Capítulo 3
Un
comienzo desfavorable: 1844-1888
Los fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
eran personas duras y decididas. Eran sobrevivientes de un
gran naufragio religioso. El espectacular movimiento del
despertar adventista de la década de 1840, (1) algunas veces
llamado movimiento millerista, había encallado en las rocas
del "gran chasco" del otoño de 1844. Cristo no había venido
como se esperaba confiadamente.
Aunque curados para siempre de la tentación de fijar un tiempo
definido para el escatón, estos pocos sobrevivientes no
abandonaron la esperanza en la cercanía del advenimiento.
Conservaron mucho de la compleja armazón profética heredada
del movimiento millerista, y a esto se le añadió la creencia
de que la hora del juicio final había llegado en el santuario
celestial, la enseñanza de la no inmortalidad del alma, y la
observancia del séptimo día sábado. Creían que el dedo de la
profecía les había marcado como el "remanente" de los últimos
días (Apoc. 12:17), llamado por Dios a predicar la invitación
evangélica final a toda nación y tribu en la tierra en
preparación para el regreso de Cristo (Apoc. 14:6-14).
Estos pioneros del Adventismo del Séptimo Día eran como un
ejército lastimosamente diezmado. La mayoría de sus camaradas
y todos sus líderes habían caído. (2) Ni una sola figura
notable adornaba su grupo. No tenían ningún pastor de
abundante herencia religiosa que los guiase. No poseían
ninguna gran erudición religiosa. La mayoría de ellos eran más
bien pobres. Y ya estaban separados de la corriente principal
de la iglesia cristiana. Nadie que estuviese mirando les
habría dado mucha oportunidad de éxito, especialmente con lo
que podría parecer un comienzo desastroso. Aparte de la
influencia carismática de la joven Ellen White, podrían
haberlo abandonado todo. Pero la contribución de ella inspiró
a estos sobrevivientes con un asombroso sentido de destino y
misión mundial.
La pregunta ante nosotros es directa. ¿Cómo ejecutaron los
Adventistas del Séptimo Día su tarea de predicar y enseñar el
"mensaje del tercer ángel" en el período 1844-1888? Quizás sea
mejor dejar que los mismos adventistas responda esta pregunta,
porque este autor no es en modo alguno el primero en examinar
este período.
Uno de los adventistas que resumieron esta era fue Norval
Pease. En su disertación para optar por una maestría en el
Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día en 1945, (3)
examinó la situación de la doctrina de la justificación en la
Iglesia Adventista antes de 1888. Concluyó que estaba ausente
casi por entero. Pease escribe: "Los registros de este período
de cuatro décadas no se han encontrado en abundancia; y las
ocasiones en que se menciona esta doctrina particular son
comparativamente pocos". (4) Continúa diciendo que una
declaración hecha por la Sra. White indica que ella y su
esposo habían estado solos durante cuarenta y cinco años en la
enseñanza de esta doctrina. (5) La declaración de la Sra.
White es respaldada por las primeras publicaciones periódicas
y los primeros libros que, dice Pease, "revelan hambre de
material en este campo". (6) Desde el 15 de agosto hasta el 19
de diciembre de 1854, el membrete de Review and Herald publicó una lista de las
"principales doctrinas enseñadas por la Review", y esta lista "no
incluía absolutamente ninguna mención de justificación,
justicia, o cualquier tema relacionado". (7) Pease hace una
pausa en su infructuosa búsqueda y observa:
Hasta ahora, la tendencia
de las cuatro décadas que terminaron en 1888 es evidente.
Hasta mediados de la década de 1880, el tema de la
justificación y la justicia por fe prácticamente no había
sido tocado en publicaciones periódicas y libros Adventistas
del Séptimo Día, aparte de refrencias ocasionales de James
White. (8)
Pease informa que esta situación fue apropiadmente comentada
por la Sra. White en un discurso durante una reunión de campo
en Rome, New York, el 17 de junio de 1889.En esta ocasión,
dijo:
Se me ha preguntado: ¿Qué
piensa usted de esta luz que estos hombres [A. T. Jones y E.
J. Waggoner] están presentando? Bueno, yo se los he estado
presentando durante los pasados cuarenta y cinco años, - el
encanto incomparable de Cristo. Esto es lo que he estado
tatando de presentar antes las mentes de ustedes. Cuando el
hermano Waggoner presentó estas ideas en Minneapolis, fue la
primera enseñanza clara que yo hubiese oídosobre
este tema de parte de cualesquiera labios humanosm
exceptuando la conversación entre ni esposo y yo. (9)
El juicio de este pastor e historiador adventista no debe
ponerse en duda. En el período 1844-1888, hubo un fracaso casi
total de parte de los adventistas en reconocer la posición
fundamental de la Reforma. Excepto por unos pocos comentarios
superficiales de J. H. Waggoner, la posición casi universal
era que la justicia
aceptable delante de Dios se encuentra en la obediencia de
la ley con la ayuda del Espíritu de Dios. Esta era
una posición esencialmente semi-pagana de justicia por la fe
(es decir, que la aceptación para con Dios es el resultado de
la cooperación entre el esfuerzo humano y el divino). En otras
palabras, la justificación en base a la justicia imputada de
Cristo quedaba subordinada a la santificación del creyente por medio de la
renovación interior. No hubo ningún progreso hacia la posición
de los reformadores sino hasta la que llegó en 1888 bajo la
dirección de A. T. Jones y E. J. Waggoner.
Ahora intentaremos respaldar este argumento con la literatura
de ese período, que revela cómo la justificación estaba
subordinada de una manera católica romana por los maestros
adventistas de las primeras cuatro décadas. Había cuatro
características principales del enfoque Adventista del Séptimo
Día del evangelio que nos llevan a esta conclusión:
1. La justificación
estaba subordinada a la santificación en que la justificación
era vista como sólo para
los pecados del pasado. J. H. Waggoner, (10) James
White, (11) y Uriah Smith (12) presentaron la importancia de
la obra de Cristo como sólo para los pecados del pasado. Esta
relegación de la justicia de Cristo al pasado era ayudada po
el hecho de que, en las primeras cuatro décadas, la enseñanza
adventista sobre el evangelio de la Reforma casi no asignaba
lugar a la obediencia activa (la vida) de Cristo. El énfasis
era siempre en la muerte de Cristo por los pecados del pasado.
(13) Si la vida de Cristo se mencionaba era sólo como ejemplo.
(14)
2. A la justificación
se le da la categoría de mera
justificación. Éstas no son sólo otras tantas palabras. Más
bien, es la tendencia general de todas las exposiciones
examinadas del período. Hay un énfasis abrumador en la ley y uno
correspondientemente menor en el evangelio. Para ilustrar, un
libro fue publicado por Roswell E. Cottrell, titulado The Bible Class: Lessons upon
the Law of God, and the Faith of Jesus [La clase
bíblica: Lecciones sobre la ley de Dios y la fe de Jesús]. En
la página del título, las palabras "ley de Dios" aparecen en
tipo grande, mientras que las palabras "Fe de Jesús" aparecen
en un tipo de letra considerablemente más pequeño. Esto podría
explicarse como meramente un error de parte del linotipista.
Sin embargo, el libro mismo dedica las primeras cincuenta y
nueve páginas a una discusión de la ley, luego diez páginas a
la fe de Jesús, o el evangelio. Se habla de la vida de Jesús
sólo como ejemplar. Más tarde, Cottrell se opondría al mensaje
de 1888. (15)
A causa de que la abrumadora preocupación de los adventistas
de este período era la preparación para la venida de Cristo,
la adquisición de la justicia que sería lo bastante buena como
para que pudieran pasar por "el tiempo de angustia",
subrayaron el imperativo hasta tal punto que el indicativo
disminuyó. Así, pues, su religión fue hagiocéntrica (enfocada
en el santo).
3. A la luz de lo que
antecede, no es difícil entender el énfasis que es incesante
en el tiempo hasta 1888 - a saber, que la aceptación en el juicio final se
basa en la santificación (y en particular, en la
gracia interior).
J. H. Waggoner expresó esto con fuerza en su libro Justification by Faith
[Justificación por la fe]. Luchaba contra el antinomianismo y
el calvinismo. Para él, el juicio basado en las obras era un
golpe de muerte tanto para el antinomianismo como para la
doctrina calvinista de la "seguridad eterna". Veía el juicio
según las obras como lo opuesto a la justificación por la fe.
Para Uriah Smith, Cristo perdona el pasado y provee la gracia
y la fortaleza que nos permite obedecer en el futuro y así
obtener aceptación delante de Dios. (16)
Según los escritores de este período, la renovación interior o
transformación puede describirse bien como la justicia de
Cristo o la justicia de (o por) la fe. Es la justicia de
Cristo porque es su obra en el corazón, y es la justicia de la
fe porque surge (es el resultado) de la fe. (17)
En la primera teología del pacto de los adventistas, la obra
del nuevo pacto del Mediador es minimizada en el interés de
adquirir una santificación aceptable para el juicio.
(18) El defecto del antiguo pacto residía, no en las
condiciones impuestas al pueblo ni en las promesas de cumplir
esas condiciones, sino en la
incapacidad y el fracaso del pueblo para guardar la ley.
De aquí que fuese necesario un nuevo arreglo. La gracia de
Dios se da - la ley es escrita en el corazón en la
regeneración - y esto capacita al creyente para guardar la ley
aceptablemente y comparecer en el juicio de Dios. (19) Así,
pues, la persona librada del pecado por fe en Cristo Jesús
entrará en la ciudad de Dios como guardador de los
mandamientos. (20) Es así como la justificación por la ley, como explicó G. I.
Butler bajo su esquema doctrinal, se interpreta en el sentido
de buscar la aceptación para con Dios en base a nuestro propio
esfuerzo sin ayuda del Espíritu de Dios, que ha venido a
ayudar al creyente a hacer eso (guardar la ley) que los que
están bajo la antigua dispensación no pudieron hacer y que él
(aun ahora) no podría hacer "con sus propias fuerzas". (21) La
notable afinidad de esta enseñanza con la teología tridentina
no dejará de ser notada. (22)
4. Otra característica
esencial del esquema tridentino es el perfeccionismo. El
perfeccionismo estaba predominantemente implícito en este
período, pero se vuelve explícito en los los períodos
siguientes que se examinarán. Quizás se necesitaba tiempo para
que se hiciera evidente la lógica de la posición teológica.
Pero estaba comenzando a aflorar aun en las primeras décadas
del movimiento. Aunque James y Ellen White tuvieron ocasión de
reprender a los proponentes del perfeccionismo del movimiento
de santidad, (23) no faltaban de parte de James White
declaraciones con un sabor decididamente perfeccionista. (24)
Un corolario de su punto de vista de que el juicio había
comenzado era que, después de la terminación del juicio,
habría un período antes del regreso efectivo de Cristo durante
el cual los seres humanos debían vivir sin Mediador. A medida
que White consideraba esto, se convenció de que "una
consagración de todo punto tan completa como" la del pecador
agonizante era inadecuada para que los santos pudieran pasar
por este "tiempo de angustia". La consagración de la vida era mayor que la del
que muere en el Señor. (25)
Parece que la Sra. White no compartía la misma perspectiva que
su esposo en algunos aspectos centrales de religión. LeRoy
Edwin Froom ha hecho una ilustración gráfica de cómo el
énfasis principal de James White era sobre la ley, mientras
que el énfasis de Ellen White era sobre el evangelio. (26)
Además, James White distinguía entre la preparación para la
muerte y la que es esencial para el traslado sin ver muerte.
Pero ellen White afirmaba aque la misma preparación que lo
prepara a uno para la muerte también lo prepara para el
traslado, porque, de la misma manera que ningún cambio tendrá
lugar en el carácter a la segunda venida, así también no
tendrá lugar ninguno al morir o al resucitar. (27) Hay algún
desacuerdo acerca de la posición de la Sra. White sobre el
perfeccionismo. Pero este autor no cree que uno está obligado
a leer perfeccionismo en la obra de ella. (28)
Si nuestra interpretación de la Sra. White es correcta,
entonces tenemos que decir que es su énfasis lo que es más
estimulante hasta la Conferencia General de 1888. Esto aparece
con mucha mayor claridad en sus escritos: en el tiempo que
precedió a 1888, hubo una creciente conciencia de que no todo
estaba bien con la iglesia remanente. (29) Según la Sra.
White, todo el énfasis sobre la ley sin el evangelio dejó al
remanente atrapado en las garras del legalismo seco:
Por mucho tiempo, hemos deseado y tratado de obtener estas
bendiciones, pero no las hemos recibido porque hemos
acariciado la idea de que queríamos hacer algo para hacernos a
nosotros mismos dignos de ellas. No hemos mirado en dirección
opuesta a nosotros mismos, creyendo que Jesús es un Salvador
vivo. (30)
La comunidad del remanente estaba lista para un camino más
excelente.
1. En el verano
de 1844, había 50,000 adventistas confesos, según el eestimado
más conservador.
2. Para 1849,
había sólo 100 adventistas sabadistas.
3. Norval F.
Pease, "Justification and Righteousness by Faith in the
Seventh-day Adventist Church before 1900".
4. Ibid., p. 28.
5. Ibid.
6. Ibid., p. 31.
7. Ibid., Cf. p. 33.
8. Ibid., p. 35.
9. Ibid.
10. J. H.
Waggoner, Justification by
Faith.
11. "La ley de Dios
... le conduce [al pecador] a Cristo, donde puede hallar
justificación para las ofensas pasadas sólo por fe en su
sangre. La ley de Dios no tiene poder para perdonar pasadas
ofensas. ...". (James White, Review and Herald, 10 June 1852, p. 24).
12. En 1872, Uriah
Smith publicó A Declaration
of the Fundamental Principles of the Seventh-day Adventists.
Aunque él era el autor, el documento no llevaba su nombre pues
había de representar a la totalidad del adventismo. El
artículo 15 decía: "Que, como todos han violado la ley de
Dios, y no pueden por sí mismos rendir obediencia a sus justas
demandas, dependemos de Cristo, primero, para la justificación
de nuestras pasadas ofensas y, segundo, para la gracia por la
cual hemos de rendir una obediencia aceptable a su santa ley
en tiempos venideros".
13. Véase de Uriah
Smith, The Sanctuary and
the Twenty-three Hundred Days of Daniel VIII [El
santuario y los dos mil trescientos días de Daniel 8].
14. pp. 245-47. Por
esto, es evidente que Smith creía en Cristo como nuestro
Sustituto, pero le veía importancia sólo a la muerte de
Cristo. No hemos encontrado nada en que Smith indique que
Cristo era también nuestro sustituto en la santa obediencia.
14. Véase de James
White, The Redeemer and
Redeemed; o the Plan
of Redemption Through Christ [El redentor y el
redimido o El plan de redención por medio de Cristo], pp.
3-13. Dice White: "Esta es la redención en su primera etapa.
Es la liberación del poder de las tinieblas, y un traslado por
encima de las corrupciones de este mundo hacia el reino de la
gracia abundante de Cristo" (p. 8). "La muerte, resurrección,
y ascensión del Hijo de Dios fueron acontecimientos de gran
importancia en el plan de la redención humana; pero con
ninguno de ellos se consumó el plan. El Redentor habría de
tener dos advenimientos a este mundo. En el primero, vivió
para ser nuestro ejemplo, predicó su propio evangelio, hizo
milagros para confirmar su misión divina, murió para ser
nuestro sacrificio, resucitó de los muertos para ser nuestra
justificación, y ascendió para estar a la derecha del Padre
para abogar por la causa del pecador arrepentido" (p. 13).
Véase también ídem, Life
Incidents in Connection with the Great Advent Movement,
p. 354; ídem Bible
Adventism; o Sermons on the Coming amd Kingdom of Our Lord
Jesus Christ, pp. 196-97.
15. Véase de Robert J.
Wieland y Donald K. Short, 1888
Re-examined, p. 62.
16. "Que el nuevo
nacimiento comprende todo el cambio necesario para hacernos
aptos para el reino de Dios y consiste de dos partes: Primera,
un cambio moral, efectuado mediante la conversión y una vida
cristiana; segunda, un cambio físico a la segunda venida de
Cristo. ...". "Que, como el corazón natural o carnal está en
enemistad con Dios y su ley, esta enemistad puede ser sometida
solamente por medio de una transformación radical de los
afectos; un intercambio de principios profanos por santos; que
esta transformación sigue al arrepentimiento y a la fe, es la
obra especial del Espíritu Santo, y constituye la regeneración
o conversión". (Smith, Declaration, arts. 5, 14). No
concordamos con L. E. Froom, que dice que esta Declaración era
menos representativa de lo que Smith afirmaba (Froom, Movement of Destiny, p.
160).
17. Así, pues, en
oposición a E. J. Waggoner y A. T. Jones, véase de Uriah
Smith, "Our Righteousness", Review
and Herald, 11 June 1889. Véase también ídem, Review
and Herald, 10 May 1892, para el punto de vista de Smith del
hombre de Romanos 7, que es el mismo que el que fue tomado por
la iglesia de Roma en tiempos de la Reforma. Para crédito de
Smith, debe decirse que, a principios de 1891, se dio cuenta
de que había cometido un terrible error en Minneapolis, lo
confesó, y se comprometió a susentar la verdad que una vez
había desdeñado. Pero, aun entonces, aparentemente no se dio
cuenta de su tremenda importancia (véase A. N. Olson, Through Christ to Victory,
1888-1901, pp. 92-103).
18. Véase de John
Nevins Andrews, Sermon on
the Two Covenants [Sermón sobre los dos pactos], "M.
H.", The Two Laws, and Two Covenants.
19. En 1851, J. N.
Andrews reconoció que Cristo "fue 'nacido bajo la ley', guardó
el pacto que requiere perfecta obediencia, luego murió por
nuestras trasngresiones, y nos legó su propia herencia" (John
Nevins Andrews, Thoughts on
the Sabbath and the Perpetuity of the Law of God, p.
16. Sin embargo, parece que no logró ver la importancia de lo
que había escrito.
20. "Por fe en la
sangre de Cristo, podemos ser limpiados de pecado - la causa
de nuestra enfermedad puede ser eliminada, y obedeciendo las
leyes de la salud, podemos tener derecho al árbol de la vida.
Pero todos los que han pedido una sanación al Médico de las
almas deben tener cuidado de no poner en peligro su salud
nuevamente quebrantando los mandamientos de Dios. ... La fe no
es nada más que la creencia firme; pero es de tanta
importancia en el plan de salvación que el plan entero es
llamado 'la fe'. En este sentido, la fe no es meramente un
acto de la mente, lo mismo que creencia, sino que incluye
varios requisitos que deben ser obedecidos. [Hech. 6:7; Rom.
1:5; 16:26; 2 Tim. 4:7; Apoc. 14:12 citados]. Estos pasajes
muestran que ..., todo lo que nos exige que hagamos para ser
salvos del pecado pertenece a la fe de Jesús. La persona así
liberada del pecado por la fe de Jesús entrará en la ciudad de
Dios como guardadora de los mandamientos, lo mismo que si
nunca hubiese pecado. Apoc. 22:14" (Roswell E. Cottrell, The Bible Class: Lessons Upon
the Law of God, and the Faith of Jesus, pp. 61-2).
21. "De Cristo os
desligásteis los que por la ley os justificáis; de la gracia
habéis caído" [Gál. 5:4]. A menudo, este versículo es separado
de su contexto, y usado como si tuviera que ver con nuestra
justificación personal por de nuestras transgresiones de la
ley moral ... Nadie puede salvarse por sus obras solamente.
'Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios'.
Somos débiles y absolutamente impotentes, cubiertos de
contaminación, y jamás podemos quitar nuestra culpa e impureza
por medio de esfuerzos de obediencia, presentes o futuros. En
realidad, somos completamente débiles e impotentes; y si
nuestros pecados han sido perdonados, debemos tener fe
constante en y la ayuda de un Salvador crucificado, acceso
constante a su infalible fuente de fortaleza, para obtener
cualquier vedadera ayuda o lograr lo que sea para obtener el
favor de Dios en la línea de las buenas obras. ... Pero ... el
apóstol ... no está hablando de ser justificados por la
obediencia a la ley moral" (George I. Butler, The Law in the Book of
Galatians: Is It the Moral Law, or does It Refer to that
System of Laws Peculiarly Jewish? pp. 74-5). Hay que
tomar nota de los puntos de vista de Butler citados por Olson,
Through Christ to Victory,
pp. 45-6, 86-7.
22. Esto es, del
Concilio Católico Romano de Trento.
23. "Nos da dolor
enterarnos de la situación del Hno. B., y saber que Satanás lo
está empujando a que cause desafecto en la Conferencia de
Indiana bajo el piadoso disfraz de santidad cristiana. Tanto
ustedes como nosotros creemos plenamente que la santidad de la
vida es necesaria para hacernos aptos para la herencia de los
santos en luz. Afirmamos que este estado debe alcanzarse de
manera bíblica. Cristo oró para que sus discípulos fueran
santificados por la verdad, y los apóstoles predicaban acerca
de purificar nuetros corazones mediante la obediencia a la
verdad. La profesa iglesia de Cristo está llena de artículos
espurios, y una clara característica de ello es que mientras
más bebe uno del espíritu de santificación popular menos
aprecia la verdad presente. Muchos de los que son oponentes
abiertos del sábado de Dios, el mensaje del tercer ángel, y la
reforma pro salud se encuentran entre los santificados.
Algunos de ellos han llegado a la posición casi sin esperanza
de que no pueden pecar. Por supuesto, para ellos el
Padrenuestro, que nos enseña a orar para nuestros pecados nos
sean perdonados, ya es inútil, y les sirve poco la Biblia,
pues profesan ser guiados por el Espíritu. ... Advertimos a
nuestros hermanos de la Conferencia de Indiana y de otras
partes. Nuestra posición siempre ha sido que la verdadera
santgificación, que soportará la prueba del juicio, es la que
viene por medio de la obediencia de la verdad y de Dios"
(James y Ellen G. White, "Bogus Santification", Review and Herald, 6 June
1878).
24. Véase de James
White, Review and Herald,
29 Ene. 1857.
25. James White, ed.,
Life Sketches of James White
and Ellen G. White, p. 431.
26. Froom, Movement of Destiny, pp.
182-86.
27. E. G. White, Testimonies, 5:466-67;
ídem, The Adventist Home,
p. 16; ídem, In Heavenly
Places, p. 227.
28. Norman E. Douty, Another Look at Seventh-day
Adventism, no estaría de acuerdo con mi conclusión
aquí, aunque Anthony A. Hoekema, Four Major Cults, sí lo estaría. Cf.las
siguientes referencias a Ellen G. White: Sanctified Life, pp. 7,
51; Acts of the Apostles,
pp. 560-61; Steps to Christ,
p. 65, que habla contra la perfección; y Steps to Christ, p. 62; Review and Herald, 26
Feb. 1901; Selected
Messages, 1:198, 373, que parecen hablar en favor de
la perfección. Sin embargo, la perfección de la Sra. White
puede verse a la luz de su énfasis en el evangelio al cual ya
nos hemos referido. Cf. las siguientes referencias a Ellen G.
White: Review and Herald,
5 mar.1906; 3 sept. 1901; Questions
on Doctrine, p. 984; Selected Messages, 1:396; 2:32-3. La última
cita dice: "No debemos estar ansiosos acerca de lo que Cristo
y Dios piensan de nosotros, sino de lo que Dios piensa de
Cristo, nuestro Sustituto".
29. "La iglesia se ha
vuelto atrás de seguir a Cristo, su Líder, y se está retirando
continuamente hacia Egipto" (E. G. White, Testimonies, 5:217). Cf.
"Los hechos concernientes a la verdadera situación del profeso
pueblo de Dios habla en voz más alta que su profesión, y
evidencian que algún poder ha cortado el cable que les anclaba
a la Roca Eterna, y van a la deriva hacia el mar, sin mapa ni
brújula" (ídem, Review and
Herald, 24 julio 1888).
30. De una charla
matutina a los ministros reunidos en la Conferencia General,
Battle Creek. Mich., Nov. 1883; pub. en E. G. White, Gospel Workers (1892 ed.,
pp. 411-15, bajo el título "Christ
Our Righteousness [Cristo nuestra justicia]".
También, "En él está nuestra esperanza, nuestra justificación,
nuestra justicia. ... En este mismo momento, está llevando a
cabo su obra en favor de nosotros, invitándonos a ir a Él en
nuestra indefensión, y ser salvos. le deshonramos con nuestra
incredulidad. ... Mis hermanos, ¿están ustedes esperando que
sus méritos les recomienden al favor de Dios, pensando que
deben estar libres del pecado antes de que confíen en su poder
para salvar? Si esta es la lucha que tiene lugar en sus
mentes, me temo que no obtendrán ninguna fortaleza, y
finalmente se desanimarán" (pp. 412-13).
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