LA DIFERENCIA ENTRE EL JESÚS DE LA HISTORIA Y

EL JESÚS DE LA INTERPRETACIÓN CRISTIANA (2)


ROBERT D. BRINSMEAD

57 DURANBAH ROAD,
DURANBAH, NSW 2487, AUSTRALIA

ENSAYO DE AÑO NUEVO, 2001


Después de más o menos 200 años, algunos sabios sobre el NT comenzaron a llamar la atención sobre la distinción entre el Jesús de la historia y el Jesús de la interpretación cristiana. Uno de los pioneros en este campo perdió su escaño en la universidad a causa de estas observaciones "subversivas". A otro sabio que llegó a conclusiones similares le publicaron sus hallazgos póstumamente. Esto ilustra la extrema renuencia de parte del mundo cristiano de ese tiempo a considerar siquiera la posibilidad de que existiese alguna distinción entre el Jesús de la historia y el Jesús de la interpretación cristiana.

Hace como cien años, Albert Schweitzer lanzó lo que se llama la "primera búsqueda" del Jesús histórico. El Seminario Jesús, un grupo de eruditos que trasciende afiliaciones denominacionales, está actualmente al frente de lo que ahora se llama la "tercera búsqueda" del Jesús histórico.

De todo este fermento, se ha hecho un importante avance: la distinción entre el Jesús de la historia y el Jesús de la interpretación cristiana se reconoce ahora ampliamente entre eruditos tanto católicos como protestantes. Un buen ejemplo católico de esto es la obra muy popular de Alfred Nolan Jesus Before Christianity [Jesús Antes del Cristianismo]. Uno de los ejemplos protestantes mejor conocidos es la obra "Meeting Jesus Again for the First Time" [Conociendo a Jesús Nuevamente por Primera Vez] de Marcus Borg.

Mientras los cristianos se acercaban lentamente, a veces de mala  gana, a reconocer la validez de cualquier distinción, los admiradores de Jesús no cristianos siempre habían reconocido una distinción. Uno de los más celebrados de éstos fue Gandhi.

Su política de la no violencia se inspiró, por lo menos en parte, en las enseñanzas de Jesús. Cuando se le preguntó cuál era el mayor impedimento para que el mensaje de Jesús alcanzase a India, contestó sin vacilar: "¡El cristianismo!".

Martin Buber, un pensador judío de renombre y respeto universal, ha dicho: "Estoy más seguro que nunca de que un gran lugar le pertenece [a Jesús] en la historia  de la fe en Israel". Geza Vermes es un historiador judío contemporáneo y erudito del NT que ha escrito varios libros muy aclamados sobre el Jesús histórico. Su tesis es que el Jesús de la historia "no es ni el Cristo de la iglesia ni el fantasma apóstata de la tradición popular judía". (Jesus the Jew, p. 17). Otro erudito judío, Pinchas Lapide, está convencido de que Dios resucitó realmente a Jesús de entre los muertos, pero está lejos de estar convencido de que el Jesús de la historia sea compatible con el Jesús de la interpretación cristiana. (The Resurrection of Jesus: A Jewish Perspective) [La resurrección de Jesús: Una perspectiva judía].

A menudo, los cristianos estadounidenses se sorprenden y se impresionan cuando se enteran de que los reverenciados padres fundadores de su nación eran despiadadamente críticos de la religión cristiana. Dijo Jefferson: "No encuentro en el cristianismo ortodoxo un solo rasgo que lo redima. Los mayores enemigos de Jesús [son las doctrinas y los credos de la iglesia]. Sería más perdonable no creer en Dios en absoluto que blasfemarlo con los atroces escritos de los teólogos".

James Madison declaró que el cristianismo produjo los frutos de la "superstición, la intolerancia y la persecución". John Adams contrastaba los evangelios, los cuales admiraba, con las "estúpidas tonterías que hallamos en el cristianismo". Lincoln afirmaba concisamente: "El cristianismo no es mi religión. Nunca podría dar mi asentimiento a las largas y complejas afirmaciones de los dogmas cristianos".

A menudo, los pensadores ateos han establecido una diferencia entre el Jesús de la historia y el Jesús de la interpretación cristiana. Bertrand Russell descartaba la teología cristiana como "un bosquejo de basura intelectual", pero conservaba mucho respeto por el Jesús de la historia. Ahora hay una página web llamada Atheists for Jesus [Ateos por Jesús]. Publica algunos materiales de calidad sobre el Jesús de la historia.

Un ejemplo de esto es la muy excelente obra de Thomas Sheehan "First Coming: How the Kingdom of God Became Cristianity" [De cómo el reino de Dios se convirtió en cristianismo].

Estas fuentes no cristianas se citan simplemente para ilustrar que ahora parece haber un amplio consenso entre pensadores cristianos y no cristianos por igual en el sentido de que, al menos para fines de discusión, necesitamos reconocer la diferencia entre lo que es historia y lo que es interpretación.

Este ensayo no propone que abandonemos todas las interpretaciones del Jesús de la historia. Eso es manifiestamente imposible. Hasta los que no están convencidos de la interpretación cristiana de la historia de Jesús tienen sus propias interpretaciones. Por ejemplo, Vermes ve a Jesús cumpliendo un papel similar al de varios otros santos de Galilea (rabinos hasídicos) que eran conocidos en esa época.

Ser seres  humanos significa que siempre somos empujados a hallar significado, no sólo en nuestras propias vidas, sino en las vidas de los demás. Por eso, los seres humanos son adictos a relatar historias y a escucharlas, leerlas u observarlas. Los relatos nos dan vislumbres del significado de la condición humana con sus alegrías, su sufrimiento, sus desengaños, sus amores y contradicciones. Jesús era un relator maestro.

Su vida, no menos que los relatos que contaba, exige alguna clase de interpretación. Tenemos que sacar algo en limpio de los hechos de su historia.

Este trabajo suscita la pregunta que hace por todo el mundo en la actualidad un creciente número de eruditos tanto católicos como protestantes: ¿Puede el Jesús de la interpretación cristiana continuar satisfaciendo y convenciendo? ¿Es el Jesús de los credos cristianos el verdadero Jesús de la historia?

Un reexamen de la la interpretación cristiana

El corazón de la interpretación cristiana es lo que la teología llama "la persona y la obra de Cristo". Bajo el encabezamiento de Persona está la doctrina de la encarnacion, lo que quiere decir que Dios apareció en la tierra en la forma humana de Jesús de Nazaret. La Obra se refiere principalmente a su muerte en la cruz como expiación por el pecado.

Se ha dicho a menudo que el corazón de la fe católica es el misterio de la encarnación, mientras que el corazón de la fe protestante es el sacrificio expiatorio hecho en la cruz por la salvación humana. Si hay alguna diferencia aquí, es en el énfasis, no en la substancia, porque ambas ramas de la iglesia sostienen esencialmente la misma doctrina de la Persona y la Obra de Cristo.

Como ya hemos señalado, nadie va a probar jamás de una u otra manera si Jesús era divino o si su muerte en la cruz era una expiación de sangre para la salvación humana. Sólo podemos preguntar si tales afirmaciones sobre su Persona o su Obra son todavía satisfacientes y convincentes. Después de doscientos años de erudición bíblica, y después de tres búsquedas del Jesús histórico en los últimos cien años, ¿es el Jesús de la interpretación cristiana compatible con el Jesús de la historia?

Por supuesto, cada uno tiene que responder a estas preguntas ante su propia conciencia y para su propia satisfacción. Lo que quiero hacer en este trabajo es sugerir una metodología que pueda demostrar ser lo más útil posible para los que están dispuestos a embarcarse en un reexamen de la interpretación cristiana del Jesús de la historia.

En lugar de tratar de reunir todo tipo de argumentos y textos de prueba para usarlos de un modo u otro, simplemente trataremos de entender cómo y por qué la interpretación cristiana se desarrolló de la manera en que lo hizo.

Todas las ideas tienen una historia de su desarrollo, y las ideas cristianas no son ninguna excepción. Una de las mejores maneras de evaluar una idea es entender cómo se desarrolló esa idea. Éste es el enfoque del cuadro grande, o por lo menos, examina el cuadro grande antes de tratar de habérselas con muchos de los pequeños detalles.

Un buen maestro le dirá que ésta es la mejor manera de manejar cualquier tema. Es también la manera en que Albert Einstein formuló su teoría de la relatividad y la manera en que Stephen Hawking trabaja con su astronomía.

Si el lector me excusa una ilustración personal, yo crecí en una secta cristiana que tenía su propio ícono, llamado "el juicio investigador".

Yo no fui el primero en la fila en cuestionar esta doctrina sectaria, pero estaba claro que las preguntas sobre esta doctrina no iban a desaparecer. Finalmente, decidí que la mejor manera de evaluar esta enseñanza era investigar todos los pasos en el desarrollo de la idea entre 1833 y 1857. Cuando entendí la historia de cómo la idea se desarrolló paso a paso, ya no me resultó más convincente que la historia de Jack y la mata de frijol.

¿Cómo se desarrolló la interpretación
cristiana de la muerte de Jesús?


Al morir Jesús después de ser acusado de blasfemia y sedición, los primeros cristianos no sólo tuvieron que habérselas con su trágica muerte, sino que tuvieron dificultades para explicar un embarazoso escándalo. Jesús había sido ejecutado como cualquier otro bandido mesías procedente de Galilea, una provincia de la cual se pensaba que era imposible que saliera nadie que valiera la pena ser escuchado en serio. La crucifixión era una manera extremadamente humillante de morir. A las víctimas se les negaba un entierro honorable. Si no eran comidas por buitres o perros, sus cadáveres eran lanzados a una fosa común. Pero, mucho peor que eso. De acuerdo con la sagrada ley judía, ser colgado en un madero era signo de haber sido maldecido por Dios. ¡Si Jesús hubiese muerto como un borracho en un burdel, su suerte no podría haber sido peor!

A los primeros discípulos se les hacía difícil
explicar el escándalo de su muerte.


Con el tiempo, sugirieron que su muerte significaba más que el trágico error que aparentaba. ¡De alguna manera, Dios estaba involucrado en la ejecución también! Había ordenado que Jesús muriese como holocausto para beneficio nuestro. Se dijo que su muerte era propiciación "por nuestros pecados".

Esta interpretación de la muerte de Jesús halló su primera expresión convincente en el evangelio de Pablo. Luego, rápidamente se difundió como la interpretación más satisfactoria de las cosas para los primeros cristianos.

Pablo no dijo casi nada acerca de las circunstancias
históricas de la muerte de Jesús


Sólo tenía ojos para la dimensión apocalíptica de las cosas - el acto de expiación suprahistórico, del fin del tiempo, por medio del cual el mundo había sido redimido y de alguna manera devuelto a los brazos del Dios Todopoderoso. En el relato detectivesco de Pablo, se revela un secreto asombroso. La causa principal de la muerte de Jesús no fueron los colaboracionistas judíos ni los verdugos romanos. Ellos fueron meramente los peones de un propósito mayor. ¡Fue Dios mismo quien permitió, y hasta ordenó, que todo ello sucediera! Fue Dios quien "lo encaminó" a la muerte. Fue Dios quien "lo ofreció por todos nosotros".

La interpretación de Pablo no está perfeccionada en ninguna clase de teoría sistemática de la expiación. Responder a preguntas como "¿Por qué tenía que morir para salvarnos?" dio lugar a toda clase de teorías de la expiación. Las teorías más persuasivas procedían de hombres con una mentalidad muy legal - Tertuliano, Atanasio, Agustín, Anselmo y Calvino. La doctrina alcanzó su expresión más plena y más lógica con John Calvin, el abogado y teólogo más célebre del protestantismo. Su teoría de la expiación penal o substitutoria fue hábilmente redactada para responder a todas las preguntas legales concernientes a la jurisprudencia divina. Se convirtió en el corazón de la ortodoxia protestante y no ha experimentado ningún desarrollo ulterior desde entonces. Por otra parte, la enseñanza católica siempre ha apoyado, en términos generales, la doctrina de la expiación, pero ha preferido subrayar el misterio de la muerte de Cristo sin tratar de responder demasiadas preguntas con explicaciones legales.

Cuando examinamos el trasfondo de toda la idea de hacer expiación mediante alguna clase de sacrificio de sangre, queda claro que hay ideas aquí y allá que no tuvieron su origen en los primeros cristianos. Primitive Myths, Oriental Myths, and Occidental Myths [Mitos primitivos, mitos orientales, y mitos occidentales], la serie de muchos volúmenes de Joseph Campbell, demuestra que, cuando se trata de sacrificios de sangre, no hay nada nuevo bajo el sol, incluyendo el sacrificio cristiano. Aquí estamos tratando con ideas que han sido comunes en la humanidad desde los comienzos de la historia humana.

Desde el amanecer de la conciencia humana, los seres humanos comenzaron a hacer preguntas sobre la condición humana. ¿Cuál es la causa del sufrimiento? ¿Por qué cosas malas como sequías, pérdida de las cosechas, terremotos, inundaciones, bestias salvajes, enfermedades, y enemigos llegan a destruir nuestros hogares o nuestras vidas? ¿Por qué somos maldecidos con el dolor y la muerte? ¿Por qué tenemos que luchar para sobrevivir en un mundo hostil?

El mundo del Cercano Oriente nuclear, la cuna de la civilización, compartía algunos mitos de la creación que estaban calculados para proporcionar respuestas a estas preguntas sobre la condición humana. Aunque los mitos variaban de un país a otro y de una cultura a otra, tenían un tema en común. Hubo una edad de oro al comienzo de la creación, cuando el cielo y la tierra estaban mucho más cerca, en el cual los hombres y los dioses estaban en términos mucho más amigables. Todo esto cambió cuando los dioses se ofendieron y entonces, como retribución, castigaron a los seres humanos con todas las miserias de la condición humana.

La Biblia hebrea tenía su propia versión de lo que era esencialmente el mismo mito. Que los judíos tomaron prestado su relato de la creación de fuentes babilónicas ha sido bien documentado por muchos eruditos del Antiguo Testamento. Los judíos se encontraron con los mitos babilónicos de la creación durante el exilio. Los refinaron, eliminando algunas de sus crudezas paganas, y luego los reciclaron en el marco del monoteísmo judío. Hay también notables paralelos entre el relato de la creación del AT y los relatos anteriores que se hallan en la religión persa de Zoroastro.

En el relato del AT, la caída del hombre desde un estado original de inocencia resultó en que la serpiente se arrastrara sobre su vientre, las mujeres parieran con dolor, las mujeres estuvieran subordinadas a los hombres, los seres humanos tuvieran que sudar para sobrevivir en un ambiente duro, la vergüenza humana por ser el único animal desnudo, la separación de Dios, que se retiró a su alto cielo y, por si todo esto fuera poco, la maldición de la muerte sobre toda la raza humana. ¡Ciertamente una carga pesada por una acción que fue inspirada por la natural curiosidad humana!

Otras versiones de este mito se han hallado por todo el planeta - en las selvas de África, los bosques pluviosos de Borneo y entre las tribus de Sudamérica. Esta mitología profundamente arraigada del alejamiento del hombre del mundo superior de los dioses ha producido todo el sacerdocio, los mediadores religiosos, y todas las ideas acerca de hacer expiación o retribución mediante alguna clase de sacrificio de sangre.

En esta clase de punto de vista, se pensaba que todo tropiezo o toda calamidad humana - ya sea pérdida de las cosechas, derrota militar, enfermedades, o la amenaza de muerte - era la retribución de una deidad ofendida. Éste era un mundo en que todo el ordenamiento cósmico debía ser mantenido en equilibrio mediante una adecuada retribución. Cualquier error en el equilibrio de las cosas desequilibraría el universo, comprometiendo el ciclo ordenado de reproducción, cosechas, y la vida misma. Loa dioses tenían que mantener el equilibrio por medio de la justicia retributiva. Y el hombre mismo tenía que mantener el equilibrio mediante la justicia retributiva también. Como lo decretaba el antiguo código babilónico del rey Hamurabi, debía haber ojo por ojo y diente por diente. Este código babilónico fue copiado directamente a los escritos sacerdotales de la Biblia hebrea. Y podríamos añadir que las tribus cazadoras de cabezas de Nueva Guinea practicaban esta clase de retribución también como deber religioso que preservaba el orden del universo - ¡cabeza por cabeza!

En su forma más primitiva, la expiación o retribución tomaba la forma de ofrecer sacrificios humanos a los dioses. Niños que gritaban (generalmente los primogénitos), esclavos, u otras víctimas indefensas eran regularmente sacrificadas en altares o metidas en hornos rituales para hacer expiación a los dioses y tender un puente para salvar el abismo entre el cielo y la tierra.

Aunque por lo general era desaprobado, el ofrecimiento de sacrificios humanos aparecía de tiempo en tiempo en la historia de la gente del AT. En una ocasión, hasta Dios exigió que los siete hijos del rey Saúl fueran ahorcados para expiar una falta cometida contra los gabaonitas. Sólo después de que esta expiación se hubo hecho cesó Dios de matar israelitas con una pestilencia.

En otra ocasión, Dios es representado diciéndole a Abraham que ofrezca su propio hijo en una montaña sagrada. Abraham procede a impresionar a Dios con su disposición a hacerlo. (Por supuesto, una sociedad informada encerraría a un anciano que intentara hacer una cosa así). Pero, justo cuando el anciano estaba a punto de hundir el cuchillo en el cuerpo de su hijo, Dios intervino proporcionando un carnero para que tomara el lugar de Isaac en el altar de la muerte.

Sin embargo, hay más que un grano de verdad en esta terrible leyenda, porque el relato indica cómo sociedades humanas más ilustradas comenzaron a sacrificar animales en lugar de seres humanos en sus rituales religiosos.

Parece también que el rito de la circuncisión comenzó originalmente como sustituto de los sacrificios humanos en algunas sociedades primitivas. Esto hasta se indica en el relato bíblico en que Yahvé amenazó con matar a los dos hijos de Moisés. Se salvaron cuando su madre los circuncidó rápidamente con una piedra afilada - ¡difícilmente el procedimiento higiénico que algunos practican en la actualidad!

Más o menos por el siglo octavo A. C., que algunos estudiosos sugieren fue el principio de la conciencia histórica, algunos grandes reformadores comenzaron a aparecer en diferentes partes del mundo. Tenían una nueva visión espiritual y ética de la humanidad, que se elevaba por encima del tribalismo superficial o el ritualismo sacerdotal.

Entre estos reformadores estaban los grandes profetas hebreos. Rehusaron vehementemente atribuirle algún valor en absoluto al ofrecimiento de sacrificios. Con vehemencia, exigían la práctica de una nueva clase de justicia que no tenía nada que ver con una expiación de sangre. La clase de justicia que Dios quiere, decían, es la clase de justicia que Dios demostró cuando liberó a algunos esclavos oprimidos al principio de la historia de Israel. Es la clase de justicia que se ejerce al aliviar la suerte de los oprimidos, mostrar misericordia hacia los pobres, compasión por los débiles, alimentar a los hambrientos, vestir a los que están desnudos, dar refugio a los que no tienen hogar y ser bondadoso más allá de los límites étnicos. ¡Estos profetas declaraban que ésta es la única clase de justicia que Dios quiere, no el ofrecer sacrificios! ¡No los ríos de sangre de animales sacrificados! ¡No el ofrecer a los primogénitos como compensación por el pecado humano! ¡Sólo una clase de justicia compasiva - hacer lo humano - hacia todos los prójimos!

Por lo general, los profetas eran perseguidos o ejecutados por un sacerdocio dispuesto a retener sus privilegios y su poder. Los sacerdotes comían la carne de los animales sacrificados y no les agradaba la idea de que los profetas hicieran secar la fuente de su comercio religioso. Sin embargo, el testimonio de los profetas fue preservado en el AT junto con los escritos sacerdotales - los profetas hablando de una justicia salvadora para los oprimidos, y los sacerdotes hablando de hacer expiación en rituales de sacrificio.

Necesitamos tener presentes estas dos corrientes del AT porque, cuando llegamos a los años formativos cristianos, hallamos las mismas dos corrientes representadas en el Jesús de la historia y el Jesús de la interpretación cristiana. Una corriente abarca la pasión profética sobre una justicia para los oprimidos, mientras la otra hace suya la tradición sacerdotal de hacer expiación con sacrificios de sangre.

Sin embargo, antes de que lleguemos a este punto muy crucial de este desarrollo cristiano primitivo, debemos seguir el rastro de un par de otras tendencias que desempeñaron un papel en la interpretación cristiana de la muerte de Jesús.

La primera concierne a la tradición judaica del "siervo sufriente".

El regreso de los judíos a su patria después de su exilio en Babilonia inspiró algunas de las más hermosas poesías jamás compuestas en cualquier idioma. Esto se conoce como el Segundo Isaías. Contiene una serie de cantos sobre "el siervo de Yahvé". El siervo es una metáfora poética del remanente judío que sufrió y sobrevivió al exilio. En un famoso pasaje en el capítulo 53, este remanente es presentado como un siervo sufriente que es castigado por Yahvé a causa de los pecados de la nación. Que el exilio era un bien merecido castigo de la nación judía ya había sido proclamado por profetas como Jeremías y Ezequiel. Pero el Segundo Isaías anuncia gozosamente que el período de sufrimiento ha terminado. Israel ha recibido del Señor "doble [retribución] por todos sus pecados". Ahora era el momento del perdón, la liberación de la esclavitud.

Babilonia y la restauración del favor divino.

En la siguiente calamidad nacional - cuando el rey sirio Antíoco IV subyugó a la nación y trató de borrar de la faz de la tierra la religión del judaísmo a finales del siglo segundo A. C. La muy poética descripción por el Segundo Isaías del siervo sufriente comenzó a adquirir un significado que se volvió espantosamente literal.

Mientras algunos de los piadosos mártires judíos estaban siendo torturados horriblemente a causa de su fe, oraban para que Dios contara su agonía de moribundos como suficiente castigo por los pecados de su nación. A partir de este folklore sobre los mártires macabeos, se desarrolló la idea dentro del judaísmo de que, de alguna manera, el martirio de un hombre justo podría pagar por los pecados de la nación. Esta idea ya estaba en circulación, esperando ser recogida y usada por los primeros cristianos para interpretar el significado de la muerte de Jesús.

Mientras tanto, en el mundo no judío, también se desarrollaban ideas paralelas. Para comenzar, existía una tradición paralela de ofrecer sacrificios de animales. Las religiones misteriosas griegas, que se habían desbordado a través del mundo de habla griega de los días de Pablo, habían reciclado algunos antiguos mitos egipcios y babilónicos sobre dioses que morían y resucitaban en sus propios mitos sobre Zeus, Sarpedon, Perseo, Hércules, Apolo, Dionisio, el sanador Esculapio y otros. Muchos de ellos eran hombres-dioses de nacimiento virginal, héroes que, de alguna manera, sufrieron y murieron antes de ascender al cielo como divinidades. Los hombres-dioses de nacimiento virginal incluían a gobernantes como Alejandro el Grande y César Augusto. En las religiones de misterio tan populares en el mundo griego de los días de Pablo, la salvación se obtenía mediante alguna clase de unión sacramental en el sufrimiento y la muerte de un dios-hombre.

Mucho antes de que surgiera el cristianismo, la religión persa de Mitra proclamaba una teología de la caída del hombre y la redención del mundo, una religión que era asombrosamente similar al relato cristiano del paraíso perdido y restaurado. El misterio sacrificial de Mitra era proclamado con estas palabras: "El que no coma mi cuerpo y beba mi sangre, para que sea uno conmigo y yo uno con él, el tal no conocerá la salvación". La notable similitud de este pasaje con algunas palabras familiares del cuarto evangelio se hace evidente en seguida.

Joseph Campbell, un especialista en mitología comparada, resume sus hallazgos diciendo: "La moderna erudición, que compara sistemáticamente los mitos y los ritos de la humanidad, ha encontrado, casi en todas partes, leyendas de vírgenes que dan a luz a héroes que mueren y son resucitados. India está llena de tales relatos. Los budistas y los jaínes tienen ideas similares. Y mirando hacia atrás, hacia el pasado pre-cristiano, descubrimos en Egipto la mitología del Osiris muerto y resucitado; en Mesopotamia, a Tamuz; en Siria, a Adonis; y en Grecia, a Dionisio; todos los cuales proporcionaron modelos para los primeros cristianos para su representación de Cristo". (Myths to Live By [Mitos por los cuales vivir], pp. 9, 10).

En su Study of History [Estudio de la Historia], Arnold Toynbee escribió: "Detrás de la figura del semidiós moribundo, se yergue la figura más alta de un Dios poderoso que muere por diferentes mundos bajo diversos nombres - para un mundo minoense, como Dionisio; para un mundo sumerio, como Tamuz; para un mundo hitita, como Attis; para un mundo sirio, como Adonis, y para un mundo cristiano, como Cristo".

Lo que debería estar claro a estas alturas es que la interpretación cristiana de la muerte de Jesús no cayó súbitamente del cielo como alguna nueva revelación a la mente de Pablo o de cualqiuier otro. Las ideas cristianas acerca de la expiación de sangre eran una amalgama de ideas que tenían una larga historia tanto en el judaísmo como en el paganismo, con raíces que se remontaban a la alborada de la conciencia humana.

Pablo fue el verdadero fundador de la religión cristiana. Su evangelio de la cruz se convirtió en la interpretación cristiana de la muerte de Jesús. Básico para este punto de vista era el mismo mito de la creación del cual emergieron todas las religiones sacerdotales de misterio y todos los sacrificios de sangre en toda la faz de la tierra. Pablo interpretó el significado de la muerte de Jesús contra el trasfondo del pecado y la muerte, que entraron en el mundo por el solo acto de desobediencia de Adán. La muerte de Jesús fue vista como el acto de obediencia del segundo Adán, que hizo expiación por la caída y reconcilió al mundo con Dios. (Véase Romanos 3-5).

Les tocó a los teólogos de la iglesia rellenar esta interpretación de la muerte de Jesús con varias teorías de expiación, usando toda clase de metáforas reales, militares, feudales y tribunalicias. Sin embargo, había una idea subyacente que unía a todas las teorías, y esa era la idea básica de la expiación.

En el AT, la palabra expiación procede de la palabra hebrea kaphar, que literalmente significa cubrir. Es decir, una expiación era algo que cubría una ofensa de los ojos del ofendido. Pero, más importante que la etimología de la palabra es su claro sentido contextual y práctico, según el cual expiación significa compensar o retribuir. La expiación se basa en el muy antiguo principio compensatorio o retributivo de "ojo por ojo y diente por diente".

Así, pues, en el lenguaje de la iglesia y sus teólogos, la expiación ha sido definida en todos los términos de una justicia compensatoria o retributiva. La muerte de Jesús ha sido llamada de varias maneras, como pago, reparación, pena, satisfacción, compensación, precio, castigo, retribución, etc. Como dice un apólogo del cristianismo: "Cristo propició en Dios el sentimiento judicial, haciendo posible que Dios ofreciera el perdón a los pecadores. Esta es la esencia de la expiación. Este es el cristianismo; que nadie se engañe". (Edward Carnell, citado en la obra de Rudolph Nelson, The Making and Unmaking of Evangelical Mind, p. 202).

Por qué la doctrina cristiana de la expiación
está siendo cuestionada.


La interpretación de la muerte de Jesús se vuelve menos y menos satisfaciente y menos y menos convincente para un número creciente tanto de eruditos cristianos como cristianos ordinarios alrededor del mundo. Los estudiosos se sienten particularmente incómodos con la teoría de la expiación penal y substitutiva que ha sido el sello de la ortodoxia protestante desde los días de Calvino.

Las razones por las cuales la doctrina cristiana de la expiación está siendo cuestionada son como sigue:

1. Para comenzar, la interpretación cristiana de la muerte de Jesús se basa en un punto de vista que es tan anticientífico y anticuado como la teoría de la tierra plana. Las iglesias de corriente principal y sus eruditos aceptan actualmente la evolución y la evidencia de que el primer hombre salió caminando de África hace como 1.7 millones de años. El registro sedimentario indica que hubo suficiente muerte y destrucción en el transcurso regular de la evolución o a causa de terremotos y cambios climáticos a gran escala como para crear ríos de combustible fósil, y todo esto mucho antes de que los primeros seres humanos anduvieran sobre la tierra. Por consiguiente, no es correcto seguir diciendo que la muerte y la destrucción entraron por el pecado del primer ser humano. Necesitamos tener una teología que sea consistente con una moderna cosmología que pueda ver realmente las cosas que ocurrieron en el espacio a 12 mil millones de años luz y 12 mil millones de años en el tiempo.

2.  ¿Es siquiera defendible decir que el mito bíblico de la creación es metafórica o teológicamente correcto? Pues, ¿no es la teología del mito de la creación tan mala como su ciencia, si no peor? ¿Es digno de alguna suerte de credibilidad este Dios que sentencia a una vida de dificultades, no sólo a Adán y Eva, sino también a miles de millones de sus descendientes, todo a causa de un acto solitario de natural curiosidad humana? Y si este Señor del universo se ofende tan fácil e implacablemente por una falta humana que se molesta, se retira a su alto cielo y cierra la puerta a toda la raza humana, ¿es digno de respeto? ¿Cómo podemos construir seriamente una teología sobre esta clase de basura intelectual?

3.  ¿No implica en realidad la doctrina cristiana de la expiación que lo único erróneo de los sacrificios humanos era que no eran lo bastante valiosos como para efectuar una expiación adecuada? La doctrina cristiana dice que, para satisfacer la justicia divina, el sacrificio humano tenía que ser perfecto y de valor infinito. De acuerdo con Anselmo, arzobispo de Canterbury, Adán había pecado contra una majestad infinita. Era, por lo tanto, una ofensa infinita que demandaba un castigo infinito. Por consiguiente, la expiación o el sacrificio humano debían ser de valor infinito. ¿Podría excusársenos llamar tonterías medievales a esta clase de teología?

4.  La doctrina cristiana de la expiación es parte de la historia más amplia de la severa respuesta de Dios por el pecado del hombre al principio de la historia, y los terribles castigos del infierno al final de la historia. ¿No nos enseña el sangriento sacrificio de Jesús a la mitad de esta historia que, en esencia, el cristianismo es una religión de violencia, a pesar de todo lo que se dice acerca del amor y la misericordia de Dios? Por lo tanto, ¿debe sorprendernos descubrir que una religión que presenta estos actos de violencia divina como remedio para el pecado humano se halle legitimando tanta violencia durante toda su historia? En la evaluación de las cosas por parte del teólogo católico Hans Kung, el cristianismo ha hecho más mártires que los que han producido en sus propias filas la persecución de herejes, los pogroms contra los judíos, la Inquisición, las Cruzadas, el ahogamiento de anabaptistas por la Iglesia Reformada, los flagelamientos de cuáqueros a manos de los puritanos, el hecho de que el Papa Pío XI miró para otra parte durante el Holocausto.

5. ¿Perdona realmente un Dios que insiste en que la deuda sea pagada por completo antes de ofrecer su perdón? Uno puede exigir que una deuda sea pagada por completo o puede perdonarla, pero hacer ambas cosas es mutuamente excluyente. Sin embargo, de acuerdo con la enseñanza cristiana, Cristo murió "haciendo posible que Dios ofreciera el perdón a los pecadores". (Edward Carnell).

6.  En la teología cristiana, la justicia está representada como un atributo de Dios, un atributo que estaba en tensión con el atributo de su misericordia. Es decir, hasta que estos atributos opuestos entre sí fueron reconciliados en la muerte de su hijo. Citando un salmo del AT, a los teólogos cristianos les gustaba decir que, en la cruz, "la justicia y la misericordia se besaron". Hay una falla en esta clase de teología. No reconoce que, en el AT, la palabra hebrea para justicia, sadak, se usa en realidad como sinónimo para la bondad hacia nuestro prójimo, especialmente para "todos los oprimidos" - los huérfanos, las viudas, los deudores, los pobres, los sin hogar, los desconocidos, los que están presos, los esclavos y los que se sienten culpables. A sadak rara vez se le da, si es que se le da, un sentido retributivo, especialmente en los profetas y en los salmos. Si el poeta puede decir que la justicia y la misericordia se besan, es porque nunca necesitaron ninguna reconciliación. ¡Justicia es ser misericordioso!

Así, pues, Daniel pudo decir a un rey egoísta: "Redime tus pecados con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordia", etc.

7. El ícono de la cruz y su víctima moribunda es tan central para la iglesia que la religión cristiana tiende a ensimismarse mórbidamente con el pecado, la culpa, la muerte y la salvación personal. Walter Kauffmann (The Faith of a Heretic) dice que este enfoque egocéntrico y lleno de culpa resulta en que la religión cristiana no esté a la altura de la robusta visión ética y humanitaria de los profetas del AT.

Por supuesto, es posible reunir respuestas para las preguntas que anteceden. Sin embargo, lo que hay que entender es por qué un artículo de fe, que una vez fue tan satisfactorio y convincente, deba ahora ser cuestionado tan seria y radicalmente.

La necesidad de una reevaluación de la teología cristiana puede ilustrarse por medio de la siguiente analogía. Hubo un tiempo en que los cristianos aceptaban generalmente, y hasta defendían vigorosamente, la persecución de herejes, la subordinación de la mujer, la intolerancia religiosa, el derecho divino de los reyes contra las libertades democráticas, la institución de la esclavitud, la indiferencia a la crueldad hacia los animales, la supresión de los derechos civiles, la supremacía blanca, el racismo, el exclusivismo religioso, la oposición al progreso científico, la ejecución de brujas en la hoguera, y la imposición de la religión cristiana sobre toda la sociedad por parte del estado. La iglesia no cambió su posición acerca de ninguno de estos grandes problemas porque recibió alguna revelación de Dios antes que el resto del mundo. Ni siquiera puede afirmarse que la religión cristiana guió al mundo en ninguna de estas necesarias reformas humanitarias. Fue simplemente porque el desarrollo de la conciencia humana por todo el mundo hizo inaceptables estas antiguas prácticas cristianas.

Este mismo desarrollo de la conciencia humana - que se expresa en la Iluminación, en la edad de la ciencia, en la erudición literaria y la crítica histórica, en el progreso social y la democratización - nos ha obligado a repensar la teología cristiana. Así como las antiguas prácticas cristianas tuvieron que ser cuestionadas, la antigua teología cristiana debió ser cuestionada también. Una conciencia humana más ilustrada y un punto de vista más científico obligan a cambiar la manera en que interpretamos muchas cosas.

No debemos dejarnos llevar mucho por ninguna interpretación teológica porque, como ya hemos señalado, ninguna interpretación teológica es demostrable de una forma o de la otra. Aceptar estos límites es sólo parte de aceptar la naturaleza finita de la condición humana. El lector puede descontar muchas o todas las siete objeciones a la doctrina cristiana de la expiación que se han enumerado arriba. Pero no existe un solo cuerpo de evidencia que no haya sido posible hacer a un lado. Esta es la evidencia del Jesús histórico. La doctrina cristiana de la expiación parece discrepar totalmente y ser totalmente incompatible con el Jesús de la historia. Los apólogos pueden argüir todo lo que gusten para demostrar cómo la enseñanza cristiana es lógica, razonable, defendible y consistente con lo que la Biblia dice, pero permanece el hecho de que el Jesús que murió para hacer expiación por el pecado humano no es el Jesús de la historia.

Este parece ser ahora el consenso de eruditos cristianos de corriente principal comprometidos en la búsqueda del Jesús histórico.

Sin embargo, los Gandhis y los Jeffersons de este mundo siempre habían reconocido que el Jesús de la interpretación cristiana no era el Jesús de la historia.

Un buen punto de partida para ilustrar esta disparidad es el así llamado Sermón del Monte. Aunque hagamos lugar para algunos embellecimientos o algunas adaptaciones en el creativo arreglo de Mateo de los dichos de Jesús, la enseñanza central es inconfundiblemente clara. Jesús nos llama a ser como su Abba Padre (querido papá o papito) yendo más allá de la justicia de amar a los que nos aman. Dice que, para ser la luz del mundo, debemos amar y hacer el bien a los que nos odian y nos hacen daño. En el Sermón del Monte no hay ninguna retribución ni venganza. El antiguo código legal sacerdotal de "ojo por ojo y diente por diente" debe ser reemplazado con la justicia de devolver bien por mal, de dar generosamente sin esperar recibir nada a cambio, y perdonar sin límite a los que parecen no merecer ya más perdón. Dice que hay que hacer estas cosas porque así es el Abba Padre.

Jesús no dice nada que ni remotamente sugiera que su Abba Padre hace algo a manera de venganza, retribución, cobranza, o que su justicia requiera una expiación antes de que él pudiera perdonar el pecado. Sus afirmaciones y parábolas centrales indican que la justicia de Dios es una escandalosa generosidad para buenos y malos por igual, que en su corazón él perdona y muestra misericordia aun antes de que nosotros seamos conscientes y pidamos ser perdonados.

Así, pues, en su relato sobre el hijo derrochador, cuenta acerca del padre que corre a encontrarse con el derrochador cuando éste todavía está bien lejos. El padre no piensa en su propia dignidad herida; abandona todo cuidado por su propia reputación (¿qué pensarán los vecinos o el resto de la familia?), y ciertamente no piensa en ninguna compensación ni retribución por los años desperdiciados y la herencia malgastada. El hermano mayor del derrochador estaba bastante molesto por el escándalo de la clase de justicia de su padre. ¿Perdón sin compensación? ¿Sólo un cordero engordado y preparado para la celebración?

Así, Jesús habla acerca de la escandalosa generosidad de Dios de una manera que asombra y hasta ofende su cultura, especialmente cuando procede a actuar de una manera que desafía todos los cánones de honor y vergüenza - como no distinguir entre personas "limpias" e "inmundas" en su mesa comunitaria. Claramente, Jesús apoya la tradición de los profetas del AT y demuestra el espíritu de ellos. Cita a los profetas que dicen que Dios quiere misericordia y no sacrificios. Cita las palabras de los profetas para mostrar que justicia significa ser misericordioso, perdonador y ayudar a los débiles. Su evangelio del reino de Dios es todo sobre ser verdaderamente humano en este mundo, en el aquí y ahora. En este reino de justicia divina, no hay lugar para la venganza, las represalias, las retribuciones, la expiación, y no hay ninguna necesidad de practicar nada de lo que comúnmente se llama religión. ¡No es extraño que recibiera el mismo tratamiento de la poderosa élite sacerdotal que los profetas del AT que le precedieron!  ¡No es extraño que los credos y rituales de la iglesia jerárquica sepultaran al Jesús histórico con sus credos y rituales!

Hay algo más que enlaza a Jesús con los profetas del AT. Los profetas no construyeron su teología de la justicia sobre el antiguo mito de la creación, sino sobre el modelo de liberación del Éxodo. Fue la apocalíptica judía posterior la que se absorbió en el mito de la creación, la caída del hombre, y la divina violencia de una intervención del tiempo del fin. Esta es la imaginación apocalíptica que prevalecía en tiempos de Jesús y Pablo. Pero los profetas nunca pensaron en términos del mito de la creación, la caída del hombre, un Dios que retiraba su presencia de esta tierra, o un reino apocalíptico por venir. Jesús tampoco.

La enseñanza de Jesús era como vino nuevo para el cual nunca hubo el propósito de ser puesto en odres viejos - es decir, los antiguos conceptos mundiales sobre la caída del hombre, un Dios ofendido que se retiraba a su alto cielo y cerraba la puerta, o un abismo entre Dios y el hombre que requería un puente mediante algún acto de justicia retributiva. En las enseñanzas de Jesús, el mundo nunca cayó del favor divino, y Dios nunca se fue. No necesitaba que nadie llevara a cabo ningún acto para abrir las puertas del cielo. Jesús destruyó las premisas sobre las cuales está construida la religión.

El Jesús de la historia que fue ejecutado bajo los cargos de blasfemia y sedición es totalmente incompatible con el Jesús cristiano que murió como sacrificio expiatorio por los pecados del mundo.

Continuará ...

Una nota personal

Yo no negaría que la enseñanza cristiana sobre la muerte expiatoria de Jesús ha sido útil y significativa para muchas personas. Hubo un tiempo en que tenía sentido para mí y dio mucho sentido a mi vida. Yo he ministrado a personas moribundas con el evangelio de la cruz, y he visto cuán efectivo es para para librarles de la carga de la culpa y el temor de la muerte. Puedo reconocer caritativamente, aunque sólo sea porque puedo extrapolar mi propia experiencia, que si las personas están encerradas en cierto punto de vista (especialmente una que tiene un marco muy legal), entonces el remedio cristiano de la expiación puede muy bien ser el mejor para ellos. Yo no titubearía en consolar a una persona moribunda con el remedio que mejor se adapte al punto de vista de esa persona, y no sería tan inhumano como para tratar de cambiar el punto de vista de esa persona si yo tuviera alguna indicación de que la persona no estaba lista para ello.

Algunos de mis antiguos amigos, especialmente los que dicen que alguna vez se conmovieron por mi vehemente defensa de la teología paulina y de la Reforma, se preguntan cómo puede ser que yo ya no encuentre esta enseñanza satisfactoria ni convincente. Quiero asegurarles a estas buenas gentes que yo soy realmente la misma persona, movido por el mismo espíritu, pero que he progresado en  modo de pensar, especialmente hasta el punto en que tengo otro punto de vista. Desde donde ahora estoy en mi viaje, algunas de mis antiguas respuestas ya no son satisfactorias aunque sólo sea porque responden a las preguntas equivocadas. Algunas de mis antiguas presuposiciones y premisas parece que ya no son válidas. Por ejemplo, si yo abandono el punto de partida de que el hombre ha caído y algo o alguien tiene que salvar el abismo entre el hombre y Dios y abrir nuevamente las puertas del cielo, entonces muchas otras cosas tienen que cambiar también. Ahora comienzo con la premisa de que los seres humanos se han desarrollado mediante un largo proceso creativo (evolución), que Dios no está en un lugar más de lo que está en otro, que él nunca abandonó este mundo, que no visitó este mundo en una sola excursión, que no tenemos que esperar su retorno apocalíptico, que el continuado desarrollo de la conciencia humana muestra la fermentadora influencia del espíritu de Dios, no la coercitiva intervención de un dictador celestial, que ninguna persona en ningún lugar ni de ninguna religión es más favorecida que otra ni puede apartarse de la manada humana, por decirlo así, para estar mucho más adelante del resto de la humanidad - como si Dios sólo hablara a un grupo de personas que están patéticamente acurrucadas y separadas del resto del mundo. Esto también significa que tengo que permanecer abierto a aprender la verdad de cualquier persona de cualesquiera antecedentes culturales o religiosos, pues mi vecino humano ahora se convierte en el único ícono de Dios a través del cual yo puedo tocar a Dios o ser tocado por él.

Cuando llegué a los siete años de edad, ya no pude seguir creyendo en Santa Claus. De la misma manera, hace tiempo que dejé de imaginar que hubo una cosa como una creación y una caída del hombre, o  un universo de tres niveles, o un Dios que estaba más en un lugar que en otro en su vasto universo. Todos nosotros interpretamos cualquier cosa según nuestro punto de vista. Si una persona tiene otro punto de vista, jamás puede ver las cosas como yo las veo. Por eso los cristianos por lo general no tienen éxito en alcanzar a los musulmanes, hindúes, o budistas con el mensaje cristiano. Dadas su cultura y dudo su punto de vista, el mensaje cristiano jamás podría tener sentido para ellos. Por eso necesitamos tener un espíritu de caridad, tolerancia, y aceptación de la gente, el cual no depende en absoluto de sus antecedentes religiosos o culturales.


Hist e Interp 1 | Hist e Interp 2 | Hist e Interp 3

Sección de Libros 1

Index1