VIDA
DE
ELLEN G. WHITE
SUS AFIRMACIONES REFUTADAS
Por Dudley Marvin
Canright
Capítulo 14
- El redactor Smith rechaza sus testimonios
Traducido de Ellen
White Exposed
Uriah Smith fue
editor del Review and Herald, la publicación periódica
de la iglesia, por más de cincuenta años. Durante todos esos
años, estuvo íntimamente asociado con la Sra. White, y tuvo
todas las oportunidades posibles para juzgar las afirmaciones de
ella de que era divinamente inspirada. Como la mayoría de
nosotros, al comienzo tenía la más completa confianza en las
afirmaciones de ella. En 1868, Smith escribió una extensa
defensa de las visiones de ella, en un folleto de 144 páginas.
Con el paso de los años, comenzó a cuestionar la inspiración de
ella. Primero, negó que el "testimonio de Jesús" de Apoc. 12:17
tuviera el propósito de profetizar y ser un profeta, como
suponía la Sra. White. La posición de Smith sobre esto era bien
conocida. Más tarde, argumentó qu debemos discriminar entre una
visión "directa" y las simples cartas o "testimonios" que ella
escribía.
Desde Healdsburg,
Cal., en marzo 28, 1882, la Sra. White le escribió una cáustica
carta condenándolo y exigiéndole que leyera lo que ella le había
escrito acerca de él a la iglesia de Battle Creek. Smith rehusó
hacer esto. Dijo que era sólo una carta en la cual ella daba su
opinión personal, y que no era inspirada. Esto hirió a Smith
profundamente.
En junio 20 de
1882, ella le escribió una carta a la iglesia diciendo que
le había escrito a Smith, y que él había retenido el testimonio.
Smith se vio obligado a imprimir ambas comunicaciones en Testimonies for the Church,
No. 31, páginas 41-80, la primera bajo el encabezamiento
"Important Testimony," y la segunda bajo el título "The
Testimonies Slighted" [Los Testimonios Menospreciados]. Luego
estas fueron hechas circular en todas las iglesias por todas
partes. Esto era humillante para Smith, pero tenía que
tragárselo o rebelarse. Por años, fue una cuestión de cuál de
las dos cosas haría.
En la primera
carta, la Sra. White decía: "Usted desprecia y rechaza los
testimonios". (p. 45). Aquí la Sra. White, en una revelación
inspirada, testifica que Smith había rechazado los testimonios.
Así que esto debía pemanecer como un hecho, que él nunca negó.
En la segunda carta, ella dice: "Si Ud. disminuye la confianza
del pueblo de Dios en los testimonios que él les ha enviado,
usted se está rebelando contra Dios tan ciertamente como lo
hicieron Coré, Datán, y Abiram... Dios estaba hablando a través
de la arcilla". (pp. 62, 63).
Creyendo, junto
con otros, que Smith estaba a punto de rebelarse, ella dijo: "En
el poderoso zarandeo que pronto tendrá lugar... más de una
estrella que hemos admirado por su brillo se apagará en la
oscuridad". (pp. 76, 77). Pero la predicción falló. El "poderoso
zarandeo que pronto tendrá lugar" no ocurrió, ni ha ocurrido
durante los treinta y cinco años desde que se hizo la
predicción, y Smith, aunque dudando, permaneció en la iglesia.
En la segunda
carta, la Sra. White dice: "Usted dirá que esta comunicación era
sólo una carta. Sí, era una carta, pero inspirada por el
Espíritu de Dios". (p. 63). Smith claudicó, pero no se
convenció. Esto sólo aumentó sus dudas. Me las comentó
libremente.
Un día, en la
escalinata del Tabernáculo de Battle Creek, le dije: "Ud. ha
escrito una defensa de las visiones, pero no es satisfactoria
para Ud. mismo". Sólo se rió. Crucé un dedo sobre otro, y dije:
"Usted sabe que ellos se contradicen a sí mismos así".
Nuevamente se rió y no dijo nada.
En abril 6 de
1883, Smith me escribió así: "Si las visiones cesaran por
completo, esto no afectaría en absoluto mi fe en nuestras
teorías bíblicas... Yo no aprendí de las visiones ninguna de
estas cosas... La idea de que cuestionar las visiones en
lo más mínimo es convertirse en seguida en un apóstata y rebelde
sin esperanza ha sido inculcada
deliberadamente en la mente de la
gente".
En julio 31, 1883,
Smith me escribió nuevamente: "La misma hermana White me ha
cerrado la boca. En el testimonio especial para la Iglesia de
Battle Creek, ella me presentó como habiendo rechazado, no sólo
ese testimonio, sino todos los testimonios. Ahora, si
digo que no los he rechazado, demuestro que sí los he rechazado,
porque contradigo éste. Pero si digo que sí los he
rechazado, no les servirá de nada".
Pobre hombre.
Estaba en un verdadero dilema. Con fecha de agosto 7, 1883, me
escribió otra vez: "Ahora tengo que discriminar entre
'testimonio' y 'visión'. Creo que me conozco a mí mismo tan bien
como me conoce la Sra. White".
El 22 de marzo de
1883, de nuevo me escribió: "Me parece que los testimonios
virtualmente han tomado la forma de que es inútil tratar de
defender las enormes afirmaciones que ahora se hacen a favor de
ellos. Por lo menos, después del injusto tratamiento que recibí
el año pasado, no siento ninguna responsabilidad en esa
dirección".
El 2 de octubre de
1883, me escribió que quería que se entendiera que no había
rechazado los testimonios, no fuera a ser que otros por su
ejemplo fueran inducidos a abandonar, no sólo los testimonios,
sino todo el resto del mensaje también. Con esta excusa
plausible, silenció su conciencia, permitió que su influencia
favoreciera lo que él mismo no creía, y mantuvo su puesto.
A partir de esto,
se verá que Smith se vio obligado a vivir una doble vida, como
lo han hecho y lo están haciendo muchos otros dirigentes de esa
iglesia. En público, Smith aceptaba los testimonios; en privado,
no creía en ellos.
Cuando abandoné a
los Adventistas, dije que el pastor Smith, como yo, dudaba de
los testimonios. Los dirigentes entonces lo presionaron para que
expresara en la Review su posición en relación con
ellos. Esto lo puso en un aprieto. Después de mucha presión,
Smith escribió un artículo corto encabezado "Personal". Cada una
de las líneas de él muestra que trataba de decir algo sin decir
realmente nada. Sus hermanos en la fe no estaban satisfechos. Me
dijeron que Smith había dicho: "O lo aceptan o no reciben nada".
He aquí unas pocas líneas de esta declaración:
"Exactamente cuán cerca anduve alguna
vez de renunciar a ellos, estoy dispuesto a que cualquiera que
desee hacerlo lo averigüe si es posible. Quizás no he estado
tan cerca como algunos suponen; quizás no tan cerca como yo
mismo lo he supuesto... Bajo lo que han parecido, por un
tiempo, fuertes provocaciones para que me retirara de la obra,
he sopesado la cuestión de hasta dónde podría hacerse esto
razonablemente, o cuánto de esta obra podría ser abandonado
consistentemente... Una poca de reflexión es suficiente para
mostrar que el mensaje, y lo que lo ha acompañado, no pueden
ser separados. Bien, entonces, dice alguien, lo absurdo de
esta parte [las visiones] de la obra es suficiente para
derribar la otra. A lo cual yo contesto: No, porque la
fortaleza de las otras partes es suficiente para evitar que
una persona renuncie a ésta. Y esta ha sido la posición que he
mantenido". ("Replies to Canright," p. 108).
Aquí Smith
sostiene que las visiones de la Sra. White son absurdas y que,
consideradas por sí solas, él habría renunciado a ellas. Fue su
fe en las otras partes del mensaje lo que le impidió
repudiarlas. Y esto es lo que me dijo personalmente. En los
testimonios mismos, él no veía evidencia de inspiración divina,
pero veía lo suficiente contra las visiones para rechazarlas
como absurdas. Nadie tuvo jamás mejor oportunidad de saber esto
que él. Durante los últimos treinta años de su vida, aceptó los
testimonios de mala gana y de dientes para afuera, porque tenía
que hacerlo, o ser echado de su puesto. Él fue una buena
ilustración de la esclavitud espiritual en la cual están ahora
muchos de sus más inteligentes ministros y dirigentes. Yo mismo
llevé ese molesto yugo por años, y sé lo que significa. Una vez,
el pastor W. C. Gage, otro prominente ministro Adventista, me
dijo: "Me odio y me desprecio a mí mismo por hacer como que creo
lo que no creo"; esto es, en los testimonios. Y sin embargo,
como Smith, se tragó sus dudas, ahogó su conciencia, y se quedó
allí hasta su muerte, como muchos más lo están haciendo ahora.
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