EL
SABADISMO RE-EXAMINADO
Robert D. Brinsmead
Capítulo 13
La ética del Nuevo Testamento
Traducido de Gospel
Outreach
A estas alturas, debería ser obvio que la cuestión del sabadismo
da lugar a la más amplia cuestión de la existencia cristiana y
la ética del Nuevo Testamento. ¿Está el cristiano sujeto a la
ley? Y en ese caso, ¿en qué sentido? La Reforma contestó a esta
pregunta diciendo que la ley tiene tres usos:
- Tiene un uso social, pues ejerce una
influencia restrictiva sobre la sociedad.
- Tiene un uso pedagógico, pues señala el pecado
y dirige al pecador a Cristo.
- Tiene un uso guiador, pues actúa como
norma de conducta para los que han sido justificados.
Lutero hacía mucho énfasis en el segundo
uso de la ley, mientras que Calvino ponía su mayor énfasis en el
tercer uso de la ley. Lutero no creía en el tercer uso de la
ley. Aunque la expresión tercer uso de la ley no
aparece en Lutero, (1) no es difícil encontrar afirmaciones en
las cuales él habla de la ley como que proporciona instrucción
en las buenas obras para la orientación de los creyentes
justificados.
Sin embargo, la rama reformada del protestantismo
tradicionalmente ponía más énfasis en el tercer uso de la ley.
Aunque la tradición luterana ha tendido a permitir cualquier
forma de adoración excepto la que Dios ha prohibido, la
tradición Reformada ha tendido a permitir sólo la forma de
adoración que Dios ha establecido. El puritanismo fue el
resultado de la teología reformada. Los puritanos escudriñaron
la Biblia buscando orientación sobre la liturgia, el gobierno
eclesiástico, y el espectro entero de la existencia cristiana.
Explicaron los Diez Mandamientos con gran detalle y los
aplicaron con rigor, creyendo que eran la norma de vida por
excelencia. Los puritanos fueron los mayores exponentes del
sabadismo en la hstoria de la iglesia.
Aunque el puritanismo de la línea principal
era sabadista del domingo, no es ningún accidente que los
movimientos sabadistas han crecido en suelo puritano. Los
sabadistas del séptimo día se ven a sí mismos llevando las
premisas teológicas del puritanismo a su fin lógico. Si los Diez
Mandamientos deben ser aplicados con exactitud y rigor como
regla de vida para los cristianos, ¿por qué no guardar el sábado
que guardaron Jesús, los apóstoles, y la primitiva iglesia de
Jerusalén? Los puritanos ortodoxos y sus descendientes han
tratado de argüir que Jesús o los apóstoles cambiaron el día de
adoración y ordenaron que la iglesia observara un nuevo día.
Pero no tienen apoyo bíblico y, en consecuencia, caen en las
manos de sus oponentes más consistentes, los sabadistas del
séptimo día.
¿Qué diremos de este "tercer uso de la
ley", como era llamado en la teología de la Reforma? Primero,
examinaremos algunos de sus aspectos positivos:
- No hay duda de que el tercer uso de la ley
es teológicamente válido. Los eternos
principios éticos establecidos en el Antiguo Testamento son
radicalizados en el Nuevo Testamento.
(El Semón del Monte es una ilustración de esto). El NuevoTestamento está cuajado de imperativos -- órdenes,
prohibiciones,
advertencias, y exhortaciones. La ley es el "deber", y no
hay ausencia de "deberes" en el Nuevo
Testamento. Se dice que el hombre espiritual s deleita en la ley de Dios y en someterse a ella (Romanos
7:22; 8:7). Son los impíos los que
implica estar dispuesto a aceptar su autoridad y someterse a
su palabra como ley absoluta.
La corriente principal de la iglesia
cristiana ha rechazado siempre la tesis de quelos creyentes que han nacido de nuevo, que son guiados
por el Espíritu, no necesitan ley para que los guíe y los
corrija. Ningún antinomiano se ha convertido
jamás en un honrado exponente de la fe cristiana. La proposición
de que el creyente está libre de la ley
de Dios como norma de vida ha sido condenada
como herejía por todos los maestros cristianos competentes, y
con razón.
- La doctrina del tercer uso de la ley
preserva el fuerte imperativo moral reflejado en el Antiguo
Testamento y el Nuevo Testamento. Afirma que el evangelio no
debe permitirnos tolerar el pecado o ser
flojos en alcanzar el más alto ideal ético.
Los reformadores eran muy
conscientes de la acusación de sus oponentes de que la doctrina
evangélica era permisiva. La Confesión de Augsburgo y la
Apología de Melancton revelan que los luteranos
estaban ansiosos de subrayar que el
evangelio conduce a una vida de buenas obras y respeto por la
ley de Dios. Fue en el contexto de
oponerse a los antinomianos que Melancton primero acuñó la
expresión "el tercer uso de la ley".
Pero fue la Ginebra de Calvino la que
habría de demostrarle al mundo entero que el evangelio de la
Reforma produciría una comunidad celosa de la obediencia
a la ley de Dios. Y dondequiera que ha ido el
protestantismo reformado, ha reflejado
el severo imperativo de Ginebra. La santificación era el fuerte
de los puritanos. Cualesquiera fueran
sus errores, eran el terror del antinomianismo. Aunque el cenit del puritanismo has pasado, su
influencia no ha terminado. El Estandarte
de la Verdad y la Confianza, los discípulos de Arthur Pink,
muchos de los adherentes de la Confesión
de Westminster, y los Adventistas del Séptimo Día son exponentes principales del tercer uso de la ley.
Nadie entiende realmente el sabadismo a
menos que se dé cuenta de que esta es la manera en que un grupo
de cristianos declara que ha tomado la ley de Dios en serio. En el mejor de los casos, el sabadismo es
una confesión de que la fe no anula la
ley sino que la establece (Romanos 3:31). ¿No nos enseña la
expiación sustitutoria que Dios
satisfizo las justas demandas de la ley y, por lo tanto, le
confirió impresionante honor? El sabadismo es la
manera en que un segmento de la iglesia
confiesa que, a la vista del Calvario, el pecado no ha de ser
tomado a la ligera, y el antinomianismo
no ha de ser tolerado. De esta manera, la iglesia se ha beneficiado algunas veces del testimonio profético de
los sabadistas.
- La doctrina del tercer uso de la ley
preserva el fuerte elemento jurídico en la teología bíblica.
Una teología no relacionada vitalmente con la ley es como un
cuerpo sin columna vertebral. Tiende a ser
mística o sentimental. No hace justicia al retrato bíblico del Dios de justificación, del
pacto, de la ira, y de la recta justicia.
Los hombres de la Biblia no sólo se sienten cómodos usando
imágenes legales al relatar los
actos de Dios, sino que, junto a la historia misma, parecen
preferir la terminología legal más que
cualquier otra cosa. Al presentar el significado
de la expiación, Pablo no enncuentra mejor manera de
expresar su teología que en
categorías legales. "Redención", "propiciación",
"reconciliación", "perdón",
"justificación", y "adopción" son todos conceptos
relacionados con la ley. Así también
lo son "testimonio" (testificar), "juzgar", "acusar",
"verdad", "condenar", "Paracleto" y
otras palabras en los escritos de Juan.
En la historia de la teología, son los que
se han adherido al tercer uso de la ley los que han hecho
justicia a las imágenes jurídicas de la Biblia, y especialmente
a la doctrina paulina de la
justificación por la fe. Por otro lado, los que son flojos en el
tercer uso de la ley tienden a reducir la
salvación a un proceso subjetivo que ensalza
la santificación con la justificación.
El abuso del "tercer
uso"
Habiendo reconocido los puntos fuertes en la doctrina del tercer
uso de la ley en la Reforma, deseamos examinar el modo en que se
ha abusado de él. La validez teológica de una tesis no implica
necesariamente que un escritor bíblico formuló las mismas
categorías de pensamiento. Por ejemplo, la distinción entre ley
moral y ley ceremonial puede ser útil, pero no debe imponerse
sobre textos de la Escritura que no tienen nada que ver con el
establecimiento de esta distinción. Lo mismo puede decirse del
tercer uso de la ley. Los comentarios sobre Gálatas en la
tradición reformada a menudo terminan tratando de proteger a
Pablo de un malentendimiento. Estos comentarios imponen sobre el
libro de Gálatas modos de pensar del siglo diecinueve sobre el
tercer uso de la ley. Pero en Gálatas se le permite a Pablo
hablar por su propia cuenta. Él no rescata la manchada
reputación de la ley mediante una disertación sobre su tercer
uso. La ley es simplemente un paidagogos, un guardián de menores
hasta la venida de Cristo. No hay en Gálatas ninguna sugerencia
de que el pueblo de Dios necesite este paidagogos después de que
Cristo y la justificación hayan venido. El problema al
interpretar Gálatas surge cuando el comentarista cree que la ley
es un principio o un modelo, sabe intuitivamente que el modelo
que exige una conducta recta no está abolido, y esto es lo que
lee en Gálatas. Pero cuando Pablo habla negativamente de la ley
en Gálatas, quiere decir el infantil sistema de ética por libro
que la administración mosaica impuso sobre Israel hasta la
venida de Cristo.
A causa de la ambigüedad que existe en este
punto, hay el verdadero peligro de que la doctrina reformada del
tercer uso de la ley regrese al creyente a lo que Pablo llama
estar "bajo la ley". Con el pretexto de respetar la ley de Dios
como norma de vida, estaríamos nuevamente cargados con un
sistema de ética que es infantil y al pie de la letra, un
sistema del cual se supone que el evangelio habría de librarnos.
Los puritanos, Arthur Pink, John Murray,
Philip Hughes, la gente del Estandarte de la Verdad y la
Confianza , y los Adventistas del Séptimo Día arguyen
convincentemente que sólo los aspectos ceremoniales de la ley de
Moisés han terminado, mientras los aspectos morales se
conservan. (2) De esta manera, la ley de Moisés, desprovista de
las ceremonias judías, se convierte en la regla de vida del
cristiano.
Excelentes eruditos como Philip Hughes
declaran que la misma ley escrita en tablas de piedra está ahora
escrita en el corazón del cristiano y demostrada en su vida, por
supuesto, no como un medio de salvación, sino como evidencia de
salvación. (3) ¿Quiere decir Hughes realmente que la letra de la
ley mosaica está impuesta en la conciencia del cristiano?
Nadie debería objetar la proposición de que
los eternos principios éticos que se encuentran en Moisés son
trasladados a la ética del Nuevo Testamento. Pero en la
tradición puritana-reformada, la ética del Nuevo Testamento
queda limitada demasiado rápidamente al código mosaico de
ordenanzas. Así, el puritanismo se convirtió en una especie de
judaísmo cristiano. Este riguroso sistema de ética por libro no
es un reflejo de la existencia cristiana presentado en el Nuevo
Testamento.
El punto de partida de la ética del
Nuevo Testamento
Una de las cosas más notables sobre las
cartas de Pablo es que él casi nunca define el bien y el mal con
un código escrito. No se enfrenta a Pedro en Antioquia diciendo:
"Has violado la Sección 4, Cláusula B, de la ley". No acusa a
Pedro de quebrantar ni los Diez Mandamientos ni los 613
mandamientos. En realidad, fue el temor de quebrantar al antiguo
código escrito delante de los cristianos de Jerusalén lo que
motivó a Pedro a terminar su comunión en la mesa con los
gentiles. Habría sido muy difícil culpar a Pedro de cualquier
falta basándose en el código escrito. Pero Pablo explica la base
de su acusación con estas palabras:
"No andaban [Pedro y sus hermanos] rectamente
conforme a la verdad del evangelio" (Gálatas 2:14).
El punto inicial de la ética de Pablo no
era el código escrito. Era el acto de justicia de Dios en la
muerte y la resurrección de Cristo. El apóstol no comienza sus
cartas con una exposición del deber cristiano basado en una
aplicación puritana de los Diez Mandamientos. Comienza con una
clara afirmación de lo que se nos ha dado en el evangelio. (4)
Romanos 12:1 es típico de todas sus epístolas: "Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional".
Puesto que Dios nos ha perdonado, debemos perdonarnos los unos a
los otros (Colosenses 3:13). Porque Él fue generoso, debemos
reflejar su generosidad (2 Corintios 8:9). No debemos ser
egoístamente ambiciosos, porque Cristo se humilló a sí mismo
hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:3-8). Puesto que
Dios nos ha incluído por gracia en la muerte de Cristo, debemos
matar todas las obras pecaminosas (Colosenses 3:3-5).
Ésta es una ética de agradecida
celebración. Es la manera en que el creyente expresa gratitud
por una salvación que es un don de principio a fin. Es una ética
de fe y amor porque está basada en la fe en lo que Dios ha hecho
por nosotros en Cristo, y se expresa en comportarse con los
demás como Dios se ha comportado con nosotros (Gálatas 5:6). Es
una ética de perdón porque vive por la misericordia de Dios y no
puede sino reflejar la misericordia de Dios hacia los demás. El
hombre perdonado se convierte en un hombre que perdona . Es una
ética de libertad porque no hay ningún libro de ordenanzas según
el cual vivir, sólo la doble exigencia del amor basado en el
pacto con Cristo:
"Creed en
mí" y "Amaos los unos a los otros como yo os he amado"
(véase Juan 13-15).
Pero alguien dice: "Seguramente a nadie
debería dejársele que defina por sí mismo el amor, de manera que
cualquier cosa mala pueda ser permitida en nombre del amor. ¿No
debe ser el amor definido objetiva y concretamente?" Sí, por
supuesto que necesita ser definido objetivamente.Pero esto no se
puede hacer adecuadamente por medio de código escrito, ni
siquiera por medio de los Diez Mandamientos. Los mandamientos
son una expresión de una moralidad elemental simplificada y
reducida apenas al mínimo. Pero el amor es mayormente definido
por la cruz de Cristo (Juan 3:16; Romanos 5:6-8; 2 Corintios
5:14; 1 Juan 3:1, 4:10). Esta no es una definición subjetiva del
amor, sino una que es históricamente concreta y totalmente
objetiva.
En sus epístolas, Pablo razona a partir del
evangelio - el hecho histórico de la redención - para deducir la
naturaleza del deber cristiano y el contenido de la conducta
cristiana. Pablo toca el espectro entero de las relaciones y los
deberes prácticos - los deberes de los esposos y las esposas, de
los padres y los hijos, de los gobernantes y los gobernados, de
los amos y sus siervos, de los pastores y los miembros de
iglesia, de los miembros fuertes de la iglesia y los miembros
débiles, de los ricos y los pobres, de los casados y los
solteros, de los miembros de iglesia pendencieros y los falsos
maestros. Estas cosas y muchas más son consideradas al refractar
el apóstol las implicaciones del evangelio en todas estas áreas
de la existencia humana.
Y sin embargo, la idea no es que
construyamos un prolijo código escrito de lo que está bien y lo
que está mal según Pablo o según algún otro escritor del Nuevo
Testamento. El apóstol dice que el creyente no está "bajo la
ley" (es decir, no está sujeto a una religión por libro) sino
que es guiado por el Espíritu. El Espíritu dirige al creyente
ayudándole a aplicar el evangelio en la realidad concreta de la
vida diaria. Hay tantas situaciones ambiguas en la vida real que
ningún código escrito, por detallado que sea, podría decirnos
adecuadamente lo que está bien y lo que está mal. Los escritores
del Nuevo Testamento aplican el evangelio en suficientes áreas
para proporcionar algunos lineamientos. Nos dan un marco en el
cual nosotros también podemos razonar a partir del evangelio
para establecer nuestro deber cristiano en cada situación.
Las cosas que obviamente son pecado están
claramente identificadas y condenadas en el Nuevo Testamento, de
modo que no se nos pide que tracemos una ruta a través de aguas
desconocidas. Pero los que quieren que se defina minuciosamente
lo que está bien y lo que está mal desean ser como bebés bajo
Moisés, más bien que como adultos bajo el evangelio de Cristo.
Cuando un niño aprende a tocar el piano, es
disciplinado por muchas reglas elementales. Pero cuando se ha
convertido en pianista maduro, trasciende muchas de estas
primeras restricciones. En realidad, debe hacer esto para
convertirse en un músico creativo que puede expresar su propia
personalidad en sus interpretaciones.
Vivir en la madurez evangélica de la
libertad del Nuevo Testamento no sólo permite mayor
espontaneidad y creatividad en la experiencia cristiana, sino
que exige mayor responsabilidad. Por esto es por lo que muchos,
infantilmente, prefieren que todos sus deberes sean definidos
por un sistema religioso. Pero vivir como Pablo significa estar
abierto al evangelio y a la aplicación de ese evangelio en la
agitada existencia diaria. Puesto que la vida no está
reglamentada con precisión para el maduro creyente en el
evangelio, debe orar sin cesar mientras ejercita su conciencia
para discernir entre el bien y el mal (Hebreos 5:14). El
creyente debe buscar una constante renovación interior de manera
que pueda "comprobar cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta" (Romanos 12:2). Antes que aceptar la
responsabilidad que tal libertad conlleva, muchos prefieren la
seguridad de la ética por libro. Quieren la seguridad de la
religión que define cuidadosamente lo que está permitido y lo
que está prohibido. Con el correr del tiempo, crece la lista de
tabúes. Quebrantar los tabúes cúlticos de un grupo en particular
a menudo se considera peor que cometer pecado contra la fe y el
amor.
El hecho es que no siempre tenemos un
capítulo y un versículo que nos diga cómo debemos conducir un
servicio religioso, estructurar una junta de iglesia, o
relacionarnos con una compañía que quiere botar su basura en
nuestro vecindario. Puede ocurrir que la persona que quiere
decidir una cuestión confiando simplemente en un texto de prueba
no esté demostrando ninguna espiritualidad en absoluto. Muchas
acciones atroces han tenido aparentemente la sanción de un texto
de prueba. Enrique VIII encontró un texto de prueba en apoyo de
la anulación de su primer matrimonio. Agustín encontró un texto
de prueba para obligar a los disidentes a asistir a la iglesia.
El deseo de un texto de prueba para decidir cuestiones molestas
puede convertirse fácilmente en un sustituto para considerar
creativamente las implicaciones del evangelio bajo la dirección
del Espíritu Santo. Una ética según la letra de la ley puede
colarse de contrabando fácilmente bajo el estandarte de "la
Biblia y la Biblia sola".
Ningún texto de prueba bíblico prohibe la
esclavitud. Aunque Pablo enseñaba el evangelio, parecía tolerar
la institución de la esclavitud como un hecho de la vida. Pero,
en la historia posterior, el Espíritu guió a los hombres a
razonar a partir del evangelio para condenar la esclavitud. En
esto, fueron más allá de las explícitas enseñanzas del apóstol.
Pero sacaron sus conclusiones del evangelio de Pablo. No fue una
ley escrita ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento lo que
convenció a Wilberforce de que la esclavitud era errónea. En
realidad, muchos miembros de iglesia que usaban la Biblia como
libro de ordenanzas eran archidefensores de la esclavitud.
Ni la Biblia en general ni el deber en
particular pueden entenderse separados del centro viviente de la
Biblia, que es Cristo Jesús crucificado y resucitado de los
muertos. Debemos ser cuidadosos y hacerlo a Él el punto de
partida de todos nuestros pensamientos.
Por lo tanto, el evangelio del Nuevo
Testamento debe interpretar, no sólo el Antiguo Testamento en
general sino los deberes cristianos en particular. El Nuevo
Testamento interpreta la ley de Dios con libertad profética, tal
como interpreta a los profetas con libertad profética. Esto no
significa una invitación para que cada uno interprete la ley
como mejor le plazca. El Espíritu, dado al creyente (y a la
iglesia entera), es el Espíritu revestido de la palabra del
evangelio. Nunca viene a nosotros aparte del evangelio. El
Espíritu nos guía trayendo constantemente el evangelio a nuestra
mente y enseñándonos a aplicarlo cuando las circunstancias nos
impulsan a preguntarnos: "¿Qué debo hacer?" Aparte del
evangelio, nadie puede interpretar la ley de Dios correctamente.
Y sin embargo, para los que viven según el evangelio, se cumple
la promesa: "Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que
diga: Este es el camino, andad por él". (Isaías 30:21).
Notas:
(1) Fue Melancton el que primero acuñó el
término"el tercer uso de la ley". La Fórmula Luterana de Concord
(1577) dedica una sección entera a "El Tercer Uso de la Ley" y la
hace un artículo de la ortodoxia luterana.
(2) Por supuesto, hay algún
desacuerdo sobre qué partes de la ley son ceremoniales. La única
diferencia significativa entre John Murray y los Adventistas del
Séptimo Día en este punto es la de que éstos últimos ponen algunas
estipulaciones más en la categoría "moral".
(3) Véase de Philip Edgcumbe Hughes, Paul´s
Second Epistle to the Corinthians, p. 90.
(4) Romanos 1-2 no es ninguna excepción, puesto
que este pasaje no es una exposición de la existencia cristiana.
Romanos 1-2 convence de pecado a todos los hombres, no mediante
una detallada exposición de un código escrito, sino mediante una
apelación a la revelación general de la ley conocida hasta por los
paganos.
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