LA
IGLESIA ADVENTISTA
OCULTA SUS ERRORES
Título de la obra en inglés:
White Out
Dirk Anderson
Capítulo 1
Una profetisa entre
profetas
Ellen Harmon era
una frágil muchacha de 13 años de edad cuando sus inocentes y
jóvenes oídos oyeron por primera vez el asombroso anuncio de que
el fin del mundo estaba a las puertas. Apenas cuatro años habían
pasado desde que una compañera de escuela le había lanzado una
piedra al rostro - un incidente que cambió su vida para siempre.
El golpe que sufrió le causó una severa lesión cerebral que
amenazó su vida, y de cuyos efectos jamás se recuperó por
completo. El trauma cerebral fue tan intenso que progresó poco
en la escuela, y finalmente, después de los doce años, desistió
de tratar de asistir a la escuela formalmente. 2 A pesar de su
incapacidad para asistir a la escuela, rápidamente desarrolló
intereses en otras áreas, como la profecía bíblica. Durante esta
época, la predicación de William Miller, un granjero convertido
en predicador, cautivó a muchos en el noreste de los Estados
Unidos, incluyendo a la familia Harmon. Al principio, Miller
predijo que el fin del mundo ocurriría en 1843, y más tarde
cambió la fecha para el 22 de octubre de 1844. Ellen Harmon y su
familia fueron arrebatados por el fervor religioso de lo que se
conocería con nombres como el Clamor de Medianoche,
movimiento millerista, y movimiento adventista.
Ellen creció en
una atmósfera literalmente sobrecargada de emoción religiosa.
Ser reconocido como profeta de Dios se consideraba un gran honor
entre los cristianos de ese tiempo, y muchos jóvenes aspiraban a
ese llamado. A principios del siglo diecinueve, los Estados
Unidos abundaba en "profetas" de toda clase y descripción. Ésta
era una época en que los visionarios y profetas eran populares y
atraían gran número de partidarios.
Durante esta
época, Joseph Smith, el fundador de los mormones, recibía
"revelaciones" del mensajero angélico Moroni. Smith advertía a
sus seguidores que el segundo advenimiento de Cristo estaba a
las puertas. De aquí que sus seguidores fueran conocidos
conocidos como los Santos de los Últimos Días. 3
En la década de
1830, se propagó una epidemia de visiones a través de las
comunas de cuáqueros. Jóvenes muchachas "comenzaban a cantar, a
hablar de ángeles, y a describir un viaje que estaban haciendo a
los lugares celestiales y bajo guía espiritual". Con frecuencia,
los que eran así afectados "caían al suelo, donde yacían
muertos, o luchaban angustiados, hasta que alguien que estuviese
cerca les levantaba y entonces comenzaban a hablar con gran
claridad y compostura". 4
El movimiento
millerista tuvo su propia cuota de profetas. John Starkweather,
millerista y pastor asistente en la capilla de Joshua Himes en
Chardon Street, experimentaba lo que algunos críticos describían
como ataques "catalépticos y epilépticos" que desconcertaban en
gran medida a sus colegas más calmados. Finalmente, fue
expulsado de la capilla cuando sus dones espirituales resultaron
ser contagiosos. 5
La conexión William Foy
Fue durante estos
años impresionables de la adolescencia cuando la joven Ellen se
asoció con los "profetas" del movimiento millerista. En 1835,
William Foy, un afro-norteamericano que vivía en Nueva
Inglaterra, entregó su corazón a Cristo y se convirtió en
miembro de la Iglesia Bautista de la Libre Voluntad [Freewill
Baptist Church]. En 1842, mientras se preparaba para tomar las
sagradas órdenes como ministro episcopal, tuvo dos visiones.
Comenzó a viajar por el área local, relatando sus visiones a
varios grupos milleristas. El historiador adventista J. N.
Loughborough describe esta popularidad de Foy:
"Con buen dominio del idioma y
excelente capacidad descriptiva, causaba sensación dondequiera
que iba. Por invitación, iba de ciudad en ciudad contando las
cosas maravillosas que había visto; y para dar cabida a las
vastas multitudes que se reunían para escucharle, se
reservaban espaciosas salas, donde les relataba a miles de
personas lo que se le había mostrado del mundo celestial ..."
6
La joven Ellen fue
a oír hablar al profeta Foy en el Beethoven Hall, en su pueblo
natal de Portland, Maine. Más tarde, ella también viajó con su
padre a oír hablar a Foy en la cercana ciudad de Cape Elizabeth.
7 Sin
duda, ella quedó cautivada mientras Foy describía cómo había
abandonado su cuerpo y presenciado las bellezas del paraíso.
Ella probablemente quedó hechizada oyendo a Foy describir cómo
los ángeles guardianes en la tierra se comunican con los ángeles
en el cielo, los ángeles encargados de registrar las acciones de
los seres humanos:
"Entonces vi a ángeles que ascendían y
descendían desde y hacia la tierra; llevaban noticias a los
ángeles registradores". (p. 20)
Para la gente de
la década de 1840, esto tenía perfecto sentido. Si una persona
quería ponerse en contacto con alguien situado a gran distancia,
enviaba un mensajero o una carta por correo. El telégrafo había
sido inventado sólo recientemente, y la radio y el teléfono
todavía estaban en el futuro. ¿De qué otro modo podrían los
ángeles guardianes en la tierra comunicarse con los ángeles
registradores en el cielo, si no era volando de acá para allá y
de allá para acá, llevando mensajes?
Para 1844, Foy se había hecho un nombre para sí mismo como
profeta. Cuando este profeta experimentado y consumado oyó decir
que Ellen Harmon, la joven de diecisiete años, había tenido su
primera visión, probablemente creyó su deber visitarla para
ofrecerle alguna consulta o algunas palabras de consejo, de
profeta a profeta. Así que se hicieron arreglos para una
entrevista, y los dos intercambiaron pensamientos e ideas.
En la noche
siguiente a esta entrevista, Ellen debía hablar de su primera
visión durante una reunión que tendría lugar al este de
Portland. Sin que ella lo supiese, Foy estaba entre el
auditorio. Ellen comenzó a hablar, y a la mitad de su
presentación, Foy, incapaz de contenerse por más tiempo, se puso
de pie de un salto y declaró que lo que ella estaba contando era
exactamente lo que él había visto. 8 Foy no hizo ninguna mención de que él y Ellen
se habían encontrado el día anterior para intercambiar notas
proféticas. Probablemente no quería avergonzar a la joven
profetisa, ni quería que el auditorio pensara que había habido
alguna maquinación entre ellos. Después de hacer el anuncio, se
excusó por ausentarse de la reunión y, que se sepa, no tuvo
ningún otro contacto con ella por el resto de su vida.
Más tarde, en
1845, cuando Foy publicó sus visiones en un folleto, las
registró como propiedad literaria. Había aprendido su lección.
¡Las visiones de un profeta son una importante propiedad
intelectual! Su experiencia con Ellen Harmon probablemente le
dejó un poquito cauteloso en relación con los derechos de
propiedad profética. Hay pocas dudas de que Ellen apreciaba la
copia de las visiones de Foy que ella poseía. 9 Las espléndidas
descripciones del cielo que Foy hacía deben haberla emocionado.
La verdad es que, a pesar del registro de propiedad literaria,
cuando algunos años más tarde la hermana White escribía sus
propias visiones, sus descripciones del cielo eran notoriamente
similares a las de Foy:
Ellen G. White
Christian Experience and Views of
Mrs. White (1851)
|
William E. Foy
The Christian Experience of William
E. Foy (1845)
|
Todos los ángeles encargados de
visitar la tierra tienen en la mano una tarjeta de
oro, que presentan a los ángeles a las puertas
de la ciudad al entrar y al salir. (pp. 37, 39). |
Entonces
contemplé incontables millones de seres
resplandecientes que traían tarjetas en las manos.
Estos seres resplandecientes eran nuestros guías. Las
tarjetas que ellos llevaban brillaban más que
el sol; y nos las pusieron en nuestras manos, pero no
pude leer el nombre en ellas. (pp. 10, 11). |
En ambos lados del carruaje había
alas, y debajo de él, ruedas. Y al rodar el carruaje
hacia arriba, las ruedas exclamaban Santo, y al
moverse las alas, exclamaban Santo, y la
comitiva de ángeles santos alrededor de la nube
exclamaban Santo, Santo, Santo, Señor Dios
Todopoderoso. (p. 35). |
Había
incontables millones de ángeles resplandecientes,
cuyas alas eran como el oro puro, y cantaban en voz
alta, mientras sus alas exclamaban, santo.
(p. 18). |
Y al rodar el carruaje hacia
arriba, las ruedas exclamaban: "Santo", y las
alas, al moverse, exclamaban: "Santo", y la
comitiva de santos ángeles alrededor de la nube
exclamaba: "¡Santo, santo, santo, Señor Dios
Todopoderoso!" Maranatha, p. 305. |
Detrás del ángel contemplé
incontables millones de brillantes carruajes. Cada
carruaje tenía cuatro alas como de fuego ardiente, y
un ángel seguía tras el carruaje, y las alas del
carruaje y las alas del ángel exclamaban a una
voz, diciendo: "santo". (p. 18). |
A un lado del río había un tronco de
árbol, y un tronco al otro lado del río, ambos de oro
puro, transparente ... Sus ramas se
inclinaban hacia el lugar donde nosotros estábamos
de pie, y el fruto era glorioso; parecía oro
mezclado con
plata. (p. 17). |
Luego contemplé, en medio de este
lugar ilimitado, un árbol, cuyo tronco era como
vidrio transparente, y las ramas eran como oro
transparente, que se extendían sobre todo este
lugar ilimitado ... el fruto parecía racimos de uvas
en imágenes de oro puro. (pp. 14, 15). |
Le pedí a Jesús que me permitiera
comer del fruto. Me dijo: "Ahora no. Los que
comen del fruto de esta tierra ya no regresan más
a la tierra ... (p. 17). |
Con voz encantadora, el guía me
habló y me dijo: "Los que comen del fruto de
este árbol ya no regresan más a la tierra".
(p. 15). |
... en su mano derecha había una hoz
aguda; en su izquierda, una trompeta de plata.
(p. 16). |
Contra su pecho y a través de su
mano izquierda había como una trompeta
de plata pura ...(p. 18). |
Aquí sobre el mar de vidrio los
144.000 estaban de pie en un cuadrado perfecto.
Algunos de ellos tenían coronas muy brillantes,
las de otros no lo eran tanto ... Y todos estaban cubiertos
con un glorioso manto blanco que les caía
desde los hombros hasta los pies. (p. 11). |
Luego vi en
medio del lugar a una innumerable multitud,
dispuesta ropas blancas, de pie en un cuadrado
perfecto, teniendo sobre sus cabezas coronas
de gloria imperecedera. (p. 19). |
Jesús levantó su poderoso y
glorioso brazo derecho, asió la perlina puerta y la
hizo girar sobre sus relucientes goznes, y nos
dijo: Habéis lavado vuestras ropas en mi sangre y
permanecido firmes en favor de la verdad, entrad.
Todos marchamos hacia adentro y sentimos que teníamos
perfecto derecho a estar en la ciudad. (p. 11). |
Delante de la puerta estaba de pie
un ángel alto y fuerte cubierto con una vestidura
pura y blanca; sus ojos eran como fuego ardiente, y
llevaba sobre su cabeza una corona que iluminaba
esta llanura ilimitada. El ángel levantó su mano
derecha, asió la puerta y la abrió; y al girar la
puerta sobre sus relucientes goznes, el ángel
exclamó en alta voz a la hueste celestial: "¡Todos
sois bienvenidos!" Entonces los ángeles guardianes
en medio de los santos tocaron un cántico de
triunfo, y los santos, tanto grandes como pequeños,
cantaron en alta voz y pasaron de la puerta
adentro... (p. 10). |
Después de que Foy contempló las bellezas del
cielo en visión, su ángel le ordenó:
"Tu espíritu debe regresar al mundo, y
tú debes revelar estas cosas que has visto ... " 10
Foy probablemente
no se dio cuenta en ese momento, pero dentro de unos pocos años,
el guía de Ellen White le diría a ella, como en un eco, las
mismas palabras:
"Dijo: Debes regresar nuevamente a la tierra, y contar
a otros lo que yo te he revelado". 11
El historiador
adventista J. N. Loughborough asegura que, poco después de 1845,
Foy enfermó y murió, pasando por lo tanto el bastón de relevo
profético a Ellen White, que tomó para sí el llamado de Foy como
profeta adventista. Este es un ejemplo de uno de los nefastos
mitos que acompañaron la formación de un profeta. Nada podría
estar más lejos de la verdad. Foy no enfermó y murió. No hay
ninguna indicación de que Foy jamás se retractara ni
abandonara su llamado. En realidad, Foy pemaneció en el
ministerio cristiano, pastoreando varias Iglesias Bautistas de
la Libre Voluntad a través del estado de Maine, y testificando
en favor del Señor hasta su muerte 48 años más tarde, en 1893. 12
Otros visionarios
milleristas
Ellen también tuvo
un profeta en su numerosa familia. Hazen Foss, el cuñado de su
hermana Mary, afirmaba haber recibido una visión de Dios. Aunque
algunos creían en los profetas, no todos en el movimiento
millerista se sentían favorablemente inclinados a ellos. En los
días finales de ese movimiento, había tanta emoción religiosa
que el dirigente millerista Joshua Himes se quejó de estar
sumergido en "mesmerismo de siete pies de profundidad". 13
El fanatismo
continuó atormentando a los milleristas aún después del chasco
del 22 de octubre, y parecía particularmente prevaleciente entre
los creyentes de la "puerta cerrada". Estos partidarios de la
"puerta cerrada" eran miembros del movimiento adventista que
creían que la puerta de la salvación se había cerrado para
siempre el 22 de octubre de 1844 para todos los que habían
rehusado abrazar la proclamación de Miller en cuanto al tiempo.
Fue entre estos creyentes en la "puerta cerrada" donde Ellen
Harmon surgiría más tarde hasta alcanzar prominencia como la
principal profeta del grupo.
En Springwater
Valley, estado de New York, un afroamericano partidario de la
"puerta cerrada" llamado Houston afirmó que Dios a veces le
hablaba en visiones. El grupo de la puerta cerrada en la ciudad
natal de Ellen Harmon en Portland, Maine, era aún más famoso en
los círculos milleristas. Joshua Himes lamentaba la "continua
introducción de tonterías visionarias" por parte de este grupo.
14
En marzo de 1845, Himes informó a Miller que una tal hermana
Clemons de la ciudad natal de Ellen Harmon en Portland, Maine,
"se ha vuelto muy visionaria y ha escandalizado a casi todos los
buenos amigos aquí". Un par de semanas más tarde, Himes informó
que otra hermana de Portland había tenido una visión mostrándole
que la hermana Clemons era del diablo. Himes llegó a la
siguiente conclusión: "Las cosas andan mal en Portland". 15
Notas:
2. Ellen White, Testimonies, Vol. 1, p. 13.
3. Según Smith, sus seguidores eran los santos de Dios y todas las
otras iglesias eran "paganas" o gentiles.
4. The People Called Shakers, pp. 152-153.
5. Ronald Numbers, Prophetess of Health, pp. 16-18.
6. J. N. Loughborough, The Great Second Advent Movement,
p. 145.
7. Manuscript Releases 17, pp. 96-97, Ms 131, 1906, pp. 1,
4-6. Ellen G. White Estate, Washington, D. C. (dado a la luz
pública el 4 de junio de 1987).
8. Ibid.
9. Ibid., pp. 95-96.
10. William E. Foy, The Christian Experience of William E. Foy,
1845, p. 20.
11. The Day-Star, January 24, 1846, "Letter from Sister
Harmon, Portland, Me., Dec. 20, 1845".
12. En su libro The Great
Second Advent Movement, el historiador adventista J. N.
Loughborough describe el proceso mediante el cual Ellen Harmon fue
elegida profeta de Dios. Loughborough afirma que Dios escogió a
Foy como la primera persona en recibir visiones. Después de que
Foy fracasó en cumplir su cometido, enfermó y murió, y el bastón
de relevo profético pasó a Hazen Foss, que entonces recibió
una visión. Después de que Foss rehusó relatar su visión, Dios se
volvió a "la más débil entre los débiles", Ellen Harmon. Hay
muchos problemas con este razonamiento. Primero y más importante,
Foy no murió poco después del chasco, como supone Loughborough.
Foy continuó en el ministerio cristiano pastoreando varias
iglesias bautistas libres a través del estado de Maine,
testificando en favor del Señor durante su vida hasta su muerte el
9 de noviembre de 1893, a la edad de 75 años. Su lápida puede
verse en el cementerio de Birch Tree en East Sullivan, Maine.
Segundo, el hecho de que las visiones de Foy indican vida después
de la muerte llevaría a muchos adventistas a cuestionar si las
visiones de Foy vinieron realmente de Dios (véase Foy, pp. 11-12).
13. Numbers, p. 18.
14. Ibid.
15. Ibid.
Volver