EL CRISTIANO Y LA LEY

Domingo Fernández Suárez

Notas al pie por Pablo Blanco


  1. La ley y la gracia. 
  2. La ley fue dada al pueblo de Israel y nunca a los gentiles.
  3. La unidad de la ley.
  4. La ley, abolida para el cristiano convertido.
  5. Los dos pactos.
  6. El problema de los gálatas.
  7. Nuestra ley.
  8. El sábado en el Antiguo Testamento.
  9. El sábado y el domingo.  
10. Otras consideraciones sobre el asunto.

Presentación

Cuando hace unos años me enteré de que la secta (secta, grupo) llamada Iglesia Adventista del Séptimo Día había sido recibida como miembro de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE), me propuse escribir una serie de artículos advirtiendo a muchos descuidados españoles del problema que se venía encima. Sobre todo por la peculiar doctrina de este grupo, y consciente de que el pragmatismo, cuando no la ocultación de datos, llevada a cabo por ciertos elementos fundadores del organismo español, podría traer de confusión y perversión en el futuro para el sustento claro del pilar básico de la fe cristiana. Fe que tanto ha costado sostener en la historia ante los ataques del enemigo de Dios y de su oferta de gracia.

Los fieles de las distintas denominaciones cristiano-evangélicas de España, olvidando la advertencia bíblica de Isaías 3:12, confiaron de buena fe en una serie de notables y líderes, que constituyeron este aparato sobre la base de presupuestos y objetivos totalmente indiferentes a la defensa del evangelio y al llamamiento de "contender por la fe", que se les suponía.

Buscando bibliografía sobre el tema en la que fuera biblioteca de mi padre, encontré entre otros, este libro El cristiano y la ley, cuya primera lectura me produjo la sensación de que estaba escrito con una plenitud de sabiduría de lo alto. Yo no había leído nada en castellano sobre el tema que pudiese acercarse a la sencillez, claridad, lucidez y estilo con el que Domingo Fernández Suárez había escrito esta auténtica joya.

Ya no se trataba de rebatir solamente las herejías y desvaríos adventistas. Este libro ponía tal claridad sobre conceptos que muchos cristianos confunden y mezclan, y además escrito con un lenguaje pedagógico al alcance de las mentes más sencillas, que yo creo que no debiera faltar en la bibliioteca de ningún creyente.

No sólo los conceptos de la ley y la gracia deben ser bien conocidos en el contexto de la apología con adventistas, romanistas y asimilados, sino también para comprender la magnificencia del plan de Dios, la posición de Israel en la cuestión, y las condiciones que esto propone en la hermenéutica bíblica.

El ejemplar que yo pude leer, es un libro impreso presumiblemente en Cuba, allá por 1950. Carece de referencia editorial, por lo que de la edición electrónica de este libro, me hago personalmente responsable para ser distribuida gratuitamente por Internet.

Estoy seguro que el autor, Domingo Fernández Suárez, un cristiano fiel y comprometido, sería el primero en desear poner al alcance de todos el texto contenido en estas páginas y "dar de gracia", lo que sin duda "de gracia recibió".

En el texto que se ofrece en esta versión electrónica que he preparado, aparecen muchos textos coloreados, subrayados y resaltados, de cuya responsabilidad, así como de las notas, es totalmente ajeno el autor, y deben ser considerados por el lector como unas notas del "editor" para facilitar, resaltar y ayudar a la lectura de los puntos y cuestiones básicas en que debe fijar su atención.

Lo mismo sucede con las notas al pie, que han sido añadidas por el editor con el propósito de ampliar algunos contextos, pero que no han podido ser autorizadas ni aprobadas por el autor, al estar éste ya con el Señor, y no formar parte de la obra original.

Estimado lector, cuando hayas leído esta obra, difúndela con verdadero entusiasmo para que la verdad del evangelio que el Espíritu de Dios implantó en nuestros corazones sea también plenamente entendida por nuestro entendimiento.

En cuanto a las personas que pertenecen a grupos como la llamada Iglesia Adventista del Séptimo Día, ó sus "reformistas", a otros asimilados a éstos, entre los cuales se encuentra la misma Iglesia Católica Romana, debo decir que en sus miembros hay personas que aman y buscan a Dios con sinceridad de corazón, que presentan ante la sociedad un buen testimonio humano, obras, amor, dedicación al prójimo, y que difunden su mensaje con la mejor de las intenciones. El problema, pues, se plantea, no en el terreno de lo personal, respetable en todo caso, sino en el de la luz y las tinieblas. Ellos están buscando la salvación en un lugar situado entre el Sinaí y el Calvario, y se pierden a lo largo del recorrido olvidando que hay un Jordán de separación. Pero esta separación es tan trascendente como lo es la vida de la muerte. Como establecer la propia justicia ó recibir la que Dios ofrece por la fe. Como perdición ó salvación. Y, el mensaje es claro. Por las obras de la ley ninguno será justificado.

Otra esfera diferente en cuanto a responsabilidad la constituyen los líderes, maestros y pastores. Normalmente personas con mayor información y formación pero que actúan en una gran parte de los casos por lealtades ajenas a la verdad de Dios, cuando no presentando una resistencia activa.

En primer lugar la lealtad al grupo se revela en una defensa a ultranza del ideario y un espíritu de temor. Los esfuerzos y trabajos exegéticos que muchos de estos líderes han hecho son para intentar defender las doctrinas heredadas, y no despojándose de los prejuicios para que la luz resplandezca sobre las tinieblas sea cual sea el resultado.

En segundo lugar, lealtad al ego. ¿Cómo he podido estar yo equivocado? ¿Cómo pude predicar, enseñar y difundir el error por tantos años? ¿He sido cómplice activo para la perdición de almas?

Finalmente las cadenas del espíritu de temor. ¿Qué dirán de mí los que por tantos años me veían como un maestro? ¿Qué dirá mi familia?, incluso para algunos, la cuestión va más allá: ¿Qué va a ser de nuestro sustento?

Recuerdo que cuando leí el testimonio de Raymond Franz, el conocido ex-Testigo de Jehová, lloré pensando en el sentimiento de frustración que debían experimentar este hombre y su mujer al mirar hacia atrás y contemplar toda una vida dedicada a una causa falsa. Penalidades, trabajos, enfermedades, incomprensión... Otros ex-Testigos de Jehová, han tenido que sumar a ello la pérdida de seres queridos por las consecuencias de su obstinación en los principios de un falsa doctrina. Pero luego entendí que esa misma lucha y sentimiento fueron sentidos por muchos otros cristianos a lo largo y ancho del mundo y de la historia. Que Dios concede fortaleza y bendición abundante conforme a su promesa. Cualquiera que dejase casas, ó hermanos, hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos. ó tierras por mi nombre, recibirá cien veces tanto y heredará la vida eterna. (Mt.19:29). Y di gracias a Dios por haber nacido en un hogar donde resplandecía la luz del evangelio.

Pablo Blanco

Madrid (España) 2001.


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