VIDA DE ELLEN G. WHITE
SUS AFIRMACIONES REFUTADAS

Dudley Marvin Canright

Capítulo 16 - Afirmaba revelar pecados secretos

Traducido de Ellen White Exposed


Como de costumbre con personajes de esta clase, la denominación ha sostenido, de manera bastante general, puntos de vista extravagantes y hasta supersticiosos en relación con la Sra. White, reconociéndola como su profeta y dirigente espiritual. Esto fue estimulado tanto por sus propias afirmaciones como por las enseñanzas de sus devotos seguidores. Ella afirmaba ser la mensajera especial de Dios; habérsele encomendado la obra de revelar y reprender "pecados secretos"; haber sido llevada en visión de casa en casa y haber escuchado conversaciones que se le intimó no revelar. Muchos de sus seguidores la consideraban como dotada de poderes sobrenaturales, e iban a ella para consultarla y pedirle consejo como lo harían con Dios mismo.

El pastor A. G. Daniells, presidente de su Conferencia General desde 1901, en una declaración hecha el 12 de febrero de 1914, dijo: "Al comienzo de mi ministerio, cuando yo era joven, pensé que la Sra. White sabía todo acerca de mí; que podía leer mis pensamientos". Desde entonces, se ha enterado de que no es así, y caracterizó sus puntos de vista anteriores como "supersticiosos".

Más o menos por el mismo tiempo, el pastor F. M. Wilcox, editor de la Review and Herald, su principal periódico denominacional, contaba cómo se sintió cuando, siendo todavía un muchacho, vio por primera vez a la Sra. White y la oyó hablar. Dijo él: "Pensé que ella podía mirar directamente a través de mí, que sabía todo lo que yo había hecho en mi vida". Él también catalogó estas ideas como "supersticiosas".

Charles T. Shaffer, por varios años pastor de la primera Iglesia Adventista del Séptimo Día de Washington, D. C., en una declaración fechada en noviembre 10, 1915, dijo: "Siempre consideré a la Sra. White como la profeta del Señor, y que todas las cosas estaban como abiertas delante de sus ojos y que ella las veía tan claramente como yo puedo ver una casa a través de una ventana de vidrio". Más tarde, se enteró de que no era así. Ella obtenía su información de otros.

Una de las afirmaciones de la Sra. White era que Dios la había autorizado a conocer los pensamientos y secretos de la gente sin que ellos lo supieran, y luego reprenderlos o exponerlos en público para salvar a la iglesia de la corrupción oculta. Oigámosla: "Dios se ha complacido en abrir ante mí los secretos de la vida interior y los pecados ocultos de su pueblo. Este desagradable deber me ha sido encomendado para reprender las injusticias y revelar los pecados secretos". (Testimonies, tomo III, p. 314).

Luego, ella cuenta cómo los veía en sus hogares, escuchaba sus conversaciones, estaba presente en sus reuniones, y escuchaba todo lo que se discutía en privado, tal como Dios mismo ve y oye y sabe todo esto. Nada se le ocultaba a ella. (Testimonies, tomo V, p. 68). Así, el pastor Uriah Smith, en "Objeciones a las Visiones, Contestadas", edición de 1868, página 6, dice: "Ellos han expuesto la iniquidad oculta, traído a luz las injusticias escondidas, y revelado los malvados motivos de los falsos de corazón".

Hay abundancia de evidencia para refutar esta afirmación. Numerosos hechos simples en su vida lo refutan. Más tarde, el pastor Smith puso en duda esta afirmación de la Sra. White. Con fecha 22 de marzo de 1883, él  me escribió acerca de esta incredulidad en los testimonios de ella. Cito algunas líneas: "Los casos de C--- y S--- me han dejado perplejo".

No es de asombrarse que estos casos dejaran perplejo a Smith, como nos dejaron perplejos a todos nosotros. Yo conocía a ambos ministros bien. Pero sus pecados no le fueron revelados a la Sra. White, aunque ella estaba estrechamente vinculada a ambos.

Miremos otro caso - el del pastor Nathan Fuller. Era un hombre de imponente presencia, gran capacidad, y altamente estimado por el pueblo adventista. Había una iglesia grande en Niles Hills, Pa. Fuller vivía cerca de allí, y por años estuvo encargado de supevisar esta iglesia. Enn 1869 o 1870, el pastor White y su esposa visitaron esta iglesia y se alojaron en la casa de Fuller. El pastor White públicamente alabó a Fuller como un hombre piadoso de mucha capacidad. Sólo unos días más tarde, por confesión de una hermana de esa iglesia que sintió remordimientos de conciencia, se supo que por años Fuller había practicado adulterio con cinco o seis mujeres de la iglesia. Todas confesaron, y Fuller mismo tuvo que reconocerlo. La comunidad por poco lo ataca en masa. La denominación entera sintió la conmoción y la vergüenza. Pero la que más la sintió fue la Sra. White. Ella había estado allí por varios días en el hogar de Fuller, en reuniones con él, había conocido a todas estas mujeres, y sin embargo no sabía nada de todo este podrido asunto. Poco tiempo después, fui allí y tuve reuniones por dos semanas, conocí a todas estas personas, y me enteré de toda la vergonzosa historia.

Este caso reveló la falsedad de la afirmación de la Sra. White de que Dios le revelaba a ella los "pecados secretos" de su pueblo. ¿Qué podía decir ella? Como de costumbre, después de que todo había llegado a ser del conocimiento general, ella tuvo un testimonio en que contaba todo. Está impreso en Testimonies for the Church, tomo II, pp. 449-454. Dice ella: "El caso de N. Fuller me ha causado mucho dolor y angustia de espíritu". Sí, y más vale que así fuera, pues el caso por fuerza revelaba su propio fracaso. Para excusarse, dice: "Creo que era designio de Dios que este caso de hipocresía y villanía fuera revelado del modo en que lo fue". Esto es, ¡Dios se lo ocultó y dejó que las mujeres lo revelaran! Si alguna vez hubo un caso en que se necesitó su supuesto "don" de revelar "pecados secretos", era éste - una iniquidad difundida, terrible, oculta, que había durado años, y que involucraba una iglesia entera. Ella a menudo se había encontrado con Fuller en reuniones generales, había estado en su casa, y también había conocido a todas estas mujeres. Y sin embargo, no sabía nada en absoluto del asunto. No hay que asombrarse de que Smith se sintiera perplejo.

El segundo caso que Smith mencionó era el de un ministro mucho más prominente que Fuller. Yo estaba teniendo reuniones en una iglesia en la que este ministro también había tenido reuniones hacía poco. El pastor de la iglesia y su esposa me dijeron que el ministro había tratado de seducirla a ella, la esposa, y había intentado hacer lo mismo con una joven hermana, la hija adoptiva de la pareja. Las averiguaciones revelaron el hecho de que, por largo tiempo, este ministro había estado haciendo lo mismo en otros lugares. Presenté estos hechos a la Conferencia, y el hombre fue depuesto del ministerio. La Sra. White había estado con él en reuniones por semanas enteras, y había estado en la misma iglesia, y sin embargo, no sabía nada acerca de esto. Estuvo en total ignorancia de ello hasta que todo salió a luz.

Más tarde, otro caso, muy feo, salió a luz. Un ministro, que había sido uno de los hombres más valiosos y de más confianza, vino a Battle Creek una semana antes de que la Conferencia General se reuniera allí. El ministro habría de predicar en el Tabernáculo el sábado por la tarde. Por mucho tiempo, su esposa había sospechado que le era infiel. Así que, buscando en el baúl de él un día, encontró escondido un mazo de cartas de una mujer, cartas que revelaban sus relaciones ilícitas. Ella informó de esto a los dirigentes, y a su esposo no se le permitió subir al púlpito. En la conferencia, lo oí confesar su vergüenza delante de varios cientos de personas en el Tabernáculo. Luego, como de costumbre, después de que todo se había divulgado, la Sra. White tuvo un testimonio acerca del asunto, titulado "El Pecado del Libertinaje". Yo tengo ese testimonio.

Estos casos muestran que su afirmación de que Dios le había encargado revelar los "pecados secretos" en la iglesia no tiene fundamento. En total, creo que ella me escribió cinco testimonios personales durante mi ministerio. Revisé cada uno de ellos cuidadosamente para ver si había alguna referencia a algo en mi vida que nadie sino Dios supiese. Nunca hubo ni una palabra acerca de ninguna cosa así en ninguno de ellos. Cualquiera que me conociera tan bien como ella, pudo haber dicho todo lo que ella dijo. Además, cometió varios errores, suponiendo que habían sucedido cosas que nunca sucedieron.

Cosas como los sucesos precedentes que se han narrado, y que cubren muchos casos, finalmente destruyeron mi confianza en sus afirmaciones de que recibía revelaciones divinas.

Varios años antes de la muerte de la Sra. White, se descubrieron tantos casos de inmoralidad en una de sus principales casas publicadoras, que la institución estaba cayendo en descrédito en la comunidad en que estaba situada. Al hacer una investigación, un buen número de empleados, entre ellos algunos de los más fieles asistentes a la iglesia y diezmadores, tuvieron que ser despedidos por adulterio. Y sin embargo, la Sra. White, su profeta, no sabía nada acerca de toda esta deplorable situación.

Estos casos, y muchos más que podrían citarse, son suficientes para mostrar que su afirmación de que Dios le había encargado revelar los "pecados secretos" en la iglesia no tienen fundamento. Ella no tenía tal don. Como reveladora de pecados secretos, fue un completo fracaso. En esto, como en muchas otras cosas, ella confundió su llamado, y asumió una responsabilidad que no le correspondía.

Como los profetas del oráculo de Delfos en la antigua Grecia, ella, callada y diligentemente, reunía información de muchas fuentes acerca de muchas cosas de las cuales se suponía que sabía poco o nada. En esto basaba muchos de sus testimonios, que eran presentados como revelaciones directas de Dios. Pero, como sucedió con los profetas délficos, al revelarse la verdadera fuente de su información, su "don" quedó desacreditado.


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