Los Adventistas del
Séptimo Día han sido muy mal interpretados. Sin duda, las
razones para esto son complejas. Pero, cualesquiera que
sean las razones, el hecho es que la mayoría de las
críticas al adventismo no han llegado al corazón de la
cuestión. A menudo, los adventistas han tenido problemas
para reconocerse a sí mismos en estos análisis.
La impresión de que el Adventismo del Séptimo Día es poco
mejor que una secta no cristiana no resiste un examen
minucioso. Los adventistas creen en la Santa Trinidad, la
deidad de Cristo, el nacimiento virginal, la vida sin
pecado y el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz, y
su resurrección corporal y su ascensión a la derecha del
Padre. Este no es el credo de una secta no cristiana.
Además, los Adventistas del Séptimo Día creen en la
salvación por gracia por la fe solamente tan
fervientemente como la mayoría de los evangélicos. Creen
en la santificación por la morada interior del Espíritu
Santo y en el pronto regreso de Cristo Jesús con gran
poder y gloria. No. Sin importar lo que pensemos de este o
aquel "distintivo" adventista, tenemos que reconocer el
movimiento como cristiano.
Se dice a veces que los adventistas aseguran que son
salvos por observar el sábado. Pero, en mi ccontacto con
ellos, no les he oído decir esto ni una sola vez. ¡Los
adventistas no creen que son aceptados por Dios porque
guardan el sábado más de lo que creen que son aceptados
por Dios porque practican la monogamia!
Si los adventistas son considerados cristianos, a menudo
se les considera como "especialistas en temas de menor
importancia". Pero los adventistas que han dado pie a esta
acusación difícilmente pueden ser vistos como fieles al
corazón de la misión adventista. La verdad es que, cuando
se la considera a la luz de las verdaderas aseveraciones
adventistas, esta acusación se verá como muy alejada de la
verdad.
Las
aseveraciones adventistas
¿Cuáles son, pues, las aseveraciones adventistas? ¿Cómo ve
el adventista su misión aquí en la tierra? ¿Qué ve como la
razón de sus existencia?
El adventista se considera a sí mismo como identificado
con la Reforma protestante. Se considera protestante en el
más puro sentido de la palabra. Donde otros cristianos no
afirmarían estar alineados con los reformadores del siglo
dieciséis, el adventista no tiene ninguna duda acerca de
ello. Él es hijo de Lutero y Calvino.
Sin embargo, eso no es todo. En realidad, es apenas el
comienzo. En este punto, algunos de nosotros los
cristianos evangélicos reformados podríamos encontrarnos
con una sorpresa. Pero el hecho es que el Adventista del
Séptimo Día se ve a sí mismo en una posición única en
relación con la Reforma. Cree que Dios le ha llamado a
llevar el mensaje de la Reforma de una manera en que no
puede hacerlo ningún otro cristiano ni ninguna otra
organización cristiana. En su opinión, el Adventista del
Séptimo Día es el heredero especial de los reformadores.
Sólo por medio de la Iglesia Adventista puede la obra de
la Reforma ser llevada al fin designado por Dios.
Obviamente, la existencia de una aseveración tan estupenda
requerirá validación. Por lo que concierne a los
Adventistas, difícilmente podríamos comenzar con un
testimonio más prestigioso que el de la Sra. Ellen G.
White. La Sra. White vio al movimiento adventista
identificado con Lutero y Calvino y, por supuesto, con
Pablo antes de ellos.
En su importante obra The
Great Controversy, la Sra. White ve la gran
batalla entre Cristo y Satanás extendiéndose desde los
antecedentes de la Reforma (en hombres como Huss y
Wycliffe), pasando por los refomadores mismos y su batalla
contra Roma, hasta los puritanos y Wesley, y finalmente
hasta el mismo movimiento Adventista del Séptimo Día. La
Sra. White escribe:
Así, pues, los
valdenses testificaron para Dios siglos antes del
nacimiento de Lutero. Esparcidos por muchos territorios,
plantaron las semillas de la Reforma que comenzó en
tiempos de Wycliffe, crecieron amplia y profundamente en
los días de Lutero, y han de ser llevadas adelante hasta
el fin del tiempo por los que también están dispuestos a
sufrir todas las cosas por "la palabra de Dios, y por el
testimonio de Jesucristo". Apoclaipsis 1:9 (1)
Un tema frecuente en los escritos y sermones adventistas
es el de llevar adelante la Reforma. La Sra. White habla
de esto como sigue: "Contrariamente a lo que muchos
suponen, la Reforma no terminó con Lutero. Ha de continuar
hasta el fin de la historia de este mundo. Lutero tenía
una gran obra por hacer ...". (2) Ciertamente la Reforma
no terminó con Lutero. Sin embargo, terminará con el
movimiento Adventista - por lo menos en lo que concierne
al Adventista del Séptimo Día. Él cree que el desafío de
Dios de estar "dispuesto a sufrir todas las cosas por la
palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo" ha llegado
a su movimiento con singular fuerza.
La Sra. White veía a Lutero enseñando la doctrina de la
justificación por la fe con brillante claridad. (3) Lutero
no era ni inventor ni innovador: "Cristo era protestante.
... Luyero y sus seguidores no inventaron la religión
reformada. Simplemente la aceptaron como fue presentada
por Cristo y los apóstoles". (4) En estas afirmaciones de
la Sra. White, es claro que ella no se veía a sí misma ni
veía al adventismo en general como un fenómeno religioso
advenedizo. El movimiento habría de recibir y llevar
adelante la antorcha del evangelio eterno de la Reforma.
W. W. Prescott refuerza esta perspectiva de la Sra. White.
En los primeros años de este siglo, Prescott editó
una publicación adventista llamada The Protestant Magazine
[La Revista Protestante]. Deja claro que los adventistas
son los guardianes de la herencia protestante en un clima
de modernismo y decadencia espiritual. La revista se
lamenta:
El alejamiento del
protestantismo de sus principios originales, y la
aceptación de humanas filosofías en lugar de la verdad
revelada, están dando al romanismo la oportunidad de
adelantar, con una gran demostración de plausibilidad,
la aseveración de que la gran Reforma era un engaño y
que la única estabilidad de la verdad se encuentra en la
comunión romana. (5)
Carlyle B. Haynes publicó una obra titutada The Hour of God´s
Judgment [La Hora del Juicio de Dios], que
incluía un capítulo sobre "Completar la reforma
inconclusa". (7) Haynes usa la
línea de razonamiento que encontramos en la Sra. White. La
gran luz del evangelio se dio en la Reforma y fue
entregada, por medio de los puritanos y Wesley, al pequeño
grupo de adventistas en 1844. (8) La misión de los
porta-antorchas escogidos de Dios en 1844 se describe como
sigue:
... en 1844, llegó el
momento para la revelación de la plenitud de la verdad
del evangelio. Si la profecía de Daniel 8 debía
cumplirse, y seguramente así sería, entonces debemos
esperar confiadamente el principio de un movimiento y un
mensaje que no sólo completará una reforma detenida sino
que también revelará nuevamente al conocimiento de la
humanidad todas las verdades que han sido falsificadas
durante los siglos de la Edad Media.
Para llevar este
mensaje a la humanidad, fue necesario que Dios
instituyera otro movimiento y suscitara otro pueblo,
separado de las iglesias establecidas que habían
rehusado andar en la luz que avanzaba. (9)
¿Dónde ha aparecido esta convicción adventista en las
críticas al movimiento? ¿Hemos alcanzado realmente las
profundidades del adventismo si esta convicción de corazón
ha sido soslayada?
Uno de los más respetados eruditos adventistas fue LeRoy
Edwin Froom, que una vez fue profesor de teología
histórica en la Universidad de Andrews, Berrien Springs,
Michigan. Escribió algunos libros notables que son
respetados, no sólo en el movimiento adventista, sino
también fuera de él. (10) A Froom le escocía la ignominia
de que su movimiento fuese clasificado como una secta, y
se esforzó por mostrar su verdadera catolicidad. La
publicación Our Firm
Foundation [Nuestro firme fundamento] publicó un
artículo suyo que era una condensación de su obra mucho
mayor de cuatro tomos, Prophetic
Faith of Our Fathers [La fe profética de nuestros
Padres]. En este documento, el Dr. Froom intentaba
demostrar que la interpretación profética adventista no es
una innovación sino una restauración de la verdadera
posición histórica de los reformadores mismos. Froom
escribe así:
En los últimos días,
como obreros del remanente de Dios, somos llamados, no
sólo a reconstruir el edificio de la Reforma, sino
también a restaurar la estructura de la iglesia
primitiva y a poner todo en armonía con el plano
original. Hasta debemos restaurar las características
originales omitidas por los reformadores. También,
debemos reconstruir las partes distorsionadas y
rechazadas por los pervertidores de los
últimos días de las posiciones de la
Reforma. No sólo nos enfrentamos a esta doble tarea,
sino que hemos sido comisionados para terminar esta
estructura inconclusa, llevándola a la consumación con
la piedra tope de las actuales características de la
verdad presente de estos últimos días, completando así
la estructura completa. (11)
Para Froom, la comisión obligada del movimiento adventista
es
fundamentalmente una
restauración, no la formación de una nueva estructura.
Está unida inseparablemente a los esfuerzos de todos los
pasados constructores de la fe profética ...,
construiremos verdaderamente otra vez el fundamento y la
superestructura de "muchas generaciones" para levantar
el imponente edificio de la verdad diseñado
originalmente por Dios. Esa es nuestra comisión obligada
bajo el movimiento Adventista. (12)
Esta estupenda conciencia de ser herederos especiales de
la posición histórica de la Reforma recibe una más alta
expresión cuando Froom dice: "... el faro del
inmisericorde escrutinio del mundo pronto se enfocará
plenamente sobre nosotros. ... Se exige más de nosotros
que de nuestros padres y mucho más que de nuestros
antepasados en las generaciones pasadas". (13) No es
ninguna coincidencia que Froom termine con palabras
atribuídas a Martín Lutero: "Así, pues, a pesar de los
demás, aquí estamos, con la ayuda de Dios. No podemos
hacer nada más". (14)
Más apoyo a nuestra tesis cubriendo la convicción
fundamental de los adventistas sólo sería tedioso. (15)
Concluiremos este aspecto de nuestro examen con las
palabras del profesor H. K. LaRondelle de la Universidad
de Andrews. (16) En sus conferencias sobre justificación y
santificación en el otoño de 1966, LaRondelle resume la
posición Adventista como sigue:
Ciertamente, puede
decirse, con LeRoy E. Froom, que el movimiento
adventista después de 1844 es la segunda gran reforma,
que continúa y completa la obra de la primera Reforma
del siglo dieciséis. ¡Por consiguiente, la segunda
Reforma no es una revocación de la primera Reforma, sino
que, por el contrario, es su consumación, su
reconocimiento y la perfección! Si la primera Reforma es
la restauración del evangelio con la doctrina salvadora
de la justificación por fe solamente, entonces la
segunda Reforma es la restauración de la santa ley de
Dios en la doctrina de santificación por fe y la
sumisión. (17)
El
adventismo y el evangelio de la Reforma
Hemos visto que el Adventismo del Séptimo Día reclama una
singular relación con la Reforma. Sin embargo, hay que
hacer una pregunta importante en este punto. ¿Exactamente
qué es lo que los adventistas reclaman en la Reforma?
Ciertamente, ellos no son los únicos que evalúan
positivamente la Reforma ni los que afirman que los
reformadores son sus verdaderos padres.
El adventismo no ha adoptado muchos aspectos de la
Reforma. En realidad, el adventismo no desearía adoptar
muchos aspectos. No ha adoptado el modo de bautizar de la
Reforma, no ha adoptado la forma de gobierno eclesiástico
de la Reforma, y no ha abrazado el punto de vista luterano
sobre la Santa Cena. Así que preguntamos nuevamente: ¿Con
qué se identifican los adventistas en la Reforma?
Creemos que la mejor manera de contestar esta pregunta es
hacer y contestar otra pregunta - una pregunta de inmensa
importancia por lo que concierne al Adventista del Séptimo
Día. Es una pregunta que concierne al corazón mismo del
movimiento. ¿Qué es lo que el adventismo cree que tiene
que ofrecer al mundo? ¿Cuál es la contribución que, por
una u otra razón, el adventismo se siente particularmente
equipado para hacer? Para el adventista, sólo puede haber
una respuesta: ¡el evangelio! Por supuesto, tal respuesta
es engañosa en su sencillez. La respuesta hasta puede
expresarse de varias maneras. Por ejemplo, puede decirse
que la "justificación por la fe" es la que el dventista
tiene que ofrecer al mundo, o el "mensaje del tercer
ángel". (18) Pero, cualquiera que sea la terminología que
se use, la tarea que el adventista cree que ha recibido de
Dios es que continúe y consume la recuperación del
evangelio que comenzó en firme con la Reforma del siglo
dieciséis.
Para el adventista, su movimiento es un "movimiento de
destino" (Froom). El adventista ve este movimiento
como destinado a un clímax en lo que se llama, en imágenes
apocalípticas, el "fuerte pregón" (Apoc. 14.7, 9; 18:1,
2). Este fuerte pregón es considerado como una
proclamación culminante del evangelio acompañada por el
derramamiento del Espíritu Santo en el poder de la "lluvia
tardía". Todos se habrán visto obligados a tomar una
decisión a favor o en contra de Cristo. Después de una
confrontación como ésta, el Señor vendrá otra vez.
A pesar de la corrección o no de esta afirmación, no es
nada menos que asombrosa. El adventista cree que su
movimiento, y no ningún otro, es el "remanente" de Dios,
especialmente comisionado por Dios para presentar el
mensaje del evangelio y de este modo anunciar el regreso
de Cristo.
En este punto, un creyente evangélico tiene que hacer una
pausa y confesar su vergüenza. En muchas de nuestras
"investigaciones" sobre el adventismo, esta asombrosa
convicción ha recibido poca o ninguna elucidación. A
menudo, hemos dado la impresión de que a los adventistas
les preocupa cualquier cosa menos el evangelio y que el
movimiento se caracteriza por una sectaria especialización
en temas de menor importancia en cuestiones de teología.
Tenemos que disculparnos con los adventistas por esta
terrible omisión. Entiéndase de una vez por todas:
cualquier crítica del adventismo que espera penetrar hasta
el corazón del movimiento tiene que habérselas con su
concepto del evangelio y su apoyo bíblico y teológico de
este concepto. Fallar aquí ha de estar lejos del blanco
(adventista).
Con su propia literatura, ahora debemos fundamentar la
existencia del asombroso reclamo del movimiento
adventista. Comenzamos por la Sra. White: "El mensaje de
la justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la
tierra hasta el otro. ... Esta es la gloria de Dios, que
concluye la obra del tercer ángel". (19) La necesidad de
los adventistas es "ser exponentes de la eficacia de la
sangre de Cristo, por la cual nuestros pecados han sido
perdonados. Sólo así podemos alcanzar las clases más
altas". (20) El "mensaje del tercer ángel" (es decir, el
evangelio de la justificación por la fe) es lo que los
adventistas deberían estar predicando:
Cuando se predique el
mensaje del tercer ángel como se debiera, el poder
acompañará su proclamación, y se convertirá en una
influencia duradera. Debe estar acompañado por el poder
divino, o no logrará nada ...
El sacrificio de Cristo
es suficiente; él hizo a Dios una ofrenda completa y
eficaz; y el efuerzo humano sin el mérito de Cristo no
tiene ningún valor. (22)
Algunas de las afirmaciones de la Sra. White concernientes
al centro de la predicación adventista son tan excelentes
que nos tomaremos la libertad de ser un poco tolerantes
con nosotros mismos:
Los ministros deben
presentar a Cristo en su plenitud tanto en las iglesias
y en nuevos campos. ... El propósito calculado de
Satanás es impedir que las almas crean en Cristo como su
única esperanza. ... (23)
De todos los profesos
cristianos, los Adventistas del Séptimo Día deben ser
los primeros en elevar a Cristo ante el mundo. ... el
gran centro de atracción, Cristo Jesús, no debe ser
dejado fuera. (24)
El mensaje del
evangelio de su gracia debía ser dado a la iglesia en
términos claros y distintos, para que el mundo ya no
diga que los Adventistas del Séptimo Día hablan de la
ley, la ley, pero no enseñan a Cristo ni creen en Él.
(25)
El sacrificio de Cristo
como expiación por el pecado es la gran verdad alrededor
de la cual se agrupan todas las otras verdades. ... Éste
debe ser el fundamento de todo discurso presentado por
nuestros ministros. (26)
Que la ciencia de la
salvación sea la carga de todo sermón. ... No llevéis
nada a vuestra predicación para que sirva de suplemento
a Cristo. ... (27)
Exalten a Jesús,
ustedes que enseñan a la gente. Exáltenlo en los
sermones, en los cantos, en la oración. Que todos los
poderes de ustedes se dirijan a señalar el "Cordero de
Dios" a las almas confundidas, atemorizadas, perdidas.
(28)
En lenguaje demasiado claro como para no ser malentendido,
dice la Sra. White: "La justificación por la fe y la
justicia de Cristo son los temas que deben ser presentados
a un mundo que perece". (29) Un tema absorberá a todos los
demás:
Si, por la gracia de
Cristo, su pueblo se convierte en nuevos odres, Él los
llenará con el vino nuevo. Dios dará luz adicional, y
antiguas verdades se recuperarán y serán reemplazadas en
la armazón de la verdad; y dondequiera que vayan los
obreros, triunfarán. Como embajadores de Cristo, han de
escudriñar las Escrituras, para buscar las verdades que
han estado ocultas debajo de la basura del error. Y todo
rayo de luz recibido ha de ser comunicado a otros. Un
solo interés prevalecerá, un solo tema absorberá a todos
los demás - Cristo nuestra justicia. (30)
En Selected Messages,
Libro Uno, la Sra. White deja claro que el mensaje del
adventismo es el evangelio de la justificación por fe
solamente:
Algunos de nuestros
hermanos han expresado el temor de que nos espaciemos
demasiado en el tema de la justificación por fe, pero yo
espero y oro para que nadie se alarme innecesariamente;
porque no hay ningún peligro al presentar esta doctrina
como aparece en las Escrituras. Si no hubiese habido en
al pasado una reticencia en instruir correctamente al
pueblo de Dios, no sería necesario ahora hacer un
llamado especial de atención a ello. ... Las grandes y
preciosas promesas entregadas a nosotros en las Sagradas
Escrituras no se han perdido de vista en gran medida,
como el enemigo de toda justicia se proponía. Ha
proyectado su propia sombra oscura entre nosotros y
nuestro Dios, para que no veamos el verdadero carácter
de Dios. El Señor ha proclamado ser "misericordioso y
lleno de gracia, paciente, y abundante en bondad y
verdad".
Algunos me han escrito
preguntando si el mensaje de justificación por la fe es
el mensaje del tercer ángel, y he repondido:
"Ciertamente es el mensaje del tercer ángel". (31)
Podrían mencionarse muchas otras citas de los escritos de
la Sra. White. (32) Sin embargo, las precedentes son más
que suficientes para mostrar que, por lo que concernía a
ella, la misión del Adventismo por excelencia es la
proclamación del evangelio de la justificación por la fe
con poder y gloria sin precedentes.
Ahora volveremos al difunto Dr. Froom. En su libro Movement of Destiny,
corrobora el testimonio de la Sra. White. En un capítulo
titulado "Our Bunden
Mission and Commission" [Nuestra Obligada Misión
y Comisión], el Dr. Froom escribe como sigue:
La predicación
cristocéntrica marca un clímax radiante
- Toda doctrina
actualizada en Cristo. Nuestra misión
involucra la poredicación cristocéntrica en le gran
final, hasta un grado que no ha sido alcanzado
hastaahora. Esto ha de ser especialmente así a medida
que lleguemos al radiante clímax de nuestro
testimonio.
- Ser los
principales predicadores de Cristo. Hoy
debemos ser, en todo el mundo, los principales de
Cristo en toda su plenitud. ... Una hueste ha de
responder.
Somos llamados a poner
cada uno de los aspectos de nuestro mensaje en su
verdadero marco cristocéntrico. ... Luego, predicar la
doctrina será siempre predicar a Cristo. (33)
En una sección titulada "La justicia de Cristo nuestro
indispensable pasaporte", el Dr. Froom muestra, en cada
detalle como lo hace la Sra. White, lo que será el corazón
del mensaje final para los hombres. (34) Esta gloriosa
provisión ha de constituir el corazón interior, y es para
el mundo así como para la iglesia. Será la vida perfecta
de Cristo y la perfecta observancia de los mandamientos
por parte de Cristo. El Dr. Froom dice inequívocamente que
la justicia por la fe "en su mayor ámbito incluyente
constituirá el núcleo y la esencia de todo". Se recordará,
continúa diciendo, que el evangelio eterno es la esencia y
la dinámica de nuestro mensaje final a la humanidad. Esto
constituye la forma de las cosas que han de venir. (35)
Usando copiosas citas de dos de los más ilustres
exponentes del adventismo, hemos mostrado la naturaleza
precisa del cometido especial que los Adventistas aseguran
que Dios les ha confiado. Al examinar los orígenes de este
movimiento, uno no puede escapar a la conclusión de que es
un movimiento comprometido con el evangelio. Y por
supuesto, esto significa que o se sostiene o cae con la
legitimidad o no de su evangelio.
Para concluir este capítulo, hacemos tres comentarios
adicionales:
1. Para tratar a los Adventistas del Séptimo Día de
acuerdo con el criterio del movimiento mismo, su bien
conocida posición acerca de Roma debe ser vista a la luz
de la perspectiva mencionada más arriba. (36) Aunque el
adventista a menudo ha transmitido la idea de que se opone
a los meros abusos y excesos de Roma, la verdad es que su
verdadera posición es, desde el punto de vista de su
llamado divino, re-enfatizar y consumar el evangelio de
los reformadores.
2. La a veces enigmática actitud del adventista hacia los
protestantes es vista también a la misma luz. A menudo, ha
dado la impresión de que está separado sobre la base de
los asuntos de la ley solamente. Pero éste no es su
problema más profundo. Está atado a la convicción de que,
en general, los protestantes han apostatado del evangelio
de la Reforma y sus implicaciones y que, por consiguiente,
han iniciado un descenso hacia la curia papal. El
adventista cree que ha sido llamado por Dios para impedir
tal deslizamiento hasta donde sea posible. Como miembro
del fiel "remanente", tiene el deber de demostrar al mundo
protestante (y de hecho, a todos) el significado más
profundo del evangelio y la gloria de Dios. Esto es lo que
motiva su actitud hacia Roma (38) así como su actitud
hacia los protestantes.
3. Tenemos que tratar con otro aspecto de la conciencia
adventista. Un conocimiento de este aspecto sin duda
pondrá el estupendo reclamo mencionado arriba en una
perspectiva más correcta y justificará nuestra tesis de
que éste es un movimiento peculiarmente comprometido con
el evangelio de la Reforma.
Durante casi noventa años, los adventistas han estado
preocupados con el evangelio de un modo que sólo puede
describirse como notable. El adventismo ha tenido que
enfrentarse a una seria pregunta que no puede haberse
originado sino dentro del movimiento - es decir: ¿Por qué
no ha tenido lugar el "fuerte pregón"? ¿Por qué no ha
venido el Señor? Una respuesta es que unos cuarenta años
después del inicio del movimiento, el Señor por gracia
trató de dar a la iglesia un conocimiento del evangelio
con una claridad sin precedentes. Desafortunada y
trágicamente, la iglesia en general rechazó esa donación
por gracia. Desde el año de 1888, de una manera o de otra
y en mayor o menor grado, la Iglesia Adventista ha luchado
con lo que tuvo lugar precisamente con relación a su
respuesta al mensaje de 1888. El año de 1888 ha sido
ciertamente una "espina en el costado" para la Iglesia
Adventista. Durante unos noventa años, la iglesia ha
estado luchando con su relación con el evangelio de la
Reforma. Ninguna interpretación del movimiento haría más
que rasguñar la superficie si no tuviera en cuenta este
factor. (Véase el apéndice al final de este capítulo para
una sinopsis de la lucha del adventismo con el evangelio).
Por consiguiente, junto con el estupendo reclamo de la
Iglesia Adventista hay que colocar el hecho de que ella ha
reconocido su fracaso en llevar a cabo la comisión
especial del Señor. De aquí que, por todas partes, se vean
los "golpes de pecho".
Cualquier otra cosa que nos muestre la lucha en relación
con la respuesta de la iglesia al mensaje de 1888,
justifica nuestra afirmación de que el adventismo ha
estado preocupado con el evangelio y con su enfoque del
evangelio por unos noventa de los 133 años de su
existencia. Creemos que este aspecto del movimiento
justifica en no pequeña medida un tratamiento de la
validez del reclamo dventista de mantener el evangelio de
la Reforma.Quizás una crítica como ésta hasta pueda ayudar
el movimiento en su autoclarificación.
Apéndice
1888:
Una piedra en el zapato de la iglesia
Todos los Adventistas que conocen su propia historia
reconocerán que, en el año 1888, tuvo lugar un
reavivamiento en la iglesia. Dos ministros adventistas,
los pastores E. J. Waggoner y A. T. Jones, se obsesionaron
con la doctrina de la justificación por la fe solamente y
trataron de presentarla a la iglesia con no poco fervor.
Tuvo lugar una reacción, cuya naturaleza precisa jamás se
ha establecido en el movimiento adventista. Parece que,
aunque algunos, incluyendo a la Sra. White, (39) aceptaron
el mensaje, la mayoría lo rechazó.
Las cosas se calmaron dentro de la iglesia más
o
menos hasta 1924, cuando un ex-presidente de la
Conferencia General, el pastor A. G. Daniells, resucitó la
cuestión entera del mensaje de 1888 y la respuesta de la
iglesia a él. En una publicación titulada Christ Our Righteousness
[Cristo Nuestra Justicia], Daniells no dejó ninguna duda
de que creía que el mensaje había sido rechazado. He aquí
sus palabras:
¡Cuán triste, cuán
profundamente lamentable, es que este mensaje de la
justicia en Cristo, en el tiempo de su venida, se
encontrara con oposición de parte de hombres serios y
bien intencionados en la causa de Dios! El mensaje nunca
fue recibido, ni proclamado, ni se le dio libre curso,
como debió haber sido para transmitir a la iglesia las
inconmensurables bendiciones que él envolvía. La
gravedad de ejercer tal influencia es indicada por los
reproches que se hicieron. Estas palabras de reprensión
y amonestación deberían recibir la más profunda
consideración en este tiempo. ... (40)
Daniells procede a registrar algunas cáusticas acusaciones
de parte de la Sra. White contra los que rechazaron el
mensaje en ese momento. (41) Ella no escatima palabras. La
Sra. White acusa a la iglesia de predicar la ley "hasta
quedar tan secos como la colinas de Gilboa, que no
recibían ni rocío ni lluvia". Lo que se necesita. continúa
diciendo, no es confianza en nuestros propios méritos,
sino en los méritos de Jesús de Nazaret. (42)
Naturalmente, tal presentación estaba destinada a causar
inquietud. Se exigió una explicación, nada menos que por
el laicato. ¿Estaba Daniells en lo cierto, o era verdad
que la iglesia abrazó el evangelio en ese momento? ¿Era
éste un indicio de por qué el "fuerte pregón" no había
tenido lugar? ¿Debía arrepentirse la iglesia, o debía
silenciar a los que hacían aquellas acusaciones sin
fundamento?
Tuvo lugar una serie de defensas. En 1947, Lewis H.
Christian publicó The
Fruitage of Spiritual Gifts [El Fruto de los
Dones Espirituales]. En este libro dijo que, aunque la
sesión de 1888 había sido tensa, la oposición había poco
menos que desaparecido algunos años más tarde en una
aceptación casi unánime del mensaje de la justificación
por la fe.
En 1948, apareció otra defensa. Bruno William Steinweg
presentó una tesis al Seminario Teológico Adventista del
Séptimo Día, titulada "Progresos en la enseñanza de la
justificación y la justicia por la fe en la Iglesia
Adventista después de 1900". La tesis de Steinweg decía
que la iglesia no había rechazado el regalo del evangelio
de parte del Señor en 1888. ¿No habían sido Waggoner y
Jones oradores populares de convención después de 1888?
¿Cómo era posible que hubiesen sido rechazados si éste era
el caso?
Otra notable defensa que apareció fue un libro titulado Captains of the Host
(1949) [Capitanes del Ejército], escrito por el
historiador Adventista A. W. Spalding. Este libro
reconocía que una crucial confrontación
sí había tenido lugar en 1888 y que había
habido una recepción dividida. Sin embargo, en el análisis
final, 1888 había sido una victoria para la iglesia, no
una derrota. El mensaje de 1888 no había sido
rechazado.
Un giro significativo tuvo lugar cuando dos misioneros, R.
J. Wieland y D. K. Short, presentaron un manuscrito en
1950 a la Conferencia General de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día. El manuscrito se llamaba 1888 Re-examined
[1888 Reexaminado]. En términos bien claros, Wieland y
Short afirmaban que la iglesia había rechazado el mensaje
que el Señor había intentado entregarle en Minneapolis en
1888. La iglesia era culpable y debía golpearse el pecho y
clamar al Señor pidiendo perdón. Debía haber
arrepentimiento de grupo. Este autor tuvo el privilegio de
pasar algún tiempo con Mr. Wieland en su hogar de Chula
Vista, California, y ere obvio que, después de casi
treinta años, todavía tenía esta profunda convicción.
Un conflicto sin precedentes surgió a raíz de esta
presentación por Wieland y Short - un conflicto que duró,
con gran intensidad, más de una década. Este intenso
diálogo concerniente a la reacción de la iglesia al
mensaje de 1888 fue recogido por A. L. Hudson en una
publicación titulada A
Warning and Its Reception [Una amonestación y su
recibimiento]. Entre otras cosas, contiene la tesis de
Wieland y Short y su rechazo por los líderes de la
iglesia.
No mucho tiempo después, en 1962, otra publicación, By Faith Alone [Por
fe solamente] - originalmente una tesis presentada al
Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día por Norval
F. Pease - apareció en defensa de la iglesia. Había amplia
evidencia de que la luz del evangelio no estaba extinta en
la historia adventista antes de 1900. Pero Mr. Wieland no
se impresionó. Para él, había una vasta diferencia entre
algún evangelio y el evangelio de las dimensiones del
"fuerte pregón".
Y la iglesia todavía fue defendida - esta vez por la
publicación, en 1966, de un libro por A. V. Olson, llamado
Through Crisis to
Victory:1888-1901 [A la victoria por la crisis:
1888-1901]. El título habla por sí solo. Aunque hubo una
crisis, para 1901 la victoria había sido ganada para la
iglesia. Olson terminaba su libro diciendo que,
dondequiera que viajó por el mundo entre adventistas,
encontró una rápida aceptación de la doctrina de la
justificación por la fe. Los adventistas la creían y de
hecho la consideraban preciosa. Los que decían que la
iglesia la había rechazado simplemente no estaban en lo
cierto.
Luego apareció en escena un peso pesado para poner punto
final a la cuestión de 1888. En 1971, el Dr. LeRoy Edwin
Froom publicó su influyente Movement of Destiny [Movimiento de
Destino]. De manera característica, defendía a la iglesia
y acusaba los que buscaban presentarla en una luz negativa
acerca del mensaje de 1888. El Dr. Froom invitaba a todos
los que afirmaban lo contrario a hacer una
confesión explícita. Pero, a pesar de la magnitud y el
método del enfoque, el buen doctor no pudo hacer descansar
el fantasma de 1888.
Para 1973, hubo el primer reconocimiento oficial de culpa
desde que A. G. Daniells resucitó la cuestión de 1888 por
primera vez. Informando sobre la conferencia anual de
otoño, los líderes de la Conferencia General reconocieron
que 1888 llamó una considerable atención en su reunión: