EL ZARANDEO DEL ADVENTISMO
Geoffrey J. Paxton

Título de la obra en inglés:
The Shaking of Adventism


Traducido de Present Truth Magazine

Capítulo 3

Un comienzo desfavorable: 1844-1888

Los fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día eran personas duras y decididas. Eran sobrevivientes de un gran naufragio religioso. El espectacular movimiento del despertar adventista de la década de 1840, (1) algunas veces llamado movimiento millerista, había encallado en las rocas del "gran chasco" del otoño de 1844. Cristo no había venido como se esperaba confiadamente.

Aunque curados para siempre de la tentación de fijar un tiempo definido para el escatón, estos pocos sobrevivientes no abandonaron la esperanza en la cercanía del advenimiento. Conservaron mucho de la compleja armazón profética heredada del movimiento millerista, y a esto se le añadió la creencia de que la hora del juicio final había llegado en el santuario celestial, la enseñanza de la no inmortalidad del alma, y la observancia del séptimo día sábado. Creían que el dedo de la profecía les había marcado como el "remanente" de los últimos días (Apoc. 12:17), llamado por Dios a predicar la invitación evangélica final a toda nación y tribu en la tierra en preparación para el regreso de Cristo (Apoc. 14:6-14).

Estos pioneros del Adventismo del Séptimo Día eran como un ejército lastimosamente diezmado. La mayoría de sus camaradas y todos sus líderes habían caído. (2) Ni una sola figura notable adornaba su grupo. No tenían ningún pastor de abundante herencia religiosa que los guiase. No poseían ninguna gran erudición religiosa. La mayoría de ellos eran más bien pobres. Y ya estaban separados de la corriente principal de la iglesia cristiana. Nadie que estuviese mirando les habría dado mucha oportunidad de éxito, especialmente con lo que podría parecer un comienzo desastroso. Aparte de la influencia carismática de la joven Ellen White, podrían haberlo abandonado todo. Pero la contribución de ella inspiró a estos sobrevivientes con un asombroso sentido de destino y misión mundial.

La pregunta ante nosotros es directa. ¿Cómo ejecutaron los Adventistas del Séptimo Día su tarea de predicar y enseñar el "mensaje del tercer ángel" en el período 1844-1888? Quizás sea mejor dejar que los mismos adventistas responda esta pregunta, porque este autor no es en modo alguno el primero en examinar este período.

Uno de los adventistas que resumieron esta era fue Norval Pease. En su disertación para optar por una maestría en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día en 1945, (3) examinó la situación de la doctrina de la justificación en la Iglesia Adventista antes de 1888. Concluyó que estaba ausente casi por entero. Pease escribe: "Los registros de este período de cuatro décadas no se han encontrado en abundancia; y las ocasiones en que se menciona esta doctrina particular son comparativamente pocos". (4) Continúa diciendo que una declaración hecha por la Sra. White indica que ella y su esposo habían estado solos durante cuarenta y cinco años en la enseñanza de esta doctrina. (5) La declaración de la Sra. White es respaldada por las primeras publicaciones periódicas y los primeros libros que, dice Pease, "revelan hambre de material en este campo". (6) Desde el 15 de agosto hasta el 19 de diciembre de 1854, el membrete de Review and Herald publicó una lista de las "principales doctrinas enseñadas por la Review", y esta lista "no incluía absolutamente  ninguna mención de justificación, justicia, o cualquier tema relacionado". (7) Pease hace una pausa en su infructuosa búsqueda y observa:

Hasta ahora, la tendencia de las cuatro décadas que terminaron en 1888 es evidente. Hasta mediados de la década de 1880, el tema de la justificación y la justicia por fe prácticamente no había sido tocado en publicaciones periódicas y libros Adventistas del Séptimo Día, aparte de refrencias ocasionales de James White. (8)

Pease informa que esta situación fue apropiadmente comentada por la Sra. White en un discurso durante una reunión de campo en Rome, New York, el 17 de junio de 1889.En esta ocasión, dijo:

Se me ha preguntado: ¿Qué piensa usted de esta luz que estos hombres [A. T. Jones y E. J. Waggoner] están presentando? Bueno, yo se los he estado presentando durante los pasados cuarenta y cinco años, - el encanto incomparable de Cristo. Esto es lo que he estado tatando de presentar antes las mentes de ustedes. Cuando el hermano Waggoner presentó estas ideas en Minneapolis, fue la primera enseñanza clara que yo hubiese oídosobre este tema de parte de cualesquiera labios humanosm exceptuando la conversación entre ni esposo y yo. (9)

El juicio de este pastor e historiador adventista no debe ponerse en duda. En el período 1844-1888, hubo un fracaso casi total de parte de los adventistas en reconocer la posición fundamental de la Reforma. Excepto por unos pocos comentarios superficiales de J. H. Waggoner, la posición casi universal era que la justicia aceptable delante de Dios se encuentra en la obediencia de la ley con la ayuda del Espíritu de Dios. Esta era una posición esencialmente semi-pagana de justicia por la fe (es decir, que la aceptación para con Dios es el resultado de la cooperación entre el esfuerzo humano y el divino). En otras palabras, la justificación en base a la justicia imputada de Cristo quedaba subordinada a la santificación del creyente por medio de la renovación interior. No hubo ningún progreso hacia la posición de los reformadores sino hasta la que llegó en 1888 bajo la dirección de A. T. Jones y E. J. Waggoner.

Ahora intentaremos respaldar este argumento con la literatura de ese período, que revela cómo la justificación estaba subordinada de una manera católica romana por los maestros adventistas de las primeras cuatro décadas. Había cuatro características principales del enfoque Adventista del Séptimo Día del evangelio que nos llevan a esta conclusión:

1. La justificación estaba subordinada a la santificación en que la justificación era vista como sólo para los pecados del pasado. J. H. Waggoner, (10) James White, (11) y Uriah Smith (12) presentaron la importancia de la obra de Cristo como sólo para los pecados del pasado. Esta relegación de la justicia de Cristo al pasado era ayudada po el hecho de que, en las primeras cuatro décadas, la enseñanza adventista sobre el evangelio de la Reforma casi no asignaba lugar a la obediencia activa (la vida) de Cristo. El énfasis era siempre en la muerte de Cristo por los pecados del pasado. (13) Si la vida de Cristo se mencionaba era sólo como ejemplo. (14)

2. A la justificación se le da la categoría de mera justificación. Éstas no son sólo otras tantas palabras. Más bien, es la tendencia general de todas las exposiciones examinadas del período. Hay un énfasis abrumador en la ley  y uno correspondientemente menor en el evangelio. Para ilustrar, un libro fue publicado por Roswell E. Cottrell, titulado The Bible Class: Lessons upon the Law of God, and the Faith of Jesus [La clase bíblica: Lecciones sobre la ley de Dios y la fe de Jesús]. En la página del título, las palabras "ley de Dios" aparecen en tipo grande, mientras que las palabras "Fe de Jesús" aparecen en un tipo de letra considerablemente más pequeño. Esto podría explicarse como meramente un error de parte del linotipista. Sin embargo, el libro mismo dedica las primeras cincuenta y nueve páginas a una discusión de la ley, luego diez páginas a la fe de Jesús, o el evangelio. Se habla de la vida de Jesús sólo como ejemplar. Más tarde, Cottrell se opondría al mensaje de 1888. (15)

A causa de que la abrumadora preocupación de los adventistas de este período era la preparación para la venida de Cristo, la adquisición de la justicia que sería lo bastante buena como para que pudieran pasar por "el tiempo de angustia", subrayaron el imperativo hasta tal punto que el indicativo disminuyó. Así, pues, su religión fue hagiocéntrica (enfocada en el santo).

3. A la luz de lo que antecede, no es difícil entender el énfasis que es incesante en el tiempo hasta 1888 - a saber, que la aceptación en el juicio final se basa en la santificación (y en particular, en la gracia interior).

J. H. Waggoner expresó esto con fuerza en su libro Justification by Faith [Justificación por la fe]. Luchaba contra el antinomianismo y el calvinismo. Para él, el juicio basado en las obras era un golpe de muerte tanto para el antinomianismo como para la doctrina calvinista de la "seguridad eterna". Veía el juicio según las obras como lo opuesto a la justificación por la fe.

Para Uriah Smith, Cristo perdona el pasado y provee la gracia y la fortaleza que nos permite obedecer en el futuro y así obtener aceptación delante de Dios. (16)

Según los escritores de este período, la renovación interior o transformación puede describirse bien como la justicia de Cristo o la justicia de (o por) la fe. Es la justicia de Cristo porque es su obra en el corazón, y es la justicia de la fe porque surge (es el resultado) de la fe. (17)

En la primera teología del pacto de los adventistas, la obra del nuevo pacto del Mediador es minimizada en el interés de adquirir  una santificación aceptable para el juicio. (18) El defecto del antiguo pacto residía, no en las condiciones impuestas al pueblo ni en las promesas de cumplir esas condiciones, sino en la incapacidad y el fracaso del pueblo para guardar la ley. De aquí que fuese necesario un nuevo arreglo. La gracia de Dios se da - la ley es escrita en el corazón en la regeneración - y esto capacita al creyente para guardar la ley aceptablemente y comparecer en el juicio de Dios. (19) Así, pues, la persona librada del pecado por fe en Cristo Jesús entrará en la ciudad de Dios como guardador de los mandamientos. (20) Es así como la justificación por la ley, como explicó G. I. Butler bajo su esquema doctrinal, se interpreta en el sentido de buscar la aceptación para con Dios en base a nuestro propio esfuerzo sin ayuda del Espíritu de Dios, que ha venido a ayudar al creyente a hacer eso (guardar la ley) que los que están bajo la antigua dispensación no pudieron hacer y que él (aun ahora) no podría hacer "con sus propias fuerzas". (21) La notable afinidad de esta enseñanza con la teología tridentina no dejará de ser notada. (22)

4. Otra característica esencial del esquema tridentino es el perfeccionismo. El perfeccionismo estaba predominantemente implícito en este período, pero se vuelve explícito en los los períodos siguientes que se examinarán. Quizás se necesitaba tiempo para que se hiciera evidente la lógica de la posición teológica. Pero estaba comenzando a aflorar aun en las primeras décadas del movimiento. Aunque James y Ellen White tuvieron ocasión de reprender a los proponentes del perfeccionismo del movimiento de santidad, (23) no faltaban de parte de James White declaraciones con un sabor decididamente perfeccionista. (24) Un corolario de su punto de vista de que el juicio había comenzado era que, después de la terminación del juicio, habría un período antes del regreso efectivo de Cristo durante el cual los seres humanos debían vivir sin Mediador. A medida que White consideraba esto, se convenció de que "una consagración de todo punto tan completa como" la del pecador agonizante era inadecuada para que los santos pudieran pasar por este "tiempo de angustia". La consagración de la vida era mayor que la del que muere en el Señor. (25)

Parece que la Sra. White no compartía la misma perspectiva que su esposo en algunos aspectos centrales de religión. LeRoy Edwin Froom ha hecho una ilustración gráfica de cómo el énfasis principal de James White era sobre la ley, mientras que el énfasis de Ellen White era sobre el evangelio. (26) Además, James White distinguía entre la preparación para la muerte y la que es esencial para el traslado sin ver muerte. Pero ellen White afirmaba aque la misma preparación que lo prepara a uno para la muerte también lo prepara para el traslado, porque, de la misma manera que ningún cambio tendrá lugar en el carácter a la segunda venida, así también no tendrá lugar ninguno al morir o al resucitar. (27) Hay algún desacuerdo acerca de la posición de la Sra. White sobre el perfeccionismo. Pero este autor no cree que uno está obligado a leer perfeccionismo en la obra de ella. (28)

Si nuestra interpretación de la Sra. White es correcta, entonces tenemos que decir que es su énfasis lo que es más estimulante hasta la Conferencia General de 1888. Esto aparece con mucha mayor claridad en sus escritos: en el tiempo que precedió a 1888, hubo una creciente conciencia de que no todo estaba bien con la iglesia remanente. (29) Según la Sra. White, todo el énfasis sobre la ley sin el evangelio dejó al remanente atrapado en las garras del legalismo seco:

Por mucho tiempo, hemos deseado y tratado de obtener estas bendiciones, pero no las hemos recibido porque hemos acariciado la idea de que queríamos hacer algo para hacernos a nosotros mismos dignos de ellas. No hemos mirado en dirección opuesta a nosotros mismos, creyendo que Jesús es un Salvador vivo. (30)

La comunidad del remanente estaba lista para un camino más excelente.



  1. En el verano de 1844, había 50,000 adventistas confesos, según el eestimado más conservador.

  2. Para 1849, había sólo 100 adventistas sabadistas.

 3. Norval F. Pease, "Justification and Righteousness by Faith in the Seventh-day Adventist Church before 1900".

  4. Ibid., p. 28.

  5. Ibid.

  6. Ibid., p. 31.

  7. Ibid., Cf. p. 33.

  8. Ibid., p. 35.

  9. Ibid.

10. J. H. Waggoner, Justification by Faith.

11. "La ley de Dios ... le conduce [al pecador] a Cristo, donde puede hallar justificación para las ofensas pasadas sólo por fe en su sangre. La ley de Dios no tiene poder para perdonar pasadas ofensas. ...". (James White, Review and Herald, 10 June 1852, p. 24).

12. En 1872, Uriah Smith publicó A Declaration of the Fundamental Principles of the Seventh-day Adventists. Aunque él era el autor, el documento no llevaba su nombre pues había de representar a la totalidad del adventismo. El artículo 15 decía: "Que, como todos han violado la ley de Dios, y no pueden por sí mismos rendir obediencia a sus justas demandas, dependemos de Cristo, primero, para la justificación de nuestras pasadas ofensas y, segundo, para la gracia por la cual hemos de rendir una obediencia aceptable a su santa ley en tiempos venideros".

13. Véase de Uriah Smith, The Sanctuary and the Twenty-three Hundred Days of Daniel VIII [El santuario y los dos mil trescientos días de Daniel 8].

14. pp. 245-47. Por esto, es evidente que Smith creía en Cristo como nuestro Sustituto, pero le veía importancia sólo a la muerte de Cristo. No hemos encontrado nada en que Smith indique que Cristo era también nuestro sustituto en la santa obediencia.

14. Véase de James White, The Redeemer and Redeemed; o the Plan of Redemption Through Christ [El redentor y el redimido o El plan de redención por medio de Cristo], pp. 3-13. Dice White: "Esta es la redención en su primera etapa. Es la liberación del poder de las tinieblas, y un traslado por encima de las corrupciones de este mundo hacia el reino de la gracia abundante de Cristo" (p. 8). "La muerte, resurrección, y ascensión del Hijo de Dios fueron acontecimientos de gran importancia en el plan de la redención humana; pero con ninguno de ellos se consumó el plan. El Redentor habría de tener dos advenimientos a este mundo. En el primero, vivió para ser nuestro ejemplo, predicó su propio evangelio, hizo milagros para confirmar su misión divina, murió para ser nuestro sacrificio, resucitó de los muertos para ser nuestra justificación, y ascendió para estar a la derecha del Padre para abogar por la causa del pecador arrepentido" (p. 13). Véase también ídem, Life Incidents in Connection with the Great Advent Movement, p. 354; ídem Bible Adventism; o Sermons on the Coming amd Kingdom of Our Lord Jesus Christ, pp. 196-97.

15. Véase de Robert J. Wieland y Donald K. Short, 1888 Re-examined, p. 62.

16. "Que el nuevo nacimiento comprende todo el cambio necesario para hacernos aptos para el reino de Dios y consiste de dos partes: Primera, un cambio moral, efectuado mediante la conversión y una vida cristiana; segunda, un cambio físico a la segunda venida de Cristo. ...". "Que, como el corazón natural o carnal está en enemistad con Dios y su ley, esta enemistad puede ser sometida solamente por medio de una transformación radical de los afectos; un intercambio de principios profanos por santos; que esta transformación sigue al arrepentimiento y a la fe, es la obra especial del Espíritu Santo, y constituye la regeneración o conversión". (Smith, Declaration, arts. 5, 14). No concordamos con L. E. Froom, que dice que esta Declaración era menos representativa de lo que Smith afirmaba (Froom, Movement of Destiny, p. 160).

17. Así, pues, en oposición a E. J. Waggoner y A. T. Jones, véase de Uriah Smith, "Our Righteousness", Review and Herald, 11 June 1889. Véase también ídem, Review and Herald, 10 May 1892, para el punto de vista de Smith del hombre de Romanos 7, que es el mismo que el que fue tomado por la iglesia de Roma en tiempos de la Reforma. Para crédito de Smith, debe decirse que, a principios de 1891, se dio cuenta de que había cometido un terrible error en Minneapolis, lo confesó, y se comprometió a susentar la verdad que una vez había desdeñado. Pero, aun entonces, aparentemente no se dio cuenta de su tremenda importancia (véase A. N. Olson, Through Christ to Victory, 1888-1901, pp. 92-103).

18. Véase de John Nevins Andrews, Sermon on the Two Covenants [Sermón sobre los dos pactos], "M. H.", The Two Laws, and Two Covenants.

19. En 1851, J. N. Andrews reconoció que Cristo "fue 'nacido bajo la ley', guardó el pacto que requiere perfecta obediencia, luego murió por nuestras trasngresiones, y nos legó su propia herencia" (John Nevins Andrews, Thoughts on the Sabbath and the Perpetuity of the Law of God, p. 16. Sin embargo, parece que no logró ver la importancia de lo que había escrito.

20. "Por fe en la sangre de Cristo, podemos ser limpiados de pecado - la causa de nuestra enfermedad puede ser eliminada, y obedeciendo las leyes de la salud, podemos tener derecho al árbol de la vida. Pero todos los que han pedido una sanación al Médico de las almas deben tener cuidado de no poner en peligro su salud nuevamente quebrantando los mandamientos de Dios. ... La fe no es nada más que la creencia firme; pero es de tanta importancia en el plan de salvación que el plan entero es llamado 'la fe'. En este sentido, la fe no es meramente un acto de la mente, lo mismo que creencia, sino que incluye varios requisitos que deben ser obedecidos. [Hech. 6:7; Rom. 1:5; 16:26; 2 Tim. 4:7; Apoc. 14:12 citados]. Estos pasajes muestran que ..., todo lo que nos exige que hagamos para ser salvos del pecado pertenece a la fe de Jesús. La persona así liberada del pecado por la fe de Jesús entrará en la ciudad de Dios como guardadora de los mandamientos, lo mismo que si nunca hubiese pecado. Apoc. 22:14" (Roswell E. Cottrell, The Bible Class: Lessons Upon the Law of God, and the Faith of Jesus, pp. 61-2).

21. "De Cristo os desligásteis los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído" [Gál. 5:4]. A menudo, este versículo es separado de su contexto, y usado como si tuviera que ver con nuestra justificación personal por de nuestras transgresiones de la ley moral ... Nadie puede salvarse por sus obras solamente. 'Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios'. Somos débiles y absolutamente impotentes, cubiertos de contaminación, y jamás podemos quitar nuestra culpa e impureza por medio de esfuerzos de obediencia, presentes o futuros. En realidad, somos completamente débiles e impotentes; y si nuestros pecados han sido perdonados, debemos tener fe constante en y la ayuda de un Salvador crucificado, acceso constante a su infalible fuente de fortaleza, para obtener cualquier vedadera ayuda o lograr lo que sea para obtener el favor de Dios en la línea de las buenas obras. ... Pero ... el apóstol ... no está hablando de ser justificados por la obediencia a la ley moral" (George I. Butler, The Law in the Book of Galatians: Is It the Moral Law, or does It Refer to that System of Laws Peculiarly Jewish? pp. 74-5). Hay que tomar nota de los puntos de vista de Butler citados por Olson, Through Christ to Victory, pp. 45-6, 86-7.

22. Esto es, del Concilio Católico Romano de Trento.

23. "Nos da dolor enterarnos de la situación del Hno. B., y saber que Satanás lo está empujando a que cause desafecto en la Conferencia de Indiana bajo el piadoso disfraz de santidad cristiana. Tanto ustedes como nosotros creemos plenamente que la santidad de la vida es necesaria para hacernos aptos para la herencia de los santos en luz. Afirmamos que este estado debe alcanzarse de manera bíblica. Cristo oró para que sus discípulos fueran santificados por la verdad, y los apóstoles predicaban acerca de purificar nuetros corazones mediante la obediencia a la verdad. La profesa iglesia de Cristo está llena de artículos espurios, y una clara característica de ello es que mientras más bebe uno del espíritu de santificación popular menos aprecia la verdad presente. Muchos de los que son oponentes abiertos del sábado de Dios, el mensaje del tercer ángel, y la reforma pro salud se encuentran entre los santificados. Algunos de ellos han llegado a la posición casi sin esperanza de que no pueden pecar. Por supuesto, para ellos el Padrenuestro, que nos enseña a orar para nuestros pecados nos sean perdonados, ya es inútil, y les sirve poco la Biblia, pues profesan ser guiados por el Espíritu. ... Advertimos a nuestros hermanos de la Conferencia de Indiana y de otras partes. Nuestra posición siempre ha sido que la verdadera santgificación, que soportará la prueba del juicio, es la que viene por medio de la obediencia de la verdad y de Dios" (James y Ellen G. White, "Bogus Santification", Review and Herald, 6 June 1878).

24. Véase de James White, Review and Herald, 29 Ene. 1857.

25. James White, ed., Life Sketches of James White and Ellen G. White, p. 431.

26. Froom, Movement of Destiny, pp. 182-86.

27. E. G. White, Testimonies, 5:466-67; ídem, The Adventist Home, p. 16; ídem, In Heavenly Places, p. 227.

28. Norman E. Douty, Another Look at Seventh-day Adventism, no estaría de acuerdo con mi conclusión aquí, aunque Anthony A. Hoekema, Four Major Cults, sí lo estaría. Cf.las siguientes referencias a Ellen G. White: Sanctified Life, pp. 7, 51; Acts of the Apostles, pp. 560-61; Steps to Christ, p. 65, que habla contra la perfección; y Steps to Christ, p. 62; Review and Herald, 26 Feb. 1901; Selected Messages, 1:198, 373, que parecen hablar en favor de la perfección. Sin embargo, la perfección de la Sra. White puede verse a la luz de su énfasis en el evangelio al cual ya nos hemos referido. Cf. las siguientes referencias a Ellen G. White: Review and Herald, 5 mar.1906; 3 sept. 1901; Questions on Doctrine, p. 984; Selected Messages, 1:396; 2:32-3. La última cita dice: "No debemos estar ansiosos acerca de lo que Cristo y Dios piensan de nosotros, sino de lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto".

29. "La iglesia se ha vuelto atrás de seguir a Cristo, su Líder, y se está retirando continuamente hacia Egipto" (E. G. White, Testimonies, 5:217). Cf. "Los hechos concernientes a la verdadera situación del profeso pueblo de Dios habla en voz más alta que su profesión, y evidencian que algún poder ha cortado el cable que les anclaba a la Roca Eterna, y van a la deriva hacia el mar, sin mapa ni brújula" (ídem, Review and Herald, 24 julio 1888).

30. De una charla matutina a los ministros reunidos en la Conferencia General, Battle Creek. Mich., Nov. 1883; pub. en E. G. White, Gospel Workers (1892 ed., pp. 411-15, bajo el título "Christ Our Righteousness [Cristo nuestra justicia]". También, "En él está nuestra esperanza, nuestra justificación, nuestra justicia. ... En este mismo momento, está llevando a cabo su obra en favor de nosotros, invitándonos a ir a Él en nuestra indefensión, y ser salvos. le deshonramos con nuestra incredulidad. ... Mis hermanos, ¿están ustedes esperando que sus méritos les recomienden al favor de Dios, pensando que deben estar libres del pecado antes de que confíen en su poder para salvar? Si esta es la lucha que tiene lugar en sus mentes, me temo que no obtendrán ninguna fortaleza, y finalmente se desanimarán" (pp. 412-13).

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