LA
IGLESIA ADVENTISTA
OCULTA SUS ERRORES
Título de la obra en inglés:
White Out
Dirk Anderson
Capítulo 2
Un comienzo
decepcionante
Cuando Cristo no regresó el 22 de octubre de 1844,
como se había predicho, el fervor religioso comenzó a apagarse
gradualmente, y muchos de los "profetas" regresaron a sus
anteriores ocupaciones. Si bien algunos abandonaron la
doctrina millerista, unos pocos persistieron en ella. Entre
esos pocos se hallaba Ellen Harmon. Sus visiones parecían
indicar que el regreso de Cristo era todavía inminente. Se
sentía compelida por Dios a compartir esas visiones con otros.
Comenzó a viajar por el noreste de los Estados Unidos
compartiendo sus visiones con los creyentes adventistas
dispersos. Obtuvo resultados variados. Mientras unos eran
estimulados por sus visiones, otros tenían sus dudas. Al menos
un testigo pensaba que las visiones eran más el resultado de
la imaginación que de la inspiración:
"No puedo apoyar
las visiones de Ellen como si fueran de inspiración divina,
como tú [James White] y ella parecen creer que lo son ...
Creo que lo que ella y tú consideran visiones del Señor son
sólo ensueños religiosos, en los cuales la imaginación de
ella corre sin control sobre temas en los cuales está
sumamente interesada. Mientras está absorta en estos
ensueños, queda perdida para todo lo que le rodea". 16
Debe haber sido frustrante para la joven profetisa
el hecho de que tanta gente que presenciaba sus visiones,
incluyendo a su propia familia, tuviera dudas de su origen
divino. Ellen se quejaría más tarde de que "muchos" de los que
presenciaron sus primeras visiones creyeron que eran producto
de "la emoción y el mesmerismo", más bien que de la
inspiración divina. 17 Isaac Wellcome, un ministro adventista que
presenció varias de sus primeras visiones, las describe como
sigue:
Ellen Harmon ...
experimentaba una extraña angustia corporal y mental ...
cayendo al piso ... (recordamos que la sostuvimos en dos
ocasiones para evitar que cayera al piso) ... durante las
reuniones hablaba con gran vehemencia y rapidez hasta que
caía al suelo, momento en que, como aseguraba, se le
mostraban escenas maravillosas del cielo y lo que estaba
sucediendo allí. Afirmaba haber visto que Cristo había
abandonado el oficio de mediador y asumido el de juez, que
había cerrado la puerta de la misericordia, y que estaba
borrando nombres del libro de la vida ... Le vimos en
Poland, Portland, Topsham, y Brunswick al comienzo de esta
carrera, y a menudo le oímos hablar, y varias veces le vimos
caer, y le oímos relatar maravillas que ella decía el Padre
celestial le había permitido contemplar. Sus escenas
sobrenaturales o anormales no fueron entendidas en seguida
como visiones, sino como percepciones espirituales de cosas
invisibles, lo cual era bastante común entre los metodistas
... Estas visiones no eran sino los ecos de la predicación
del pastor [Joseph] Turner y otros, y nosotros las
consideramos como el producto de la sobreexcitada
imaginación de su mente, y no como hechos". 18
El Sr. Wellcome subraya que las visiones que oía
relatar a Ellen Harmon eran meros ecos de la predicación del
millerista Joseph Turner. En el capítulo 5, discutiremos al
Sr. Turner y su relación con Ellen Harmon.
Fue durante 1845 cuando Ellen Harmon conoció a James White, el
fervoroso y joven ministro que más tarde se convertiría en su
esposo. James y Ellen comenzaron a viajar juntos y a
predicarle al rebaño disperso de adventistas que todavía
sostenían la esperanza de que el regreso de Cristo era
inminente. Las gentes habían sido amargamente desengañadas, y
estaban ansiosas de oír que el regreso de Cristo todavía
estaba a las puertas. La aspirante a profetisa resucitó las
esperanzas hechas añicos de los creyentes milleristas
profetizando que el Señor vendría en junio de 1845. Cuando
esta fecha pasó sin incidentes, la profetisa hizo a un lado el
error y fijó la fecha para más tarde, para septiembre. Lucinda
Burdick, esposa de un ministro, y quien había presenciado las
visiones de Ellen Harmon en 1845, describe el caos que estas
predicciones que fijaban fechas causaron entre los creyentes
adventistas:
"Conocí a James White y Ellen Harmon (ahora la
Sra. White) a principios de 1845. ... Ella pretendía que
Dios le mostraba cosas, pero éstas no sucedían. En una
ocasión, ella vio que el Señor vendría por segunda vez en
junio de 1845. La profecía fue discutida en todas las
iglesias, y en un pequeño 'periódico de la puerta cerrada'
publicado en Portland, Maine. Durante el verano, después de
que pasó el mes de junio, oí que un amigo le preguntó cómo
explicaba la visión. Ella contestó que 'se lo habían dicho
en el lenguaje de Canaán, y que ella no entendía este
idioma; que el Señor vendría en el septiembre próximo, en el
segundo crecimiento de la hierba, en vez del primer
crecimiento en junio'.
"Pasó ese septiembre, y muchos más han pasado, y
todavía no hemos visto al Señor. Pronto fue evidente para
todas las personas sinceras que a ella se le deben haber
'dicho muchas cosas en el lenguaje de Canaán', o en algún
otro que ella no entendía, pues hubo repetidos fracasos. Yo
podría mencionar muchos más, de los cuales yo misma me
enteré". 19
A pesar de sus dos primeros fracasos al
predecir el retorno de Cristo, Ellen y James continuaron
predicando el inminente advenimiento de Jesús. Tan cerca
creían que estaba, que el matrimonio estaba fuera de toda
consideración. En una carta escrita en 1846, James consideraba
el matrimonio como una negación de su fe:
"Últimamente, la
'Esperanza Dentro del Velo' ha tenido dificultades, y me
alegro, pues el redactor y el editor, varias semanas antes
del cambio de punto de vista, negaron su fe al anunciar su
matrimonio. Nosotros consideramos esto como una artimaña del
diablo. Los firmes hermanos de Maine que esperan que venga
Cristo no simpatizan con esta decisión". 20
Aunque James pueda haber considerado públicamente el
matrimonio como una "negación de la fe" y "una artimaña del
diablo", se estaban suscitando preguntas acerca de si era
correcto o no que James y Ellen viajaran juntos sin estar
casados. Así, pues, bajo la guisa de evitar "la apariencia del
mal", decidieron casarse.
Mientras viajaban a través del estado de Maine, Ellen recibió
espantosas visiones advirtiendo que los impíos se levantarían
contra ellos y les encarcelarían. Ellos comunicaron estas
alarmantes visiones a todas las iglesias que visitaban.
Desafortunadamente, esto tuvo un efecto contraproducente
cuando los acontecimientos profetizados no tuvieron lugar.
Lucinda Burdick, testigo de estas visiones, cuenta la
historia:
"Una vez, cuando estaban en camino hacia la parte
este de Maine, ella vio que tendrían grandes problemas con
los impíos, que serían encarcelados, etc. Contaron esto en
las iglesias al pasar por ellas. Cuando regresaron, dijeron
que la habían pasado muy bien.
"Los amigos les preguntaron si habían tenido algún
problema con los impíos, o con la cárcel. Ellos contestaron:
'Ninguno en absoluto'. En todas las iglesias, la gente
pronto comenzó a abrir los ojos, y se volvió decididamente
contra las visiones; y, tan pronto lo hacían, ella les veía
'manchas en sus ropas', como ella decía. Yo personalmente
conocí a varios ministros, a los que ella veía en el reino,
diciendo: 'Oh, qué brillantes coronas, LLENAS de estrellas'.
Pero, tan pronto ellos tomaban partido contra las visiones,
ella los veía 'condenados, malditos, y perdidos para
siempre, sin esperanza'". 21
A comienzos de su carrera, la Sra. White mostró un
rasgo que habría de seguirle por el resto de sus días. Cuando
fallaba una de sus profecías, o cuando cometía errores, en vez
de reconocer su fracaso, se volvía severamente contra los que
le señalaban sus errores y les declaraba "condenados" y
"perdidos". Antes que estimular la fe en su don, se las
arregló para ofender a varias personas. Ahora bien, a causa de
esta costumbre y sus fallidas profecías, los White se
encontraron en un ambiente más y más hostil. Muchos de los
creyentes adventistas que en un tiempo habían aceptado a la
hermana White como profeta ahora se volvieron contra ella. La
credibilidad y los recursos financierios de los White estaban
en un nivel tan bajo como nunca antes se había visto. Lo que
necesitaban era un amigo influyente que pudiera ayudarles en
este momento difícil.
Los White conocen a
Joseph Bates
Joseph Bates, un capitán de mar retirado que se
había convertido en predicador, era tenido en alta estima por
los adventistas. Era influyente, tenía alguna educación, y era
hombre de un carácter moral transparente. Conoció a los White
en el otoño de 1846. En ese tiempo, la joven profetisa sólo
tenía diecinueve años, era débil, no tenía educación, y era
todavía desconocida para la mayoría de los adventistas. James
tenía veintiséis años, y una limitada educación. Él y su
esposa eran pobres y desvalidos. Un amigo influyente como
Joseph Bates era exactamente lo que la joven pareja
necesitaba. Sin embargo, al principio los White y Bates
estaban un poco escépticos el uno del otro. James y Ellen
miraban con escepticismo el sábado de Bates, al cual le veían
poco valor. Mientras tanto, Bates tenía sus dudas acerca del
don profético de Ellen. En cierta ocasión, Bates escribió:
"Han pasado como
dos años desde la primera vez que vi a la autora [Ellen
White] por primera vez y le oí relatar la esencia de sus
visiones como las ha publicado desde entonces en Portland
(abril 6, 1846). Aunque no pude ver en ellas nada que
militase contra la palabra, me sentí sobremanera alarmado y
probado, y por mucho tiempo renuente a creer que aquello
fuese otra cosa más que lo producido por un prolongado
estado de debilidad de su cuerpo". 22
Como muchos otros, Bates pensaba que las visiones de
Ellen eran más un resultado de la mala salud causada por una
terrible lesión cerebral que revelaciones inspiradas por Dios.
Sin embargo, con una bien calculada visión sobre el tema
favorito de Bates - la astronomía - los White a su debido
tiempo lograron vencer la resistencia a las visiones de Ellen.
En noviembre de 1846, Ellen tuvo una visión especial del
sistema solar durante una reunión a la que asistió Bates.
Mientras Bates escuchaba, ella describió varios detalles del
sistema solar y el así llamado espacio abierto en Orión. Orión
era entonces un tema de gran interés para el público
debido a las recientes observaciones telescópicas del
astrónomo William Parsons. Sólo algunos meses antes, Bates
había escrito un tratado titulado "The Opening Heavens" [Los
Cielos Se Abren], relatando los descubrimientos, pero la Sra.
White le aseguró a Bates que ella no tenía ningún conocimiento
previo de astronomía.
Estando en visión, la Sra. White comenzó a describir los
varios planetas del sistema solar. Al describir los cinturones
teñidos de rosa que veía a través de la superficie de un
planeta, ella exclamó: "Veo cuatro lunas". Bates replicó:
"¡Oh, está viendo a Júpiter!" 23 Ella entonces hizo movimientos como si estuviese
viajando por el espacio, y luego procedió nuevamente a
describir unos cinturones y unos anillos y a decir: "Veo siete
lunas". Bates exclamó: "Está describiendo a Saturno". 24 Una dama
adventista llamada la Sra. Truesdail, que también estuvo
presente en la misma reunión, describe cómo esta visión borró
todas las dudas de la mente de Bates en relación con las
visiones de la Sra. White:
"El estado de
salud de la Sra. White era muy débil, y mientras se ofrecían
oraciones en favor de ella, el Espíritu de Dios reposó sobre
nosotros. Pronto notamos que ella era insensible a las cosas
terrenales. Esta era su primera visión del mundo planetario.
Después de contar en voz alta las lunas de Júpiter, y poco
después las de Saturno, hizo una hermosa descripción de los
anillos de éste último. Luego dijo: 'Los habitantes son
un pueblo de gran estatura, majestuoso, bien diferente de
los habitantes de la tierra. El pecado jamás ha entrado
allí'. A juzgar por el rostro sonriente del hermano
Bates, era evidente que sus pasadas dudas en relación con el
origen de las visiones le estaban abandonando rápidamente.
Todos sabíamos que el Capitán Bates era un gran amante de la
astronomía, pues a menudo localizaba muchos de los cuerpos
celestes para enseñarnos. Cuando la Hermana White contestó
sus preguntas después de la visión diciendo que ella nunca
había estudiado ni tenido ningún conocimiento en este
sentido, Bates se llenó de gozo y felicidad. Alabó a Dios, y
expresó su creencia de que esta visión concerniente a los
planetas había sido dada para que nunca más volviese a
dudar". 25
Aunque esta visión aparentemente disipó las dudas de
Bates, tendría un efecto opuesto en las generaciones
posteriores. La quinta luna de Júpiter fue descubierta en
1892, pero, para entonces, Bates había desaparecido y hacía
mucho que la visión de 1846 había sido olvidada. Más tarde,
las sondas satelitales descubrirían que las superficies tanto
de Júpiter como de Saturno consisten de hidrógeno líquido, y
que ambos están desprovistos de vida, como sabemos. Además,
Júpiter tiene por lo menos 16 lunas y una banda de anillos.
Saturno tiene por lo menos 18 lunas. Aunque ella se acercó lo
suficiente a Júpiter y a Saturno como para ver los "habitantes
altos y majestuosos", nunca menciona haber visto las otras
lunas y los anillos alrededor de estos planetas. La visión
ciertamente no sería muy convincente para un auditorio
moderno. Esta es quizás una de las razones por las cuales la
visión rara vez es mencionada por los adventistas en la
actualidad. Como muchas de sus primeras visiones, sonaba bien
al principio, pero se volvió menos y menos creíble con el paso
de los años. Sin embargo, sirvió su propósito. Bates quedó
convencido, y los White y Bates formaron una amistad que
habría de durar varios años.
Parece que los White adoptaron rápidamente las peculiares
enseñanzas de Bates en relación con el regreso de Cristo.
Bates creía que el tiempo de examen y evaluación se había
cerrado para el mundo en 1844, y que los creyentes adventistas
estaban ahora en un período de prueba de siete años. Bates
describe cómo llegó a establecer este período de siete años:
"Creo plenamente
que las siete manchas de sangre sobre el altar de oro y
delante del propiciatorio representan la duración de los
procedimientos judiciales contra los santos vivos en el
Lugar Santísimo, y que todo este tiempo, hasta siete años,
permanecerán en su aflicción; por medio de su voz, Dios les
librará, 'porque la misma sangre hará expiación de la
persona' (Lev. 17:11). Luego, el número siete consumará el
día de la expiación". 26
Es fácil ver por qué al principio los White se
sentían un poco escépticos de Bates. ¡Se necesita una gran
dosis de fe para arribar a la conclusión de que siete manchas
de sangre sobre el altar equivalen a un período probatorio de
siete años! Bates creía que los que no eran parte del
movimiento millerista de 1844 estaban perdidos y no podrían
salvarse, y que los adventistas estaban ahora siendo probados
sobre la verdad del sábado. Finalmente, los White adoptaron
esta enseñanza y comenzaron a guardar el sábado siguiendo a
Bates desde las 6 p.m. del viernes hasta las 6 p.m. del
sábado. El año de 1851 marcó el fin de los siete años de
prueba, y al acercarse el fin de este período, los White
nuevamente comenzaron a proclamar el inminente regreso de
Cristo, y una vez más su exigua banda de seguidores se
emocionó.
En 1849, Bates anunció que "la tribulación ha comenzado" 27, y en el verano de
ese año, una peste local atacó la región. La Sra. White,
viendo esto como cumplimiento de la profecía que indicaba el
fin del mundo, predijo que esta peste pronto se extendería. Su
alarmante profecía apareció en el número de septiembre de 1849
de Present Truth, la revista de poca duración de los
White:
"Lo que hemos
visto y oído sobre la peste no es sino el comienzo de lo que
veremos y oiremos. Pronto los muertos y los moribundos
estarán por todas partes a nuestro alrededor". 28
Con esta profecía, la Sra. White continuó con lo que
sólo puede describirse como una significativa sucesión de
fracasos y desastres. No mucho tiempo después de que esta
profecía se escribió, la peste terminó, y los Estados Unidos
entraron en un período de relativa paz y prosperidad que duró
muchos años. Treinta y cinco años más tarde, en 1882, cuando
el artículo mencionado se volvió a publicar en el libro Early
Writings [Primeros Escritos], la frase sobre los
"muertos y los moribundos" estaba extrañamente ausente. Había
sido eliminada por un redactor que debe haberse dado cuenta de
que, si la dejaba allí, suscitaría considerables dudas sobre
la capacidad profética de la Sra. White.
Para abril de 1850, la Sra. White proclamaba que "el poderoso
zarandeo ha comenzado". 29 Mientras tanto, su esposo James afirmaba que la
partida del pueblo de Dios de Babilonia (Apoc. 18:4) estaba
completa:
"Babilonia, la
iglesia nominal, ha caído. El pueblo de Dios ha salido de
ella. Ella es ahora la 'sinagoga de Satanás' (Apoc. 3:9).
'Habitación de demonios, guarida de todo espíritu inmundo, y
albergue de toda ave inmunda y aborrecible' (Apoc. 18:2)". 30
El 27 de junio de 1850, la Sra. White escribió que a
la gente le quedaban sólo unos pocos meses para prepararse:
"Dijo mi ángel acompañante: 'El tiempo casi ha
terminado. Preparaos, preparaos, preparaos'... ahora el tiempo
casi ha terminado ... y lo que a nosotros nos ha tomado años
aprender, ellos tendrán que aprenderlo en pocos meses". 31
La Sra. White les estaba diciendo a los creyentes
adventistas que las verdades sobre el sábado y el santuario
celestial que ella y sus asociados habían pasado años
aprendiendo tendrían que ser aprendidas rápidamente por los
nuevos conversos en los pocos meses que le quedaban a la
tierra.
La Srta. Sarah B. Harmon, hermana mayor de la Sra. White,
escribió una carta a la Sra. P. D. Lawrence de Brookfield,
estado de New York, el 29 de julio de 1850, que decía: "Creo
que este es el último invierno que veremos antes de que salga
Jesús, nuestro Gran Sumo Sacerdote. Oh, vivamos para Dios y
sacrifiquémosnos fielmente por él".
Para septiembre de 1850, la Sra. White advertía que
estaban en el "tiempo del sellamiento" y que Jesús casi había
concluído su labor en el Lugar Santísimo:
"Vi que el tiempo de permanencia de
Jesús en el Lugar Santísimo casi había terminado, y que el
tiempo no podía durar sino un poquito más ... El tiempo de
sellamiento es muy corto y pronto terminará". 32
Esta fue una de las últimas en una serie de
frustrantes predicciones sobre el regreso de Cristo. Cuando la
fecha de 1851 pasó sin novedad, Joseph Bates perdió
prominencia entre los creyentes adventistas, lo mismo que los
White. James decidió hacer desaparecer la revista Present
Truth e iniciar una nueva, titulada Advent Review
and Sabbath Herald. Volvió a publicar muchos de los
artículos de la Sra. White, pero tuvo buen cuidado de borrar
aquellas partes que la expondrían a acusaciones de ser una
falsa profetisa.
Ser profetisa no es tarea fácil, especialmente cuando sus
seguidores esperan que pueda detectar falsas enseñanzas. Bates
estaba errado en cuanto al regreso de Cristo en 1851, y la
profetisa de Dios aparentemente fue extraviada por las
enseñanzas de él. Los seguidores de ella probablemente se
preguntaron por qué sus mensajeros angélicos ni una sola vez
le dieron a entender que la teoría de Bates estaba equivocada,
aunque ella afirmaba haber recibido muchas decenas de visiones
durante este período. La gente había esperado mucho más de una
profeta. Querían una profeta como lo profetas bíblicos, que se
erguían como elevadas rocas de verdad mientras alrededor de
ellos soplaba todo viento de doctrina. Querían una profeta que
detectase errores como el que Bates propagaba, y que
advirtiese a la gente. Era mucho pedir que una joven profetisa
estuviese a esta altura.
La primera década de Ellen White como profetisa sólo
puede describirse como de chasco, tanto para ella
personalmente como para sus seguidores. Sus mordaces
acusaciones contra los que dudaban de sus visiones sólo
sirvieron para que sus críticos se sintieran más molestos con
ella, y para que los no convencidos se volvieran aún más
escépticos. Los conversos a la observancia del sábado eran
pocos y estaban muy dispersos. A este paso, pueden necesitarse
muchas décadas paras alcanzar la mágica cifra de 144.000. Como
sus profecías dejaron de cumplirse una y otra vez, muchos
pusieron en duda su inspiración divina. Durante un tiempo a
principios de la década de 1850, su influencia pareció
quebrantarse, y pareció tener pocas visiones. Fue un
frustrante comienzo para una carrera profética.
La Sra. White parece haber aprendido lentamente su
lección sobre predecir el regreso de Cristo. Gradualmente,
dejó de hacer predicciones específicas sobre la segunda venida
de Cristo. Hizo su última predicción específica durante una
conferencia en 1856:
"Se me mostró la compañía presente en
la conferencia. Dijo el ángel: 'Algunos serán pasto de los
gusanos, algunos estarán sujetos a las siete postreras plagas,
algunos estarán vivos y quedarán en la tierra para ser
trasladados a la venida de Jesús'". 33
Puesto que esta predicción no falló inmediatamente,
recibió amplia publicación en los libros titulados Testimonies for the Church
[Testimonios para la Iglesia]. Los dirigentes de la iglesia
quedaron un poco en un dilema sobre qué hacer cuando todas las
personas que asistieron a la conferencia hubiesen fallecido.
Como no podían borrar la afirmación sin despertar una gran
controversia, comenzaron a explicarla como una profecía
condicional. La fallida profecía no era culpa de Ellen White.
La culpa era del pueblo adventista. No habían convertido a
suficientes personas al adventismo, así que Dios tuvo que
demorar sus planes para el regreso. Esta explicación
probablemente habría sido más convincente si se hubiesen
incluído las condiciones cuando la visión se dio, no años más
tarde, dcspués de que habían muerto todas las personas que
habían asistido a la conferencia. ¿Para qué sirve una profecía
si su fracaso puede explicarse más tarde afirmando que nunca
se cumplieron algunas condiciones que antes no se conocían y
que no habían sido definidas?
Para los que estaban dispuestos a aceptar la explicación de la
"profecía condicional", todavía quedaba una pregunta: ¿Cómo
sabía el ángel de la Sra. White el tiempo del regreso de
Cristo? Después de todo, Jesús había dicho: "Pero del día y la
hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos,
sino sólo mi Padre". (Mateo 24:36).
Después de casi 30 años, la Sra. White nuevamente
vio indicios del inminente regreso de Cristo. En 1884, ella
envió un testimonio llamando a los adventistas al celibato:
"No era de acuerdo con nuestra fe o
con la voluntad de Dios que nuestros misioneros se llenaran
las manos con cuidados y con cargas que no eran esenciales
para la obra.... Se me mostró que el hermano y la hermana V---
se habían apartado del consejo de Dios al traer niños al
mundo.... El tiempo es y ha sido por años, que traer niños al
mundo es más una ocasión de dolor que de gozo.... Satanás
controla a estos niños, y el Señor tiene poco que ver con
ellos ... Ha llegado el momento de que, en cierto sentido, los
que tienen esposa sean como si no la tuvieran". 34
Como era de esperarse, el testimonio resultó en caos
entre los que lo oyeron. Un adventista escribe su opinión de
los sucesos que ocurrieron:
"Ese testimonio
fue leído delante de gente reunida, pero evidentemente fue
destruído cuando encontró mucha resistencia, y la prueba de
su existencia anterior sólo puede obtenerse de los que lo
oyeron leer o fueron testigos presenciales de la
consternación que causó.... Muchos trataron de ponerse a la
altura de las instrucciones de ella. Yo estaba sentado en la
Iglesia Adventista de Missoula, estado de Montana, y vi al
ministro, Rollin D. Quinn, ponerse de pie delante de la
congregación y, con lágrimas corriéndole por las mejillas,
confesar que Satanás le había tentado durante las oscuras
horas de la noche y había pecado, pero que con la ayuda de
Dios, permanecería firme de ahora en adelante, sólo para
repetir la escena el sábado siguiente. Un ministro le dijo a
mi padre que no se atrevía a confiar en sí mismo de estar en
casa con su esposa, así que hacía que ella se encontrase con
él en la estación del ferrocarril". 35
Por razones obvias, el testimonio de la Sra. White
sobre el celibato jamás fue publicado en los Testimonies for the Church.
Permaneció oculto y a salvo en una caja fuerte hasta que
muchos de los manuscritos de la Sra. White fueron dados a la
luz pública por el White Estate en la década de 1980.
La joven Ellen fue arrebatada y arrastrada por el fervor
religioso de la década de 1840. Hizo lo mejor que pudo para
emular a los reconocidos profetas de su tiempo. Hizo lo mejor
que pudo para encontrar nuevos materiales para sus visiones y
así captar el interés de la gente. Hizo lo mejor que pudo para
inspirar a sus seguidores con el pronto retorno de Cristo.
Pero, a pesar de sus mejores esfuerzos, las cosas no le
salieron como las había planeado. El profeta Foy apareció por
sorpresa en su reunión, se puso de pie en medio de ella, y
exclamó que aquello era exactamente lo que él había visto, y
luego se fue, para no regresar nunca. Sus fallidas
predicciones sobre la persecución y el regreso de Cristo en
1845 y en 1846 habían perturbado la fe que muchos creyentes
habían tenido en ella. Finalmente, encontró un amigo en el
capitán Bates, alguien en quien ella creyó que podía confiar.
Desafortunadamente, el haber apoyado las defectuosas
enseñanzas proféticas de él por poco echan a perder su
ya maltrecha reputación. En algún momento, debe haberse
preguntado si realmente tenía lo que se necesitaba para ser
profeta de Dios.
Por malo que fuera todo esto, las fallidas
predicciones de la Sra. White sobre el retorno de Cristo no
eran su peor problema. Estas cosas podían ser manejadas. James
podía aplicar su magia editorial al texto de las visiones
originales. Si alguien seguía preguntando por qué habían
fallado sus profecías tocantes al regreso de Cristo, se le
podía echar la culpa al pueblo adventista, que había dejado de
cumplir la obra de Cristo de amonestar al mundo. Quizás la más
condenatoria de todas las acusaciones contra ella era la
afirmación de que había visto una falsa enseñanza en visión.
En el siguiente capítulo examinaremos la falsa enseñanza
conocida como "la puerta cerrada"...
Notas:
16. James White, Word to the Little
Flock, p. 22, 1847.
17. Ellen White, Early Writings, p.
21.
18. Isaac Wellcome, History of the
Second Advent Message (Yarmouth, Maine: Advent Christian
Publication Society, 1874); Jacob Brinkerhoff, The
Seventh-day Adventists and Mrs. White´s Visions (Marion,
Iowa: Advent and Sabbath Advocate, 1884), 4-6.
19. Miles Grant, An Examination of Mrs.
Ellen White´s Visions, Boston: Published by the Advent
Christian Publication Society, 1877.
20. James White, 1846. Citado en la obra de
Arthur Patrick (La Sierra University): "Ellen White, the
Adventist Church, and its Religion Teachers: A Call for
Transformed Relationships".
21. Ibid.
22. James and Ellen White, A Word to the
Little Flock, 1847, p. 21.
23. Arthur White, Ellen G. White: The
Early Years Volume I - 1827 -1862, p. 113.
24. Arthur White, p. 113.
25. Mrs. Truesdail´s letter, Jan. 27, 1891.
26. Joseph Bates, The Typical and
Anti-Typical Sanctuary, p.10, 1850.
27. Joseph Bates, A Seal of the Living
God, 1849.
28. Ellen White, Present Truth,
Sept. 1849.
29. Present Truth, April 1850.
30. Ibid.
31. Ellen White, Early Writings, pp.
64-67.
32. Ellen White, Experience & Views,
pp. 46-47.
33. Ellen White, Testimonies, Vol.
I, p. 131.
34. Ellen White, MS 34, 1885. El White
Estate no ha dado este documento a la luz pública. Las copias
archivadas en el White Estate no son originales. W. C. White y
D. E. Robinson escribieron un documento (DF 360A) titulado
"Counsels Regarding Parenthood" en la década de 1930, en el cual
reconocen este testimonio.
35. "The Story of Ellen White´s Suppressed
Testimony", Limboline, (Glendale, Calif: Church of the
Advent Fellowship), Jan. 7, 1984, pp. 10, 11.
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