LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD:
¿MISTERIO O CONFUSIÓN?

Un examen reverente, de cristianos para cristianos

"Hay sólo un Dios, el Padre". - 1 Corintios 8:6

Traducido de Internet 

Todos los que consideran el problema concuerdan en que la doctrina de la Trinidad es incomprensible. Sus más ardientes proponentes suponen que este es un punto fuerte, que, como no podemos comprender la majestad y la gloria del Creador infinito, tampoco podemos penetrar su naturaleza y su ser. No es así. El Creador se ha revelado explícitamente por medio de su palabra como un ser poderoso, unitario, la gran causa primera de todas las cosas, que no tiene igual, ningún predecesor, y ningún sucesor. Es Jehová por nombre, y Dios por título.

Durante 400 años, los que le adoraron y confiaron en Él no tuvieron ningún atisbo, ninguna conjetura, ninguna sugerencia de que Él fuera otro que el solo Dios unitario que Él declaraba ser. "Oye, Israel, el Señor tu Dios uno es" (Deut. 6:4). "Conózcanme, créanme y entiéndanme que yo mismo soy; antes de mí no fue formado Dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová" (Isaías 43:10, 11).

¡Cristo -- El Mesías largamente esperado!

Los judíos eran conscientes de que Dios enviaría un Mesías (en hebreo) o un Cristo (en griego) -- uno ungido por Dios como su profeta, su siervo. Moisés les dijo: "Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis". Isaías dijo: "He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu" (Isaías 42:1).

Estas profecías -- y muchas más como ellas -- describen consistentemente al Mesías como a un subordinado
altamente honrado de Dios Todopoderoso. Jesús era aquel Mesías prometido. No era ningún mensajero ordinario. En realidad, era el mismísimo hijo de Dios, llamado así 47 veces en el Nuevo Testamento. Jesús cumplió fielmente cada uno de sus deberes, y ahora ha sido exaltado a la "diestra de la majestad en las alturas" (Hebreos 1:3). "Te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros" (Hebreos 1:9). Jesús, siempre un hijo obediente a su Padre celestial, ahora exaltado por encima de todos los demás, es todavía un hijo devoto y subordinado al Padre celestial.

Él no asume su honor, gloria y servicio por su cuenta. Por el contrario, los recibe todos de la mano de su Padre y superior, Dios mismo. "Nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios ... Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo" (Hebreos 5:4, 5). "El hijo del hombre vino ... al Anciano de días ... y le fue dado dominio, gloria y reino" (Daniel 7:13, 14).

¿Qué es la Trinidad?

Es una doctrina  formulada en el siglo cuarto para describir el punto de vista de algunos prominentes eclesiásticos concerniente a la naturaleza y la relación de Dios, Jesús y el Espíritu santo (sic). Fue enunciada en una serie de credos: El Credo de Nicea (325 d. C.), el Credo de Nicea-Constantinopla (381 d. C.), y el Credo de Atanasio (ca. siglo V d. C.). Tomó varias formas y usó multitud de palabras tan complejas y enigmáticas que es incomprensible.

Algunos cristianos  consideran que la "trinidad" implica simplemente creencia en Dios, Jesús y el Espíritu santo (sic) -- una amplia plataforma que todos los cristianos pueden aceptar. De manera diferente, pero todavía bastante simple, el primer uso de esta palabra en los primeros escritos cristianos se refería meramente a la existencia de "Dios, su Palabra, y su Sabiduría" (Teófilo de Antioquia, Padres Ante-Nicenos, Tomo 2, Página 201). Pero, como la doctrina evolucionó en los siglos cuarto al sexto, se volvió mucho más misteriosa. Afirmaba que Dios está compuesto en realidad de tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todas co-iguales y co-eternas.

Por otra parte, la verdad bíblica no es ni misteriosa ni incomprensible: Dios es una persona, su hijo Jesús es una segunda persona, y el Espíritu santo no es una persona en absoluto. Es el espíritu, el poder y la influencia de Dios. Jesús está subordinado a su Padre celestial. Dios existía desde la eternidad, pero hubo un tiempo antes de la creación de su hijo Jesús en que Dios estaba solo. Sin embargo, examinemos
de cerca, a la luz de las Escrituras, cuatro componentes esenciales del punto de vista trinitario.

(1) ¿Quién es Dios?

En el lenguaje trinitario, se acostumbra hablar de Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo. Se supone que son títulos propios, y se usan extensamente. Sin embargo, en las Escrituras sólo aparece uno de ellos, "Dios el Padre", y eso, no como título, sino como una expresión que denota que Dios es el Padre. "No hay sino un Dios, el Padre, de quien son todas las cosas ... y un Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas" (1 Corintios 8:6). El término aparece 11 veces en en el Nuevo Testamento. Por contraste, los términos "Dios el Hijo" y "Dios el Espíritu Santo" aparecen cero veces.

La palabra "Dios" aparece como 1200 veces en el Nuevo Testamento. Casi todas ellas se refieren -- no es sorprendente -- a Dios mismo. Esta palabra no se refiere ni una sola vez al Espíritu santo.

Sin embargo, como palabra, "dios" tiene una variedad de aplicaciones. Por ejemplo, la palabra hebrea del Antiguo Testamento, "elohim" (dios) puede describir cualquier alto dignatario (por ejemplo, Abraham, Génesis 23:6). En la Versión King James, se traduce de varias maneras: ángeles, Dios, dioses, grande, poderoso, jueces. Su contraparte griega, "theos", también tiene amplios usos. La Concordancia de Strong la define como: "una deidad, especialmente ... la suprema Divinidad; fig. un magistrado". Si esta palabra puede describir a un magistrado, entonces puede ciertamente describir a Jesús, y se usa de esta manera seis veces en el Nuevo Testamento (Juan 1:1, 18; 20:28; Tito 2:13; Hebreos 1:8; 2 Pedro 1:1). Se usa en Juan 10:35 en relación con los adoradores de Jehová. Una vez hasta se refiere a Satanás (2 Corintios 4:4).

Ninguno de estos usos debe confundirnos acerca de quién es realmente el único y solo supremo Dios del universo, el único al cual tanto judíos como cristianos natural y libremente llaman "Dios" -- Jehová, el Dios Todopoderoso de todos. Sin embargo, dos textos, citados frecuentemente en apoyo de la trinidad, merecen especial atención: Juan 1:1 (comentado por separado más tarde) y Juan 20:28. Este último texto recoge la sobresaltada exclamación de alabanza y adoración de Tomás al ver al Cristo resucitado: "Mi Señor y mi Dios". ¿Significa esto que Cristo era realmente Jehová mismo? Por supuesto que no. Theos (dios, magistrado) es el término de gran respeto, asombro, y adoración que Tomás atribuyó a su Señor y Maestro. Ciertamente, en el mismo capítulo, Jesús le explicó a María Magdalena que todavía no había ascendido "a mi Padre y a vuestro Padre; a mi Dios y a vuestro Dios" (Juan 20:17). Claramente, Jesús reconocía al Dios Todopoderoso como diferente de, y superior a, él mismo. Como Pablo declaró, Dios es "el Padre". ¡Ningún texto usa las expresiones "Dios el Hijo, ni "Dios el Espíritu Santo"!

(2) ¿Son Jesús y Dios co-iguales?

Según las Escrituras, claramente NO son iguales. En todos los casos en que se hace referencia a Dios y Jesús en un solo contexto, Jesús es subordinado y el Padre es superior. He aquí un puñado de los muchos textos que hay sobre este asunto:

"¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios". (Lucas 18:19).

"El Padre mayor es que yo" (Juan 14:28).

"Dios es la cabeza de Cristo" (1 Corintios 11:3).

"[Cristo] se ha sentado a la diestra de Dios" (Hebreos 10:12).

"El Hijo mismo se sujetará ... para que Dios sea todo en todos" (1 Corintios 15:28).

Quizás lo más contundente de todo es que Jesús reconoce a Dios como su propio Dios -- su superior, al cual Jesús rinde adoración, culto y alabanza (Mateo 27:46, Juan 20:17, Efesios 1:17, Apocalipsis 1:6). ¡Ningún texto dice que Jesús es co-igual!

(3) ¿Son Jesús y Dios co-eternos?

En el sentido de que ambos existirán siempre, sí. Pero eso es cierto de los ángeles y los santos y todos los obedientes. El propósito de ser co-eternos es que ambos siempre existieron eternamente desde los siglos pasados, sin que ninguno precediera al otro. Esto no es verdad con respecto a Jesús. Las Escrituras afirman que Jesús era "el principio de la creación de Dios" (Apocalipsis 3:14) y el "primogénito de toda creación" (Colosenses 1:15). Por consiguiente, tuvo un principio. Hubo un tiempo antes de eso en que Dios estuvo solo. Proverbios 8:22, 23 dice de Jesús: "Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra". ¡Ningún texto dice que Jesús era co-eterno!

(4) ¿Es el Espíritu Santo una persona?

De ordinario, no habría dudas sobre esto. El Espíritu santo de Dios ungió a Jesús en el Jordán, y él lo recibió "sin medida" (Juan 3:34). Es "derramado" sobre otros (Hechos 10:45; 2:17, 33; Joel 2:28; Zacarías 12:10). Las personas no son "derramadas", ni "medidas", sino el espíritu, el poder y la influencia de Dios es apropiadamente descrita de esta manera.

El Espíritu santo de Dios se describe de varias maneras en la Escritura como el espíritu de verdad, santidad, vida, fe, sabiduría, gracia, y gloria. Las Escrituras también hablan de un opuesto espíritu de celos, juicio, ardor, pesadez, prostitución, enfermedad, adivinación, esclavitud, somnolencia, temor, anticristo y error. ¿Suponemos que éstas son personas?

Las Escrituras hablan del espíritu de Jacob, Elías, Tiglat-Pileser, los filisteos, Ciro, príncipes, los medos, Zorobabel, y Josué. ¿Son personas todos estos espíritus?

¿Por qué, entonces, supondría cualquier persona que el "santo Espíritu de Dios" (Efesios 4:30) es un ser separado? En realidad, nadie lo haría, y nadie lo hizo sino hasta el momento en que los misterios y las filosofías comenzaron a entrar en los dogmas cristianos. (Más sobre esto más tarde). Pero en la actualidad, siglos más tarde, algunos suponen que hay apoyo para la personalidad del Espíritu santo por los pronombres usados para él en el Nuevo Testamento. Por ejemplo: "Cuando él, el Espíritu de verdad, haya venido, él os guiará a toda verdad ..." (Juan 16:13). Y del Consolador, dijo Jesús: "Yo os lo enviaré" (versículo 7). Suena como una persona a causa de los pronombres "él" y "a él".

Pero un pequeño examen del griego explica el problema. Cuando se quiere significar "consolador", el pronombre es masculino, pero cuando se quiere decir "espíritu", el pronombre es neutro. Literalmente, podría traducirse "ello os guiará ...". Es simplemente una cuestión de gramática, no de personalidad. La palabra griega para "consolador" es un pronombre masculino, y la palabra para "espíritu" es un pronombre neutro. Por tanto, los pronombres siguen necesariamente al género del pronombre. (En realidad, los géneros del versículo 13 son proporcionados por los verbos griegos, no por los pronombres explícitos, pero uno tiene la idea). ¡Ningún texto dice que el Espíritu santo de Dios es una persona!

Juan 1:1

El único pasaje que siquiera se acerca a la enseñanza de la Trinidad es 1 Juan 5:7, 8. Pero, en la actualidad es de común conocimiento que las partes esenciales de este pasaje no eran escritura originalmente. Las palabras en debate son un adorno añadido al texto por un escriba excesivamente celoso siglos después de la muerte de Juan, y ninguna versión moderna que se respete las incluye siquiera.

Por esta razón, el centro de la atención se ha vuelto a Juan 1:1. Claramente, éste no enseña la Trinidad por sí mismo, porque ni siquiera menciona el Espíritu santo, y uno no puede tener una "trinidad" sin tener tres partes. Pero sí dice "el Verbo era Dios" y esto está lo bastante cerca de una de las piezas de la Trinidad como para despertar interés. ¿Qué quiso decir Juan con esto? 

Hay tres puntos de vista populares:

(1) Que Jesús era realmente "Dios mismo".

(2) Que Jesús era "semejante a Dios".

(3) Que Jesús era "un dios".

Naturalmente, los trinitarios se sienten atraídos al primer punto de vista. Pero (aparte de todo lo que hemos dicho arriba), este punto de vista está en peligro de demostrar DEMASIADO -- que Jesús y Dios son la misma persona. De hecho, muchos trinitarios afirman esto sin reconocer que esto se parece más a la herejía de Sabelio que la trinidad ortodoxa.

El problema se vuelve evidente cuando uno compara a Juan 1:1 con 1 Juan 1:2. Ambos textos son del mismo autor, más o menos del mismo tiempo, y expresan las mismas ideas. Juan 1:1 dice que el Verbo era "con Dios". 1 Juan 1:2 dice que el Verbo era "con el Padre". Es claro que Juan da a entender que "Dios" era "el Padre". Así, pues, si Juan quiere decir que el Verbo era "Dios mismo", debe significar que el Verbo era "el Padre" -- una conclusión que ningún trinitario ortodoxo puede abrazar. ¡Por esta razón, la mayoría de los traductores, incluyendo a los traductores trinitarios, no sostienen el punto de vista uno! 

La posición 2. "Cuando Juan dijo que el Verbo era Dios, no estaba diciendo que Jesús es idéntico a Dios; estaba diciendo que Jesús es tan perfectamente lo mismo que Dios en mente, en corazón, en ser, que en Jesús podemos ver perfectamente lo que Dios es" (William Barclay, The Gospel of John, Vol. 1, pág. 17). En este campo están los siguientes: William Barclay, Martin Vincent, J. P. Lange, Robert Young, Brook Foss Westcott, Kenneth Wuest, George Turner, Julius Mantey, H. E. Dana, Moulton and Moffatt. Típica de esta posición es la traducción REB: "El Verbo era en la presencia de Dios, y lo que Dios era, el Verbo era".

Es posible que ésta fuera la posición de Juan. Sin embargo, en realidad, la posición tres se ajusta al contexto aun mejor. Como reconocen muchos estudiantes de la Biblia, la palabra  "un" (llamada artículo indefinido) no existe en el idioma griego. Si uno quisiera decir: "Vi un árbol" , en griego sería "Vi árbol", y todo el mundo sabría que queremos decir "un" árbol. Por tanto, un traductor intercalaría el artículo automáticamente. Esto se hace en todas partes en el Nuevo Testamento donde aparece la palabra hispana "un".

Así sucede en Juan 1:1. El texto dice realmente: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con el Dios, y el Verbo era [¿un?] Dios". ¿Debió el traductor intercalar el artículo "un" o no? Ésa es la cuestión. Contrariamente a muchas sonoras afirmaciones sobre este punto, ponerlo es algo bien fundado y razonable. C. H. Dodd, el motor de la NEB, reconoce: "Como traducción palabra por palabra, no puede acusársele". (Technical Papers for the Bible Translator, 28 Jan. 1977, page). Nótese que los traductores de la King James Version no titubearon en usar "un dios" en Hechos 28:6, donde el contexto lo hace obvio. (También ocurre en Juan 10:33, como lo indica la lógica de la respuesta de Jesús).

Una muy buena razón para añadir "un" en Juan 1:1 es Juan 1:18, pero el punto queda oculto en la King James Version. En la actualidad, se reconoce generalmente que los mejores y más antiguos manuscritos griegos de este versículo se refieren a Jesús como "el unigénito dios" (véase, por ejemplo, la NASB). Juan dice allí que nadie ha visto jamás a "Dios", pero que "el unigénito dios, que está en el seno del Padre", ha aparecido para declarar lo relativo a Dios. Primero, es claro que, con la palabra "Dios", Juan se refiere al "Padre". Segundo, es claro que Juan tiene en mente dos dioses -- Dios mismo, el invisible, y el hijo de Dios, Jesús, que por derecho propio es también un ser poderoso, "un dios". Puesto que Juan 1:18 distingue a dos seres poderosos, es evidente que Juan 1:1 también distingue a dos seres poderosos.

¿De dónde, pues, la Trinidad?

¿De dónde procede esta doctrina? ¿Cuándo apareció? ¿Por qué razón? ¿Cómo se estableció? Probablemente se desarrolló como una respuesta excesivamente celosa a las vitales herejías gnósticas que comenzaron a surgir en los días de Juan, y afligió a la iglesia como por dos siglos. Los gnósticos proponían que Jesús no era realmente el Mesías -- algunos decían que era una aparición, o una materialización; otros, que era un simple hombre poseído por un tiempo por el Cristo -- pero todos concordaban en que el Ungido, el Mesías, el Cristo, no sufrió ni murió en la cruz.

Esto socava fundamentalmente la verdad del cristianismo, y contra tales puntos de vista eran las fuertes advertencias de Juan en 1 Juan 1:22, 23; 4:1-3; 2 Juan 7. En verdad, estas epístolas de Juan y hasta el evangelio de Juan, leídas con el trasfondo de estas herejías en mente, adquieren un significado nuevo y más profundo que nunca antes. Es por esta razón que Juan afirmó enérgicamente que el mismo Jesús "que hemos oído, que hemos visto con nuestros ojos, que hemos contemplado, y que hemos tocado con nuestras manos" (1 Juan 1:1), era el mismo Verbo de vida que existió desde los tiempos con el Padre, el agente de toda la obra creadora del Padre desde el principio. Este mismo Jesús ciertamente sufrió y murió en la cruz por nuestros pecados. Juan estuvo allí cuando aquello ocurrió, testigo de primera mano. "Y el que lo vio es testigo y su testimonio es verdadero; y él sabe que lo que dice es verdadero, para que creáis" (Juan 19:35).

Al salir Juan de la escena, las herejías gnósticas aumentaron en fuerza, ejerciendo una severa presión dentro de la misma comunidad cristiana. Al combatir este error, y subrayar el significado, la singularidad, y la importancia de Jesús, el mismísimo Hijo de Dios, era natural atribuirle más y más peso, aun exagerando el énfasis en su posición y su majestad más allá de lo que se permitía en las Escrituras. Poco a poco, se introdujo una imagen mayor y mayor de él, lo cual resultó en erróneos puntos de vista como los que Sabelio presentó en el siglo tercero, cuando afirmó que no era sino una expresión del solo Dios y no un ser menor separado, aunque glorioso. Esto fue rechazado en general, pero, al final, se llegó a un triste punto intermedio, que dejó distorsionadas las reales verdades con respecto a Cristo, el muy honrado Hijo del Dios Altísimo.

La primera afirmación de los padres de la iglesia de que Cristo era al mismo tiempo creado y súbdito dio lugar a nuevas teorías, hasta que los antiguos adherentes fueron impulsados a presentar una defensa firme. Como resultado, estalló la gran controversia arriana, se argumentó filosofía en nombre de la doctrina cristiana, y se formó una gran división en el incipiente cuerpo de Cristo.

El Credo de Nicea

Más o menos por ese tiempo, a principios del siglo IV D. C., Constantino subió al poder, el primero de los así llamados emperadores cristianos. La efervescencia y la disensión eran tan evidentes y de tal manera amenazaban dividir su imperio que insistió en que la brecha se sanara, por la fuerza si era necesario. Bajo su influencia, hordas de antiguos paganos se convirtieron en "cristianos" de nombre, y hubo urgencia de resolver estos problemas de una manera que condujera al crecimiento y a la tranquilidad de sus dominios.

Contra este trasfondo, se convocó un concilio en Nicea, y en medio de gran tumulto, se forjó el muy ambiguo y extrañamente redactado Credo de Nicea, que ha sido un enigma desde entonces. No es de asombrarse. El lenguaje usado para "zanjar" el debate fue extraído, no de la Escritura, sino de las mismas fuentes paganas con las que el emperador deseaba que se sintieran cómodos en presencia de su recién adquirida "fe".

El desarrollo histórico

Para captar la enormidad y el significado de lo que ocurrió en Nicea, necesitamos examinar algunos de los HECHOS históricos relacionados con la Trinidad.

Hecho uno -- La palabra Trinidad no se encuentra en ninguna parte de las Escrituras.

Hecho dos -- Ninguno de los padres apostólicos (Clemente, Bernabé, Ignacio, Matetes, Policarpo, Papias, Justino Mártir) mencionaron esta doctrina en ninguna de las 1200 páginas de texto que nos dejaron.

Hecho tres -- Cuando la palabra "Trinidad" apareció por primera vez en los escritos cristianos no significaba nada de lo que significa hoy día. Simplemente daba a entender la existencia de Dios, su Verbo y Sabiduría.

Hecho cuatro -- Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes, Novaciano, Arnobio y Lactancio (todos antiguos y reverenciados escritores cristianos) afirmaron explícitamente que sólo el Padre celestial es el Dios supremo y que Jesús está subordinado a su voluntad y autoridad. (The Lord of Our God is one Lord, Bible Students Congregation of New Brunswick, page 2). "Durante los primeros tres siglos ... casi todos los padres de la iglesia primitiva ... admitían la inferioridad del Hijo con respecto al Padre" (Alvan Lamson, Church of the First Three Centuries).

Hecho cinco -- La primera declaración formal de la creencia cristiana nunca menciona la palabra "Trinidad" ni ninguno de sus conceptos. Es llamado el "Credo Apostólico" (aunque no fue compuesto por los apóstoles). Se usó extensamente en los siglos segundo y tercero de la era cristiana. Con respecto a Dios y a Jesús, afirma exactamente lo que nosotros afirmamos. Dice simplemente:

"Creo en Dios, el Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo, su único hijo nuestro Señor, que fue concebido por el espíritu santo, nacido de la virgen María, el cual sufrió bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió al infierno; al tercer día resucitó de entre los muertos; ascendió a los cielos, y se sentó a la derecha de Dios, el Padre Todopoderoso: Desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el espíritu santo; la santa iglesia católica; la comunión de los santos; el perdón de los pecados; la resurrección del cuerpo y la vida perdurable. Amén".

Lenguaje tomado de fuentes paganas

Comparemos ahora aquella sencilla declaración de creencias, tan clara y breve, con el Credo producido por el Concilio de Nicea en el 325 D. C. (Nuestros comentarios en cursiva negrita).

"Creemos en un Dios el Padre Todopoderoso, creador de todas las cosas visibles e invisibles; en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios engendrado del Padre; unigénito (hasta ahora bien, el lenguaje es mayormente del Credo Apostólico. Pero ahora sigue la extraña y nueva terminología) que es de la substancia del Padre; Dios de Dios, Luz de Luz, muy Dios de muy Dios; engendrado, no creado; de la misma substancia con el Padre; (fin del lenguaje místico; de vuelta al lenguaje bíblico) por quien todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en el cielo como las que están en la tierra; quien por nosotros hombres y nuestra salvación descendió y se hizo carne, fue hecho hombre, sufrió, y se levantó al tercer día. Ascendió al cielo; viene a juzgar a los vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo. (Ahora reanuda los nuevos conceptos, llenos de amargura hacia los que disienten). Pero los que dicen que hubo un tiempo en que no existía; o que no existía antes de ser engendrado; o que fue creado de lo que no existía; o los que afirman que el Hijo de Dios es de cualquier otra substancia o esencia, o creado, (¡a pesar de tres textos claros!) o variable, o mutable, a las tales personas anatemice la Iglesia Católica y Apostólica".

Note estas extrañas expresiones filosóficas y místicas -- "una substancia con el Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, muy Dios de muy Dios". Tales extrañas palabras son ajenas por igual a la palabra y al sentido de cualquier Escritura. ¿De dónde, oh de dónde, proceden? ¿Quién las inventó? ¿Cuál es su origen? La respuesta es a la vez alarmante y escalofriante. John Newton, en el Origen de las Tríadas y Trinidades, escribió:

"Con la primera vislumbre de una religión y un culto diferenciados entre las razas más antiguas, las encontramos agrupando a sus dioses en tríadas. ... [ahora citando al profesor Sayce de Gifford Lectures y Hibbert Lectures]: 'La deuda de la teoría teológica cristiana con el antiguo dogma egipcio no es en ninguna parte más notable que en la doctrina de la Trinidad. Nos encontramos con los meros mismos términos usados para ella por los teólogos cristianos en las inscripciones y los papiros de Egipto'. [Newton continúa]. Y ahora vemos algún significado en las extrañas frases que han dejado perplejas a tantas generaciones en los credos de Nicea y Atanasio, como 'Luz de luz, muy Dios de muy Dios, engendrado, no creado, Ser de una sola substancia con el Padre'. Todas estas expresiones son bastante comprensibles si son traducidas al lenguaje de la Trinidad solar [adorada en el antiguo Egipto], pero, sin esta pista en cuanto a su significado, se convierten en puras tonterías o contradicciones. ... La sencillez y simetría de las antiguas trinidades solares se perdieron completamente en la formación de estos nuevos credos cristianos en los antiguos modelos paganos. ... Todas las trinidades [paganas] tenían el prestigio de una vasta antigüedad y adopción universal, y no podrían ser ignoradas. Por tanto, los conversos gentiles aceptaron ávidamente el arreglo trinitario, y la iglesia lo bautizó. Ahora por fin conocemos su origen". (John Newton, Origin of Triadas and Trinities, Liverpool, 1909, pp. 20-21, 25-27).

Will Durant, el popular historiador católico de nuestros días, escribió: "El cristianismo no destruyó el paganismo, sino que lo adoptó ... las culturas paganas contribuyeron a resultados sincretistas. De Egipto vinieron las ideas de una trinidad divina ...". (Caesar and Christ, page 595) (Lawson, Newton & Durant, citados de Charles Redeker, To Us There is But One God, June 1978).

 
Ni est
a confusión, ni esta controversia, ni este debate son de sorprenderse. No es de sorprenderse que toda la cristiandad esté desgarrada por disputas sobre la Trinidad.

¿Por qué es importante esto?

Porque es una parodia de la verdad, una parodia que ha sobrevivido por siglos. Como la doctrina del purgatorio, se apoderó de la iglesia cuando la Edad Media comenzaba a arrastrarse sobre Europa. Pero, al desvanecerse las últimas nieblas de misterio y confusión, las sencillas verdades de la Escritura destellan con mayor brillo. Cuán claras son las afirmaciones bíblicas. A Jesús, el agente principal del Dios de toda la creación, el que era un tesoro para su corazón, "diariamente su deleite", Dios lo envió para que fuese el redentor de los hombres.

Fue hecho carne, habitó entre nosotros, y dio su vida para que Adán y su raza pudieran ser libres. Entregó el rescate con su propia carne. A su debido tiempo, introducirá su reino entre los hombres, Satanás será atado completamente, y el reino milenial de justicia será establecido en el mundo. Aun ahora, está sobre nosotros una transición de las edades, que producirán este bendito resultado.

Mientras tanto, tenemos el privilegio especial de un andar personal con el Maestro, de recibir, si somos "fieles hasta la muerte", una corona de vida divina, inmortal, en los atrios celestiales. Tenemos el honor de reinar con Cristo en gloria. En aquel tiempo, ayudaremos a nuestro maestro a librar al mundo entero de la esclavitud y en fe, hasta que "la tierra esté llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar" (Apocalipsis 2:10; 20:6, Isaías 11:9. "¡Aleluya! ¡Qué Salvador!"

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