miraban por encima del hombro, no fuera a ser que se lo encontraran con su trinchante, listo a lanzarlos al tormento interminable. Después de Knapp, y pisándole los talones, llegó el señor Kirk, más refinado, con su persuasiva elocuencia y florida retórica, administrándonos de manera más insidiosa, y en dosis más pequeñas, la misma clase de medicina, pero más adaptada a aquéllos cuyos delicados estómagos rehusaban las poderosas pócimas de su predecesor. Habiendo ganado para sí considerable renombre por su éxito al abrir los ojos de los ciegos, particularmente entre la gente elegante de Boston, por supuesto era muy solicitado y muy admirado. Sin embargo, siendo nosotros una generación perversa y malvada, no duró mucho - en otras palabras, esta imaginería fue un fracaso total en  aquéllos a los cuales estaba destinada a ser aplicada, vale decir, la denominación Unitaria. Al mismo tiempo que con este cortés predicador, nuestra ciudad fue favorecida con una visita del erudito señor Theodore Parker, el trascendentalista, que había estado presentando una serie de sermones en el Mechanics Hall a auditorios que lo llenaban a reventar. Humildemente, espero que salga algo bueno de esta conmoción, o avivamiento, como comúnmente se le llama. Sin embargo, no puedo remediar tener mis dudas de que muchas piadosas y buenas resoluciones morirán con la ocasión que las motivó. Siempre ha habido en el mundo demasiado de esa religión que Rebeca, en 'Ivanhoe', dijo que 'estaba siempre en la lengua, pero rara vez en el corazón o en la práctica'.

"Suyo, etc., tu primo, C. Y".

La Sra. de George Peabody recibió otra carta, describiendo la misma reunión al aire libre, pero en mayor detalle, de su hermano, el señor William P. Endicott:
"Salem, diciembre 30, 1842.

"... Durante el otoño pasado y en lo que va de este invierno, se han hecho esfuerzos señalados y desesperados en favor de la conversión de los pecadores. Primero, Miller, el 'profeta,' levantó su tabernáculo en nuestro vecindario, y poderosa fue la lucha contra Satanás. Los ejercicios públicos eran irreprensibles, como lo pensé, pero la dirección familiar o privada de sus ignorantes discípulos eran inconcebiblemente repugnantes. Nadie quedaba excluído de asistir a éstos últimos hasta que la carpa estaba llena. Mencionaré un caso para ilustrar su carácter general. Yo estaba a la puerta de una de sus carpas, donde un individuo furioso e ignorante oraba por los pecadores presentes de esta guisa: '¡Oh, pecadores, el fin está a las puertas y no lo creéis! ¡Arrepentíos antes de que sea demasiado tarde, porque el fin viene! Y si Él os encuentra en vuestros pecados, ojalá no hubiéseis nacido, porque Él os tragará en su ira, y como vosotros no servís para nada sino como vómito de Jehová, cuando Él os haya tragado os escupirá derecho al infierno!  Este es, palabra por palabra, el lenguaje usado, y por extraño que parezca, estos impíos desvaríos tenían el efecto de aumentar el número de los seguidores de Miller. Apenas había terminado Miller de hacer sonar su trompeta, cuando el pastor Knapp, que había sido famoso en Boston, tomó la palabra, y ahora está trabajando día y noche, en mi opinión, no para reformar, sino para obtener seguidores, y le va bien. No puedo hacer un relato detallado de los varios mecanismos que se usan. El más prominente, sin embargo, es el 'Asiento de la Ansiedad', al cual recurren diariamente muchos de los pecadores convencidos, y habiendo purgado sus pecados, salen inexpresablemente felices en el engaño de que su obra está consumada. No dudo de que algunos se benefician con el proceso; pero, ¿no es de temer que muchos, si no la mayoría, tristemente cometan el error de suponer que algunos días de frenético convencimiento de pecado pueden expiar toda una vida malgastada? He escuchado a este predicador, y veo en él mucho para explicar el maravilloso poder que ejerce sobre las mentes de los ignorantes. Es un atrevido e inescrupuloso denunciante de la venganza de Dios contra todos los que tienen una fe diferente. Se destaca al hacer terroríficas descripciones del infierno y la tortura. Abre el abismo, y su lenguaje gráfico apunta los ojos de la mente hacia los tormentos materiales que han de ser infligidos por el diablo, el cual, con sus cuernos, sus pezuñas, y su cola, se alza ante sus aterrorizados ojos, y tan intensamente horrible pinta este hombre el cuadro, que muchos se desmayan después de un alarido de desesperación. En mi opinión, sus oraciones son blasfemas por su familiaridad. Por ejemplo, dice; '¡Envía, oh Señor, la lluvia de tu gracia sobre esta asamblea, como lluvia de billetes de a cincuenta!' De los Episcopales, dice: 'La adoración de ellos es tan fría y formal, que algunos de sus libros de oraciones lanzados al infierno lo congelarían, de manera que el diablo podría patinar muy bien'. De los Unitarios dice: 'Las agujas de sus templos deberían apuntar hacia abajo, para dar una idea correcta de hacia dónde se dirige la gente.' "Así que vosotros veis que, si no todos somos hechos mejores para cuando volváis a nosotros, no será por falta de prédica conmovedora. El señor Kirk está aquí, un hombre por completo diferente, etc., etc.

"Tu afectuoso hermano, W.P. E".

Es evidente que la salud del profeta Miller se había deteriorado todavía más en esta época, puesto que no se hace ninguna referencia a su prédica en ninguna de estas cartas, aparte de que, después de que él había "hecho sonar su trompeta", fue sucedido por el Pastor Knapp y el más refinado señor Kirk, los cuales parecen haber causado una definida impresión, por no decir nada del hermano tragafuegos de los barrios bajos. El hecho de que estos hombres de tan diferentes calibres predicaran en la misma carpa y casi al mismo tiempo a muchedumbres de tipos igualmente variados muestra cuán rápida e infaliblemente una sugerencia hecha con fuertes palabras se apoderará por igual de la imaginación de educados y no educados, por lo menos despertando su curiosidad, si no por ninguna otra razón. A la edad de noventa y tres años, Daniel Kinsley, de Worcester, le hizo a la autora un relato de una reunión a la que él asistió en Fletcher, Vermont, donde William Miller predicaba. El señor Kinsley tenía quince años de edad en ese tiempo. La reunión tuvo lugar en un bosque fuera de la población. Era un excelente día de Junio y una gran muchedumbre se había congregado allí, habiendo venido desde todos los pueblos y las aldeas vecinos en coches ligeros y en carromatos.

Cuando el profeta Miller subía a la plataforma, parecía tener una estattura un poco menos que mediana. El señor Kinsley lo describió como "un hombre serio y celoso, con un maravilloso poder de conservar la atención  del auditorio y de persuadirlos a aceptar su propia creencia. No gritaba ni despotricaba, como hacen muchos reavivacionistas. Impresionaba por medio de su maneras serias y su modo de dirigirse a sus oyentes. Cuando hablaba, la gente tenía que enderezarse en sus asientos y escuchar. No podían evitarlo".

El señor Kinsley también dijo que muchos hombres que uno nunca supondría serían influídos por Miller o por su teoría a menudo se convertían en seguida y caían por completo bajo el hechizo del engaño.

Otro relato de una reunión, en la cual predicó el profeta Miller, fue recibido por la autora de parte de la Sra. Susan L. Harrisy, de West Millbury, Massachusetts.

"Tengo ochenta y dos años de edad", escribió, "y en ese tiempo tenía sólo cinco años. Pero, oyendo a mi madre contar acerca de ello años más tarde, me parece como si yo misma lo recordara.

"En esa época, mi madre vivía en Chicopee, cerca de Springfield, en la parte occidental del estado. Miller mismo vino aquí, y tuvo un buen número de reuniones. El interés en la Segunda Venida de Cristo alcanzó niveles de fiebre.

"Mi madre, habiendo oído hablar mucho, asistió a algunas de las reuniones personalmente. Recuerdo haberle oído contar cómo fue a una de ellas, y mientras la excitación era altísima, las damas se despojaban de sus aretes (estaban bastante de moda en aquellos días) y anillos. Sentada al lado de mi madre estaba mi hermana mayor, que tenía puestas las cuentas de oro de mi madre, y comenzó a soltárselas para ponerlas en el platillo, cuando un oportuno codazo de mi madre y una indirecta para que dejara quietas las cuentas, detuvo el programa.

"Recuerdo también haberle oído decir que, en el día señalado, se reunieron en una alta colina cercana vestidos de blanco, esperando ser de los que habrían de encontrarse con el Señor en el aire, pero creo que todos ellos deben estar durmiendo tranquilamente en los cementerios en este momento".

"¡Pero con qué terribles sonidos
Se les habla a los impíos!
El cielo resuena con sus gemidos
Al ser puestos a su izquierda -
'Apartaos, malditos,' exclama el juez,
'Para ser destruídos en ardientes llamas!"'
De The Millenial Harp. Publicado por Joshua V. Himes, 1843.

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