LA GRAN TRIBULACIÓN


David Chilton

Dominion Press

Fort Worth, Texas

Copyright © 1987 Dominion Press


ISBN 0-930462 55-6

EPÍLOGO DEL EDITOR

Por Gary North

Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; mas, si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros (Marcos 9:47-50).

La Gran Tribulación es un libro acerca del juicio de Dios. Posiblemente no es el juicio que usted tenía en mente cuando lo compró. Cualquiera que sea la clase de sucesos bíblicos con los cuales usted asocie la palabra "juicio", o las palabras "gran tribulación", nunca olvide al leer este libro que estos juicios terrenales no son  nada en comparación con el juicio eterno que Jesús dijo que vendría al final del tiempo. Ellos son "adelantos" de la santa ira de Dios en la eternidad.

En realidad, nuestro uso del lenguaje conduce a confusión cuando hablamos del juicio de Dios exclusivamente como castigo. En la Biblia, castigo tiene dos significados: bendición y maldición. Vemos esto en el juicio final, después de la resurrección de toda la humanidad, Dios juzgará a los hombres. Él juzga entre los hombres: las "ovejas" a un lado y los "cabritos" al otro (Mateo 25:33). (Espero que ninguno de los que lean este libro sea tan "literalista" que crea que Jesús está hablando de ovejas y cabritos literales. El liberalismo tiene sus límites. La Biblia está llena de símbolos, un hecho que usted debe tener presente al leer este libro. Jesús hablaba de personas, no animales. Usted y yo estaremos en aquella gran división). Aquella gran división conduce a dos estados diferentes y eternos:

Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. ... Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (Mateo 25:34, 41).

Habrá personas bendecidas eternamente y personas maldecidas eternamente. Cada grupo irá a su respectivo lugar de "reposo" eterno, aunque no hay reposo para los impíos. En realidad, los dos lugares pueden definirse en términos de reposo: reposo ético para los que viven para siempre en el reino de Dios, y cero reposo ético para los que viven (existen) en la segunda muerte del lago de fuego.

La segunda muerte es la maldición última y eterna. Es una muerte en vida, la muerte espiritual con sensación de dolor. La Biblia habla del peor dolor imaginable: el fuego. 'Y la muerte y el infierno fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda' (Apocalipsis 20:14). Esto no es aniquilación, como enseñan algunas sectas. No es olvido. No es una no existencia. Los condenados al lago de fuego eterno cambiarían gustosamente sus cuerpos eternos por el mero olvido El olvido significaría un escape de las eternas agonías de la maldición de Dios, el anhelado silencio de Dios. Pero Dios no está en silencio. Los pecadores en el infierno y más tarde en el lago de fuego nunca tienen esta oportunidad de silenciar a Dios. El pecado tiene consecuencias eternas. Es el juicio final de Dios que marcará para siempre a los benditos y a los malditos, a los vivos y a los muertos, los que guardan el pacto y los que lo violan, los cristianos y los no cristianos.

Nótese que la Biblia enseña que tanto reino de Dios después de la resurrección como el lugar del tormento eterno fueron creados desde la fundación del mundo. El reino de Dios fue creado para personas redimidas, mientras que el lago de fuego fue creado para el diablo y sus ángeles, aunque Dios lo abre para los seres humanos violadores del pacto (Mat. 25:41). El lago de fuego está marcado por algo llamado "el gusano". No sabemos qué es, pero sabemos lo que no es. No es un ángel caído, porque los ángeles caídos quedan eternamente impotentes. El gusano no es la conciencia humana, porque no hay ningún sentido de sometimiento voluntario ante Dios y su ley. Los violadores del pacto continúan siendo violadores del pacto para siempre. Puede que el gusano sea remordimiento de que los hombres no sean Dios. Lo que sí sabemos es que nunca muere. Y si nunca muere, entonces sus víctimas entran en la esperada paz del olvido eterno de los sectarios. El gusano atormenta para siempre a los condenados violadores del pacto.

Este libro trata del juicio terrenal. Lo que viene en la eternidad ha sido visto de antemano en la tierra: las bendiciones y las maldiciones. La gran tribulación fue (no "será") un acontecimiento en la historia que reflejó en alguna pequeña medida el horror de la maldición venidera. En comparación con el lago de fuego, la gran tribulación fue una incomodidad breve y de menor importancia para un puñado de personas. Sin embargo, en comparación con las bendiciones de pacto condicionales de Dios para su pueblo escogido, los judíos - bendiciones que fueron revocadas en 70 d. C. - la gran tribulación fue una catástrofe que cambió el mundo. Este libro trata de esa catástrofe.

DEFINITIVIDAD IGUAL: BENDICIÓN Y MALDICIÓN

Los juicios de Dios ocurren en la historia y también en la resurrección de los muertos. Esto nos trae a la doctrina fundamental de la Biblia, una doctrina que rara vez es mencionada en nuestros días, ni siquiera por pastores  y teólogos (especialmente por teólogos): la definitividad igual de las bendiciones y las maldiciones. En el lenguaje común, esto se expresa algunas veces como la definitividad igual entre el cielo y el infierno, pero esta frase es incorrecta. El cielo y el infierno no son el modelo final, porque, históricamente, son lugares incompletos. Las personas no tienen sus cuerpos en el cielo y en el infierno. Son reunidas con sus cuerpos en el juicio final. Esto significa que las personas son resucitadas tanto desde el cielo como desde el infierno. Así que tenemos que llegar a la conclusión de que el cielo todavía no es perfecto, porque las personas no poseen sus cuerpos perfectos resucitados. Todavía es incompleto. Además, en los días de Juan, clamaban para que Dios trajera su juicio, otra marca de incompletividad: "¡Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre sobre los que moran en la tierra" (Apocalipsis 6:10). Las bendiciones de Dios en el cielo son históricament incompletas.

De manera similar, el infierno es un lugar de comparativa gracia, si lo comparamos con el lago de fuego. En el infierno, las personas no poseen cuerpos perfectos que arden eternamente, sólo almas. En consecuencia, la maldición de Dios para ellos es limitada. Además, la historia de Jesús sobre el rico que muere y va al infierno indica que hay una especie de comunicación entre los que están en el infierno y por lo menos una persona en el cielo, "padre Abraham" (Lucas 16:23-31). Por lo tanto, las maldiciones de Dios son históricamente incompletas. Después del juicio final, ya no hay más un fuego infernal limitado, "de baja temperatura", libre del cuerpo. No hay tampoco ninguna comunicación con nadie en el reino de Dios. Los últimos vestigios de la gracia en la historia son eliminados de los maldecidos, cuando el infierno, el diablo, sus ángeles, y los no cristianos resucitados son lanzados ceremoniosamente al lago de fuego (Apocalipsis 20:14), de la misma manera que la ausencia final de gracia en la historia es eliminada de los santos cuando parten del cielo y sus cuerpos entran al nuevo cielo y a la nueva tierra restaurados. En ese punto y para siempre jamás, los que están en el infierno pueden recordar las comparativas comodidades del infierno y decir correctamente de Dios: "Ya no es más un Señor amable".

Ni a los cristianos ni a los no cristianos les gusta pensar en tales cosas. Esto no hace que estos acontecimientos sean menos reales ni menos inevitables.

DEFINITIVIDAD DESIGUAL, RESULTADOS DESIGUALES

Una posible fuente de confusión necesita ser aclarada. He dicho que la bendición y la maldición son igualmente definitivas. Me refiero a la definitividad de pacto en el juicio, no a la definitividad histórica. El bien y el mal no son poderosos por igual con el correr del tiempo. Las bendiciones de Dios fortalecen a los guardadores de su pacto, mientras que sus maldiciones debilitan a los violadores del pacto. La promesa de Dios a Eva de la simiente venidera (Gén. 3:15) fue más poderosa que todos los intentos de Satanás por destruir la línea del pacto. El arca de Noé fue más poderosa que el diluvio. El éxodo fue más poderoso que la esclavitud en Egipto. La resurrección de Cristo fue más poderosa que la cruz. La iglesia se volvió visiblemente más poderosa que Israel después del 70 d. C. El cristianismo es más poderoso en principio que el humanismo, y esto se manifestará eventualmente en la historia. El poder a largo plazo procede de la conformidad observadora del pacto al Espíritu Santo. La impotencia a largo plazo procede de la violación del pacto: la desobediencia a la ley de Dios por medio del poder que da Satanás. (Véase mi libro Dominion and Common Grace: The Biblical Basis of Progress; Box 8000. Tyler, Texas: Institute for Christian Economics, 1987: 8.95).

El cielo y el infierno son igualmente definitivos como lugares. Son igualmente definitivos en relación con el pacto. El infierno como lugar de la ira de Dios es igualmente definitivo como lugar de la bendición de Dios, y tanto el infierno como el cielo son limitados por la historia. Dios hace su declaración de "perdidos" a los que están en el infierno, de la misma manera que declara "salvados" a los que están en el cielo. El infierno no es menos real que el cielo; es simplemente impotente en comparación con el cielo. La muerte es igualmente definitiva a la vida según el pacto. De hecho, la vida y la muerte son principalmente conceptos de pacto, no físicos, como veremos. Existen en relación con el pacto de Dios. La vida y la muerte deben definirse siempre en términos de la estructura de pacto de cinco puntos de Dios, una estructura que se describe mejor en el libro de Ray Sutton That You May Prosper: Dominion By Covenant (Box 8000, Tyler, Texas: Institute for Christian Economics, 1987; $14.95):

1.  La trascendencia (pero también la presencia) de Dios
2   La jerarquía de la creación de Dios
3.  La ley de Dios
4.  El juicio (las sanciones) de Dios
5.  La herencia (o la no herencia) de Dios

El cielo y el infierno están limitados por el tiempo y por sus relaciones con lo que sucede en la tierra. Los dos mundos post-resurrección no estarán limitados por el tiempo. La gracia de Dios brillará perfectamente en un lugar, y su ira brillará perfectamente en otro. No hay escapatoria de Dios en la historia: "¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás" (Salmos 139:7-8). ¡Cuánto más está Dios presente en el juicio eterno, tanto en el lugar de las bendiciones irrestrictas como en el lugar de las maldiciones irrestrictas! La presencia de Dios es eterna; de aquí que, una vez creados, los seres humanos sean criaturas de interminable duración futura. Muchas personas desearían no ser eternas. Para los que están en el lago de fuego, la duración eterna es lo opuesto a la vida eterna: es la segunda muerte eterna.

La Biblia habla aquí de la presencia de Dios en el sentido de conocer y observar todas las cosas, determinando todas las cosas. No está hablando de su presencia en el sentido de presencia ética: mostrando al pueblo gracia (gracia común o gracia salvadora). Esa clase de presencia no existirá en el lago de fuego. Los residentes del lago de fuego están separados de Dios eternamente, no en el sentido de que los hombres pueden escapar de la presencia de Dios, sino en el de que no pueden orar a Dios, buscar el rostro de Dios, ni esperar la misericordia de Dios. Él está presente con ellos en algún sentido, tal como estuvo presente en la zarza ardiente: como fuego consumidor. Está presente en algún sentido como el gusano que nunca muere. (No es Satanás ni un ángel caído el que sirve como el gusano, porque ellos son igualmente impotentes, e igualmente están bajo la maldición). Está presente porque Dios es omnipresente; presente en todas partes. Esta misma presencia como el juez es la maldición última de Dios: ninguna presencia ética con las personas como el Salvador y la fuente de gracia. Pasan la eternidad en presencia de la ira de Dios, no la gracia de Dios.

El punto clave en discusión aquí, como siempre, es la ética. La vida es una función de la ética de pacto, no de la duración como tal. Así lo es la muerte. La vida es un don de la gracia de Dios, una bendición no mitigada: "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna: y el que no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios mora en él" (Juan 3:36). Los violadores del pacto tienen existencia. La vida es ética, no simplemente una función de percepción física. Los que están en rebelión ética contra Dios están éticamente muertos. No poseen vida.


La mentira del propio diablo es que la mera percepción física es vida, y que la muerte física es el fin de la vida. Es también mentira suya que los hombres muertos físicamente no tendrán percepción, especialmente la percepción de dolor incomparable, inconcebible. En el infierno no físico y también en el lago de fuego eternamente físico, los muertos no tendrán percepción. ¡Qué no darían para no tenerla! En este caso, la nada sería mejor que algo.

Acepte el sacrificio de Jesucristo en el Calvario como sustituto legal a los ojos de Dios. No alimente ninguna falsa esperanza de un mundo de la nada más allá de la tumba. Los pecadores merecen mucho más que la nada. Estarán en la tierra, pero no tendrán vida: no verán la vida, es decir, la vida de pacto, dijo Jesús. Tendrán la misma existencia en el lago de fuego: no verán la vida.

TOMAR EN SERIO EL SUFRIMIENTO DE CRISTO


Puesto que la gente rara vez considera la realidad eterna del lago de fuego, no entiende plenamente ni toma en serio las implicaciones cósmicas y eternas de los sufrimientos del Hijo de Dios en el Calvario. "Mucho, pero no tanto", piensan para sí mismos. No toman en serio la ley de Dios. No toman en serio el juicio eterno de Dios. Por supuesto, el pecado se trata precisamente de eso: no tomar en serio a Dios.

¿Y qué sucede con los que rehusan aceptar la obra del sacrificio de Cristo como su sustituto? Su suerte es la misma que la de los que, en el Antiguo Testamento, rehusaron durante su vida en la tierra aceptar los animales representativos quemados en el altar de Dios. Recuérdese que no hay ni toros ni machos cabríos que tomen su lugar. Ellos mismos reemplazarán a los toros y a los machos cabríos en el altar eterno de Dios.  Todavía no. En comparación con lo que les espera después del juicio final, están disfrutando de un breve respiro en el infierno.  Después del juicio final, las cosas se pondrán verdaderamente calientes para ellos, finalmente y para siempre, en cuerpo y alma, "donde su gusano no muere, y el fuego no se apaga". Mirarán hacia atrás, con interés, hacia el infierno como lugar de maldición de Dios sin restricciones. El infierno será considerado como un lugar de comparativo descanso y recreación. El sistema de campos de concentración soviético, Gulag, será recordado por sus víctimas violadoras del pacto como un positivo paraíso.

No hay purgatorio para los pecadores. Nada purga las consecuencias del pecado después de que el pecador ha muerto. El infierno es el único "purgatorio" del pecador, en el sentido de un lugar maldición restringida temporal. La función del infierno es comparable a la de una prisión en una comunidad bíblica: un lugar de detención hasta que se dicte la sentencia final. Es mejor estar allí que en el tribunal del juez, y ciertamente mejor que en el lugar de ejecución - la ejecución eterna.

LA SAL DEL PACTO DE DIOS

En la Biblia, la sal simboliza el juicio. Recuerde que el juicio es doble: bendición y maldición. En consecuencia, la sal es tanto para bendición como para maldición.

Por el lenguaje del Nuevo Testamento, sabemos que la sal es una bendición, porque los cristianos son descritos como sal. "La sal es buena. Pero, si la sal pierde su sabor, ¿con qué se salará? Tened sal en vosotros, y paz los unos con los otros" (Marcos 9:50). Nuevamente, Jesús dice en el Sermón del Monte: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero, si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No es buena para nada, excepto para echarla fuera, para que sea hollada por los hombres" (Mateo 5:13). Obviamente, la sal no pierde su sabor, pero puede ser mezclada con otras sustancias y volverse insípida o amarga. Esto es lo que el pecado le hace a algo bueno. Cuando los hombres buenos se corrompen, sirven para maldición en la historia, para ser "hollados". Se vuelven buenos para nada.

¿Y qué acerca de la maldición? El primer ejemplo es la esposa de Lot. Miró hacia atrás, hacia la llanura donde Sodoma y Gomorra estaban siendo sometidas al encendido juicio de Dios. Dios la convirtió en estatua de sal (Gén. 19:26). ¿Por qué de sal?  Porque en el sistema sde sacrificios de Dios, la sal siempre acompaña al juicio. "Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal" (Lev. 2:13). Aquí encontramos la frase "la sal del pacto de tu Dios". En un sentido, Dios sazona con sal sus juicios de pacto. La sal es buena. Es una bendición. Los guardadores del pacto son la sal de la tierra en la historia. Pero, si mezclamos nuestra sal con corrupción, como hizo la esposa de Lot, según el pacto nos convertimos en sal muerta, sal corrupta, inútil para Dios.

La sal era un aspecto requerido en el sistema de sacrificios de Dios.

Al segundo día ofrecerás un macho cabrío sin defecto, para expiación; y purificarán el altar como li purificaron con el becerro. Cuando acabes de expiar, ofrecerás un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada; y los ofrecerás delante de Jehová, y los sacerdotes echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán en holocausto a Jehová (Eze. 43:22-24).

Debe haber sal sobre el altar siempre. Los cristianos son esa sal. En sus cuerpos resucitados y libres de pecado, servirán como sal eterna para el altar eterno de Dios. Siempre habrá un sacrificio en ese altar, tan seguramente como que siempre habrá una iglesia, la sal sagrada de Dios. En ese altar encendido, el juicio arderá mientras exista la iglesia. No puede haber ningún sacrificio aceptable sin sal. Dios no tolerará sacrificios sin sal. Él conservará su iglesia, pues siempre conservará su altar. Su ley es perpetua, su justicia es perpetua, y su juicio es perpetuo, tanto las bendiciones como las maldiciones.

En la historia, la sal también se usa como destructor. No sólo añade sabor, sino que también mata, y mata "para siempre". Se usaba en el mundo antiguo como medio para destruir una ciudad enemiga, porque salar el área agrícola de una ciudad destruía su productividad futura. "Y Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, y tomó la ciudad, y mató al pueblo que en ella estaba; y asoló la ciudad, y la sembró de sal" (Jue, 9:45). Dios asoló a Sodoma y a Gomorra, y más tarde a otras ciudades. ¿Por qué? Para preservar el pacto de Dios, Chilton reproduce completo este pasaje en Days of Vengeance en relación con los sacrificios del templo. Lo hace en sus observaciones introductorias a la sección del libro que trata de las sanciones del pacto de Dios (p. 226):

Y lo apartará Jehová de todas las tribus de Israel para mal, conforme a todas las maldiciones del pacto escrito en este libro de la ley. Y dirán todas las generaciones venideras, vuestros hijos que se levanten después de vosotros, y el extranjero que vendrá de lejanas tierras, cuando vieren las plagas de aquella tierra, y sus enfermedades de que Jehová la habrá hecho enfermar (azufre y sal, abrasada toda su tierra; no será sembrada, ni producirá, ni crecerá en ella hierba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y Gomorra, de Adma y Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor y en su ira); más aún, todas las naciones dirán: ¿Por qué hizo Jehová esto a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran ira? Y responderán: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová el Dios de sus padres, que él concertó con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto, y fueron y sirvieron a dioses ajenos,  se inclinaron a ellos, dioses que no conocían, y que ninguna cosa les habían dado. Por tanto, se encendió la ira de Jehová contra esta tierra, para traer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro (Deut. 29:21-27).

Las frases de maldición están orientadas a la temperatura: "azufre y sal, abrasada toda su tierra"; "el ardor de esta gran ira"; "las cuales Jehová destruyó en su furor y en su ira". Es totalmente conducente a confusión hablar de los juicios de Dios en la historia aparte del lenguaje del fuego. Pero también conduce a confusión hablar del fuego del juicio de Dios sin sal. La sal es el sabor del juicio. Así, pues, la presencia de la iglesia en la historia es el sabor del juicio en la historia. Las sanciones del pacto de Dios son dobles: bendición y maldición.

Lo que es cierto de las maldiciones del pacto de Dios en la historia es igualmente cierto de sus maldiciones del pacto en la eternidad. El lago de fuego es el lugar "donde su gusano no muere, y su fuego no se apaga. Porque cada uno será salado con fuego, y todo sacrificio será salado con sal". El nuevo cielo y la nueva tierra están tan seguros de su situación eterna como lo es el lago de fuego, y viceversa. Las sanciones del pacto de Dios nunca terminan.

LA MUERTE DE PACTO Y EL BAUTISMO DE FUEGO

La muerte es un fenómeno de pacto. Dios le dijo a Adán que moriría el día en que comiera del fruto prohibido. Adán comió y murió. Murió según el pacto. Las sanciones de maldición según el pacto cayeron sobre él. No murió físicamente (una señal de la gracia de Dios para él en la historia), aunque su cuerpo definitivamente murió aquel día. Llevaba las marcas de la maldición: sudor en la frente (Gén. 3:19). Esta misma marca de la maldición no era permitida al sumo sacerdote, y por eso se requería que llevase puesta una mitra en la cabeza y también se requería que llevase puesto lino (Éx. 29:38-43). Se nos dice específicamente en la visión de Ezequiel que el sumo sacerdote debía usar lino para evitar que sudara (Eze. 44:18). El cuerpo de Adán murió progresivamente por medio del proceso de envejecimiento durante más de nueve siglos; luego murió finalmente (Gén. 5:5). No pudo escapar a la maldición de la sanción de pacto de Dios.

La muerte física es sólo la primera muerte. Hay una segunda muerte, la muerte después de la resurrección después del juicio final (Apoc. 20:14). ¿Por qué se requiere esta segunda muerte? Porque si se persiste en la violación del pacto hasta el día de la primera muerte, esto se convierte en una condición permanente. El pacto de Dios es eterno. Por lo tanto, la posición y la condición como violador o guardador del pacto se convierte en permanente a la muerte del cuerpo antes de la resurrección. Si la gente pudiera escapar en su posición como violadores de pacto en la eternidad por cualquier medio, incluyendo la aniquilación, podría en consecuencia eliminar la permanencia de las sanciones de pacto de Dios. Dios no permite un ataque tal a su soberanía en el tiempo y la eternidad. Sus sanciones no terminan nunca, porque su pacto no termina nunca.

LA EXPOSICIÓN DE KLINE SOBRE LAS SANCIONES RITUALES

Estas sanciones de pacto son sanciones dobles: maldiciones y bendiciones. Esta doble naturaleza de las sanciones de pacto es presentada en gran detalle por Meredith G. Kline en su libro By Oath Consigned (Eerdmans, 1968). Kline se refiere al resumen de Juan Bautista sobre el ministerio de Cristo. "Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Mat. 3:11). ¿En qué estaba pensando Juan cuando dijo "bautizará en fuego"? Kline cita a Malaquías 4:1: "Porque he aquí viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama". La estopa no crece. No puede enviar raíces dentro del suelo para alimentarse, ni le pueden crecer hojas ni ramas para que absorban la luz. Sin raíz ni ramas, la estopa muere, se seca, y arde fácimente.

Pero hay otra fuente de luz que no es el que consume a la estopa, como dice Malaquías 4:2-3. "Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos".

¿Cuáles son las siguientes palabras de Malaquías? Un llamado a recordar la ley de pacto de Dios. "Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel". (v. 4) "He aquí yo os envío al profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible" (v. 5). Kline comenta: "Para los que hacen maldad, el fuego de ese día es como el fuego de un horno que los consume, pero para los que tienen temor del nombre de Dios, son los rayos sanadores del sol que los refina" (p. 58). El bautismo de Juan "no era una ordenanza para que la observara Israel en sus generaciones sino una señal especial para aquella generación terminal, una señal que resume la crisis particular en la historia de pacto representada por la misión de Juan como mensajero del ultimátum del Señor" (p. 61).

Considerado desde un punto de vista ventajoso más abarcante, el bautismo de Juan era una señal de la dura por la cual Israel tenía que pasar para recibir un juicio de maldición o bendición. ... Por medio de su mensaje y su bautismo, Juan pues proclamó nuevamente a la simiente de Abraham el significado de su circuncisión. La circuncisión no era una garantía de privilegio inviolable. Era una señal de la prueba divina en la cual el hacha, puesta a las raíces de los árboles sin fruto maldecidos por el Mesías, los cortaría de raíz (Mat. 3:10; Luc. 3:9). En realidad,  el bautismo de Juan era una recircuncisión (p. 62).

Kline concluye: "El bautismo, pues, tiene que ver con el hombre en presencia del trono de juicio de Dios" (p. 67). El bautismo es una señal de pacto, y lleva la marca de la doble naturaleza de las sanciones de pacto: bendición y maldición. Este sistema de dobles sanciones de pacto se manifestará en el juicio final:

Nuevamente, cuando el Señor aparezca en la teofanía de la prueba final como juez de los vivos y los muertos, vengándose en fuego de los que no obedecen al evangelio, traerá ante su trono del juicio a todos los que han estado en su iglesia del nuevo pacto. Allí su declaración de la maldición de pacto caerá en los oídos de algunos que en este mundo han estado dentro de la comunidad que posee formalmente su señorío de pacto, de modo que todavía en aquel día pensarán en clamar: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre echamos fuera demonios e hicimos muchos milagros?" ... Hay, pues, un cumplimiento del señorío del pacto de Cristo por encima de su iglesia del Nuevo Testamento para condenación y muerte, así como para justificación y vida. En la ejecución de ambos veredictos, sea para vida o para muerte, el nuevo pacto será cumplido y perfeccionado (pp. 77-78).

LAS SANCIONES PERMANENTES 

El nuevo pacto se cumple y es perfeccionado en el juicio final de Dios. Ese juicio futuro es tan permanente como el pacto mismo. Las sanciones de bendición y maldición son eternas. La generación terminal de Israel no entendió la amenaza contra ella. Ignoraron el bautismo de Juan. No tomaron en serio el bautismo como una señal permanente (eterna) de pacto. No acataron la advertencia de Juan sobre la suprema capacidad de Aquél que le seguía para imponer el bautismo del fuego consumidor permanente. Por eso, cuando crucificaron a Cristo, sellaron su suerte. El día del Señor vino en el 70 d. C. y visiblemente destruyó el templo y sus sacrificios animales. El día final del Señor vendrá y establecerá el único sacrificio que, en principio, Dios honró jamás: juicio verdadero, completo, y permanente.

¿Es final la bendición de Dios? Sí: la resurrección de los impolutos cuerpos de los santos que han de fundirse con sus almas recientemente liberadas del cielo, y su transferencia post-juicio a su nuevo y permanente entorno: el nuevo cielo perfeccionado y la nueva tierra perfeccionada. ¿Es final la maldición de Dios? Sí: la resurrección de los cuerpos impolutos de los pecadores muertos que han de fundirse con sus almas recientemente liberadas del infierno, y su transferencia post-juicio a su nuevo y permanente entorno: el lago de fuego. Dios les maldice con cuerpos perfectos resucitados para que sirvan como rastrojo eterno, para que puedan soportar la agonía eterna en el lago de fuego.

La muerte en el pacto es permanente, de acuerdo con la muerte del cuerpo. La muerte en el pacto es tan permanente como el pacto mismo. Por consiguiente:

Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; mas, si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros (Marcos 9:47-50).

Los que arguyen a favor de cualquier cosa diferente del juicio eterno han adoptado lo que los filósofos llaman nominalismo: "El infierno es sólo un nombre, no un lugar real", o "el lago de fuego es simplemente lenguaje simbólico, no un lugar real". Esto es lo que arguye el moderno liberalismo teológico. Así lo hacen las sectas, con su doctrina de aniquilamiento. Pero el infierno y el lago de fuego son lugares reales, porque desempeñan papeles eternos en el pacto de Dios. Son realidades del pacto, no símbolos verbales de la ira de Dios - una "ira sin ira". El infierno es tan real como el cielo; el lago de fuego es tan real como el nuevo cielo y la nueva tierra después de la resurrección. Son tan reales porque tienen manifestaciones en la historia.

EL CIELO Y EL INFIERNO EN LA TIERRA

El libro de Chilton Days of Vengeance tiene un capítulo titulado "Se desata el infierno". en la página 257, cita el libro de Herbert Schlossberg Idols for Destruction (Thomas Nelson, 1983): "Cuando una civilización se vuelve idólatra, su pueblo es cambiado profundamente por esa experiencia. En una especie de santificación a la inversa, el idólatra es transformado a la semejanza del objeto de su culto. Israel 'fue tras la vanidad, y se hizo vano' (Jer. 2:5).

Esta es una observación brillante. Pero Schlossberg se detiene antes de alcanzar la meta. Esto no es "una especie de santificación a la inversa"; es santificación a la inversa. Los observadores del pacto desarrollan progresivamente las implicaciones de su fe en la historia, manifestando el reino  celestial de Dios en el tiempo y en la tierra. Dios responde progresivamente la requerida oración: 'Venga tu reino. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo" (Mat. 6:10). Esto es santificación progresiva: el desarrollo en la historia de la perfecta justicia moral de la perfecta humanidad de Cristo (no su divinidad) que Dios atribuye a los cristianos en el momento de su salvación. Lo que Dios nos imputa a nosotros definitivamente en principio en el momento de nuestra conversión a Cristo - la mente y la justicia de Jesucristo - que hemos de manifestar progresivamente con el correr del tiempo.

En lo que Schlossberg hace énfasis es que los seguidores de Satanás manifiestan un proceso paralelo de santificación. "Santificar" significa poner aparte. Satanás pone aparte a sus seguidores de la misma manera en que lo hace Dios. Los seguidores de Satanás han de desarrollar en la historia los malvados principios de pacto del infernal reino de Satanás de la misma manera en que los cristianos han de desarrollar en la historia los justos principios de pacto del reino celestial de Dios.

Hay una queja constante, de parte de los que sostienen escatologías de derrota terrenal, de que es tonto trabajar para establecer la ley de Dios en la tierra. Llaman a este punto de vista "utopía". Niegan que pueda haber jamás una manifestación amplia del reino de Dios en la tierra en el curso de la historia. Descartan esta visión como totalmente falsa, "buscando el cielo en la tierra". Pero rehusan trabajar para traer el cielo a la tierra enseñando a la gente a obedecer los justos principios del cielo en la tierra para entregar la historia al diablo. Los discípulos del diablo trabajan fuerte para traer el infierno a la tierra enseñando a la gente a obedecer los rebeldes principios del infierno en la tierra.

Hay una guerra entre Dios y Satanás, la justicia y el mal, los guardadores del pacto y los violadores del pacto, el cielo y el infierno. Esta guerra está teniendo lugar en la historia. Es principalmente una guerra terrenal. En definitiva, el punto acerca del cual se está librando esta guerra es la soberanía. ¿Quién es soberano, Dios o Satanás? La disputa histórica también se está librando acerca de la soberanía: ¿Las fuerzas humanas de quién triunfarán en la historia, las de Dios o las de Satanás? ¿El nuevo orden mundial de quién triunfará en la historia, el de Cristo o el de Satanás? Resumiendo, la guerra se está librando acerca de esta cuestión: ¿El cielo en la tierra o el infierno en la tierra?

No hay ninguna posibilidad de ningún otro reino en la tierra. No hay ninguna posibilidad de ningún reino neutral del hombre, que funcione por medio de una hipotética ley natural neutral. Los seres humanos nunca son neutrales, y no existe tal cosa como la ley natural. Existe la ley de Dios, y existen las numerosas alternativas de Satanás, incluyendo la ley natural "neutral". No existe la neutralidad. Por consiguiente, nos enfrentamos a la pregunta: ¿Será el cielo en la tierra o el infierno en la tierra? ¿Será la ley del pacto de Dios como la ley de las naciones, o uno o más de los falsos sistemas de leyes de Satanás? Cualquier intento de implantar una tercera opción, como la ley natural, es simplemente otro intento de reemplazar la ley del pacto de Dios con la ley de Satanás. Es simplemente otro intento por construir el infierno en la tierra.

Tristemente, los cristianos pesimistas que esperan poco más que la derrota para el pueblo de Dios se aferran a la fe en la ley natural como terreno neutral entre la supuestamente creciente influencia de Satanás en la historia y la decreciente influencia de la iglesia. Ven la ley de Dios revelada en la Biblia como una amenaza para su retirada de la responsabilidad histórica, así que deciden  predicar una "ley natural neutral" indefinida (y siempre indefinible), que no pone sobre ellos ninguna responsabilidad cívica cristiana singular.

CONCLUSIÓN

El juicio de Dios sobre Israel en el 70 d. C. debería persuadirnos de la futilidad de tratar de escapar a los progresivos juicios de Dios en la historia. En nuestros días, nos enfrentamos a las bendiciones potencialmente mayores desde Pentecostés: reavivamiento mundial, la revolución informática causada por las computadoras, y un redescubrimiento de la ley de Dios revelada como herramienta del dominio divino (Gén. 1:26-28). En nuestros días, también nos enfrentamos a las maldiciones potencialmente peores desde la caída de Jerusalén: la plaga del SIDA, el triunfo de los dos imperios comunistas, o la destrucción de los Estados Unidos (y la libertad de occidente) dentro de 30 minutos después de un primer ataque nuclear soviético. Necesitamos entender el juicio de Dios. Involucra bendición y maldición.

La bendición de Dios es definitiva: la gracia de la salvación en Cristo. Sus bendiciones son también promesa progresiva de la simiente venidera (Gén. 3:15) y su provisión de ropa para ellos, el arca de Noé, el éxodo de Egipto, el regreso a la tierra bajo la dirección de Nehemías y Esdras, la resurrección de Cristo, y la expansión de la iglesia. La bendición de Dios es también final y eterna: la culminación, libre de pecado, del nuevo cielo y la nueva tierra después de la resurrección.

La maldición de Dios es definitiva: la muerte de la humanidad. Sus maldiciones son también progresivas: la maldición de Adán y Eva y su entorno, su expulsión del jardín, el diluvio, la esclavitud en egipto, el cautiverio en Asiria y Babilonia, la muerte de Cristo en la cruz, y la caída de Jerusalén. La maldición de Dios es también final y eterna: el lago de fuego.

Como dice la Confesión de Fe de Westminster (1646) en relación con la bendición eterna y la maldición eterna, comenzando en el día del juicio:

El propósito de que Dios haya señalado este día es para manifestar la gloria de su misericordia en la salvación eterna de los escogidos; y de su justicia, en la condenación de los réprobos, que son malvados y desobedientes. Porque entonces los justos irán a la vida eterna, a recibir la plenitud del gozo y el refrigerio que vendrán de la presencia del Señor. Pero los impíos, que no conocen a Dios, ni obedecen al evangelio de Jesucristo, serán lanzados al tormento eterno y castigados con la destrucción eterna delante de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. (Capítulo XXXIII:II).

Gozo eterno o tormento eterno: debemos predicar la definitiva igualdad de la bendición y la maldición en la eternidad. Rehusar hacerlo es abandonar la teología de pacto bíblica. Es amañar el cristianismo ortodoxo. Que la experiencia de Israel en 70 d. C. sea nuestra guía sobre la importancia de ser fieles a la palabra de Dios revelada. Si somos lo bastante descuidados y arrogantes como para negar la realidad eterna de las maldiciones de Dios, corremos el riesgo de tener que experimentarlas de primera mano. "Aprender haciendo" no es lo que usted desea en esta lección de teología.

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