Capítulo
9
EL
SÁBADO Y EL DOMINGO
Los adventistas nos dicen: ¿Dónde está el mandamiento para que se guarde el domingo? Nosotros podemos decirles: ¿Dónde está el mandamiento para que se guarde el sábado? ¡Ah!, ¿es qué no hay mandamiento? No, no hay mandamiento alguno a favor de ningún día.
El comentador Branch ha dicho la verdad al afirmar lo siguiente: "El día de reposo para el cristiano es un privilegio y no una obligación legal". Los adventistas tampoco guardan el sábado como está mandado en la ley (Éxodo 16:23-29; 20:10 y 35:1-3). Al que violase el sábado debían matarlo (Números 15:32-36). ¿Cumplen con esto los adventistas?
Dice un autor que aunque Cristo guardó la ley, no reposó ningún sábado durante su ministerio. Y pregunta: "¿Dónde pasó el sábado siguiente? ¡En la tumba!" Si, lector, el Señor Jesucristo, Dios manifestado en carne, el Señor del sábado, el que hizo y sostiene el universo, pasó el séptimo día en negra y silenciosa tumba. ¡Hermosa figura que nos habla del último sábado de la ley, el sábado en que el Señor del sábado estaba sepultado, y sepultado con Cristo estaban también el sábado del séptimo día y todas las demás ordenanzas e instituciones judaicas!
El Señor estaba allí sepultado en el sábado, por una ley que no se había cumplido, y como él vino a cumplirla y la cumplió, muriendo en la cruz, sepultó para siempre esa ley, y resucitó victorioso, no en sábado, no en el séptimo día, sino el primer día de la semana. El primer día de la semana no es un sábado cambiado, es un día nuevo. Es el primer día de un período o dispensación que se implantaba con la resurrección del Señor, y no el último día de una dispensación que fenecía.
El séptimo día se relacionaba con la tierra y el descanso terrenal, mientras que el primer día de la semana se relaciona con el cielo, con la redención del alma, y el descanso celestial. El séptimo día era el día de Israel, el primer día pertenece a la Iglesia de Cristo. Israel recibió el sábado como una prueba. La Iglesia tiene el domingo como una bendición para descansar y alabar al Señor. El séptimo día se relacionaba con la obra creada, que después vino a caer en pecado y maldición (Génesis 3:17). El primer día está basado en una Redención completa y victoriosa de la muerte y del sepulcro.
En todo el Nuevo Testamento no hay una sola indicación de que los cristianos (me refiero, claro está a los días después de Pentecostés) se reuniesen para sus cultos en el séptimo día, pero en cambio, hay pruebas de que se reunían en el primer día de la semana (Hechos 20:7). "Y el primer día de la semana, juntos los discípulos a partir el pan, Pablo les enseñaba". Y en 1ª Corintios 16:2, dice el Apóstol: "Cada primer día de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa, guardando lo que por la voluntad de Dios pudiere". De acuerdo con estos dos pasajes, creemos que los apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, establecieron el domingo como día de descanso y de culto y en él se reunían para alabar a Dios, oír la predicación del evangelio y celebrar la cena del Señor.
Otra referencia a favor del domingo, como día del Señor, la hay en Apocalipsis 1:10, en donde Juan dice: "Yo fui en el Espíritu en el día de domingo". La Versión moderna dice: "Yo estaba en el Espíritu, un día del Señor". Los adventistas han querido decir que el día del Señor aquí, es el sábado, pero el asunto es insostenible, porque no hay base ni en el original, ni en ninguna otra parte para mantener tal idea.
Dice G. Godet: "Si puede haber alguna duda a este respecto, esta desaparece en presencia del uso que todo el segundo siglo ha hecho del adjetivo "kuriakos", para caracterizar (en oposición expresa con el sábado) el día del culto cristiano, es decir, el primero de la semana, el de la resurrección de Cristo".
Pudiera citar pasajes de los escritos de distintos autores desde el año 80 de la era cristiana hasta el año 300, en donde hay referencias a que el día de descanso y de culto era el domingo, y todas son unánimes en afirmar que guardaban el domingo por ser el día en que Cristo resucitó de la tumba. Entre estos autores los siguientes:
"Doctrina de los apóstoles". Documento que se hace remontar al año 80 de nuestra era. Ignacio de Antioquia, del año 117. Justino Martir, del año 140. Bordesanes de Edesa, del año 180. Tertuliano de Cartago, del año 200. Clemente de Alejandría, del año 220. "Constituciones Apostólicas", del año 250. Anatolios, Obispo de Laodicea, del año 270. Victorio, del año 300.
Con frecuencia dicen los adventistas que el domingo fue impuesto por los papas. Otros afirman que lo fue por el Emperador Constantino, en el año 321, de nuestra era. Nosotros que no somos adventistas, lo único que hacemos es decirles que nos muestren el decreto de Constantino donde se pruebe que ese emperador cambió el sábado por el domingo. Lo que hizo Constantino, y eso lo sabe todo el mundo, fue que para ganarse la simpatía de los cristianos, firmó un decreto que decía: "Que todos los jueces y todos los que habitan en ciudades, o los que ocupan diferentes oficios, descansen en el venerable día del sol". Pero esto lo hizo sencillamente porque era el día que los cristianos ya venían observando.
Pero si fuese cierto que los cristianos guardaban hasta entonces el sábado, y el Emperador les hubiese impuesto el domingo, esta medida no le ayudaría en nada para ganarse la simpatía de aquellos, siendo contraria a su practica, no sería bien acogida por ellos, sino que se rebelarían contra ella, activamente (con apologías y recursos legales) o pasivamente (no aceptando ese día y continuando sus reuniones los sábados).
El jueves 2 de Septiembre de 1943 oí un predicador adventista hablar acerca de estas cosas, desarrollando un tema titulado: "Mil pesos por un texto". Empezó ofreciendo mil pesos al que le mostrase un versículo que ordenase guardar el domingo, y seguidamente pasó a demostrar como se había implantado el domingo como día de descanso, y afirmó que la historia decía que los cristianos guardaban el sábado, pero que el Emperador Constantino les había impuesto el domingo. Cuando terminó su conferencia, me acerqué al conferenciante y le dije:
Cualquiera que conozca un poco de historia, sabe que en aquel tiempo, Constantino estaba haciendo las cosas para ganarse la simpatía de los cristianos, aunque en el fondo era un fariseo.
Si los adventistas ofrecen mil pesos por un texto que ordene guardar el domingo, nosotros les podemos ofrecer a ellos diez mil por uno en el Nuevo Testamento que ordene guardar el sábado, lo que indica que la tesis que estamos sosteniendo es cierta en todos sus aspectos.
Nos acusan de llevar la "marca de la bestia" porque observamos el domingo. La marca de la bestia va a ser algo muy distinto que el guardar el domingo como día de descanso. Los adventistas desde hace cien años1, más o menos, que aparecieron como grupo, se han caracterizado por sus fantásticas equivocaciones en las interpretaciones proféticas, y como el que va de tumbo en tumbo hasta el fondo del abismo, son tan obstinados que los golpes de sus equivocaciones no les enseñan a ser más prudentes.
Ahora mismo2 están insinuando una futura alianza de todos los pueblos asiáticos contra los occidentales, y dicen que la profecía lo dice. Lo que hacen con esto es sembrar el descrédito de la profecía, porque como ya pasó en 1844, dicen que la Palabra de Dios lo dice; luego, no se cumplen las cosas como ellos las inventan y el pueblo pierde la fe en las Escrituras, cuando en realidad la Biblia no dice tales cosas.
Hablando de la segunda venida del Señor, dijo Cristo mismo: "El día nadie lo sabe sino mi Padre", y los adventistas haciendo caso omiso de lo que dijo Jesús, y guiándose solamente por el Antiguo Testamento, han dicho: "Cristo vendrá tal día" (el 21 de marzo de 1844). Resultado: Los adventistas, lo creían sinceramente, pero se equivocaron lamentablemente y se equivocarán, mientras les quede el velo del Antiguo Testamento (2ª Cor. 3:14).
Hace tiempo le cité unos pasajes del Nuevo Testamento a una señora adventista, y me dijo: ¡Ah!, yo nunca me había fijado en esto. Estos mismos días citándole a otro adventista algunos pasajes, me contestó: "Yo nunca los había leído", y se mostró sorprendido de la existencia de ellos en el Nuevo Testamento. Los adventistas leen y estudian más el Antiguo que el Nuevo Testamento.
La profecía no dice mentira. Todo cuanto predice ha de ocurrir; Dios es quien lo garantiza, pero solo Él tiene el timón en las manos y no los adventistas. Hasta la fecha Dios sigue siendo soberano y no es muñeco a las ordenes de los adventistas, ni de cualquier otro que diga: tal evento profético va a suceder tal año, tal mes, tal día y a tal hora. Todo sucederá cuando Dios tiene determinado que suceda.
Los adventistas deslumbran a sus auditorios haciendo alarde de unos conocimientos asombrosos. Jamás lanzan sus opiniones como posibles, sino que como ellos dicen, ha de ser. ¿Qué sucede luego? Lo que ya he afirmado, que el pueblo pierde la confianza en las profecías, que bien estudiadas son una fuente de esperanza, de gozo y consuelo.
También los adventistas afirman, solemne y fatídicamente que el que no guarde el sábado, no podrá salvarse. Vuelvo a decir que los adventistas son famosos por sus errores y este no es más que uno de tantos. Una de las más grandes inconsecuencias del adventismo es que subordinan el Nuevo Testamento a lo que dice el Antiguo. Nosotros, ni nadie, puede interpretar lo que es más por lo que es menos, sino lo que es menos a la luz de lo que es más. Las famosas palabras de Jesús dichas en el Sermón de la Montaña: "Oísteis lo que fue dicho a los antiguos... más yo os digo", los adventistas en la practica las invierten, poniéndolas así: "Oísteis que Cristo y los apóstoles dijeron... más Moisés dijo".
Cualquiera que haya oído las predicaciones adventistas, sabe que lo que yo digo es la verdad, porque se basa en mi personal observación durante mucho tiempo, de los dichos predicadores y de sus escritores. ¿Quiéren ustedes un ejemplo de esto que acabo de decir? Pues ahí va. Si usted le pregunta al adventista qué es el alma, él le leerá unos versículos de Génesis, cap. 1, y otros en Job, Eclesiastés y los Salmos, pero no buscará ninguno en el Nuevo Testamento. Ahora bien, cualquiera que conozca un poquito la Biblia y tenga un poco de buena voluntad en buscar la verdad, sabe que la gran revelación en cuanto al alma, en todo sentido, se halla en el Nuevo Testamento y no en el Antiguo. Como la doctrina de la paternidad de Dios y tantas más.
Pero me diréis: ¿En qué quedamos? ¿Hay o no que guardar el domingo? Os repito que no hay ninguna ley o mandamiento que nos obligue, o que nos condene a guardar ningún día determinado. El domingo fue establecido por los apóstoles bajo la dirección del Espíritu Santo, como el día de reunión cristiano. Ese día es un privilegio para el cristiano y no una carga. Si no lo guarda no se condena, pero si lo guarda y lo dedica al Señor, está haciendo lo que a Dios agrada; lo que quiere decir que, el que quiera hacer la voluntad de Dios, debe guardarlo y santificarlo, dando gracias a Dios que nos permite descansar una parte del tiempo cada siete días.
El cristiano está llamado a obedecer a Dios, no bajo una ley escrita, sino por un espíritu de sincera y pronta obediencia voluntaria. El hecho glorioso de esta libertad que disfrutamos debiera impulsarnos a cumplir mejor, mucho mejor, que si tuviésemos una ley que nos obligase. El privilegio implica responsabilidades. No somos esclavos, sino libres. Pero ¿somos dignos de ser libres? Si el judío cumplía, porque era una ley que era un yugo imposible de soportar, ¿cuánto más debiéramos nosotros comprometernos para colaborar, guiados por un espíritu dispuesto, con Dios, nuestro Padre y con Jesús, nuestro Salvador?
Si un cristiano bajo la ley de la libertad es un mal administrador del tiempo y de los bienes, y un obrero infiel e indigno de ser libre, su alma no irá al infierno por eso, pero perderá el premio ó la recompensa que Dios tiene preparada para cada uno de aquellos que son buenos hijos, fieles ayudadores del Señor y dignos de ser hijos y no esclavos. El que dice: Si no estoy obligado no lo hago, este tal es un mal hijo, mal administrador y no es digno de ser tratado como Isaac, sino como Ismael. Pero está demostrado que los hijos de Dios cumplen mejor a base de libertad y amor que bajo una ley rígida y mandamiento imperativo.
Y ahora lector amigo, me despido de ti con este texto glorioso: "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, mas conforme al Espíritu" (Romanos 8:1)