LA IGLESIA ADVENTISTA
OCULTA ERRORES

Título de la obra en inglés:
White Out

Dirk Anderson


Capítulo 4

El juicio de Israel Dammon

Fue el descubrimiento histórico del siglo para los Adventistas del Séptimo Día. Sin embargo, algunos dirigentes adventistas probablemente desean que jamás se hubiese hecho. En marzo de 1986, Bruce Weaver, estudiante graduando del Seminario de la Universidad de Andrews, encontró un relato periodístico sobre el arresto y juicio de uno de los amigos de Ellen White, Israel Dammon. Lo que Weaver desenterró resultaría ser una desagradable sorpresa para los devotos de Ellen White.

Bruce observó rápidamente que el relato periodístico del incidente difería ampliamente del de la Sra. White. ¿Por qué las diferencias? Para entender, tenemos que viajar en el tiempo hasta 1845.

Han pasado sólo algunos meses desde el Gran Chasco. La confusión, el fanatismo, y la emoción religiosa prevalecen sin control entre los milleristas. Los servicios religiosos entre los adventistas se celebran casi exclusivamente en hogares privados. Típicamente, las reuniones incluyen fenómenos como "ósculos 'santos', gritos y cantos, postraciones físicas, lavados de pies promiscuos (mixtos), bautismos múltiples por inmersión, extrañas exhibiciones de humildad voluntaria (como andar a gatas, ladrar), y presentaciones de unos pocos visionarios". 64

El sábado 16 de febrero, Ellen Harmon llega al pueblo, poco después de una reunión en Exeter, Maine, donde sus visiones han logrado convencer a la hermana Durben de que acepte la doctrina de la puerta cerrada. En esta fresca noche de sábado, está teniendo lugar una reunión de creyentes adventistas en la residencia Ayer en Atkinson, Maine. La reunión está siendo dirigida por el ex-capitán de mar Israel Dammon, y presenta a las profetisas la Srta. Dorinda Baker, de Orrington, y la Srta. Ellen Harmon, de Portland. El pastor James White también está presente. Quizás una de las más vívidas descripciones presenciales de la reunión procede de William Crosby, un abogado de 37 años que la describió bajo juramento en el tribunal dos días más tarde:

"A veces, todos hablaban al mismo tiempo, gritando a voz en cuello ... En el piso, una mujer yacía de espaldas con una almohada bajo la cabeza; a veces se levantaba y relataba una visión que decía le había sido revelada... Era con mucho la reunión más ruidosa a que yo jamás había asistido. No había orden ni regularidad, ni nada que se pareciera a ninguna otra reunión a la que yo hubiera asistido nunca..." 65
El diácono James Rowe añadió su testimonio jurado en relación con esta caótica reunión:
"Yo estuve en la residencia Ayer por poco tiempo el sábado pasado por la noche... He sido joven, y ahora soy viejo, y de todos los lugares en que he estado, nunca vi tal confusión, ni siquiera en una fiesta de borrachos". 66
Las profetisas eran parte central del servicio aquella noche. Loton Lambert, testigo de la reunión, dio el siguiente testimonio en la corte bajo juramento:
"Cuando llegué, estaban cantando. Después de cantar, se sentaron en el piso. Dammon dijo que una hermana tenía una visión que relatar. Luego, una mujer en el suelo relató su visión. Dammon dijo que todas las otras denominaciones eran impías, que eran mentirosos, chulos, asesinos, etc.; también atacó a todos los que no eran creyentes con él. Nos ordenó que nos fuéramos. No nos fuimos. La mujer que yacía en el piso relatando visiones era llamada por el pastor Dammon y por otros, Imitación de Cristo. Dammon nos llamó cerdos y demonios, y dijo que, si él fuera el dueño de casa, nos echaría de allí. La mujer a quien llamaban Imitación de Cristo les dijo a la Sra. Woodbury y a otros que debían abandonar a todos sus amigos o se irían al infierno. Imitación de Cristo, como la llamaban, yacía en el suelo por un rato, luego se levantaba, llamaba a alguien y le decía que tenía una visión que relatarles, y se las relataba. Había una muchacha de la cual decían que tenía que ser bautizada esa noche o se iría al infierno; ella lloraba amargamente y quería ver a su madre primero; le dijeron que tenía que dejar a su madre o se iría al infierno. Una voz dijo: Que se vaya al infierno. Finalmente, ella fue bautizada. Imitación de Cristo le contó su visión a una prima mía, que debía ser bautizada esa noche o se iría al infierno. Ella objetó, porque ya una vez había sido bautizada. Se decía que Imitación de Cristo era una mujer de Portland". 67
La visionaria "mujer de Portland", la mujer a la cual se refirió Lambert como Imitación de Cristo, es identificada, por esta razón, como Ellen Harmon, siendo la otra profetisa oriunda de Orrington. El dueño de casa, James Ayer, confirmó en la corte más tarde que la visionaria a quien Lambert se refirió como Imitación de Cristo era realmente Ellen Harmon:
"Vi a la mujer con una almohada bajo la cabeza. Su nombre es la Srta. Ellen Harmon, de Portland. No oí que ni ella ni los otros dijeran nada sobre Imitación de Cristo". 68
Como la de Ellen Harmon, la salud de la otra joven presente y aspirante a profetisa, Dorinda Baker, de Orrington, era mala. El testigo Joshua Burnham la describió en la corte:
"He conocido a la Srta. Dorinda Baker desde que ella tenía cinco años. Su carácter es bueno. Ahora tiene veintitrés o veinticuatro años de edad. Es una muchacha enfermiza. Su padre ha gastado $1,000 en cuidados médicos. Yo estuve en la reunión del sábado por la noche. Se había dispuesto que ella contara sus visiones". 69
La ruidosa atmósfera de la reunión causó tal alteración del orden civil en el vecindario que finalmente se llamó a las autoridades para que lo restablecieran. La Sra. White da su versión de lo que sucede cuando llega el alguacil para arrestar a Dammon:
"...mientras yo hablaba, dos hombres miraron hacia dentro por la ventana. Entendimos cuáles eran sus propósitos. Entraron y pasaron rápidamente a mi lado para llegar donde estaba el pastor Damman [sic]. El Espíritu del Señor se posó sobre él, sus fuerzas le fueron quitadas, y cayó al suelo indefenso. El oficial exclamó: 'En nombre del estado de Maine, échenle mano a este hombre'. Dos hombres le agarraron por los brazos, y dos por los pies, y trataron de sacarle de la habitación a rastras. Le movieron unas pocas pulgadas solamente, y luego salieron rápidamente de la casa. El poder de Dios estaba en esa habitación, y los siervos de Dios, con sus rostros iluminados por la gloria de Dios, no ofrecieron resistencia. Los esfuerzos por llevarse al pastor D. se repitieron a menudo, con los mismos resultados. Los hombres no podían soportar el poder de Dios, y era un alivio para ellos salir apresuradamente de la casa. El número de ellos aumentó hasta doce, todavía el pastor D. fue retenido por el poder de Dios como por cuarenta minutos, y toda la fuerza de aquellos hombres no podía moverle del piso donde yacía indefenso. Al mismo tiempo, todos sentíamos que el pastor D. debía irse; que Dios había manifestado su poder para su gloria, que el nombre del Señor sería aún más glorificado si permitíamos que fuese llevado de nuestro medio. Y aquellos hombres le levantaron tan fácilmente como si se tratara de un niño, y se lo llevaron". 70
La descripción que la Sra. White hace de este suceso inspira gran temor reverente, que indica una profunda y notable intervención de Dios. Sin embargo, su relato difiere ampliamente del testimonio jurado que los testigos dieron en la corte, y que fue registrado en el periódico del pueblo, Piscataquis Farmer.

Ahora, contrástese el relato de la Sra. White con el de Joseph Moulton, el alguacil encargado de arrestar a Dammon. Así describe el arresto durante su testimonio jurado en la corte:
"Cuando fui a arrestar al prisionero, me cerraron la puerta. Como no podía tener acceso a él desde fuera, eché la puerta abajo. Fui hasta el prisionero, le tomé de la mano, y le comuniqué a qué había ido. Varias mujeres se pusieron de pie de un salto y se le acercaron. Él se aferró a ellas, y ellas a él. Tan grande era la resistencia, que tres ayudantes y yo no pudimos sacarle. Permanecí en la casa, y envié a alguien en busca de ayuda; después de que hubieron llegado, hicimos un segundo intento, con el mismo resultado. Nuevamente mandé a pedir más ayuda. Cuando ésta llegó, le dominamos y le sacamos arrestado por la puerta. Encontramos resistencia por parte tanto de los hombres como de las mujeres. No puedo describir el lugar. Era un griterío continuo". 71
El testimonio jurado en la corte por parte de Moulton contrasta fuertemente con el relato de la Sra. White. Moulton indica claramente que Dammon estaba siendo retenido por fuerza humana, por las mujeres y los hombres que saltaron hacia adelante para prestarle ayuda y le ayudaron a resistir el arresto sosteniéndole, no por el poder de Dios.

Es interesante que ni uno solo de los más o menos treinta testigos en el juicio contradijera el testimonio de Moulton en el sentido de que las mujeres y los hombres ayudaron a Dammon a resistir el arresto. La crucial contradicción de la historia por la Sra. White arroja dudas sobre la integridad de lo que ella escribió. Bruce Weaver explica cuán absurdo es suponer que el alguacil fuese lo bastante valeroso o lo bastante temerario como para intentar combatir fuerzas sobrenaturales para arrestar a Dammon:

"En realidad, si doce hombres se esforzaron vigorosa e infructuosamente para mover de su sitio a un individuo postrado y que, por lo demás no tenía ningún impedimento, y si había habido una atmósfera tan poderosa pero invisible que 'era un alivio para ellos salir apresuradamente de la casa' periódicamente, los hombres normales habrían estado lo suficientemente asustados (o convertidos) por la experiencia para abandonar su misión mucho antes de que hubiesen pasado los cuarenta minutos". 72
Después de pasar el fin de semana en la cárcel, Dammon se presentó a juicio el lunes. La Sra. White reanuda el relato de Dammon durante su juicio:
"El pastor D. estuvo presente en el juicio. Un abogado ofreció sus servicios. La acusación levantada contra el pastor D. era la de que había alterado la paz. Se trajeron muchos testigos para sustentar la acusación, pero su testimonio fue derribado en seguida por el de los conocidos del pastor D. que estaban presentes y a los cuales se les llamó al estrado. Había mucha curiosidad por saber lo que creían el pastor D. y sus amigos, y a él se le pidió que hiciera un resumen de su fe. Entonces él les habló de manera clara de su creencia en las Escrituras. También se sugirió que ellos cantaran himnos curiosos [sic], y a él se le pidió que cantase uno. Había un buen número de fuertes hermanos presentes con él durante el juicio, y le acompañaron al cantar: 'When I was down in Egypt´s land, I heard my Savior was at hand'.

"Se le preguntó al pastor D. si tenía una esposa espiritual. Él les dijo que tenía una esposa legal, y que podía dar gracias a Dios de que ella había sido una mujer muy espiritual desde que la había conocido. Las costas del juicio, creo, se las cargaron a él, y fue liberado". 73

El Piscataquis Farmer tiene una versión algo diferente del juicio. Según el periódico, fue Dammon quien "pidió permiso" para cantar. Durante la parte del juicio en que se dicta sentencia, se le permitió a Dammon hablar en su defensa:
"Él [Dammon] arguyó que el tiempo de gracia había terminado, que el número de creyentes había sido reducido, pero que todavía había muchos, y que el fin del mundo llegaría dentro de una semana. Después de consultar, la corte sentenció al prisionero a la Casa de Corrección por espacio de diez días ...". 74
El relato de la Sra. White sobre la defensa de Dammon no menciona que él usó la "puerta cerrada" y las predicciones sobre el inminente regreso de Cristo como parte de su defensa. Aparentemente, la corte no quedó impresionada por su defensa o sus estrafalarias creencias. Antes que soltarle, como aseguró la Sra. White, la corte sentenció a Dammon a 10 días de cárcel. Hasta el más devoto seguidor de Ellen White puede ver que la versión de ella es, por lo menos, inexacta en cuanto a los hechos, si no manifiestamente engañosa.

Una de las facetas más interesantes de la fábula de la Sra. White es lo que ella dejó fuera. No dijo nada sobre los gritos y los cantos, las postraciones físicas, las exhibiciones de humildad voluntaria (es decir, andar a gatas, ladrar). Aparentemente, estas manifestaciones estaban presentes en muchas de las primeras reuniones adventistas. Lucinda Burdick observó estas fanáticas actividades durante las reuniones a las que ella asistió con los White:

"Cuando los vi por primera vez [Ellen y James White], estaban en un estado de entusiasta fanatismo. Acostumbraban sentarse en el suelo en vez de en sillas, y gatear por el suelo como bebés. Tales extravagancias eran consideradas señal de humildad". 75
El andar a gatas era practicado por los adventistas para demostrar su humildad. John Doore testificó en la corte que él "había visto a hombres y mujeres andar a gatas por el piso". George S. Woodbury dijo: "Mi esposa y Dammon andaban por el piso apoyados en sus manos y sus rodillas".

Bruce Weaver explica cómo se practicaba esta actividad entre los primeros adventistas:

"Un corresponsal del Norway Advertiser proporcionó una descripción del andar a gatas que tuvo lugar en el hogar del Capitán John Megquier en Poland, Maine: 'Rara vez se sientan en alguna otra posición que no sea sobre el piso desnudo ... Durante la reunión a la que asistí, una mujer se puso sobre sus manos y sus rodillas, y gateó como un niño. En la misma posición, un hombre la siguió, topándola a veces con la cabeza. Otro hombre se echó de espaldas sobre la cama cuán largo era, y tres mujeres cruzaron sus cuerpos sobre el de él". 76
Imagínese esta extravagante escena que tuvo lugar en la casa de John Megquier, ¡una casa donde Ellen Harmon recibió algunas de sus primeras visiones! ¡Una mujer gatea por el piso sobre manos y rodillas, y un hombre gatea detrás de ella, ocasionalmente  golpeando con su cabeza el trasero de ella! ¿Y llamaban a esto un servicio religioso en el cual Dios se comunicaba con ellos por medio de manifestaciones proféticas?

El fanatismo, en la forma de "ósculos santos" y lavado de pies "promiscuo", era un problema tal entre los milleristas, que el dirigente Joshua Himes clamaba contra los milleristas que "viven en continua asociación en reuniones emocionantes y sociales", que degeneraban en "pasiones carnales y egoístas".
77

No es de sorprenderse que, para 1894, la Sra. White parezca haber cambiado su posición sobre las desusadas actividades practicadas entre los primeros adventistas:

"Cada parte del servicio de Cristo se caracterizará por el decoro y la reverencia. La verdad de Cristo no puede estar confinada a cierto alcance, pero estará activa para crear, para su ambiente, maneras y hábitos y prácticas que estarán en armonía con su Autor. Todo se hará decentemente y con orden. Los métodos extravagantes y los caprichos extraños no están autorizados por el Dios del orden". 78, 79
Uno podría ciertamente preguntarse si las actividades en la casa de Dammon estaban "autorizadas por el Dios del orden".

Otra actividad que la Sra. White dejó sin mencionar fue los estentóreos cantos y gritos. Según el testimonio en la corte por parte del testigo de la defensa, Joel Doore, "el ruido de un sábado por la noche no es ni la décima parte del que generalmente se oye en las reuniones a las que asisto".
80 Es evidente que, a principios de su carrera, la Sra. White pensaba que los gritos eran un método efectivo para combatir al diablo. En 1850, ella escribió: "Vi que, a menudo, los cantos alejaban al enemigo, y que los gritos lo hacían batirse en retirada". 81 Sin embargo, para 1900, la Sra. White parece haber adoptado un punto de vista diferente sobre las reuniones ruidosas, hasta el punto de afirmar que era ella la que se oponía al ruido:

"Di mi testimonio, declarando que estos movimientos fanáticos, este estruendo y este ruido, eran inspirados por el espíritu de Satanás, que hacía milagros para engañar, si fuese posible, aún a los escogidos". 82
Nuevamente, el testimonio de la propia Sra. White revela que era el espíritu de Satanás, no el de Dios, el que moraba en estas reuniones ruidosas y fanáticas.

El relato de la Sra. White sobre el arresto y el juicio de Dammon fue publicado en 1860 en el libro Spiritual Gifts [Dones Espirituales]. Cuando este libro se volvió a publicar en 1877 con el título de Spirit of Prophecy [El Espíritu de Profecía], el incidente Dammon estaba extrañamente ausente. Como muchos de sus anteriores escritos, esta historia simplemente desapareció sin explicación. ¿Por qué habrán decidido James y Ellen no publicar en forma impresa el relato de una intervención sobrenatural, tan inspirador de un temor reverente? Quizás fue la publicación del libro World's Crisis [La Crisis del Mundo] por su autor, el ex-ministro adventista Isaac Wellcome, en 1874, lo que influyó en la decisión de dejar que desapareciera el relato. En World´s Crisis, un Israel Dammon reformado cuenta su relación con los White, y explica cómo perdió la fe en Ellen White para fines de 1846 y descartó su creencia en la puerta cerrada:

"Había conocido anteriormente al Sr. y a la Sra. White, y por un tiempo tuve confianza en sus visiones, pero por un buen número de años no le he tenido ninguna en absoluto. Cuando vi que las visiones estaban en conflicto las unas con las otras, renuncié a ellas por completo, y me entregué a la palabra del Señor.

"Han pasado como veinte años o más desde que me asocié con la Sra. W.; pero recuerdo perfectamente que su primera visión o sus primeras visiones eran relatadas tanto por ella misma como por otras personas (especialmente por la Sra. W.) en relación con la  predicación de la 'puerta cerrada', y procedían a justificarlas. Mientras ella estaba bajo esa influencia, y mientras predicaba las visiones, vio en visión a N. G. Reed y a I. Dammon en el reino en un estado inmortal, y con coronas sobre sus cabezas. Después de eso, les vio finalmente perdidos. ¿Cómo podían ser ciertas ambas visiones? Creo que una era tan verdadera como la otra, y que Dios nunca le dijo tal cosa". 83

Quizás era mejor dejar que desapareciera la historia de Dammon. La historia hacía aparecer a Dammon como el héroe de Dios. Ahora el héroe de Dios había aparecido en letra impresa para oponerse a la profetisa. Esta no era una posición halagadora para la profeta de Dios. Sería difícil para Ellen explicar cómo era que, en visión, ella vio a Dammon en el cielo, y más tarde le viese perdido. Mantener la historia de Dammon en forma impresa podría dar lugar a demasiadas preguntas espinosas. Para finales de la década de 1800, el hecho de que  escritos anteriores cuestionables desaparecieran de re-publicaciones posteriores de las mismas obras se había convertido en un patrón demasiado frecuente. No era probable que una membresía de iglesia más y más educada y diversificada se impresionara con un cuento tan extravagante como la historia de Israel Dammon.

El hecho de que la versión de la Sra. White de la historia, con su dramática presentación de manifestaciones sobrenaturales, difiera tan ampliamente del relato ofrecido en la corte dos días más tarde por 30 testigos pone en tela de duda algunos de los otros relatos sobrenaturales que circulan entre los adventistas. Por ejemplo, hay narraciones de que la Sra. White sostenía en alto una pesada Biblia mientras estaba en visión, sin respirar durante horas, y otros incidentes desusados. A. G. Daniells, presidente de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día, que estuvo asociado personalmente con la Sra. White por más de cuarenta años, hace esta observación sobre aquellos relatos fantásticos durante la conferencia de 1919 sobre el Espíritu de Profecía:

"Por ejemplo, he oído predicar a algunos ministros, y lo he visto por escrito, que la hermana White una vez sostuvo una pesada Biblia - creo que dijeron que pesaba 40 libras - en su mano extendida, y que, mirando al cielo, citaba textos, y pasaba las hojas y señalaba los textos, con sus ojos vueltos hacia el cielo. Yo no sé si eso se hizo alguna vez o no. No estoy seguro. Yo no lo vi, y no sé si alguna vez hablé con alguien que lo hubiese visto. Pero, hermanos, yo no considero ese tipo de cosas como una prueba muy grande. Yo no creo que esa sea la mejor clase de evidencia. Si yo fuera un desconocido en un auditorio, y oyera a un predicador extenderse sobre esto, yo tendría mis dudas. Esto es, yo querría saber si él lo había visto. Él tendría que decir: 'No, nunca'. Luego yo preguntaría: '¿Vio usted alguna vez a la persona que lo vio?' Y él tendría que contestar: 'No, nunca'. Bueno, ¿cuánto de eso es realmente genuino, y cuánto se ha colado en el relato? No sé. Pero no creo que esa la clase de prueba que queremos usar. Ha pasado mucho tiempo desde que yo trajera a colación esta clase de cosas, la no respiración, y los ojos abiertos de par en par".
Para 1919, es evidente que los dirigentes de la Iglesia Adventista estaban listos para enterrar en el cementerio del pasado las peregrinas historias de los primeros días.

Quizás otra razón para poner en duda las historias sobrenaturales sobre la Sra. White sea Dammon mismo. He aquí a un hombre que presenció de primera mano las visiones de ella y otros supuestos milagros. Uno esperaría que los profundos pronunciamientos proféticos, el no respirar por horas, y otras manifestaciones físicas, convencerían al escéptico más duro. Y, sin embargo, Dammon le volvió la espalda a Ellen White en cuestión de unos pocos meses. Él fue uno de los primeros en una larga lista de hombres y mujeres que se enteraron de algo sobre Ellen White que les hizo dudar de su inspiración divina. Quizás Dammon descubrió lo que Joseph Turner descubrió ...



Notas:

64. Bruce Weaver, Adventist Currents, "The Arrest and Trial of Israel Dammon", Vol. 3, No. 1, 1988.
65. Piscataquis Farmer, Mar. 7, 1845.
66. Ibid.
67. Ibid.
68. Ibid.
69. Ibid.
70. Ellen White, Spiritual Gifts, Vol. 2, pp. 40-41, 1860.
71. Piscataquis Farmer, Mar. 7, 1845.
72. Weaver, Adventist Currents.
73. Spiritual Gifts, Vol. 2, pp. 41-42, 1860.
74. Piscataquis Farmer, Mar. 7, 1845.
75. Miles Grant, An Examination of Mrs. Ellen White´s Visions, Boston: Advent Christian Publication Society, 1877.
76. Bruce Weaver, Adventist Currents.
77. Rowe, Thunder and Trumpets, p. 147, citado la obra de Jonathan Butler, "The Making of a New Order", The Dissapointed, p. 197.
78. Ellen White, Signs of the Times, Aug. 27, 1894.
79. En Manuscript Releases, Vol. 8, p. 229, la Sra. White afirmó que ella "nunca caminó a gatas ... y siempre se ha opuesto a eso". Dijo que los que gateaban eran "los inconsistentes y los fanáticos".
80. Piscataquis Farmer, Mar. 7, 1845.
81. Ellen White, Manuscript 5a, 1850; Julio 1850 desde East Hamilton, N. Y.
82. De Ellen White para el hermano y la hermana Haskell, Oct. 10, 1900.
83. Miles Grant, An Examination of Mrs. Ellen White´s Visions, Boston: Advent Christian Publication Society, 1877.



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