EL CRISTIANO Y LA LEY

Domingo Fernández Suárez

Capítulo 5
LOS DOS PACTOS


Después de lo que hemos dicho en el capitulo anterior, apenas queda lugar para hablar de los dos pactos. Esto del Viejo Pacto y el Nuevo Pacto no es fácil de comprender para muchos. He oído una vez a un hombre durante el estudio de una lección de Escuela Dominical, cuyo título era: "Los dos pactos", que poniéndose de pie se dirigió al maestro y le dijo: "Bueno, si Dios hizo un pacto primero y después hizo otro, ¿quiére decir que el primero no le ha salido bien?".

Dicen otros: "Si las cosas que dice el Nuevo Testamento son distintas y a veces contrarias a las ordenadas por Dios en el Antiguo Testamento, quiere decir que el Nuevo Testamento está contra el Viejo". ¿Quiere decir que el Dios del Nuevo Testamento es otro, ó que ha cambiado de ideas? Dicen los adventistas: "Dios es inmutable, Dios no cambia y las leyes de Dios son inmutables y eternas como él".

Confesemos con franqueza que el asunto no se presenta tan fácil de resolver a primera vista, y sobre todo para el simple creyente en Cristo. Pero los que hablan así, dicen lo que saben pero no saben lo que dicen. Para poner las cosas en su lugar, el lector debe tener en cuenta lo que dejamos escrito en el capítulo anterior, al considerar Gálatas 3:16-25.

El hecho de que Dios hizo un pacto con los descendientes de Abrahám, solamente con ellos, y mil quinientos años después hizo otro que comprende a toda la humanidad, no quiere decir que fracasó el primer intento. El fracaso en todo caso está, no en Dios, ni en su pacto, sino en los hombres que no cumplieron los compromisos pactados. (Exodo 19:8). Pero Dios cumplió lo que prometió: Bendiciones si eran fieles a lo pactado; maldiciones si eran infieles y se apartaban de él. El pueblo de Israel fue testigo de que Dios cumplió lo que prometió.

Por otra parte, el pacto del Sinaí cumplió los fines para los cuales Dios lo puso; puesto que según hemos demostrado en el capítulo anterior, Dios no puso aquel pacto con sus leyes, con propósitos de que fuese un pacto permanente y eterno, sino que lo introdujo como añadido a una promesa anterior y para que le sirviese de instrumento hasta que viniese Cristo.

Así que el Viejo Pacto sirvió a su generación fielmente y cumplió los fines que Dios se propuso por medio de él, y cuando llegó la hora oportuna, Dios lo puso a un lado para introducir ó colocar en su lugar "algo mejor" (el cumplimiento del pacto de gracia que había hecho ya antes a Abrahám). Cuando no comprendemos estos o no lo queremos comprender, encontramos dificultad entre el Viejo Testamento y el Nuevo.

Pudiéramos ilustrar el asunto de esta manera: Un niño va al colegio sin saber nada, y el Director lo manda, digamos, al primer grado. Pasó un año escolar y el niño aprendió sus lecciones y aprueba su curso. ¿Qué hace el Director al año siguiente? ¿Le mandará otra vez al primer grado? No, le manda al segundo grado. Pero se encuentra el niño con que allí hay otro maestro que sabe más que el que tuvo el año anterior, que le manda estudiar otras cosas, a veces distintas, también en otros libros, etc., y el niño al principio quisiera quedarse mejor con su maestro del primer año, antes de pasar con otro nuevo. ¿Diremos que el Director está haciendo mal las cosas con el alumno? No. Lo que pasa es que el alumno aún no acaba de comprender los planes del Director al cambiarle de aula, maestro y materias. Pero el Director está haciendo bien las cosas, porque si lo dejase siempre en el primer grado, el niño no adelantaría nada. Y si por otra parte el Director de golpe y porrazo manda al niño al octavo grado, sin haber hecho los estudios anteriores, resulta que el niño sería absolutamente incapaz de entender las lecciones del otro maestro, y acabaría en el manicomio o se marcharía del colegio para siempre.

¿Comprendes, amado lector, lo que quiero decirte? Las leyes de Dios no cambian, pero tenemos que tener cuidado, mucho cuidado cuando hablamos de las leyes de Dios y de la revelación al hombre. Desde que Dios llamó a Abrahám y le prometió que en su simiente (Cristo), serían benditas todas las naciones de la tierra, desde entonces empezó a educar a los hijos de Abrahám según la carne, para que cuando Cristo viniese comprendiesen sus lecciones.

Ahora bien, como sabio Director de escuela, empezó por las cosas fáciles, por el primer grado y cuando las lecciones del primer año fueron explicadas durante el tiempo señalado, se ponen aquellas a un lado y se enseñan otras nuevas. ¿Quiere esto decir que las lecciones del primer grado no servían, que estaban equivocadas, al no seguir con ellas en el segundo grado? Nada de eso. De la misma manera, Dios no cambia, lo que cambia es la forma de revelar al hombre su voluntad. Dios es inmutable, pero Dios es soberano y haciendo uso de su soberanía, él cambia las dispensaciones de acuerdo con sus propósitos eternos.

Esto que estoy diciendo es la historia de las relaciones de Dios con el hombre desde el Edén hasta Cristo. Moisés sabía más acerca de Dios que Noé; Isaías supo cosas que no le fueron reveladas a Moisés, y Jesús dijo: "Oísteis que fue dicho a los antiguos... mas yo os digo". (Véase Hebreos 1:1-2). Con Cristo y sus apóstoles la revelación de Dios llegó al clímax. Nadie debe esperar nuevas revelaciones en la presente dispensación. Pero, ¿quiere decir esto que ya sabemos cuando podemos saber? No. Sabemos cuanto necesitamos saber, digo ¿sabemos?, Podemos saberlo según el Nuevo Testamento. Pero seguramente que el Nuevo Testamento no será regla de conducta entre Dios y sus hijos durante todos los siglos eternos.

Aseguro que mientras estemos en la carne, no recibiremos nueva revelación que modifique la que tenemos en el Nuevo Testamento, pero el día en que los redimidos estemos con Cristo, con cuerpos glorificados y libres de las presentes condiciones, ¿qué pasará? Eso lo veremos allá. Aquellas lecciones que Dios nos dará entonces, no las podemos recibir ahora, nos perjudicarían. Aprendamos bien las presentes, dadas en el Nuevo Testamento.

En el Antiguo Testamento se habla de varios pactos. Vamos a señalarlos:

    1.  El pacto de Dios con Noé. (Génesis 6:18, 9:9)
    2.  El pacto con Abrahám. (Génesis 17:1-19).
    3.  El pacto de las doce tribus. (Éxodo 29).
    4.  Un pacto de Dios con David, en cuanto al reino. (Salmo 89:3,4). Compárese con 2ª
         Samuel 7:8-16).

La palabra testamento significa pacto. Así, pues, el Antiguo Testamento, es el viejo Pacto y el Nuevo Testamento, es el Nuevo Pacto. (Véase Mateo 26:28). Pero cuando en el Nuevo Testamento se habla del Viejo Pacto, la idea se centraliza en el pacto del Sinaí. Estos lo vemos sin lugar a dudas en Gálatas 4:21-31. "Escrito está que Abrahám tuvo dos hijos; uno de la sierva y otro de la libre. El de la sierva nació según la carne; el de la libre nació por la promesa". Dice Pablo que estas "cosas son dichas por alegoría: porque estas dos mujeres son (quiere decir representan), los dos pactos; el uno ciertamente del monte Sinaí, el cual engendró servidumbre, que es Agar... Mas la Jerusalén de arriba (representada por Sara) libre es; la cual es madre de todos nosotros".

Los adventistas pretenden que el Nuevo Pacto es la prolongación del Antiguo, y que es la misma cosa, por eso ellos en su ofuscación quieren estar en los dos a la vez. Pero yo pregunto: ¿Sara es Agar? Me diréis que no. ¿Agar es Sara? Tampoco. Entonces, si estas dos mujeres representan dos pactos, absolutamente opuestos, como opuestas son la libertad y la esclavitud, ¿cómo algunos pretenden fundir un pacto en el otro? ¿Hacer que Sara y Agar dejen de ser dos y dejen de ser esclava una y libre la otra? El hijo de la carne nunca puede identificarse con el hijo de la promesa, nacido según el Espíritu. No podemos ser Isaac e Ismael al mismo tiempo. El hijo de la carne, siempre será esclavo, si no llega a ser hijo del Espíritu. (Juan 1:11-13).

El pacto de Dios con Israel, por medio de Moisés, fue un pacto de obras y de condenación que encerró a los hombres bajo la pena de muerte. (Véase Romanos 7:6 y Gálatas 3:23). El Nuevo Pacto prometido por Dios a Abrahám, hecho real por Cristo y confirmado por la sangre de Cristo en la cruz, es un pacto a base de gracia; Dios da, aunque el pecador no merece. Las obras y la gracia nunca han estado de acuerdo, y así como el hijo de la mujer que representaba el pacto del Sinaí, perseguía al hijo de la que representaba el Nuevo Pacto, así pasó y pasa ahora y pasará siempre.

Pero, ¿qué dice la Palabra? "Echa fuera a la sierva y a su hijo; porque no será heredero el hijo de la sierva con el hijo de la libre". En otras palabras, el que se quiera salvar tendrá que echar fuera de su corazón el pacto de "hacer" y someterse por entero al pacto de la gracia (de lo hecho por otro). Pero aquellos que quieran salvarse por la ley, ellos no serán herederos con los salvos por la gracia. Otra vez nos presenta Pablo el mismo contraste, esta vez entre los mediadores de los dos pactos.

Dice en Hebreos 3:5-6: "Moisés a la verdad fue fiel sobre toda su casa, (¿bajo qué relaciones?) como siervo". Estaba en las mismas condiciones familiares que Ismael. "Mas Cristo como hijo". Cristo era aquel, tipificado por Isaac, en sus relaciones, de hijo y no de siervo. Isaac era hijo de Abrahám, pero su nacimiento obedecía al poder de Dios. Cristo era Hijo de Dios en todos los sentidos. El hombre hoy tiene que escoger entre lo que representan:

Sara y Agar
Isaac e Ismael
Cristo y Moisés

Otro de los grandes contrastes entre los dos pactos, es la forma de ser admitidos para disfrutar los beneficios. Aquí cito otra vez a Carroll, dice él: "Bajo el pacto mosaico sólo un judío que perteneciera a la nación por descendencia carnal estaba en el pacto. Pero en el Nuevo Pacto no hay ni judío, ni griego. No hay distinción de nacionalidad. Todos entran del mismo modo, así como los animales entraron en el arca por la misma puerta. En Cristo no hay distinción entre el esclavo y su amo. Los esclavos de Abrahám fueron circuncidados porque le pertenecía, pero en el nuevo no sería como en el antiguo. La explicación de esto trasladada al asunto del pacto. El hijo de un predicador (por muy predicador, santo y fiel que sea, y por muy hijo que sea) tiene que arrepentirse, creer y ser bautizado para entrar dentro de los beneficios del nuevo pacto".

Otro gran contraste es que las promesas del pacto del Sinaí eran terrenales (véase Salmo 105:10-11), mientras que, como afirma Carroll, "el objeto del nuevo pacto es asegurar bendiciones espirituales y un país celestial; el objeto de la ley era asegurar bendiciones terrenales y una Canaan terrenal". En Jeremías 31:31-32, dice: "He aquí vienen días dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Jacob". Y ahora, al anunciarles que hará con ellos nuevo pacto, les advierte que no será el nuevo "como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto". El lector debe fijarse en que sería "nuevo" y en el nuevo pacto, ni las condiciones de hijos les dan derecho, la tenemos en la epístola a los Hebreos, y la palabra clave del libro de Hebreos es "mejor", que se halla allí 13 veces, como afirmando que el nuevo pacto es mejor que el antiguo.

Los adventistas quisieran incluir el nuevo pacto en el viejo, o el viejo en el nuevo; ellos en realidad, subordinan el Nuevo Testamento al Antiguo. Pero ¿qué afirma Pablo en Hebreos 8:13? "Diciendo Nuevo Pacto dio por viejo el primero; y lo que es dado por viejo, cerca está de desvanecerse". Los adventistas, dicen que en "Hebreos" se refiere a la ley ceremonial. Yo siento tener que decirles que aquí Pablo habla del pacto y no de ninguna ley particular de aquel. Todas las leyes dadas por Dios eran parte del pacto, porque el pacto era el pacto de la ley. Así que el pacto que estaba dado por viejo y próximo a desvanecerse, incluía las tablas de piedra con su contenido, porque precisamente son llamadas "las tablas del pacto". En Deut. 9:9 y 29:1 y en Deut. 5:2, dice: "Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb", y a continuación están los diez mandamientos. (Versos 6 al 21). Pero hay un versículo más terminante aún, es Deut. 4:13, que dice: "Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra, las diez palabras; y escribiólas en dos tablas de piedra".

Y ahora, cuando Dios anunció que haría "nuevo pacto", que no sería como el antiguo, y cuando Pablo afirma que Dios mismo "diciendo, nuevo pacto, dio por viejo el primero; y lo que es dado por viejo... cerca está de desvanecerse". Entonces, digo: ¿Cómo el adventista o cualquier otro puede decir que en el pacto que iba a ser desechado no estaban incluidos los diez mandamientos del Decálogo? Cuando la misma Escritura centraliza el término pacto, en los diez mandamientos, y hace énfasis, "en las diez palabras escritas en dos tablas de piedra". Si ahora el lector compara esto con el pasaje de 2ª Corintios 3:6-13, donde habla de "la letra grabada en piedras", y se dice que había de perecer y que había de ser "abolido", a nadie absolutamente, le puede quedar duda de que la ley y el pacto abolidos, incluye el decálogo.

No me explico que interés es el de muchos de perpetuar una cosa que la misma palabra de Dios califica de "ministerio de condenación y muerte"; y de "yugo" que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido llevar", y que en vez de producir paz, "obra ira"; que en vez de realidad, era "sombra y figura" de lo que estaba por venir, que nada pudo perfeccionar y que para librarnos precisamente de semejante carga, fue que Cristo vino al mundo y murió en la cruz. (10)

¿Qué dice Hebreos 9:15? Por eso es Mediador de Nuevo Pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las rebeliones que había bajo el primer pacto"... Por eso, "tanto mejor ministerio es el suyo (el de Cristo) cuando es mediador de un mejor pacto, el cual ha sido formado sobre mejores promesas". (Heb. 8:6).

Y ahora lector: ¿Es verdad o es mentira que el nuevo pacto, no sólo es distinto del antiguo, sino que es mejor y formado sobre mejores promesas? Bajo el pacto de la ley, moría el cordero por el pastor; bajo el pacto de la gracia, muere el Pastor por los corderos. Cristo dio su vida para darnos libertad. Y pensar que hay quienes pretenden perpetuar el pacto de esclavitud y condenación, o por lo menos, conservarlo al lado del pacto de gracia y de libertad, como regla obligatoria a la que nos debemos someter.

Dios dijo a Abrahám: "Echa a la sierva y a su hijo". La que precisamente representaba el pacto que aun ahora muchos pretenden conservar junto a Sara y mezclarlo con ella. ¿No sabes que son rivales y no pueden estar juntas? Por eso Cristo dijo por boca de David: "Quita lo primero para establecer lo postrero" (Hebreos 10:9).

No podemos aceptar, de acuerdo con la enseñanza de la Escritura, que haya dos pactos en vigor al mismo tiempo. Nadie debe pensar que yo desecho el Antiguo Testamento. Este tiene su lugar, como revelación de Dios, como historia verídica y como profecía, que aún espera su cumplimiento. Lo que yo afirmo y creo es que el pacto de la ley del Sinaí, se ha desvanecido (Hebreos 8:13), y el pacto de la gracia tomó su lugar, aunque bajo condiciones muy distintas en todo sentido.

El cristiano nada tiene que ver con el pacto de la ley, sino con el Sermón del Monte. Con el Nuevo Testamento. Ese es nuestro código, nuestra ley.



(10)  Domingo Fernández Suárez, el autor de este magnífico libro, se hace esta pregunta y dice: No me explico qué interés es el de muchos de perpetuar una cosa... (Como la Ley).

Bueno, la respuesta es fácil:

En primer lugar está el interés de sostener a viento y marea que el ministerio profético de la Sra. White no era un ministerio falso, sino proveniente de Dios - cuando la realidad es que como Dios no puede contradecir a cuanto dejó tan claramente explicado, no en este libro, sino por la inspiración del Espíritu Santo en todo el Nuevo Testamento - luego ese evangelio diferente tiene como autor e instigador al mismo Diablo para apartar a las almas del pacto de la gracia de Dios.

Esn este libro se están respondiendo a las principales objeciones que los adventistas han presentado en sus publicaciones para defender las tesis que proponen. Pero todo lector debe saber que estas tesis han sido preparadas para justificar unas "pretendidas visiones", que no es el resultado más o menos sensato, racional o inteligente de entender ciertas verdades bíblicas. Primero aparecieron las visiones y luego se buscó una teología de citas, sacadas casi todas de contexto, para justificar la postura visionaria de Ellen G. White.

Los dirigentes de la secta adventista, hasta ahora, han decidido unir su destino al de su líder espiritual, a pesar de las numerosas evidencias de que era una profeta falsa, y no solo en base a sus falsas visiones y revelaciones, sino en su forma de vivir (cuya piedad solo era aparente), y de hacer negocios - mintiendo y falsificando - para vivir a cuenta de miles de seguidores.

De modo que la terquedad se ha hecho patente cada vez que un adventista bien intencionado ha investigado y descubierto toda la suciedad teológica, ética, o histórica de la IASD, el cuerpo dirigente y sus fieles seguidores, han cerrado filas en torno a la secta y expulsado con la máxima ignominia de que han sido capaces al denunciante. En lugar de revisar su fe, como aconseja Pablo en 2 Cor. 13:5, han promovido "teólogos" que tapen los desaguisados "inspirados" de su carismática profetisa, creando una teología para ignorantes de la Biblia y de la revelación de Dios, que se conformen con los descabellados tópicos que les han preparado, a cambio de creerse, como todos los que viven en sectas, "que son los únicos fieles, salvos, entendidos en cuestiones espirituales". Aunque yo todavía no me he encontrado en debate con ninguno que tenga un alto grado de conocimiento bíblico y de exégesis, quizás porque los que saben más, también saben más "de todo", es decir de todo lo que es en sí la secta, y rehuyan el debate que los desenmascare públicamente.

En segundo lugar está el interés de los actuales mandamases por controlar el patrimonio económico y humano que a lo largo del mundo posee la IASD. Si aceptasen el "pacto de gracia", se caería su exclusivismo y por lo tanto el control ideológico sobre los que "se creen la única iglesia remanente y fiel", que podrían con facilidad encajar en cualquier iglesia o denominación evangélica, para evitar lo cual tienen que mantener a toda costa "sus rasgos diferenciales" (ley, sábados, comidas, santuario, etc), haciéndoles creer que ellos son los únicos que creen en la "Biblia entera", como si los demás sólo creyésemos en una mutilada.

En tercer lugar, ¿qué sería de sus negocios en dietética, y las publicaciones promocionales, así como editoriales y otras agencias que controlan y que tienen como consumidores y usuarios a sus fieles seguidores?

Lo trágico es la realidad de que menosprecian la majestad y la magnificencia de la gracia de Dios. Como escribe San Pablo en Gálatas 5:18: "Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley" y en Romanos 8:14: "Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios". Los hijos de Dios no están pues bajo la Ley. Y los que están bajo la Ley no son hijos de Dios.

El que guarda "como obra necesaria" sábados, diezmos, ayunos, fiestas o circuncisiones está obligado a cumplir toda la Ley (Gálatas 5:3) y cualquiera que guarde toda la Ley, pero la ofenda en un punto, se hace culpable de toda la Ley (Santiago 2:10). Y aquí Santiago menciona el decálogo, como Pablo en la cita de Gálatas menciona la circuncisión como parte de la Ley, a pesar de que es anterior al pacto del Sinaí. El que quiera salvarse aunque solo sea en parte por la ley, de nada le aprovecha Cristo (Gálatas 5:2). De nada vale para él que Cristo muriese en la cruz por sus pecados.

Antes, como los de Galacia, viviendo en la ignorancia de Dios, en su idolatría, se puede entender que estuviesen extraviados en cuanto a las verdades de Dios, pero ahora, que de alguna manera conocen a Dios por su revelación, que por lo menos tienen las Escrituras a su alcance, no podemos por menos que asombrarnos de la fidelidad de los adventistas, no a Dios y a su Plaabra, sino a unos líderes que quieren hacer mercadería con ellos y a una falsa profetisa y tenemos que decir lo mismo que Pablo en Gálatas 4:8-11: ¿cómo es que volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos a los cuales os queréis (voluntariamente) esclavizar? Y si eres esclavo , no eres hijo, y por lo tanto no heredarás con los hijos. Pide a Dios que te abra los ojos para desligarte de esa esclavitud voluntaria, que si no eres judío, jamás fue puesta sobre tí, y te descubra la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

¡Echa a la esclava y a su hijo!, son palabras fuertes, y que exigen una dura y drástica decisión, y que en tu situación equivalen a: ¡¡Abandona la secta llamada Iglesia Adventista del Séptimo Día, y su falsa teología, y acércate a Jesucristo, por cuanto él no está lejos de tí!! Agradécele su Gracia y lamenta tu ceguera para disminuir su obra en la cruz a tu favor, y a partir de ahora, arrepiéntete de tus obras ("arrepentirse" quiere decir "cambiar de forma de pensar", para "convertirse", que significa "cambiar la forma y la manera de vivir"), porque el llamamiento de Jesús, y de sus apóstoles a los que vivían bajo la ley fue: Arrpentíos y convertíos porque el reino de los cielos se ha acercado.

Si Jesucristo a través de su Espíritu Santo ha llegado hasta tu corazón, acepta el Nuevo Pacto en su sangre que te ofrece, para que confiando en su gracia, por medio de la fe, es decir, "creyendo en la suficiencia de su obra regalarte tu salvación", decides a partir de ahora vivir tu vida en el poder del Espíritu Santo, para ser un instrumento en sus manos destinado a tu santificación personal y para la gloria de Su nombre.

No te ciegues en teologías, que son como las vanas palabras de las que advertía Pablo a Timoteo (2 Timoteo 2:14), que ponen tropiezo a los cristianos, lo cual para nada aprovecha, sino que son para perdición de los que en ellas se enzarzan. Habrá muchas cosas en las que te encontrarás pensando diferente de otros cristianos redimidos por la gracia, a través de la fe, en cosas que no tienen nada que ver con nuestra salvación y de las que en muchas ocasiones lo único que hacemos es divagar, pero que sí nos apartan de tomar una decisión que salvará nuestro ser completo, cuerpo (soma), alma (psique) y espíritu (pneuma), luego serán piedras de tropiezo a tu decisión por Cristo.

No nos salvamos por conocimientos teológicos, sino por gracia, por medio de la fe, y luego ya iremos conociendo otras cosas de nuestro amado Padre, de nuestro amado Salvador, de nuestro amado Espíritu Santo, de nuestra "herencia eterna en los cielos", pero siempre pensando que nunca alcanzaremos sobre todos estos temas tan profundos un conocimiento pleno. Porque el que se crea que sabe algo, como escribió San Pablo, aun no sabe nada como debe saberse. Habrá muchas cosas que tendremos que aprender durante la eternidad. Pero lo único que tenemos que saber ahora es la base de nuestra salvación: "Que cuando se manifestó la bondad de Dios (nuestro Salvador Jesucristo) y su amor para con la humanidad (no con un pueblo), nos salvó (nos regaló la salvación) no por obras de justicia que nosotros hubiésemos hecho, sino por su misericordia (exclusivamente), por el lavamiento de la regeneración (haciéndonos nacer de nuevo) y por la renovación (las cosas viejas pasaron) en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que justificados (¿por Ley? ¿por obras?) POR SU GRACIA, llegásemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna". (Tito 3:4-7).

Amigo adventista. ¿Crees esto? ¿Aceptas por gracia, por medio de la fe, el regalo inmerecido de Dios a tu favor? Pues a partir de aquí, evita las cuestiones necias, como genealogías, contiendas y discusiones acerca de la Ley, porque son vanas y sin provecho (Tito 3:9). Todo es por pura gracia y "el pecado ya no se enseñoreará (nos esclavizará), pues no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia" (Rom. 6:14).


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