El
período inmediatamente después de los apóstoles no fue
de oratoria religiosa ni de debate. Eso vino en un
período posterior.
Aquél fue un tiempo de
humilde trabajo misionero y persecución. Sin
embargo, la apostasía de las verdades del
cristianismo original ya había comenzado durante
este período. De esta apostasía ya se da testimonio
en el registro bíblico ANTES de la partida de los
apóstoles (Hechos 20:29; Gál. 1:6; 1 Tim. 1:6; 2
Tim. 1:15, 2:18; Apoc. 2:2). Yo
encuentro particularmente interesante que hasta
algunos dirigentes de la iglesia habían rechazado a
los apóstoles. Juan nos dice que "Diótrefes, que ama
el tener la preeminencia entre ellos, no nos recibió
... parloteando contra nosotros con palabras
malignas ... no recibe a los hermanos, y a los que
quieren recibirlos se lo prohibe y los expulsa
de la iglesia" (3 Juan 9-10).
Los apóstoles no tuvieron dificultades para entender la
naturaleza de Dios. Habían interactuado personalmente
con Jesús y él se les había aparecido a ellos después de
su resurrección. Sabían que tenía un cuerpo antes de
morir y sabían que lo tenía después de su resurrección.
En ninguna parte indican las Escrituras que Jesús alguna
vez se deshizo de su cuerpo. Por el contrario, las
Esrituras dicen que, cuando Cristo regrese, se le
preguntará: "¿Qué son estas heridas en tus manos?" (Zac.
13:6). Por consiguiente, sabemos que todaía tendrá su
cuerpo. La doctrina de que Jesús y su padre eran "uno"
causó algo de confusión. Pero Cristo oró en aquel jardín
que todos fuésemos uno, "mas no ruego solamente por
éstos, sino también por los que han de creer en mí por
la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú,
oh Padre, en mí, y yo en tí, que también ellos sean uno
en nosotros; para que el mundo crea que tú me
enviaste" (Juan 17:20-21). Por tanto, de la manera,
cualquiera que sea, que Jesús y su Padre son uno,
nosotros también hemos de ser uno. Él no estaba orando
para que perdiéramos nuestra identidad y viniésemos a
ser de una sola substancia.
Así, pues, ¿dónde surgió esta confusión sobre la
naturaleza de Dios? La filosofía griega estaba bien
establecida en el tiempo de Cristo y chocaba con algunas
de las doctrinas enseñadas por Jesucristo.
"Tal era el
prestigio de los pensadores griegos que sus
principales conclusiones no eran cuestionadas.
¿Podrían las enseñanzas cristianas ser aceptadas a
menos que armonizaran con las conclusiones
filosóficas? Parecía imperativo reconciliar las
creencias cristianas con las enseñanzas de los
filósofos, al menos con las que por mucho tiempo no
habían sido cuestionadas y parecían evidentes por sí
mismas al mundo de aquel tiempo". (Barker, James L.,
The Divine Church, Vol. 2, p.24).
"La filosofía antigua no podía comprender la creación
del mundo por Dios. La suprema perfección de Dios
impedía que entrara en relación directa con el mundo; la
naturaleza es demasiado débil para sostener la acción
inmediata de la divinidad. Dios no podía crear ni actuar
sobre sus criaturas, excepto por medio de un
intermediario. ... Este intermediario es el Verbo o
Logos, necesariamente desigual al Dios supremo".
(Mourret-Thompson. History of the Catholic Church, vol.
2, p. 13).
"Las ideas de
belleza, justicia, bondad, etc., que para nosotros son
abstracciones, para Platón son realidades. En otras
palabras, lo bueno, lo hermoso, lo justo, son ideas
abstractas, que no existen aparte del objeto. Pero,
para Platón, estas ideas abstractas son las
realidades. Los objetos con los cuales están asociadas
son perecederos. Por lo tanto, la única realidad es la
'idea' o 'forma' detrás del objeto.
Para Platón, el Ser Supremo es absoluta bondad y, puesto
que la materia, para él, es malvada y un estorbo para la
perfecta expresión de la 'idea', Dios es inmaterial"
(Barker, James L., The Divine Church, Vol. 2, p. 25).
Y para Aristóteles, "el Ser Supremo es inmaterial. Puede
no tener impresiones, ni sensaciones, ni apetitos, ni
una voluntad en el sentido de deseo, ni sentimientos en
el sentido de pasiones: todas estas cosas dependen de la
materia". (Weber, History of Philosophy, p. 116).
"A muy poco de la
doctrina cristiana 'ortodoxa' de la actualidad se le
puede seguir el rastro hasta más allá de mediados del
siglo III. Fue 'desarrollada' y hecha más precisa
(Lortz-Kaiser, History of the Church, p. 93) por el
método griego del razonamiento filosófico y tomó forma
en los concilios y los escritos de los teólogos de los
siglos IV y V". (Barker, James L., The Divine Church,
Vol. 2, p. 30).
Con el conflicto entre los filósofos griegos que
contendían a favor de un Dios inmaterial, por un lado, y
los cristianos, por el otro, que hablaban de Dios el
Padre y de Jesús como de un ser divino, se hacían
las siguientes preguntas:
- ¿Cómo puede Jesús ser divino si sólo
hay un Dios?
- ¿Hay un solo Dios o dos dioses?
- ¿Cuál es la relación entre Jesús y
Dios?
- Si Dios creó todo, ¿creó a Jesús?
- Si Jesús es el hijo del Padre, ¿cómo
puede ser co-eterno con él?
- Si Jesús es divino, ¿es igual al
Padre?
Entre
las respuestas que se daban en aquel tiempo estaban las
siguientes:
- El Padre y el Hijo eran sólo
manifestaciones del único Dios.
- Jesús sólo parecía humano.
- El Padre era Dios y Jesús era también
divino y numéricamente diferente.
- Jesús no era realmente el Hijo de
Dios, sino su Hijo adoptivo.
"La iglesia del
tiempo de los apóstoles consideraba tres "personas"
divinas. Hacia finales del siglo II, Teófilo las
incluyó en un nuevo nombre, Trinidad o tríada. Por el
año 200, al Padre y al Hijo se les llamaba Dios y los
montanistas aplicaban el término también al Espíritu
Santo". (Barker, James L., The Divine Church, Vol. 2,
p. 34).
Originalmente, el término "trinidad" no implicaba un
solo Dios sino que significaba las tres distintas
personas de la Deidad.
Alrededor del año 320 D. C., Arrio comenzó a tener un
fuerte número de seguidores a favor de su concepto de la
Trinidad. "Para Arrio, la segunda persona de la Trinidad
no existió desde toda la eternidad. El Hijo de Dios era
meramente el primogénito de los hombres creados".
(Mourret-Thompson, History of the Catholic Church, vol.
2, p. 11).
Esto causó un cisma dentro de la iglesia. El obispo
Alejandro, de Alejandría, y su diácono Atanasio eran
opuestos a estos puntos de vista de Arrio. "La situación
se agravó. Acerca de un punto principal, el alto clero
de Alejandría estaba dividido; algunos, con Alejandro,
enseñaban la absoluta divinidad de Cristo; otros, con
Arrio, reconocían sólo una divinidad relativa y
secundaria" (Duchesne, Ancient History of the Church, p.
131).
El público pagano hasta se interesó en el conflicto.
"Las disputas entre Arrio y Alejandro hicieron eco hasta
en los teatros" (Duchesne, Histoire ancienne de
l'Eglise, vol. 2, p. 138).
Hacia el año 312, cuando el obispo Alejandro de
Alejandría oyó a Arrio enseñar que el Hijo no era
co-eterno con el Padre y estaba subordinado a él, le
prohibió predicar la doctrina. Pero Arrio ignoró al
obispo. "Para poner fin a la discusión, Alejandro
convocó como a cien obispos de Egipto y Libia a un
concilio de Alejandría en el año 321. El concilio
condenó las enseñanzas de Arrio como heréticas, y lo
excomulgó a él y a sus seguidores. Fue obligado a
abandonar su iglesia". (James L. Barker, The Divine
Church, vol. 2, p. 38).
Por este tiempo, Arrio abandonó Alejandría y se fue a
Palestina. Fue bien recibido por Eusebio de Cesárea, que
estuvo de acuerdo con sus ideas. Eusebio de Nicomedia,
el otro Eusebio, también estuvo e acuerdo con Arrio y
trató de influir en otros escribiendo muchas cartas.
Alejandro se alarmó de esto y también envió cartas a
varios obispos. "Mi intención era no decir nada acerca
de esto. ... Pero Eusebio, obispo de Nicomedia, se cree
depositario de todos los asuntos eclesiásticos desde
que, habiendo abandonado Berita, había codiciado y
ocupado la iglesia de Nicomedia sin que nadie se
atreviera a protestar; como este Eusebio se ha
constituido en patrono de los apóstatas y se ha ocupado
en escribir cartas en apoyo de Arrio y para atraer a la
herejía, que ataca a Cristo, a hombres que sólo están
ligeramente familiarizados con la cuestión, me pareció
urgente a mí, que no soy ignorante de lo que está
escrito en la ley, no seguir guardando silencio y
advertir a todos vosotros, para que estén enterados
acerca tanto de los que se han convertido en apóstatas
como de sus perniciosas expresiones de herejía, para
que, si Eusebio les escribe, no le presten atención".
(Migne. P. G. t XVIII, c. 572, citado por Jacquin,
Histoire d l'Eglise, vol. 1, p. 310). Arrio regresó a
Egipto y la pelea continuó. Compuso una obra en prosa y
verso, "El Banquete", en su defensa, pero sólo quedan
fragmentos.
Es interesante observar aquí cómo trataron de resolver
el conflicto. Aparentemente, no había una autoridad
central reconocida a la cual se pudiera referir el
problema. En el Nuevo Testamento, cuando surgió un
problema acerca de la observancia de la ley mosaica, se
decidió que Pablo y Bernabé y algunos más subieran a
Jerusalén a los apóstoles y los ancianos. Y allí
llegaron a una decisión que "pareció bien al Espíritu
Santo y a nosotros" (Hechos 15:1-29).
Tal era la situación de la iglesia cuando Constantino,
por medio de su victoria sobre Licinio (324) se
convirtió en amo del imperio de Oriente y de Occidente.
Buscó un método para unificar el imperio. "Le parecía
que la unidad en la religión era necesaria para asegurar
la unidad política, y que sólo el cristianismo era (lo
bastante) fuerte para ello porque era la religión del
futuro". (Boulenger de la Fuente, Historia de la
Iglesia, p. 127).
Constantino envió su a su consejero religioso, Hosio,
obispo de Córdova, con una carta para Alejandro y Arrio
para que hicieran a un lado su disputa. Cuando este
esfuerzo fracasó, Constantino decidió convocar un
concilio ecuménico (general) de la iglesia. Dicho sea de
paso, "ecuménico" es precisamente equivalente a
imperial; porque el significado técnico de e oikoumene
(literalmente "el mundo habitado") era el Imperio
Romano, como en Lucas 2:1 (Smith, Student´s
Ecclesiastical History, vol.1, p. 254 nota).
Considerando la afirmación de la Iglesia Católica de que
la autoridad para el liderazgo de la iglesia pasó de
Pedro al obispo de Roma, la siguiente cita es
interesante.
"La mayoría de los escritores católicos, mirando
retrospectivamente este evento (el Concilio de Nicea),
están seguros de que esta asamblea no habría podido
tener lugar sin la instigación o la cooperación de
Silvestre (obispo de Roma). Pero toda la evidencia
contemporánea que tenemos concuerda en que sólo
Constantino es el autor y promotor de la enorme empresa,
tal como lo había sido del Concilio de Arles. Eusebio le
da el crédito a él solo, y las otras cartas emitidas por
el Concilio mismo, y él mismo, tanto entonces como
después, hablan de éste como el concilio que él había
convocado". (Shotwell y Loomis, The See of Peter, p.
470).
Así que aquí tenemos a Constantino, que no es cristiano,
organizando concilios y, como veremos, decidiendo el
resultado.
Las opiniones (de los miembros del Concilio) seguían
tres direcciones: Los egipcios y los occidentales
defendían la doctrina ortodoxa (atanasiana) -- Atanasio
era el vocero del obispo Alejandro de Alejandría; la
mayoría de los orientales (el grupo moderado) sostenía
la divinidad de Cristo, pero titubeaba en reconocer su
perfecta igualdad con el Padre; como veinte adherentes
de Arrio declaraban que el Verbo (Jesús) era una simple
criatura". (Albers-Hedde, Manuel d'Histoire
Ecclesiastique, vol. 1, p. 153).
Para Arrio, el Padre y el Hijo eran personajes distintos
y el Hijo era subordinado del Padre. Los arrianos usaban
los siguientes textos:
- "Jehová me poseía en el principio, ya
de antiguo, antes de sus obras" (Prov. 8:22).
- "Pero de aquel día y de la hora nadie
sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni
el Hijo, sino el Padre" (Marcos 13:32).
- "El Padre mayor es que yo" (Juan
14:28).
- "Y esta es la vida eterna, que te
conozcan a tí, y a Jesucristo, a quien has enviado"
(Juan 17:3)
- "No puede el Hijo hacer nada por sí
mismo" (Juan 3:19).
- "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno
hay bueno, sino sólo uno, Dios" (Mar. 10:18).
- "Por lo cual Dios también le exaltó
hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre" (Filipenses 2:9).
- Y también pasajes que representan a
Jesús sufriendo, creciendo en sabiduría, etc. (Lucas
2:52; Juan 11:33, 38; Mateo 26:39).
Atanasio,
para el cual el Padre y el Hijo eran de una sola
substancia, usaba los siguientes pasajes:
- "Yo y el Padre uno somos" (Juan
10:30).
- "El Padre está en mí y yo en el
Padre" (Juan 10:38).
- "El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre" (Juan 14:9).
Después
de
que Arrio hubo hablado, estaba claro que su caso estaba
perdido y que los dos Eusebios tenían que intervenir con
el emperador para evitar que tomara medidas contra
Arrio. Desde este momento, los amigos de Arrio trataron
de conseguir que el concilio votara una fórmula que
dejara abierta la puerta para especulaciones
concernientes al origen y la naturaleza de Jesucristo.
Mientras, Atanasio y sus amigos trataron de hacer que el
tercer partido (moderado) se pronunciara a favor o en
contra de la doctrina tradicional.
Después de un par de sugerencias por parte de Eusebio de
Nicomedia, Eusebio de Cesárea propuso la fórmula
bautismal en uso en su propia iglesia.
"Creemos en el solo
Dios, Padre, todo soberano, creador de todas las
cosas, tanto visibles como invisibles; en un Señor
Jesucristo, el verbo de Dios, Dios de Dios, Luz de
Luz, Vida de Vida, Hijo unigénito, primogénito de toda
la creación, engendrado de Dios el Padre antes de
todas las edades, por quien todas las cosas vinieron a
existir, que se hizo carne para nuestra salvación, y
vivió entre los hombres, y sufrió y se levantó al
tercer día, y ascendió al Padre,y vendrá otra vez en
gloria a juzgar a los vivos y a los muertos. Creemos
también en un solo Espíritu Santo. (Creemos) que cada
uno de éstos es y subsiste: el Padre verdaderamente
como Padre, el Hijo verdaderamente como Hijo, el
Espíritu Santo verdaderamente como Espíritu Santo;
como nuestro Señor también dice cuando envía a sus
discípulos a predicar: Id y haced discípulos a todas
las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo".
A los atanasianos se les objetó la inferencia de que
había una falta de unión del Hijo con el Padre -- "cada
uno de éstos es y subsiste". También rehusaron aceptar
la expresión "el primogénito de toda creación" [lo cual
me parece interesante puesto que es una cita directa de
Colosenses 1:15] y "engendrado del Padre antes de todas
las edades", puesto que ellos aseguraban que el Hijo era
co-eterno con el Padre.
Para evitar falsas interpretaciones por los arrianos, se
sugirió que Jesús fuese declarado ser de la misma
esencia (eks ousis) del Padre. Parece que Atanasio se
habría contentado con esta declaración, pero alguien,
que se cree fue Hosio, propuso el término omoousios,
compuesta de dos palabras, de las cuales una significaba
la misma y la otra significaba sustancia. (James L.
Barker, The Divine Church, vol. 2, p. 52).
"Sin embargo, este
credo de Eusebio fue aceptado como base del nuevo
símbolo, pero en una forma enmendada. Había una sola
manera de hacer imposible el arrianismo, y era usar
una palabra que no sólo no era bíblica sino que tenía
mala fama por haber sido usada por los herejes
Valentino y Pablo de Samosata [y condenada por el
Tercer Concilio de Antioquia]. El Hijo debía ser
declarado como de una sola substancia o esencia
(omoousios) con el Padre para excluir a Arrio de la
iglesia. ... El (h)omoousion no dejaba lugar para el
arrianismo. Si nuestro Señor era declarado como de una
substancia con el Padre, toda la teoría de Arrio, de
que Jesús era de una naturaleza inferior y capaz de
cambiar y hasta de pecar, caía por los suelos
enteramente". (Foakes Jackson, History of the
Christian Church to A. D. 461, pp. 312, 313).
La fórmula decidida fue el famoso credo de Nicea:
"Creemos en un solo Dios, el Padre Todopoderoso, Creador
de todas las cosas, tanto visibles como invisibles, y en
un solo Jesucristo, el Hijo (Verbo) de Dios, engendrado
del Padre, unigénito, que es de la esencia (substancia)
del Padre. Dios de Dios, Luz de Luz, (Vida de Vida), el
mismo Dios del mismo Dios, engendrado no creado, de una
esencia (substancia) con el Padre, (omoousion to Patri)
por medio del cual todas las cosas vinieron a existir,
tanto las que están en el cielo como las que están en la
tierra; quien por amor a nosotros murió, ascendió a los
cielos (al Padre), y ha de venir a juzgar a los vivos y
a los muertos; y en un Espíritu Santo". (Bartlett and
Carlyle, Christianity in History, p. 265).
Resulta que esta posición intermedia fue impuesta por
Constantino. "Al principio del concilio, la facción
arriana moderada, de la cual Eusebio de Nicomedia era el
miembro más influyente, estaba en mayoría, y
'(h)omoousios' (una substancia) tuvo alguna dificultad
en obtener aceptación: fue impuesta, más bien que
aceptada. Hosio la apoyaba enérgicamente; lo mismo
ocurría con los obispos de Alejandría y Antioquia. El
emperador hizo saber que deseaba que se usara la
palabra. Para muchos, éste era un argumento capital".
(Duchesne, Histoire ancienne de l'Eglise, vol. II, pp.
154, 155).
Cuando pusieron
ante el emperador la fórmula del sínodo, la consideró
inspirada por Dios, revelada por el Espíritu Santo
hablando a través de los santos, y amenazó con el
exilio a cualquier persona que no quisiera firmarla.
Hemos visto el efecto de estas amenazas. El emperador
las ejecutaba sin demora, y exilió a Arrio a Iliria,
junto con los dos obispos Secundo y Teonas, que habían
rehusado firmar, y los sacerdotes que estaban
relacionados con ellos. Al mismo tiempo, Constantino
ordenó entregar a las llamas los libros de Arrio y los
de sus amigos, y amenazó con la pena de muerte a los
que los ocultasen ... Más tarde, Eusebio de Nicomedia
y Teoñis de Nicea fueron también depuestos y
desterrados porque, aunque admitieron el símbolo, no
reconocieron la deposición de Arrio y habían admitido
a los arrianos entre ellos. Al mismo tiempo, las
iglesias de Nicea y Nicomedia fueron invitadas por el
emperador a elegir obispos ortodoxos en lugar de los
obispos que habían sido enviados al exilio.
(Hefele-Leclerc, Histoire de Conciles, tome I, 1 re
partie, p. 449-450).
Después de ver este tipo de información, algunos se
inclinan a intentar demostrar que este concepto de Dios
era creído por los padres de la iglesia primitiva.
La exposición
histórica de J. Kuhn ... tan libre como erudita,
asustó al anglicano Bullus, quien pensó que la fe de
la alta iglesia había sido atacada y buscó, con gran
gasto de erudición, demostrar lo indemostrable, a
saber, que antes del Concilio de Nicea todos los
padres habían profesado, clara y exactamente, la
doctrina de Nicea (Hefele-Leclerc, Histoire de
Concils, tome I re partie, p. 337-338).
Y así comenzó la doctrina de la Trinidad. Estaba ausente
de las Escrituras, pero ahora es aceptada como la
doctrina "ortodoxa" de la iglesia cristiana. No hubo
ningún dirigente de la iglesia, ni ningunos apóstoles ni
profetas que decidieran la cuestión. En su lugar, fue un
gobernante pagano el que organizó y declaró su apoyo
para esta nueva doctrina. Fue su patrocinio el que
cambió la doctrina fundamental del cristianismo y la
estableció por la fuerza de su poder como la base de la
fe en la recién adoptada religión del imperio.
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